• ℝ𝕠𝕝 𝕛𝕦𝕟𝕥𝕠 𝕒 𝒜𝓇𝒸𝒽𝒾𝒷𝒶𝓁𝒹 ℛ𝒶𝓰𝓃𝒶𝓀𝒾
    ┅┅━━━━━━━━ •⊱✧⊰• ━━━━━━━━┅┅
    El viento frío del atardecer agitaba el manto de Agatha mientras descendía sobre el palacio en la espalda de una joven dragona de escamas blancas. Las grandes alas de la criatura se batían con elegancia, anunciando su llegada a los guardias apostados en las torres. El viaje había sido largo, y Agatha sentía el cansancio en sus huesos, pero estaba ansiosa por regresar. Las murallas del palacio, altas y conocidas, le ofrecían una bienvenida silenciosa, pero algo en el ambiente estaba fuera de lugar.

    La dragona aterrizó suavemente en el patio principal, y Agatha descendió, acariciando las escamas suaves de su montura antes de girarse para encarar a los guardias que se acercaban.

    -Bienvenida, Consejera -dijo uno de los guardias, haciendo una reverencia, pero su tono era más formal de lo habitual. Algo en sus ojos indicaba tensión.

    Agatha frunció ligeramente el ceño.

    -Gracias, pero... noto cierta inquietud. ¿Todo está bien?

    Los guardias intercambiaron miradas rápidas, y uno de ellos dio un paso adelante.

    -El rey desea verla de inmediato en el salón del consejo -dijo, evitando su mirada directa.

    Agatha sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había dejado al Barón Ragnaki como consejero y general del ejército cuando partió, y ahora le hablaban de un rey. Decidió no hacer preguntas por el momento. Ajustándose el manto, asintió.

    -Llévenme.

    Mientras caminaban por los pasillos que conocía tan bien, la atmósfera se tornaba más densa. El eco de sus pasos parecía resonar de una forma diferente. Más pesada. A cada paso, algo dentro de ella le gritaba que todo había cambiado, aunque aún no sabía cómo.

    Cuando llegaron ante las grandes puertas del salón del consejo, se abrieron lentamente, revelando la imponente figura de Ragnaki en el centro de la sala. Vestía las ropas reales, el manto adornado con la corona del reino. Agatha se detuvo en seco, su corazón dio un vuelco.

    -Barón Ragnaki... -comenzó, tratando de disimular la sorpresa.

    Pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta.
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    ℝ𝕠𝕝 𝕛𝕦𝕟𝕥𝕠 𝕒 [Baron.01] ┅┅━━━━━━━━ •⊱✧⊰• ━━━━━━━━┅┅ El viento frío del atardecer agitaba el manto de Agatha mientras descendía sobre el palacio en la espalda de una joven dragona de escamas blancas. Las grandes alas de la criatura se batían con elegancia, anunciando su llegada a los guardias apostados en las torres. El viaje había sido largo, y Agatha sentía el cansancio en sus huesos, pero estaba ansiosa por regresar. Las murallas del palacio, altas y conocidas, le ofrecían una bienvenida silenciosa, pero algo en el ambiente estaba fuera de lugar. La dragona aterrizó suavemente en el patio principal, y Agatha descendió, acariciando las escamas suaves de su montura antes de girarse para encarar a los guardias que se acercaban. -Bienvenida, Consejera -dijo uno de los guardias, haciendo una reverencia, pero su tono era más formal de lo habitual. Algo en sus ojos indicaba tensión. Agatha frunció ligeramente el ceño. -Gracias, pero... noto cierta inquietud. ¿Todo está bien? Los guardias intercambiaron miradas rápidas, y uno de ellos dio un paso adelante. -El rey desea verla de inmediato en el salón del consejo -dijo, evitando su mirada directa. Agatha sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había dejado al Barón Ragnaki como consejero y general del ejército cuando partió, y ahora le hablaban de un rey. Decidió no hacer preguntas por el momento. Ajustándose el manto, asintió. -Llévenme. Mientras caminaban por los pasillos que conocía tan bien, la atmósfera se tornaba más densa. El eco de sus pasos parecía resonar de una forma diferente. Más pesada. A cada paso, algo dentro de ella le gritaba que todo había cambiado, aunque aún no sabía cómo. Cuando llegaron ante las grandes puertas del salón del consejo, se abrieron lentamente, revelando la imponente figura de Ragnaki en el centro de la sala. Vestía las ropas reales, el manto adornado con la corona del reino. Agatha se detuvo en seco, su corazón dio un vuelco. -Barón Ragnaki... -comenzó, tratando de disimular la sorpresa. Pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta. ┅┅━━━━━━━━ •⊱✧⊰• ━━━━━━━━┅┅
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  • Texto no apto para gente aprensiva.

    Analepsis. "Historias de su pasado".

    𝓥𝓮𝓷𝓰𝓪𝓷𝔃𝓪 ( 𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 2 )

    Se había vengado... ¿Por qué entonces se sentía tan vacío?

    Habían muerto... Toda su familia humana habían muerto. Aquellos que le dieron un nombre, enseñado hablar y a ser invisible. Aquellos que les había enseñado que era amar. 

    No paraba de llover. Kazuo, transformado después de tantos años en un imponente zorro de dos colas, corría de forma frenética, zigzagueando entre los árboles del bosque, como si fuera una sombra entre estos. Su poder explotaba en una maraña salvaje, incontrolable y voraz.

    Podía olerlos... Podía oler a los culpables de aquel acto atroz, de aquel asesinato a sangre fría, sin compasión y brutal. No estaban lejos, su hedor cada vez más intenso, mezclado con la sangre de sus padres y sus hermanos. Sentía como le ardían los pulmones, como estos amenazaban por salir de su boca en un estallido. Pero no podía parar, estaba tan cerca de alcanzarlos que casi podía sentir la anticipación del crujir de sus huesos en su mandíbula.

    El cuerpo del zorro se movía solo. Su mente en modo automático, conectado con el botón de destruir activado. Oteando el horizonte, allí estaban, cuatro jinetes a caballo desbocado, riendo y hablando como si no acabarán de arrebatarles la vida a una familia entera, a su familia. La impotencia era desmedida, tan dolorosa que por unos instantes hubiese preferido la muerte al dolor que estaba experimentando. 

    Con cada zancada a cuatro patas, Kazuo comienza a acercarse peligrosamente, hasta que finalmente en un impulso la enorme criatura se alzaba por encima de estos, agarrando una de las cabezas de los jinetes entre sus fauces, arrancándosela de cuajo con una facilidad pasmosa. 

    El zorro aterrizaba frente a ellos, aun con la cabeza chorreante entre sus dientes, una imagen visceral, solo a la altura de la más tenebrosa de las pesadillas. Estaba nublado por la rabia, un sentimiento que descubrió ese mismo día, ya que ciento de años atrás no tenía consciencia de sus sentimientos, simplemente el de la pura supervivencia. Todos estos cambiaría después de conocer a su familia, ahora muerta, con sus cuerpos aún calientes en lo que era su hogar. 

    Kazuo daba un latigazo con su cuello, arrojando la cabeza del jinete frente a los otros que frenaban en seco sus caballos. El zorro rugía, un gutural sonido que emanaba de su pecho, ahora tintando por el líquido carmesí, ensuciando su pelaje blanco y puro como el color de la luna. Este hacía retroceder sus orejas hacia atrás, apretando sus colmillos mientras todo su gesto se tensaba en una amenaza, sintiendo el sabor metálico de la sangre ajena en su boca.

    Agazapado, listo para abalanzarse, este comienza a acercarse, lentamente, acechando a sus presas que comenzaban a jadear presas del pánico. Estos no sabían las razones por las que el demonio arremetía contra ellos, pero mientras estos murieran, el Yokai no necesitaba nada más. En un abrir y cerrar de ojos, como si de un espectro se tratase, el zorro se abalanzaba sobre otro de los jinetes, haciéndole caer a él y su caballo al suelo. Mientras el equino se ponía en pie y se marchaba, dejaba al descubierto la sanguinaria escena, mientras el asesino gritaba con desesperación, Kazuo mordía su estómago con saña, desperdigando sus tripas por la tierra, llenando esta de sus vísceras y su sangre. Había sido una muerte agónica, tortuosa, solo el primero de los jinetes que habían muerto había tenido la suerte de tener una muerte limpia y rápida. ¿El resto?; estos iban a sufrir, primero con el miedo, el miedo certero de la llegada de su muerte, y más tarde la consecuencia de esta con un dolor y sufrimiento cruel y despiadado.

    Mientras el zorro se volteaba, los otros dos hombres restantes había cardado sus arcos, y sin que este pudiera evitarlo, sentía los punzantes filos de hierro atravesar su carne. Las pupilas del zorro se dilataban y sin proliferar el más mínimo aullido de dolor, unas llamas azules envuelven su cuerpo, haciendo consumir las fechas, reduciéndolas a cenizas que la misma brisa del viento se llevaba. 

    El zorro dirigía su mirada a uno de los atacantes, dejando que sus ojos penetraran en los del contrario. Este comenzaba a gritar, comenzaba a tocarse todo su cuerpo, arañar su carne con desesperación. Ampollas empezaban a adornar su piel, explotando, dejando escapar vapor con cada implosión. Le estaba quemando desde dentro, dejaba que una furiosa llama purificase su interior de dentro hacia afuera hasta que este explota en una llamarada, cayendo del caballo y retorciéndose en el suelo de dolor, arrastrándose por el suelo como la escoria que era. En algún momento este dejaba de gritar, y cuando esto ocurre Kazuo miraba al que quedaba, aparentemente el cabecilla del grupo.

    El asesino de su familia, temeroso, había emprendido una carrera frenética para intentar escapar. El zorro, con tranquilidad inquietante y pétrea, se desvanece entre llamas, desplazándose como si de un espectro se tratase. Finalmente, la figura de un joven de cabellos color plata se plantaba frente al jinete. Este, con sus cabellos plateados cayendo de sus hombros hasta su cintura, con dos puntiagudas orejas en lo alto de su cabeza y dos colas que oscilaban de un lado para el otro, ardoradas de llamas color zafiro, tan brillantes como sus ojos. La imponente presencia del zorro hacía que el caballo se alzase de sus patas delanteras, tirando al aquel temeroso hombre de su montura. Kazuo se aproxima con tanta calma que daba aún más miedo que en su forma más primitiva. Este se agacha a la altura del asesino, mirándolo a los ojos con una frialdad que casi se podían saborear.

    En un rápido movimiento toma al contrario del cuello, haciendo que se levante del suelo para después alzarlo con una sola mano por encima de su cabeza, clavando sus garras en el cuello de este. La mirada del zorro era vacía y distante, como el eco de una piedra cayendo en el fondo de un pozo. 

    - Ojo por ojo.-

    Aquella era una expresión tan humana. En el pasado no le encontraba sentido. No hasta ese momento. Mientras aquel hombre luchaba por respirar, la mano libre del zorro se posicionaba a la altura del corazón de la escoria que sostenía en el aire. Sus músculos tensos por el esfuerzo de la elevación, marchándose todos y cana unos de estos. Poco a poco sus garras penetraban su carne, abriéndose paso con la facilidad con la que los pies entraban al barro. 

    Este gritaba, gritaba tanto que el zorro incluso lo estaba disfrutando. Continuaba su perforación hasta que en un golpe seco toda la longitud de su mano se introducía en su pecho. Los ojos vidriosos de aquel hombre se clavaban en los fríos e inexpresivos del zorro. Este dejaba de patalear en el momento justo que Kazuo extrae su corazón, aún palpitante entre sus alargados dedos. Este deja caer el cuerpo inerte del cabecilla de los asesinos de su familia, como si fuera un muñeco de trapo, profiriendo un chasquido seco al contacto con el suelo. Instantes más tarde, mientras Kazuo seguía mirándolo, aprieta su puño, estrujando el corazón aún humeante con sus garras, transformando este en un amasijo de carne deshecha.

    Finalizada su venganza, se mira las manos, llena de la sangre de sus enemigos. Sentía el juicio de Inari sobre sus hombros, y sabía que necesitaría siglos de redención por sus actos. Después de hacer aquello esperaba sentir paz, su familia había sido vengada con creces, a costa del sufrimiento de sus asesinos. Pero el zorro no se sentía mejor, no encontraba consuelo en esas muertes. Lo único que veía era un animal que había perdido el control de sus actos, un ser que se había dejado llevar por la oscuridad de su corazón.

    La lluvia intentaba llevarse el rastro de lo acontecido, más era imposible borrar nada de aquella escena. Kazuo miraba al cielo, dejando que el agua se llevase la sangre de su cuerpo, que la frialdad de esta apagase su rabia y su fuego.

    ⚠️ Texto no apto para gente aprensiva.⚠️ Analepsis. "Historias de su pasado". 𝓥𝓮𝓷𝓰𝓪𝓷𝔃𝓪 ( 𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 2 ) Se había vengado... ¿Por qué entonces se sentía tan vacío? Habían muerto... Toda su familia humana habían muerto. Aquellos que le dieron un nombre, enseñado hablar y a ser invisible. Aquellos que les había enseñado que era amar.  No paraba de llover. Kazuo, transformado después de tantos años en un imponente zorro de dos colas, corría de forma frenética, zigzagueando entre los árboles del bosque, como si fuera una sombra entre estos. Su poder explotaba en una maraña salvaje, incontrolable y voraz. Podía olerlos... Podía oler a los culpables de aquel acto atroz, de aquel asesinato a sangre fría, sin compasión y brutal. No estaban lejos, su hedor cada vez más intenso, mezclado con la sangre de sus padres y sus hermanos. Sentía como le ardían los pulmones, como estos amenazaban por salir de su boca en un estallido. Pero no podía parar, estaba tan cerca de alcanzarlos que casi podía sentir la anticipación del crujir de sus huesos en su mandíbula. El cuerpo del zorro se movía solo. Su mente en modo automático, conectado con el botón de destruir activado. Oteando el horizonte, allí estaban, cuatro jinetes a caballo desbocado, riendo y hablando como si no acabarán de arrebatarles la vida a una familia entera, a su familia. La impotencia era desmedida, tan dolorosa que por unos instantes hubiese preferido la muerte al dolor que estaba experimentando.  Con cada zancada a cuatro patas, Kazuo comienza a acercarse peligrosamente, hasta que finalmente en un impulso la enorme criatura se alzaba por encima de estos, agarrando una de las cabezas de los jinetes entre sus fauces, arrancándosela de cuajo con una facilidad pasmosa.  El zorro aterrizaba frente a ellos, aun con la cabeza chorreante entre sus dientes, una imagen visceral, solo a la altura de la más tenebrosa de las pesadillas. Estaba nublado por la rabia, un sentimiento que descubrió ese mismo día, ya que ciento de años atrás no tenía consciencia de sus sentimientos, simplemente el de la pura supervivencia. Todos estos cambiaría después de conocer a su familia, ahora muerta, con sus cuerpos aún calientes en lo que era su hogar.  Kazuo daba un latigazo con su cuello, arrojando la cabeza del jinete frente a los otros que frenaban en seco sus caballos. El zorro rugía, un gutural sonido que emanaba de su pecho, ahora tintando por el líquido carmesí, ensuciando su pelaje blanco y puro como el color de la luna. Este hacía retroceder sus orejas hacia atrás, apretando sus colmillos mientras todo su gesto se tensaba en una amenaza, sintiendo el sabor metálico de la sangre ajena en su boca. Agazapado, listo para abalanzarse, este comienza a acercarse, lentamente, acechando a sus presas que comenzaban a jadear presas del pánico. Estos no sabían las razones por las que el demonio arremetía contra ellos, pero mientras estos murieran, el Yokai no necesitaba nada más. En un abrir y cerrar de ojos, como si de un espectro se tratase, el zorro se abalanzaba sobre otro de los jinetes, haciéndole caer a él y su caballo al suelo. Mientras el equino se ponía en pie y se marchaba, dejaba al descubierto la sanguinaria escena, mientras el asesino gritaba con desesperación, Kazuo mordía su estómago con saña, desperdigando sus tripas por la tierra, llenando esta de sus vísceras y su sangre. Había sido una muerte agónica, tortuosa, solo el primero de los jinetes que habían muerto había tenido la suerte de tener una muerte limpia y rápida. ¿El resto?; estos iban a sufrir, primero con el miedo, el miedo certero de la llegada de su muerte, y más tarde la consecuencia de esta con un dolor y sufrimiento cruel y despiadado. Mientras el zorro se volteaba, los otros dos hombres restantes había cardado sus arcos, y sin que este pudiera evitarlo, sentía los punzantes filos de hierro atravesar su carne. Las pupilas del zorro se dilataban y sin proliferar el más mínimo aullido de dolor, unas llamas azules envuelven su cuerpo, haciendo consumir las fechas, reduciéndolas a cenizas que la misma brisa del viento se llevaba.  El zorro dirigía su mirada a uno de los atacantes, dejando que sus ojos penetraran en los del contrario. Este comenzaba a gritar, comenzaba a tocarse todo su cuerpo, arañar su carne con desesperación. Ampollas empezaban a adornar su piel, explotando, dejando escapar vapor con cada implosión. Le estaba quemando desde dentro, dejaba que una furiosa llama purificase su interior de dentro hacia afuera hasta que este explota en una llamarada, cayendo del caballo y retorciéndose en el suelo de dolor, arrastrándose por el suelo como la escoria que era. En algún momento este dejaba de gritar, y cuando esto ocurre Kazuo miraba al que quedaba, aparentemente el cabecilla del grupo. El asesino de su familia, temeroso, había emprendido una carrera frenética para intentar escapar. El zorro, con tranquilidad inquietante y pétrea, se desvanece entre llamas, desplazándose como si de un espectro se tratase. Finalmente, la figura de un joven de cabellos color plata se plantaba frente al jinete. Este, con sus cabellos plateados cayendo de sus hombros hasta su cintura, con dos puntiagudas orejas en lo alto de su cabeza y dos colas que oscilaban de un lado para el otro, ardoradas de llamas color zafiro, tan brillantes como sus ojos. La imponente presencia del zorro hacía que el caballo se alzase de sus patas delanteras, tirando al aquel temeroso hombre de su montura. Kazuo se aproxima con tanta calma que daba aún más miedo que en su forma más primitiva. Este se agacha a la altura del asesino, mirándolo a los ojos con una frialdad que casi se podían saborear. En un rápido movimiento toma al contrario del cuello, haciendo que se levante del suelo para después alzarlo con una sola mano por encima de su cabeza, clavando sus garras en el cuello de este. La mirada del zorro era vacía y distante, como el eco de una piedra cayendo en el fondo de un pozo.  - Ojo por ojo.- Aquella era una expresión tan humana. En el pasado no le encontraba sentido. No hasta ese momento. Mientras aquel hombre luchaba por respirar, la mano libre del zorro se posicionaba a la altura del corazón de la escoria que sostenía en el aire. Sus músculos tensos por el esfuerzo de la elevación, marchándose todos y cana unos de estos. Poco a poco sus garras penetraban su carne, abriéndose paso con la facilidad con la que los pies entraban al barro.  Este gritaba, gritaba tanto que el zorro incluso lo estaba disfrutando. Continuaba su perforación hasta que en un golpe seco toda la longitud de su mano se introducía en su pecho. Los ojos vidriosos de aquel hombre se clavaban en los fríos e inexpresivos del zorro. Este dejaba de patalear en el momento justo que Kazuo extrae su corazón, aún palpitante entre sus alargados dedos. Este deja caer el cuerpo inerte del cabecilla de los asesinos de su familia, como si fuera un muñeco de trapo, profiriendo un chasquido seco al contacto con el suelo. Instantes más tarde, mientras Kazuo seguía mirándolo, aprieta su puño, estrujando el corazón aún humeante con sus garras, transformando este en un amasijo de carne deshecha. Finalizada su venganza, se mira las manos, llena de la sangre de sus enemigos. Sentía el juicio de Inari sobre sus hombros, y sabía que necesitaría siglos de redención por sus actos. Después de hacer aquello esperaba sentir paz, su familia había sido vengada con creces, a costa del sufrimiento de sus asesinos. Pero el zorro no se sentía mejor, no encontraba consuelo en esas muertes. Lo único que veía era un animal que había perdido el control de sus actos, un ser que se había dejado llevar por la oscuridad de su corazón. La lluvia intentaba llevarse el rastro de lo acontecido, más era imposible borrar nada de aquella escena. Kazuo miraba al cielo, dejando que el agua se llevase la sangre de su cuerpo, que la frialdad de esta apagase su rabia y su fuego.
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  • El Primer Día en Hogwarts: La Selección de Anlhein

    El Gran Comedor estaba iluminado por la luz de las velas flotantes y el techo encantado reflejaba un cielo estrellado. Los estudiantes de primer año, nerviosos y emocionados, estaban alineados frente al estrado donde el Sombrero Seleccionador descansaba. El bullicio de los estudiantes de las casas mayores se había calmado, y el ambiente estaba cargado de expectación.

    La Profesora McGonagall, con su rígida postura y sus gafas de montura recta, avanzó al estrado. Con un movimiento elegante y autoritario, levantó su varita y el Sombrero Seleccionador se colocó sobre el taburete. McGonagall, con su voz clara y firme, comenzó a llamar los nombres de los estudiantes.

    —Petro, Anlhein.

    El nombre resonó en el Gran Comedor y todos los ojos se volvieron hacia Anlhein. Con el corazón latiéndole en el pecho, Anlhein avanzó hacia el taburete, sintiendo el peso de la expectación de sus compañeros de clase y el murmullo de las casas. Se sentó en el taburete, sintiendo el frío del sombrero sobre su cabeza mientras el Sombrero Seleccionador se ajustaba a su nuevo portador.

    El sombrero parecía susurrar en su mente, y Anlhein trató de concentrarse en sus pensamientos más profundos, sabiendo que esta elección podría definir su futuro. Pensó en sus sueños y en sus ambiciones, esperando que el sombrero captara su verdadero yo. El Gran Comedor estaba en silencio, observando cada movimiento mientras el sombrero se desplazaba ligeramente sobre su cabeza.

    Finalmente, el sombrero se quedó en silencio y Anlhein sintió un alivio cuando el sombrero empezó a hablar en voz alta.

    —¡Slytherin!
    El Primer Día en Hogwarts: La Selección de Anlhein El Gran Comedor estaba iluminado por la luz de las velas flotantes y el techo encantado reflejaba un cielo estrellado. Los estudiantes de primer año, nerviosos y emocionados, estaban alineados frente al estrado donde el Sombrero Seleccionador descansaba. El bullicio de los estudiantes de las casas mayores se había calmado, y el ambiente estaba cargado de expectación. La Profesora McGonagall, con su rígida postura y sus gafas de montura recta, avanzó al estrado. Con un movimiento elegante y autoritario, levantó su varita y el Sombrero Seleccionador se colocó sobre el taburete. McGonagall, con su voz clara y firme, comenzó a llamar los nombres de los estudiantes. —Petro, Anlhein. El nombre resonó en el Gran Comedor y todos los ojos se volvieron hacia Anlhein. Con el corazón latiéndole en el pecho, Anlhein avanzó hacia el taburete, sintiendo el peso de la expectación de sus compañeros de clase y el murmullo de las casas. Se sentó en el taburete, sintiendo el frío del sombrero sobre su cabeza mientras el Sombrero Seleccionador se ajustaba a su nuevo portador. El sombrero parecía susurrar en su mente, y Anlhein trató de concentrarse en sus pensamientos más profundos, sabiendo que esta elección podría definir su futuro. Pensó en sus sueños y en sus ambiciones, esperando que el sombrero captara su verdadero yo. El Gran Comedor estaba en silencio, observando cada movimiento mientras el sombrero se desplazaba ligeramente sobre su cabeza. Finalmente, el sombrero se quedó en silencio y Anlhein sintió un alivio cuando el sombrero empezó a hablar en voz alta. —¡Slytherin!
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  • Descanso y Reflexión

    #wendigo #oneshot

    -----Rancho "El Espíritu del Bosque". Eureka, Montana.

    El sol apenas se asoma sobre el horizonte cuando llega al rancho de unos viejos y muy buenos amigos. Las primeras luces del día pintan el cielo de tonos rosados y naranjas, y el aire matutino tiene una frescura revitalizante. El sonido de los caballos y el crujido de la grava bajo sus botas le dan una sensación de bienvenida y familiaridad, le devuelven la tranquilidad que perdió en su última investigación.

    James se siente abrumado por la tensión acumulada en las últimas semanas, entre la investigación de la mansión y su lucha constante con la maldición que le tortura. Sabe que necesita descansar para recuperar el equilibrio.

    Al llegar al corral, es recibido por el anciano patriarca, cuya mirada siempre ha reflejado una profunda sabiduría y serenidad.

    — James, es bueno verte —dice con una sonrisa cálida—. Supongo que vienes a buscar un poco de paz.

    — Chayton —James apura unos pasos para abrazar a su viejo amigo— ¿Cuánto a sido? ¿Seis meses? Sí, necesito un respiro. Estuve a punto de perder el control. Fue más difícil de lo que esperaba, más que otras veces. Pude sentir su aliento en la nuca. Estaba al borde de convertirme en aquello que siempre he temido ser.

    Chayton asiente lentamente, su mirada fija en James, sin rastro de juicio en sus ojos.

    — El control es una batalla constante, mi amigo. El hecho de que hayas sentido la amenaza significa que aún eres consciente de quién eres y lo que puedes llegar a ser. El wendigo te consume, pero también te recuerda cada día que aún luchas.

    James baja la mirada, avergonzado, mientras comienza a relatarle a Chayton lo que ocurrió. El viento sopla suavemente a través del campo, moviendo las hojas de los árboles, pero la mente de James está atrapada en el momento en que perdió el control.

    — Estaba muy molesto. No me di cuenta de lo que estaba haciendo. Regañé a esta persona, alguien que realmente me importa… y en mi enojo, algo pasó. No quería hacerlo, pero... usé el poder del wendigo sin querer. Entré en su mente, afecté sus emociones.

    Chayton, con su expresión siempre serena, observa a James con atención, dejando que termine su confesión antes de responder.

    — Cuéntame más, James. ¿Qué pasó cuando entraste en su mente? ¿Qué sintió?

    James suspira, frotándose el puente de la nariz como si intentara aliviar un dolor invisible.

    — No mucho, no lo noté. No fue como cuando la maldición me impulsa a cazar o a alimentarme. Luego él me dijo que, en lugar de molestarse por mi actuar, sintió ternura.

    Chayton frunce el ceño, claramente intrigado por la situación.

    — El wendigo no es conocido por inspirar ternura, James. Es una criatura de hambre, de ira y desesperación. Si esta persona sintió ternura, podría significar que algo más está sucediendo. Tal vez esos sentimientos ya existían y simplemente fueron amplificados por tu presencia, o tal vez... algo en ti, algo que no es del todo el wendigo, se manifestó en ese momento.

    James se queda en silencio por un largo momento, el peso de lo que Chayton ha sugerido cayendo sobre él como una revelación inesperada. La posibilidad de que la ternura que sintió aquella persona importante fuera auténtica, y no simplemente una manipulación del wendigo, lo toma por sorpresa.

    Sus ojos se abren un poco más, y su respiración se vuelve casi imperceptible mientras procesa la idea. Es un pensamiento que no había permitido entrar completamente en su mente hasta ahora.

    — ¿Auténtica…? —murmura, casi para sí mismo, como si el concepto le resultara completamente ajeno en ese contexto, pero no es así, de hecho, solo con pensarlo un momento, conectado esto con otros muchos gestos que aquella persona ha tenido... Tiene tanto sentido como peso.

    Chayton observa la reacción de James, reconociendo la profundidad de su sorpresa.

    — Las emociones no siempre tienen riendas, James. No todo es producto de la maldición, no todo en ti está corrompido. Quizás… esa persona vio algo en ti que tú mismo no has visto.

    James traga saliva, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

    — Es... difícil.

    Chayton lo observa con una mirada comprensiva.

    — Lo que importa ahora, James, es que no puedes dejarte consumir por la duda

    — ¿Y si la próxima vez no soy tan fuerte? ¿Y si… cedo?

    Chayton apoya una mano sobre el hombro de James, su agarre es firme a pesar de su avanzada edad.

    — Mientras sigas preguntándotelo, seguirás teniendo la fuerza para resistir. Pero no tienes que hacerlo solo. La tierra tiene su propia energía, y tú sabes cómo conectarte con ella. Deja que te ayude a equilibrar tu espíritu.

    James asiente, agradecido por la comprensión y el consejo de su viejo amigo. Hablar de sus temores siempre ha sido difícil, pero Chayton tiene una forma de hacer que todo parezca más manejable.

    — Gracias. Necesitaba escuchar eso.

    El anciano sonríe levemente, asiente y lo guía hacia las caballerizas. Juntos preparan a “Lobo”, un majestuoso mustang que James ha montado desde su juventud. El caballo relincha suavemente, reconociendo a su viejo amigo.

    — Recuerda, James —dice Chayton mientras ajusta la montura—, cuando sientas que estás por colapsar, vuelve a tus raíces y encuentra tu centro. La tierra, el viento y los espíritus de nuestros ancestros te guiarán.

    James asiente, sintiendo el poder de esas palabras resonar en su corazón. Monta a Lobo con destreza y sale al galope, dejando que el viento en su rostro y el ritmo del caballo bajo él lo reconecten con su espíritu.

    Cabalga a través de los vastos campos y colinas, el sonido de los cascos golpeando la tierra es como un mantra que le ayuda a despejar su mente. Los olores del pasto fresco, el polvo y la brisa le traen recuerdos de su niñez, cuando la vida era más simple y sus problemas parecían más pequeños.

    Después de un rato, James llega a un claro cerca de un arroyo. Detiene a Lobo y desmonta, dejando que el caballo beba del agua fresca. Se sienta en la orilla del arroyo, observando el flujo constante del agua, recordando las historias y enseñanzas que Chayton y otros ancianos le contaron cuando era niño.

    — Recuerda quién eres, James —se dice a sí mismo en voz baja—. Eres más fuerte de lo que piensas. No estás solo.

    Descanso y Reflexión #wendigo #oneshot -----Rancho "El Espíritu del Bosque". Eureka, Montana. El sol apenas se asoma sobre el horizonte cuando llega al rancho de unos viejos y muy buenos amigos. Las primeras luces del día pintan el cielo de tonos rosados y naranjas, y el aire matutino tiene una frescura revitalizante. El sonido de los caballos y el crujido de la grava bajo sus botas le dan una sensación de bienvenida y familiaridad, le devuelven la tranquilidad que perdió en su última investigación. James se siente abrumado por la tensión acumulada en las últimas semanas, entre la investigación de la mansión y su lucha constante con la maldición que le tortura. Sabe que necesita descansar para recuperar el equilibrio. Al llegar al corral, es recibido por el anciano patriarca, cuya mirada siempre ha reflejado una profunda sabiduría y serenidad. — James, es bueno verte —dice con una sonrisa cálida—. Supongo que vienes a buscar un poco de paz. — Chayton —James apura unos pasos para abrazar a su viejo amigo— ¿Cuánto a sido? ¿Seis meses? Sí, necesito un respiro. Estuve a punto de perder el control. Fue más difícil de lo que esperaba, más que otras veces. Pude sentir su aliento en la nuca. Estaba al borde de convertirme en aquello que siempre he temido ser. Chayton asiente lentamente, su mirada fija en James, sin rastro de juicio en sus ojos. — El control es una batalla constante, mi amigo. El hecho de que hayas sentido la amenaza significa que aún eres consciente de quién eres y lo que puedes llegar a ser. El wendigo te consume, pero también te recuerda cada día que aún luchas. James baja la mirada, avergonzado, mientras comienza a relatarle a Chayton lo que ocurrió. El viento sopla suavemente a través del campo, moviendo las hojas de los árboles, pero la mente de James está atrapada en el momento en que perdió el control. — Estaba muy molesto. No me di cuenta de lo que estaba haciendo. Regañé a esta persona, alguien que realmente me importa… y en mi enojo, algo pasó. No quería hacerlo, pero... usé el poder del wendigo sin querer. Entré en su mente, afecté sus emociones. Chayton, con su expresión siempre serena, observa a James con atención, dejando que termine su confesión antes de responder. — Cuéntame más, James. ¿Qué pasó cuando entraste en su mente? ¿Qué sintió? James suspira, frotándose el puente de la nariz como si intentara aliviar un dolor invisible. — No mucho, no lo noté. No fue como cuando la maldición me impulsa a cazar o a alimentarme. Luego él me dijo que, en lugar de molestarse por mi actuar, sintió ternura. Chayton frunce el ceño, claramente intrigado por la situación. — El wendigo no es conocido por inspirar ternura, James. Es una criatura de hambre, de ira y desesperación. Si esta persona sintió ternura, podría significar que algo más está sucediendo. Tal vez esos sentimientos ya existían y simplemente fueron amplificados por tu presencia, o tal vez... algo en ti, algo que no es del todo el wendigo, se manifestó en ese momento. James se queda en silencio por un largo momento, el peso de lo que Chayton ha sugerido cayendo sobre él como una revelación inesperada. La posibilidad de que la ternura que sintió aquella persona importante fuera auténtica, y no simplemente una manipulación del wendigo, lo toma por sorpresa. Sus ojos se abren un poco más, y su respiración se vuelve casi imperceptible mientras procesa la idea. Es un pensamiento que no había permitido entrar completamente en su mente hasta ahora. — ¿Auténtica…? —murmura, casi para sí mismo, como si el concepto le resultara completamente ajeno en ese contexto, pero no es así, de hecho, solo con pensarlo un momento, conectado esto con otros muchos gestos que aquella persona ha tenido... Tiene tanto sentido como peso. Chayton observa la reacción de James, reconociendo la profundidad de su sorpresa. — Las emociones no siempre tienen riendas, James. No todo es producto de la maldición, no todo en ti está corrompido. Quizás… esa persona vio algo en ti que tú mismo no has visto. James traga saliva, luchando por encontrar las palabras adecuadas. — Es... difícil. Chayton lo observa con una mirada comprensiva. — Lo que importa ahora, James, es que no puedes dejarte consumir por la duda — ¿Y si la próxima vez no soy tan fuerte? ¿Y si… cedo? Chayton apoya una mano sobre el hombro de James, su agarre es firme a pesar de su avanzada edad. — Mientras sigas preguntándotelo, seguirás teniendo la fuerza para resistir. Pero no tienes que hacerlo solo. La tierra tiene su propia energía, y tú sabes cómo conectarte con ella. Deja que te ayude a equilibrar tu espíritu. James asiente, agradecido por la comprensión y el consejo de su viejo amigo. Hablar de sus temores siempre ha sido difícil, pero Chayton tiene una forma de hacer que todo parezca más manejable. — Gracias. Necesitaba escuchar eso. El anciano sonríe levemente, asiente y lo guía hacia las caballerizas. Juntos preparan a “Lobo”, un majestuoso mustang que James ha montado desde su juventud. El caballo relincha suavemente, reconociendo a su viejo amigo. — Recuerda, James —dice Chayton mientras ajusta la montura—, cuando sientas que estás por colapsar, vuelve a tus raíces y encuentra tu centro. La tierra, el viento y los espíritus de nuestros ancestros te guiarán. James asiente, sintiendo el poder de esas palabras resonar en su corazón. Monta a Lobo con destreza y sale al galope, dejando que el viento en su rostro y el ritmo del caballo bajo él lo reconecten con su espíritu. Cabalga a través de los vastos campos y colinas, el sonido de los cascos golpeando la tierra es como un mantra que le ayuda a despejar su mente. Los olores del pasto fresco, el polvo y la brisa le traen recuerdos de su niñez, cuando la vida era más simple y sus problemas parecían más pequeños. Después de un rato, James llega a un claro cerca de un arroyo. Detiene a Lobo y desmonta, dejando que el caballo beba del agua fresca. Se sienta en la orilla del arroyo, observando el flujo constante del agua, recordando las historias y enseñanzas que Chayton y otros ancianos le contaron cuando era niño. — Recuerda quién eres, James —se dice a sí mismo en voz baja—. Eres más fuerte de lo que piensas. No estás solo.
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  • -Luego de aquella batalla contra el lucario, el barón había conseguido la mega piedra incluso antes de lo que esperaba, ya con todo lo que necesitaba y más, él se subiría a su montura y comenzaría a surcar los cielos del lugar.-

    —Ya casi tengo todo donde quiere que esté, espera un poco más Archibald, que el poder no te desespere...
    -Luego de aquella batalla contra el lucario, el barón había conseguido la mega piedra incluso antes de lo que esperaba, ya con todo lo que necesitaba y más, él se subiría a su montura y comenzaría a surcar los cielos del lugar.- —Ya casi tengo todo donde quiere que esté, espera un poco más Archibald, que el poder no te desespere...
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  • Don't you dare to leave me all alone.
    Fandom OC
    Categoría Suspenso
    — ¡Jina, Jina! ¡¡¡JINA!!!

    La voz de Harin, alta y cargada de terror, irrumpió el silencio del salón en la residencia de los Chi. Jina llevaba horas sin levantarse de la mesa que decoraba el centro de la instancia, al igual que tampoco había levantado la cabeza, prácticamente sumergida en todos los documentos sobre el caso. Ni siquiera el sonido de su teléfono para alertaría de que tenía un nuevo SMS consiguió captar su atención. Sin embargo, por más que lo leyera y releyera, redactara hipótesis y comparase con crímenes similares… sentía que había algo que se escapaba de su control. Y eso no le gustaba nada. Ni siquiera hizo nada por celebrar por su cumpleaños, más allá que soplar las velas del pastel que le trajeron Jaehyun y Haerin, aunque a Jina esa fecha dejó de importarle en cuanto perdió a sus padres.

    Ahora, lo único que le importaba era el caso y devolverle al pueblo la tranquilidad que merecía.

    Sin embargo, todos esos pensamientos se esfumaron tan rápido como Harin acabó con la poca concentración que le quedaba y sus antiguas preocupaciones fueron sustituidas por otras cuando vio a su subordinada asustada, temblorosa y con su mirada yendo de un lado a otro. La criminóloga se levantó de inmediato -más bien, tan rápido como se lo permitieron sus piernas entumecidas- para aproximarse hacia ella y atenderla.

    — ¿Haerin? ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado?

    Jina comenzó a examinar a su compañera de arriba a abajo, asegurándose de que no estuviera herida. Ya se había encargado de advertirles: “No salgáis solos por la noche, ahora el pueblo no es un lugar seguro”. Pero, por suerte, no veía ningún rasguño ni nada por lo que preocuparse a nivel físico. ¿Entonces…?

    — Es Minho, Jina. ¡Es Minho! Le he escuchado gritar mientras volvía y… y…

    No esperó a que su compañera terminara de hablar. La preocupación y el nerviosismo en su voz fueron suficientes para que Jina olvidase su rencor hacia Minho y las propias advertencias que ella misma dio y saliera corriendo en dirección a la casa de quien una vez fue su mejor amigo. Y sí, salió descalza, con uno de sus pijamas ridículos, las gafas y los cristales que sobresalían su montura y cada mechón de su pelo en una dirección diferente.
    Ni su apariencia, ni el dolor de sus pies desnudos pisando las piedras del suelo, ni la humedad del ambiente que le dificultaba respirar, ni su teléfono resonando en el bolsillo. Nada de eso importaba ahora. Menos aún cuando, durante todo el trayecto de dos minutos que se le hizo una eternidad, su mente imaginó múltiples escenarios.

    ¿Cómo no iba a esperar lo peor, tras todo lo que estaba sucediendo en el pueblo? Además, siendo las horas que eran… Aquel era el momento perfecto de la noche para infiltrarse en las casas y…

    No le dio tiempo a seguir recreándose en el miedo, puesto que cuando llegó se encontró la casa de Minho apagada, pero con la puerta del salón abierta. Por un momento, se le olvidó razonar que aquella era una costumbre de su familia, dado que hasta ese entonces nunca había existido problema alguno con dejar la casa desprotegida, pero ahora… Jina esperó lo peor al encontrarse frente a esa imagen.

    — ¿Minho? ¡Minho! ¿¡Dónde te has metido!?

    Tampoco fue capaz de razonar que, a lo mejor, gritar de esa manera a esas horas de la madrugada tan solo conseguiría alarmar a los vecinos… Además de llamar la atención del supuesto asesino, claro está. No obstante, eso no le importaba demasiado, porque Jina volvió a sentirse, por un momento, como su yo adolescente que acababa de perder a sus padres en un accidente, dejando a Minho y Ryeowook como la única familia que le quedaba.

    — ¡¡Minho!! 𝘗𝘢𝘳𝘬 𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰


    — ¡Jina, Jina! ¡¡¡JINA!!! La voz de Harin, alta y cargada de terror, irrumpió el silencio del salón en la residencia de los Chi. Jina llevaba horas sin levantarse de la mesa que decoraba el centro de la instancia, al igual que tampoco había levantado la cabeza, prácticamente sumergida en todos los documentos sobre el caso. Ni siquiera el sonido de su teléfono para alertaría de que tenía un nuevo SMS consiguió captar su atención. Sin embargo, por más que lo leyera y releyera, redactara hipótesis y comparase con crímenes similares… sentía que había algo que se escapaba de su control. Y eso no le gustaba nada. Ni siquiera hizo nada por celebrar por su cumpleaños, más allá que soplar las velas del pastel que le trajeron Jaehyun y Haerin, aunque a Jina esa fecha dejó de importarle en cuanto perdió a sus padres. Ahora, lo único que le importaba era el caso y devolverle al pueblo la tranquilidad que merecía. Sin embargo, todos esos pensamientos se esfumaron tan rápido como Harin acabó con la poca concentración que le quedaba y sus antiguas preocupaciones fueron sustituidas por otras cuando vio a su subordinada asustada, temblorosa y con su mirada yendo de un lado a otro. La criminóloga se levantó de inmediato -más bien, tan rápido como se lo permitieron sus piernas entumecidas- para aproximarse hacia ella y atenderla. — ¿Haerin? ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado? Jina comenzó a examinar a su compañera de arriba a abajo, asegurándose de que no estuviera herida. Ya se había encargado de advertirles: “No salgáis solos por la noche, ahora el pueblo no es un lugar seguro”. Pero, por suerte, no veía ningún rasguño ni nada por lo que preocuparse a nivel físico. ¿Entonces…? — Es Minho, Jina. ¡Es Minho! Le he escuchado gritar mientras volvía y… y… No esperó a que su compañera terminara de hablar. La preocupación y el nerviosismo en su voz fueron suficientes para que Jina olvidase su rencor hacia Minho y las propias advertencias que ella misma dio y saliera corriendo en dirección a la casa de quien una vez fue su mejor amigo. Y sí, salió descalza, con uno de sus pijamas ridículos, las gafas y los cristales que sobresalían su montura y cada mechón de su pelo en una dirección diferente. Ni su apariencia, ni el dolor de sus pies desnudos pisando las piedras del suelo, ni la humedad del ambiente que le dificultaba respirar, ni su teléfono resonando en el bolsillo. Nada de eso importaba ahora. Menos aún cuando, durante todo el trayecto de dos minutos que se le hizo una eternidad, su mente imaginó múltiples escenarios. ¿Cómo no iba a esperar lo peor, tras todo lo que estaba sucediendo en el pueblo? Además, siendo las horas que eran… Aquel era el momento perfecto de la noche para infiltrarse en las casas y… No le dio tiempo a seguir recreándose en el miedo, puesto que cuando llegó se encontró la casa de Minho apagada, pero con la puerta del salón abierta. Por un momento, se le olvidó razonar que aquella era una costumbre de su familia, dado que hasta ese entonces nunca había existido problema alguno con dejar la casa desprotegida, pero ahora… Jina esperó lo peor al encontrarse frente a esa imagen. — ¿Minho? ¡Minho! ¿¡Dónde te has metido!? Tampoco fue capaz de razonar que, a lo mejor, gritar de esa manera a esas horas de la madrugada tan solo conseguiría alarmar a los vecinos… Además de llamar la atención del supuesto asesino, claro está. No obstante, eso no le importaba demasiado, porque Jina volvió a sentirse, por un momento, como su yo adolescente que acababa de perder a sus padres en un accidente, dejando a Minho y Ryeowook como la única familia que le quedaba. — ¡¡Minho!! [thisdarkurg3]
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  • Archibald ya se encontraba en las afueras de la gran biblioteca con su premio. Lo único que le faltaba era volar para contactar con una vieja conocida.

    Se detuvo sobre unas ruinas de una extraña estructura y, de manera bastante llamativa, silbó para llamar a su montura.

    En los primeros minutos, esta no apareció, pero no tardó más de cinco minutos en que la hermosa y gigantesca criatura de escamas doradas se mostrara frente al barón, lista para su siguiente travesía.
    Archibald ya se encontraba en las afueras de la gran biblioteca con su premio. Lo único que le faltaba era volar para contactar con una vieja conocida. Se detuvo sobre unas ruinas de una extraña estructura y, de manera bastante llamativa, silbó para llamar a su montura. En los primeros minutos, esta no apareció, pero no tardó más de cinco minutos en que la hermosa y gigantesca criatura de escamas doradas se mostrara frente al barón, lista para su siguiente travesía.
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  • Encontrare una montura genial! Debe haber una por aqui
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  • Daozhang Xiao Xingchen
    *Unos días después de su pequeña escapada a las habitaciones fuera de la secta Xue estaba como nuevo, su humor incluso había mejorado y ya estaban listos para embarcarse en una cacería nocturna.. Había empacado solo lo esencial en su montura y los niños ya sabían sobre el pequeño viaje que harían sus padres a la aldea vecina*

    Daozhang... Diles algo.. no quiere soltarme ..
    [Daozhang_XiaoXingchen] *Unos días después de su pequeña escapada a las habitaciones fuera de la secta Xue estaba como nuevo, su humor incluso había mejorado y ya estaban listos para embarcarse en una cacería nocturna.. Había empacado solo lo esencial en su montura y los niños ya sabían sobre el pequeño viaje que harían sus padres a la aldea vecina* Daozhang... Diles algo.. no quiere soltarme ..
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  • Era un cráter inmenso y profundo, tal vez del tamaño de una ciudad tan grande como la de New York que había sido reducida a escombros, por suerte, se trataba de un espacio valdio libre de poblacion que tiene el proposito de realizar experimentos por parte de la federación nacional armamentista, en el centro del caos palpitaba una diminuta esfera de color azul tan brillante, tan reluciente, pero al mismo tiempo tan densa y tan pesada que nisiquiera la maquinaria más grande y más poderosa pudo moverla siquiera un milímetro, realmente era un objeto extravagante e impresionante que consiguió sobrepasar toda espectariva humana posible.

    - !! Ya fué suficiente ¡¡, Los humanos no deberían meterse a jugar con cosas que desconocen, será mejor que todos retrocedan... -

    Cuando el resonar de una voz femenina autoritaria pero al mismo tiempo pasible y carismática se escuchó desde lo más elevado de los cielos, todos los científicos y trabajadores presentes elevaron sus miradas y contemplaron a una mujer, a la personificación de la belleza en carne propia levitar hasta descender lentamente con total tranquilidad... La mujer voluptuosa vestida con su traje revelador de super heroina de color blanco con capa azulada, cabellera celeste y una coqueta y refinada montura posó sus pies sobre el suelo con parcimonia. Se agachó y tomó la esfera de energía resplandeciente de color azul y la levantó tomándola entre los dedos índice y pulgar de su mano derecha con una facilidad increíble, sorprendiendo a todos los que observaban allí mismo.

    - Está esfera es el equivalente a una diminuta porción de una estrella de neutrones, es insignificante, pero una partícula de este tamaño puede ser tan pesada como toda una ciudad, así que deberian tener mucho cuidado antes de manejar fuerzas que están fuera de su control... Ahora permítanme deshacerme de esto antes de que alguien salga herido... -
    Era un cráter inmenso y profundo, tal vez del tamaño de una ciudad tan grande como la de New York que había sido reducida a escombros, por suerte, se trataba de un espacio valdio libre de poblacion que tiene el proposito de realizar experimentos por parte de la federación nacional armamentista, en el centro del caos palpitaba una diminuta esfera de color azul tan brillante, tan reluciente, pero al mismo tiempo tan densa y tan pesada que nisiquiera la maquinaria más grande y más poderosa pudo moverla siquiera un milímetro, realmente era un objeto extravagante e impresionante que consiguió sobrepasar toda espectariva humana posible. - !! Ya fué suficiente ¡¡, Los humanos no deberían meterse a jugar con cosas que desconocen, será mejor que todos retrocedan... - Cuando el resonar de una voz femenina autoritaria pero al mismo tiempo pasible y carismática se escuchó desde lo más elevado de los cielos, todos los científicos y trabajadores presentes elevaron sus miradas y contemplaron a una mujer, a la personificación de la belleza en carne propia levitar hasta descender lentamente con total tranquilidad... La mujer voluptuosa vestida con su traje revelador de super heroina de color blanco con capa azulada, cabellera celeste y una coqueta y refinada montura posó sus pies sobre el suelo con parcimonia. Se agachó y tomó la esfera de energía resplandeciente de color azul y la levantó tomándola entre los dedos índice y pulgar de su mano derecha con una facilidad increíble, sorprendiendo a todos los que observaban allí mismo. - Está esfera es el equivalente a una diminuta porción de una estrella de neutrones, es insignificante, pero una partícula de este tamaño puede ser tan pesada como toda una ciudad, así que deberian tener mucho cuidado antes de manejar fuerzas que están fuera de su control... Ahora permítanme deshacerme de esto antes de que alguien salga herido... -
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