• ★ “Dulces hechos con dolor humano. ¿Eso es lo que llamas ‘sabor perfecto’?”

    ★ “Sabes… pensé que solo eras otro monstruo con hambre.”

    ★ “Pero tú… tú cocinas con crueldad.”

    ★ “Y eso… eso me enferma.”
    ★ “No puedes endulzar el mundo con tragedia.”

    ★ “Y yo… no pienso dejar que sigas.”
    ★ “Dulces hechos con dolor humano. ¿Eso es lo que llamas ‘sabor perfecto’?” ★ “Sabes… pensé que solo eras otro monstruo con hambre.” ★ “Pero tú… tú cocinas con crueldad.” ★ “Y eso… eso me enferma.” ★ “No puedes endulzar el mundo con tragedia.” ★ “Y yo… no pienso dejar que sigas.”
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  • Ella los observa desde la quietud de su rincón eterno.
    Atropos, la del hilo final, la que no pregunta, la que no tiembla.
    Y sin embargo, hay algo en los humanos que la hace detenerse.
    No por compasión, sino por una tristeza antigua que reconoce en sus ojos vacíos.

    Los ve rendirse sin gritos.
    Los ve abandonarse en camas que se convierten en trincheras, cubiertos con mantas como si el mundo no pudiera atravesarlas.
    Y sin embargo, el mundo siempre entra.
    Con su ruido, con sus exigencias, con su indiferencia.

    No desean morir, no del todo.
    Pero tampoco saben cómo seguir viviendo.
    Es una niebla lo que los envuelve, espesa, silenciosa, una que les arranca el sentido a todo, incluso a lo que antes los hacía reír.

    No es desgano, no es debilidad.
    Es un agotamiento sin nombre.
    Uno que no se cura durmiendo ni huyendo.
    Es vivir sin querer. Existir como una tarea sin fin.

    A veces piensan en dejarlo todo:
    la carrera que los consume,
    la casa que ya no es hogar,
    los cuerpos que sienten ajenos,
    las palabras que se volvieron vacías.
    La vida, incluso, les pesa más de lo que pueden cargar.

    Atropos no los juzga.
    Nunca lo ha hecho.
    Los observa, hilo en mano, esperando.
    Porque algunos, aún en el borde, encuentran una chispa.
    Una risa, una canción, un gesto.
    Y vuelven. Vuelven aunque sea arrastrándose.

    Pero otros se apagan sin ruido.
    Ya no esperan, ya no piden, ya no sienten.
    Y entonces ella actúa.
    No por crueldad.
    Sino por misericordia.

    Corta con una suavidad antigua,
    como quien cierra los ojos a un dolor demasiado largo.
    Y los deja partir…
    por fin, sin peso.
    Ella los observa desde la quietud de su rincón eterno. Atropos, la del hilo final, la que no pregunta, la que no tiembla. Y sin embargo, hay algo en los humanos que la hace detenerse. No por compasión, sino por una tristeza antigua que reconoce en sus ojos vacíos. Los ve rendirse sin gritos. Los ve abandonarse en camas que se convierten en trincheras, cubiertos con mantas como si el mundo no pudiera atravesarlas. Y sin embargo, el mundo siempre entra. Con su ruido, con sus exigencias, con su indiferencia. No desean morir, no del todo. Pero tampoco saben cómo seguir viviendo. Es una niebla lo que los envuelve, espesa, silenciosa, una que les arranca el sentido a todo, incluso a lo que antes los hacía reír. No es desgano, no es debilidad. Es un agotamiento sin nombre. Uno que no se cura durmiendo ni huyendo. Es vivir sin querer. Existir como una tarea sin fin. A veces piensan en dejarlo todo: la carrera que los consume, la casa que ya no es hogar, los cuerpos que sienten ajenos, las palabras que se volvieron vacías. La vida, incluso, les pesa más de lo que pueden cargar. Atropos no los juzga. Nunca lo ha hecho. Los observa, hilo en mano, esperando. Porque algunos, aún en el borde, encuentran una chispa. Una risa, una canción, un gesto. Y vuelven. Vuelven aunque sea arrastrándose. Pero otros se apagan sin ruido. Ya no esperan, ya no piden, ya no sienten. Y entonces ella actúa. No por crueldad. Sino por misericordia. Corta con una suavidad antigua, como quien cierra los ojos a un dolor demasiado largo. Y los deja partir… por fin, sin peso.
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  • ༒☬реконструкция☬༒

    𝐒𝐢 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐧𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐯𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐭𝐚𝐧 𝐣𝐨𝐝𝐢𝐝𝐚, 𝐧𝐨 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫í𝐚 𝐭𝐮 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐚... 𝐋𝐨 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐬𝐨.

    La gata pareció entender, de una forma casi imposible. Su hocico cálido se deslizó por su mejilla antes de dejar una breve lamida en la punta de su nariz. Un gesto simple. Calmante. Como si buscara aplacar el caos que llevaba dentro.

    Ser secuestrado. Torturado con una crueldad que su cuerpo aún recordaba. Y encima, perder años enteros de memoria.
    No era solo molesto. Era una forma distinta de tortura.

    Un fracaso. Absoluto.

    Kiev no reaccionó hasta que el felino cruzó la puerta. Solo entonces apartó la mirada, ya enturbiada, y se dejó caer en el sillón de la sala. Sentía cada parte de su cuerpo como una carga. La cabeza fue hacia atrás con un suspiro que no aliviaba nada. Su mano apretó el bastón con fuerza. No por necesidad… por obstinación. Por mantenerse en pie.

    No pensaba depender de él por mucho tiempo. El cuerpo sanaría. Lento, sí, pero constante. Y en cuanto estuviera listo, lo dejaría atrás. Como todo lo demás.

    La habitación se mantuvo en silencio. Pero su mente, no.

    Las palabras de Ryan aún flotaban en el aire. Pegajosas. Incómodas. Como moho sobre las paredes.

    "había alguien"

    Un chasquido seco interrumpió sus pensamientos: el nudillo golpeando sin querer la parte metálica del bastón.

    ¿Algo más? ¿Él? ¿Kiev?

    La idea le resultaba irrisoria. Incluso ofensiva.

    Había vivido entre pólvora, sangre y mentiras demasiado tiempo como para haberse creído capaz de anhelar algo así. Un futuro. Una vida compartida. No era el tipo de hombre que buscaba vínculos. O eso creía.

    ¿Y por qué demonios no lo recordaba?

    La imagen de Ryan regresó con su mezcla de culpa y agotamiento. No parecía estar fingiendo. Y eso lo hacía más difícil de aceptar.

    Porque si era verdad…

    Entonces alguien se había acercado.
    Demasiado.
    Había estado dentro.
    Y lo había dejado.

    El pecho ardía. No de dolor físico. Era algo más crudo, más oscuro. Una furia muda, dirigida a una figura sin rostro. A una presencia que se sentía como una amenaza… y, al mismo tiempo, como una ausencia que dolía más de lo que admitía.

    "Te abandonó apenas pudo."

    Por supuesto.
    Era lógico.
    ¿Quién se quedaría con alguien como él?

    Y sin embargo, algo se resistía. Una sensación difusa. Una idea de paz que alguna vez pudo haber tenido. Un eco. Inalcanzable. Tan leve como un susurro entre ruinas.

    Chasqueó la lengua, molesto consigo mismo. Hurgar en el pasado no traía nada. Especialmente cuando estaba podrido. Mejor dejarlo enterrado.

    Se incorporó. Cada músculo se quejaba, pero no se detuvo. Caminó hacia el ventanal. La luz de la tarde se apagaba poco a poco, como si el día también quisiera olvidar.

    —Estás muerto, Kiev —murmuró con voz baja—. Lo que vino antes no importa.

    Tenía que seguir. Mantenerse firme. Retomar el control de lo que quedaba.

    Rubí se había ido quien sabe donde. Marcos solo le dejó informes de personas que el italiano había mandado. Según Ryan, eran figuras clave en su vida antes del secuestro.

    Ahora solo eran desconocidos en papeles sin alma.

    Pero debía comenzar por ahí.

    Poner orden. Recordar lo que pudiera.
    Después de todo, esto no era un juego.
    Y en la mafia, la ignorancia era una condena.
    ༒☬реконструкция☬༒ 𝐒𝐢 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐧𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐯𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐭𝐚𝐧 𝐣𝐨𝐝𝐢𝐝𝐚, 𝐧𝐨 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫í𝐚 𝐭𝐮 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐚... 𝐋𝐨 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐬𝐨. La gata pareció entender, de una forma casi imposible. Su hocico cálido se deslizó por su mejilla antes de dejar una breve lamida en la punta de su nariz. Un gesto simple. Calmante. Como si buscara aplacar el caos que llevaba dentro. Ser secuestrado. Torturado con una crueldad que su cuerpo aún recordaba. Y encima, perder años enteros de memoria. No era solo molesto. Era una forma distinta de tortura. Un fracaso. Absoluto. Kiev no reaccionó hasta que el felino cruzó la puerta. Solo entonces apartó la mirada, ya enturbiada, y se dejó caer en el sillón de la sala. Sentía cada parte de su cuerpo como una carga. La cabeza fue hacia atrás con un suspiro que no aliviaba nada. Su mano apretó el bastón con fuerza. No por necesidad… por obstinación. Por mantenerse en pie. No pensaba depender de él por mucho tiempo. El cuerpo sanaría. Lento, sí, pero constante. Y en cuanto estuviera listo, lo dejaría atrás. Como todo lo demás. La habitación se mantuvo en silencio. Pero su mente, no. Las palabras de Ryan aún flotaban en el aire. Pegajosas. Incómodas. Como moho sobre las paredes. "había alguien" Un chasquido seco interrumpió sus pensamientos: el nudillo golpeando sin querer la parte metálica del bastón. ¿Algo más? ¿Él? ¿Kiev? La idea le resultaba irrisoria. Incluso ofensiva. Había vivido entre pólvora, sangre y mentiras demasiado tiempo como para haberse creído capaz de anhelar algo así. Un futuro. Una vida compartida. No era el tipo de hombre que buscaba vínculos. O eso creía. ¿Y por qué demonios no lo recordaba? La imagen de Ryan regresó con su mezcla de culpa y agotamiento. No parecía estar fingiendo. Y eso lo hacía más difícil de aceptar. Porque si era verdad… Entonces alguien se había acercado. Demasiado. Había estado dentro. Y lo había dejado. El pecho ardía. No de dolor físico. Era algo más crudo, más oscuro. Una furia muda, dirigida a una figura sin rostro. A una presencia que se sentía como una amenaza… y, al mismo tiempo, como una ausencia que dolía más de lo que admitía. "Te abandonó apenas pudo." Por supuesto. Era lógico. ¿Quién se quedaría con alguien como él? Y sin embargo, algo se resistía. Una sensación difusa. Una idea de paz que alguna vez pudo haber tenido. Un eco. Inalcanzable. Tan leve como un susurro entre ruinas. Chasqueó la lengua, molesto consigo mismo. Hurgar en el pasado no traía nada. Especialmente cuando estaba podrido. Mejor dejarlo enterrado. Se incorporó. Cada músculo se quejaba, pero no se detuvo. Caminó hacia el ventanal. La luz de la tarde se apagaba poco a poco, como si el día también quisiera olvidar. —Estás muerto, Kiev —murmuró con voz baja—. Lo que vino antes no importa. Tenía que seguir. Mantenerse firme. Retomar el control de lo que quedaba. Rubí se había ido quien sabe donde. Marcos solo le dejó informes de personas que el italiano había mandado. Según Ryan, eran figuras clave en su vida antes del secuestro. Ahora solo eran desconocidos en papeles sin alma. Pero debía comenzar por ahí. Poner orden. Recordar lo que pudiera. Después de todo, esto no era un juego. Y en la mafia, la ignorancia era una condena.
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  • ⊱Desde el balcón de la mansión, entre las sombras del bosque, Atropos observa y escribe.

    La niebla recorría el bosque como una antigua amiga, envolviendo la piedra fría del balcón donde Atropos reposaba,
    pluma en mano, mirada perdida entre los ecos del mundo humano.

    Lo había visto. No necesitó tocar el hilo para entenderlo.

    Él la miraba con devoción callada,
    como quien cree haber encontrado algo eterno en lo fugaz.
    Y ella…ella respondía con una dulzura medida,hecha de silencios, de gestos que rozaban sin aferrarse.

    Era hermosa, sí.
    Pero también hueca en sus afectos.
    Nunca mentía. No hacía falta.
    Simplemente se deslizaba entre los días,
    dejando que él creyera.

    Compartían escenas cuidadas:
    tazas a medio vaciar, palabras que parecían cariño.
    Pero él, que lo dio todo,
    nunca notó que solo él lo hacía.

    No hubo gritos.
    No hubo reclamos.
    Solo un vacío creciendo entre cada intento.
    Y luego, el silencio final.
    No por muerte.
    Sino por desinterés.

    Desde su altura silenciosa,
    Atropos no intervino.
    No cortó hilos.
    No alteró destinos.

    Porque a veces, pensó,
    la crueldad no requiere de manos divinas.
    Solo de una mujer hermosa,
    y de un hombre que creyó que eso bastaba.

    °Una ligera risa vacía salió de ella, para luego solo decir en voz alta. —Humanos.. Tan Patéticos.
    ⊱Desde el balcón de la mansión, entre las sombras del bosque, Atropos observa y escribe. La niebla recorría el bosque como una antigua amiga, envolviendo la piedra fría del balcón donde Atropos reposaba, pluma en mano, mirada perdida entre los ecos del mundo humano. Lo había visto. No necesitó tocar el hilo para entenderlo. Él la miraba con devoción callada, como quien cree haber encontrado algo eterno en lo fugaz. Y ella…ella respondía con una dulzura medida,hecha de silencios, de gestos que rozaban sin aferrarse. Era hermosa, sí. Pero también hueca en sus afectos. Nunca mentía. No hacía falta. Simplemente se deslizaba entre los días, dejando que él creyera. Compartían escenas cuidadas: tazas a medio vaciar, palabras que parecían cariño. Pero él, que lo dio todo, nunca notó que solo él lo hacía. No hubo gritos. No hubo reclamos. Solo un vacío creciendo entre cada intento. Y luego, el silencio final. No por muerte. Sino por desinterés. Desde su altura silenciosa, Atropos no intervino. No cortó hilos. No alteró destinos. Porque a veces, pensó, la crueldad no requiere de manos divinas. Solo de una mujer hermosa, y de un hombre que creyó que eso bastaba. °Una ligera risa vacía salió de ella, para luego solo decir en voz alta. —Humanos.. Tan Patéticos.
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  • Esta mañana estuve en el trono de mi pais, ser principe en el mundo humano no es tan dificil, en el reino de los cielos hay que ganarse el titulo con crueldad y casi a la muerte, pero yo estoy en este mundo y aquí debería de haber igualdad
    Esta mañana estuve en el trono de mi pais, ser principe en el mundo humano no es tan dificil, en el reino de los cielos hay que ganarse el titulo con crueldad y casi a la muerte, pero yo estoy en este mundo y aquí debería de haber igualdad
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || ayer me volvió a pasar. No con "noche" pero escribo bien las palabras rebuscadas y las mas sencillas.... oh la crueldad...
    || ayer me volvió a pasar. No con "noche" pero escribo bien las palabras rebuscadas y las mas sencillas.... oh la crueldad...
    || Escribo bien "imperturbabilidad". Pero "noche".... Ah, palabra endiablada...
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  • ¿A qué sabe la muerte?

    ¿A hierro oxidado bajo la lengua, a humo maldito, a la última nota de un réquiem jamás terminado?

    ¿Y la destrucción?

    No ruge, no grita.
    No es un cataclismo glorioso, ni una danza de fuego. Es un susurro, una ausencia. El eco de algo que ya no está.

    ¿Y el final?

    No hay frío.
    No hay oscuridad.
    No hay infierno ni gloria, ni redención.

    Solo un par de ojos vacíos, enfocados en la nada. Un cuerpo sin dueño, abandonado a la crueldad del rigor mortis. Cada músculo tenso en su último gesto, petrificado en la pose de quien no esperaba la muerte, pero la conocía de memoria.

    El legado es exiguo.

    Unos huesos delgados, quebradizos, extraviados entre los rincones olvidados de las Backrooms.

    Algunos recuerdos dispersos en la mente de los que aún respiran.

    Portales agrietados, llorando un glitch que nadie más sabrá leer.

    Y una maraña de espíritus torturados, liberados de su prisión, libres para vagar o...

    La muerte, en su crudeza final, es definitiva. No admite promesas, ni esperanza, ni retorno.

    Pero incluso en la ruina, en los restos, en la negrura donde ni las sombras se atreven a morar, el camino se alarga.

    Porque el final de una historia…

    Siempre es el inicio de otra.

    Y hay cosas que, aunque las consuman, no se pierden.

    Su legado prevalece.
    ¿A qué sabe la muerte? ¿A hierro oxidado bajo la lengua, a humo maldito, a la última nota de un réquiem jamás terminado? ¿Y la destrucción? No ruge, no grita. No es un cataclismo glorioso, ni una danza de fuego. Es un susurro, una ausencia. El eco de algo que ya no está. ¿Y el final? No hay frío. No hay oscuridad. No hay infierno ni gloria, ni redención. Solo un par de ojos vacíos, enfocados en la nada. Un cuerpo sin dueño, abandonado a la crueldad del rigor mortis. Cada músculo tenso en su último gesto, petrificado en la pose de quien no esperaba la muerte, pero la conocía de memoria. El legado es exiguo. Unos huesos delgados, quebradizos, extraviados entre los rincones olvidados de las Backrooms. Algunos recuerdos dispersos en la mente de los que aún respiran. Portales agrietados, llorando un glitch que nadie más sabrá leer. Y una maraña de espíritus torturados, liberados de su prisión, libres para vagar o... La muerte, en su crudeza final, es definitiva. No admite promesas, ni esperanza, ni retorno. Pero incluso en la ruina, en los restos, en la negrura donde ni las sombras se atreven a morar, el camino se alarga. Porque el final de una historia… Siempre es el inicio de otra. Y hay cosas que, aunque las consuman, no se pierden. Su legado prevalece.
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  • - "El sueño acabó
    No te puedo decir lo que mostró.
    Lo quiero evitar,
    Mas todo he de sacrificar.

    Cuesta pensar
    Que sea real tanta crueldad,
    Pero, escucha a mamá,
    Es que, si no lo hago yo, dime, ¿quién lo hará?

    No llores por mí,
    Sonríe, todo esto lo hago por ti.
    No llores, mi amor,
    Sonríe y canta esta canción.

    ¿Me esperarás?
    ¿Fuerte y valiente tu serás?
    Nuestra promesa será,
    Los Pasillos del Tiempo nos guiarán"
    - "El sueño acabó No te puedo decir lo que mostró. Lo quiero evitar, Mas todo he de sacrificar. Cuesta pensar Que sea real tanta crueldad, Pero, escucha a mamá, Es que, si no lo hago yo, dime, ¿quién lo hará? No llores por mí, Sonríe, todo esto lo hago por ti. No llores, mi amor, Sonríe y canta esta canción. ¿Me esperarás? ¿Fuerte y valiente tu serás? Nuestra promesa será, Los Pasillos del Tiempo nos guiarán"
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ||YA DIJE QUE HASTA EL.DOMINGO NO DESCANSO, ESTO ES CRUELDAD
    ||YA DIJE QUE HASTA EL.DOMINGO NO DESCANSO, ESTO ES CRUELDAD
    ¿Los demonios siempre son tan lentos paraactuar? Siento que voy a morir si sigo esperando...

    -acaricia con la yema de los dedos los pétalos de la flor pintola de rojo con la sangre que tenía entre los dedos -

    O simplemente hice mal el ritual de invocación, lucifer rey del infierno, guía de la luz.... Esposo mío ¿Por cuánto tiempo me harás esperar por tu llegada?
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  • - Fue tanta la crueldad de esa batalla que al escupir la sangre acumulada en su boca habian caido algunos dientes. no solo eso, su andar era demasiado lento porque una de sus piernas estaba rota. tambien sus costillas lo cual le dificultaba respirar bien. ¿por que no se puede curar? por el hecho de que ya no tiene suficiente energía, debe esperar un poco pues con lo que poco que le quedaba se habia cauterizado con electricdad algunas heridas abiertas. se sienta en la falda de un árbol , para cerrar sus ojos y por fin descansar un poco .. mientras que a su paso habian varios cuerpos destrozados -
    - Fue tanta la crueldad de esa batalla que al escupir la sangre acumulada en su boca habian caido algunos dientes. no solo eso, su andar era demasiado lento porque una de sus piernas estaba rota. tambien sus costillas lo cual le dificultaba respirar bien. ¿por que no se puede curar? por el hecho de que ya no tiene suficiente energía, debe esperar un poco pues con lo que poco que le quedaba se habia cauterizado con electricdad algunas heridas abiertas. se sienta en la falda de un árbol , para cerrar sus ojos y por fin descansar un poco .. mientras que a su paso habian varios cuerpos destrozados -
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