• 𝗢𝗯𝗷𝗲𝘁𝗶𝘃𝗼: 𝗘𝗹𝗶𝗺𝗶𝗻𝗮𝗿.
    Fandom Multi.
    Categoría Acción
    Emma Müller

    La mañana se desplegaba con una calma glacial, el sol apenas asomaba por el horizonte mientras Winter Soldier se preparaba para su misión. Su mente estaba enfocada en la tarea que tenía por delante, sin espacio para emociones o dudas. La voz de HYDRA resonaba en su mente, como una orden grabada a fuego en su cerebro.

    ━━━ ❝ 𝖶𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋 𝖲𝗈𝗅𝖽𝗂𝖾𝗋, 𝗍𝗂𝖾𝗇𝖾𝗌 𝗎𝗇𝖺 𝗆𝗂𝗌𝗂ó𝗇 𝖼𝗋í𝗍𝗂𝖼𝖺. 𝖤𝗅 𝗈𝖻𝗃𝖾𝗍𝗂𝗏𝗈 𝖾𝗌 𝗎𝗇 𝗁𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾 𝗊𝗎𝖾 𝗁𝖺 𝖾𝗌𝗍𝖺𝖽𝗈 𝗂𝗇𝗏𝖾𝗌𝗍𝗂𝗀𝖺𝗇𝖽𝗈 𝗇𝗎𝖾𝗌𝗍𝗋𝖺𝗌 𝖺𝖼𝗍𝗂𝗏𝗂𝖽𝖺𝖽𝖾𝗌 𝗂𝗅í𝖼𝗂𝗍𝖺𝗌. 𝖲𝗎 𝗇𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾 𝖾𝗌...❞. 𝘓𝘢 𝘷𝘰𝘻 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘵𝘶𝘷𝘰 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰, 𝘺 𝘭𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘪𝘯𝘶ó, ━━━ ❝ 𝖭𝗈 𝗂𝗆𝗉𝗈𝗋𝗍𝖺 𝖾𝗅 𝗇𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾. 𝖫𝗈 𝗂𝗆𝗉𝗈𝗋𝗍𝖺𝗇𝗍𝖾 𝖾𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝖽𝖾𝖻𝖾𝗌 𝖾𝗅𝗂𝗆𝗂𝗇𝖺𝗋𝗅𝗈. 𝖫𝖺 𝗀𝖺𝗅𝖺 𝖻𝖾𝗇é𝖿𝗂𝖼𝖺 𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝗆𝖺𝗇𝗌𝗂ó𝗇 𝖽𝖾𝗅 𝖾𝗆𝗉𝗋𝖾𝗌𝖺𝗋𝗂𝗈 𝗌𝖾𝗋á 𝖾𝗅 𝖾𝗌𝖼𝖾𝗇𝖺𝗋𝗂𝗈 𝗉𝖾𝗋𝖿𝖾𝖼𝗍𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗅𝗅𝖾𝗏𝖺𝗋 𝖺 𝖼𝖺𝖻𝗈 𝗅𝖺 𝗆𝗂𝗌𝗂ó𝗇 ❞.

    Winter Soldier no respondió, su mente ya estaba procesando la información. La dirección de la mansión se repetía en su mente como un mantra, "ᴄᴀʟʟᴇ 𝟧, ɴúᴍᴇʀᴏ 𝟣𝟤𝟥, ꜱᴇᴄᴛᴏʀ ᴇxᴄʟᴜꜱɪᴠᴏ" . Las instrucciones también estaban claras, 𝐌𝐚𝐭𝐚 𝐚𝐥 𝐨𝐛𝐣𝐞𝐭𝐢𝐯𝐨 𝐲 𝐞𝐥𝐢𝐦𝐢𝐧𝐚 𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐥𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫 𝐭𝐞𝐬𝐭𝐢𝐠𝐨. 𝐍𝐨 𝐭𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐨𝐜𝐮𝐩𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐝𝐢𝐬𝐜𝐫𝐞𝐜𝐢ó𝐧, 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐬𝐮𝐥𝐭𝐚𝐝𝐨.

    Las horas pasaban lentas para él, su mente funcionando como una máquina, sin espacio para la emoción o la duda. Se movía con precisión, cada acción calculada para asegurar el éxito de la misión. Su corazón latía con un ritmo constante, sin acelerarse ni disminuir, como si estuviera programado para cumplir con su deber.

    Mientras esperaba la hora de la gala, el soldado se encontraba en un estado de trance, su mente repitiendo las instrucciones una y otra vez. Su rostro estaba cubierto, listo para ocultar su identidad. No había elección, no había duda. Su misión era clara, y él estaba diseñado para cumplirla.

    "𝗠𝗮𝘁𝗮 𝗮𝗹 𝗼𝗯𝗷𝗲𝘁𝗶𝘃𝗼 𝘆 𝗲𝗹𝗶𝗺𝗶𝗻𝗮 𝗮 𝗰𝘂𝗮𝗹𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿 𝘁𝗲𝘀𝘁𝗶𝗴𝗼", se repetía en su mente. La voz de HYDRA resonaba en su mente, como un recordatorio constante de su deber.

    Se levantó, su cuerpo moviéndose con precisión. La hora de la gala se acercaba, y él estaba listo. Su mente estaba enfocada en la misión, sin espacio para la emoción o la duda. Estaba listo para cumplir con su deber, sin cuestionar ni dudar.

    Con un movimiento fluido, el soldado se dirigió hacia la puerta, listo para salir hacia la mansión. La misión estaba a punto de comenzar, y él estaba preparado para llevarla a cabo.
    [zephyr_sapphire_raven_544] La mañana se desplegaba con una calma glacial, el sol apenas asomaba por el horizonte mientras Winter Soldier se preparaba para su misión. Su mente estaba enfocada en la tarea que tenía por delante, sin espacio para emociones o dudas. La voz de HYDRA resonaba en su mente, como una orden grabada a fuego en su cerebro. ━━━ ❝ 𝖶𝗂𝗇𝗍𝖾𝗋 𝖲𝗈𝗅𝖽𝗂𝖾𝗋, 𝗍𝗂𝖾𝗇𝖾𝗌 𝗎𝗇𝖺 𝗆𝗂𝗌𝗂ó𝗇 𝖼𝗋í𝗍𝗂𝖼𝖺. 𝖤𝗅 𝗈𝖻𝗃𝖾𝗍𝗂𝗏𝗈 𝖾𝗌 𝗎𝗇 𝗁𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾 𝗊𝗎𝖾 𝗁𝖺 𝖾𝗌𝗍𝖺𝖽𝗈 𝗂𝗇𝗏𝖾𝗌𝗍𝗂𝗀𝖺𝗇𝖽𝗈 𝗇𝗎𝖾𝗌𝗍𝗋𝖺𝗌 𝖺𝖼𝗍𝗂𝗏𝗂𝖽𝖺𝖽𝖾𝗌 𝗂𝗅í𝖼𝗂𝗍𝖺𝗌. 𝖲𝗎 𝗇𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾 𝖾𝗌...❞. 𝘓𝘢 𝘷𝘰𝘻 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘵𝘶𝘷𝘰 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰, 𝘺 𝘭𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘪𝘯𝘶ó, ━━━ ❝ 𝖭𝗈 𝗂𝗆𝗉𝗈𝗋𝗍𝖺 𝖾𝗅 𝗇𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾. 𝖫𝗈 𝗂𝗆𝗉𝗈𝗋𝗍𝖺𝗇𝗍𝖾 𝖾𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝖽𝖾𝖻𝖾𝗌 𝖾𝗅𝗂𝗆𝗂𝗇𝖺𝗋𝗅𝗈. 𝖫𝖺 𝗀𝖺𝗅𝖺 𝖻𝖾𝗇é𝖿𝗂𝖼𝖺 𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝗆𝖺𝗇𝗌𝗂ó𝗇 𝖽𝖾𝗅 𝖾𝗆𝗉𝗋𝖾𝗌𝖺𝗋𝗂𝗈 𝗌𝖾𝗋á 𝖾𝗅 𝖾𝗌𝖼𝖾𝗇𝖺𝗋𝗂𝗈 𝗉𝖾𝗋𝖿𝖾𝖼𝗍𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗅𝗅𝖾𝗏𝖺𝗋 𝖺 𝖼𝖺𝖻𝗈 𝗅𝖺 𝗆𝗂𝗌𝗂ó𝗇 ❞. Winter Soldier no respondió, su mente ya estaba procesando la información. La dirección de la mansión se repetía en su mente como un mantra, "ᴄᴀʟʟᴇ 𝟧, ɴúᴍᴇʀᴏ 𝟣𝟤𝟥, ꜱᴇᴄᴛᴏʀ ᴇxᴄʟᴜꜱɪᴠᴏ" . Las instrucciones también estaban claras, 𝐌𝐚𝐭𝐚 𝐚𝐥 𝐨𝐛𝐣𝐞𝐭𝐢𝐯𝐨 𝐲 𝐞𝐥𝐢𝐦𝐢𝐧𝐚 𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐥𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫 𝐭𝐞𝐬𝐭𝐢𝐠𝐨. 𝐍𝐨 𝐭𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐨𝐜𝐮𝐩𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐝𝐢𝐬𝐜𝐫𝐞𝐜𝐢ó𝐧, 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐬𝐮𝐥𝐭𝐚𝐝𝐨. Las horas pasaban lentas para él, su mente funcionando como una máquina, sin espacio para la emoción o la duda. Se movía con precisión, cada acción calculada para asegurar el éxito de la misión. Su corazón latía con un ritmo constante, sin acelerarse ni disminuir, como si estuviera programado para cumplir con su deber. Mientras esperaba la hora de la gala, el soldado se encontraba en un estado de trance, su mente repitiendo las instrucciones una y otra vez. Su rostro estaba cubierto, listo para ocultar su identidad. No había elección, no había duda. Su misión era clara, y él estaba diseñado para cumplirla. "𝗠𝗮𝘁𝗮 𝗮𝗹 𝗼𝗯𝗷𝗲𝘁𝗶𝘃𝗼 𝘆 𝗲𝗹𝗶𝗺𝗶𝗻𝗮 𝗮 𝗰𝘂𝗮𝗹𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿 𝘁𝗲𝘀𝘁𝗶𝗴𝗼", se repetía en su mente. La voz de HYDRA resonaba en su mente, como un recordatorio constante de su deber. Se levantó, su cuerpo moviéndose con precisión. La hora de la gala se acercaba, y él estaba listo. Su mente estaba enfocada en la misión, sin espacio para la emoción o la duda. Estaba listo para cumplir con su deber, sin cuestionar ni dudar. Con un movimiento fluido, el soldado se dirigió hacia la puerta, listo para salir hacia la mansión. La misión estaba a punto de comenzar, y él estaba preparado para llevarla a cabo.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    2
    3 turnos 0 maullidos
  • Sigue estando en la cama, todavía no se ha recuperado de su salud mental. Tal parece que se le ha olvidado de su papel como el Conde Phantomhive.

    No ahora que todo se ha hecho un desastre en la mansión.
    Sigue estando en la cama, todavía no se ha recuperado de su salud mental. Tal parece que se le ha olvidado de su papel como el Conde Phantomhive. No ahora que todo se ha hecho un desastre en la mansión.
    Me entristece
    Me gusta
    Me shockea
    4
    3 turnos 0 maullidos
  • Pretendo aceptar sus condiciones.
    Jugar sus juegos.
    Pero la verdad es que mi mente jamás está aqui presente.
    Yo quiero pronto llegar a la mansión.
    Ponerme mi pijama, ponerme cómoda y partir a mi mundo de los sueños.
    En donde no importa si mañana no recuerdo lo que pasó.

    No soy Alicia en el país de las maravillas.
    Pero en mi mundo, todo está bien por que asi lo decido yo ♡
    Pretendo aceptar sus condiciones. Jugar sus juegos. Pero la verdad es que mi mente jamás está aqui presente. Yo quiero pronto llegar a la mansión. Ponerme mi pijama, ponerme cómoda y partir a mi mundo de los sueños. En donde no importa si mañana no recuerdo lo que pasó. No soy Alicia en el país de las maravillas. Pero en mi mundo, todo está bien por que asi lo decido yo ♡
    Me gusta
    Me encocora
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Propiedades:

    La Mansión familiar

    Ivanna 𝑺𝒑𝒆𝒍𝒍𝒎𝒂𝒏
    Propiedades: La Mansión familiar [ThxGreen]
    Me gusta
    Me encocora
    11
    0 turnos 1 maullido
  • ╭────༺♡༻────╮
    ℝ𝕚𝕥𝕦𝕒𝕝 𝔻𝕖 𝕊𝕒𝕟𝕘𝕣𝕖.
    ╰────༺♡༻────╯

    El aire estaba cargado de Incienso y un hedor metálico a sangre antigua. Kiara estaba encadenada al altar de piedra en una Cruz de madera, su piel ardía con los símbolos que habían sido marcados en su carne. Alexander sostenía una daga de plata, cuya hoja reflejaba la luz temblorosa de los candeleros.

    A su lado, Trevor observaba en silencio. No se atrevía a mirarla a los ojos.

    —Con la sangre de la Kitsune, reclamaremos el favor de los dioses antiguos.—
    Entonó Alexander, alzando la daga.

    El filo descendió, rasgando la tela de su vestido y hundiéndose en su hombre. Un dolor ardiente la atravesó, pero Kiara no gritó. Su sangre dorada corrió por su piel como fuego líquido, chisporroteando al tocar el altar.

    Los nobles la observaban con fascinación y horror. No era sangre humana. Era casi celestial

    Kiara alzó la cabeza, con una sonrisa torcida.

    —No saben lo que han hecho.—

    La temperatura en la habitación descendió abruptamente. Un viento invisible barrió las velas y las llamas se tornaron azules.

    Las cadenas que la retenían estaban salpicadas en una llovizna de metal fundido. Kiara cayó de rodillas; el dolor punzante en su hombre la hizo tambalearse, pero no se detuvo.

    Alexander retrocedió, pero ella fue más rápida. Su garra se clavó en su garganta con una fuerza inhumana.

    —¿Quisieras mi sangre, Alexander?Toma prueba un poco. —

    Se corto la muñeca en acto de ira,para luego hacer que él bebida de ella, la sangre de Kiara descendió por su garganta como brasas ardientes. Con una sonrisa ladina Kiara con un giro de muñeca, le destrozó la tráquea acabando con su miserable sufrimiento.

    El caos se desató. Los nobles intentaron huir, pero Kiara, aun con la sangre brotando de su herida, desenvainó sus espadas.

    Cada movimiento le costaba; la herida ardía y su fuerza se drenaba con cada gota de sangre que perdía. Pero la furia la mantenía en pie.

    Cortó un brazo. Luego, una pierna. La sangre salpicó las paredes.

    Uno de los guardias se atrevió a atacarla con una alabarda. La hoja se clavó en su costado, arrancándole un grito de dolor. Pero Kiara giró sobre sí misma y le hundió la espada en el pecho.

    Las fuerzas la abandonaban.

    Y entonces vio a Trevor.

    Él temblaba, con los ojos abiertos de par en par.

    —¡Kiara, por favor! ¡No sabía que te harían esto!—

    Ella escupió sangre y se rió con amargura.

    —Sabías exactamente lo que hacías.—

    Se tambaleó hacia él, con la sangre resbalando por su costado y dejando un rastro oscuro en el suelo de piedra.

    Trevor corrió.

    Pero Kiara era más rápida, incluso herida.

    Lo alcanzó antes de que llegara a la puerta y le atravesó la espalda con la espada.

    Trevor se desplomó, con la hoja sobresaliendo de su pecho.

    Kiara respiró hondo, tambaleándose, pero se mantuvo en pie.

    La masacre había terminado.

    Con las últimas fuerzas que le quedaban, prendió fuego a la mansión antes de desaparecer en la noche.

    Hereda, pero invicta. De nuevo había caído en el encanto humano, al igual que en su avaricia.


    ╭────༺♡༻────╮ ℝ𝕚𝕥𝕦𝕒𝕝 𝔻𝕖 𝕊𝕒𝕟𝕘𝕣𝕖. ╰────༺♡༻────╯ El aire estaba cargado de Incienso y un hedor metálico a sangre antigua. Kiara estaba encadenada al altar de piedra en una Cruz de madera, su piel ardía con los símbolos que habían sido marcados en su carne. Alexander sostenía una daga de plata, cuya hoja reflejaba la luz temblorosa de los candeleros. A su lado, Trevor observaba en silencio. No se atrevía a mirarla a los ojos. —Con la sangre de la Kitsune, reclamaremos el favor de los dioses antiguos.— Entonó Alexander, alzando la daga. El filo descendió, rasgando la tela de su vestido y hundiéndose en su hombre. Un dolor ardiente la atravesó, pero Kiara no gritó. Su sangre dorada corrió por su piel como fuego líquido, chisporroteando al tocar el altar. Los nobles la observaban con fascinación y horror. No era sangre humana. Era casi celestial Kiara alzó la cabeza, con una sonrisa torcida. —No saben lo que han hecho.— La temperatura en la habitación descendió abruptamente. Un viento invisible barrió las velas y las llamas se tornaron azules. Las cadenas que la retenían estaban salpicadas en una llovizna de metal fundido. Kiara cayó de rodillas; el dolor punzante en su hombre la hizo tambalearse, pero no se detuvo. Alexander retrocedió, pero ella fue más rápida. Su garra se clavó en su garganta con una fuerza inhumana. —¿Quisieras mi sangre, Alexander?Toma prueba un poco. — Se corto la muñeca en acto de ira,para luego hacer que él bebida de ella, la sangre de Kiara descendió por su garganta como brasas ardientes. Con una sonrisa ladina Kiara con un giro de muñeca, le destrozó la tráquea acabando con su miserable sufrimiento. El caos se desató. Los nobles intentaron huir, pero Kiara, aun con la sangre brotando de su herida, desenvainó sus espadas. Cada movimiento le costaba; la herida ardía y su fuerza se drenaba con cada gota de sangre que perdía. Pero la furia la mantenía en pie. Cortó un brazo. Luego, una pierna. La sangre salpicó las paredes. Uno de los guardias se atrevió a atacarla con una alabarda. La hoja se clavó en su costado, arrancándole un grito de dolor. Pero Kiara giró sobre sí misma y le hundió la espada en el pecho. Las fuerzas la abandonaban. Y entonces vio a Trevor. Él temblaba, con los ojos abiertos de par en par. —¡Kiara, por favor! ¡No sabía que te harían esto!— Ella escupió sangre y se rió con amargura. —Sabías exactamente lo que hacías.— Se tambaleó hacia él, con la sangre resbalando por su costado y dejando un rastro oscuro en el suelo de piedra. Trevor corrió. Pero Kiara era más rápida, incluso herida. Lo alcanzó antes de que llegara a la puerta y le atravesó la espalda con la espada. Trevor se desplomó, con la hoja sobresaliendo de su pecho. Kiara respiró hondo, tambaleándose, pero se mantuvo en pie. La masacre había terminado. Con las últimas fuerzas que le quedaban, prendió fuego a la mansión antes de desaparecer en la noche. Hereda, pero invicta. De nuevo había caído en el encanto humano, al igual que en su avaricia.
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • ╭────༺♡༻────╮
    𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚-𝟏𝟒𝟗𝟐
    ╰────༺♡༻────╯

    𝕄𝕒𝕟𝕤𝕚𝕠𝐧 𝕕𝕖 𝕃𝕠𝕣𝕕 𝔸𝕝𝕖𝕩𝕒𝕟𝕕𝕖𝕣.

    La niebla se cernía espesa sobre los caminos de piedra, como un manto que ocultaba secretos antiguos. Kiara, envuelta en un vestido de terciopelo oscuro que contrastaba con su piel luminosa, caminaba junto a Trevor hacia la majestuosa mansión iluminada por candelabros y antorchas.
    Trevor, siempre cortés, siempre confiable… o eso creía ella.
    —Mi Lord, —dijo con una sonrisa ensayada, haciendo una reverencia ante el anfitrión de la noche— os presento a Kiara, una buena amiga y recién llegada a la ciudad.
    Kiara alzó la vista. Lord Alexander imponía presencia. Alto, de porte regio, con ojos tan oscuros como el vino tinto, que la observaron como quien evalúa una joya rara. Extendió la mano, y ella se la ofreció con elegancia.
    —Un placer, mi Lord. —susurró Kiara con una sonrisa leve.
    Alexander tomó su mano y la besó con suavidad, pero sus pensamientos estaban muy lejos de la cortesía. En su mente resonaban las voces de sus ancestros, susurrándole secretos antiguos: el ritual que traería prosperidad y poder... un ritual que requería la esencia de un ser mágico.
    Una Kitsune.
    —Trevor, déjanos. —ordenó Alexander, sin apartar la mirada de ella.
    Trevor asintió, evitando los ojos de Kiara.
    —Claro, mi Lord… y feliz cumpleaños.
    Desapareció en la multitud de nobles y sombras.
    Kiara se quedó sola, con un cosquilleo extraño en la espalda. La atención del Lord era halagadora, pero también… inquietante. Aunque algo dentro de ella, la parte que aún quería creer en la bondad de los humanos, le decía que podía confiar.
    Pobre ingenua.¿No había aprendido su lección? No se puede confiar en los humanos.
    No sabía que aquella noche, era la pieza final del pacto sellado entre Trevor y Alexander. Aquel hombre al que había salvado incontables veces, aquel en quien había confiado su naturaleza, la había vendido como una mercancía rara.
    Alexander era el mejor postor.
    Su poder Kitsune, tan celosamente guardado, sería usado en un ritual que se remontaba a la era druídica, para sellar fortuna, longevidad… y algo más oscuro.
    Pero Kiara no era tan inocente como creían. Había aprendido. Y no era la única con secretos antiguos latiendo bajo la piel.
    ╭────༺♡༻────╮ 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚-𝟏𝟒𝟗𝟐 ╰────༺♡༻────╯ 𝕄𝕒𝕟𝕤𝕚𝕠𝐧 𝕕𝕖 𝕃𝕠𝕣𝕕 𝔸𝕝𝕖𝕩𝕒𝕟𝕕𝕖𝕣. La niebla se cernía espesa sobre los caminos de piedra, como un manto que ocultaba secretos antiguos. Kiara, envuelta en un vestido de terciopelo oscuro que contrastaba con su piel luminosa, caminaba junto a Trevor hacia la majestuosa mansión iluminada por candelabros y antorchas. Trevor, siempre cortés, siempre confiable… o eso creía ella. —Mi Lord, —dijo con una sonrisa ensayada, haciendo una reverencia ante el anfitrión de la noche— os presento a Kiara, una buena amiga y recién llegada a la ciudad. Kiara alzó la vista. Lord Alexander imponía presencia. Alto, de porte regio, con ojos tan oscuros como el vino tinto, que la observaron como quien evalúa una joya rara. Extendió la mano, y ella se la ofreció con elegancia. —Un placer, mi Lord. —susurró Kiara con una sonrisa leve. Alexander tomó su mano y la besó con suavidad, pero sus pensamientos estaban muy lejos de la cortesía. En su mente resonaban las voces de sus ancestros, susurrándole secretos antiguos: el ritual que traería prosperidad y poder... un ritual que requería la esencia de un ser mágico. Una Kitsune. —Trevor, déjanos. —ordenó Alexander, sin apartar la mirada de ella. Trevor asintió, evitando los ojos de Kiara. —Claro, mi Lord… y feliz cumpleaños. Desapareció en la multitud de nobles y sombras. Kiara se quedó sola, con un cosquilleo extraño en la espalda. La atención del Lord era halagadora, pero también… inquietante. Aunque algo dentro de ella, la parte que aún quería creer en la bondad de los humanos, le decía que podía confiar. Pobre ingenua.¿No había aprendido su lección? No se puede confiar en los humanos. No sabía que aquella noche, era la pieza final del pacto sellado entre Trevor y Alexander. Aquel hombre al que había salvado incontables veces, aquel en quien había confiado su naturaleza, la había vendido como una mercancía rara. Alexander era el mejor postor. Su poder Kitsune, tan celosamente guardado, sería usado en un ritual que se remontaba a la era druídica, para sellar fortuna, longevidad… y algo más oscuro. Pero Kiara no era tan inocente como creían. Había aprendido. Y no era la única con secretos antiguos latiendo bajo la piel.
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Entonces él dijo ser su padre, y Side, quien no guardaba recuerdos de su familia, sintió la punzada de la tentación, sintió la fascinación de jugar aquel juego.

    La idea de pretender ser una buena hija.
    ¿Cómo era eso?
    ¿Cómo se sentía?

    Él tomó su mano con una calidez que no le pertenecía. No para ella.

    Su tacto era firme, convincente, lleno de una autoridad que Side no reconocía, pero tampoco rechazaba.

    No apartó la mano.
    No mostró resistencia.

    Él la condujo por los largos pasillos de la inmensa mansión, caminos retorcidos, enmarañados, antinaturales. Todo en ese lugar era elegante, meticulosamente ordenado, pero afín a su naturaleza.

    La llevó hasta la biblioteca. Decenas de estanterías se alzaban hasta el techo, repletas de libros con títulos dorados y lomos rígidos, perfectamente alineados. Un mundo de historias encerradas en palabras. Historias de otros. Historias que no eran la suya.

    Él acercó una silla, la empujó con suavidad hasta que el respaldo tocó la parte trasera de sus rodillas y la obligó a sentarse.

    — Lee —ordenó, sin mirarla, sin esperar respuesta. Y sin más, salió de la habitación, cerrando la puerta con un chasquido, la llave girando en la cerradura.

    Side no se movió de inmediato.
    El silencio era denso.

    Escuchó su propia respiración, tranquila, ajena a la solemnidad del momento.

    Extendió una mano hacia el libro más cercano y pasó los dedos por el lomo cubierto de polvo.

    “El deber filial y la moral familiar”.

    Ladeó la cabeza.

    ¿Era una burla?
    ¿Una lección?
    Una prueba, quizás.

    La idea de jugar a ser una buena hija la había seducido por un instante. Pero Side no era buena. No quedaba nada bueno en ella.

    Sonrió.
    Una sonrisa torcida, hueca.

    Tomó el libro, lo abrió sin mirarlo realmente y tomó la página por el extremo.

    Tiró y la página se desprendió.
    La tinta y el papel eran cosas frágiles.
    Como las mentiras.


    Entonces él dijo ser su padre, y Side, quien no guardaba recuerdos de su familia, sintió la punzada de la tentación, sintió la fascinación de jugar aquel juego. La idea de pretender ser una buena hija. ¿Cómo era eso? ¿Cómo se sentía? Él tomó su mano con una calidez que no le pertenecía. No para ella. Su tacto era firme, convincente, lleno de una autoridad que Side no reconocía, pero tampoco rechazaba. No apartó la mano. No mostró resistencia. Él la condujo por los largos pasillos de la inmensa mansión, caminos retorcidos, enmarañados, antinaturales. Todo en ese lugar era elegante, meticulosamente ordenado, pero afín a su naturaleza. La llevó hasta la biblioteca. Decenas de estanterías se alzaban hasta el techo, repletas de libros con títulos dorados y lomos rígidos, perfectamente alineados. Un mundo de historias encerradas en palabras. Historias de otros. Historias que no eran la suya. Él acercó una silla, la empujó con suavidad hasta que el respaldo tocó la parte trasera de sus rodillas y la obligó a sentarse. — Lee —ordenó, sin mirarla, sin esperar respuesta. Y sin más, salió de la habitación, cerrando la puerta con un chasquido, la llave girando en la cerradura. Side no se movió de inmediato. El silencio era denso. Escuchó su propia respiración, tranquila, ajena a la solemnidad del momento. Extendió una mano hacia el libro más cercano y pasó los dedos por el lomo cubierto de polvo. “El deber filial y la moral familiar”. Ladeó la cabeza. ¿Era una burla? ¿Una lección? Una prueba, quizás. La idea de jugar a ser una buena hija la había seducido por un instante. Pero Side no era buena. No quedaba nada bueno en ella. Sonrió. Una sonrisa torcida, hueca. Tomó el libro, lo abrió sin mirarlo realmente y tomó la página por el extremo. Tiró y la página se desprendió. La tinta y el papel eran cosas frágiles. Como las mentiras.
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Mínimo no reaccionó a la presencia del demonio Sebastián, sabría que estaría indagando alrededor de la mansión.

    Sigue jugueteando con el pétalo de una rosa blanca entre sus dedos sin arrancarla.
    Mínimo no reaccionó a la presencia del demonio Sebastián, sabría que estaría indagando alrededor de la mansión. Sigue jugueteando con el pétalo de una rosa blanca entre sus dedos sin arrancarla.
    Me encocora
    Me gusta
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • [ . Ты был отцом, которого у меня не было.]

    Es uno de esos días en que los recuerdos te dejan sin aire, que empiezan a consumir cada célula de tu cuerpo hasta parecer que todo se ha vuelto como polvo.

    Recuerdo mi primera extracción de un trabajo. Yuri estaba desquiciado. No sabía si me mataría o me haría pagar mi desastre con el peor de los castigos. Cuando llegó, caminó por el pasillo y no hizo más que cargarme y disparar limpiamente maldiciendo en ruso.

    -Me despertaste de la siesta-me dijo susurrándome. Temblaba, el corte en el muslo y los golpes me dolían. -No esperaba que me interceptaran tan pronto, por eso di el alerta cuando me di cuenta. Discúlpeme señor, no volverá a ocurrir. -

    Dio la vuelta y caminó hacia el auto blindado, estacionado afuera. No me dijo una palabra. El chofer encendió el montor y volví a la mansión. -Debe importarle mucho al Señor Yuri, señorita Irina. No es de ponerse nervioso y se lo veía bastante impaciente por llegar. - En ese momento, sonreí y caí rendida en el asiento. No recuerdo mucho más de ese momento. Solo su voz, como una caja musical situada a lo lejos.

    Al despertar, la enfermera vino apurada, deteniendo mis movimientos. -Señorita, el señor Yuri pidió que descanse. - me dijo rápidamente. -Lo siento, enfermera, necesito verlo. -Fue ahí que lo escuché detrás mío. Involuntariamente, giré y tomé su chaleco hundiéndome en su pecho.-Perdón.. lo siento, tanto... No quiero irme. Entiendo que querrá despedirme, pero prometo hacerlo bien.. No qui- me silenció levantándome la cabeza hacia él-Niña, quién dijo que voy a echarte? Han sido días difíciles, debes descansar. -

    Nunca esperé que se comporte casi como un padre. Ahí empezó a demostrarme que él quería volverse eso para mí. Algo que nunca tuve, pero que en sueños y, entre juegos, podía ser. Algo que hoy no tengo, que añoro y atesoro como una memoria ajena.
    [ . Ты был отцом, которого у меня не было.] Es uno de esos días en que los recuerdos te dejan sin aire, que empiezan a consumir cada célula de tu cuerpo hasta parecer que todo se ha vuelto como polvo. Recuerdo mi primera extracción de un trabajo. Yuri estaba desquiciado. No sabía si me mataría o me haría pagar mi desastre con el peor de los castigos. Cuando llegó, caminó por el pasillo y no hizo más que cargarme y disparar limpiamente maldiciendo en ruso. -Me despertaste de la siesta-me dijo susurrándome. Temblaba, el corte en el muslo y los golpes me dolían. -No esperaba que me interceptaran tan pronto, por eso di el alerta cuando me di cuenta. Discúlpeme señor, no volverá a ocurrir. - Dio la vuelta y caminó hacia el auto blindado, estacionado afuera. No me dijo una palabra. El chofer encendió el montor y volví a la mansión. -Debe importarle mucho al Señor Yuri, señorita Irina. No es de ponerse nervioso y se lo veía bastante impaciente por llegar. - En ese momento, sonreí y caí rendida en el asiento. No recuerdo mucho más de ese momento. Solo su voz, como una caja musical situada a lo lejos. Al despertar, la enfermera vino apurada, deteniendo mis movimientos. -Señorita, el señor Yuri pidió que descanse. - me dijo rápidamente. -Lo siento, enfermera, necesito verlo. -Fue ahí que lo escuché detrás mío. Involuntariamente, giré y tomé su chaleco hundiéndome en su pecho.-Perdón.. lo siento, tanto... No quiero irme. Entiendo que querrá despedirme, pero prometo hacerlo bien.. No qui- me silenció levantándome la cabeza hacia él-Niña, quién dijo que voy a echarte? Han sido días difíciles, debes descansar. - Nunca esperé que se comporte casi como un padre. Ahí empezó a demostrarme que él quería volverse eso para mí. Algo que nunca tuve, pero que en sueños y, entre juegos, podía ser. Algo que hoy no tengo, que añoro y atesoro como una memoria ajena.
    Me gusta
    Me shockea
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Buenos días comienza otro dramático día en la mansión Gunningworth
    Buenos días comienza otro dramático día en la mansión Gunningworth
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados