• - se quedo paladizara por recordar aquello que habia olvidar de lo que habia, pasado anterior cuanado era una niña, solo escuchaba aquello que la llamaban x su nombre..-
    - se quedo paladizara por recordar aquello que habia olvidar de lo que habia, pasado anterior cuanado era una niña, solo escuchaba aquello que la llamaban x su nombre..-
    Me entristece
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  • Un buen lugar, una buena vista, tiempo libre...y ni un sermón de esos Quimera, hoy sí es un buen día.
    Un buen lugar, una buena vista, tiempo libre...y ni un sermón de esos Quimera, hoy sí es un buen día.
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  • ~Y por fin pueden dormir juntos de nuevo. Legoshi lo extrañó, y seguro Louis a el también... El olor a ciervo que emana Louis es quizás el mejor que ha olido hasta ahora... Y jamás se cansará de él~
    ~Y por fin pueden dormir juntos de nuevo. Legoshi lo extrañó, y seguro [Ciervit0] a el también... El olor a ciervo que emana Louis es quizás el mejor que ha olido hasta ahora... Y jamás se cansará de él~
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  • Tu mejor que nadie para comprender la senda del horror

    Puedo verme en ti, me es tan sencillo comprender todo tu dolor
    Tu angustia y la sed que asola tu alma

    Yo también amé, mi adoración fue en vano
    Nunca besé aquel rostro idealizado

    Tu mejor que nadie para comprender la senda del horror Puedo verme en ti, me es tan sencillo comprender todo tu dolor Tu angustia y la sed que asola tu alma Yo también amé, mi adoración fue en vano Nunca besé aquel rostro idealizado
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  • Los ha visto temblar.
    No por el frío ni por el filo de la muerte, sino por la ausencia de un mensaje.
    Por la espera de una mirada que no llega.
    Por el silencio que alguien —allá, en otra vida, en otro mundo— ha dejado caer como una sentencia.

    Es curioso, piensa.
    Los humanos construyen su identidad con barro, fuego y palabras. Pero basta con que alguien les niegue una sonrisa para que se deshagan. Se inclinan, se marchitan, se ofrendan enteros a quien apenas los nota. Y lo llaman amor.

    Ella, que ha cortado hilos con la precisión de quien conoce el peso de una vida, no entiende esa fidelidad al vacío.
    Esa necesidad de ser vistos por ojos que miran a través.
    De ser escuchados por oídos que solo oyen su propio eco.
    De ser tocados por manos que nunca se extienden.

    Ellos insisten.
    Le escriben a la ausencia. Le rezan a lo que podría ser. Recogen cada gesto escaso como si fuera una ofrenda divina: un “hola” indiferente se convierte en salvación, una carcajada lejana en esperanza.
    La balanza no importa; se conforman con migajas si vienen de la persona correcta. O de la equivocada, pero idealizada.

    ¿Y qué es esa persona, realmente?
    Un reflejo. Una proyección. Un espejismo vestido de deseo.
    No se aman a sí mismos, se aman a través de alguien más.
    Como si la validación externa pudiera curar el abismo que llevan dentro.

    A Atropos no le conmueve la espera. La conoce bien.
    Ha visto cuántos hilos se han vuelto delgados como suspiros por esa obsesión de pertenecer al mundo de otro.
    Por ese deseo infantil de ser elegidos, aunque sea por accidente.
    Y cuando ya no quedan fuerzas, cuando la otra persona desaparece del todo o se queda sin rostro en la memoria, no lloran por ella. Lloran por lo que creían ser cuando eran vistos por esos ojos.

    Es una tragedia callada, repetida infinitamente.
    No amar y no ser amado, sino depender.
    Como una marioneta que sigue bailando incluso después de que se ha soltado la cuerda.

    Atropos, al final, corta igual.
    Pero se pregunta, mientras lo hace, si alguna vez aprenderán a sostenerse a sí mismos.
    Los ha visto temblar. No por el frío ni por el filo de la muerte, sino por la ausencia de un mensaje. Por la espera de una mirada que no llega. Por el silencio que alguien —allá, en otra vida, en otro mundo— ha dejado caer como una sentencia. Es curioso, piensa. Los humanos construyen su identidad con barro, fuego y palabras. Pero basta con que alguien les niegue una sonrisa para que se deshagan. Se inclinan, se marchitan, se ofrendan enteros a quien apenas los nota. Y lo llaman amor. Ella, que ha cortado hilos con la precisión de quien conoce el peso de una vida, no entiende esa fidelidad al vacío. Esa necesidad de ser vistos por ojos que miran a través. De ser escuchados por oídos que solo oyen su propio eco. De ser tocados por manos que nunca se extienden. Ellos insisten. Le escriben a la ausencia. Le rezan a lo que podría ser. Recogen cada gesto escaso como si fuera una ofrenda divina: un “hola” indiferente se convierte en salvación, una carcajada lejana en esperanza. La balanza no importa; se conforman con migajas si vienen de la persona correcta. O de la equivocada, pero idealizada. ¿Y qué es esa persona, realmente? Un reflejo. Una proyección. Un espejismo vestido de deseo. No se aman a sí mismos, se aman a través de alguien más. Como si la validación externa pudiera curar el abismo que llevan dentro. A Atropos no le conmueve la espera. La conoce bien. Ha visto cuántos hilos se han vuelto delgados como suspiros por esa obsesión de pertenecer al mundo de otro. Por ese deseo infantil de ser elegidos, aunque sea por accidente. Y cuando ya no quedan fuerzas, cuando la otra persona desaparece del todo o se queda sin rostro en la memoria, no lloran por ella. Lloran por lo que creían ser cuando eran vistos por esos ojos. Es una tragedia callada, repetida infinitamente. No amar y no ser amado, sino depender. Como una marioneta que sigue bailando incluso después de que se ha soltado la cuerda. Atropos, al final, corta igual. Pero se pregunta, mientras lo hace, si alguna vez aprenderán a sostenerse a sí mismos.
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  • Me he divertido mucho contigo, pero es momento de que desaparezcas.

    Nada personal, solo es mi naturaleza destruir lo que alguna vez ame.
    Me he divertido mucho contigo, pero es momento de que desaparezcas. Nada personal, solo es mi naturaleza destruir lo que alguna vez ame.
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  • Cuando alcance la iluminación, la budeidad y Buda Tathagata me dió el título de: Buda Luchador Victorioso, tras cumplir con mi misión de escoltar a mi maestro durante 14 años en la búsqueda de las escrituras ságradas.
    Cuando alcance la iluminación, la budeidad y Buda Tathagata me dió el título de: Buda Luchador Victorioso, tras cumplir con mi misión de escoltar a mi maestro durante 14 años en la búsqueda de las escrituras ságradas.
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  • ⸻ No sé si es el sol, el silencio o el hecho de que nadie me está pidiendo nada… pero esto se siente bien
    ⸻ No sé si es el sol, el silencio o el hecho de que nadie me está pidiendo nada… pero esto se siente bien
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  • Cada vez tenía menos energías para siquiera salir de la cama, le costaba mucho conforme su bebé crecía y a duras penas lograba despertar.
    Ya su vientre había crecido bastante, estaba a la mitad de la gestación y había comenzado a usar ropa más amplia por ello, por no decir que le robó algunas cosas a su esposo(?.

    —Voy a terminar en un sueño profundo como sigas así, bebé...
    No pensé que consumirías tanto...
    Cada vez tenía menos energías para siquiera salir de la cama, le costaba mucho conforme su bebé crecía y a duras penas lograba despertar. Ya su vientre había crecido bastante, estaba a la mitad de la gestación y había comenzado a usar ropa más amplia por ello, por no decir que le robó algunas cosas a su esposo(?. —Voy a terminar en un sueño profundo como sigas así, bebé... No pensé que consumirías tanto...
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  • No te olvides de sonreír, incluso en días nublados. Siempre volverá a salir el sol
    Además, nunca sabes quién puede enamorarse de tu sonrisa

    *Dice Ace, sonriendo.*
    No te olvides de sonreír, incluso en días nublados. Siempre volverá a salir el sol 😁 Además, nunca sabes quién puede enamorarse de tu sonrisa *Dice Ace, sonriendo.*
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