• -Estaba escapando del final de una gala, ya que habían muchos paparazzis viendo a una presencia a lo lejos, mirándola fijamente sintiendo que le tiempo se detuvo, para después volver a la normalidad, regalando autógrafos, para después arrancar el auto, dándole la señal a mi conductor -

    Es hora de irnos Ricard

    -Dije tranquilamente, subiendo la ventanilla del auto, suspirando levemente sintiéndome cansado ya que llevaba horas ahi-
    -Estaba escapando del final de una gala, ya que habían muchos paparazzis viendo a una presencia a lo lejos, mirándola fijamente sintiendo que le tiempo se detuvo, para después volver a la normalidad, regalando autógrafos, para después arrancar el auto, dándole la señal a mi conductor - Es hora de irnos Ricard -Dije tranquilamente, subiendo la ventanilla del auto, suspirando levemente sintiéndome cansado ya que llevaba horas ahi-
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  • Solo un pequeño accidente, lo importante es que no me paso nada de nada.
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  • Santo dios, no deseo ver a mis hijos con sus... ¿Amantes? Eso espero, aunque sean mayores ellos siguen a mi cuidado, seguiré acostumbrándome a este mundo raro...
    Santo dios, no deseo ver a mis hijos con sus... ¿Amantes? Eso espero, aunque sean mayores ellos siguen a mi cuidado, seguiré acostumbrándome a este mundo raro...
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  • Que bellas bugambilias

    -Dije agachándose viendo las flores, acariciando suavemente la cabeza del lobo de mi pareja-

    Kuro, vamos es hora de tu comida ya que vik está trabajando

    -Dije empezando me a ir con el lobo, tranquilamente acariciando sus orejas mientras caminábamos a casa-

    Que buen lobo eres
    Que bellas bugambilias -Dije agachándose viendo las flores, acariciando suavemente la cabeza del lobo de mi pareja- Kuro, vamos es hora de tu comida ya que vik está trabajando -Dije empezando me a ir con el lobo, tranquilamente acariciando sus orejas mientras caminábamos a casa- Que buen lobo eres
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  • Qué desperdicio. Si tan solo me permitieras hacerte un demonio...
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  • La Primera Mujer,Dios del engaño
    La primera mujer de aquel dios ~  en los principos en valhalla [Asgard] donde estaba los dioses primoriales aquellos que covernavan los serios , donde loki todos se alegaban de aquel dios ..... Ylva estaba casada con aquel dios , no por amor si no por que la obrigaron apesar de todo eso amaba vivir en Asgard con los demas dioses y valquirias entre otros pero no era feliz a lado de quien...
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  • Verás que lo que hace fuertes a las mujeres es que tenemos las agallas de ser vulnerables, tenemos la capacidad de sentir la profundidad de nuestras emociones.
    Verás que lo que hace fuertes a las mujeres es que tenemos las agallas de ser vulnerables, tenemos la capacidad de sentir la profundidad de nuestras emociones.
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  • Esta ropa humana... No importa... Si tengo que observar a mis hijos y usar estas prendas... Lo haré...
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  • La puerta de la pequeña cafetería se abrió con un leve tintineo, y Yūrei Veyrith cruzó el umbral como quien pisa un terreno desconocido y fascinante a la vez. Sus cabellos plateados brillaban tenuemente bajo la luz cálida del local, y sus ojos, que guardaban constelaciones apagadas, recorrían cada rincón con una mezcla de curiosidad y cautela. Por siglos había habitado entre mundos que los humanos no podían imaginar, y la vida cotidiana de ellos, con sus aromas, colores y sabores, era un misterio recién descubierto.

    El olor a café recién molido y pan horneado despertó algo en ella que hacía mucho tiempo no sentía: interés genuino. Se acercó al mostrador, moviéndose con la elegancia silenciosa que caracterizaba cada uno de sus pasos. Observó los pasteles, los bollos y los pequeños dulces dispuestos cuidadosamente, como si cada uno guardara un secreto del mundo humano. Tomó uno con delicadeza, apenas rozándolo con sus dedos largos y finos, y lo llevó a sus labios.

    —Entonces… esto es dulce —susurró para sí misma, más para confirmar que era real que por curiosidad. Su voz era suave, etérea, y resonaba con la calma de alguien que ha vivido siglos, pero que aún puede sorprenderse. El primer bocado fue ligero, y sus ojos se iluminaron con una chispa de algo casi infantil: fascinación. Nunca había necesitado sabores simples como este; en su mundo, la esencia de la vida no venía envuelta en azúcar o harina, sino en energías, rituales y secretos que solo los seres sobrenaturales podían percibir.

    Se sentó junto a la ventana, dejando que la luz de la tarde acariciara su rostro. Cada detalle del lugar, desde los murmullos de los clientes hasta la manera en que el vapor del café se elevaba en espirales, parecía nuevo y maravilloso. Por un momento, la eternidad que cargaba en su ser se diluyó frente a un simple bocado y un sorbo de té, y la mujer que caminaba entre mundos se permitió sentir algo tan humano como el placer de una comida.

    Yūrei sonrió apenas, una curva de labios que no necesitaba palabras para transmitir todo lo que sentía: curiosidad, sorpresa y una leve satisfacción. En ese instante, la eternidad se mezclaba con la cotidianidad, y ella, madre de lo imposible, se encontraba aprendiendo de algo tan sencillo que la hacía sentir… viva.
    La puerta de la pequeña cafetería se abrió con un leve tintineo, y Yūrei Veyrith cruzó el umbral como quien pisa un terreno desconocido y fascinante a la vez. Sus cabellos plateados brillaban tenuemente bajo la luz cálida del local, y sus ojos, que guardaban constelaciones apagadas, recorrían cada rincón con una mezcla de curiosidad y cautela. Por siglos había habitado entre mundos que los humanos no podían imaginar, y la vida cotidiana de ellos, con sus aromas, colores y sabores, era un misterio recién descubierto. El olor a café recién molido y pan horneado despertó algo en ella que hacía mucho tiempo no sentía: interés genuino. Se acercó al mostrador, moviéndose con la elegancia silenciosa que caracterizaba cada uno de sus pasos. Observó los pasteles, los bollos y los pequeños dulces dispuestos cuidadosamente, como si cada uno guardara un secreto del mundo humano. Tomó uno con delicadeza, apenas rozándolo con sus dedos largos y finos, y lo llevó a sus labios. —Entonces… esto es dulce —susurró para sí misma, más para confirmar que era real que por curiosidad. Su voz era suave, etérea, y resonaba con la calma de alguien que ha vivido siglos, pero que aún puede sorprenderse. El primer bocado fue ligero, y sus ojos se iluminaron con una chispa de algo casi infantil: fascinación. Nunca había necesitado sabores simples como este; en su mundo, la esencia de la vida no venía envuelta en azúcar o harina, sino en energías, rituales y secretos que solo los seres sobrenaturales podían percibir. Se sentó junto a la ventana, dejando que la luz de la tarde acariciara su rostro. Cada detalle del lugar, desde los murmullos de los clientes hasta la manera en que el vapor del café se elevaba en espirales, parecía nuevo y maravilloso. Por un momento, la eternidad que cargaba en su ser se diluyó frente a un simple bocado y un sorbo de té, y la mujer que caminaba entre mundos se permitió sentir algo tan humano como el placer de una comida. Yūrei sonrió apenas, una curva de labios que no necesitaba palabras para transmitir todo lo que sentía: curiosidad, sorpresa y una leve satisfacción. En ese instante, la eternidad se mezclaba con la cotidianidad, y ella, madre de lo imposible, se encontraba aprendiendo de algo tan sencillo que la hacía sentir… viva.
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  • Bailar es mi pasión

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