Cuartel Bravo-1.
Sala de Interrogatorio.
Hora: 13:23.
El sonido metálico de la puerta abriéndose lo despertó. Viper no sabía cómo o cuándo se quedó dormido sobre la mesa metálica.
El capitán Delacroix tomó la palabra.
— Han pasado poco más de seis horas desde que saliste de esa casa, Viper. Tú solo. ¿Qué demonios pasó con tu equipo?
Delacroix no estaba poniendo ningún esfuerzo en entender la situación. Viper lo sabía de antemano.
— Lo que dije —Viper insistió.
Delacroix golpeó la mesa con la palma.
— No puedes seguir diciendo eso, Viper. Tienes que darme algo que pueda poner en el informe.
Viper no se inmutó, su mirada se clavó en la ajena, fría y persistente.
— La casa se los llevó.
Su voz era seria y oscura, sin dar lugar a dudas. Como las fechas grabadas en un lápida.
Delacroix frunció aún más el entrecejo antes de alejarse de la mesa y de Viper. Pocos podían resistir esa mirada depredadora del naga cuando iba realmente en serio.
— La casa se los llevó... —Delacroix repitió sus palabras en tono estéril, pero Viper sabía que no le creía—. ¿Eso es lo que vas a reportar? ¿Te das cuenta en la posición que eso te deja?
Viper lo sabía. Su cordura sería la primera en ponerse en duda. Luego, cuando se aseguraran de que no está loco dudarían de su lealtad.
No le importaba.
Sin embargo, más tarde, cuando no encontraran pruebas y los ánimos se enfriaran, la decisión sería definitiva: sus compañeros serían declarados como MIA y el incidente sería sepultado sin ceremonia alguna.
Eso sí le importaba.
— ¿Por qué tú? —El silencio de Viper ponía a Delacroix impaciente—. Eres el único que no llevaba cámara térmica. No hay rastros de psicoactivos en tu sangre dado que las toxinas desaparecen de tu cuerpo naga en un tris. Tú evaluación psicológica es impecable, siempre lo ha sido, incluso durante tu pasado como sicario en Durga.
Delacroix ya no quería una confesión. Quería una excusa, estaba acorralándole. Le estaba enseñando su futuro.
— Tienes que darnos algo. Tenemos cuatro agentes desaparecidos y no hay registro de amenaza real alguna. Sólo tú, saliendo de esa casa por tus propios pies.
Viper veía en los ojos de Delacroix el peso de la condena.
No podía culparle, Delacroix prefería salvarse el culo antes de apoyarle. Viper ya estaba bien acostumbrado a no esperar nada de ningún superior.
— La casa se los tragó.
Firmó su sentencia.
Delacroix soltó un largo suspiro justo antes de que se abriera la puerta de golpe. Dos agentes de trajes negros entraron en la sala.
— Capitán Delacroix, esto es todo. A partir de ahora, el sargento NigDurgae está bajo nuestra supervisión.
Viper arqueó una ceja. Delacroix frunció aún más el ceño.
— ¿Qué demonios...?
Los agentes exhibieron un par de insignias que lograron relajarle el entrecejo a Delacroix. Después de echarle una última mirada en la que a Viper le pareció ver un perturbador rastro de lástima, el capitán se marchó.
— Sargento, ¿Qué fue lo que vio?
El agente tomó asiento frente a él, el otro se mantuvo de pie bloqueando la puerta de la sala.
— La casa se los llevó —Viper repitió, por enésima vez.
— ¿Cómo se los llevó? ¿Fue a través de espejos que mostraban reflejos irregulares? ¿Oyeron sus nombres? ¿O quizás vieron habitaciones con objetos demasiado personales como para pasar por alto?
Viper mantuvo su estoicismo sin brecha alguna, pero sentía que este hombre frente a él sabía de lo que estaba hablando.
— ¿Por qué cree que no se lo llevó a usted?
Haciendo del silencio su apoyo, Viper esperó un momento antes de responder.
— Porque no tuve miedo —los recuerdos volvieron a su mente—. Todo era normal en ese sitio hasta que uno de nosotros sintió miedo. Y mientras más miedo sentían, peor se volvía.
El hombre de negro no reaccionó. ¿Quizás estaba acostumbrado a esta clase de cosas?
— Sargento, como se habrá dado cuenta, la suya es una capacidad difícil de encontrar.
La adulación del hombre misterioso cayó en saco roto. Viper no estaba dispuesto a dejarse engatusar.
— Y aún así, no fue suficiente para sacarlos de ahí.
Su equipo estaba compuesto por hombres bien experimentados y bien preparados, incluso Dorsey. Todos tuvieron que pasar por un cruel entrenamiento que los preparó hasta para resistir torturas. Pero sólo eran humanos comunes con vidas corrientes. Viper, en cambio, nació para ser convertido en un arma, adicto a la adrenalina, amo de sus emociones y altamente eficiente.
Controlar su miedo era como dar un paseo por el parque.
— Sargento, lo que quiero decir es que hay muchas más víctimas ahí fuera siendo tragados por edificios anómalos que gente preparada para protegerlas.
El hombre dejó una carpeta sobre la mesa. Cuando la abrió, Viper pudo ver una serie de fotografías de diferentes ángulos de la mansión, esa misma mansión, en diferentes paisajes de fondo. Desierto, bosques, en medio de una ciudad...
— Siempre es la misma casa que sólo aparece allí, en medio de la nada, sólo para cobrarse más y más víctimas desprevenidas.
El hombre agregó una página con una serie de fotografías de los rostros de las víctimas.
Su equipo estaba ahí, al final de la lista.
En ese momento, Viper ató cabos.
La Frontera. The Animals. Wolf ᴬᵁ . Su equipo podría no estar perdido del todo. Necesitaba personas preparadas de verdad, personas que no tuvieran miedo, que supieran a lo que se enfrentaban. Necesitaba a Wolf.
El hombre de negro sonrió triunfal.
— Sargento, necesitamos que nos acompañe. Su experiencia podría ser muy útil para nuestra organización.
— No —Viper fue implacable.
— Sargento, alguien como usted comprende las consecuencias de sus actos. Le juzgarán, le culparán, le tratarán de demente. Su vida jamás volverá a ser la mis-.
Las palabras del agente se interrumpieron de forma abrupta cuando Viper, de pronto, desapareció. Sólo quedó un leve rastro de humo negro que se desvaneció rápidamente.
Sala de Interrogatorio.
Hora: 13:23.
El sonido metálico de la puerta abriéndose lo despertó. Viper no sabía cómo o cuándo se quedó dormido sobre la mesa metálica.
El capitán Delacroix tomó la palabra.
— Han pasado poco más de seis horas desde que saliste de esa casa, Viper. Tú solo. ¿Qué demonios pasó con tu equipo?
Delacroix no estaba poniendo ningún esfuerzo en entender la situación. Viper lo sabía de antemano.
— Lo que dije —Viper insistió.
Delacroix golpeó la mesa con la palma.
— No puedes seguir diciendo eso, Viper. Tienes que darme algo que pueda poner en el informe.
Viper no se inmutó, su mirada se clavó en la ajena, fría y persistente.
— La casa se los llevó.
Su voz era seria y oscura, sin dar lugar a dudas. Como las fechas grabadas en un lápida.
Delacroix frunció aún más el entrecejo antes de alejarse de la mesa y de Viper. Pocos podían resistir esa mirada depredadora del naga cuando iba realmente en serio.
— La casa se los llevó... —Delacroix repitió sus palabras en tono estéril, pero Viper sabía que no le creía—. ¿Eso es lo que vas a reportar? ¿Te das cuenta en la posición que eso te deja?
Viper lo sabía. Su cordura sería la primera en ponerse en duda. Luego, cuando se aseguraran de que no está loco dudarían de su lealtad.
No le importaba.
Sin embargo, más tarde, cuando no encontraran pruebas y los ánimos se enfriaran, la decisión sería definitiva: sus compañeros serían declarados como MIA y el incidente sería sepultado sin ceremonia alguna.
Eso sí le importaba.
— ¿Por qué tú? —El silencio de Viper ponía a Delacroix impaciente—. Eres el único que no llevaba cámara térmica. No hay rastros de psicoactivos en tu sangre dado que las toxinas desaparecen de tu cuerpo naga en un tris. Tú evaluación psicológica es impecable, siempre lo ha sido, incluso durante tu pasado como sicario en Durga.
Delacroix ya no quería una confesión. Quería una excusa, estaba acorralándole. Le estaba enseñando su futuro.
— Tienes que darnos algo. Tenemos cuatro agentes desaparecidos y no hay registro de amenaza real alguna. Sólo tú, saliendo de esa casa por tus propios pies.
Viper veía en los ojos de Delacroix el peso de la condena.
No podía culparle, Delacroix prefería salvarse el culo antes de apoyarle. Viper ya estaba bien acostumbrado a no esperar nada de ningún superior.
— La casa se los tragó.
Firmó su sentencia.
Delacroix soltó un largo suspiro justo antes de que se abriera la puerta de golpe. Dos agentes de trajes negros entraron en la sala.
— Capitán Delacroix, esto es todo. A partir de ahora, el sargento NigDurgae está bajo nuestra supervisión.
Viper arqueó una ceja. Delacroix frunció aún más el ceño.
— ¿Qué demonios...?
Los agentes exhibieron un par de insignias que lograron relajarle el entrecejo a Delacroix. Después de echarle una última mirada en la que a Viper le pareció ver un perturbador rastro de lástima, el capitán se marchó.
— Sargento, ¿Qué fue lo que vio?
El agente tomó asiento frente a él, el otro se mantuvo de pie bloqueando la puerta de la sala.
— La casa se los llevó —Viper repitió, por enésima vez.
— ¿Cómo se los llevó? ¿Fue a través de espejos que mostraban reflejos irregulares? ¿Oyeron sus nombres? ¿O quizás vieron habitaciones con objetos demasiado personales como para pasar por alto?
Viper mantuvo su estoicismo sin brecha alguna, pero sentía que este hombre frente a él sabía de lo que estaba hablando.
— ¿Por qué cree que no se lo llevó a usted?
Haciendo del silencio su apoyo, Viper esperó un momento antes de responder.
— Porque no tuve miedo —los recuerdos volvieron a su mente—. Todo era normal en ese sitio hasta que uno de nosotros sintió miedo. Y mientras más miedo sentían, peor se volvía.
El hombre de negro no reaccionó. ¿Quizás estaba acostumbrado a esta clase de cosas?
— Sargento, como se habrá dado cuenta, la suya es una capacidad difícil de encontrar.
La adulación del hombre misterioso cayó en saco roto. Viper no estaba dispuesto a dejarse engatusar.
— Y aún así, no fue suficiente para sacarlos de ahí.
Su equipo estaba compuesto por hombres bien experimentados y bien preparados, incluso Dorsey. Todos tuvieron que pasar por un cruel entrenamiento que los preparó hasta para resistir torturas. Pero sólo eran humanos comunes con vidas corrientes. Viper, en cambio, nació para ser convertido en un arma, adicto a la adrenalina, amo de sus emociones y altamente eficiente.
Controlar su miedo era como dar un paseo por el parque.
— Sargento, lo que quiero decir es que hay muchas más víctimas ahí fuera siendo tragados por edificios anómalos que gente preparada para protegerlas.
El hombre dejó una carpeta sobre la mesa. Cuando la abrió, Viper pudo ver una serie de fotografías de diferentes ángulos de la mansión, esa misma mansión, en diferentes paisajes de fondo. Desierto, bosques, en medio de una ciudad...
— Siempre es la misma casa que sólo aparece allí, en medio de la nada, sólo para cobrarse más y más víctimas desprevenidas.
El hombre agregó una página con una serie de fotografías de los rostros de las víctimas.
Su equipo estaba ahí, al final de la lista.
En ese momento, Viper ató cabos.
La Frontera. The Animals. Wolf ᴬᵁ . Su equipo podría no estar perdido del todo. Necesitaba personas preparadas de verdad, personas que no tuvieran miedo, que supieran a lo que se enfrentaban. Necesitaba a Wolf.
El hombre de negro sonrió triunfal.
— Sargento, necesitamos que nos acompañe. Su experiencia podría ser muy útil para nuestra organización.
— No —Viper fue implacable.
— Sargento, alguien como usted comprende las consecuencias de sus actos. Le juzgarán, le culparán, le tratarán de demente. Su vida jamás volverá a ser la mis-.
Las palabras del agente se interrumpieron de forma abrupta cuando Viper, de pronto, desapareció. Sólo quedó un leve rastro de humo negro que se desvaneció rápidamente.
Cuartel Bravo-1.
Sala de Interrogatorio.
Hora: 13:23.
El sonido metálico de la puerta abriéndose lo despertó. Viper no sabía cómo o cuándo se quedó dormido sobre la mesa metálica.
El capitán Delacroix tomó la palabra.
— Han pasado poco más de seis horas desde que saliste de esa casa, Viper. Tú solo. ¿Qué demonios pasó con tu equipo?
Delacroix no estaba poniendo ningún esfuerzo en entender la situación. Viper lo sabía de antemano.
— Lo que dije —Viper insistió.
Delacroix golpeó la mesa con la palma.
— No puedes seguir diciendo eso, Viper. Tienes que darme algo que pueda poner en el informe.
Viper no se inmutó, su mirada se clavó en la ajena, fría y persistente.
— La casa se los llevó.
Su voz era seria y oscura, sin dar lugar a dudas. Como las fechas grabadas en un lápida.
Delacroix frunció aún más el entrecejo antes de alejarse de la mesa y de Viper. Pocos podían resistir esa mirada depredadora del naga cuando iba realmente en serio.
— La casa se los llevó... —Delacroix repitió sus palabras en tono estéril, pero Viper sabía que no le creía—. ¿Eso es lo que vas a reportar? ¿Te das cuenta en la posición que eso te deja?
Viper lo sabía. Su cordura sería la primera en ponerse en duda. Luego, cuando se aseguraran de que no está loco dudarían de su lealtad.
No le importaba.
Sin embargo, más tarde, cuando no encontraran pruebas y los ánimos se enfriaran, la decisión sería definitiva: sus compañeros serían declarados como MIA y el incidente sería sepultado sin ceremonia alguna.
Eso sí le importaba.
— ¿Por qué tú? —El silencio de Viper ponía a Delacroix impaciente—. Eres el único que no llevaba cámara térmica. No hay rastros de psicoactivos en tu sangre dado que las toxinas desaparecen de tu cuerpo naga en un tris. Tú evaluación psicológica es impecable, siempre lo ha sido, incluso durante tu pasado como sicario en Durga.
Delacroix ya no quería una confesión. Quería una excusa, estaba acorralándole. Le estaba enseñando su futuro.
— Tienes que darnos algo. Tenemos cuatro agentes desaparecidos y no hay registro de amenaza real alguna. Sólo tú, saliendo de esa casa por tus propios pies.
Viper veía en los ojos de Delacroix el peso de la condena.
No podía culparle, Delacroix prefería salvarse el culo antes de apoyarle. Viper ya estaba bien acostumbrado a no esperar nada de ningún superior.
— La casa se los tragó.
Firmó su sentencia.
Delacroix soltó un largo suspiro justo antes de que se abriera la puerta de golpe. Dos agentes de trajes negros entraron en la sala.
— Capitán Delacroix, esto es todo. A partir de ahora, el sargento NigDurgae está bajo nuestra supervisión.
Viper arqueó una ceja. Delacroix frunció aún más el ceño.
— ¿Qué demonios...?
Los agentes exhibieron un par de insignias que lograron relajarle el entrecejo a Delacroix. Después de echarle una última mirada en la que a Viper le pareció ver un perturbador rastro de lástima, el capitán se marchó.
— Sargento, ¿Qué fue lo que vio?
El agente tomó asiento frente a él, el otro se mantuvo de pie bloqueando la puerta de la sala.
— La casa se los llevó —Viper repitió, por enésima vez.
— ¿Cómo se los llevó? ¿Fue a través de espejos que mostraban reflejos irregulares? ¿Oyeron sus nombres? ¿O quizás vieron habitaciones con objetos demasiado personales como para pasar por alto?
Viper mantuvo su estoicismo sin brecha alguna, pero sentía que este hombre frente a él sabía de lo que estaba hablando.
— ¿Por qué cree que no se lo llevó a usted?
Haciendo del silencio su apoyo, Viper esperó un momento antes de responder.
— Porque no tuve miedo —los recuerdos volvieron a su mente—. Todo era normal en ese sitio hasta que uno de nosotros sintió miedo. Y mientras más miedo sentían, peor se volvía.
El hombre de negro no reaccionó. ¿Quizás estaba acostumbrado a esta clase de cosas?
— Sargento, como se habrá dado cuenta, la suya es una capacidad difícil de encontrar.
La adulación del hombre misterioso cayó en saco roto. Viper no estaba dispuesto a dejarse engatusar.
— Y aún así, no fue suficiente para sacarlos de ahí.
Su equipo estaba compuesto por hombres bien experimentados y bien preparados, incluso Dorsey. Todos tuvieron que pasar por un cruel entrenamiento que los preparó hasta para resistir torturas. Pero sólo eran humanos comunes con vidas corrientes. Viper, en cambio, nació para ser convertido en un arma, adicto a la adrenalina, amo de sus emociones y altamente eficiente.
Controlar su miedo era como dar un paseo por el parque.
— Sargento, lo que quiero decir es que hay muchas más víctimas ahí fuera siendo tragados por edificios anómalos que gente preparada para protegerlas.
El hombre dejó una carpeta sobre la mesa. Cuando la abrió, Viper pudo ver una serie de fotografías de diferentes ángulos de la mansión, esa misma mansión, en diferentes paisajes de fondo. Desierto, bosques, en medio de una ciudad...
— Siempre es la misma casa que sólo aparece allí, en medio de la nada, sólo para cobrarse más y más víctimas desprevenidas.
El hombre agregó una página con una serie de fotografías de los rostros de las víctimas.
Su equipo estaba ahí, al final de la lista.
En ese momento, Viper ató cabos.
La Frontera. The Animals. [Wolfy]. Su equipo podría no estar perdido del todo. Necesitaba personas preparadas de verdad, personas que no tuvieran miedo, que supieran a lo que se enfrentaban. Necesitaba a Wolf.
El hombre de negro sonrió triunfal.
— Sargento, necesitamos que nos acompañe. Su experiencia podría ser muy útil para nuestra organización.
— No —Viper fue implacable.
— Sargento, alguien como usted comprende las consecuencias de sus actos. Le juzgarán, le culparán, le tratarán de demente. Su vida jamás volverá a ser la mis-.
Las palabras del agente se interrumpieron de forma abrupta cuando Viper, de pronto, desapareció. Sólo quedó un leve rastro de humo negro que se desvaneció rápidamente.


