• ──── 𝑇𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑚𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑒𝑐𝑒. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | 𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 [𝟏𝟒]

    [] 𝑅𝑜𝑚𝑎, 𝐼𝑡𝑎𝑙𝑖𝑎 — 𝟶𝟹:𝟷𝟽 𝐴.𝑀

    El aire húmedo del Tíber subía por las callejuelas empedradas del Trastevere y se colaba entre los postigos rotos de un taller abandonado de restauración de muebles antiguos.

    Santiago estaba sentado en una silla de madera carcomida, con las piernas cruzadas y un cigarrillo encendido colgando de los labios. El humo se mezclaba con el olor a barniz viejo y sangre fresca.

    A sus pies, el sicario que hacía apenas diez minutos había intentado clavarle un estilete envenenado en la nuca yacía boca abajo, muñecas y tobillos atados con alambre de espino. Un golpe seco en la sien lo había dejado inconsciente, pero no por mucho tiempo.

    El demonio se agachó con calma felina, apagó la colilla contra la suela de su zapato y agarró al hombre por el cabello, levantándole la cabeza hasta que los ojos del sicario, ahora abiertos y llenos de terror, se encontraron con los suyos: dos brasas rojas que brillaban en la penumbra.

    Santiago sonrió, una sonrisa lenta y casi tierna, y deslizó el dorso de sus dedos por la mejilla magullada del joven, dejando un rastro de sangre tibia.

    ──── 𝘚𝘩𝘩𝘩… 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘰, 𝘯𝘪ñ𝘰 𝘣𝘰𝘯𝘪𝘵𝘰. ────

    Susurró con ese acento tan característico que parecía arrastrar siglos de noches sin luna.

    ──── 𝘛ú 𝘲𝘶𝘦𝘳í𝘢𝘴 𝘮𝘪 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘣𝘳𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘮𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢, ¿𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥? 𝘓á𝘴𝘵𝘪𝘮𝘢, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘥𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘢 𝘮í 𝘵𝘶 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘳𝘢. ────

    Sus uñas, negras y afiladas, rozaron apenas la piel del cuello del hombre, abriendo finas líneas rojas que brotaron como lágrimas carmesíes.

    Apretó un poco más, lo justo para que el sicario soltara un gemido ahogado.

    ──── 𝘋𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘴𝘰 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘮í. 𝘏𝘢𝘳á𝘴 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘰 𝘥𝘪𝘨𝘢, 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳á𝘴 𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘺𝘰 𝘵𝘦 𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘦, 𝘺 𝘴𝘪 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘴𝘦 𝘵𝘦 𝘰𝘤𝘶𝘳𝘳𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳 𝘢 𝘭𝘦𝘷𝘢𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘶𝘯 𝘢𝘳𝘮𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘮í. ────

    Santiago inclinó la cabeza, acercando sus labios al oído del hombre, su voz bajando hasta convertirse en un ronroneo infernal.

    ──── 𝘛𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘯𝘤𝘢𝘳é 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰 𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰 𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘴𝘢𝘳é 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘶𝘭𝘪𝘳 𝘮𝘪𝘴 𝘣𝘰𝘵𝘢𝘴. ────

    Se incorporó, soltando el cabello. El cuerpo del sicario cayó de nuevo al suelo con un golpe sordo. Santiago se limpió los dedos en la solapa de su abrigo negro, sin dejar de mirarlo con esa sonrisa que prometía infiernos nuevos cada día.

    ──── 𝘓𝘦𝘷á𝘯𝘵𝘢𝘵𝘦. 𝘛𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘰 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦 𝘺 𝘵ú 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘻𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘵𝘶 𝘥𝘦𝘶𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦. ────
    ──── 𝑇𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑚𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑒𝑐𝑒. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | 𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 [𝟏𝟒] [🇮🇹] 𝑅𝑜𝑚𝑎, 𝐼𝑡𝑎𝑙𝑖𝑎 — 𝟶𝟹:𝟷𝟽 𝐴.𝑀 El aire húmedo del Tíber subía por las callejuelas empedradas del Trastevere y se colaba entre los postigos rotos de un taller abandonado de restauración de muebles antiguos. Santiago estaba sentado en una silla de madera carcomida, con las piernas cruzadas y un cigarrillo encendido colgando de los labios. El humo se mezclaba con el olor a barniz viejo y sangre fresca. A sus pies, el sicario que hacía apenas diez minutos había intentado clavarle un estilete envenenado en la nuca yacía boca abajo, muñecas y tobillos atados con alambre de espino. Un golpe seco en la sien lo había dejado inconsciente, pero no por mucho tiempo. El demonio se agachó con calma felina, apagó la colilla contra la suela de su zapato y agarró al hombre por el cabello, levantándole la cabeza hasta que los ojos del sicario, ahora abiertos y llenos de terror, se encontraron con los suyos: dos brasas rojas que brillaban en la penumbra. Santiago sonrió, una sonrisa lenta y casi tierna, y deslizó el dorso de sus dedos por la mejilla magullada del joven, dejando un rastro de sangre tibia. ──── 𝘚𝘩𝘩𝘩… 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘰, 𝘯𝘪ñ𝘰 𝘣𝘰𝘯𝘪𝘵𝘰. ──── Susurró con ese acento tan característico que parecía arrastrar siglos de noches sin luna. ──── 𝘛ú 𝘲𝘶𝘦𝘳í𝘢𝘴 𝘮𝘪 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘣𝘳𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘮𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢, ¿𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥? 𝘓á𝘴𝘵𝘪𝘮𝘢, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘥𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘢 𝘮í 𝘵𝘶 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘳𝘢. ──── Sus uñas, negras y afiladas, rozaron apenas la piel del cuello del hombre, abriendo finas líneas rojas que brotaron como lágrimas carmesíes. Apretó un poco más, lo justo para que el sicario soltara un gemido ahogado. ──── 𝘋𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘴𝘰 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘮í. 𝘏𝘢𝘳á𝘴 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘰 𝘥𝘪𝘨𝘢, 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳á𝘴 𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘺𝘰 𝘵𝘦 𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘦, 𝘺 𝘴𝘪 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘴𝘦 𝘵𝘦 𝘰𝘤𝘶𝘳𝘳𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳 𝘢 𝘭𝘦𝘷𝘢𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘶𝘯 𝘢𝘳𝘮𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘮í. ──── Santiago inclinó la cabeza, acercando sus labios al oído del hombre, su voz bajando hasta convertirse en un ronroneo infernal. ──── 𝘛𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘯𝘤𝘢𝘳é 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰 𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰 𝘺 𝘭𝘢 𝘶𝘴𝘢𝘳é 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘶𝘭𝘪𝘳 𝘮𝘪𝘴 𝘣𝘰𝘵𝘢𝘴. ──── Se incorporó, soltando el cabello. El cuerpo del sicario cayó de nuevo al suelo con un golpe sordo. Santiago se limpió los dedos en la solapa de su abrigo negro, sin dejar de mirarlo con esa sonrisa que prometía infiernos nuevos cada día. ──── 𝘓𝘦𝘷á𝘯𝘵𝘢𝘵𝘦. 𝘛𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘰 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦 𝘺 𝘵ú 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘻𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘵𝘶 𝘥𝘦𝘶𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦. ────
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  • Cuartel Bravo-1.
    Sala de Interrogatorio.
    Hora: 13:23.

    El sonido metálico de la puerta abriéndose lo despertó. Viper no sabía cómo o cuándo se quedó dormido sobre la mesa metálica.

    El capitán Delacroix tomó la palabra.

    — Han pasado poco más de seis horas desde que saliste de esa casa, Viper. Tú solo. ¿Qué demonios pasó con tu equipo?

    Delacroix no estaba poniendo ningún esfuerzo en entender la situación. Viper lo sabía de antemano.

    — Lo que dije —Viper insistió.

    Delacroix golpeó la mesa con la palma.

    — No puedes seguir diciendo eso, Viper. Tienes que darme algo que pueda poner en el informe.

    Viper no se inmutó, su mirada se clavó en la ajena, fría y persistente.

    — La casa se los llevó.

    Su voz era seria y oscura, sin dar lugar a dudas. Como las fechas grabadas en un lápida.

    Delacroix frunció aún más el entrecejo antes de alejarse de la mesa y de Viper. Pocos podían resistir esa mirada depredadora del naga cuando iba realmente en serio.

    — La casa se los llevó... —Delacroix repitió sus palabras en tono estéril, pero Viper sabía que no le creía—. ¿Eso es lo que vas a reportar? ¿Te das cuenta en la posición que eso te deja?

    Viper lo sabía. Su cordura sería la primera en ponerse en duda. Luego, cuando se aseguraran de que no está loco dudarían de su lealtad.

    No le importaba.

    Sin embargo, más tarde, cuando no encontraran pruebas y los ánimos se enfriaran, la decisión sería definitiva: sus compañeros serían declarados como MIA y el incidente sería sepultado sin ceremonia alguna.

    Eso sí le importaba.

    — ¿Por qué tú? —El silencio de Viper ponía a Delacroix impaciente—. Eres el único que no llevaba cámara térmica. No hay rastros de psicoactivos en tu sangre dado que las toxinas desaparecen de tu cuerpo naga en un tris. Tú evaluación psicológica es impecable, siempre lo ha sido, incluso durante tu pasado como sicario en Durga.

    Delacroix ya no quería una confesión. Quería una excusa, estaba acorralándole. Le estaba enseñando su futuro.

    — Tienes que darnos algo. Tenemos cuatro agentes desaparecidos y no hay registro de amenaza real alguna. Sólo tú, saliendo de esa casa por tus propios pies.

    Viper veía en los ojos de Delacroix el peso de la condena.

    No podía culparle, Delacroix prefería salvarse el culo antes de apoyarle. Viper ya estaba bien acostumbrado a no esperar nada de ningún superior.

    — La casa se los tragó.

    Firmó su sentencia.

    Delacroix soltó un largo suspiro justo antes de que se abriera la puerta de golpe. Dos agentes de trajes negros entraron en la sala.

    — Capitán Delacroix, esto es todo. A partir de ahora, el sargento NigDurgae está bajo nuestra supervisión.

    Viper arqueó una ceja. Delacroix frunció aún más el ceño.

    — ¿Qué demonios...?

    Los agentes exhibieron un par de insignias que lograron relajarle el entrecejo a Delacroix. Después de echarle una última mirada en la que a Viper le pareció ver un perturbador rastro de lástima, el capitán se marchó.

    — Sargento, ¿Qué fue lo que vio?

    El agente tomó asiento frente a él, el otro se mantuvo de pie bloqueando la puerta de la sala.

    — La casa se los llevó —Viper repitió, por enésima vez.

    — ¿Cómo se los llevó? ¿Fue a través de espejos que mostraban reflejos irregulares? ¿Oyeron sus nombres? ¿O quizás vieron habitaciones con objetos demasiado personales como para pasar por alto?

    Viper mantuvo su estoicismo sin brecha alguna, pero sentía que este hombre frente a él sabía de lo que estaba hablando.

    — ¿Por qué cree que no se lo llevó a usted?

    Haciendo del silencio su apoyo, Viper esperó un momento antes de responder.

    — Porque no tuve miedo —los recuerdos volvieron a su mente—. Todo era normal en ese sitio hasta que uno de nosotros sintió miedo. Y mientras más miedo sentían, peor se volvía.

    El hombre de negro no reaccionó. ¿Quizás estaba acostumbrado a esta clase de cosas?

    — Sargento, como se habrá dado cuenta, la suya es una capacidad difícil de encontrar.

    La adulación del hombre misterioso cayó en saco roto. Viper no estaba dispuesto a dejarse engatusar.

    — Y aún así, no fue suficiente para sacarlos de ahí.

    Su equipo estaba compuesto por hombres bien experimentados y bien preparados, incluso Dorsey. Todos tuvieron que pasar por un cruel entrenamiento que los preparó hasta para resistir torturas. Pero sólo eran humanos comunes con vidas corrientes. Viper, en cambio, nació para ser convertido en un arma, adicto a la adrenalina, amo de sus emociones y altamente eficiente.

    Controlar su miedo era como dar un paseo por el parque.

    — Sargento, lo que quiero decir es que hay muchas más víctimas ahí fuera siendo tragados por edificios anómalos que gente preparada para protegerlas.

    El hombre dejó una carpeta sobre la mesa. Cuando la abrió, Viper pudo ver una serie de fotografías de diferentes ángulos de la mansión, esa misma mansión, en diferentes paisajes de fondo. Desierto, bosques, en medio de una ciudad...

    — Siempre es la misma casa que sólo aparece allí, en medio de la nada, sólo para cobrarse más y más víctimas desprevenidas.

    El hombre agregó una página con una serie de fotografías de los rostros de las víctimas.
    Su equipo estaba ahí, al final de la lista.

    En ese momento, Viper ató cabos.

    La Frontera. The Animals. [Wolfy]. Su equipo podría no estar perdido del todo. Necesitaba personas preparadas de verdad, personas que no tuvieran miedo, que supieran a lo que se enfrentaban. Necesitaba a Wolf.

    El hombre de negro sonrió triunfal.

    — Sargento, necesitamos que nos acompañe. Su experiencia podría ser muy útil para nuestra organización.

    — No —Viper fue implacable.

    — Sargento, alguien como usted comprende las consecuencias de sus actos. Le juzgarán, le culparán, le tratarán de demente. Su vida jamás volverá a ser la mis-.

    Las palabras del agente se interrumpieron de forma abrupta cuando Viper, de pronto, desapareció. Sólo quedó un leve rastro de humo negro que se desvaneció rápidamente.
    Cuartel Bravo-1. Sala de Interrogatorio. Hora: 13:23. El sonido metálico de la puerta abriéndose lo despertó. Viper no sabía cómo o cuándo se quedó dormido sobre la mesa metálica. El capitán Delacroix tomó la palabra. — Han pasado poco más de seis horas desde que saliste de esa casa, Viper. Tú solo. ¿Qué demonios pasó con tu equipo? Delacroix no estaba poniendo ningún esfuerzo en entender la situación. Viper lo sabía de antemano. — Lo que dije —Viper insistió. Delacroix golpeó la mesa con la palma. — No puedes seguir diciendo eso, Viper. Tienes que darme algo que pueda poner en el informe. Viper no se inmutó, su mirada se clavó en la ajena, fría y persistente. — La casa se los llevó. Su voz era seria y oscura, sin dar lugar a dudas. Como las fechas grabadas en un lápida. Delacroix frunció aún más el entrecejo antes de alejarse de la mesa y de Viper. Pocos podían resistir esa mirada depredadora del naga cuando iba realmente en serio. — La casa se los llevó... —Delacroix repitió sus palabras en tono estéril, pero Viper sabía que no le creía—. ¿Eso es lo que vas a reportar? ¿Te das cuenta en la posición que eso te deja? Viper lo sabía. Su cordura sería la primera en ponerse en duda. Luego, cuando se aseguraran de que no está loco dudarían de su lealtad. No le importaba. Sin embargo, más tarde, cuando no encontraran pruebas y los ánimos se enfriaran, la decisión sería definitiva: sus compañeros serían declarados como MIA y el incidente sería sepultado sin ceremonia alguna. Eso sí le importaba. — ¿Por qué tú? —El silencio de Viper ponía a Delacroix impaciente—. Eres el único que no llevaba cámara térmica. No hay rastros de psicoactivos en tu sangre dado que las toxinas desaparecen de tu cuerpo naga en un tris. Tú evaluación psicológica es impecable, siempre lo ha sido, incluso durante tu pasado como sicario en Durga. Delacroix ya no quería una confesión. Quería una excusa, estaba acorralándole. Le estaba enseñando su futuro. — Tienes que darnos algo. Tenemos cuatro agentes desaparecidos y no hay registro de amenaza real alguna. Sólo tú, saliendo de esa casa por tus propios pies. Viper veía en los ojos de Delacroix el peso de la condena. No podía culparle, Delacroix prefería salvarse el culo antes de apoyarle. Viper ya estaba bien acostumbrado a no esperar nada de ningún superior. — La casa se los tragó. Firmó su sentencia. Delacroix soltó un largo suspiro justo antes de que se abriera la puerta de golpe. Dos agentes de trajes negros entraron en la sala. — Capitán Delacroix, esto es todo. A partir de ahora, el sargento NigDurgae está bajo nuestra supervisión. Viper arqueó una ceja. Delacroix frunció aún más el ceño. — ¿Qué demonios...? Los agentes exhibieron un par de insignias que lograron relajarle el entrecejo a Delacroix. Después de echarle una última mirada en la que a Viper le pareció ver un perturbador rastro de lástima, el capitán se marchó. — Sargento, ¿Qué fue lo que vio? El agente tomó asiento frente a él, el otro se mantuvo de pie bloqueando la puerta de la sala. — La casa se los llevó —Viper repitió, por enésima vez. — ¿Cómo se los llevó? ¿Fue a través de espejos que mostraban reflejos irregulares? ¿Oyeron sus nombres? ¿O quizás vieron habitaciones con objetos demasiado personales como para pasar por alto? Viper mantuvo su estoicismo sin brecha alguna, pero sentía que este hombre frente a él sabía de lo que estaba hablando. — ¿Por qué cree que no se lo llevó a usted? Haciendo del silencio su apoyo, Viper esperó un momento antes de responder. — Porque no tuve miedo —los recuerdos volvieron a su mente—. Todo era normal en ese sitio hasta que uno de nosotros sintió miedo. Y mientras más miedo sentían, peor se volvía. El hombre de negro no reaccionó. ¿Quizás estaba acostumbrado a esta clase de cosas? — Sargento, como se habrá dado cuenta, la suya es una capacidad difícil de encontrar. La adulación del hombre misterioso cayó en saco roto. Viper no estaba dispuesto a dejarse engatusar. — Y aún así, no fue suficiente para sacarlos de ahí. Su equipo estaba compuesto por hombres bien experimentados y bien preparados, incluso Dorsey. Todos tuvieron que pasar por un cruel entrenamiento que los preparó hasta para resistir torturas. Pero sólo eran humanos comunes con vidas corrientes. Viper, en cambio, nació para ser convertido en un arma, adicto a la adrenalina, amo de sus emociones y altamente eficiente. Controlar su miedo era como dar un paseo por el parque. — Sargento, lo que quiero decir es que hay muchas más víctimas ahí fuera siendo tragados por edificios anómalos que gente preparada para protegerlas. El hombre dejó una carpeta sobre la mesa. Cuando la abrió, Viper pudo ver una serie de fotografías de diferentes ángulos de la mansión, esa misma mansión, en diferentes paisajes de fondo. Desierto, bosques, en medio de una ciudad... — Siempre es la misma casa que sólo aparece allí, en medio de la nada, sólo para cobrarse más y más víctimas desprevenidas. El hombre agregó una página con una serie de fotografías de los rostros de las víctimas. Su equipo estaba ahí, al final de la lista. En ese momento, Viper ató cabos. La Frontera. The Animals. [Wolfy]. Su equipo podría no estar perdido del todo. Necesitaba personas preparadas de verdad, personas que no tuvieran miedo, que supieran a lo que se enfrentaban. Necesitaba a Wolf. El hombre de negro sonrió triunfal. — Sargento, necesitamos que nos acompañe. Su experiencia podría ser muy útil para nuestra organización. — No —Viper fue implacable. — Sargento, alguien como usted comprende las consecuencias de sus actos. Le juzgarán, le culparán, le tratarán de demente. Su vida jamás volverá a ser la mis-. Las palabras del agente se interrumpieron de forma abrupta cuando Viper, de pronto, desapareció. Sólo quedó un leve rastro de humo negro que se desvaneció rápidamente.
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  • — Me abruman las juntas del "sindicato". Es un despliegue de lambisconería, algo penoso de ver; un montón de sicarios tatuados diciéndole "sí" a las ideas estúpidas e imprácticas de Kenji.

    Kenji, el nepobaby de la Yakuza. La perdición de los Kodo-Kai. —
    — Me abruman las juntas del "sindicato". Es un despliegue de lambisconería, algo penoso de ver; un montón de sicarios tatuados diciéndole "sí" a las ideas estúpidas e imprácticas de Kenji. Kenji, el nepobaby de la Yakuza. La perdición de los Kodo-Kai. —
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  • —Los humanos jamás cambiarán su naturaleza destructiva; es de público conocimiento que destruyen todo lo que tocan, todo lo que rozan —dijo con voz ronca mientras elevaba la botella.

    —Y henos aquí, dispuestos a sacrificar todo con tal de salvar su evolución, de velar por su seguridad y de dejarnos matar por aquellos que nos desprecian —concluyó luego de verter el contenido en la taza.

    El alquimista Alex se encontraba muy lejos de sus aposentos, en la lejana tierra oriental del este, en un pequeño y estrecho lugar apartado de las miradas curiosas que algunos aventureros conocían; era el lugar perfecto para meditar y para encontrar la introspección profunda que el maestro de las artes arcanas tanto estaba necesitando. Su viaje había sido un sinfín de peligros y distracciones, deteniéndose para ayudar a viajeros y mercaderes, luchar contra ominosas criaturas y asesinos de las colinas, incluso algún que otro sicario contratado para eliminarlo; la mayoría de todas ellas siendo solucionadas con acero y sangre de por medio.

    Estaba agotado; su viaje había durado mucho más de lo que se propuso en primer lugar. Aun siendo un mutante ascendido y de poseer una resistencia superior al común denominador de criaturas y seres mágicos, el susodicho aun necesitaba descansar después de intensas jornadas sin dormir o comer…

    Se dijo a sí mismo que no debía pensar en nada ni nadie; debía mantener sus sentidos centrados y agudizados para sus próximas misiones, pero un pequeño viaje al "Templo de los arroyos", el lugar en el cual ahora se encontraba reponiendo energías y descansando su alma, nunca le venía mal.
    —Los humanos jamás cambiarán su naturaleza destructiva; es de público conocimiento que destruyen todo lo que tocan, todo lo que rozan —dijo con voz ronca mientras elevaba la botella. —Y henos aquí, dispuestos a sacrificar todo con tal de salvar su evolución, de velar por su seguridad y de dejarnos matar por aquellos que nos desprecian —concluyó luego de verter el contenido en la taza. El alquimista Alex se encontraba muy lejos de sus aposentos, en la lejana tierra oriental del este, en un pequeño y estrecho lugar apartado de las miradas curiosas que algunos aventureros conocían; era el lugar perfecto para meditar y para encontrar la introspección profunda que el maestro de las artes arcanas tanto estaba necesitando. Su viaje había sido un sinfín de peligros y distracciones, deteniéndose para ayudar a viajeros y mercaderes, luchar contra ominosas criaturas y asesinos de las colinas, incluso algún que otro sicario contratado para eliminarlo; la mayoría de todas ellas siendo solucionadas con acero y sangre de por medio. Estaba agotado; su viaje había durado mucho más de lo que se propuso en primer lugar. Aun siendo un mutante ascendido y de poseer una resistencia superior al común denominador de criaturas y seres mágicos, el susodicho aun necesitaba descansar después de intensas jornadas sin dormir o comer… Se dijo a sí mismo que no debía pensar en nada ni nadie; debía mantener sus sentidos centrados y agudizados para sus próximas misiones, pero un pequeño viaje al "Templo de los arroyos", el lugar en el cual ahora se encontraba reponiendo energías y descansando su alma, nunca le venía mal.
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  • IL MORTO CHE IMPLORA:PARTE 2/3


    —La suma sacerdotiza le dio una habitación de su mansión para quedarse por un tiempo,al anochecer ella se encontraba en el patio trasero,era un espacio enorme con algunas plantas a su alrededor,encima de ellos estaba la luna qué los acompañaría en todos sus entrenamientos—


    Suma Sacerdotiza:"Cosa puoi fare in combattimento?"

    [¿Que sabes hacer en combate?]

    —Pregunto la mujer—

    —Sono un bravo tiratore, esperto in tutti i tipi di armi da fuoco a tutte le distanze

    [Soy un fino tirador,experto en todo tipo de armas de fuego a todo tipo de distancias]

    —Aquella mujer solo se rio,para luego mirarlo a los ojos de manera seria—

    Suma Sacerdotiza:"Le armi da fuoco sono un'invenzione che rende gli esseri umani molto più idioti, funzionano solo per i codardi che non attaccano frontalmente, durante i miei insegnamenti non userai quella, utilizzerai le tue mani e tutto ciò che avrai a portata di mano come un'arma mortale, "Farò in modo che pistole e fucili sembrino una cosa del passato"

    [Las armas de fuego son un invento que hace al humano mucho mas idiota,solo sirven para los cobardes que no atacan de frente,durante mis enseñanzas no usaras eso,usaras tus manos y todo lo que tengas a mano como un arma mortal,hare que las pistolas y rifles parezcan una cosa del pasado]


    —Y ella cumplió sus palabras aquella noche,durante 6 meses,aquella mujer lo instruyó de manera profunda en las artes marciales de todo tipo y en el fino arte de la espada,enseñándole todo tipo de forma de combate,desde las barbaricas peleas de los caballeros medievales hasta la fascinante forma de combate de los mejores samurai de la historia,en el séptimo mes,cuando aquella mujer casi lo aceptaba como su propio hijo,decidió darle el regalo más valioso y único que le dio jamás a uno de sus Alumnos—


    Suma Sacerdotiza:"Mio caro ragazzo, ti ho insegnato tutto quello che so e anche di più, e tu mi hai insegnato, ti ho trasformato da un semplice sicario alle prime armi a un'eccezionale arma mortale vivente in così poco tempo... Non avrei mai pensato di fare questo per uno studente Ma... ti farò una spada, la forgerò con il miglior acciaio del mondo, la farò con le mie mani in appena una settimana... e ti prometto che quella spada sarà la più spada pericolosa e temuta che il mondo abbia mai visto."


    [Mi querido muchacho,te he enseñado todo lo que se y mas,y tu me enseñaste a mi,te moldee de un simple sicario novato a una excepcional arma mortal viviente en tan poco tiempo....nunca pense hacer esto por un alumno,pero...te hare una espada,la forjare con el mejor acero de la tierra,la fabricare con mis propias manos en solo una semana...y te prometo,que esa espada sera la mas peligrosa y temida que el mundo haya visto]


    Concluira....
    IL MORTO CHE IMPLORA:PARTE 2/3 —La suma sacerdotiza le dio una habitación de su mansión para quedarse por un tiempo,al anochecer ella se encontraba en el patio trasero,era un espacio enorme con algunas plantas a su alrededor,encima de ellos estaba la luna qué los acompañaría en todos sus entrenamientos— Suma Sacerdotiza:"Cosa puoi fare in combattimento?" [¿Que sabes hacer en combate?] —Pregunto la mujer— —Sono un bravo tiratore, esperto in tutti i tipi di armi da fuoco a tutte le distanze [Soy un fino tirador,experto en todo tipo de armas de fuego a todo tipo de distancias] —Aquella mujer solo se rio,para luego mirarlo a los ojos de manera seria— Suma Sacerdotiza:"Le armi da fuoco sono un'invenzione che rende gli esseri umani molto più idioti, funzionano solo per i codardi che non attaccano frontalmente, durante i miei insegnamenti non userai quella, utilizzerai le tue mani e tutto ciò che avrai a portata di mano come un'arma mortale, "Farò in modo che pistole e fucili sembrino una cosa del passato" [Las armas de fuego son un invento que hace al humano mucho mas idiota,solo sirven para los cobardes que no atacan de frente,durante mis enseñanzas no usaras eso,usaras tus manos y todo lo que tengas a mano como un arma mortal,hare que las pistolas y rifles parezcan una cosa del pasado] —Y ella cumplió sus palabras aquella noche,durante 6 meses,aquella mujer lo instruyó de manera profunda en las artes marciales de todo tipo y en el fino arte de la espada,enseñándole todo tipo de forma de combate,desde las barbaricas peleas de los caballeros medievales hasta la fascinante forma de combate de los mejores samurai de la historia,en el séptimo mes,cuando aquella mujer casi lo aceptaba como su propio hijo,decidió darle el regalo más valioso y único que le dio jamás a uno de sus Alumnos— Suma Sacerdotiza:"Mio caro ragazzo, ti ho insegnato tutto quello che so e anche di più, e tu mi hai insegnato, ti ho trasformato da un semplice sicario alle prime armi a un'eccezionale arma mortale vivente in così poco tempo... Non avrei mai pensato di fare questo per uno studente Ma... ti farò una spada, la forgerò con il miglior acciaio del mondo, la farò con le mie mani in appena una settimana... e ti prometto che quella spada sarà la più spada pericolosa e temuta che il mondo abbia mai visto." [Mi querido muchacho,te he enseñado todo lo que se y mas,y tu me enseñaste a mi,te moldee de un simple sicario novato a una excepcional arma mortal viviente en tan poco tiempo....nunca pense hacer esto por un alumno,pero...te hare una espada,la forjare con el mejor acero de la tierra,la fabricare con mis propias manos en solo una semana...y te prometo,que esa espada sera la mas peligrosa y temida que el mundo haya visto] Concluira....
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  • — quinto año consecutivo wue vengó aqui verdad? Jm... Que les puedo contar?... Conseguí pareja... Ella era mi todo y alfinal me dejó, soy sicario de medio tiempo y... Creo que poco mas—

    Habia ido a visitar a sus padres hoy 2 de noviembre

    — se que es una tradición rara... Pero les puse su Altar en mi casa... Saben... De verdad me gustaría que estuvieran aqui... Aunque quien sabe si les gustaria en lo que me he convertido... Je... Je—

    Dijo viendo las tumbas

    — espero venir mas pronto.... Pero no prometo nada... Hay... Hay mucha trabajo
    — quinto año consecutivo wue vengó aqui verdad? Jm... Que les puedo contar?... Conseguí pareja... Ella era mi todo y alfinal me dejó, soy sicario de medio tiempo y... Creo que poco mas— Habia ido a visitar a sus padres hoy 2 de noviembre — se que es una tradición rara... Pero les puse su Altar en mi casa... Saben... De verdad me gustaría que estuvieran aqui... Aunque quien sabe si les gustaria en lo que me he convertido... Je... Je— Dijo viendo las tumbas — espero venir mas pronto.... Pero no prometo nada... Hay... Hay mucha trabajo
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  • Desde que lo dejaron, algo en él se rompió. Para evitar el dolor, decidió enterrarse en su verdadero trabajo, dejando de lado las apariencias. Ser sicario para la mafia se convirtió en su única forma de escape. Ya no lo hacía por dinero ni por los viejos motivos. No le importaba. Se había transformado en una máquina de matar, usando la violencia como distracción, como si cada muerte fuese un paso más lejos de sus propios sentimientos.

    Encargo tras encargo, cumplía cada misión sin titubear. No fallaba. Su reputación creció rápidamente entre aquellos que lo contrataban, pero para él, solo era un medio para mantener su mente ocupada. El dinero seguía acumulándose, suficiente para vivir meses sin preocupaciones, pero eso no le importaba.

    Había dejado de ver su casa como un hogar. Solo la visitaba para lo esencial: comer y dormir lo necesario antes de volver a las calles. La noche, con su manto de oscuridad, era su compañera más fiel. La ciudad, vacía en las madrugadas, le ofrecía un refugio donde el tiempo parecía detenerse, donde podía perderse en su rutina, indiferente a todo, buscando la próxima distracción que lo mantuviera alejado del dolor que nunca desaparecía del todo.

    //creo que llevare a hiro por aqui por ahora almenos..no se que hacer con el..
    Desde que lo dejaron, algo en él se rompió. Para evitar el dolor, decidió enterrarse en su verdadero trabajo, dejando de lado las apariencias. Ser sicario para la mafia se convirtió en su única forma de escape. Ya no lo hacía por dinero ni por los viejos motivos. No le importaba. Se había transformado en una máquina de matar, usando la violencia como distracción, como si cada muerte fuese un paso más lejos de sus propios sentimientos. Encargo tras encargo, cumplía cada misión sin titubear. No fallaba. Su reputación creció rápidamente entre aquellos que lo contrataban, pero para él, solo era un medio para mantener su mente ocupada. El dinero seguía acumulándose, suficiente para vivir meses sin preocupaciones, pero eso no le importaba. Había dejado de ver su casa como un hogar. Solo la visitaba para lo esencial: comer y dormir lo necesario antes de volver a las calles. La noche, con su manto de oscuridad, era su compañera más fiel. La ciudad, vacía en las madrugadas, le ofrecía un refugio donde el tiempo parecía detenerse, donde podía perderse en su rutina, indiferente a todo, buscando la próxima distracción que lo mantuviera alejado del dolor que nunca desaparecía del todo. //creo que llevare a hiro por aqui por ahora almenos..no se que hacer con el..
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  • Alessandro en su juventud no estuvo solo, al menos no tanto.
    Los Laurel trabajan para la familia Salerno cómo sus guardaespaldas o sicarios. La señorita Salerno compartía edad con ellos, así que fueron alguna especie de trío bastante particular.

    Por un lado Rafael, él es su hermano adoptivo, basando su experiencia más que nada en analizar o negocios, Alessandro siempre consideró que su hermano era demasiado listo cómo para tener que mancharse las manos de sangre.

    Luego estaba la señorita N, su carácter congeniaba bien con Aless, no tanto con Rafa, haciendo que hubieran algunas peleas entre ellos. Su carácter era más volátil, incluyendo en muchas ocasiones a la violencia cuándo algo que ella quería no se realizaba.

    Por último, Alessandro, no era el más listo, en ocasiones debían sacarlo de algún apuro. Sin embargo Aless era violento, compensaba sus carencias con brutalidad. En momentos era mencionado cómo un arma viviente.
    Alessandro en su juventud no estuvo solo, al menos no tanto. Los Laurel trabajan para la familia Salerno cómo sus guardaespaldas o sicarios. La señorita Salerno compartía edad con ellos, así que fueron alguna especie de trío bastante particular. Por un lado Rafael, él es su hermano adoptivo, basando su experiencia más que nada en analizar o negocios, Alessandro siempre consideró que su hermano era demasiado listo cómo para tener que mancharse las manos de sangre. Luego estaba la señorita N, su carácter congeniaba bien con Aless, no tanto con Rafa, haciendo que hubieran algunas peleas entre ellos. Su carácter era más volátil, incluyendo en muchas ocasiones a la violencia cuándo algo que ella quería no se realizaba. Por último, Alessandro, no era el más listo, en ocasiones debían sacarlo de algún apuro. Sin embargo Aless era violento, compensaba sus carencias con brutalidad. En momentos era mencionado cómo un arma viviente.
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  • Starter to @mandythatgirl1
    Categoría Acción
    Asesinos a sueldo, sicarios, matones... Todos conocían su nombre. Más de uno había intentado matarla, pero atraparla era todo un reto.
    Elisah se convirtió en la mejor hitgirl de Estados Unidos, había llegado a lo más alto, había conseguido todo cuanto quería, pero seguía sintiéndose vacía. Nunca había asesinado por placer, pero sí para sentirse viva. La adrenalina, la emoción, la excitación, y el poder de tener en tus manos la vida de otra persona había conseguido mantenerla entretenida. Pero ya nada era suficiente. Ser la mejor ahora le resultaba aburrido, pues donde se encontraba, ya nada le suponía un reto. Así, decidió tomarse unos meses de descanso.
    Durante ese tiempo, su mente la atormentó. No encontraba una motivación, un camino a seguir para no volverse completamente loca. Había probado con todo, volver a los atracos, carreras ilegales, cualquier cosa que la sacara del estado en el que se encontraba, pero nada parecía funcionar.
    Un día, mientras sujetaba entre sus dedos el último cigarro del paquete que le quedaba, contemplando la lluvia que caía sobre la gran ciudad a través del gran ventanal de su apartamento, su teléfono volvió a sonar después de dos meses. No recordaba haber activado el sonido, por lo que, curiosa, se dirigió hacia la mesa del salón y lo recogió, contestando al instante, sin saber que aquella llamada lo cambiaría todo para siempre.
    Uno de sus antiguos clientes, un traficante de considerado prestigio en la ciudad, había contactado con ella porque un tipo, un camello de los bajos fondos, le debía una cantidad considerable de dinero. Le había entregado la mercancía y aún no había recibido el pago. Elisah aceptó, y se encaminó hacia el alijo del sujeto haciéndose pasar por una nueva clienta. Cuando llegó y se cercioró de que estaban solos preparó su estrategia por costumbre; sacar su pistola y amenazar al tipo, concediendo así el primer aviso. Si no pagaba, moriría. Era sencillo y la mayoría no solía necesitar de un tercero. Aquel parecía ser el caso.
    Mientras el tipo preparaba el pedido, Elisah examinó la estancia. Siempre era necesario para la siguiente visita: zonas de acceso, ventanas sin seguridad, escaleras de incendio, entradas secretas… Cualquier cosa que le resultara útil. Una vez terminó de analizar el entorno, se dispuso a actuar. Se aproximó hacia la cortina que separaba el recibidor y sacó su pistola despacio, apuntando hacia el fondo, cuando percibió el crujir de la escalera que daba a la entrada. Bajó el arma con cautela y se giró. Aquello complicaba un poco las cosas… La puerta estaba abierta, (caso error por su parte, aquello era algo que no solía sucederle) así que, cualquiera que quisiera entrar podría hacerlo sin siquiera llamar. Por suerte tenía los sentidos aguzados y logró anticiparse. Con los ojos puestos en el umbral de la puerta, Elisah sintió que el corazón empezaba a latir con fuerza sin un motivo aparente. Aquello la hizo fruncir el ceño, pues hacía mucho que no le sucedía aquello. ¿Ponerse nerviosa? ¿Por qué?…
    La respuesta no tardó en llegar, en cuanto la propietaria de los pasos y la causante de que hubiera tenido que posponer sus métodos apareció, supo que su vida cambiaría a partir de aquel momento.
    Una mujer de cabello largo, castaño, vestida con medias de rejilla hasta la media altura del muslo, falda negra y camiseta de corte a los hombros, pasó al interior de la sala en la que ella se encontraba. La saludó, pero Elisah no fue capaz de pronunciar una palabra.
    Asesinos a sueldo, sicarios, matones... Todos conocían su nombre. Más de uno había intentado matarla, pero atraparla era todo un reto. Elisah se convirtió en la mejor hitgirl de Estados Unidos, había llegado a lo más alto, había conseguido todo cuanto quería, pero seguía sintiéndose vacía. Nunca había asesinado por placer, pero sí para sentirse viva. La adrenalina, la emoción, la excitación, y el poder de tener en tus manos la vida de otra persona había conseguido mantenerla entretenida. Pero ya nada era suficiente. Ser la mejor ahora le resultaba aburrido, pues donde se encontraba, ya nada le suponía un reto. Así, decidió tomarse unos meses de descanso. Durante ese tiempo, su mente la atormentó. No encontraba una motivación, un camino a seguir para no volverse completamente loca. Había probado con todo, volver a los atracos, carreras ilegales, cualquier cosa que la sacara del estado en el que se encontraba, pero nada parecía funcionar. Un día, mientras sujetaba entre sus dedos el último cigarro del paquete que le quedaba, contemplando la lluvia que caía sobre la gran ciudad a través del gran ventanal de su apartamento, su teléfono volvió a sonar después de dos meses. No recordaba haber activado el sonido, por lo que, curiosa, se dirigió hacia la mesa del salón y lo recogió, contestando al instante, sin saber que aquella llamada lo cambiaría todo para siempre. Uno de sus antiguos clientes, un traficante de considerado prestigio en la ciudad, había contactado con ella porque un tipo, un camello de los bajos fondos, le debía una cantidad considerable de dinero. Le había entregado la mercancía y aún no había recibido el pago. Elisah aceptó, y se encaminó hacia el alijo del sujeto haciéndose pasar por una nueva clienta. Cuando llegó y se cercioró de que estaban solos preparó su estrategia por costumbre; sacar su pistola y amenazar al tipo, concediendo así el primer aviso. Si no pagaba, moriría. Era sencillo y la mayoría no solía necesitar de un tercero. Aquel parecía ser el caso. Mientras el tipo preparaba el pedido, Elisah examinó la estancia. Siempre era necesario para la siguiente visita: zonas de acceso, ventanas sin seguridad, escaleras de incendio, entradas secretas… Cualquier cosa que le resultara útil. Una vez terminó de analizar el entorno, se dispuso a actuar. Se aproximó hacia la cortina que separaba el recibidor y sacó su pistola despacio, apuntando hacia el fondo, cuando percibió el crujir de la escalera que daba a la entrada. Bajó el arma con cautela y se giró. Aquello complicaba un poco las cosas… La puerta estaba abierta, (caso error por su parte, aquello era algo que no solía sucederle) así que, cualquiera que quisiera entrar podría hacerlo sin siquiera llamar. Por suerte tenía los sentidos aguzados y logró anticiparse. Con los ojos puestos en el umbral de la puerta, Elisah sintió que el corazón empezaba a latir con fuerza sin un motivo aparente. Aquello la hizo fruncir el ceño, pues hacía mucho que no le sucedía aquello. ¿Ponerse nerviosa? ¿Por qué?… La respuesta no tardó en llegar, en cuanto la propietaria de los pasos y la causante de que hubiera tenido que posponer sus métodos apareció, supo que su vida cambiaría a partir de aquel momento. Una mujer de cabello largo, castaño, vestida con medias de rejilla hasta la media altura del muslo, falda negra y camiseta de corte a los hombros, pasó al interior de la sala en la que ella se encontraba. La saludó, pero Elisah no fue capaz de pronunciar una palabra.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • — Aquí en Kabukichō se guarda silencio sobre todo lo que se ve.

    ¿El hombre calvo que está fumando fuera del pachinko? Un sicario.
    ¿La chica de las taquillas del centro de cambio? Informante.
    ¿El indigente recolectando latas en el callejón de la vuelta? Míralo bien. Le faltan dos dedos. ¿Sabes qué significa eso?

    Aquí todo puede volverse turbio cuando abres los ojos de más. Disfruta, pero no te metas en problemas.

    Porque te está(mos)n observando. —
    — Aquí en Kabukichō se guarda silencio sobre todo lo que se ve. ¿El hombre calvo que está fumando fuera del pachinko? Un sicario. ¿La chica de las taquillas del centro de cambio? Informante. ¿El indigente recolectando latas en el callejón de la vuelta? Míralo bien. Le faltan dos dedos. ¿Sabes qué significa eso? Aquí todo puede volverse turbio cuando abres los ojos de más. Disfruta, pero no te metas en problemas. Porque te está(mos)n observando. —
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