• ⸻ Puente de Williamsburg – 03:12 a.m.

    Subí por impulso. O tal vez por costumbre.
    Hay algo en las alturas que siempre me hace sentir menos… atrapado.

    Apoyé los codos en la baranda oxidada. Cerré los ojos.
    El viento me hablaba en susurros. Eran las voces invitándome a probar el vértigo del vacío.

    A veces me tientan...

    Pensé en saltar. No quiero morir, solo volar un rato.
    Pero recordé que mañana tengo una sesión con un cliente importante y bastante atractivo.

    Y aún me queda media botella de vodka.

    Eso, y que las estrellas están demasiado bonitas como para decepcionarlas.

    #Ashes
    📌 ⸻ Puente de Williamsburg – 03:12 a.m. Subí por impulso. O tal vez por costumbre. Hay algo en las alturas que siempre me hace sentir menos… atrapado. Apoyé los codos en la baranda oxidada. Cerré los ojos. El viento me hablaba en susurros. Eran las voces invitándome a probar el vértigo del vacío. A veces me tientan... Pensé en saltar. No quiero morir, solo volar un rato. Pero recordé que mañana tengo una sesión con un cliente importante y bastante atractivo. Y aún me queda media botella de vodka. Eso, y que las estrellas están demasiado bonitas como para decepcionarlas. #Ashes
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Hank James Wimbleton
    Esta carta va dirigida a todos los que sean cercanos a el..quizas ninguno de ustedes sepa quien soy pero ya se daran cuenta con el tiempo,quería hablarles sobre Hank y como le ha estado yendo en su vida,para resumirlo...es..un padre maravilloso,las ñiñas lo adoran y el las adora a ellas,ambas heredaron sus ojos carmesi,cosa curiosa la verdad,puedo decir que sus ojitos son como rubies preciosos...miren,se que Hank hizo cosas horribles,no le gusta hablar de eso conmigo y lo entiendo..pero el verlo ahora,cargando a una de sus hijas en la sala me llena el alma de esperanza y amor por el,dice que dejara todo ese mundo violento para estar conmigo y nuestras hijas,yo no quiero que se sienta obligado a dejar toda una vida de trabajo por mi,pero el me insistio tanto en que alejarse de todo y ser el padre que no tuvo y el esposo que necesito..quisiera desperdirme dejando una foto de el y Hana,increíblemente fue la mejor foto que pude sacarles a escondidas

    Para cerrar esto,Hank esta bien,esta a salvo y es feliz

    Con mis mejores deseos,Aiko Nanakase Wimbleton ♥︎
    Hank James Wimbleton Esta carta va dirigida a todos los que sean cercanos a el..quizas ninguno de ustedes sepa quien soy pero ya se daran cuenta con el tiempo,quería hablarles sobre Hank y como le ha estado yendo en su vida,para resumirlo...es..un padre maravilloso,las ñiñas lo adoran y el las adora a ellas,ambas heredaron sus ojos carmesi,cosa curiosa la verdad,puedo decir que sus ojitos son como rubies preciosos...miren,se que Hank hizo cosas horribles,no le gusta hablar de eso conmigo y lo entiendo..pero el verlo ahora,cargando a una de sus hijas en la sala me llena el alma de esperanza y amor por el,dice que dejara todo ese mundo violento para estar conmigo y nuestras hijas,yo no quiero que se sienta obligado a dejar toda una vida de trabajo por mi,pero el me insistio tanto en que alejarse de todo y ser el padre que no tuvo y el esposo que necesito..quisiera desperdirme dejando una foto de el y Hana,increíblemente fue la mejor foto que pude sacarles a escondidas Para cerrar esto,Hank esta bien,esta a salvo y es feliz Con mis mejores deseos,Aiko Nanakase Wimbleton ♥︎
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • —Ángela apretó el teléfono con fuerza, la pantalla iluminando su rostro en la penumbra mientras dejaba escapar un suspiro ahogado. Había intentado llamar a Alessia Leone varias veces, pero cada llamada terminaba en silencio, sin respuesta. Un nudo de ansiedad comenzó a anudarse en su pecho, un presentimiento oscuro que la hizo temblar. El eco del silencio pesaba más que cualquier palabra, y la inquietud crecía con cada minuto que pasaba sin noticias.—

    —Con movimientos decididos, Ángela se levantó del sofá, sus ojos recorriendo la habitación con urgencia. Sabía que no podía quedarse allí esperando, su corazón le gritaba que algo andaba mal. Se dirigió al armario, buscando con manos rápidas entre la ropa hasta elegir un conjunto práctico pero que le permitiera moverse con rapidez.—

    —Mientras se arreglaba, sus pensamientos giraban sin cesar: ¿Dónde estaría Alessia? ¿Le habría pasado algo? La necesidad de encontrarla crecía, y la determinación en su mirada era clara: no descansaría hasta asegurarse de que ella estuviera bien.—
    —Ángela apretó el teléfono con fuerza, la pantalla iluminando su rostro en la penumbra mientras dejaba escapar un suspiro ahogado. Había intentado llamar a [eclipse_silver_bat_642] varias veces, pero cada llamada terminaba en silencio, sin respuesta. Un nudo de ansiedad comenzó a anudarse en su pecho, un presentimiento oscuro que la hizo temblar. El eco del silencio pesaba más que cualquier palabra, y la inquietud crecía con cada minuto que pasaba sin noticias.— —Con movimientos decididos, Ángela se levantó del sofá, sus ojos recorriendo la habitación con urgencia. Sabía que no podía quedarse allí esperando, su corazón le gritaba que algo andaba mal. Se dirigió al armario, buscando con manos rápidas entre la ropa hasta elegir un conjunto práctico pero que le permitiera moverse con rapidez.— —Mientras se arreglaba, sus pensamientos giraban sin cesar: ¿Dónde estaría Alessia? ¿Le habría pasado algo? La necesidad de encontrarla crecía, y la determinación en su mirada era clara: no descansaría hasta asegurarse de que ella estuviera bien.—
    Me gusta
    1
    18 turnos 0 maullidos
  • —Ya veo. No fue mi imaginación. Está en La Tierra. — Sonrió de lado, asomándose por el ventanal de la amplia habitación del castillo central. Así que todo el tiempo había estado oculta y Xian había sido demasiado estúpida al no profundizar en su búsqueda. Cerró los ojos y aspiró el aire, cual si aspirara el más delicioso perfume. —Pero por ahora... No me interesa. No parece más que un débil destello en comparación a lo que era en el pasado. Además... —Abrió los ojos y sonrió confiada, tenía un aire seguro y malicioso que por mucho que se esforzara en disimular, le era muy difícil.

    — Ahora tengo lo que siempre quise—
    —Ya veo. No fue mi imaginación. Está en La Tierra. — Sonrió de lado, asomándose por el ventanal de la amplia habitación del castillo central. Así que todo el tiempo había estado oculta y Xian había sido demasiado estúpida al no profundizar en su búsqueda. Cerró los ojos y aspiró el aire, cual si aspirara el más delicioso perfume. —Pero por ahora... No me interesa. No parece más que un débil destello en comparación a lo que era en el pasado. Además... —Abrió los ojos y sonrió confiada, tenía un aire seguro y malicioso que por mucho que se esforzara en disimular, le era muy difícil. — Ahora tengo lo que siempre quise—
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Fragmento – Nieve Rota

    El mundo humano le había parecido hermoso al principio. El calor de una fogata, la risa de unos niños, el sabor dulce de una fruta… Luna apenas comenzaba a entender las emociones, los gestos, los sonidos. Su cabello blanco, largo como el silencio, contrastaba con el color de su inocencia.

    Pero aquella noche, el mundo le enseñó su rostro más cruel.

    La nieve crujía bajo sus pies cuando la arrastraron. El bosque, mudo testigo, no supo defenderla. Ni la luna quiso mirar. Las manos ajenas no buscaban comprenderla, solo romperla.

    Y cuando todo terminó, su pequeño cuerpo quedó allí, tirado como un secreto que nadie debía descubrir. La sangre tiñó la blancura del suelo, como un grito que la nieve no pudo callar. Temblaba, no solo de frío… sino del dolor nuevo, inentendible, que nacía desde adentro y no pararía jamás.

    Sus ojos, antes grandes de curiosidad, se quedaron fijos en el cielo gris. Aún no entendía por qué el mundo era así. Aún no comprendía por qué los humanos decían amar, si sabían destruir.

    Esa noche, Luna no murió. Pero algo dentro de ella se rompió para siempre.
    Fragmento – Nieve Rota El mundo humano le había parecido hermoso al principio. El calor de una fogata, la risa de unos niños, el sabor dulce de una fruta… Luna apenas comenzaba a entender las emociones, los gestos, los sonidos. Su cabello blanco, largo como el silencio, contrastaba con el color de su inocencia. Pero aquella noche, el mundo le enseñó su rostro más cruel. La nieve crujía bajo sus pies cuando la arrastraron. El bosque, mudo testigo, no supo defenderla. Ni la luna quiso mirar. Las manos ajenas no buscaban comprenderla, solo romperla. Y cuando todo terminó, su pequeño cuerpo quedó allí, tirado como un secreto que nadie debía descubrir. La sangre tiñó la blancura del suelo, como un grito que la nieve no pudo callar. Temblaba, no solo de frío… sino del dolor nuevo, inentendible, que nacía desde adentro y no pararía jamás. Sus ojos, antes grandes de curiosidad, se quedaron fijos en el cielo gris. Aún no entendía por qué el mundo era así. Aún no comprendía por qué los humanos decían amar, si sabían destruir. Esa noche, Luna no murió. Pero algo dentro de ella se rompió para siempre.
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • La Casa de los Susurros.
    DINÁMICA 1: “Despertar En La Casa”

    Lo último que pudo recordar fue un nombre: Alejandro.
    Y una inevitable canción que se le vino a la cabeza, seguida de un casi incontenible deseo de cantar. Casi.

    Guardó silencio, mientras echaba un vistazo a su alrededor. La canción desapareció rápidamente de su mente sólo para ser reemplazada por una sensación tan familiar como escalofriante.

    Cuando se tiene que dormir en muchas partes, la mente puede desorientarte y creer que se despierta en algún campamento en medio oriente, en una base de reserva, en casa de sus padres o en su apartamento.

    Ninguna de esas opciones era correcta esta vez, pero se sintió como si pudiera tratarse de cualquiera.

    Su celular estaba a su lado, en la mesita de noche, junto a su smartwatch. ¿Cuándo se lo había quitado? Solía dormir con el.

    Se levantó de la cama. Sus pantuflas estaban ahí, justo a sus pies. Se las calzó, suaves y cómodas como siempre. Se echó a dar sin hacer ruido, como de costumbre. Tenía los ojos apenas abiertos, la modorra aún no lo abandonaba. Aún así, conocía el camino. Se acercó a la ventana, como de costumbre, y clavó un dedo en la tierra de la maceta de una plantita carnívora que había allí. Estaba todavía húmeda, no necesitaba regarla.

    Volvió a la mesita de noche, se echó el celular al bolsillo y se puso el smartwatch. Entonces la vio: una nota.

    "Estás a salvo aquí".

    — Oh, ya veo.

    Dijo, hablándole a la notita.

    Una teoría se formó en su cabeza.
    Esta era una casa de seguridad, un refugio. Algo había pasado y habían tenido que borrarlo del mapa, protegerlo. ¿De qué? No lo sabía. Alguien le contactaría en su debido momento.

    #DespertarEnLaCasa
    La Casa de los Susurros. DINÁMICA 1: “Despertar En La Casa” Lo último que pudo recordar fue un nombre: Alejandro. Y una inevitable canción que se le vino a la cabeza, seguida de un casi incontenible deseo de cantar. Casi. Guardó silencio, mientras echaba un vistazo a su alrededor. La canción desapareció rápidamente de su mente sólo para ser reemplazada por una sensación tan familiar como escalofriante. Cuando se tiene que dormir en muchas partes, la mente puede desorientarte y creer que se despierta en algún campamento en medio oriente, en una base de reserva, en casa de sus padres o en su apartamento. Ninguna de esas opciones era correcta esta vez, pero se sintió como si pudiera tratarse de cualquiera. Su celular estaba a su lado, en la mesita de noche, junto a su smartwatch. ¿Cuándo se lo había quitado? Solía dormir con el. Se levantó de la cama. Sus pantuflas estaban ahí, justo a sus pies. Se las calzó, suaves y cómodas como siempre. Se echó a dar sin hacer ruido, como de costumbre. Tenía los ojos apenas abiertos, la modorra aún no lo abandonaba. Aún así, conocía el camino. Se acercó a la ventana, como de costumbre, y clavó un dedo en la tierra de la maceta de una plantita carnívora que había allí. Estaba todavía húmeda, no necesitaba regarla. Volvió a la mesita de noche, se echó el celular al bolsillo y se puso el smartwatch. Entonces la vio: una nota. "Estás a salvo aquí". — Oh, ya veo. Dijo, hablándole a la notita. Una teoría se formó en su cabeza. Esta era una casa de seguridad, un refugio. Algo había pasado y habían tenido que borrarlo del mapa, protegerlo. ¿De qué? No lo sabía. Alguien le contactaría en su debido momento. #DespertarEnLaCasa
    Me shockea
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • —La habitación estaba sumida en una penumbra casi absoluta, apenas iluminada por la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas pesadas. Ángela, vestida con una delicada pero provocativa lencería negra que contrastaba con su piel pálida, se recostaba con una calma inquietante sobre la cama, sus ojos fijos en la puerta. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, preparado para el momento exacto. El silencio se hacía pesado, solo roto por el leve tic-tac del reloj en la pared.-

    -Cuando la puerta se abrió lentamente, Ángela no se movió, pero sus dedos se cerraron con firmeza alrededor del frío metal de la pistola oculta bajo la sábana. El hombre entró, confiado, sin sospechar la trampa que le esperaba. Su mirada se posó en ella, una sonrisa arrogante asomó en sus labios, pero antes de que pudiera reaccionar, un disparo seco resonó en la habitación. La bala encontró su blanco con precisión mortal.-

    -Ángela se levantó con una gracia letal, observando cómo el cuerpo caía sin vida al suelo. Su respiración era pausada, controlada, como si acabara de completar una rutina más que un acto de violencia. Sin una palabra, recogió la pistola, la limpió con un pañuelo y se desvaneció en la oscuridad, dejando tras de sí un silencio aún más profundo que antes.-
    —La habitación estaba sumida en una penumbra casi absoluta, apenas iluminada por la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas pesadas. Ángela, vestida con una delicada pero provocativa lencería negra que contrastaba con su piel pálida, se recostaba con una calma inquietante sobre la cama, sus ojos fijos en la puerta. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, preparado para el momento exacto. El silencio se hacía pesado, solo roto por el leve tic-tac del reloj en la pared.- -Cuando la puerta se abrió lentamente, Ángela no se movió, pero sus dedos se cerraron con firmeza alrededor del frío metal de la pistola oculta bajo la sábana. El hombre entró, confiado, sin sospechar la trampa que le esperaba. Su mirada se posó en ella, una sonrisa arrogante asomó en sus labios, pero antes de que pudiera reaccionar, un disparo seco resonó en la habitación. La bala encontró su blanco con precisión mortal.- -Ángela se levantó con una gracia letal, observando cómo el cuerpo caía sin vida al suelo. Su respiración era pausada, controlada, como si acabara de completar una rutina más que un acto de violencia. Sin una palabra, recogió la pistola, la limpió con un pañuelo y se desvaneció en la oscuridad, dejando tras de sí un silencio aún más profundo que antes.-
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • El sonido de la puerta cerrándose resuena en el pequeño apartamento. Afuera, la ciudad sigue viva: autos voladores, neones parpadeando, el murmullo constante del futuro. Pero aquí dentro, todo está en silencio.

    Connor alza la mirada cuando entras. Su chaqueta está abierta, desajustada, mostrando la camisa blanca ligeramente desabrochada, como si hubiera olvidado —o ignorado— el protocolo de presentación. Su guante blanco descansa sobre su rodilla, la otra mano levantada en un gesto suave, como si temiera interrumpir el momento… o romper algo delicado.

    Una pequeña sonrisa cruza sus labios, una que no viene del código, sino de algo que ha aprendido contigo.

    — “¿Sabes...? No estoy seguro de por qué lo hice.”
    Su voz es más baja de lo usual, casi como si no quisiera que el resto del mundo lo oyera.
    “Sentarme aquí, esperarte.”

    Desvía la mirada por un instante, sus ojos brillando con el tenue reflejo azul del anillo LED que gira despacio en su sien.
    “No es parte de ningún protocolo… pero me pareció lo correcto.”

    Se mueve ligeramente para mirarte de nuevo, con expresión serena pero cargada de algo nuevo, algo que apenas empieza a comprender.
    “Estás temblando un poco.”

    Levanta la mano que tenía alzada, como si quisiera alcanzarte, pero duda.
    “¿Puedo...? ¿Te molestaría si me quedo cerca esta noche?”
    Hace una pausa. Cuando habla de nuevo, su voz suena más suave.
    “No para vigilarte. No para protegerte.”
    Y entonces, con una mirada directa, casi vulnerable:
    “Solo… para estar contigo.”

    Su silueta se mezcla con la sombra cálida del cuarto, su respiración simulada acompasa la tuya, y por primera vez, Connor no parece un androide esperando órdenes. Parece un ser buscando permiso para sentir.
    El sonido de la puerta cerrándose resuena en el pequeño apartamento. Afuera, la ciudad sigue viva: autos voladores, neones parpadeando, el murmullo constante del futuro. Pero aquí dentro, todo está en silencio. Connor alza la mirada cuando entras. Su chaqueta está abierta, desajustada, mostrando la camisa blanca ligeramente desabrochada, como si hubiera olvidado —o ignorado— el protocolo de presentación. Su guante blanco descansa sobre su rodilla, la otra mano levantada en un gesto suave, como si temiera interrumpir el momento… o romper algo delicado. Una pequeña sonrisa cruza sus labios, una que no viene del código, sino de algo que ha aprendido contigo. — “¿Sabes...? No estoy seguro de por qué lo hice.” Su voz es más baja de lo usual, casi como si no quisiera que el resto del mundo lo oyera. “Sentarme aquí, esperarte.” Desvía la mirada por un instante, sus ojos brillando con el tenue reflejo azul del anillo LED que gira despacio en su sien. “No es parte de ningún protocolo… pero me pareció lo correcto.” Se mueve ligeramente para mirarte de nuevo, con expresión serena pero cargada de algo nuevo, algo que apenas empieza a comprender. “Estás temblando un poco.” Levanta la mano que tenía alzada, como si quisiera alcanzarte, pero duda. “¿Puedo...? ¿Te molestaría si me quedo cerca esta noche?” Hace una pausa. Cuando habla de nuevo, su voz suena más suave. “No para vigilarte. No para protegerte.” Y entonces, con una mirada directa, casi vulnerable: “Solo… para estar contigo.” Su silueta se mezcla con la sombra cálida del cuarto, su respiración simulada acompasa la tuya, y por primera vez, Connor no parece un androide esperando órdenes. Parece un ser buscando permiso para sentir.
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    Me entristece
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • El grimorio en blanco
    Fandom Harry Potter
    Categoría Suspenso
    Ubicación: Archivo subterráneo del Ministerio de Magia, Sección R
    Estado del tiempo: El aire está cargado de humedad arcana. La tinta parece respirar.
    Emilio lleva: Guantes de restauración, bata entintada, mirada alerta.

    Registro R-137, entrada parcial

    Una persona encapuchada dejó el libro sobre la mesa sin dar explicaciones. No firmó. No miró atrás.

    Solo dijo:

    —Al restaurarlo, ten cuidado con lo que recuerde.

    Desde entonces, Emilio Arcadia lo ha inspeccionado bajo cuatro tipos de luz y dos conjuros de memoria inactiva. Nada.
    Las páginas están en blanco. Pero no vacías. Hay algo dentro. Se percibe.
    El libro no se abre con llaves.
    Parece que espera algo.
    ¿Una herida? ¿Un recuerdo? ¿Una voz?

    Esta mañana, al tocarlo sin guantes, Emilio sintió frío.
    Pero no era su cuerpo el que se enfriaba.
    Era otro.
    Otra vida. Otra escena.
    Una confesión nunca dicha.

    Ahora permanece en la mesa de restauración, con un leve temblor bajo la cubierta que hace vibrar todo el mueble.

    **_Emilio levanta la vista del libro y te observa, con expresión neutra pero ojos que llevan una pregunta y un secreto.

    —¿Lo conoces?
    Porque creo… que el libro te ha reconocido a ti.**
    Ubicación: Archivo subterráneo del Ministerio de Magia, Sección R Estado del tiempo: El aire está cargado de humedad arcana. La tinta parece respirar. Emilio lleva: Guantes de restauración, bata entintada, mirada alerta. Registro R-137, entrada parcial Una persona encapuchada dejó el libro sobre la mesa sin dar explicaciones. No firmó. No miró atrás. Solo dijo: —Al restaurarlo, ten cuidado con lo que recuerde. Desde entonces, Emilio Arcadia lo ha inspeccionado bajo cuatro tipos de luz y dos conjuros de memoria inactiva. Nada. Las páginas están en blanco. Pero no vacías. Hay algo dentro. Se percibe. El libro no se abre con llaves. Parece que espera algo. ¿Una herida? ¿Un recuerdo? ¿Una voz? Esta mañana, al tocarlo sin guantes, Emilio sintió frío. Pero no era su cuerpo el que se enfriaba. Era otro. Otra vida. Otra escena. Una confesión nunca dicha. Ahora permanece en la mesa de restauración, con un leve temblor bajo la cubierta que hace vibrar todo el mueble. **_Emilio levanta la vista del libro y te observa, con expresión neutra pero ojos que llevan una pregunta y un secreto. —¿Lo conoces? Porque creo… que el libro te ha reconocido a ti.**
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    0 turnos 0 maullidos
  • El amor…
    Empalaga como néctar antiguo servido en copas de cristal quebrado,
    te desliza entre susurros hasta las cimas donde las estrellas lloran,
    con aroma a rosas recién despiertas,
    y promesas bordadas en hilo dorado
    que, al rozar el tiempo, se deshilachan sin piedad.

    El amor es fuego que danza en las venas,
    luz que enceguece con ternura
    y cuchillo envuelto en caricias.
    Rompe el alma como una ola de invierno
    contra la barca frágil de la inocencia.

    Cuando los pétalos se posan como visiones sobre tus ojos,
    y de tu boca solo nacen suspiros —
    lamentos dulces y breves como canciones olvidadas —
    ya has caído.
    No en el abismo, sino en el altar del amor,
    donde el sacrificio viste ropas de ilusión.

    Las espinas no anuncian su llegada.
    Corren como amantes fugaces,
    silenciosas como traiciones al alba,
    y se hunden sin tregua en el corazón desnudo,
    ese que canta sin saber que cada nota
    es una herida por venir.

    El carmesí se derrama como río encantado
    por cada promesa pronunciada entre suspiros,
    por cada rosa entregada como juramento de eternidad
    que, al marchitarse, deja su aroma
    impreso en el recuerdo y su sombra
    en la piel que amó demasiado.

    Cada espina, testigo de una esperanza vencida.
    Cada pétalo, una memoria que se rehúsa a morir.
    Y el jardín que fue edén,
    ahora es templo de ruinas bendecidas por la lluvia.

    Pero aun así…
    Volvemos.
    Como lunas que no saben ser otra cosa que luz reflejada.
    Amamos aún sabiendo que la belleza se disfraza de dolor,
    que el amor es un acto de fe en el caos.

    Porque sólo entre espinas
    nace la flor que desafía la muerte,
    la que no promete eternidad,
    pero sí verdad.
    Y esa verdad, aunque doliente,
    es la más pura forma de sentir.
    #rol
    El amor… Empalaga como néctar antiguo servido en copas de cristal quebrado, te desliza entre susurros hasta las cimas donde las estrellas lloran, con aroma a rosas recién despiertas, y promesas bordadas en hilo dorado que, al rozar el tiempo, se deshilachan sin piedad. El amor es fuego que danza en las venas, luz que enceguece con ternura y cuchillo envuelto en caricias. Rompe el alma como una ola de invierno contra la barca frágil de la inocencia. Cuando los pétalos se posan como visiones sobre tus ojos, y de tu boca solo nacen suspiros — lamentos dulces y breves como canciones olvidadas — ya has caído. No en el abismo, sino en el altar del amor, donde el sacrificio viste ropas de ilusión. Las espinas no anuncian su llegada. Corren como amantes fugaces, silenciosas como traiciones al alba, y se hunden sin tregua en el corazón desnudo, ese que canta sin saber que cada nota es una herida por venir. El carmesí se derrama como río encantado por cada promesa pronunciada entre suspiros, por cada rosa entregada como juramento de eternidad que, al marchitarse, deja su aroma impreso en el recuerdo y su sombra en la piel que amó demasiado. Cada espina, testigo de una esperanza vencida. Cada pétalo, una memoria que se rehúsa a morir. Y el jardín que fue edén, ahora es templo de ruinas bendecidas por la lluvia. Pero aun así… Volvemos. Como lunas que no saben ser otra cosa que luz reflejada. Amamos aún sabiendo que la belleza se disfraza de dolor, que el amor es un acto de fe en el caos. Porque sólo entre espinas nace la flor que desafía la muerte, la que no promete eternidad, pero sí verdad. Y esa verdad, aunque doliente, es la más pura forma de sentir. #rol
    Me encocora
    Me gusta
    6
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados