| 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝟎𝟐 : 𝕸𝖎 𝖉𝖚𝖑𝖈𝖊 𝖈𝖔𝖗𝖉𝖊𝖗𝖔. |
Aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer.
Te vi arrastrándote, Kiev. Tus piernas eran un despojo roto, huesos quebrados que no respondían, arrastrándote en aquella madera empapada por la tormenta. La sangre se mezclaba con la lluvia, y tus manos temblaban mientras te aferrabas al suelo como si así pudieras sostener tu vida un segundo más.
Tus gritos resonaban en la oscuridad, clamando por ayuda, rogando por ellos, por los dos que amabas. Fue casi divertido verte desafiarme, desafiar a la misma muerte, como si tu voluntad pudiera torcer la balanza.
Y sin embargo, cuando por fin me encontraste, cuando mi sombra se alzó frente a ti, lo único que deseaste fue vivir. No por ti… sino por ellos.
Han pasado diez años desde aquella noche. Diez años y aún sigues siendo mi juguete favorito, mi dulce cordero quebrado.
╰───────────────✧─────────────╮
La bruma cayó con la suavidad de la medianoche, reptando entre las grietas de la oficina y devorando cada rincón de luz. El aire se volvió pesado, húmedo, frío como un invierno imposible.
La sombra tomó forma. La neblina se enroscó hasta erguirse tras de él, y sus dedos, tan pálidos como el mármol de un sepulcro, rozaron sus hombros.
Qué frágil se sentía su piel, tan helada… como la carne de un hombre al que ya le habían arrebatado lo más valioso: el alma.
Ella se inclinó sobre él, tan cerca que su aliento se confundió con el suyo.
—Buh~ — Susurro con dulzura. — ¿Disfrutando de la inmortalidad mi pequeño cordero?
| 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝟎𝟐 : 𝕸𝖎 𝖉𝖚𝖑𝖈𝖊 𝖈𝖔𝖗𝖉𝖊𝖗𝖔. |
Aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer.
Te vi arrastrándote, Kiev. Tus piernas eran un despojo roto, huesos quebrados que no respondían, arrastrándote en aquella madera empapada por la tormenta. La sangre se mezclaba con la lluvia, y tus manos temblaban mientras te aferrabas al suelo como si así pudieras sostener tu vida un segundo más.
Tus gritos resonaban en la oscuridad, clamando por ayuda, rogando por ellos, por los dos que amabas. Fue casi divertido verte desafiarme, desafiar a la misma muerte, como si tu voluntad pudiera torcer la balanza.
Y sin embargo, cuando por fin me encontraste, cuando mi sombra se alzó frente a ti, lo único que deseaste fue vivir. No por ti… sino por ellos.
Han pasado diez años desde aquella noche. Diez años y aún sigues siendo mi juguete favorito, mi dulce cordero quebrado.
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La bruma cayó con la suavidad de la medianoche, reptando entre las grietas de la oficina y devorando cada rincón de luz. El aire se volvió pesado, húmedo, frío como un invierno imposible.
La sombra tomó forma. La neblina se enroscó hasta erguirse tras de él, y sus dedos, tan pálidos como el mármol de un sepulcro, rozaron sus hombros.
Qué frágil se sentía su piel, tan helada… como la carne de un hombre al que ya le habían arrebatado lo más valioso: el alma.
Ella se inclinó sobre él, tan cerca que su aliento se confundió con el suyo.
—Buh~ — Susurro con dulzura. — ¿Disfrutando de la inmortalidad mi pequeño cordero?