• El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro.

    Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada.

    Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido.
    -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima.
    -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente.

    Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años.

    La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos.

    Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón.
    Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida.

    -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados.

    Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta.

    Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello.

    -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano.
    -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte.

    Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba.
    Esa noche murió la bailarina obediente.

    Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado.
    Y ahora... era libre.
    El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro. Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada. Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido. -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima. -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente. Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años. La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos. Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón. Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida. -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados. Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta. Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello. -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano. -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte. Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba. Esa noche murió la bailarina obediente. Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado. Y ahora... era libre.
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  • A partir del 10mo al 12vo piso del calabozo, pertenecen al príncipe de una peculiar maldición.

    Un reino prometido, una vida planeada, todo para terminar siendo presa de una maldición como ninguna otra.
    Afligidos por el estado de su hijo, su padre, el Rey, lo envió al calabozo, con la promesa falsa de algún día encontrar una solución.

    Con notoria lástima, acondicionaron aquellos pisos del calabozo para ser su hogar, el cual fue lentamente llenado de cosas, una biblioteca, amplios salones, habitaciones llenas de lujos, todo un palacio en el subterráneo.

    Entre los pasillos se pasean creaturas, guerreros y toda clase de mimic's. El alguna vez príncipe, ahora es ahora el protector de todas esas creaturas que ya no desean regresar a la superficie, pero tampoco tienen el valor de bajar más.
    A partir del 10mo al 12vo piso del calabozo, pertenecen al príncipe de una peculiar maldición. Un reino prometido, una vida planeada, todo para terminar siendo presa de una maldición como ninguna otra. Afligidos por el estado de su hijo, su padre, el Rey, lo envió al calabozo, con la promesa falsa de algún día encontrar una solución. Con notoria lástima, acondicionaron aquellos pisos del calabozo para ser su hogar, el cual fue lentamente llenado de cosas, una biblioteca, amplios salones, habitaciones llenas de lujos, todo un palacio en el subterráneo. Entre los pasillos se pasean creaturas, guerreros y toda clase de mimic's. El alguna vez príncipe, ahora es ahora el protector de todas esas creaturas que ya no desean regresar a la superficie, pero tampoco tienen el valor de bajar más.
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    Dejen que mi batería se recargue y respondo mensajes... *Está encerrado en un auto, el cual está en un subterráneo y aún sigue resfriado...se muere..*
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  • 𝑰𝒏𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔
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    𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝒞𝑜𝓊𝓃𝓉 𝑜𝒻 𝒮𝒶𝒾𝓃𝓉 𝒢𝑒𝓇𝓂𝒶𝒾𝓃 ⚜️

    No era raro para Anraste cruzar planos, y mucho menos era raro adaptarse a ellos a medida que los iba conociendo, lo raro era que un plano terminase por fascinarle tanto como ocurría cada vez que visitaba aquel lugar.

    Bajo 𝘕𝘰𝘵𝘳𝘦 𝘋𝘢𝘮𝘦 un portal se abrió, dejando pasar a una dama de cabellos color otoño, un aura como el fuego mismo y sin duda unos ojos que habían visto miles de guerras a lo largo de las eras.

    Era una dama que rozaba su treintena, tal vez unos veintilargos años, era esa clase de dama que hacía que las miradas se posasen en ella con su presencia, su energía era contraria a los mitos de aquellas damas llamadas 𝘥𝘢𝘮𝘦 𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘩𝘦 que se dedicaban a sanar y ayudar a los demás, la energía que irradiaba aquella mujer era caótica y mística, como la guerra misma.

    Sus ropajes cambiaron, ya no eran los mismos que empleaba en su plano, un vestido largo, negro, de satén, con las mangas transparentes y un escote mostrando una ilustración hecha de hilo, le daban aquel aspecto parisino que demasiadas pocas veces había tenido, sus manos cubiertas por guantes de cuero y sus pies adornados con unos zapatos de tacón harto incómodos completaron el look. Su cabello había acabado recogido, a la moda de la época, y sus picudas orejas se disimulaban con parte del recogido que portaba. No había más joyas que en sus orejas, unos pendientes en forma de lágrima que brillaban como los ojos de algún dios olvidado.

    Su paso fue lento para salir por uno de los pasadizos subterráneos que daba al 𝘏𝘰̂𝘵𝘦𝘭 𝘋𝘪𝘦𝘶, era como si conociera perfectamente aquel lugar, como si ya hubiera recorrido aquellas intrincadas callejuelas subterráneas.

    Una vez fuera, se quitó el polvo de las faldas atusándolas, y haciendo volar aquellas partículas por el aire. Suspiró pesadamente, tenía una misión, encontrar el artefacto, estuviera en el plano que estuviera, así... que una vez más tendría que mezclarse con la alta sociedad mortal para encontrar alguna pista.

    ¿Qué mejor lugar que el 𝘗𝘢𝘭𝘢𝘪𝘴 𝘥𝘦 𝘑𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘦 para ver cuánto habían avanzado aquellos mortales?
    𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐏𝐀𝐑𝐀 [SaintG02] No era raro para Anraste cruzar planos, y mucho menos era raro adaptarse a ellos a medida que los iba conociendo, lo raro era que un plano terminase por fascinarle tanto como ocurría cada vez que visitaba aquel lugar. Bajo 𝘕𝘰𝘵𝘳𝘦 𝘋𝘢𝘮𝘦 un portal se abrió, dejando pasar a una dama de cabellos color otoño, un aura como el fuego mismo y sin duda unos ojos que habían visto miles de guerras a lo largo de las eras. Era una dama que rozaba su treintena, tal vez unos veintilargos años, era esa clase de dama que hacía que las miradas se posasen en ella con su presencia, su energía era contraria a los mitos de aquellas damas llamadas 𝘥𝘢𝘮𝘦 𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘩𝘦 que se dedicaban a sanar y ayudar a los demás, la energía que irradiaba aquella mujer era caótica y mística, como la guerra misma. Sus ropajes cambiaron, ya no eran los mismos que empleaba en su plano, un vestido largo, negro, de satén, con las mangas transparentes y un escote mostrando una ilustración hecha de hilo, le daban aquel aspecto parisino que demasiadas pocas veces había tenido, sus manos cubiertas por guantes de cuero y sus pies adornados con unos zapatos de tacón harto incómodos completaron el look. Su cabello había acabado recogido, a la moda de la época, y sus picudas orejas se disimulaban con parte del recogido que portaba. No había más joyas que en sus orejas, unos pendientes en forma de lágrima que brillaban como los ojos de algún dios olvidado. Su paso fue lento para salir por uno de los pasadizos subterráneos que daba al 𝘏𝘰̂𝘵𝘦𝘭 𝘋𝘪𝘦𝘶, era como si conociera perfectamente aquel lugar, como si ya hubiera recorrido aquellas intrincadas callejuelas subterráneas. Una vez fuera, se quitó el polvo de las faldas atusándolas, y haciendo volar aquellas partículas por el aire. Suspiró pesadamente, tenía una misión, encontrar el artefacto, estuviera en el plano que estuviera, así... que una vez más tendría que mezclarse con la alta sociedad mortal para encontrar alguna pista. ¿Qué mejor lugar que el 𝘗𝘢𝘭𝘢𝘪𝘴 𝘥𝘦 𝘑𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘦 para ver cuánto habían avanzado aquellos mortales?
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  • ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ #StarterCall #Anomaly

    El sujeto que limpiaba los pasillos del subterráneo de Chamber Street no dejó de señalarla. Dijo que era de madrugada. Que el último tren había pasado hacía rato y que las luces fluorescentes parpadeaban como si alguien jugara con los interruptores. Estaba barriendo cerca del andén 3, justo donde la señal rota zumba sin motivo desde hace meses. Y algo cambió en el aire.

    No lo vio al principio, pero lo sintió como un hormigueo bajo la pie, como si alguien hubiera dejado abierta una puerta al ártico.

    La temperatura, el olor cambió. Algo difícil de explicar, entre podrido y canela, entre polvo y bistec a la plancha.

    Después, dijo que la vio ahí parada, al borde de las vías. Una chica. O una mujer. Joven. Descalza. No se movía, pero su sombra sí. El tipo juró que la sombra se escurría por las baldosas como tinta negra, buscando algo.

    Lo siguiente que recuerda es que estaba en el baño del personal, con la cabeza empapada de sudor, y que no podía dejar de repetir su nombre. Aunque después, cuando le preguntaron, no supo decir cuál era. Solo que empezaba con E... o con eco... o con una especie de garabato en papel.

    Ekkora está ahí ahora. En el andén vacío.

    Los relojes no funcionan. Las cámaras no graban. Y si alguien baja por las escaleras, lo único que va a oír antes de desaparecer es una voz suave que dice:

    — No hay salida, pero sigue avanzando.
    ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ ❯ #StarterCall #Anomaly El sujeto que limpiaba los pasillos del subterráneo de Chamber Street no dejó de señalarla. Dijo que era de madrugada. Que el último tren había pasado hacía rato y que las luces fluorescentes parpadeaban como si alguien jugara con los interruptores. Estaba barriendo cerca del andén 3, justo donde la señal rota zumba sin motivo desde hace meses. Y algo cambió en el aire. No lo vio al principio, pero lo sintió como un hormigueo bajo la pie, como si alguien hubiera dejado abierta una puerta al ártico. La temperatura, el olor cambió. Algo difícil de explicar, entre podrido y canela, entre polvo y bistec a la plancha. Después, dijo que la vio ahí parada, al borde de las vías. Una chica. O una mujer. Joven. Descalza. No se movía, pero su sombra sí. El tipo juró que la sombra se escurría por las baldosas como tinta negra, buscando algo. Lo siguiente que recuerda es que estaba en el baño del personal, con la cabeza empapada de sudor, y que no podía dejar de repetir su nombre. Aunque después, cuando le preguntaron, no supo decir cuál era. Solo que empezaba con E... o con eco... o con una especie de garabato en papel. Ekkora está ahí ahora. En el andén vacío. Los relojes no funcionan. Las cámaras no graban. Y si alguien baja por las escaleras, lo único que va a oír antes de desaparecer es una voz suave que dice: — No hay salida, pero sigue avanzando.
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  • 𝗝𝗨𝗘𝗭 𝗦𝗨𝗣𝗥𝗘𝗠𝗢
    ╾ 𝘛𝘳𝘪𝘣𝘶𝘯𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢
    • 𝗔𝗽𝗼𝗰𝗮𝗹𝗶𝗽𝘀𝗶𝘀

    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ - 𝓞𝓷𝓮𝓓𝓪𝔂 -

    Después de que la base a su mando presentara problemas por una repentina invasión de gusanos gigantes subterráneos que podían comer incluso metal y hierro, tuvo que trasladar a algunos civiles hacia otro punto de la base mientras se deshacían de éstos. Fue una lucha continúa por días, pero afortunadamente habían desarrollado armas especiales para tratar con éstas plagas.

    También luego de exterminarlos, se encargaron de reconstruir parte de la base, aunque la reconstrucción llevaría meses. Esos días habían estado siendo difíciles porque recibían muchos ataques, tanto de las criaturas del abismo, infectados, como de las personas mismas. El juez había perdido su sensibilidad humana temporalmente, sacar su arma cada que alguien se le acercaba era más que un reflejo ahora, su escudo.
    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎
    𝗝𝗨𝗘𝗭 𝗦𝗨𝗣𝗥𝗘𝗠𝗢 ╾ 𝘛𝘳𝘪𝘣𝘶𝘯𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢 • 𝗔𝗽𝗼𝗰𝗮𝗹𝗶𝗽𝘀𝗶𝘀 ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ - 𝓞𝓷𝓮𝓓𝓪𝔂 - Después de que la base a su mando presentara problemas por una repentina invasión de gusanos gigantes subterráneos que podían comer incluso metal y hierro, tuvo que trasladar a algunos civiles hacia otro punto de la base mientras se deshacían de éstos. Fue una lucha continúa por días, pero afortunadamente habían desarrollado armas especiales para tratar con éstas plagas. También luego de exterminarlos, se encargaron de reconstruir parte de la base, aunque la reconstrucción llevaría meses. Esos días habían estado siendo difíciles porque recibían muchos ataques, tanto de las criaturas del abismo, infectados, como de las personas mismas. El juez había perdido su sensibilidad humana temporalmente, sacar su arma cada que alguien se le acercaba era más que un reflejo ahora, su escudo. ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎
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  • Hace años, aquel castillo subterráneo estaba lleno de hombres, mujeres y niños cuyo común denominador era sangre de dragón, protegiéndose de la obsesión por los dragones de otras civilizaciones.

    Ahora, el castillo estaba completamente solo de aquella grandeza y en su lugar, solo había creaturas invasoras en los pasillos de aquel sitio.

    Goblins habían transformado los salones en sus hogares, ghouls andaban por los pasillos e inclusive un gazer merodeaba.

    Los únicos ahi, eran Kamil y Abbathor, ambos desterrando de manera violenta a los invasores.
    Porque después de todo, no se podía traer crías a este mundo, si el lugar no fuese seguro para ellas.

    Abby entró a una de las habitaciones, solo para encontrarse con su viejo amigo 𝗘𝗺𝗶𝗹 𝖡𝗅𝖺𝖼𝗄𝗍𝗁𝗈𝗋𝗇𝖾 que al parecer había llegado de visita.

    ── ¿Emil? ── cuestionó la mujer que ya tenía una peculiar pancita. ── ¿Eres tu? ── Sus facciones pronto cambiaron de más salvajes a humanas, feliz de ver a su viejo amigo.
    Hace años, aquel castillo subterráneo estaba lleno de hombres, mujeres y niños cuyo común denominador era sangre de dragón, protegiéndose de la obsesión por los dragones de otras civilizaciones. Ahora, el castillo estaba completamente solo de aquella grandeza y en su lugar, solo había creaturas invasoras en los pasillos de aquel sitio. Goblins habían transformado los salones en sus hogares, ghouls andaban por los pasillos e inclusive un gazer merodeaba. Los únicos ahi, eran Kamil y Abbathor, ambos desterrando de manera violenta a los invasores. Porque después de todo, no se podía traer crías a este mundo, si el lugar no fuese seguro para ellas. Abby entró a una de las habitaciones, solo para encontrarse con su viejo amigo [cancion.olvidada] que al parecer había llegado de visita. ── ¿Emil? ── cuestionó la mujer que ya tenía una peculiar pancita. ── ¿Eres tu? ── Sus facciones pronto cambiaron de más salvajes a humanas, feliz de ver a su viejo amigo.
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  • ¿Acaso es la calma antes de la tormenta? Desde la llegada de aquellos extraños seres, las cosas han estado demasiado tranquilas, por una parte aquel ser de piel azul ha ayudado en la construcción de nuevos hogares en el subterráneo, además, la bruja que lo acompaña se ha encargado de ayudar a los habitantes con sus pócimas.

    Pero sabe que hay algo más, ha captado un aroma especial pero parece que es una persona que sabe bastante sobre sigilo, lo más preocupante es que ha captado aquel aroma cerca de la mansión de Julius.

    ¿Será una aliada o alguien que ha llegado a colarse para susurrar al oído del lord de los vampiros?
    ¿Acaso es la calma antes de la tormenta? Desde la llegada de aquellos extraños seres, las cosas han estado demasiado tranquilas, por una parte aquel ser de piel azul ha ayudado en la construcción de nuevos hogares en el subterráneo, además, la bruja que lo acompaña se ha encargado de ayudar a los habitantes con sus pócimas. Pero sabe que hay algo más, ha captado un aroma especial pero parece que es una persona que sabe bastante sobre sigilo, lo más preocupante es que ha captado aquel aroma cerca de la mansión de Julius. ¿Será una aliada o alguien que ha llegado a colarse para susurrar al oído del lord de los vampiros?
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  • • Night of madness
    - Friends


    Tenía un grupo de amigos y junto a ellos acordaban visitar lugares exóticos casi todas las noches, lugares no aptos para ellos, pero de ahí nacían las más grandes e inolvidables aventuras.

    Esa noche iban sin rumbo por el subterráneo, dónde uno de ellos se asustó todo el camino debido a la oscuridad. Era un subterráneo abandonado, los autos tomaban otra ruta ya que desconfiaban de ese lugar por lo desolado que estaba. Mientras que ellos caminaban tranquilamente, era la manera más rápida de llegar a su destino, el cual residía en el otro extremo de la ciudad.

    Lo cruzaron sin peligro y Asher tuvo que consolar con su hombro a su amiga que había estado llorando por el miedo. Cabía decir que era un asco siendo de suporte, pero con su amiga tenía confianza, todos sus amigos eran como hermanos perdidos.

    Pero la noche era joven y el subterráneo era lo principal, ahora irían a visitar locales y lugares nocturnos, se habían cansado de ir a los mismos de siempre. Asher no ponía objeción, siempre se dejaba llevar por ellos y por eso se había divertido mucho, aunque a veces se metían el problemas, pensaba que haberse hecho amigo de éstos humanos había valido completamente la pena en su vida, no se arrepentía de nada ya que no había motivos para hacerlo.
    • Night of madness - Friends Tenía un grupo de amigos y junto a ellos acordaban visitar lugares exóticos casi todas las noches, lugares no aptos para ellos, pero de ahí nacían las más grandes e inolvidables aventuras. Esa noche iban sin rumbo por el subterráneo, dónde uno de ellos se asustó todo el camino debido a la oscuridad. Era un subterráneo abandonado, los autos tomaban otra ruta ya que desconfiaban de ese lugar por lo desolado que estaba. Mientras que ellos caminaban tranquilamente, era la manera más rápida de llegar a su destino, el cual residía en el otro extremo de la ciudad. Lo cruzaron sin peligro y Asher tuvo que consolar con su hombro a su amiga que había estado llorando por el miedo. Cabía decir que era un asco siendo de suporte, pero con su amiga tenía confianza, todos sus amigos eran como hermanos perdidos. Pero la noche era joven y el subterráneo era lo principal, ahora irían a visitar locales y lugares nocturnos, se habían cansado de ir a los mismos de siempre. Asher no ponía objeción, siempre se dejaba llevar por ellos y por eso se había divertido mucho, aunque a veces se metían el problemas, pensaba que haberse hecho amigo de éstos humanos había valido completamente la pena en su vida, no se arrepentía de nada ya que no había motivos para hacerlo.
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  • {Escena relatada en tercera persona}\\

    °La escena comienza con el sonido de frituras crepitando tras un mostrador grasoso. Una chica de rostro serio y mirada distante espera su pedido en un pequeño restaurante de comida rápida. No dice mucho, solo asiente cuando le entregan la bolsa de papel que huele a hamburguesa recién hecha y papas fritas saladas. Agradece en voz baja y se marcha sin mirar atrás.

    Camina por la ciudad como si sus pasos ya conocieran el camino, descendiendo por las escaleras hacia el subterráneo. Las luces del metro parpadean sobre su rostro inmutable, sin emoción, como si estuviera atrapada en pensamientos que no comparte con nadie.

    Al llegar al andén, su expresión se suaviza por un momento. Dos niños juegan cerca, riéndose entre ellos, claramente hermanos. Ella les sonríe con calidez inesperada y levanta una mano para saludarlos. Pero su gesto es bruscamente interrumpido cuando la madre de los niños los aparta con desconfianza, tomándolos de la mano sin siquiera mirar a la chica. Ella solo suspira, bajando la mirada, y espera en silencio hasta que llega su parada.

    El tren se detiene y la puerta se abre con un chirrido metálico. La joven desciende, sus pasos resonando con eco en el andén vacío. La noche es densa y el aire más frío. Sin perder tiempo, decide tomar un atajo a través de callejones solitarios, hasta llegar a un rincón apartado del mundo, un donde el tiempo parece haberse detenido.

    Con un suspiro, murmura:°

    —Perdón por llegar tarde... ya sabes cómo son mis amigos, no me dejaban ir —dice con una sonrisa forzada, claramente mintiendo.

    °Se sienta en una banca oxidada frente a la lápida. Saca la comida de la bolsa, la acomoda frente a ella como si estuviera esperando compañía. Comienza a hablar entre mordidas y sorbos, contando anécdotas tontas, cosas graciosas que le habían pasado durante la semana. Luego, se queda en silencio, dejando que el murmullo del viento rellene los huecos.

    De pronto, rompe el silencio con una risa suave.°

    —Estoy conociendo a un chico y antes de que digas algo...creo que es especial. Muy lindo, de verdad —dice, con los ojos fijos en la tumba—. Pero... tengo miedo de arruinarlo todo. Porque sé que él pues... Digamos que es diferente, Pero diferente en el buen sentido."

    °Entonces, como si ese pensamiento pesara más que todos los anteriores, baja la cabeza. la tumba frente a ella lleva el nombre de su hermano. No cualquier tumba, sino la de aquel que una vez fue su mejor amigo, su protector, su otra mitad.°

    °Ella termina de comer en silencio, y antes de levantarse, murmura con una voz quebrada:°

    —"Te extraño... todos los días."

    –" Estoy segura que..."

    °El viento sopla suavemente, moviendo la bolsa vacía frente a la tumba.°
    {Escena relatada en tercera persona}\\ °La escena comienza con el sonido de frituras crepitando tras un mostrador grasoso. Una chica de rostro serio y mirada distante espera su pedido en un pequeño restaurante de comida rápida. No dice mucho, solo asiente cuando le entregan la bolsa de papel que huele a hamburguesa recién hecha y papas fritas saladas. Agradece en voz baja y se marcha sin mirar atrás. Camina por la ciudad como si sus pasos ya conocieran el camino, descendiendo por las escaleras hacia el subterráneo. Las luces del metro parpadean sobre su rostro inmutable, sin emoción, como si estuviera atrapada en pensamientos que no comparte con nadie. Al llegar al andén, su expresión se suaviza por un momento. Dos niños juegan cerca, riéndose entre ellos, claramente hermanos. Ella les sonríe con calidez inesperada y levanta una mano para saludarlos. Pero su gesto es bruscamente interrumpido cuando la madre de los niños los aparta con desconfianza, tomándolos de la mano sin siquiera mirar a la chica. Ella solo suspira, bajando la mirada, y espera en silencio hasta que llega su parada. El tren se detiene y la puerta se abre con un chirrido metálico. La joven desciende, sus pasos resonando con eco en el andén vacío. La noche es densa y el aire más frío. Sin perder tiempo, decide tomar un atajo a través de callejones solitarios, hasta llegar a un rincón apartado del mundo, un donde el tiempo parece haberse detenido. Con un suspiro, murmura:° —Perdón por llegar tarde... ya sabes cómo son mis amigos, no me dejaban ir —dice con una sonrisa forzada, claramente mintiendo. °Se sienta en una banca oxidada frente a la lápida. Saca la comida de la bolsa, la acomoda frente a ella como si estuviera esperando compañía. Comienza a hablar entre mordidas y sorbos, contando anécdotas tontas, cosas graciosas que le habían pasado durante la semana. Luego, se queda en silencio, dejando que el murmullo del viento rellene los huecos. De pronto, rompe el silencio con una risa suave.° —Estoy conociendo a un chico y antes de que digas algo...creo que es especial. Muy lindo, de verdad —dice, con los ojos fijos en la tumba—. Pero... tengo miedo de arruinarlo todo. Porque sé que él pues... Digamos que es diferente, Pero diferente en el buen sentido." °Entonces, como si ese pensamiento pesara más que todos los anteriores, baja la cabeza. la tumba frente a ella lleva el nombre de su hermano. No cualquier tumba, sino la de aquel que una vez fue su mejor amigo, su protector, su otra mitad.° °Ella termina de comer en silencio, y antes de levantarse, murmura con una voz quebrada:° —"Te extraño... todos los días." –" Estoy segura que..." °El viento sopla suavemente, moviendo la bolsa vacía frente a la tumba.°
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