• Yo rompiendo el molde de que sea rosa para anunciar que es niña.
    Yo rompiendo el molde de que sea rosa para anunciar que es niña.
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    𝗜𝗻𝘀𝘁𝗮𝗴𝗿𝗮𝗺 𝗣𝗼𝘀𝘁 « @.MKirijo Akihiko Sanada

    ¡ Deseando de tenerte con nosotros mi niña !
    ‍ ‍ ‍‍ ‍
    ︎──────────────────
    ︎≡ ↴ ⌂ ⌕ ⊞ ♡
    𝗜𝗻𝘀𝘁𝗮𝗴𝗿𝗮𝗺 𝗣𝗼𝘀𝘁 « @.MKirijo [Sanada_Thcx] ¡ Deseando de tenerte con nosotros mi niña ! ‍ ‍ ‍‍ ‍ ︎────────────────── ︎≡ ↴ ⌂ ⌕ ⊞ ♡
    Me encocora
    Me gusta
    13
    0 comentarios 0 compartidos
  • La mitología griega me ha interesado desde niña. Mi padre me sentaba en su regazo y me leía historias repletas de dioses vengativos y seres fascinantes.
    Pero el minotauro siempre fue mi favorito. Mitad hombre, mitad toro... Y ahora... ahora ya tengo el mío propio.
    La mitología griega me ha interesado desde niña. Mi padre me sentaba en su regazo y me leía historias repletas de dioses vengativos y seres fascinantes. Pero el minotauro siempre fue mi favorito. Mitad hombre, mitad toro... Y ahora... ahora ya tengo el mío propio.
    Me gusta
    Me encocora
    4
    1 turno 0 maullidos
  • —Después de cada asalto a cada pueblo, después de cada victoria sobre los pueblerinos, siempre venía lo mismo. Siempre llegaba las felicitaciones a secas por parte de Hordak, siempre se sentía lo mismo, el mismo orgullo vacío, el miedo que generaba en mis propios soldados, la victoria vacía, todo se sentía vacio.—

    . . .

    —Y en ese vacío, siempre quedaba ese momento de reflexión breve, esa pregunta.—

    …Después de conseguir lo que quiero… ¿Que sigue?

    —A este punto, me doy cuenta que no hay punto de retorno. He causado el suficiente daño como para simplemente arrepentirme, he alejado a personas que buscaban mi bien solo por egoísmo, pero… realmente ya no son necesarios, solo son juguetes que puedo usar, objetos para avanzar, el rencor que sentí desde niña no se irán, ¿Y que si no hay nada más para mi después de haber ganado? No es de importancia, si el punto es ganar, aunque en el proceso me tenga que volver un monstruo.—
    —Después de cada asalto a cada pueblo, después de cada victoria sobre los pueblerinos, siempre venía lo mismo. Siempre llegaba las felicitaciones a secas por parte de Hordak, siempre se sentía lo mismo, el mismo orgullo vacío, el miedo que generaba en mis propios soldados, la victoria vacía, todo se sentía vacio.— . . . —Y en ese vacío, siempre quedaba ese momento de reflexión breve, esa pregunta.— …Después de conseguir lo que quiero… ¿Que sigue? —A este punto, me doy cuenta que no hay punto de retorno. He causado el suficiente daño como para simplemente arrepentirme, he alejado a personas que buscaban mi bien solo por egoísmo, pero… realmente ya no son necesarios, solo son juguetes que puedo usar, objetos para avanzar, el rencor que sentí desde niña no se irán, ¿Y que si no hay nada más para mi después de haber ganado? No es de importancia, si el punto es ganar, aunque en el proceso me tenga que volver un monstruo.—
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖

    𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰: 𝑳𝒐𝒔 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒅𝒊ó𝒔

    Querido diario…

    Dicen que todo fugitivo deja un rastro.
    
Yo dejé cuatro….
    
Y algo más… un reflejo roto que ya no quería cargar.

    La noche en que escapé de la Mansión Moretti, el silencio se estiraba entre las paredes como un animal dormido que podía despertar en cualquier momento.

    Mis pasos eran tímidos, pero mi decisión ardía como un incendio.

    En el vestíbulo principal, antes de cruzar la puerta que solo se abría en nacimientos, bodas o muertes, dejé sobre la mesa de mármol un pequeño cofre de madera oscura.

    
Mi renuncia.
    
Mi acto final como hija de esa casa.

    Dentro acomodé los cuatro anillos que representaban los destinos que nunca pedimos.

    El anillo de Luca:
Oro pálido con el escudo Moretti.
    El peso del deber que él jamás cuestionó… aunque sus ojos lo hicieran.

    El anillo de Adriano:
    
Sencillo, con un rubí oculto en el interior.
La rebeldía que él escondía mejor que sus temores.

    El anillo de Giulia:
    
Perlas blancas, frías como el papel en el que se firmarán sus votos
    Una pureza forzada… no elegida.

    Y mi anillo.
    
El compromiso con Nikolai Romanov.


    La corona que debía cargar sin haberla pedido.

    Los dejé juntos, como si así pudiera entregarles la vida que rechazaba.

    Pero había algo más que debía abandonar.
    A un lado del cofre dejé mi espejo de mano, aquel que mi madre me entregó cuando cumplí trece años.
    
Un espejo de oro, tallado con filigranas delicadas y pequeñas rosas grabadas en su borde.

    Ella solía decirme:

    "Una Moretti siempre debe recordar quién es."

    Esa noche lo dejé abierto, con la superficie rota en tres fragmentos, cada uno reflejando una parte distinta de mí.
    
Sobre ellos puse rosas rosadas, frescas, recién cortadas del invernadero.

    El contraste entre el oro brillando bajo la luz tenue, las grietas del cristal y el color suave de los pétalos decía todo lo que yo no quería escribirles en una carta:

    La mujer que ustedes intentaron forjar en oro ya no existe.
La rompí yo misma.

    Huir fue dolor.
Frío.
Silencio.
    
La libertad no huele a victoria… huele a miedo y a madrugada

    Viajé con lo mínimo, ocultando mi apellido como si fuera un pecado.

    Cada ciudad me recibió con indiferencia, cada tren con incertidumbre.

    Hasta llegar a Londres.
    La lluvia era un látigo.
    El viento, un verdugo.
    
Mis manos se entumecieron, mis piernas fallaron y mi respiración se volvió un susurro agonizante.

    Me desplomé en un callejón húmedo, abrazando mi propio cuerpo como si pudiera calentarme a mí misma.
    
Me pregunté si la libertad valía morir en un país donde nadie sabía pronunciar Scarlett…

    sin acento.

    Entonces… ella apareció.

    Una mujer alta, elegante, un abrigo negro envolviéndola como un secreto.
    
Ojos filosos.

    Labios rojos.
    
Presencia que imponía respeto sin pedirlo.

    —Niña —dijo con voz grave, segura—

    así no se muere.
    Vamos.
    Te levantarás.

    No sé si yo tomé su mano… o si la vida lo hizo por mí.

    Se llamaba Mirena Blackwood, dueña de uno de los burdeles más influyentes y discretos de Londres.
    
Una mujer que había sobrevivido al mundo… y que había aprendido a dominarlo.
    Me llevó a su refugio.

    Me alimentó.

    Me dio un baño caliente.

    Ropa limpia.
    Una cama que no juzgaba.

    Y, sobre todo, me dio algo que nadie en mi vida me había dado:
    Tiempo.
    Esa noche, mientras escuchaba la música sensual detrás de las paredes rojas del burdel y el murmullo de voces que vivían al margen del mundo elegante, entendí que la libertad no empieza cuando uno huye.

    Empieza cuando uno se permite renacer.


    — Scarlett Moretti

    ~(o tal vez, pronto… solo Scarlett (?)…

    ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖ 𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰: 𝑳𝒐𝒔 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒅𝒊ó𝒔 Querido diario… Dicen que todo fugitivo deja un rastro. 
Yo dejé cuatro…. 
Y algo más… un reflejo roto que ya no quería cargar. La noche en que escapé de la Mansión Moretti, el silencio se estiraba entre las paredes como un animal dormido que podía despertar en cualquier momento. Mis pasos eran tímidos, pero mi decisión ardía como un incendio. En el vestíbulo principal, antes de cruzar la puerta que solo se abría en nacimientos, bodas o muertes, dejé sobre la mesa de mármol un pequeño cofre de madera oscura. … 
Mi renuncia. 
Mi acto final como hija de esa casa. … Dentro acomodé los cuatro anillos que representaban los destinos que nunca pedimos. El anillo de Luca:
Oro pálido con el escudo Moretti. El peso del deber que él jamás cuestionó… aunque sus ojos lo hicieran. El anillo de Adriano: 
Sencillo, con un rubí oculto en el interior.
La rebeldía que él escondía mejor que sus temores. El anillo de Giulia: 
Perlas blancas, frías como el papel en el que se firmarán sus votos Una pureza forzada… no elegida. Y mi anillo. 
El compromiso con Nikolai Romanov.
 La corona que debía cargar sin haberla pedido. Los dejé juntos, como si así pudiera entregarles la vida que rechazaba. Pero había algo más que debía abandonar. A un lado del cofre dejé mi espejo de mano, aquel que mi madre me entregó cuando cumplí trece años. 
Un espejo de oro, tallado con filigranas delicadas y pequeñas rosas grabadas en su borde. Ella solía decirme: "Una Moretti siempre debe recordar quién es." Esa noche lo dejé abierto, con la superficie rota en tres fragmentos, cada uno reflejando una parte distinta de mí. 
Sobre ellos puse rosas rosadas, frescas, recién cortadas del invernadero. El contraste entre el oro brillando bajo la luz tenue, las grietas del cristal y el color suave de los pétalos decía todo lo que yo no quería escribirles en una carta: La mujer que ustedes intentaron forjar en oro ya no existe.
La rompí yo misma. Huir fue dolor.
Frío.
Silencio. 
La libertad no huele a victoria… huele a miedo y a madrugada Viajé con lo mínimo, ocultando mi apellido como si fuera un pecado. Cada ciudad me recibió con indiferencia, cada tren con incertidumbre. Hasta llegar a Londres. La lluvia era un látigo. El viento, un verdugo. 
Mis manos se entumecieron, mis piernas fallaron y mi respiración se volvió un susurro agonizante. Me desplomé en un callejón húmedo, abrazando mi propio cuerpo como si pudiera calentarme a mí misma. 
Me pregunté si la libertad valía morir en un país donde nadie sabía pronunciar Scarlett… sin acento. Entonces… ella apareció. Una mujer alta, elegante, un abrigo negro envolviéndola como un secreto. 
Ojos filosos.
 Labios rojos. 
Presencia que imponía respeto sin pedirlo. —Niña —dijo con voz grave, segura— así no se muere. Vamos. Te levantarás. No sé si yo tomé su mano… o si la vida lo hizo por mí. Se llamaba Mirena Blackwood, dueña de uno de los burdeles más influyentes y discretos de Londres. 
Una mujer que había sobrevivido al mundo… y que había aprendido a dominarlo. Me llevó a su refugio.
 Me alimentó.
 Me dio un baño caliente.
 Ropa limpia. Una cama que no juzgaba. Y, sobre todo, me dio algo que nadie en mi vida me había dado: Tiempo. Esa noche, mientras escuchaba la música sensual detrás de las paredes rojas del burdel y el murmullo de voces que vivían al margen del mundo elegante, entendí que la libertad no empieza cuando uno huye. Empieza cuando uno se permite renacer. — Scarlett Moretti
 ~(o tal vez, pronto… solo Scarlett (?)…
    Me gusta
    Me encocora
    6
    0 turnos 1 maullido
  • -Niña... ¿Soy niña? Mucha gente. Mucha gente me llama.
    • • •

    -¿Edad? Yo... tengo 21.
    -Niña... ¿Soy niña? Mucha gente. Mucha gente me llama. • • • -¿Edad? Yo... tengo 21.
    Me gusta
    Me encocora
    9
    1 turno 0 maullidos
  • Un nuevo comienzo
    Fandom Oc propio
    Categoría Slice of Life

    𝑆𝑐𝑎𝑟𝑙𝑒𝑡𝑡 𝐸𝑙𝑒𝑎𝑛𝑜𝑟 𝑀𝑜𝑟𝑒𝑡𝑡𝑖

    Desde que era pequeña he ahorrado, las mesadas , sobornos (dulces), cada centavo ,cada propina , trato de ni gastar más de lo necesario y ahorrar todo lo que pueda , todo por un sueño que he tenido desde niña.

    Mi propia casa.

    Pase año en casas hogar luego tuve que rentar y sinceramente no creo dejar de adoptar así que mi departamento se está quedando corto, mantuve un buen crédito, no me endeude , o eso trataba, si debí un poco más.

    Busque inmobiliarias, muchas , casi todas las de la ciudad, estuve años en silencio sin decirle a nadie ese gran sueño que perseguía.

    Hasta hoy.

    Hoy al llegar de mi casa después del susto de mi vida con Titán, recibí una llamada de Rosa la mujer de la inmobiliaria para darme la hermosa noticia, que iluminó mis ojos y mi vida
    "Autorizaron el crédito y con tus ahorros , la casa es tuya Lilian" grite, llore de emoción, tanto trabajo, tanto esfuerzo dio sus frutos y esa casa en los suburbios, amplia y espaciosa, solo para mí y mis bebés, esa casa que me enamoró a primera vista e hice todo para fuera mia ahora estaba en mis manos.

    Las primeras a quienes avise fue a mis amigas, sobretodo a Scarlett que fue quien me dio el contacto y creyó que me había rendido, yo jamás me rindo, caigo pero me levanto, y esa noche no hubo más que celebración, alegrías , champagne, fritos, comida hubo de todo.

    La pequeña Lilian cumplía su sueño

    Después de aquella noticia me enfoque solamente en la mudanza, en empacar mis cosas, tampoco había mucho en un deparatamento, Scarlett me ayudó a comprar un pe de muebles, como la estufa hyel refrigerador que ya estában en casa, mi casa era un desastre, estaba llena de cajas, armarios a medio vaciar, libreros llenos de libros que de solo verlos ya me dolía la espalda de pensar lo pesado de las cajas.

    Si pude contratar a una empresa que se encargara de la mudanza pero, era más simbólico hacerlo yo misma.

    —Scarlett gracias por ayudarme , y perdón por hacer que pierdas tu día libre aquí conmigo— lo bueno es que ya solo falta poner todo en cajas para que se lleven los libreros.
    💖 [vision_fuchsia_rabbit_825] Desde que era pequeña he ahorrado, las mesadas , sobornos (dulces), cada centavo ,cada propina , trato de ni gastar más de lo necesario y ahorrar todo lo que pueda , todo por un sueño que he tenido desde niña. Mi propia casa. Pase año en casas hogar luego tuve que rentar y sinceramente no creo dejar de adoptar así que mi departamento se está quedando corto, mantuve un buen crédito, no me endeude , o eso trataba, si debí un poco más. Busque inmobiliarias, muchas , casi todas las de la ciudad, estuve años en silencio sin decirle a nadie ese gran sueño que perseguía. Hasta hoy. Hoy al llegar de mi casa después del susto de mi vida con Titán, recibí una llamada de Rosa la mujer de la inmobiliaria para darme la hermosa noticia, que iluminó mis ojos y mi vida "Autorizaron el crédito y con tus ahorros , la casa es tuya Lilian" grite, llore de emoción, tanto trabajo, tanto esfuerzo dio sus frutos y esa casa en los suburbios, amplia y espaciosa, solo para mí y mis bebés, esa casa que me enamoró a primera vista e hice todo para fuera mia ahora estaba en mis manos. Las primeras a quienes avise fue a mis amigas, sobretodo a Scarlett que fue quien me dio el contacto y creyó que me había rendido, yo jamás me rindo, caigo pero me levanto, y esa noche no hubo más que celebración, alegrías , champagne, fritos, comida hubo de todo. La pequeña Lilian cumplía su sueño Después de aquella noticia me enfoque solamente en la mudanza, en empacar mis cosas, tampoco había mucho en un deparatamento, Scarlett me ayudó a comprar un pe de muebles, como la estufa hyel refrigerador que ya estában en casa, mi casa era un desastre, estaba llena de cajas, armarios a medio vaciar, libreros llenos de libros que de solo verlos ya me dolía la espalda de pensar lo pesado de las cajas. Si pude contratar a una empresa que se encargara de la mudanza pero, era más simbólico hacerlo yo misma. —Scarlett gracias por ayudarme , y perdón por hacer que pierdas tu día libre aquí conmigo— lo bueno es que ya solo falta poner todo en cajas para que se lleven los libreros.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me encocora
    Me gusta
    7
    2 turnos 0 maullidos
  • Nyx ya no era aquella niña dulce , tan alegre llena de luz y siempre optimista
    Esta era mas apagada sus ojos estaban lleno de odio, su aura era imponente esa aura de rey demonio anterior , parecia la de su padre zeldris y su tio meliodas ¿por que habia cambiaro?
    Nyx ya no era aquella niña dulce , tan alegre llena de luz y siempre optimista Esta era mas apagada sus ojos estaban lleno de odio, su aura era imponente esa aura de rey demonio anterior , parecia la de su padre zeldris y su tio meliodas ¿por que habia cambiaro?
    Me entristece
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • El sol entraba con una luz más suave de lo habitual cuando Isla despertó, algo desorientada. Parpadeó un par de veces antes de mirar el reloj, y su sorpresa fue inmediata.
    —¿Media tarde…? —susurró, incorporándose con lentitud.

    El lado de la cama donde dormía su marido estaba vacío, y desde la cocina llegaba el sonido de algo moviéndose. Supuso que Darküs estaría allí, como siempre, inquieto cuando ella dormía demasiado. Se estiró, pero al hacerlo notó una sensación extraña, húmeda, cálida… y el corazón le dio un vuelco.

    El olor en la habitación también era distinto. No era sudor, ni el aroma de otras noches, sino algo completamente nuevo.

    Darküs apareció justo entonces, con una sonrisa distraída.
    —¿No tienes boca para llamarme? —bromeó, acercándose a ella.

    Isla se llevó una mano al pecho, sobresaltada.
    —¡Me vas a matar del susto! —exhaló, entre risas nerviosas—. Dormí casi todo el día, ya no podía seguir acostada…

    Él frunció el ceño y olfateó el aire.
    —¿A qué huele…? —preguntó, curioso.

    Isla giró la cabeza hacia la cama, y en cuanto vio el gran círculo húmedo sobre las sábanas, todo encajó. Sus ojos se abrieron de golpe.
    —Mierda… —murmuró, y lo miró con la respiración entrecortada—. Cielo, no te pongas nervioso, pero creo que Brianna ya viene.

    —¡Has roto aguas! —exclamó él, golpeándose la frente antes de sonreír con nerviosismo. No perdió ni un segundo: la tomó de la mano y en un abrir y cerrar de ojos desapareció, regresando con el médico a su lado.

    El doctor llegó aún en bañador, sorprendido pero eficiente, y enseguida se puso manos a la obra. Carmen llegó poco después, lista para ayudar. Isla, sentada en la cama, apenas podía controlar sus respiraciones. Darküs se arrodilló a su lado y le tomó la mano.

    —Todo va a salir bien, mi amor —susurró, acariciándole la mejilla—. Respira conmigo, ¿sí?

    Ella asintió, apretando sus dedos con fuerza. El primer empujón la hizo gritar, y las lágrimas se mezclaron con el sudor que perlaba su frente.
    —¡Dios, duele tanto…!

    —Ya casi, ya casi, Isla. Eres la mujer más fuerte que conozco. —Darküs no se apartaba, sus ojos brillaban entre el miedo y la ternura.

    Carmen refrescó la frente de Isla con una toalla húmeda mientras el médico daba las últimas indicaciones.
    —Muy bien, empuja una vez más. Ya se ve la cabecita…

    Darküs se asomó, conteniendo el aliento.
    —La veo… —dijo con la voz quebrada—. Amor, la veo. Es nuestra niña…

    Con el último esfuerzo, un pequeño llanto llenó la habitación. Isla soltó el aire entre sollozos, exhausta. El médico colocó a la bebé sobre su pecho, y en cuanto la sintió, la niña se calmó, buscando instintivamente el calor de su madre.

    Isla la miró, temblorosa, con lágrimas cayendo sin control.
    —Es tan pequeñita… —susurró, acariciando su cabecita—. Hola, mi amor…

    Darküs apenas podía hablar. Con los ojos húmedos, besó la frente de Isla y cortó el cordón umbilical con manos temblorosas.
    —Es perfecta… igual que tú —murmuró, dejando caer una lágrima sobre su mejilla.

    Cuando el médico y Carmen terminaron de limpiar y ordenar todo, los dejaron a solas. La habitación se llenó de silencio, solo roto por los suaves ruiditos de Brianna mamando el pecho de su madre. Isla, aún conmovida, levantó la vista hacia su esposo y rozó sus labios con un beso suave.
    —Te amo —dijo apenas en un suspiro.

    Darküs la miró, completamente rendido.
    —Y yo a ti. Gracias por esto… por las dos.

    Se quedaron así, juntos, mientras el atardecer cubría la habitación con tonos dorados. Brianna dormía sobre el pecho de su madre, y Darküs, con la mano sobre ambas, sonrió sabiendo que aquel era el principio de todo.

    Darküs Volkøv
    El sol entraba con una luz más suave de lo habitual cuando Isla despertó, algo desorientada. Parpadeó un par de veces antes de mirar el reloj, y su sorpresa fue inmediata. —¿Media tarde…? —susurró, incorporándose con lentitud. El lado de la cama donde dormía su marido estaba vacío, y desde la cocina llegaba el sonido de algo moviéndose. Supuso que Darküs estaría allí, como siempre, inquieto cuando ella dormía demasiado. Se estiró, pero al hacerlo notó una sensación extraña, húmeda, cálida… y el corazón le dio un vuelco. El olor en la habitación también era distinto. No era sudor, ni el aroma de otras noches, sino algo completamente nuevo. Darküs apareció justo entonces, con una sonrisa distraída. —¿No tienes boca para llamarme? —bromeó, acercándose a ella. Isla se llevó una mano al pecho, sobresaltada. —¡Me vas a matar del susto! —exhaló, entre risas nerviosas—. Dormí casi todo el día, ya no podía seguir acostada… Él frunció el ceño y olfateó el aire. —¿A qué huele…? —preguntó, curioso. Isla giró la cabeza hacia la cama, y en cuanto vio el gran círculo húmedo sobre las sábanas, todo encajó. Sus ojos se abrieron de golpe. —Mierda… —murmuró, y lo miró con la respiración entrecortada—. Cielo, no te pongas nervioso, pero creo que Brianna ya viene. —¡Has roto aguas! —exclamó él, golpeándose la frente antes de sonreír con nerviosismo. No perdió ni un segundo: la tomó de la mano y en un abrir y cerrar de ojos desapareció, regresando con el médico a su lado. El doctor llegó aún en bañador, sorprendido pero eficiente, y enseguida se puso manos a la obra. Carmen llegó poco después, lista para ayudar. Isla, sentada en la cama, apenas podía controlar sus respiraciones. Darküs se arrodilló a su lado y le tomó la mano. —Todo va a salir bien, mi amor —susurró, acariciándole la mejilla—. Respira conmigo, ¿sí? Ella asintió, apretando sus dedos con fuerza. El primer empujón la hizo gritar, y las lágrimas se mezclaron con el sudor que perlaba su frente. —¡Dios, duele tanto…! —Ya casi, ya casi, Isla. Eres la mujer más fuerte que conozco. —Darküs no se apartaba, sus ojos brillaban entre el miedo y la ternura. Carmen refrescó la frente de Isla con una toalla húmeda mientras el médico daba las últimas indicaciones. —Muy bien, empuja una vez más. Ya se ve la cabecita… Darküs se asomó, conteniendo el aliento. —La veo… —dijo con la voz quebrada—. Amor, la veo. Es nuestra niña… Con el último esfuerzo, un pequeño llanto llenó la habitación. Isla soltó el aire entre sollozos, exhausta. El médico colocó a la bebé sobre su pecho, y en cuanto la sintió, la niña se calmó, buscando instintivamente el calor de su madre. Isla la miró, temblorosa, con lágrimas cayendo sin control. —Es tan pequeñita… —susurró, acariciando su cabecita—. Hola, mi amor… Darküs apenas podía hablar. Con los ojos húmedos, besó la frente de Isla y cortó el cordón umbilical con manos temblorosas. —Es perfecta… igual que tú —murmuró, dejando caer una lágrima sobre su mejilla. Cuando el médico y Carmen terminaron de limpiar y ordenar todo, los dejaron a solas. La habitación se llenó de silencio, solo roto por los suaves ruiditos de Brianna mamando el pecho de su madre. Isla, aún conmovida, levantó la vista hacia su esposo y rozó sus labios con un beso suave. —Te amo —dijo apenas en un suspiro. Darküs la miró, completamente rendido. —Y yo a ti. Gracias por esto… por las dos. Se quedaron así, juntos, mientras el atardecer cubría la habitación con tonos dorados. Brianna dormía sobre el pecho de su madre, y Darküs, con la mano sobre ambas, sonrió sabiendo que aquel era el principio de todo. [Darkus]
    Me encocora
    Me gusta
    3
    0 turnos 2 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Solo quiero hacer una aclaración.
    Por seguridad y evitar baneos, Stella se presenta como una mujer ya mayor.
    Pero en verdad es una niña de 12 años, la edad en donde fue asesinada después de dos años de maltratos de su psiquiatra.
    Solo quiero hacer una aclaración. Por seguridad y evitar baneos, Stella se presenta como una mujer ya mayor. Pero en verdad es una niña de 12 años, la edad en donde fue asesinada después de dos años de maltratos de su psiquiatra.
    Me shockea
    1
    0 comentarios 0 compartidos
Ver más resultados
Patrocinados