• 𝑭𝒓𝒂𝒈𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝑴𝒂𝒆𝒓𝒊ø𝒏 𝑪𝒂𝒍'𝒗𝒂𝒓𝒆𝒕𝒉
    (3° ᴀɴᴄɪᴀɴᴏ ᴅᴇʟ ᴏᴠɪʀɪᴏɴ, ᴅᴇɪᴅᴀᴅ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀᴀ ᴅᴇʟ ᴜᴍʙʀᴀʟ)

    La observé desde el velo, cuando el vacío intentó reclamarla. Sentí cómo el tejido de su alma comenzaba a desgarrarse, atraído hacia el abismo donde no existe ni tiempo ni nombre. El fuego dentro de ella despertó por instinto, ardiendo sin dirección, pidiendo un ancla.

    Fue entonces cuando la llamé. Pronuncié su nombre con la voz que solo los selladores conocemos.

    “𝘝𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦.”

    Y así fue.
    El vacío rugió, reconociendo mi intervención, y casi me arrastró con ella. Aun así, la empujé hacia la frontera, lo suficiente para que la fuerza de aquel ser, quien sin saberlo se convirtió en su ancla, la tomara y la devolviera a la vida.

    La vi abrir los ojos entre el humo, respirando con dificultad, el cabello enredado y la piel herida… pero viva.
    Inquebrantable. Fuerte. Más de lo que cualquier ser del Ovirion podría comprender.

    Porque ella no lucha solo contra el mundo que la rechaza, sino contra el fuego que amenaza con consumirla desde dentro. Esa es su verdadera guerra.

    Aquí, en el Ovirion, las cosas empeoran.
    Los ancianos murmuran mi nombre, lo pronuncian con esa mezcla de sospecha y desprecio que precede al juicio. Han notado los desajustes, las grietas en el tejido del velo, las huellas que dejo al cruzarlo para verla.

    Si descubren que fui yo, Maeriøn Cal’vareth, quien la salvó del vacío, mi esencia será disuelta entre las sombras. La muerte no me asusta, pero el silencio eterno sí… porque en él, no podré volver a pronunciar su nombre.

    Aun así, la observo.
    No como un guardián, sino como quien recuerda la chispa que encendió esperanza en los ojos de un dios moribundo.

    Ella es el fuego que el cielo olvidó.
    𝑭𝒓𝒂𝒈𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝑴𝒂𝒆𝒓𝒊ø𝒏 𝑪𝒂𝒍'𝒗𝒂𝒓𝒆𝒕𝒉 (3° ᴀɴᴄɪᴀɴᴏ ᴅᴇʟ ᴏᴠɪʀɪᴏɴ, ᴅᴇɪᴅᴀᴅ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀᴀ ᴅᴇʟ ᴜᴍʙʀᴀʟ) La observé desde el velo, cuando el vacío intentó reclamarla. Sentí cómo el tejido de su alma comenzaba a desgarrarse, atraído hacia el abismo donde no existe ni tiempo ni nombre. El fuego dentro de ella despertó por instinto, ardiendo sin dirección, pidiendo un ancla. Fue entonces cuando la llamé. Pronuncié su nombre con la voz que solo los selladores conocemos. “𝘝𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦.” Y así fue. El vacío rugió, reconociendo mi intervención, y casi me arrastró con ella. Aun así, la empujé hacia la frontera, lo suficiente para que la fuerza de aquel ser, quien sin saberlo se convirtió en su ancla, la tomara y la devolviera a la vida. La vi abrir los ojos entre el humo, respirando con dificultad, el cabello enredado y la piel herida… pero viva. Inquebrantable. Fuerte. Más de lo que cualquier ser del Ovirion podría comprender. Porque ella no lucha solo contra el mundo que la rechaza, sino contra el fuego que amenaza con consumirla desde dentro. Esa es su verdadera guerra. Aquí, en el Ovirion, las cosas empeoran. Los ancianos murmuran mi nombre, lo pronuncian con esa mezcla de sospecha y desprecio que precede al juicio. Han notado los desajustes, las grietas en el tejido del velo, las huellas que dejo al cruzarlo para verla. Si descubren que fui yo, Maeriøn Cal’vareth, quien la salvó del vacío, mi esencia será disuelta entre las sombras. La muerte no me asusta, pero el silencio eterno sí… porque en él, no podré volver a pronunciar su nombre. Aun así, la observo. No como un guardián, sino como quien recuerda la chispa que encendió esperanza en los ojos de un dios moribundo. Ella es el fuego que el cielo olvidó.
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  • Tu cuerpo.
    El calor que emana de ti me rodea y me hace sentir paz.
    Eres como una taza de té: a veces dulce, a veces un poco agrio; quizás con un toque de sal y un leve picante.

    Cuando te abrazo, la tranquilidad me envuelve, como cuando me recostaba en el pasto y cerraba los ojos escuchando las hojas mecerse con el viento.
    Respiro tu aroma apaciguadamente, y olvido todo lo que hay fuera de este mundo.

    Mi luz cálida, mi refugio…
    Mi silencio se arrulla con tus respiraciones combinadas a las mías.
    Si pudiera dormir en tu pecho esta noche, sería mi lugar favorito.

    Tu cuerpo. El calor que emana de ti me rodea y me hace sentir paz. Eres como una taza de té: a veces dulce, a veces un poco agrio; quizás con un toque de sal y un leve picante. Cuando te abrazo, la tranquilidad me envuelve, como cuando me recostaba en el pasto y cerraba los ojos escuchando las hojas mecerse con el viento. Respiro tu aroma apaciguadamente, y olvido todo lo que hay fuera de este mundo. Mi luz cálida, mi refugio… Mi silencio se arrulla con tus respiraciones combinadas a las mías. Si pudiera dormir en tu pecho esta noche, sería mi lugar favorito.
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  • ---

    La noche de Yue

    La luna estaba alta, pero no brillaba.
    Era como si esperara algo.
    Como si supiera que esa noche, no sería ella quien iluminara el cielo.

    Yue caminó sola hacia el claro, donde el bosque se abría como un suspiro.
    Sus pasos no hacían ruido.
    Ni las hojas se atrevían a crujir.

    Vestía su atuendo de Supernova, pero sin el fulgor del escenario.
    La capa caía como un velo de sombra, y sus ojos reflejaban algo más antiguo que la música:
    una memoria que no era suya, pero que había decidido custodiar.

    Se detuvo en el centro del claro.
    No había público.
    No había luces.
    Solo la luna, y el silencio que la rodeaba como un altar.

    Entonces, cantó.

    No fue un canto para ser aplaudido.
    Fue un canto que parecía surgir del suelo, como si la tierra misma lo recordara.
    Su voz era baja, como un secreto que se confiesa sin palabras.
    Y sin embargo, cada nota parecía abrir una puerta en el aire.

    Las ramas se inclinaron.
    Las estrellas parpadearon.
    Y la luna, finalmente, comenzó a brillar.

    Pero no con su propia luz.
    Brillaba con la voz de Yue.

    Era como si el universo hubiera estado esperando ese momento:
    no para escucharla, sino para recordar que el silencio también canta.

    Yue no sonrió.
    No lloró.
    Solo cerró los ojos, y dejó que la canción terminara como había empezado:
    como una sombra que abraza.

    ---
    --- 🌙 La noche de Yue La luna estaba alta, pero no brillaba. Era como si esperara algo. Como si supiera que esa noche, no sería ella quien iluminara el cielo. Yue caminó sola hacia el claro, donde el bosque se abría como un suspiro. Sus pasos no hacían ruido. Ni las hojas se atrevían a crujir. Vestía su atuendo de Supernova, pero sin el fulgor del escenario. La capa caía como un velo de sombra, y sus ojos reflejaban algo más antiguo que la música: una memoria que no era suya, pero que había decidido custodiar. Se detuvo en el centro del claro. No había público. No había luces. Solo la luna, y el silencio que la rodeaba como un altar. Entonces, cantó. No fue un canto para ser aplaudido. Fue un canto que parecía surgir del suelo, como si la tierra misma lo recordara. Su voz era baja, como un secreto que se confiesa sin palabras. Y sin embargo, cada nota parecía abrir una puerta en el aire. Las ramas se inclinaron. Las estrellas parpadearon. Y la luna, finalmente, comenzó a brillar. Pero no con su propia luz. Brillaba con la voz de Yue. Era como si el universo hubiera estado esperando ese momento: no para escucharla, sino para recordar que el silencio también canta. Yue no sonrió. No lloró. Solo cerró los ojos, y dejó que la canción terminara como había empezado: como una sombra que abraza. ---
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  • -El sol caía a plomo sobre la avenida principal, y el resplandor del mediodía se colaba por los amplios ventanales del Bar Lysandra, derramando destellos dorados sobre el mármol pulido de las mesas y el brillo oscuro de las botellas alineadas tras la barra. El aire olía a espresso recién molido, a madera encerada y a un leve toque de cítricos que provenía de las flores colocadas junto a la caja registradora. Zareth estaba de pie tras el mostrador, con las mangas de su camisa negra arremangadas hasta los codos y un delantal de lino que marcaba su silueta alta y elegante. Sus movimientos eran precisos, casi meticulosos, mientras secaba una copa con un paño blanco y la sostenía a contraluz, buscando imperfecciones como si fuera un ritual.-

    —La perfección no existe, Zareth. —La voz burlona de Ari, su compañera de trabajo, rompió la calma del lugar. Era una joven de cabello cobrizo y ojos traviesos, que mezclaba tragos con una soltura envidiable—. Aunque si seguís buscando, vas a terminar puliendo el vidrio hasta hacerlo desaparecer.

    —Si algo lleva mi nombre, no puede tener manchas —respondió con suavidad, sin apartar la vista del cristal. Su tono no era arrogante, sino tranquilo, cargado de esa clase de disciplina que solo los que amaban el detalle poseían.

    —Y ahí está el perfeccionista de nuevo —rió Theo, el otro camarero, mientras apoyaba una bandeja sobre el mostrador y se desabrochaba un botón del cuello—. No entiendo cómo podés mantenerte tan serio en un lugar donde todo el mundo viene a olvidar las formalidades.

    -Zareth levantó la mirada hacia él con una media sonrisa apenas perceptible. Su expresión solía parecer fría, pero en sus ojos había algo que desarmaba: una calma profunda, una quietud que no era de este mundo. Dejó la copa sobre el estante y se apoyó ligeramente contra la barra, observando cómo el reflejo del sol convertía el polvo suspendido en diminutos puntos de luz dorada.-

    —Alguien tiene que mantener el orden mientras los demás disfrutan del caos. —Su voz era baja, grave, pero extrañamente reconfortante.

    —¿Orden? En un bar como este… —Ari giró la coctelera con una sonrisa—. No sé si eso existe.

    -El murmullo de la calle entraba cada vez que la puerta se abría, mezclándose con el tintinear de las tazas y el sonido distante del molinillo de café. Afuera, la vida era rápida, bulliciosa; adentro, el mundo parecía más lento, contenido, como si el tiempo se rehusara a avanzar mientras Zareth estuviera allí. Él ajustó una botella, enderezó un menú, y luego alzó la vista hacia el reloj de pared.-

    —Van a empezar a llegar los habituales —murmuró—. Hoy tengo el presentimiento de que alguien nuevo también vendrá.

    —¿Otra de tus corazonadas? —preguntó Theo, arqueando una ceja.

    —No. —Zareth dejó una pausa, observando la luz del mediodía colarse por los cristales—. Algo distinto. Como si el aire lo estuviera anunciando.

    -Y entonces, justo cuando terminó la frase, el sonido suave de la campanilla sobre la puerta resonó por todo el lugar, arrastrando una brisa cálida y el aroma de algo desconocido.-
    -El sol caía a plomo sobre la avenida principal, y el resplandor del mediodía se colaba por los amplios ventanales del Bar Lysandra, derramando destellos dorados sobre el mármol pulido de las mesas y el brillo oscuro de las botellas alineadas tras la barra. El aire olía a espresso recién molido, a madera encerada y a un leve toque de cítricos que provenía de las flores colocadas junto a la caja registradora. Zareth estaba de pie tras el mostrador, con las mangas de su camisa negra arremangadas hasta los codos y un delantal de lino que marcaba su silueta alta y elegante. Sus movimientos eran precisos, casi meticulosos, mientras secaba una copa con un paño blanco y la sostenía a contraluz, buscando imperfecciones como si fuera un ritual.- —La perfección no existe, Zareth. —La voz burlona de Ari, su compañera de trabajo, rompió la calma del lugar. Era una joven de cabello cobrizo y ojos traviesos, que mezclaba tragos con una soltura envidiable—. Aunque si seguís buscando, vas a terminar puliendo el vidrio hasta hacerlo desaparecer. —Si algo lleva mi nombre, no puede tener manchas —respondió con suavidad, sin apartar la vista del cristal. Su tono no era arrogante, sino tranquilo, cargado de esa clase de disciplina que solo los que amaban el detalle poseían. —Y ahí está el perfeccionista de nuevo —rió Theo, el otro camarero, mientras apoyaba una bandeja sobre el mostrador y se desabrochaba un botón del cuello—. No entiendo cómo podés mantenerte tan serio en un lugar donde todo el mundo viene a olvidar las formalidades. -Zareth levantó la mirada hacia él con una media sonrisa apenas perceptible. Su expresión solía parecer fría, pero en sus ojos había algo que desarmaba: una calma profunda, una quietud que no era de este mundo. Dejó la copa sobre el estante y se apoyó ligeramente contra la barra, observando cómo el reflejo del sol convertía el polvo suspendido en diminutos puntos de luz dorada.- —Alguien tiene que mantener el orden mientras los demás disfrutan del caos. —Su voz era baja, grave, pero extrañamente reconfortante. —¿Orden? En un bar como este… —Ari giró la coctelera con una sonrisa—. No sé si eso existe. -El murmullo de la calle entraba cada vez que la puerta se abría, mezclándose con el tintinear de las tazas y el sonido distante del molinillo de café. Afuera, la vida era rápida, bulliciosa; adentro, el mundo parecía más lento, contenido, como si el tiempo se rehusara a avanzar mientras Zareth estuviera allí. Él ajustó una botella, enderezó un menú, y luego alzó la vista hacia el reloj de pared.- —Van a empezar a llegar los habituales —murmuró—. Hoy tengo el presentimiento de que alguien nuevo también vendrá. —¿Otra de tus corazonadas? —preguntó Theo, arqueando una ceja. —No. —Zareth dejó una pausa, observando la luz del mediodía colarse por los cristales—. Algo distinto. Como si el aire lo estuviera anunciando. -Y entonces, justo cuando terminó la frase, el sonido suave de la campanilla sobre la puerta resonó por todo el lugar, arrastrando una brisa cálida y el aroma de algo desconocido.-
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  • Salem vigila que las visitas humanas no entren a la cocina mientras voy a ordenar..

    Salem: oye nosostros solo observamos y juzgamos ... Y dónde está el cuatro ojos el puede vigilar mejor (?) tiene brazos para que te ayude..
    - Se ríe Salem para callado-
    Salem vigila que las visitas humanas no entren a la cocina mientras voy a ordenar.. Salem: oye nosostros solo observamos y juzgamos ... Y dónde está el cuatro ojos el puede vigilar mejor (?) tiene brazos para que te ayude.. - Se ríe Salem para callado-
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  • He caminado entre ruinas, sonriendo de más,
    guardando el grito detrás de la paz.
    He perdonado con labios temblando,
    aunque por dentro me estaba quebrando.

    Tú… siempre me hablas en medio del dolor,
    me susurras: “Déjame mostrarles tu verdadero ardor.”
    Pero yo te conozco, yo sé lo que eres…
    cuando sales, no hay regreso, no hay quienes.


    Déjame arder, déjame romper,
    todo lo que finge no doler.
    Deja que ellos prueben tu infierno, tu fuego,
    haz que sientan lo que tú escondes en silencio.
    Tanto aguantaste, tanto sangraste…
    yo soy tu justicia, tu final, tu desastre.


    Lo intenté todo… mil veces callé,
    con los puños cerrados, los ojos de fe.
    Pero el mundo no cambia, no escucha, no ve…
    y tú creces más fuerte cada vez que cae.

    He sido contención, he sido la calma,
    pero la rabia me quema por dentro del alma.
    Ya no puedo más… ya no sé fingir…
    y tú… tú solo pides salir.


    Está bien…
    Ya tomaste demasiado de mí…
    Si el mundo quiere guerra,
    serás tú quien la dé por mí.


    ¡Ahora mírenme! ¡Ya no soy sombra ni rezo!
    ¡Soy furia viva, soy tu desprecio!
    Ella me encerró, me encadenó al dolor…
    pero ustedes rompieron el último candado, sin pudor.

    ¿Querían paz? La tuvieron. ¿Querían silencio? Se lo di.
    Ahora conocerán lo que siempre oculté por ti.
    Soy la bestia que esperaron, la que nunca cedió…
    Y no voy a detenerme hasta que el mundo se arrodille y diga: “¡Perdón!”


    Ella fue noble, fue fuerte, fue cielo,
    y ustedes la hundieron hasta el mismo suelo.
    Cada traición fue un clavo en la puerta…
    y yo… siempre estuve despierta.

    Quise ser paz, juro que sí…
    pero no nací para arrodillarme ante ti.
    Ahora es mi turno, ahora mando yo…
    el juicio ha llegado, y comienza hoy.


    ¡Temblad! ¡Gritad! ¡Arrepentíos!
    La calma se ha muerto, este fuego es mío.
    Ella me dio el permiso, me soltó sin temor…
    ahora bailen, bailen en su error.

    Ustedes liberaron lo que no debían tocar…
    no hay redención, no hay vuelta atrás.
    Soy lo que callaron, lo que despreciaron…
    y no pararé… hasta que todos paguen por lo que causaron.

    https://www.youtube.com/watch?v=SOUqedQJK-Q&list=RDlTkyT6JoDv8&index=19
    He caminado entre ruinas, sonriendo de más, guardando el grito detrás de la paz. He perdonado con labios temblando, aunque por dentro me estaba quebrando. Tú… siempre me hablas en medio del dolor, me susurras: “Déjame mostrarles tu verdadero ardor.” Pero yo te conozco, yo sé lo que eres… cuando sales, no hay regreso, no hay quienes. Déjame arder, déjame romper, todo lo que finge no doler. Deja que ellos prueben tu infierno, tu fuego, haz que sientan lo que tú escondes en silencio. Tanto aguantaste, tanto sangraste… yo soy tu justicia, tu final, tu desastre. Lo intenté todo… mil veces callé, con los puños cerrados, los ojos de fe. Pero el mundo no cambia, no escucha, no ve… y tú creces más fuerte cada vez que cae. He sido contención, he sido la calma, pero la rabia me quema por dentro del alma. Ya no puedo más… ya no sé fingir… y tú… tú solo pides salir. Está bien… Ya tomaste demasiado de mí… Si el mundo quiere guerra, serás tú quien la dé por mí. ¡Ahora mírenme! ¡Ya no soy sombra ni rezo! ¡Soy furia viva, soy tu desprecio! Ella me encerró, me encadenó al dolor… pero ustedes rompieron el último candado, sin pudor. ¿Querían paz? La tuvieron. ¿Querían silencio? Se lo di. Ahora conocerán lo que siempre oculté por ti. Soy la bestia que esperaron, la que nunca cedió… Y no voy a detenerme hasta que el mundo se arrodille y diga: “¡Perdón!” Ella fue noble, fue fuerte, fue cielo, y ustedes la hundieron hasta el mismo suelo. Cada traición fue un clavo en la puerta… y yo… siempre estuve despierta. Quise ser paz, juro que sí… pero no nací para arrodillarme ante ti. Ahora es mi turno, ahora mando yo… el juicio ha llegado, y comienza hoy. ¡Temblad! ¡Gritad! ¡Arrepentíos! La calma se ha muerto, este fuego es mío. Ella me dio el permiso, me soltó sin temor… ahora bailen, bailen en su error. Ustedes liberaron lo que no debían tocar… no hay redención, no hay vuelta atrás. Soy lo que callaron, lo que despreciaron… y no pararé… hasta que todos paguen por lo que causaron. https://www.youtube.com/watch?v=SOUqedQJK-Q&list=RDlTkyT6JoDv8&index=19
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  • —Y aqui estamos...

    -La joven Kamado cerró la puerta tras ella al regresar a su Domicilio. Dejo al niño en en el suelo mientras se quitaba el abrigo y se ajustaba el nudo que sujetaba su cabello.-

    -Mientras tanto, el chico con la curiosidad propia de un pequeño de 6 años, empezó a caminar por la sala de estar, explorando su nuevo entorno, Nezuko no le quitaba los ojos de encima, preparada por si tocaba algo que no deberia. Aunque realmente no tenia nada que pudiera romperse fácilmente a su alcance-

    —Hace tiempo que no hago de niñera..., tendré que desempolvar algunos juegos para niños que tengo por ahi-

    -Musitó para si misma-
    —Y aqui estamos... -La joven Kamado cerró la puerta tras ella al regresar a su Domicilio. Dejo al niño en en el suelo mientras se quitaba el abrigo y se ajustaba el nudo que sujetaba su cabello.- -Mientras tanto, el chico con la curiosidad propia de un pequeño de 6 años, empezó a caminar por la sala de estar, explorando su nuevo entorno, Nezuko no le quitaba los ojos de encima, preparada por si tocaba algo que no deberia. Aunque realmente no tenia nada que pudiera romperse fácilmente a su alcance- —Hace tiempo que no hago de niñera..., tendré que desempolvar algunos juegos para niños que tengo por ahi- -Musitó para si misma-
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  • *Sana levanta su sombrero de bruja con una sonrisa amplia y un brillo juguetón en los ojos dorados, la luz de la luna reflejándose en su cabello*

    -Ehehe~ ¿Qué te parece? ¡Ya estoy completamente lista para Halloween!~

    *Da una pequeña vuelta mostrando su vestido con detalles de estrellas y lunas, mientras su capa se agita con elegancia.*

    -Los mortales celebran con dulces y sustos, pero yo prefiero añadir un toque de energía cósmica al ambiente~. Esta vez, no habrá simple ‘truco o trato’… ¡habrá una noche llena de magia estelar!

    *Hace un pequeño gesto con la mano, y diminutos destellos luminosos giran a su alrededor.*

    -Así que… ¿te atreverás a acompañarme bajo la luna, o temes que te convierta en parte de una constelación?
    *Sana levanta su sombrero de bruja con una sonrisa amplia y un brillo juguetón en los ojos dorados, la luz de la luna reflejándose en su cabello* -Ehehe~ ¿Qué te parece? ¡Ya estoy completamente lista para Halloween!~🎃 *Da una pequeña vuelta mostrando su vestido con detalles de estrellas y lunas, mientras su capa se agita con elegancia.* -Los mortales celebran con dulces y sustos, pero yo prefiero añadir un toque de energía cósmica al ambiente~. Esta vez, no habrá simple ‘truco o trato’… ¡habrá una noche llena de magia estelar! ✨ *Hace un pequeño gesto con la mano, y diminutos destellos luminosos giran a su alrededor.* -Así que… ¿te atreverás a acompañarme bajo la luna, o temes que te convierta en parte de una constelación?🌕💫
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  • - Para crear un ambiente agradable en el hotel, me acomodé cerca del piano y comencé a tocar, con los ojos cerrados y una gran sonrisa. Las palabras fluyeron naturalmente, pues en mi mente solo podía visualizar a mis esposos, pensando que me oyen cuando todos estábamos en nuestro hogar.-

    https://youtu.be/OSZPH0SW_28?si=rAPA-xH0W29cxv8V
    - Para crear un ambiente agradable en el hotel, me acomodé cerca del piano y comencé a tocar, con los ojos cerrados y una gran sonrisa. Las palabras fluyeron naturalmente, pues en mi mente solo podía visualizar a mis esposos, pensando que me oyen cuando todos estábamos en nuestro hogar.- https://youtu.be/OSZPH0SW_28?si=rAPA-xH0W29cxv8V
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  • Cómo dicen los ojos son el reflejo del alma ....
    Cómo dicen los ojos son el reflejo del alma ....
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