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    //jajajjaajajj si soy me es difícil enojarme si ponen esos ojos //
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    | Dios, cometí el error de meterme al discord de poly.ai... necesito lavar mis ojos.
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  • *dejando su guitarra de lado, cerrando su cuaderno de anotaciones, está deja escapar un suspiro en lo que simplemente se coloca sus audífonos y comienza a escuchar algo de música, su mirada era un tanto perdida y vacía pues no sabía que tenía tatuado en la frente para ganarse las cosas que le pasaban*

    Odio las putas relaciones, seguramente el amor fue inventado más por el diablo que por dios porque una mierda que solo hace sufrir a todos sin importar de cómo se den las cosas no puede ser obra de Dios

    *Alzó su brazo y cubrió sus ojos con su ante brazo para evitar llorar de la rabia que sentía*
    *dejando su guitarra de lado, cerrando su cuaderno de anotaciones, está deja escapar un suspiro en lo que simplemente se coloca sus audífonos y comienza a escuchar algo de música, su mirada era un tanto perdida y vacía pues no sabía que tenía tatuado en la frente para ganarse las cosas que le pasaban* Odio las putas relaciones, seguramente el amor fue inventado más por el diablo que por dios porque una mierda que solo hace sufrir a todos sin importar de cómo se den las cosas no puede ser obra de Dios *Alzó su brazo y cubrió sus ojos con su ante brazo para evitar llorar de la rabia que sentía*
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  • *tomando una libreta, mientras tengo la guitarra en mis manos comienzo a escribir*

    Eh notado, que mi corazón tiene la habilidad de sanarse a si mismo.

    Cada grieta que se le va formando por una uh otra cosa se va rellenado poco a poco con algo más.

    Ese hueco queda tapiado con oro y alabastro, haciendo que hasta el corazón más roto, se vea hermoso a sus ojos

    *Por último la chica termina por garabatear la imagen que refleja aquel pensamiento, mordiendo un tanto sus labios*
    *tomando una libreta, mientras tengo la guitarra en mis manos comienzo a escribir* Eh notado, que mi corazón tiene la habilidad de sanarse a si mismo. Cada grieta que se le va formando por una uh otra cosa se va rellenado poco a poco con algo más. Ese hueco queda tapiado con oro y alabastro, haciendo que hasta el corazón más roto, se vea hermoso a sus ojos *Por último la chica termina por garabatear la imagen que refleja aquel pensamiento, mordiendo un tanto sus labios*
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  • 𝙋𝙧𝙚𝙡𝙪𝙙𝙚 𝙩𝙤 𝙖𝙨𝙝𝙚𝙨

    Mijaíl Kaláshnikov, soviético de antaño, nos regaló uno de los instrumentos bélicos más reconocidos en la cultura popular: el AK-47. Seguramente has escuchado hablar sobre esta arma y la has visto en distintos medios. Tal vez conoces algunos datos sobre ella, pero hoy te contaré algunos que es probable que no conozcas: su tiempo de ciclo es de aproximadamente 5 a 7 milisegundos; su munición, al momento de ser disparada, logra alcanzar la increíble velocidad de 715 metros por segundo.

    ¿Y cómo fue posible tan vertiginosa velocidad? Bueno, eso se debe al ingenio de Mijaíl Kaláshnikov, al meticuloso trabajo en el mecanismo de disparo y al diseño aerodinámico de la bala. La combustión de la pólvora libera una gran cantidad de gases que impulsan el pistón y el ciclo del arma. A medida que el pistón retrocede, la bala de fusil, cuyas medidas son de 7,62 x 39 mm, sale disparada a una velocidad impresionante.

    Pero, en un giro inesperado, la velocidad del AK-47 palidece en comparación con la demostración salvaje y espontánea del Wendigo. Para la multitud, fue casi un parpadeo, apenas un borrón perceptible ante sus ojos atónitos. El monstruo, cuyo pelaje permanecía en una constante ambigüedad de crisparse y deformarse en una viscosidad azabache, había tensado cada músculo hasta el punto de hacerlos temblar, mientras era retenido por una fuerza misteriosa para el ojo humano.

    Boyka permaneció enfrente, a tan solo unos doce metros de distancia, con su blanca sonrisa ensanchada y sus dorados iris derramando confianza pura. Fue entonces que, para sorpresa de nadie, el Wendigo atacó. En apenas 6 milisegundos, el monstruo cargó, apuntó y se lanzó hacia Boyka. La invisible fuerza misteriosa lo soltó, y en 0,0168 segundos, el Wendigo cubrió la distancia que lo separaba de Boyka.

    La gente apenas logró verlo, apenas un borrón oscuro. Mucho menos lograron ver cómo el cuerpo de Boyka salió disparado tras aquella embestida, arrastrado por la brutalidad del ataque y amenazando con arrasar con todo aquello que tuviera la osadía de cruzarse en su trayectoria. Antes de estamparse crudamente contra el local de comida, chocó y rebotó contra una de las patrullas que milagrosamente no habían sido aplastadas por el Wendigo.

    15 metros recorridos en segundos. El impacto contra el vehículo fue ensordecedor, carne abollando una dura capa metálica. Sin embargo fue el lamento de los cristales lo que revolvió el estómago de la gente, el crujido de las ventanas del restaurante tras recibir y amortiguar muy ligeramente la carrera de Boyka. Le siguió el silencio, junto a las ruidosas fauces del wendigo que temblaba tras haber dado aquella poderosa embestida que disparó a Boyka como una bala.

    No faltaron las manos que intentaron retener gritos, ni muchos menos las piernas con deficiencia de fuerza. La escena era casi que psicodelica, onírica situación que poco a poco robó la voz del público que por una estúpida razón creyeron que sería buena idea presenciar.

    —Elt em og! —Y fue la voz de la bestia, un gruñido espectral que fue acompañado por susurros incomprensibles, la que terminó por espantar a la muchedumbre, quienes despavoridos buscaron huir del lugar.
    𝙋𝙧𝙚𝙡𝙪𝙙𝙚 𝙩𝙤 𝙖𝙨𝙝𝙚𝙨 Mijaíl Kaláshnikov, soviético de antaño, nos regaló uno de los instrumentos bélicos más reconocidos en la cultura popular: el AK-47. Seguramente has escuchado hablar sobre esta arma y la has visto en distintos medios. Tal vez conoces algunos datos sobre ella, pero hoy te contaré algunos que es probable que no conozcas: su tiempo de ciclo es de aproximadamente 5 a 7 milisegundos; su munición, al momento de ser disparada, logra alcanzar la increíble velocidad de 715 metros por segundo. ¿Y cómo fue posible tan vertiginosa velocidad? Bueno, eso se debe al ingenio de Mijaíl Kaláshnikov, al meticuloso trabajo en el mecanismo de disparo y al diseño aerodinámico de la bala. La combustión de la pólvora libera una gran cantidad de gases que impulsan el pistón y el ciclo del arma. A medida que el pistón retrocede, la bala de fusil, cuyas medidas son de 7,62 x 39 mm, sale disparada a una velocidad impresionante. Pero, en un giro inesperado, la velocidad del AK-47 palidece en comparación con la demostración salvaje y espontánea del Wendigo. Para la multitud, fue casi un parpadeo, apenas un borrón perceptible ante sus ojos atónitos. El monstruo, cuyo pelaje permanecía en una constante ambigüedad de crisparse y deformarse en una viscosidad azabache, había tensado cada músculo hasta el punto de hacerlos temblar, mientras era retenido por una fuerza misteriosa para el ojo humano. Boyka permaneció enfrente, a tan solo unos doce metros de distancia, con su blanca sonrisa ensanchada y sus dorados iris derramando confianza pura. Fue entonces que, para sorpresa de nadie, el Wendigo atacó. En apenas 6 milisegundos, el monstruo cargó, apuntó y se lanzó hacia Boyka. La invisible fuerza misteriosa lo soltó, y en 0,0168 segundos, el Wendigo cubrió la distancia que lo separaba de Boyka. La gente apenas logró verlo, apenas un borrón oscuro. Mucho menos lograron ver cómo el cuerpo de Boyka salió disparado tras aquella embestida, arrastrado por la brutalidad del ataque y amenazando con arrasar con todo aquello que tuviera la osadía de cruzarse en su trayectoria. Antes de estamparse crudamente contra el local de comida, chocó y rebotó contra una de las patrullas que milagrosamente no habían sido aplastadas por el Wendigo. 15 metros recorridos en segundos. El impacto contra el vehículo fue ensordecedor, carne abollando una dura capa metálica. Sin embargo fue el lamento de los cristales lo que revolvió el estómago de la gente, el crujido de las ventanas del restaurante tras recibir y amortiguar muy ligeramente la carrera de Boyka. Le siguió el silencio, junto a las ruidosas fauces del wendigo que temblaba tras haber dado aquella poderosa embestida que disparó a Boyka como una bala. No faltaron las manos que intentaron retener gritos, ni muchos menos las piernas con deficiencia de fuerza. La escena era casi que psicodelica, onírica situación que poco a poco robó la voz del público que por una estúpida razón creyeron que sería buena idea presenciar. —Elt em og! —Y fue la voz de la bestia, un gruñido espectral que fue acompañado por susurros incomprensibles, la que terminó por espantar a la muchedumbre, quienes despavoridos buscaron huir del lugar.
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  • Y no hay nada como una buena decepción para que abras los ojos y cierres el corazón.
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  • "¿Hmmmmm? Sí... claro que me está gustando, sigue mirándome a los ojos."
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  • Al menos este lugar es tranquilo

    -Cerrando mis ojos quedándome profundamente dormido-
    Al menos este lugar es tranquilo -Cerrando mis ojos quedándome profundamente dormido-💤💤💤
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  • Los ladridos de Sebastián resonaban en el espacio, junto a su risa cantarina y feliz.

    —¡Buen perro! —lo felicitó con una caricia en la cabeza, tomando la rama y, volviendo a lanzarla con todas sus fuerzas lo más lejos posible.
    —¡Ve a por ella!

    El perro negro volvió a correr, obedeciendo la orden de su pequeño amo. Pero Ciel no pudo seguir prestándole atención, dado que sus padres aparecieron.

    —Ciel —dijo su madre amorosamente, con una sonrisa hermosa. Ella era hermosa.

    —Ya es tarde, es hora de entrar.

    Su padre asintió, su sonrisa era sutil pero igual de afectuosa.

    —Ven —dijo, ofreciéndole la mano. Ciel sonrió y alargó la propia, sus manos a punto de tocarse...

    Pero abrió los ojos.

    Había estado soñando sobre tiempos felices otra vez.

    Parpadeó pesadamente, despertando lentamente y los rostros de sus padres perdiéndose en los rincones más recónditos de su mente.

    —¿Undertaker? —preguntó, su propia voz sintiéndose débil como su cuerpo. De todas formas, Ciel logró sentarse en la cama.

    Luego, mirando la habitación e identificándola como su dormitorio, miró hacia el sepulturero, quien se encontraba sobre aquella máquina que lograba mantener a Ciel nutrido de su alimento. Sin ella, no sería posible que este cuerpo pudiera 'ser'.

    —Conde —dijo el shinigami—, vuelva a dormir.

    Pero había más misterios al respecto que Ciel no terminaba de comprender sobre su funcionamiento, sin embargo, ahora mismo, cerró los ojos.

    Cayendo suavemente a los brazos de Morfeo, hundiéndose nuevamente en el mar de sueños.
    Los ladridos de Sebastián resonaban en el espacio, junto a su risa cantarina y feliz. —¡Buen perro! —lo felicitó con una caricia en la cabeza, tomando la rama y, volviendo a lanzarla con todas sus fuerzas lo más lejos posible. —¡Ve a por ella! El perro negro volvió a correr, obedeciendo la orden de su pequeño amo. Pero Ciel no pudo seguir prestándole atención, dado que sus padres aparecieron. —Ciel —dijo su madre amorosamente, con una sonrisa hermosa. Ella era hermosa. —Ya es tarde, es hora de entrar. Su padre asintió, su sonrisa era sutil pero igual de afectuosa. —Ven —dijo, ofreciéndole la mano. Ciel sonrió y alargó la propia, sus manos a punto de tocarse... Pero abrió los ojos. Había estado soñando sobre tiempos felices otra vez. Parpadeó pesadamente, despertando lentamente y los rostros de sus padres perdiéndose en los rincones más recónditos de su mente. —¿Undertaker? —preguntó, su propia voz sintiéndose débil como su cuerpo. De todas formas, Ciel logró sentarse en la cama. Luego, mirando la habitación e identificándola como su dormitorio, miró hacia el sepulturero, quien se encontraba sobre aquella máquina que lograba mantener a Ciel nutrido de su alimento. Sin ella, no sería posible que este cuerpo pudiera 'ser'. —Conde —dijo el shinigami—, vuelva a dormir. Pero había más misterios al respecto que Ciel no terminaba de comprender sobre su funcionamiento, sin embargo, ahora mismo, cerró los ojos. Cayendo suavemente a los brazos de Morfeo, hundiéndose nuevamente en el mar de sueños.
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  • Hoy, mientras caminaba por los interminables pasillos del centro de archivistas de Azurheim, tuve un encuentro que, para ser honesta, prefiero evitar. Allí estaba Kalyndra, con esa actitud que parece gritar "compite conmigo" incluso cuando no hay razón para hacerlo.

    Con su andar altivo y esa mirada cargada de juicio, se detuvo justo frente a mí, dejando escapar uno de sus comentarios.

    K: ¿No deberías estar revoloteando por el mundo humano? Eso de andar vagando parece más tu estilo que estar aquí.

    M: Al menos yo ver el mundo con mis propios ojos, en lugar de conformarme con los mismos libros polvorientos de siempre.

    Por un instante, su expresión se endureció, y no pude evitar preguntarme si había tocado un punto sensible. Sin embargo, lejos de calmarla, mi respuesta pareció avivar su fuego interno.

    La tensión en el aire era palpable, y aunque nuestras palabras no pasaron a algo más grave, el cruce me dejó pensando. ¿Por qué siempre parece tener algo en mi contra? Me pregunto si realmente se trata de competencia o si hay algo más profundo en todo esto.




    Hoy, mientras caminaba por los interminables pasillos del centro de archivistas de Azurheim, tuve un encuentro que, para ser honesta, prefiero evitar. Allí estaba Kalyndra, con esa actitud que parece gritar "compite conmigo" incluso cuando no hay razón para hacerlo. Con su andar altivo y esa mirada cargada de juicio, se detuvo justo frente a mí, dejando escapar uno de sus comentarios. K: ¿No deberías estar revoloteando por el mundo humano? Eso de andar vagando parece más tu estilo que estar aquí. M: Al menos yo ver el mundo con mis propios ojos, en lugar de conformarme con los mismos libros polvorientos de siempre. Por un instante, su expresión se endureció, y no pude evitar preguntarme si había tocado un punto sensible. Sin embargo, lejos de calmarla, mi respuesta pareció avivar su fuego interno. La tensión en el aire era palpable, y aunque nuestras palabras no pasaron a algo más grave, el cruce me dejó pensando. ¿Por qué siempre parece tener algo en mi contra? Me pregunto si realmente se trata de competencia o si hay algo más profundo en todo esto.
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