Cuando Grey había firmado el contrato con el MI6, una parte suya, algunos dirán infantil, había imaginado que después de vivir un intenso entrenamiento y le asignaran un trabajo de campo en algún país extranjero, inmediatamente se encontraría con situaciones llenas de acción, donde debería utilizar su ingenio y sus habilidades en artes marciales para lidiar con algún terrorista o villano x que amenazaba la seguridad nacional, o que simplemente amenazaba los intereses de Reino Unido. Grey se había imaginado como una especie de 007; porque cuando se trataba de agentes secretos, fue inevitable no relacionar las dos cosas. Además era una de las películas de espías que más le gustaba.
Entonces... ¿por qué tenía que estar sirviendo café como un becario simplón en la sala de profesores de una universidad? Bueno, no solo café, también debía servir té, estaban en Reino Unido por supuesto.
—¿Por qué tengo que estar haciendo esto? —refunfuñó, y sin importarle recibir un regaño, agarró uno de los vasitos de telgopor con té y bebió un sorbo. De inmediato escupió todo. 
—¡Que asco! —arrugó la cara en una mueca, y tiró el vasito por ahí con bastante violencia para desquitarse un poco. 
Lo cual fue bastante estúpido porque él tendría que limpiar el desastre que dejó en el suelo. 
—¿Qué mierda es esto? 
Y la pregunta iba en ambos sentidos, primero el té, que lo había preparado él mismo, y claramente no era bueno en ello, lo segundo fue sobre su misión; "observar y recabar información sobre los profesores y notificar cualquier irregularidad".
Grey estaba tratando de que no se le escapara ningún detalle, ya se había aprendido todos los nombres de los docentes, qué materia daban y en qué aulas, y hasta había compartido tragos en un pub con el profesor de historia.
No sentía que estuviera haciendo mal su tarea, sin embargo... este trabajo de espía no se sentía muy glorioso.
¿Cuándo empezaría lo emocionante?