Recomendación: reproducir la música antes de leer
https://youtu.be/CLfnDlKv40k?si=SiZ9DYgCrPeKKe6I
El viento se desliza entre los pliegues de mi túnica blanca, y el suelo de terciopelo rojo se extiende ante mí como un sendero de promesas y expectativas olvidadas. La alfombra roja, un camino que lleva a la gloria o al abandono implacable.
Los ojos de la multitud se posan sobre mí, como si pudieran leer cada pensamiento, cada cicatriz en mi piel. Pero yo soy Lan Wangji, el Hanguang-Jun, y no me inmutaré por aquellos ojos.
Avanzo con la gracia de un cisne, mi espada Bichen descansando en su funda a mi lado. El silencio me envuelve, y puedo sentir el latido de mi corazón resonando en mis oídos.
¿Qué buscan estos mortales en mí? ¿Esperan ver al héroe, al guerrero invencible? O tal vez anhelan vislumbrar al hombre detrás de la leyenda, al que ama en silencio, al que ha perdido todo y encontrado el todo en un ciclo eterno.
Los flashes de las cámaras me ciegan momentáneamente, pero no titubeo. Mi mirada se encuentra con la suya, la única mirada que importa al menos para mí. Finwe, mi compañero de cultivo, mi amor perdido y hallado, mi orgullo de esposo aunque renfa ideas peor de suicidas que las de wei wuxian.
En esta alfombra roja, bajo los focos y las miradas curiosas, no soy solo Lan Wangji. Soy el reflejo de un pasado doloroso y un futuro incierto. Pero también soy el hombre que sostiene el corazón de Finwe en sus manos.
Y así, con cada paso, con cada mirada furtiva, avanzo hacia él. La alfombra roja se convierte en nuestro camino, y el mundo desaparece a nuestro alrededor. Solo existe él y yo, y el amor que trasciende el tiempo y el espacio.
Finwe, mi eterno compañero, mi luz en la oscuridad. Juntos, enfrentaremos la alfombra roja y todo lo que nos espera más allá
-atentamente un jade orgulloso de su esposo que no lamenta ir contra las reglas de la ciudad a cambio de ver a aquel elfo feliz-