No busco la luz, ni la gloria. Mi reino es el silencio, las sombras mi refugio. Desde aquí observo, cada detalle, cada movimiento, cada respiro de aquellos que se creen invisibles bajo la mirada de los demás.

El mundo me percibe apenas como un susurro, una ráfaga en la oscuridad. No me ven, pero yo los veo a todos. Cada paso imprudente, cada error que dejan tras de sí, los hilvano en una red que solo yo puedo descifrar.

La paciencia es mi mayor arma, el tiempo mi aliado. No hay prisa en mi cacería; dejo que mis presas se confíen, que olviden el peligro que acecha entre las sombras. Porque cuando decido actuar, no hay lugar donde esconderse, no hay defensa suficiente.

Soy la sombra que siempre estuvo ahí, el cazador cuya presencia es su mayor secreto. No me busques, porque encontrarme no sería un accidente, sino el destino final que yo mismo he tejido para ti.