• El Primer Día en Hogwarts: La Selección de Anlhein

    El Gran Comedor estaba iluminado por la luz de las velas flotantes y el techo encantado reflejaba un cielo estrellado. Los estudiantes de primer año, nerviosos y emocionados, estaban alineados frente al estrado donde el Sombrero Seleccionador descansaba. El bullicio de los estudiantes de las casas mayores se había calmado, y el ambiente estaba cargado de expectación.

    La Profesora McGonagall, con su rígida postura y sus gafas de montura recta, avanzó al estrado. Con un movimiento elegante y autoritario, levantó su varita y el Sombrero Seleccionador se colocó sobre el taburete. McGonagall, con su voz clara y firme, comenzó a llamar los nombres de los estudiantes.

    —Petro, Anlhein.

    El nombre resonó en el Gran Comedor y todos los ojos se volvieron hacia Anlhein. Con el corazón latiéndole en el pecho, Anlhein avanzó hacia el taburete, sintiendo el peso de la expectación de sus compañeros de clase y el murmullo de las casas. Se sentó en el taburete, sintiendo el frío del sombrero sobre su cabeza mientras el Sombrero Seleccionador se ajustaba a su nuevo portador.

    El sombrero parecía susurrar en su mente, y Anlhein trató de concentrarse en sus pensamientos más profundos, sabiendo que esta elección podría definir su futuro. Pensó en sus sueños y en sus ambiciones, esperando que el sombrero captara su verdadero yo. El Gran Comedor estaba en silencio, observando cada movimiento mientras el sombrero se desplazaba ligeramente sobre su cabeza.

    Finalmente, el sombrero se quedó en silencio y Anlhein sintió un alivio cuando el sombrero empezó a hablar en voz alta.

    —¡Slytherin!
    El Primer Día en Hogwarts: La Selección de Anlhein El Gran Comedor estaba iluminado por la luz de las velas flotantes y el techo encantado reflejaba un cielo estrellado. Los estudiantes de primer año, nerviosos y emocionados, estaban alineados frente al estrado donde el Sombrero Seleccionador descansaba. El bullicio de los estudiantes de las casas mayores se había calmado, y el ambiente estaba cargado de expectación. La Profesora McGonagall, con su rígida postura y sus gafas de montura recta, avanzó al estrado. Con un movimiento elegante y autoritario, levantó su varita y el Sombrero Seleccionador se colocó sobre el taburete. McGonagall, con su voz clara y firme, comenzó a llamar los nombres de los estudiantes. —Petro, Anlhein. El nombre resonó en el Gran Comedor y todos los ojos se volvieron hacia Anlhein. Con el corazón latiéndole en el pecho, Anlhein avanzó hacia el taburete, sintiendo el peso de la expectación de sus compañeros de clase y el murmullo de las casas. Se sentó en el taburete, sintiendo el frío del sombrero sobre su cabeza mientras el Sombrero Seleccionador se ajustaba a su nuevo portador. El sombrero parecía susurrar en su mente, y Anlhein trató de concentrarse en sus pensamientos más profundos, sabiendo que esta elección podría definir su futuro. Pensó en sus sueños y en sus ambiciones, esperando que el sombrero captara su verdadero yo. El Gran Comedor estaba en silencio, observando cada movimiento mientras el sombrero se desplazaba ligeramente sobre su cabeza. Finalmente, el sombrero se quedó en silencio y Anlhein sintió un alivio cuando el sombrero empezó a hablar en voz alta. —¡Slytherin!
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  • Descanso y Reflexión

    #wendigo #oneshot

    -----Rancho "El Espíritu del Bosque". Eureka, Montana.

    El sol apenas se asoma sobre el horizonte cuando llega al rancho de unos viejos y muy buenos amigos. Las primeras luces del día pintan el cielo de tonos rosados y naranjas, y el aire matutino tiene una frescura revitalizante. El sonido de los caballos y el crujido de la grava bajo sus botas le dan una sensación de bienvenida y familiaridad, le devuelven la tranquilidad que perdió en su última investigación.

    James se siente abrumado por la tensión acumulada en las últimas semanas, entre la investigación de la mansión y su lucha constante con la maldición que le tortura. Sabe que necesita descansar para recuperar el equilibrio.

    Al llegar al corral, es recibido por el anciano patriarca, cuya mirada siempre ha reflejado una profunda sabiduría y serenidad.

    — James, es bueno verte —dice con una sonrisa cálida—. Supongo que vienes a buscar un poco de paz.

    — Chayton —James apura unos pasos para abrazar a su viejo amigo— ¿Cuánto a sido? ¿Seis meses? Sí, necesito un respiro. Estuve a punto de perder el control. Fue más difícil de lo que esperaba, más que otras veces. Pude sentir su aliento en la nuca. Estaba al borde de convertirme en aquello que siempre he temido ser.

    Chayton asiente lentamente, su mirada fija en James, sin rastro de juicio en sus ojos.

    — El control es una batalla constante, mi amigo. El hecho de que hayas sentido la amenaza significa que aún eres consciente de quién eres y lo que puedes llegar a ser. El wendigo te consume, pero también te recuerda cada día que aún luchas.

    James baja la mirada, avergonzado, mientras comienza a relatarle a Chayton lo que ocurrió. El viento sopla suavemente a través del campo, moviendo las hojas de los árboles, pero la mente de James está atrapada en el momento en que perdió el control.

    — Estaba muy molesto. No me di cuenta de lo que estaba haciendo. Regañé a esta persona, alguien que realmente me importa… y en mi enojo, algo pasó. No quería hacerlo, pero... usé el poder del wendigo sin querer. Entré en su mente, afecté sus emociones.

    Chayton, con su expresión siempre serena, observa a James con atención, dejando que termine su confesión antes de responder.

    — Cuéntame más, James. ¿Qué pasó cuando entraste en su mente? ¿Qué sintió?

    James suspira, frotándose el puente de la nariz como si intentara aliviar un dolor invisible.

    — No mucho, no lo noté. No fue como cuando la maldición me impulsa a cazar o a alimentarme. Luego él me dijo que, en lugar de molestarse por mi actuar, sintió ternura.

    Chayton frunce el ceño, claramente intrigado por la situación.

    — El wendigo no es conocido por inspirar ternura, James. Es una criatura de hambre, de ira y desesperación. Si esta persona sintió ternura, podría significar que algo más está sucediendo. Tal vez esos sentimientos ya existían y simplemente fueron amplificados por tu presencia, o tal vez... algo en ti, algo que no es del todo el wendigo, se manifestó en ese momento.

    James se queda en silencio por un largo momento, el peso de lo que Chayton ha sugerido cayendo sobre él como una revelación inesperada. La posibilidad de que la ternura que sintió aquella persona importante fuera auténtica, y no simplemente una manipulación del wendigo, lo toma por sorpresa.

    Sus ojos se abren un poco más, y su respiración se vuelve casi imperceptible mientras procesa la idea. Es un pensamiento que no había permitido entrar completamente en su mente hasta ahora.

    — ¿Auténtica…? —murmura, casi para sí mismo, como si el concepto le resultara completamente ajeno en ese contexto, pero no es así, de hecho, solo con pensarlo un momento, conectado esto con otros muchos gestos que aquella persona ha tenido... Tiene tanto sentido como peso.

    Chayton observa la reacción de James, reconociendo la profundidad de su sorpresa.

    — Las emociones no siempre tienen riendas, James. No todo es producto de la maldición, no todo en ti está corrompido. Quizás… esa persona vio algo en ti que tú mismo no has visto.

    James traga saliva, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

    — Es... difícil.

    Chayton lo observa con una mirada comprensiva.

    — Lo que importa ahora, James, es que no puedes dejarte consumir por la duda

    — ¿Y si la próxima vez no soy tan fuerte? ¿Y si… cedo?

    Chayton apoya una mano sobre el hombro de James, su agarre es firme a pesar de su avanzada edad.

    — Mientras sigas preguntándotelo, seguirás teniendo la fuerza para resistir. Pero no tienes que hacerlo solo. La tierra tiene su propia energía, y tú sabes cómo conectarte con ella. Deja que te ayude a equilibrar tu espíritu.

    James asiente, agradecido por la comprensión y el consejo de su viejo amigo. Hablar de sus temores siempre ha sido difícil, pero Chayton tiene una forma de hacer que todo parezca más manejable.

    — Gracias. Necesitaba escuchar eso.

    El anciano sonríe levemente, asiente y lo guía hacia las caballerizas. Juntos preparan a “Lobo”, un majestuoso mustang que James ha montado desde su juventud. El caballo relincha suavemente, reconociendo a su viejo amigo.

    — Recuerda, James —dice Chayton mientras ajusta la montura—, cuando sientas que estás por colapsar, vuelve a tus raíces y encuentra tu centro. La tierra, el viento y los espíritus de nuestros ancestros te guiarán.

    James asiente, sintiendo el poder de esas palabras resonar en su corazón. Monta a Lobo con destreza y sale al galope, dejando que el viento en su rostro y el ritmo del caballo bajo él lo reconecten con su espíritu.

    Cabalga a través de los vastos campos y colinas, el sonido de los cascos golpeando la tierra es como un mantra que le ayuda a despejar su mente. Los olores del pasto fresco, el polvo y la brisa le traen recuerdos de su niñez, cuando la vida era más simple y sus problemas parecían más pequeños.

    Después de un rato, James llega a un claro cerca de un arroyo. Detiene a Lobo y desmonta, dejando que el caballo beba del agua fresca. Se sienta en la orilla del arroyo, observando el flujo constante del agua, recordando las historias y enseñanzas que Chayton y otros ancianos le contaron cuando era niño.

    — Recuerda quién eres, James —se dice a sí mismo en voz baja—. Eres más fuerte de lo que piensas. No estás solo.

    Descanso y Reflexión #wendigo #oneshot -----Rancho "El Espíritu del Bosque". Eureka, Montana. El sol apenas se asoma sobre el horizonte cuando llega al rancho de unos viejos y muy buenos amigos. Las primeras luces del día pintan el cielo de tonos rosados y naranjas, y el aire matutino tiene una frescura revitalizante. El sonido de los caballos y el crujido de la grava bajo sus botas le dan una sensación de bienvenida y familiaridad, le devuelven la tranquilidad que perdió en su última investigación. James se siente abrumado por la tensión acumulada en las últimas semanas, entre la investigación de la mansión y su lucha constante con la maldición que le tortura. Sabe que necesita descansar para recuperar el equilibrio. Al llegar al corral, es recibido por el anciano patriarca, cuya mirada siempre ha reflejado una profunda sabiduría y serenidad. — James, es bueno verte —dice con una sonrisa cálida—. Supongo que vienes a buscar un poco de paz. — Chayton —James apura unos pasos para abrazar a su viejo amigo— ¿Cuánto a sido? ¿Seis meses? Sí, necesito un respiro. Estuve a punto de perder el control. Fue más difícil de lo que esperaba, más que otras veces. Pude sentir su aliento en la nuca. Estaba al borde de convertirme en aquello que siempre he temido ser. Chayton asiente lentamente, su mirada fija en James, sin rastro de juicio en sus ojos. — El control es una batalla constante, mi amigo. El hecho de que hayas sentido la amenaza significa que aún eres consciente de quién eres y lo que puedes llegar a ser. El wendigo te consume, pero también te recuerda cada día que aún luchas. James baja la mirada, avergonzado, mientras comienza a relatarle a Chayton lo que ocurrió. El viento sopla suavemente a través del campo, moviendo las hojas de los árboles, pero la mente de James está atrapada en el momento en que perdió el control. — Estaba muy molesto. No me di cuenta de lo que estaba haciendo. Regañé a esta persona, alguien que realmente me importa… y en mi enojo, algo pasó. No quería hacerlo, pero... usé el poder del wendigo sin querer. Entré en su mente, afecté sus emociones. Chayton, con su expresión siempre serena, observa a James con atención, dejando que termine su confesión antes de responder. — Cuéntame más, James. ¿Qué pasó cuando entraste en su mente? ¿Qué sintió? James suspira, frotándose el puente de la nariz como si intentara aliviar un dolor invisible. — No mucho, no lo noté. No fue como cuando la maldición me impulsa a cazar o a alimentarme. Luego él me dijo que, en lugar de molestarse por mi actuar, sintió ternura. Chayton frunce el ceño, claramente intrigado por la situación. — El wendigo no es conocido por inspirar ternura, James. Es una criatura de hambre, de ira y desesperación. Si esta persona sintió ternura, podría significar que algo más está sucediendo. Tal vez esos sentimientos ya existían y simplemente fueron amplificados por tu presencia, o tal vez... algo en ti, algo que no es del todo el wendigo, se manifestó en ese momento. James se queda en silencio por un largo momento, el peso de lo que Chayton ha sugerido cayendo sobre él como una revelación inesperada. La posibilidad de que la ternura que sintió aquella persona importante fuera auténtica, y no simplemente una manipulación del wendigo, lo toma por sorpresa. Sus ojos se abren un poco más, y su respiración se vuelve casi imperceptible mientras procesa la idea. Es un pensamiento que no había permitido entrar completamente en su mente hasta ahora. — ¿Auténtica…? —murmura, casi para sí mismo, como si el concepto le resultara completamente ajeno en ese contexto, pero no es así, de hecho, solo con pensarlo un momento, conectado esto con otros muchos gestos que aquella persona ha tenido... Tiene tanto sentido como peso. Chayton observa la reacción de James, reconociendo la profundidad de su sorpresa. — Las emociones no siempre tienen riendas, James. No todo es producto de la maldición, no todo en ti está corrompido. Quizás… esa persona vio algo en ti que tú mismo no has visto. James traga saliva, luchando por encontrar las palabras adecuadas. — Es... difícil. Chayton lo observa con una mirada comprensiva. — Lo que importa ahora, James, es que no puedes dejarte consumir por la duda — ¿Y si la próxima vez no soy tan fuerte? ¿Y si… cedo? Chayton apoya una mano sobre el hombro de James, su agarre es firme a pesar de su avanzada edad. — Mientras sigas preguntándotelo, seguirás teniendo la fuerza para resistir. Pero no tienes que hacerlo solo. La tierra tiene su propia energía, y tú sabes cómo conectarte con ella. Deja que te ayude a equilibrar tu espíritu. James asiente, agradecido por la comprensión y el consejo de su viejo amigo. Hablar de sus temores siempre ha sido difícil, pero Chayton tiene una forma de hacer que todo parezca más manejable. — Gracias. Necesitaba escuchar eso. El anciano sonríe levemente, asiente y lo guía hacia las caballerizas. Juntos preparan a “Lobo”, un majestuoso mustang que James ha montado desde su juventud. El caballo relincha suavemente, reconociendo a su viejo amigo. — Recuerda, James —dice Chayton mientras ajusta la montura—, cuando sientas que estás por colapsar, vuelve a tus raíces y encuentra tu centro. La tierra, el viento y los espíritus de nuestros ancestros te guiarán. James asiente, sintiendo el poder de esas palabras resonar en su corazón. Monta a Lobo con destreza y sale al galope, dejando que el viento en su rostro y el ritmo del caballo bajo él lo reconecten con su espíritu. Cabalga a través de los vastos campos y colinas, el sonido de los cascos golpeando la tierra es como un mantra que le ayuda a despejar su mente. Los olores del pasto fresco, el polvo y la brisa le traen recuerdos de su niñez, cuando la vida era más simple y sus problemas parecían más pequeños. Después de un rato, James llega a un claro cerca de un arroyo. Detiene a Lobo y desmonta, dejando que el caballo beba del agua fresca. Se sienta en la orilla del arroyo, observando el flujo constante del agua, recordando las historias y enseñanzas que Chayton y otros ancianos le contaron cuando era niño. — Recuerda quién eres, James —se dice a sí mismo en voz baja—. Eres más fuerte de lo que piensas. No estás solo.
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  • -Luego de aquella batalla contra el lucario, el barón había conseguido la mega piedra incluso antes de lo que esperaba, ya con todo lo que necesitaba y más, él se subiría a su montura y comenzaría a surcar los cielos del lugar.-

    —Ya casi tengo todo donde quiere que esté, espera un poco más Archibald, que el poder no te desespere...
    -Luego de aquella batalla contra el lucario, el barón había conseguido la mega piedra incluso antes de lo que esperaba, ya con todo lo que necesitaba y más, él se subiría a su montura y comenzaría a surcar los cielos del lugar.- —Ya casi tengo todo donde quiere que esté, espera un poco más Archibald, que el poder no te desespere...
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  • Don't you dare to leave me all alone.
    Fandom OC
    Categoría Suspenso
    — ¡Jina, Jina! ¡¡¡JINA!!!

    La voz de Harin, alta y cargada de terror, irrumpió el silencio del salón en la residencia de los Chi. Jina llevaba horas sin levantarse de la mesa que decoraba el centro de la instancia, al igual que tampoco había levantado la cabeza, prácticamente sumergida en todos los documentos sobre el caso. Ni siquiera el sonido de su teléfono para alertaría de que tenía un nuevo SMS consiguió captar su atención. Sin embargo, por más que lo leyera y releyera, redactara hipótesis y comparase con crímenes similares… sentía que había algo que se escapaba de su control. Y eso no le gustaba nada. Ni siquiera hizo nada por celebrar por su cumpleaños, más allá que soplar las velas del pastel que le trajeron Jaehyun y Haerin, aunque a Jina esa fecha dejó de importarle en cuanto perdió a sus padres.

    Ahora, lo único que le importaba era el caso y devolverle al pueblo la tranquilidad que merecía.

    Sin embargo, todos esos pensamientos se esfumaron tan rápido como Harin acabó con la poca concentración que le quedaba y sus antiguas preocupaciones fueron sustituidas por otras cuando vio a su subordinada asustada, temblorosa y con su mirada yendo de un lado a otro. La criminóloga se levantó de inmediato -más bien, tan rápido como se lo permitieron sus piernas entumecidas- para aproximarse hacia ella y atenderla.

    — ¿Haerin? ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado?

    Jina comenzó a examinar a su compañera de arriba a abajo, asegurándose de que no estuviera herida. Ya se había encargado de advertirles: “No salgáis solos por la noche, ahora el pueblo no es un lugar seguro”. Pero, por suerte, no veía ningún rasguño ni nada por lo que preocuparse a nivel físico. ¿Entonces…?

    — Es Minho, Jina. ¡Es Minho! Le he escuchado gritar mientras volvía y… y…

    No esperó a que su compañera terminara de hablar. La preocupación y el nerviosismo en su voz fueron suficientes para que Jina olvidase su rencor hacia Minho y las propias advertencias que ella misma dio y saliera corriendo en dirección a la casa de quien una vez fue su mejor amigo. Y sí, salió descalza, con uno de sus pijamas ridículos, las gafas y los cristales que sobresalían su montura y cada mechón de su pelo en una dirección diferente.
    Ni su apariencia, ni el dolor de sus pies desnudos pisando las piedras del suelo, ni la humedad del ambiente que le dificultaba respirar, ni su teléfono resonando en el bolsillo. Nada de eso importaba ahora. Menos aún cuando, durante todo el trayecto de dos minutos que se le hizo una eternidad, su mente imaginó múltiples escenarios.

    ¿Cómo no iba a esperar lo peor, tras todo lo que estaba sucediendo en el pueblo? Además, siendo las horas que eran… Aquel era el momento perfecto de la noche para infiltrarse en las casas y…

    No le dio tiempo a seguir recreándose en el miedo, puesto que cuando llegó se encontró la casa de Minho apagada, pero con la puerta del salón abierta. Por un momento, se le olvidó razonar que aquella era una costumbre de su familia, dado que hasta ese entonces nunca había existido problema alguno con dejar la casa desprotegida, pero ahora… Jina esperó lo peor al encontrarse frente a esa imagen.

    — ¿Minho? ¡Minho! ¿¡Dónde te has metido!?

    Tampoco fue capaz de razonar que, a lo mejor, gritar de esa manera a esas horas de la madrugada tan solo conseguiría alarmar a los vecinos… Además de llamar la atención del supuesto asesino, claro está. No obstante, eso no le importaba demasiado, porque Jina volvió a sentirse, por un momento, como su yo adolescente que acababa de perder a sus padres en un accidente, dejando a Minho y Ryeowook como la única familia que le quedaba.

    — ¡¡Minho!! 𝘗𝘢𝘳𝘬 𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰


    — ¡Jina, Jina! ¡¡¡JINA!!! La voz de Harin, alta y cargada de terror, irrumpió el silencio del salón en la residencia de los Chi. Jina llevaba horas sin levantarse de la mesa que decoraba el centro de la instancia, al igual que tampoco había levantado la cabeza, prácticamente sumergida en todos los documentos sobre el caso. Ni siquiera el sonido de su teléfono para alertaría de que tenía un nuevo SMS consiguió captar su atención. Sin embargo, por más que lo leyera y releyera, redactara hipótesis y comparase con crímenes similares… sentía que había algo que se escapaba de su control. Y eso no le gustaba nada. Ni siquiera hizo nada por celebrar por su cumpleaños, más allá que soplar las velas del pastel que le trajeron Jaehyun y Haerin, aunque a Jina esa fecha dejó de importarle en cuanto perdió a sus padres. Ahora, lo único que le importaba era el caso y devolverle al pueblo la tranquilidad que merecía. Sin embargo, todos esos pensamientos se esfumaron tan rápido como Harin acabó con la poca concentración que le quedaba y sus antiguas preocupaciones fueron sustituidas por otras cuando vio a su subordinada asustada, temblorosa y con su mirada yendo de un lado a otro. La criminóloga se levantó de inmediato -más bien, tan rápido como se lo permitieron sus piernas entumecidas- para aproximarse hacia ella y atenderla. — ¿Haerin? ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado? Jina comenzó a examinar a su compañera de arriba a abajo, asegurándose de que no estuviera herida. Ya se había encargado de advertirles: “No salgáis solos por la noche, ahora el pueblo no es un lugar seguro”. Pero, por suerte, no veía ningún rasguño ni nada por lo que preocuparse a nivel físico. ¿Entonces…? — Es Minho, Jina. ¡Es Minho! Le he escuchado gritar mientras volvía y… y… No esperó a que su compañera terminara de hablar. La preocupación y el nerviosismo en su voz fueron suficientes para que Jina olvidase su rencor hacia Minho y las propias advertencias que ella misma dio y saliera corriendo en dirección a la casa de quien una vez fue su mejor amigo. Y sí, salió descalza, con uno de sus pijamas ridículos, las gafas y los cristales que sobresalían su montura y cada mechón de su pelo en una dirección diferente. Ni su apariencia, ni el dolor de sus pies desnudos pisando las piedras del suelo, ni la humedad del ambiente que le dificultaba respirar, ni su teléfono resonando en el bolsillo. Nada de eso importaba ahora. Menos aún cuando, durante todo el trayecto de dos minutos que se le hizo una eternidad, su mente imaginó múltiples escenarios. ¿Cómo no iba a esperar lo peor, tras todo lo que estaba sucediendo en el pueblo? Además, siendo las horas que eran… Aquel era el momento perfecto de la noche para infiltrarse en las casas y… No le dio tiempo a seguir recreándose en el miedo, puesto que cuando llegó se encontró la casa de Minho apagada, pero con la puerta del salón abierta. Por un momento, se le olvidó razonar que aquella era una costumbre de su familia, dado que hasta ese entonces nunca había existido problema alguno con dejar la casa desprotegida, pero ahora… Jina esperó lo peor al encontrarse frente a esa imagen. — ¿Minho? ¡Minho! ¿¡Dónde te has metido!? Tampoco fue capaz de razonar que, a lo mejor, gritar de esa manera a esas horas de la madrugada tan solo conseguiría alarmar a los vecinos… Además de llamar la atención del supuesto asesino, claro está. No obstante, eso no le importaba demasiado, porque Jina volvió a sentirse, por un momento, como su yo adolescente que acababa de perder a sus padres en un accidente, dejando a Minho y Ryeowook como la única familia que le quedaba. — ¡¡Minho!! [thisdarkurg3]
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  • Archibald ya se encontraba en las afueras de la gran biblioteca con su premio. Lo único que le faltaba era volar para contactar con una vieja conocida.

    Se detuvo sobre unas ruinas de una extraña estructura y, de manera bastante llamativa, silbó para llamar a su montura.

    En los primeros minutos, esta no apareció, pero no tardó más de cinco minutos en que la hermosa y gigantesca criatura de escamas doradas se mostrara frente al barón, lista para su siguiente travesía.
    Archibald ya se encontraba en las afueras de la gran biblioteca con su premio. Lo único que le faltaba era volar para contactar con una vieja conocida. Se detuvo sobre unas ruinas de una extraña estructura y, de manera bastante llamativa, silbó para llamar a su montura. En los primeros minutos, esta no apareció, pero no tardó más de cinco minutos en que la hermosa y gigantesca criatura de escamas doradas se mostrara frente al barón, lista para su siguiente travesía.
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  • Encontrare una montura genial! Debe haber una por aqui
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  • Daozhang Xiao Xingchen
    *Unos días después de su pequeña escapada a las habitaciones fuera de la secta Xue estaba como nuevo, su humor incluso había mejorado y ya estaban listos para embarcarse en una cacería nocturna.. Había empacado solo lo esencial en su montura y los niños ya sabían sobre el pequeño viaje que harían sus padres a la aldea vecina*

    Daozhang... Diles algo.. no quiere soltarme ..
    [Daozhang_XiaoXingchen] *Unos días después de su pequeña escapada a las habitaciones fuera de la secta Xue estaba como nuevo, su humor incluso había mejorado y ya estaban listos para embarcarse en una cacería nocturna.. Había empacado solo lo esencial en su montura y los niños ya sabían sobre el pequeño viaje que harían sus padres a la aldea vecina* Daozhang... Diles algo.. no quiere soltarme ..
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  • Era un cráter inmenso y profundo, tal vez del tamaño de una ciudad tan grande como la de New York que había sido reducida a escombros, por suerte, se trataba de un espacio valdio libre de poblacion que tiene el proposito de realizar experimentos por parte de la federación nacional armamentista, en el centro del caos palpitaba una diminuta esfera de color azul tan brillante, tan reluciente, pero al mismo tiempo tan densa y tan pesada que nisiquiera la maquinaria más grande y más poderosa pudo moverla siquiera un milímetro, realmente era un objeto extravagante e impresionante que consiguió sobrepasar toda espectariva humana posible.

    - !! Ya fué suficiente ¡¡, Los humanos no deberían meterse a jugar con cosas que desconocen, será mejor que todos retrocedan... -

    Cuando el resonar de una voz femenina autoritaria pero al mismo tiempo pasible y carismática se escuchó desde lo más elevado de los cielos, todos los científicos y trabajadores presentes elevaron sus miradas y contemplaron a una mujer, a la personificación de la belleza en carne propia levitar hasta descender lentamente con total tranquilidad... La mujer voluptuosa vestida con su traje revelador de super heroina de color blanco con capa azulada, cabellera celeste y una coqueta y refinada montura posó sus pies sobre el suelo con parcimonia. Se agachó y tomó la esfera de energía resplandeciente de color azul y la levantó tomándola entre los dedos índice y pulgar de su mano derecha con una facilidad increíble, sorprendiendo a todos los que observaban allí mismo.

    - Está esfera es el equivalente a una diminuta porción de una estrella de neutrones, es insignificante, pero una partícula de este tamaño puede ser tan pesada como toda una ciudad, así que deberian tener mucho cuidado antes de manejar fuerzas que están fuera de su control... Ahora permítanme deshacerme de esto antes de que alguien salga herido... -
    Era un cráter inmenso y profundo, tal vez del tamaño de una ciudad tan grande como la de New York que había sido reducida a escombros, por suerte, se trataba de un espacio valdio libre de poblacion que tiene el proposito de realizar experimentos por parte de la federación nacional armamentista, en el centro del caos palpitaba una diminuta esfera de color azul tan brillante, tan reluciente, pero al mismo tiempo tan densa y tan pesada que nisiquiera la maquinaria más grande y más poderosa pudo moverla siquiera un milímetro, realmente era un objeto extravagante e impresionante que consiguió sobrepasar toda espectariva humana posible. - !! Ya fué suficiente ¡¡, Los humanos no deberían meterse a jugar con cosas que desconocen, será mejor que todos retrocedan... - Cuando el resonar de una voz femenina autoritaria pero al mismo tiempo pasible y carismática se escuchó desde lo más elevado de los cielos, todos los científicos y trabajadores presentes elevaron sus miradas y contemplaron a una mujer, a la personificación de la belleza en carne propia levitar hasta descender lentamente con total tranquilidad... La mujer voluptuosa vestida con su traje revelador de super heroina de color blanco con capa azulada, cabellera celeste y una coqueta y refinada montura posó sus pies sobre el suelo con parcimonia. Se agachó y tomó la esfera de energía resplandeciente de color azul y la levantó tomándola entre los dedos índice y pulgar de su mano derecha con una facilidad increíble, sorprendiendo a todos los que observaban allí mismo. - Está esfera es el equivalente a una diminuta porción de una estrella de neutrones, es insignificante, pero una partícula de este tamaño puede ser tan pesada como toda una ciudad, así que deberian tener mucho cuidado antes de manejar fuerzas que están fuera de su control... Ahora permítanme deshacerme de esto antes de que alguien salga herido... -
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  • Compañeros a la fuerza. -Gremio de Aventureros-
    Fandom Original.
    Categoría Fantasía
    Skye llevaba casi dos años como aventurero, pero no había logrado más que subir a acero, la segunda categoría más baja dentro de la clasificación del gremio, y no se debía a que fuera un incompetente, un vago o un cobarde, sino por los problemas que había tenido desde el primer día en no querer aceptar a nadie como jinete. Ser un feral y pertenecer al gremio significaba que el líder del lugar tenía el derecho de emparejar a aventureros bípedos o humanoides, con los ferales, para que hicieran equipo, a veces, habiendo dos o tres parejas así en un solo grupo, pues los aventureros hacían equipos de entre tres a cinco integrantes, aunque si todos eran jinetes solía redondearse a seis. El dragón se había inscrito al poco tiempo de salir de la Academia de Avalar, uno de los tres grandes renios de los dragones repartidos por continentes del mundo. Estuvo entre los cinco mejores de su promoción, podría haber trabajado en la creación de gemas mágicas u otro trabajo cómodo y bien pagado, pero prefirió dedicarse a ayudar a los demás, como hizo su madre en su juventud, la cual, se convirtió bastante famosa al derrotar, con su equipo, a un Rey Demonio que surgió en un reino vecino. El dragón turquesa mantenía aquella información en secreto, estaba orgulloso de su madre, pero no quería utilizar la fama que esta había conseguido para conseguir un trato especial o para conseguir mejores trabajos, de hecho él solito se había ganado la fama de intratable, pero de vez en cuando algún incauto aventurero novato aceptaba la sugerencia del líder del gremio de que lo cogiera como compañero de equipo y montura. De hecho, Skye acababa de aterrizar hacía solo unos minutos en una zona habilitada para ello cerca del gremio y un aterrado y joven aventurero, un furr felino, se había bajado de él, cayendo a cuatro patas y alejándose con los ojos desorbitados de miedo.

    —Menudo alfeñique... —se burló el dragón, que esperó paciente a que un mozo se acercara para quitarle la silla de montar y demás arreos, que no incluía riendas, pues se había negado en redondo al ser solo un vuelo de prueba para el novato, que había metido la cabeza entre unos arbustos para vomitar.

    Satisfecho con el resultado, se alejó hacia el gremio, para informar a la recepcionista que el último aventurero que lo había "solicitado" como montura, había cambiado de idea durante el vuelo de prueba que todos los ferales hacían con sus respectivos jinetes, o circuito en caso de los ferales no voladores, como unicornios o similares. Skye ignoró las miradas de desaprobación de algunos compañeros de gremio, ferales y bípedos, que habían visto el "espectáculo" desde tierra. El único inconveniente para el dragón es que se había puesto perdido de barro y hojas cuando había realizado una maniobra pasando muy cerca de la orilla cenagosa del lago cercano y luego volado peligrosamente cerca de las copas de unos árboles del bosque más allá de las instalaciones del gremio. Entró por las puertas, adaptadas al tamaño de ferales como él, y alzó el hocico con una sonrisa de orgullo y victoria en el hocico, alguien en un rincón donde había una pizarra, hizo una marca bajo el nombre: Skye, siendo el quinto aventurero al que el dragón derrotaba en aquel mes. Se dirigió hacia el mostrador donde había una furr loba de unos treinta y tantos años que lo miró con el ceño fruncido.

    —Algún día darás con alguien que te ponga en tu sitio, Skye —le advirtió ella, añadiendo de nuevo su nombre a la lista de ferales disponibles como monturas, y en aquel momento no eran muchos, solo él.

    —No tengo culpa de que Greek no sepa elegir bien a mis jinetes, además, trabajo mejor si no llevo a nadie encima, ya lo he demostrado varias veces —replicó.

    —Te volverán a penalizar por esto, a este paso volverás a porcelana —le dijo ella con indiferencia, ignorando su mueca de preocupación.

    —Ese tipo casi me vomita encima y solo hice maniobras básicas si nos vemos obligados a luchar en el aire... —trató de defenderse.

    —Te creo, pero siempre puedes empezar por algo más sencillo y no por la máxima dificultad. Te tendría que tocar alguien que sepa que puede ponerte riendas sin necesidad de pedirte permiso, o que usara ciertos "equipos" complementarios para someterte —indicó divertida.

    —Eso sería como esclavizarme o algo peor... dejaría tirado a la primera de cambio a un jinete así.

    —Leíste el contrato, y lo firmaste, se que suena injusto, pero no todas las ventajas son para el jinete, sabes perfectamente que ellos también tienen limitaciones y obligaciones que cumplir para con su montura...

    En aquel momento abrió la puerta el felino al que había dejado vomitando, y furioso lo señaló con un dedo.

    —¡Pienso hablar de lo ocurrido con Greek! ¡Esto no quedará así! —juró antes de dirigirse a las puertas que llevaba al aseo del gremio, un lugar amplio y bien equipado, con un onsen u aguas termales, donde los aventureros podían asearse y relajarse.

    —Creo que esta vez te bajarán de categoría, lo siento por ti —dijo la loba encogiendo los hombros, como si pensara que se lo tenía bien merecido—. Deberías buscar a alguien que te ayude a darte un baño, pareces que te hubieras revolcado en el barro —le aconsejó.

    Con un gruñido de desánimo, el dragón se alejó hacia una mesa donde había un par de ferales que conocía, un grifo y otro dragón que lo "felicitaron" por su hazaña y lo invitaron a una bebida sin alcohol, para que les narrara lo que había pasado en el vuelo de prueba. Mientras, gente iba entrando o saliendo del gremio.
    Skye llevaba casi dos años como aventurero, pero no había logrado más que subir a acero, la segunda categoría más baja dentro de la clasificación del gremio, y no se debía a que fuera un incompetente, un vago o un cobarde, sino por los problemas que había tenido desde el primer día en no querer aceptar a nadie como jinete. Ser un feral y pertenecer al gremio significaba que el líder del lugar tenía el derecho de emparejar a aventureros bípedos o humanoides, con los ferales, para que hicieran equipo, a veces, habiendo dos o tres parejas así en un solo grupo, pues los aventureros hacían equipos de entre tres a cinco integrantes, aunque si todos eran jinetes solía redondearse a seis. El dragón se había inscrito al poco tiempo de salir de la Academia de Avalar, uno de los tres grandes renios de los dragones repartidos por continentes del mundo. Estuvo entre los cinco mejores de su promoción, podría haber trabajado en la creación de gemas mágicas u otro trabajo cómodo y bien pagado, pero prefirió dedicarse a ayudar a los demás, como hizo su madre en su juventud, la cual, se convirtió bastante famosa al derrotar, con su equipo, a un Rey Demonio que surgió en un reino vecino. El dragón turquesa mantenía aquella información en secreto, estaba orgulloso de su madre, pero no quería utilizar la fama que esta había conseguido para conseguir un trato especial o para conseguir mejores trabajos, de hecho él solito se había ganado la fama de intratable, pero de vez en cuando algún incauto aventurero novato aceptaba la sugerencia del líder del gremio de que lo cogiera como compañero de equipo y montura. De hecho, Skye acababa de aterrizar hacía solo unos minutos en una zona habilitada para ello cerca del gremio y un aterrado y joven aventurero, un furr felino, se había bajado de él, cayendo a cuatro patas y alejándose con los ojos desorbitados de miedo. —Menudo alfeñique... —se burló el dragón, que esperó paciente a que un mozo se acercara para quitarle la silla de montar y demás arreos, que no incluía riendas, pues se había negado en redondo al ser solo un vuelo de prueba para el novato, que había metido la cabeza entre unos arbustos para vomitar. Satisfecho con el resultado, se alejó hacia el gremio, para informar a la recepcionista que el último aventurero que lo había "solicitado" como montura, había cambiado de idea durante el vuelo de prueba que todos los ferales hacían con sus respectivos jinetes, o circuito en caso de los ferales no voladores, como unicornios o similares. Skye ignoró las miradas de desaprobación de algunos compañeros de gremio, ferales y bípedos, que habían visto el "espectáculo" desde tierra. El único inconveniente para el dragón es que se había puesto perdido de barro y hojas cuando había realizado una maniobra pasando muy cerca de la orilla cenagosa del lago cercano y luego volado peligrosamente cerca de las copas de unos árboles del bosque más allá de las instalaciones del gremio. Entró por las puertas, adaptadas al tamaño de ferales como él, y alzó el hocico con una sonrisa de orgullo y victoria en el hocico, alguien en un rincón donde había una pizarra, hizo una marca bajo el nombre: Skye, siendo el quinto aventurero al que el dragón derrotaba en aquel mes. Se dirigió hacia el mostrador donde había una furr loba de unos treinta y tantos años que lo miró con el ceño fruncido. —Algún día darás con alguien que te ponga en tu sitio, Skye —le advirtió ella, añadiendo de nuevo su nombre a la lista de ferales disponibles como monturas, y en aquel momento no eran muchos, solo él. —No tengo culpa de que Greek no sepa elegir bien a mis jinetes, además, trabajo mejor si no llevo a nadie encima, ya lo he demostrado varias veces —replicó. —Te volverán a penalizar por esto, a este paso volverás a porcelana —le dijo ella con indiferencia, ignorando su mueca de preocupación. —Ese tipo casi me vomita encima y solo hice maniobras básicas si nos vemos obligados a luchar en el aire... —trató de defenderse. —Te creo, pero siempre puedes empezar por algo más sencillo y no por la máxima dificultad. Te tendría que tocar alguien que sepa que puede ponerte riendas sin necesidad de pedirte permiso, o que usara ciertos "equipos" complementarios para someterte —indicó divertida. —Eso sería como esclavizarme o algo peor... dejaría tirado a la primera de cambio a un jinete así. —Leíste el contrato, y lo firmaste, se que suena injusto, pero no todas las ventajas son para el jinete, sabes perfectamente que ellos también tienen limitaciones y obligaciones que cumplir para con su montura... En aquel momento abrió la puerta el felino al que había dejado vomitando, y furioso lo señaló con un dedo. —¡Pienso hablar de lo ocurrido con Greek! ¡Esto no quedará así! —juró antes de dirigirse a las puertas que llevaba al aseo del gremio, un lugar amplio y bien equipado, con un onsen u aguas termales, donde los aventureros podían asearse y relajarse. —Creo que esta vez te bajarán de categoría, lo siento por ti —dijo la loba encogiendo los hombros, como si pensara que se lo tenía bien merecido—. Deberías buscar a alguien que te ayude a darte un baño, pareces que te hubieras revolcado en el barro —le aconsejó. Con un gruñido de desánimo, el dragón se alejó hacia una mesa donde había un par de ferales que conocía, un grifo y otro dragón que lo "felicitaron" por su hazaña y lo invitaron a una bebida sin alcohol, para que les narrara lo que había pasado en el vuelo de prueba. Mientras, gente iba entrando o saliendo del gremio.
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  • « Mi poder es mi voluntad. Mi voluntad es mi poder.

    Soy puro poder y voluntad al mismo tiempo.

    Xellos, acepta el destino que he forjado para ti. Ocupa el lugar que Shabranigdu dejó al dejarse corromper por el odio y el rencor, y álzate como el Rey Demonio.

    Solo tú puedes decidir si permanecerás aquí dando la derrota por escrita; o si regresarás allí, ocuparás tu lugar como Señor de la Oscuridad y liderarás a las razas para llevarlas a la guerra y la victoria contra Abismo. »

    ***

    Aquellas fueron las últimas palabras que La Diosa de la Pesadilla Eterna dedicó a Xellos antes de desaparecer y dejarle en la más absoluta soledad para que pudiera tomar una decisión. Ceder al sueño eterno en el Mar del Caos o cargar con el destino de la humanidad y del resto de razas.

    Para cuando la Diosa de la Pesadilla Eterna regresó, Xellos ya había tomado su decisión.

    En la parte más elevada de una montaña cubierta por una gruesa capa de nieve, yacía casi inerte un hombre alto, delgado, con el cabello largo, sedoso y de color negro.

    Los copos de nieve cubrían lentamente su capa de color negro y el viento agitaba los mechones de su cabello.

    Era Xellos, el nuevo Rey Demonio.

    Aquello significaba que Xellos finalmente había aceptado el ofrecimiento que le hizo la Diosa de la Pesadilla Eterna y que, ahora, el destino de todos estaba en sus manos... Sin olvidar que Xellos seguía siendo un demonio a fin de cuentas.

    Destruir a Abismo era la inalcanzable encomienda que La Diosa de la Pesadilla Eterna había reservado para él.

    Abismo, un ser procedente del Averno Astral. Una entidad de una oscuridad insondable, cuyo poder era vasto y omnipresente en ese plano oscuro. Como el gobernante supremo del Averno Astral, Abismo era el arquitecto de la corrupción y el caos que prevalecían en el Averno, manipulando a sus seguidores, los Antiguos, y tejiendo intrincadas conspiraciones para expandir su influencia a otros planos y dimensiones.

    El aire entró en los pulmones de Xellos por primera desde que su cuerpo apareció sobre aquella montaña.

    Con dificultad intentó incorporarse, pero sus esfuerzos fueron en vano. Su cuerpo no respondía.

    Se sentía débil y abatido, a penas podía con el peso de su propio cuerpo. ¿Qué le ocurría? ¿No se suponía que ahora mismo era el Demonio más poderoso de todos los que quedaban con vida? Jamás se había sentido de aquel modo: tan débil, tan frágil, tan vulnerable.

    Se arrastró por la nieve, solo buscando que su cuerpo reaccionara. Sus dedos se hundieron en la nieve buscando algo a lo que aferrarse.

    Tras muchos esfuerzos logró incorporarse. Lo sentía. Sí. Poco a poco la fuerza iba volviendo a su ser, una fuerza que no había sentido nunca. Una fuerza que, si no era dominada, podría corromper el corazón más noble.

    Aún con las rodillas hincadas en el nieve, miró a su alrededor. Conocía el lugar.

    Eran las Montañas de Kataart, el conocido como "hogar de los Demonios" en el mundo físico. Allí se encontraba sellada en el hielo una parte del Rey Demonio Shabranigdu. Shabranigdu no estaba muerto, solo estaba esperando el momento en que pudiera despertar.

    Pronto Xellos escuchó el ruido emitido por los cascos de un caballo pisoteando la nieve. Se giró hacia él y vio un majestuoso caballo que se había detenido junto a él.

    Xellos supo de inmediato que no era un caballo cualquiera, aquel caballo procedía del plano astral, aunque a los ojos de los humanos fuera un caballo normal.

    Él sabía lo que aquello significaba, por lo que sonrió mirando al caballo y se aferró a las ataduras de la montura para ponerse en pie y finalmente se subió sobre el caballo.

    La razón de su sonrisa era que sabía que aquel caballo se lo había enviado Greater Beast Zelas Metallium, su creadora, también conocida como el Rey de las Bestias.

    El hecho de que Zelas le hubiera enviado aquel caballo significaba una cosa: a pesar de que la relación de subordinación entre ellos se había roto desde que fue la Diosa de la Pesadilla Eterna quien le resucitó, aún tenía el apoyo y la confianza de Zelas.

    Xellos espoleó al caballo y este empezó a galopar a una gran velocidad inigualable por ningún otro caballo sobre la faz de la tierra. Casi parecía que volaba sobre la nieve y que sus cascos ni siquiera la rozaban.

    Su primer objetivo era encontrar a Reena, Abismo aún podía esperar.






    © Imágenes creadas por [REENA].
    « Mi poder es mi voluntad. Mi voluntad es mi poder. Soy puro poder y voluntad al mismo tiempo. Xellos, acepta el destino que he forjado para ti. Ocupa el lugar que Shabranigdu dejó al dejarse corromper por el odio y el rencor, y álzate como el Rey Demonio. Solo tú puedes decidir si permanecerás aquí dando la derrota por escrita; o si regresarás allí, ocuparás tu lugar como Señor de la Oscuridad y liderarás a las razas para llevarlas a la guerra y la victoria contra Abismo. » *** Aquellas fueron las últimas palabras que La Diosa de la Pesadilla Eterna dedicó a Xellos antes de desaparecer y dejarle en la más absoluta soledad para que pudiera tomar una decisión. Ceder al sueño eterno en el Mar del Caos o cargar con el destino de la humanidad y del resto de razas. Para cuando la Diosa de la Pesadilla Eterna regresó, Xellos ya había tomado su decisión. En la parte más elevada de una montaña cubierta por una gruesa capa de nieve, yacía casi inerte un hombre alto, delgado, con el cabello largo, sedoso y de color negro. Los copos de nieve cubrían lentamente su capa de color negro y el viento agitaba los mechones de su cabello. Era Xellos, el nuevo Rey Demonio. Aquello significaba que Xellos finalmente había aceptado el ofrecimiento que le hizo la Diosa de la Pesadilla Eterna y que, ahora, el destino de todos estaba en sus manos... Sin olvidar que Xellos seguía siendo un demonio a fin de cuentas. Destruir a Abismo era la inalcanzable encomienda que La Diosa de la Pesadilla Eterna había reservado para él. Abismo, un ser procedente del Averno Astral. Una entidad de una oscuridad insondable, cuyo poder era vasto y omnipresente en ese plano oscuro. Como el gobernante supremo del Averno Astral, Abismo era el arquitecto de la corrupción y el caos que prevalecían en el Averno, manipulando a sus seguidores, los Antiguos, y tejiendo intrincadas conspiraciones para expandir su influencia a otros planos y dimensiones. El aire entró en los pulmones de Xellos por primera desde que su cuerpo apareció sobre aquella montaña. Con dificultad intentó incorporarse, pero sus esfuerzos fueron en vano. Su cuerpo no respondía. Se sentía débil y abatido, a penas podía con el peso de su propio cuerpo. ¿Qué le ocurría? ¿No se suponía que ahora mismo era el Demonio más poderoso de todos los que quedaban con vida? Jamás se había sentido de aquel modo: tan débil, tan frágil, tan vulnerable. Se arrastró por la nieve, solo buscando que su cuerpo reaccionara. Sus dedos se hundieron en la nieve buscando algo a lo que aferrarse. Tras muchos esfuerzos logró incorporarse. Lo sentía. Sí. Poco a poco la fuerza iba volviendo a su ser, una fuerza que no había sentido nunca. Una fuerza que, si no era dominada, podría corromper el corazón más noble. Aún con las rodillas hincadas en el nieve, miró a su alrededor. Conocía el lugar. Eran las Montañas de Kataart, el conocido como "hogar de los Demonios" en el mundo físico. Allí se encontraba sellada en el hielo una parte del Rey Demonio Shabranigdu. Shabranigdu no estaba muerto, solo estaba esperando el momento en que pudiera despertar. Pronto Xellos escuchó el ruido emitido por los cascos de un caballo pisoteando la nieve. Se giró hacia él y vio un majestuoso caballo que se había detenido junto a él. Xellos supo de inmediato que no era un caballo cualquiera, aquel caballo procedía del plano astral, aunque a los ojos de los humanos fuera un caballo normal. Él sabía lo que aquello significaba, por lo que sonrió mirando al caballo y se aferró a las ataduras de la montura para ponerse en pie y finalmente se subió sobre el caballo. La razón de su sonrisa era que sabía que aquel caballo se lo había enviado Greater Beast Zelas Metallium, su creadora, también conocida como el Rey de las Bestias. El hecho de que Zelas le hubiera enviado aquel caballo significaba una cosa: a pesar de que la relación de subordinación entre ellos se había roto desde que fue la Diosa de la Pesadilla Eterna quien le resucitó, aún tenía el apoyo y la confianza de Zelas. Xellos espoleó al caballo y este empezó a galopar a una gran velocidad inigualable por ningún otro caballo sobre la faz de la tierra. Casi parecía que volaba sobre la nieve y que sus cascos ni siquiera la rozaban. Su primer objetivo era encontrar a Reena, Abismo aún podía esperar. © Imágenes creadas por [REENA].
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