Rei aguardaba en sus aposentos, contemplando su reflejo con gesto adusto, odiaba este momento e incluso se odiaba el mismo, pero no tenía elección. Vistió su atuendo victoriano, dejando que la suave tela se deslizara por su piel. El negro terciopelo y las finas encajes realzaban su porte distinguido, en ese momento solo quería llorar, escaparse e irse lo más lejos posible. Pero no podía simplemente dejar de lado sus obligaciones, debía obedecer le guste o no.
El joven vampiro se diririo hasta el balcón, observando a la multitud de vampiros congregados en el patio, era la noche del ritual anual, apesar de sus reticencias, como cabeza del clan debía liderar la ceremonia. Con paso elegante descendió la escalinata de piedra captando las miradas de sus familiares, un murmullo recorrió a la multitud haciendo que Rei alce una mano enguantada, pidiendo silencio. Sus ojos escarlata escudriñaron a los presentes con frialdad.
Sobre un altar de mármol yacía el cuerpo exangüe de la víctima, ofrenda para asegurar la prosperidad del linaje, Rei suspiro y alzó su copa dorada, observando con desdén el líquido carmesí que contenía. A pesar de su juventud, su porte elegante y sereno denotaba la autoridad natural que emanaba de su persona, sus ojos carmesíes recorrieron a la multitud con calma, antes de dirigirse a ellos con voz grave y pausada:
— Hermanos míos, una vez más nos reunimos para honrar nuestro linaje y sellar los lazos que nos unen más allá del tiempo. Bebamos esta noche la sangre del sacrificio, para que su fuerza vital nos otorgue prosperidad en el nuevo ciclo que se aproxima.
Alzó la copa en alto para que todos la viesen, antes de llevarla a sus labios, bebió hasta la última gota, sintiendo cómo la esencia vital del sacrificio se deslizaba por su garganta. A su señal, el resto de la comunidad repitió el ritual con fervor, la ceremonia había concluido un año más. Rei sólo podía rezar porque aquel fuese el último banquete de sangre que debía presidir.
Rei aguardaba en sus aposentos, contemplando su reflejo con gesto adusto, odiaba este momento e incluso se odiaba el mismo, pero no tenía elección. Vistió su atuendo victoriano, dejando que la suave tela se deslizara por su piel. El negro terciopelo y las finas encajes realzaban su porte distinguido, en ese momento solo quería llorar, escaparse e irse lo más lejos posible. Pero no podía simplemente dejar de lado sus obligaciones, debía obedecer le guste o no.
El joven vampiro se diririo hasta el balcón, observando a la multitud de vampiros congregados en el patio, era la noche del ritual anual, apesar de sus reticencias, como cabeza del clan debía liderar la ceremonia. Con paso elegante descendió la escalinata de piedra captando las miradas de sus familiares, un murmullo recorrió a la multitud haciendo que Rei alce una mano enguantada, pidiendo silencio. Sus ojos escarlata escudriñaron a los presentes con frialdad.
Sobre un altar de mármol yacía el cuerpo exangüe de la víctima, ofrenda para asegurar la prosperidad del linaje, Rei suspiro y alzó su copa dorada, observando con desdén el líquido carmesí que contenía. A pesar de su juventud, su porte elegante y sereno denotaba la autoridad natural que emanaba de su persona, sus ojos carmesíes recorrieron a la multitud con calma, antes de dirigirse a ellos con voz grave y pausada:
— Hermanos míos, una vez más nos reunimos para honrar nuestro linaje y sellar los lazos que nos unen más allá del tiempo. Bebamos esta noche la sangre del sacrificio, para que su fuerza vital nos otorgue prosperidad en el nuevo ciclo que se aproxima.
Alzó la copa en alto para que todos la viesen, antes de llevarla a sus labios, bebió hasta la última gota, sintiendo cómo la esencia vital del sacrificio se deslizaba por su garganta. A su señal, el resto de la comunidad repitió el ritual con fervor, la ceremonia había concluido un año más. Rei sólo podía rezar porque aquel fuese el último banquete de sangre que debía presidir.