• Después de varias semanas de tensión creciente, el pequeño pueblo en los Cárpatos, que siempre había sido un refugio tranquilo y apacible, se encontraba sumido en el caos. Una banda de moteros había decidido asentarse en los márgenes, imponiendo su presencia con violencia y agresiones, transformando la vida cotidiana en una pesadilla para los habitantes. Robos, vandalismo y peleas se habían vuelto comunes, y la gente del pueblo, acostumbrada a una existencia tranquila, vivía ahora bajo el miedo constante. Khan, que había observado en silencio cómo el pueblo caía bajo el yugo de estos intrusos, no pudo quedarse de brazos cruzados.

    Durante días, soportó la creciente amenaza, evitando el conflicto directo, esperando que la banda se fuera por su propia cuenta. Pero cuando una de sus vecinas, una anciana pronta a cumplir los cien años de edad, fue atacada injustificadamente, decidió que ya era suficiente.

    Esa noche, bajo un cielo nublado, Khan caminó en dirección a la guarida improvisada de la banda, un viejo almacén abandonado a las afueras del pueblo. El aire era denso, y cada paso que daba resonaba en la quietud ominosa de la noche. Cuando llegó a la entrada, fue recibido con risas burlonas y miradas despectivas por parte de los guardias de la banda, quienes no se molestaron en ocultar su desprecio. Sin embargo, la presencia de Khan era imposible de ignorar. Su figura, aparentemente tranquila, emanaba una amenaza latente, un poder que los moteros no comprendían, pero que les incomodaba.

    Dentro, el líder de la banda, un hombre arrogante y corpulento, lo esperaba en una actitud desdeñosa, sentado en un viejo sofá con un grupo de sus secuaces alrededor. Se levantó al verlo entrar, sonriendo con una mueca de superioridad.

    — ¿Tú eres el que ha venido a decirnos que nos vayamos? —se burló el líder, avanzando hacia Khan con pasos lentos y seguros, como un depredador que ya ha saboreado su presa.

    Khan, firme y sereno, no respondió de inmediato. Sus ojos, grises y penetrantes, observaron al líder sin parpadear, dejando que el silencio hablara por él. Sabía que las palabras serían inútiles con esta clase de hombre que sólo entendía el lenguaje de la violencia.

    Finalmente, su voz, grave y cargada de autoridad, rompió el aire:

    — Este pueblo no te pertenece. Te doy una última oportunidad para que te vayas y no vuelvas.

    El líder de la banda soltó una carcajada estruendosa, apoyado por los gruñidos de sus compañeros. La atmósfera se volvió aún más tensa. Con arrogancia, el líder sacó un cigarro y lo colocó entre sus labios, encendiendo un mechero para prenderlo. Fue entonces cuando Khan, con un leve gesto, extendió el fuego de la pequeña chispa. En un abrir y cerrar de ojos, el mechero se transformó en una llamarada violenta que no solo prendió el cigarro, sino que envolvió en llamas el brazo del líder. El pánico inundó el rostro del motero, quien retrocedió con un grito ahogado, intentando apagar el fuego que rápidamente consumía su brazo.
    Después de varias semanas de tensión creciente, el pequeño pueblo en los Cárpatos, que siempre había sido un refugio tranquilo y apacible, se encontraba sumido en el caos. Una banda de moteros había decidido asentarse en los márgenes, imponiendo su presencia con violencia y agresiones, transformando la vida cotidiana en una pesadilla para los habitantes. Robos, vandalismo y peleas se habían vuelto comunes, y la gente del pueblo, acostumbrada a una existencia tranquila, vivía ahora bajo el miedo constante. Khan, que había observado en silencio cómo el pueblo caía bajo el yugo de estos intrusos, no pudo quedarse de brazos cruzados. Durante días, soportó la creciente amenaza, evitando el conflicto directo, esperando que la banda se fuera por su propia cuenta. Pero cuando una de sus vecinas, una anciana pronta a cumplir los cien años de edad, fue atacada injustificadamente, decidió que ya era suficiente. Esa noche, bajo un cielo nublado, Khan caminó en dirección a la guarida improvisada de la banda, un viejo almacén abandonado a las afueras del pueblo. El aire era denso, y cada paso que daba resonaba en la quietud ominosa de la noche. Cuando llegó a la entrada, fue recibido con risas burlonas y miradas despectivas por parte de los guardias de la banda, quienes no se molestaron en ocultar su desprecio. Sin embargo, la presencia de Khan era imposible de ignorar. Su figura, aparentemente tranquila, emanaba una amenaza latente, un poder que los moteros no comprendían, pero que les incomodaba. Dentro, el líder de la banda, un hombre arrogante y corpulento, lo esperaba en una actitud desdeñosa, sentado en un viejo sofá con un grupo de sus secuaces alrededor. Se levantó al verlo entrar, sonriendo con una mueca de superioridad. — ¿Tú eres el que ha venido a decirnos que nos vayamos? —se burló el líder, avanzando hacia Khan con pasos lentos y seguros, como un depredador que ya ha saboreado su presa. Khan, firme y sereno, no respondió de inmediato. Sus ojos, grises y penetrantes, observaron al líder sin parpadear, dejando que el silencio hablara por él. Sabía que las palabras serían inútiles con esta clase de hombre que sólo entendía el lenguaje de la violencia. Finalmente, su voz, grave y cargada de autoridad, rompió el aire: — Este pueblo no te pertenece. Te doy una última oportunidad para que te vayas y no vuelvas. El líder de la banda soltó una carcajada estruendosa, apoyado por los gruñidos de sus compañeros. La atmósfera se volvió aún más tensa. Con arrogancia, el líder sacó un cigarro y lo colocó entre sus labios, encendiendo un mechero para prenderlo. Fue entonces cuando Khan, con un leve gesto, extendió el fuego de la pequeña chispa. En un abrir y cerrar de ojos, el mechero se transformó en una llamarada violenta que no solo prendió el cigarro, sino que envolvió en llamas el brazo del líder. El pánico inundó el rostro del motero, quien retrocedió con un grito ahogado, intentando apagar el fuego que rápidamente consumía su brazo.
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  • Los sacamos de la duda. Scott Summers
    Los sacamos de la duda. [SlimSummers93]
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  • — 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐨𝐥. 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐨𝐥𝐚𝐫𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐧𝐞𝐫𝐯𝐢𝐨𝐬, 𝐦𝐢𝐬 𝐦𝐢𝐞𝐝𝐨𝐬 𝐲 𝐦𝐢𝐬 𝐢𝐧𝐬𝐞𝐠𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬. 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐦𝐞 𝐡𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨; 𝐡𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐦𝐢 𝐬𝐮𝐝𝐨𝐫, 𝐞𝐥 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐦𝐮𝐬𝐜𝐮𝐥𝐨𝐬 𝐲 𝐞𝐥 𝐥𝐢𝐦𝐢𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐜𝐚𝐧𝐬𝐚𝐧𝐜𝐢𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐥𝐢𝐬𝐭𝐨 𝐲 𝐥𝐥𝐞𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝. ¡𝐋𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐲, 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐲 𝐦𝐚𝐬! —
    — 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐨𝐥. 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐨𝐥𝐚𝐫𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐧𝐞𝐫𝐯𝐢𝐨𝐬, 𝐦𝐢𝐬 𝐦𝐢𝐞𝐝𝐨𝐬 𝐲 𝐦𝐢𝐬 𝐢𝐧𝐬𝐞𝐠𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬. 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐦𝐞 𝐡𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨; 𝐡𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐦𝐢 𝐬𝐮𝐝𝐨𝐫, 𝐞𝐥 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐦𝐮𝐬𝐜𝐮𝐥𝐨𝐬 𝐲 𝐞𝐥 𝐥𝐢𝐦𝐢𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐜𝐚𝐧𝐬𝐚𝐧𝐜𝐢𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐥𝐢𝐬𝐭𝐨 𝐲 𝐥𝐥𝐞𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝. ¡𝐋𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐲, 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐲 𝐦𝐚𝐬! —
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    // chi, al final la reactivé hoy <3
    // chi, al final la reactivé hoy <3 :STK-62:
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  • —No negará que Vox resulta de lo más útil en determinados momentos, críticos, para los obsesionados con las redes—







    Vox
    𒋦 ‛ ‚𝐕𝐎𝐗 ︢ ⏤⃙

    // acá reacciona el que quiere, yo solo ando tonteando(?)
    —No negará que Vox resulta de lo más útil en determinados momentos, críticos, para los obsesionados con las redes— [FuckA1astor] [myth_turquoise_shark_797] // acá reacciona el que quiere, yo solo ando tonteando(?)
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    #FicRolTips: Colocar gif como imagen de perfil
    Tal vez algunos recordéis esa época en la que la vieja Twitter (ahora conocida como X) permitia poner gifs como fotos de perfil. Era bonito ver las imagenes de nuestros amigos en movimiento a lo largo de nuestra TL. ¡Pues bien! ¡FicRol ha recuperado esa opción! ¡FicRol sí permite los gifs en la imagen de perfil! Y voy a contaros cómo: ...
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  • Hoy no fue el mejor día de todos pero al menos una copa de mi vino ayudara un poco a levantar el animo, aunque debería de revisar mi bodega no seria bueno quedarme sin stock en un momento difícil.
    Hoy no fue el mejor día de todos pero al menos una copa de mi vino ayudara un poco a levantar el animo, aunque debería de revisar mi bodega no seria bueno quedarme sin stock en un momento difícil.
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  • Valerian se adentra en el Jardín Fantasma, donde todo parece envuelto en una quietud irreal. Un vaho fragante se arremolina a su alrededor, como un suspiro persistente de las flores pálidas que se extienden a su paso. Todo es blanco: las hojas, los tallos, las rosas. La monotonía del paisaje, tan perfecta y estéril, comienza a pesar en su espíritu.

    Cada paso que da lo hunde más en una extraña melancolía, como si el jardín fuera un cementerio. No hay pasión en ese lugar, solo una quietud abrumadora.

    En un impulso tan viejo como su vida inmortal, Valerian saca un pequeño alfiler de su cabello y, sin dudarlo, hiere su propia mano. Observa la sangre roja, vibrante, escurrir lentamente por sus dedos.

    Deja caer una única gota sobre una de las rosas. El impacto de su sangre sobre la flor parece resonar en el aire. La rosa blanca comienza a temblar, su tallo se retuerce, y de repente gira, como si estuviera viva. Las hojas danzan, contorsionándose, y la rosa muta en un rojísimo lirio de araña, una mancha escarlata que contrasta con la blancura sofocante del entorno.

    Valerian sonríe levemente, contemplando el resultado de su acción.

    "Una pequeña rebelión".

    Murmura para sí mismo, mientras contempla la mutación con un aire de satisfacción. El lirio de araña parece latir con una vida propia, alimentado por su sangre, como si él hubiera insuflado una parte de su propio espíritu en la flor.
    Valerian se adentra en el Jardín Fantasma, donde todo parece envuelto en una quietud irreal. Un vaho fragante se arremolina a su alrededor, como un suspiro persistente de las flores pálidas que se extienden a su paso. Todo es blanco: las hojas, los tallos, las rosas. La monotonía del paisaje, tan perfecta y estéril, comienza a pesar en su espíritu. Cada paso que da lo hunde más en una extraña melancolía, como si el jardín fuera un cementerio. No hay pasión en ese lugar, solo una quietud abrumadora. En un impulso tan viejo como su vida inmortal, Valerian saca un pequeño alfiler de su cabello y, sin dudarlo, hiere su propia mano. Observa la sangre roja, vibrante, escurrir lentamente por sus dedos. Deja caer una única gota sobre una de las rosas. El impacto de su sangre sobre la flor parece resonar en el aire. La rosa blanca comienza a temblar, su tallo se retuerce, y de repente gira, como si estuviera viva. Las hojas danzan, contorsionándose, y la rosa muta en un rojísimo lirio de araña, una mancha escarlata que contrasta con la blancura sofocante del entorno. Valerian sonríe levemente, contemplando el resultado de su acción. "Una pequeña rebelión". Murmura para sí mismo, mientras contempla la mutación con un aire de satisfacción. El lirio de araña parece latir con una vida propia, alimentado por su sangre, como si él hubiera insuflado una parte de su propio espíritu en la flor.
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    *Fue entonces, que Aimi llego a aquel lugar sola, en su estadía en aquella ciudad, se enteto de un masion abandonada fuera de la ciudad, con curiosidad como es normal en ella, fue a dicha zona.

    Ante de ir como es normal en Aimi, opto por informarse que clase de lugar es aquel sitio, pues no estaba dispuesta a arriesgarse solo por ir de curiosa, tampoco quería que alguna maldición, si es que el lugar estaba tenía alguna carga negativa.

    Ya estando segura que no había nada que temer, Aimi se embarcó rumbo a aquel lugar lista para explorar y documental todo lo que encuentre. *
    *Fue entonces, que Aimi llego a aquel lugar sola, en su estadía en aquella ciudad, se enteto de un masion abandonada fuera de la ciudad, con curiosidad como es normal en ella, fue a dicha zona. Ante de ir como es normal en Aimi, opto por informarse que clase de lugar es aquel sitio, pues no estaba dispuesta a arriesgarse solo por ir de curiosa, tampoco quería que alguna maldición, si es que el lugar estaba tenía alguna carga negativa. Ya estando segura que no había nada que temer, Aimi se embarcó rumbo a aquel lugar lista para explorar y documental todo lo que encuentre. *
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  • Un temita para este viernes. No entiendo cómo llegué.

    https://youtu.be/EgwQG3MYp3o?si=VW-p_bdPEeY3XhNu
    Un temita para este viernes. No entiendo cómo llegué. https://youtu.be/EgwQG3MYp3o?si=VW-p_bdPEeY3XhNu
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