馃Yo antes era un ser hermoso...馃
Fui creado con el género de Adán, pero con la frágil y bella apariencia de Eva. Una mezcla perfecta, combinando lo más hermoso de ambos seres.
Fui bautizado con el nombre de Elorien, único en el universo; 饾暦饾枂 饾枒饾枤饾枱 饾枆饾枈 饾暞饾枎饾枖饾枠.
Pero al parecer fue la poderosa esencia de Lilith la que me hizo caer en el pecado de amar lo prohibido. Se filtró en mí sin permiso, silenciosa e invisible a los ojos de Dios, mi creador.
Tomé aquello que me era negado. Amé… amé a un ser terrenal; cada beso, cada caricia… me hacían dudar de que el cielo fuera ese en el que nací.
Descubierto fui. Mi Padre, mis hermanos, me señalaron con vergüenza y desdén. Ya no era luz; estaba sucio, a pesar de solo haber compartido castos besos y caricias perdidas.
El ultimátum fue demoledor. Dios habló:
—Destruye aquello que amaste más que a mí. Si niegas el deseo de tu Padre Creador, serás desterrado al plano mortal y por ti mismo descubrirás la penitencia que tendrás que cargar.—
Elorien, la luz de Dios. Su voz rota de dolor, pero con la determinación que Lilith le otorgó.
馃 No dejaré de hacer aquello por lo que fui creado. Amor soy y amor daré. Incluso si debo compartirlo con vos, Padre Todopoderoso. 馃
Entonces Elorien fue ajusticiado. Cuatro de sus alas murieron ante la impasibilidad de aquellos que miraron. No hubo delicadeza; allí, en el cielo mismo, se filtró la crueldad. Una a una fueron laceradas, arrancadas, mutiladas, dejando cuatro cicatrices que jamás olvidará.
Tan solo dejaron dos de sus alas. Un recordatorio de lo que fue, pero sin la fuerza para que estas consiguieran guiarle nuevamente al hogar de Dios, su hogar.
A pesar del dolor, Elorien sintió una liberación. Voló a la tierra, buscando a su amado. Se fundió en sus brazos con un beso apasionado. Este fue largo, lento; disfrutó los minutos sin miedo a ser juzgados.
Repentinamente se desfalleció. ¿Fruto de la emoción?... No. No sentía su respiración ni el latir de su corazón. Su calidez desapareció; su piel se tornó fría, perdiendo su vivo color.
馃 ¡¿Por qué?! 馃 reclamó a Dios.
Mientras arrancaron sus alas, él no lloró, no gritó. Pero en aquel momento, su llanto y su grito fueron tan reales como la propia carne, llegando a los oídos del mismo cielo.
—He aquí tu condena, hijo mío. Por cada minuto que alguien anhele tu piel, un año de su vida yo quitaré, acelerando su entrada al cielo o al infierno. Te condeno a una eternidad sin que el amor puedas volver a conocer…—
Fui creado con el género de Adán, pero con la frágil y bella apariencia de Eva. Una mezcla perfecta, combinando lo más hermoso de ambos seres.
Fui bautizado con el nombre de Elorien, único en el universo; 饾暦饾枂 饾枒饾枤饾枱 饾枆饾枈 饾暞饾枎饾枖饾枠.
Pero al parecer fue la poderosa esencia de Lilith la que me hizo caer en el pecado de amar lo prohibido. Se filtró en mí sin permiso, silenciosa e invisible a los ojos de Dios, mi creador.
Tomé aquello que me era negado. Amé… amé a un ser terrenal; cada beso, cada caricia… me hacían dudar de que el cielo fuera ese en el que nací.
Descubierto fui. Mi Padre, mis hermanos, me señalaron con vergüenza y desdén. Ya no era luz; estaba sucio, a pesar de solo haber compartido castos besos y caricias perdidas.
El ultimátum fue demoledor. Dios habló:
—Destruye aquello que amaste más que a mí. Si niegas el deseo de tu Padre Creador, serás desterrado al plano mortal y por ti mismo descubrirás la penitencia que tendrás que cargar.—
Elorien, la luz de Dios. Su voz rota de dolor, pero con la determinación que Lilith le otorgó.
馃 No dejaré de hacer aquello por lo que fui creado. Amor soy y amor daré. Incluso si debo compartirlo con vos, Padre Todopoderoso. 馃
Entonces Elorien fue ajusticiado. Cuatro de sus alas murieron ante la impasibilidad de aquellos que miraron. No hubo delicadeza; allí, en el cielo mismo, se filtró la crueldad. Una a una fueron laceradas, arrancadas, mutiladas, dejando cuatro cicatrices que jamás olvidará.
Tan solo dejaron dos de sus alas. Un recordatorio de lo que fue, pero sin la fuerza para que estas consiguieran guiarle nuevamente al hogar de Dios, su hogar.
A pesar del dolor, Elorien sintió una liberación. Voló a la tierra, buscando a su amado. Se fundió en sus brazos con un beso apasionado. Este fue largo, lento; disfrutó los minutos sin miedo a ser juzgados.
Repentinamente se desfalleció. ¿Fruto de la emoción?... No. No sentía su respiración ni el latir de su corazón. Su calidez desapareció; su piel se tornó fría, perdiendo su vivo color.
馃 ¡¿Por qué?! 馃 reclamó a Dios.
Mientras arrancaron sus alas, él no lloró, no gritó. Pero en aquel momento, su llanto y su grito fueron tan reales como la propia carne, llegando a los oídos del mismo cielo.
—He aquí tu condena, hijo mío. Por cada minuto que alguien anhele tu piel, un año de su vida yo quitaré, acelerando su entrada al cielo o al infierno. Te condeno a una eternidad sin que el amor puedas volver a conocer…—
馃Yo antes era un ser hermoso...馃
Fui creado con el género de Adán, pero con la frágil y bella apariencia de Eva. Una mezcla perfecta, combinando lo más hermoso de ambos seres.
Fui bautizado con el nombre de Elorien, único en el universo; 饾暦饾枂 饾枒饾枤饾枱 饾枆饾枈 饾暞饾枎饾枖饾枠.
Pero al parecer fue la poderosa esencia de Lilith la que me hizo caer en el pecado de amar lo prohibido. Se filtró en mí sin permiso, silenciosa e invisible a los ojos de Dios, mi creador.
Tomé aquello que me era negado. Amé… amé a un ser terrenal; cada beso, cada caricia… me hacían dudar de que el cielo fuera ese en el que nací.
Descubierto fui. Mi Padre, mis hermanos, me señalaron con vergüenza y desdén. Ya no era luz; estaba sucio, a pesar de solo haber compartido castos besos y caricias perdidas.
El ultimátum fue demoledor. Dios habló:
—Destruye aquello que amaste más que a mí. Si niegas el deseo de tu Padre Creador, serás desterrado al plano mortal y por ti mismo descubrirás la penitencia que tendrás que cargar.—
Elorien, la luz de Dios. Su voz rota de dolor, pero con la determinación que Lilith le otorgó.
馃 No dejaré de hacer aquello por lo que fui creado. Amor soy y amor daré. Incluso si debo compartirlo con vos, Padre Todopoderoso. 馃
Entonces Elorien fue ajusticiado. Cuatro de sus alas murieron ante la impasibilidad de aquellos que miraron. No hubo delicadeza; allí, en el cielo mismo, se filtró la crueldad. Una a una fueron laceradas, arrancadas, mutiladas, dejando cuatro cicatrices que jamás olvidará.
Tan solo dejaron dos de sus alas. Un recordatorio de lo que fue, pero sin la fuerza para que estas consiguieran guiarle nuevamente al hogar de Dios, su hogar.
A pesar del dolor, Elorien sintió una liberación. Voló a la tierra, buscando a su amado. Se fundió en sus brazos con un beso apasionado. Este fue largo, lento; disfrutó los minutos sin miedo a ser juzgados.
Repentinamente se desfalleció. ¿Fruto de la emoción?... No. No sentía su respiración ni el latir de su corazón. Su calidez desapareció; su piel se tornó fría, perdiendo su vivo color.
馃 ¡¿Por qué?! 馃 reclamó a Dios.
Mientras arrancaron sus alas, él no lloró, no gritó. Pero en aquel momento, su llanto y su grito fueron tan reales como la propia carne, llegando a los oídos del mismo cielo.
—He aquí tu condena, hijo mío. Por cada minuto que alguien anhele tu piel, un año de su vida yo quitaré, acelerando su entrada al cielo o al infierno. Te condeno a una eternidad sin que el amor puedas volver a conocer…—