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    ════════《⋇⋆✦⋆⋇》═════════《⋇⋆✦⋆⋇》════════

    Me disculpo por mi prolongada ausencia, estoy laborando durante la noche hasta el amanecer y, como entenderán, es pesado, así que me deja menos tiempo para aparecer.
    Ya una vez restablecido, recuperaré mi ritmo, gracias por la paciencia.
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  • 13 personajes 3D eliminados esta semana

    Esta semana el sistema ha eliminado 13 personajes 3D de la plataforma. Algunos fueron borrados por sus propios usuarios, pero otros han desaparecido por inactividad prolongada sin previo aviso.

    A estos personajes desaparecidos, los despedimos con cariño. Algunos dejaron huella, otros apenas estaban empezando… pero todos han formado parte de este mundo, y eso siempre se recuerda.

    Sé que a veces la vida se complica y no siempre se puede estar al día con el rol. Por eso quiero recordaros que existe el modo Hiatus .

    Es un acuerdo entre el usuario y FicRol:
    El sistema automático de FicRol no elimina vuestro personaje mientras dure el hiatus.
    Y vosotros os comprometéis a regresar cuando podáis y tengáis ganas de volver.

    Si necesitas activar el hiatus recuerda que tienes una guia donde te lo explico todo, te la dejo aqui: https://ficrol.com/blogs/265577/MODO-HIATUS

    Gracias por estar aquí y por formar parte de este universo que construimos entre todos.
    🗑️ 13 personajes 3D eliminados esta semana Esta semana el sistema ha eliminado 13 personajes 3D de la plataforma. Algunos fueron borrados por sus propios usuarios, pero otros han desaparecido por inactividad prolongada sin previo aviso. A estos personajes desaparecidos, los despedimos con cariño. 🕊️ Algunos dejaron huella, otros apenas estaban empezando… pero todos han formado parte de este mundo, y eso siempre se recuerda. 💜 Sé que a veces la vida se complica y no siempre se puede estar al día con el rol. Por eso quiero recordaros que existe el modo Hiatus 💤. Es un acuerdo entre el usuario y FicRol: 🔹 El sistema automático de FicRol no elimina vuestro personaje mientras dure el hiatus. 🔹 Y vosotros os comprometéis a regresar cuando podáis y tengáis ganas de volver. Si necesitas activar el hiatus recuerda que tienes una guia donde te lo explico todo, te la dejo aqui: https://ficrol.com/blogs/265577/MODO-HIATUS Gracias por estar aquí y por formar parte de este universo que construimos entre todos. 🌌
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  • ☆Primer Encuentro con Tian Capell Ivanov☆ Hace 3 años
    Fandom OC
    Categoría Original
    El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba.
    Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real.

    La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas.
    Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando.
    Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia.

    Ese joven era Tian Capell Ivanov.

    Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato.

    Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme:

    —Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba?

    Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
    El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba. Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real. La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas. Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando. Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia. Ese joven era Tian Capell Ivanov. Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato. Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme: —Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba? Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
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  • Microrelato...
    ╭⸻-----------𝙇𝙤𝙜𝙧𝙤𝙨-----------⸻╮
    Con la vista hacia una de la gran pila canastos que tenía regadas por una bóveda, ya hace tiempo en desuso, el guardián intentaba replicar aquellos objetos apilados. No lo hacía de la misma forma en la que originalmente habían sido creados, tejidos con manos de kobold expertas utilizando hojas y paja, él utilizaba una roca.

    Pasaba sus dedos sobre la superficie de una roca de gran tamaño con la forma de un cubo, liso como si antes el material se hubiera cortado y lijado con precisión. Sus dedos se hundían en la su superficie como si se tratará de un material maleable y no de uno duro y sólido.

    Su trabajo, lento y tedioso, era replicar cada detalle de estos canastos hechos de hojas, mientras moldeaba la roca como si estuviera hecha de arcilla. Sin embargo este no parecía molesto por hacer este trabajo, más bien y pese a su rostro de ceriedad, estaba completamente centrado en su objetivo, logrando eventualmente un resultado que... Bueno... Tampoco era el mejor que digamos.

    Si bien la silueta del canasto estaba lograda, era el trabajo de todo un principiante. Los detalles eran más grandes de lo que deberían por no decir gigantes, todavía se notaban las marcas de sus dedos en la roca y se habían formado grietas a lo largo de la superficie de esta; sin embargo allí estaba Aidguar, feliz después de largas horas de trabajo, su rostro formando una gran sonrisa. Tomo la pieza como si fuera una obra de arte de lo más valioza, salió de aquella bóveda y camino por los pasillos de la madriguera, alzando con orgullo su más reciente escultura.

    — Tu irás a la colección junto a los restos.—Toma un suspiro prolongado antes de continuar monologando—. Creo que estoy mejorando... No para nada... Bah, que más da, no hay nadie más aquí para juzgarte.

    Finalmente llega a una habitación la cual abre con toda energía casi llevándose la gran puerta de madera por delante, en antaño eran habitación para otros dragones, ahora eran su tesorería. Allí es donde se encontraban la mayoría de sus esculturas, todos con un resultado similar, aunque se distingue una distinta mejora con el tiempo. Las esculturas de más a la izquierda, todos de objetos cotidianos que se ven alrededor de las madrigueras, eran terribles, y siguiendo la vista hacía el otro extremo pasaban de catástrofes a figuras decentes.

    Pega la media vuelta, camina fuera de sus tesoros, y cierra la puerta sin voltear a ver detrás una vez más.
    ╰⸻----------------------------⸻╯
    Microrelato... ╭⸻-----------𝙇𝙤𝙜𝙧𝙤𝙨-----------⸻╮ Con la vista hacia una de la gran pila canastos que tenía regadas por una bóveda, ya hace tiempo en desuso, el guardián intentaba replicar aquellos objetos apilados. No lo hacía de la misma forma en la que originalmente habían sido creados, tejidos con manos de kobold expertas utilizando hojas y paja, él utilizaba una roca. Pasaba sus dedos sobre la superficie de una roca de gran tamaño con la forma de un cubo, liso como si antes el material se hubiera cortado y lijado con precisión. Sus dedos se hundían en la su superficie como si se tratará de un material maleable y no de uno duro y sólido. Su trabajo, lento y tedioso, era replicar cada detalle de estos canastos hechos de hojas, mientras moldeaba la roca como si estuviera hecha de arcilla. Sin embargo este no parecía molesto por hacer este trabajo, más bien y pese a su rostro de ceriedad, estaba completamente centrado en su objetivo, logrando eventualmente un resultado que... Bueno... Tampoco era el mejor que digamos. Si bien la silueta del canasto estaba lograda, era el trabajo de todo un principiante. Los detalles eran más grandes de lo que deberían por no decir gigantes, todavía se notaban las marcas de sus dedos en la roca y se habían formado grietas a lo largo de la superficie de esta; sin embargo allí estaba Aidguar, feliz después de largas horas de trabajo, su rostro formando una gran sonrisa. Tomo la pieza como si fuera una obra de arte de lo más valioza, salió de aquella bóveda y camino por los pasillos de la madriguera, alzando con orgullo su más reciente escultura. — Tu irás a la colección junto a los restos.—Toma un suspiro prolongado antes de continuar monologando—. Creo que estoy mejorando... No para nada... Bah, que más da, no hay nadie más aquí para juzgarte. Finalmente llega a una habitación la cual abre con toda energía casi llevándose la gran puerta de madera por delante, en antaño eran habitación para otros dragones, ahora eran su tesorería. Allí es donde se encontraban la mayoría de sus esculturas, todos con un resultado similar, aunque se distingue una distinta mejora con el tiempo. Las esculturas de más a la izquierda, todos de objetos cotidianos que se ven alrededor de las madrigueras, eran terribles, y siguiendo la vista hacía el otro extremo pasaban de catástrofes a figuras decentes. Pega la media vuelta, camina fuera de sus tesoros, y cierra la puerta sin voltear a ver detrás una vez más. ╰⸻----------------------------⸻╯
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  • Por un instante, el silencio dentro del templo se hizo más prolongado. Muchos enemigos habían caído, y la batalla por fin parecía mostrar el cierre de aquel episodio. Muy difusa la silueta del samurai parecía desaparecer tras la cortina de bruma oscura, pues solo el brillo incandescente de sus ojos, enmarcando aquella mirada asesina a la par de su espada, lograban revelar su posición.

    — ... Al parecer no fue solo una anomalía... estos demonios parecen estar más sincronizados... ¡tch! Menudo problema... — musitó para sí mismo.

    Mientras los cuerpos inertes de sus rivales empiezan a desvanecerse a su alrededor, algo en el ambiente toma lugar, inquietando rápidamente los sentidos del elegante guardián.
    Aquella niebla oscura procedente de los demonios asesinados poco a poco empezaba a concentrarse en un punto fijo, en instantes una nueva figura oscura se materializaba. Aquella aura demoníaca tenía un alcance impresionante y parecía crecer conforme se completaba el proceso de formación del gigantesco ente. Cubierto por una pesada armadura, el enemigo asemeja un fortaleza andante, el filo de su espada igual de grotesca con dimensiones abruptas qué fácilmente alcanzarían una apertura de corte en un rango de más de 5 metros lo hacían un rival digno de admirar.
    Por un instante, el silencio dentro del templo se hizo más prolongado. Muchos enemigos habían caído, y la batalla por fin parecía mostrar el cierre de aquel episodio. Muy difusa la silueta del samurai parecía desaparecer tras la cortina de bruma oscura, pues solo el brillo incandescente de sus ojos, enmarcando aquella mirada asesina a la par de su espada, lograban revelar su posición. — ... Al parecer no fue solo una anomalía... estos demonios parecen estar más sincronizados... ¡tch! Menudo problema... — musitó para sí mismo. Mientras los cuerpos inertes de sus rivales empiezan a desvanecerse a su alrededor, algo en el ambiente toma lugar, inquietando rápidamente los sentidos del elegante guardián. Aquella niebla oscura procedente de los demonios asesinados poco a poco empezaba a concentrarse en un punto fijo, en instantes una nueva figura oscura se materializaba. Aquella aura demoníaca tenía un alcance impresionante y parecía crecer conforme se completaba el proceso de formación del gigantesco ente. Cubierto por una pesada armadura, el enemigo asemeja un fortaleza andante, el filo de su espada igual de grotesca con dimensiones abruptas qué fácilmente alcanzarían una apertura de corte en un rango de más de 5 metros lo hacían un rival digno de admirar.
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  • — No te muevas...

    Ekkora alza la mano, lentamente. Su voz es apenas un susurro donde se siente parte de diversión y parte de urgencia. Sus ojos, bien abiertos, fijos en la oscuridad al otro lado del pasillo: hay algo ahí. Algo que no se ve. Algo que se siente. Un aliento demasiado largo. El eco de una conciencia hambrienta.

    La luz parpadea una vez.
    Otra vez.

    El silencio se prolonga.

    Ekkora observa la oscuridad. La siente. Su cuerpo entero está inmóvil, en una postura relajada, muy contraria a la situación.

    — Respira por la nariz... Lento. Muy lento. Piensa en cosas bonitas. Sonríe. Si detecta tu miedo, vendrá a por ti.

    Detrás, algo cruje. Algo se acerca.
    — No te muevas... Ekkora alza la mano, lentamente. Su voz es apenas un susurro donde se siente parte de diversión y parte de urgencia. Sus ojos, bien abiertos, fijos en la oscuridad al otro lado del pasillo: hay algo ahí. Algo que no se ve. Algo que se siente. Un aliento demasiado largo. El eco de una conciencia hambrienta. La luz parpadea una vez. Otra vez. El silencio se prolonga. Ekkora observa la oscuridad. La siente. Su cuerpo entero está inmóvil, en una postura relajada, muy contraria a la situación. — Respira por la nariz... Lento. Muy lento. Piensa en cosas bonitas. Sonríe. Si detecta tu miedo, vendrá a por ti. Detrás, algo cruje. Algo se acerca.
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  • ────╮
    ────𓉑 𝐍𝐄𝐖 غٹؚ   
    ㅤㅤ ⎯꯭ㅤ ㅤ𝕴𝗻𝗳𝗲𝗿𝗻𝗼ㅤ 𓈒𓆰𓆪
    ───────────────


    Los demonios no tomaban la apariencia humana de una forma gratuita, con ello conllevaba sufrimiento momentáneo y prolongado, ya que era como estar naciendo de nuevo. Así que muchos demonios se quedaban con esa apariencia por un largo tiempo y sólo cuando era necesario, volvían a su físico demoníaco natural, pero con el mismo procedimiento.

    En su transformación experimentó como un fuego consumía su esencia demoníaca hasta los cimientos, no era sólo el calor, ni el dolor, sino una sensación visceral de desgarro auténtico, como ser arrancado de su naturaleza original. Sus poderes y toda su energía caótica siendo oprimida y disminuida dentro de una nueva piel; débil y frágil. Junto a un vacío momentáneo en el que no reconocía quién o qué era, si un demonio, si un humano o solamente cenizas, como algo indefinido.

    Ya no estaban sus alas y no podía sacarlas a su voluntad a menos que se hiciera fuerte con éste nuevo cuerpo. Seguía teniendo sus poderes, pero en menor cantidad. Antes era invencible, podía durar en una batalla con otros seres infernales a la vez, ahora debía ser consciente de que no era tan fuerte y que cualquier ataque podría debilitarlo por días.

    Era el demonio Belial, señor del Caos y del engaño. La última vez que estuvo consciente de sus actos fue durante la Peste negra, durante los campos de Concentración, durante muchos tiempos caóticos, siempre estuvo presente, ahora se había reducido a un simple mortal con algunas habilidades extras. Su orgullo estaba jodidamente herido, pero no podía rebelarse y tampoco lo veía necesario. Quería descubrir porqué había sido enviado al mundo humano en ese tiempo y quizás un poco más que eso.
    ────╮ ────𓉑 𝐍𝐄𝐖 غٹؚ    ㅤㅤ ⎯꯭ㅤ ㅤ𝕴𝗻𝗳𝗲𝗿𝗻𝗼ㅤ 𓈒𓆰𓆪 ─────────────── Los demonios no tomaban la apariencia humana de una forma gratuita, con ello conllevaba sufrimiento momentáneo y prolongado, ya que era como estar naciendo de nuevo. Así que muchos demonios se quedaban con esa apariencia por un largo tiempo y sólo cuando era necesario, volvían a su físico demoníaco natural, pero con el mismo procedimiento. En su transformación experimentó como un fuego consumía su esencia demoníaca hasta los cimientos, no era sólo el calor, ni el dolor, sino una sensación visceral de desgarro auténtico, como ser arrancado de su naturaleza original. Sus poderes y toda su energía caótica siendo oprimida y disminuida dentro de una nueva piel; débil y frágil. Junto a un vacío momentáneo en el que no reconocía quién o qué era, si un demonio, si un humano o solamente cenizas, como algo indefinido. Ya no estaban sus alas y no podía sacarlas a su voluntad a menos que se hiciera fuerte con éste nuevo cuerpo. Seguía teniendo sus poderes, pero en menor cantidad. Antes era invencible, podía durar en una batalla con otros seres infernales a la vez, ahora debía ser consciente de que no era tan fuerte y que cualquier ataque podría debilitarlo por días. Era el demonio Belial, señor del Caos y del engaño. La última vez que estuvo consciente de sus actos fue durante la Peste negra, durante los campos de Concentración, durante muchos tiempos caóticos, siempre estuvo presente, ahora se había reducido a un simple mortal con algunas habilidades extras. Su orgullo estaba jodidamente herido, pero no podía rebelarse y tampoco lo veía necesario. Quería descubrir porqué había sido enviado al mundo humano en ese tiempo y quizás un poco más que eso.
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  • Dulces Pesadillas ❤︎
    Fandom Fuckig Rangers
    Categoría Suspenso
    Con cariño, para [sinner_without_sin] ❤︎

    — ¿Cuál es tu fantasía más recurrente, padrecito? —mi voz serpentea en la penumbra, sin boca que la pronuncie, sin forma que la acompañe—. ¿Sueñas con salvarlos a todos? ¿O, en secreto, con verlos desaparecer?

    Silencio.

    — El que no siente temor, ¿cómo puede sentir amor? —ronroneo con una dulzura espesa y pegajosa—. ¿Y cómo puede un santo tener a Dios en su corazón si hay piedra en lugar de músculo~?

    Estoy dentro.
    No de su cuerpo.
    De su mente.

    Mi voz en off. Mi pequeña intervención como narrador no invitado de esta pesadilla. Soy el subtítulo de su subconsciente. La risilla entre los versos del salmo.

    Y empiezo a cambiar el decorado.

    El sueño empieza a desvanecerse, como pintura que se pela ante el paso del tiempo.

    Primero, la luz.

    Ya no hay sol. Hay gris. Un gris mojado, pastoso, pegajoso.

    Después, el sonido. Las risas se alargan, distorsionadas, y se quiebran como vidrios al chocar contra el cemento.

    Y finalmente, el escenario. El suelo da paso a tierra removida. A lápidas torcidas. A cruces de piedra fría.

    Un cementerio. Pero no uno cualquiera.

    Aquí, todas las tumbas están abiertas. Unas 80. 100. Tal vez más.

    Sin ataúdes.
    En su lugar: cuerpos.
    Vivos.
    Respirando.
    Algunos gimen.
    Otros sonríen.
    Todos dormidos, como si la muerte no fuera más que una siesta prolongada.

    — Mira qué bonitos están. Tus feligreses. Tus hijos. Tus prójimos —susurro—. Tan quietecitos. Tan a tu cuidado. ¿Te alcanza la fe para despertarlos?

    Una brisa helada recorre el campo. Las lápidas tiemblan. Y entonces uno de los cuerpos se mueve. Se sienta. Abre los ojos. Otro le sigue. Y otro. Todos despiertan. Uno a uno.
    Miran al cura.
    Pero no se levantan.
    Solo lo observan.
    En silencio.
    Con esa expresión… ya sabes cuál. Esa mezcla de súplica y reproche. De hambre y abandono.

    — ¿Cuántos puedes cargar, padrecito? —mi voz se desliza como aceite caliente dentro de su cráneo—. ¿Cuántos puedes cargar antes de que tu espalda se rompa y tu alma se hunda? ¿No te haría un favor acabando con ellos?
    Con cariño, para [sinner_without_sin] ❤︎ — ¿Cuál es tu fantasía más recurrente, padrecito? —mi voz serpentea en la penumbra, sin boca que la pronuncie, sin forma que la acompañe—. ¿Sueñas con salvarlos a todos? ¿O, en secreto, con verlos desaparecer? Silencio. — El que no siente temor, ¿cómo puede sentir amor? —ronroneo con una dulzura espesa y pegajosa—. ¿Y cómo puede un santo tener a Dios en su corazón si hay piedra en lugar de músculo~? Estoy dentro. No de su cuerpo. De su mente. Mi voz en off. Mi pequeña intervención como narrador no invitado de esta pesadilla. Soy el subtítulo de su subconsciente. La risilla entre los versos del salmo. Y empiezo a cambiar el decorado. El sueño empieza a desvanecerse, como pintura que se pela ante el paso del tiempo. Primero, la luz. Ya no hay sol. Hay gris. Un gris mojado, pastoso, pegajoso. Después, el sonido. Las risas se alargan, distorsionadas, y se quiebran como vidrios al chocar contra el cemento. Y finalmente, el escenario. El suelo da paso a tierra removida. A lápidas torcidas. A cruces de piedra fría. Un cementerio. Pero no uno cualquiera. Aquí, todas las tumbas están abiertas. Unas 80. 100. Tal vez más. Sin ataúdes. En su lugar: cuerpos. Vivos. Respirando. Algunos gimen. Otros sonríen. Todos dormidos, como si la muerte no fuera más que una siesta prolongada. — Mira qué bonitos están. Tus feligreses. Tus hijos. Tus prójimos —susurro—. Tan quietecitos. Tan a tu cuidado. ¿Te alcanza la fe para despertarlos? Una brisa helada recorre el campo. Las lápidas tiemblan. Y entonces uno de los cuerpos se mueve. Se sienta. Abre los ojos. Otro le sigue. Y otro. Todos despiertan. Uno a uno. Miran al cura. Pero no se levantan. Solo lo observan. En silencio. Con esa expresión… ya sabes cuál. Esa mezcla de súplica y reproche. De hambre y abandono. — ¿Cuántos puedes cargar, padrecito? —mi voz se desliza como aceite caliente dentro de su cráneo—. ¿Cuántos puedes cargar antes de que tu espalda se rompa y tu alma se hunda? ¿No te haría un favor acabando con ellos?
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  • #DiezCosasSobre Mi.

    — ¿Matar? Bah. Una solución vulgar, apresurada… impropia de alguien con mi sensibilidad estética. Sí, lo admito, hay momentos en que la muerte se presenta como un bocado dulce, un capricho para una noche particularmente aburrida. Pero lo verdaderamente redituable, lo sublime, lo exquisito, es prolongar la agonía. Preservarla para exprimir cada gota de miseria que aún no ha fermentado.

    — La empatía es una ficción patética, un artilugio emocional de ovejas para ovejas, para cuidar del rebaño. No la poseo, ni la necesito. Lo que tengo, en cambio, es una intuición casi divina para diseccionar el alma. Puedo leer una emoción antes de que siquiera se forme. Sé dónde tocar, qué decir, cuándo mirar… y sobre todo, cuándo callar. La manipulación, después de todo, es un arte de precisión.

    — Soy viejo, más de lo que tu sabes y yo recuerdo. Y, como el viejo que soy, me aburro con facilidad. La repetición es el cáncer de la creatividad. Detesto las fórmulas, rehuyo las rutinas. La misma receta, dos veces, me resulta insoportable. Y no hablo sólo de alimentos… hablo de emociones, traumas, desgracias. Y personas sin personalidad. Necesito variedad. Sufrimiento con textura.

    — ¿Mi origen? Qué pregunta tan insulsa. Nadie lo conoce, ni siquiera yo. Tal vez nací de un grito, de un pensamiento prohibido, de las sombras que se retuercen sobre una montaña de porquería. Poco importa. Lo único relevante es que estoy aquí, y ustedes… ustedes me perciben, aunque preferirían no hacerlo.

    — Todo cambia. Y yo también. Adopto la forma que me apetezca. Desde el más atractivo hasta el más repulsivo. De inmenso a diminuto en un parpadeo. Soy así el antagonista de todas tus pesadillas.

    — Poseo un sentido de pertenencia muy particular. Territorial, dirían algunos. Si una criatura despierta mi interés, considero una ofensa personal que otra entidad ose interferir. La presa que me cautiva, es mía. No la comparto. No la suelto.

    — La fe… la esperanza… qué nociones tan irritantes. Luz artificial en un teatro de sombras. Me repugnan. Pero reconozco que destruirlas lentamente tiene un encanto dramático innegable.

    — ¿Estoy vivo? ¿Muerto? Ambas y ninguna. Di un paso más allá. Mi naturaleza trasciende los límites. Me deslizo entre planos, existo entre percepciones. No pertenezco a ningún lugar y por ello puedo estar en todos. Soy un eco sin fuente. Sangre sin herida.

    — Algunos han intentado exterminarme con símbolos vetustos, palabras olvidadas, círculos y rezos. Los aplaudo: hay diversión en su esfuerzo inútil. Pueden debilitarme, sí… por instantes. Pero aniquilarme, eso está fuera de sus posibilidades.

    — Mi percepción física es… ¿Cómo explicarlo? Mínima. No siento dolor, ni placer, ni el roce del mundo tangible. Pero no por ello carezco de habilidad. Puedo acariciar como una pluma, o cortar con la meticulosidad de un relojero suizo. No necesito sentir para perfeccionar. La práctica, como bien saben, hace al maestro… y yo he tenido siglos para ensayar.
    #DiezCosasSobre Mi. — ¿Matar? Bah. Una solución vulgar, apresurada… impropia de alguien con mi sensibilidad estética. Sí, lo admito, hay momentos en que la muerte se presenta como un bocado dulce, un capricho para una noche particularmente aburrida. Pero lo verdaderamente redituable, lo sublime, lo exquisito, es prolongar la agonía. Preservarla para exprimir cada gota de miseria que aún no ha fermentado. — La empatía es una ficción patética, un artilugio emocional de ovejas para ovejas, para cuidar del rebaño. No la poseo, ni la necesito. Lo que tengo, en cambio, es una intuición casi divina para diseccionar el alma. Puedo leer una emoción antes de que siquiera se forme. Sé dónde tocar, qué decir, cuándo mirar… y sobre todo, cuándo callar. La manipulación, después de todo, es un arte de precisión. — Soy viejo, más de lo que tu sabes y yo recuerdo. Y, como el viejo que soy, me aburro con facilidad. La repetición es el cáncer de la creatividad. Detesto las fórmulas, rehuyo las rutinas. La misma receta, dos veces, me resulta insoportable. Y no hablo sólo de alimentos… hablo de emociones, traumas, desgracias. Y personas sin personalidad. Necesito variedad. Sufrimiento con textura. — ¿Mi origen? Qué pregunta tan insulsa. Nadie lo conoce, ni siquiera yo. Tal vez nací de un grito, de un pensamiento prohibido, de las sombras que se retuercen sobre una montaña de porquería. Poco importa. Lo único relevante es que estoy aquí, y ustedes… ustedes me perciben, aunque preferirían no hacerlo. — Todo cambia. Y yo también. Adopto la forma que me apetezca. Desde el más atractivo hasta el más repulsivo. De inmenso a diminuto en un parpadeo. Soy así el antagonista de todas tus pesadillas. — Poseo un sentido de pertenencia muy particular. Territorial, dirían algunos. Si una criatura despierta mi interés, considero una ofensa personal que otra entidad ose interferir. La presa que me cautiva, es mía. No la comparto. No la suelto. — La fe… la esperanza… qué nociones tan irritantes. Luz artificial en un teatro de sombras. Me repugnan. Pero reconozco que destruirlas lentamente tiene un encanto dramático innegable. — ¿Estoy vivo? ¿Muerto? Ambas y ninguna. Di un paso más allá. Mi naturaleza trasciende los límites. Me deslizo entre planos, existo entre percepciones. No pertenezco a ningún lugar y por ello puedo estar en todos. Soy un eco sin fuente. Sangre sin herida. — Algunos han intentado exterminarme con símbolos vetustos, palabras olvidadas, círculos y rezos. Los aplaudo: hay diversión en su esfuerzo inútil. Pueden debilitarme, sí… por instantes. Pero aniquilarme, eso está fuera de sus posibilidades. — Mi percepción física es… ¿Cómo explicarlo? Mínima. No siento dolor, ni placer, ni el roce del mundo tangible. Pero no por ello carezco de habilidad. Puedo acariciar como una pluma, o cortar con la meticulosidad de un relojero suizo. No necesito sentir para perfeccionar. La práctica, como bien saben, hace al maestro… y yo he tenido siglos para ensayar.
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  • #DiezCosasSobre Viper.

    — Su nombre en clave "Viper", se debe a como fue bautizado por su equipo cuando se enteraron de su raza naga. A Kalhi no le incomoda, podría usar este tanto como cualquier otro apodo estándar.

    — Domina el arte del sigilo hasta tal punto que puede permanecer completamente inmóvil durante horas, controlando incluso los reflejos involuntarios de su cuerpo.

    — Evita mirar hacia abajo en edificios altos y suele mantenerse en espacios cerrados cuando se encuentra en zonas elevadas. Detesta volar (aunque ya es costumbre).

    — Su dieta es carnívora estricta, pero no tiene problemas en comer vegetales o frutas, sólo que no le nutren. La leche y los huevos crudos son sus golosinas favoritas.

    — Tiene una memoria casi fotográfica, especialmente útil para recordar mapas, rutas y estructuras enemigas. Recuerda detalles mínimos sobre los demás, como tics nerviosos, tonos de voz o cambios en su forma de hablar, lo que le da una empatía analítica, aunque no emocional.

    — Tiene debilidad por el contacto físico, especialmente si es cálido (como buen reptil, se siente atraído por las fuentes de calor). Puede buscarlo con ahínco cuando empieza a sentirse helado, dado que su cuerpo no es capaz de generar su propio calor. Asimismo, no suda ni tiembla de frío, tampoco le da fiebre.

    — Parece ser otra persona cuando bromea y participa de las tonterías que hace con sus compañeros de profesión, nunca se queda fuera de las travesuras ni teme a ser el humillado (suelen molestarle en las duchas por tener dos en lugar de uno...)

    — En raros momentos de conexión emocional, se queda en silencio prolongado, como si no pudiera procesar que alguien se preocupe por él. Puede desaparecer por días tras sentirse abrumado emocionalmente (herido, presionado, traicionado, cuestionado, etc), pero regresará sin palabras, esperando que se le entienda sin necesidad de explicarse.

    — Líder nato en situaciones críticas, pero prefiere delegar si no es necesario exponerse. Es extremadamente protector con aquellos a quienes considera parte de su círculo, aunque no lo demuestre de forma explícita. Tiene fama de "suicida" por lanzarse al frente sin miramientos, pues sabe que sus habilidades regenerativas son mucho más eficaces que la media y no teme a recibir un daño que podría ser grave o letal para otros, pero para él no.

    — Cuando se enfrenta a una situación de intenso estrés, algunas de sus características de naga salen a la luz. Sus pupilas se vuelven afiladas y su tercer párpado es visible, su lengua se muestra bífida (y a veces asoma como un tic nervioso), sisea en forma de amenaza o al sentirse amenazado, las zonas más expuestas de su cuerpo se cubren de escamas negras tornasoladas.
    #DiezCosasSobre Viper. — Su nombre en clave "Viper", se debe a como fue bautizado por su equipo cuando se enteraron de su raza naga. A Kalhi no le incomoda, podría usar este tanto como cualquier otro apodo estándar. — Domina el arte del sigilo hasta tal punto que puede permanecer completamente inmóvil durante horas, controlando incluso los reflejos involuntarios de su cuerpo. — Evita mirar hacia abajo en edificios altos y suele mantenerse en espacios cerrados cuando se encuentra en zonas elevadas. Detesta volar (aunque ya es costumbre). — Su dieta es carnívora estricta, pero no tiene problemas en comer vegetales o frutas, sólo que no le nutren. La leche y los huevos crudos son sus golosinas favoritas. — Tiene una memoria casi fotográfica, especialmente útil para recordar mapas, rutas y estructuras enemigas. Recuerda detalles mínimos sobre los demás, como tics nerviosos, tonos de voz o cambios en su forma de hablar, lo que le da una empatía analítica, aunque no emocional. — Tiene debilidad por el contacto físico, especialmente si es cálido (como buen reptil, se siente atraído por las fuentes de calor). Puede buscarlo con ahínco cuando empieza a sentirse helado, dado que su cuerpo no es capaz de generar su propio calor. Asimismo, no suda ni tiembla de frío, tampoco le da fiebre. — Parece ser otra persona cuando bromea y participa de las tonterías que hace con sus compañeros de profesión, nunca se queda fuera de las travesuras ni teme a ser el humillado (suelen molestarle en las duchas por tener dos en lugar de uno...) — En raros momentos de conexión emocional, se queda en silencio prolongado, como si no pudiera procesar que alguien se preocupe por él. Puede desaparecer por días tras sentirse abrumado emocionalmente (herido, presionado, traicionado, cuestionado, etc), pero regresará sin palabras, esperando que se le entienda sin necesidad de explicarse. — Líder nato en situaciones críticas, pero prefiere delegar si no es necesario exponerse. Es extremadamente protector con aquellos a quienes considera parte de su círculo, aunque no lo demuestre de forma explícita. Tiene fama de "suicida" por lanzarse al frente sin miramientos, pues sabe que sus habilidades regenerativas son mucho más eficaces que la media y no teme a recibir un daño que podría ser grave o letal para otros, pero para él no. — Cuando se enfrenta a una situación de intenso estrés, algunas de sus características de naga salen a la luz. Sus pupilas se vuelven afiladas y su tercer párpado es visible, su lengua se muestra bífida (y a veces asoma como un tic nervioso), sisea en forma de amenaza o al sentirse amenazado, las zonas más expuestas de su cuerpo se cubren de escamas negras tornasoladas.
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