Desde su primer encuentro, hasta la actualidad, habían pasado meses, si no es que el año o más incluso.
La amistad entre el primer hombre y aquel serafín había escalado cada vez más, incluso Padre ahora era consciente de dicha amistad y encomendó la tarea a Samael de cuidar de su creación, dándole el permiso de ir a visitarlo al Edén e incluso quedarse por bastante tiempo sin seguir a escondidas.
En una de tantas visitas, pudo notar el cambio en el ambiente, era más caliente, sofocante incluso, en especial para él que vestía aquella pesada túnica como siempre, aunque no prestó mayor importancia, buscando por
Adán al llevarle un pequeño obsequio que creó con sus propias manos para él.
—¿Dónde se habrá metido?
Curioso, revoloteaba por todo el Edén hasta llegar a aquel lago, mirándolo en el agua y sonriendo ampliamente, finalmente lo había encontrado.
No demoró en ir hasta él, frenando en seco justo a la orilla, levantando una pequeña nube de tierra y arena por la ráfaga de aire que provocó sin querer.
—¡Adán!~