• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    La Torre del Olvido.

    La encontré entre las ventanas. Una realidad que no debía existir, pero existe. Una madre que no partió en busca de su alma gemela.
    Una Jennifer que no olvidó… pero que tampoco recordó lo que la hacía humana.

    Al principio, gobernó con justicia, aprendió de otros reinos, mejoró el suyo., pero sin el viaje, sin el dolor, sin el amor perdido… Algo en ella quedó incompleto Y ese vacío se disfrazó de hambre, hambre por saberlo todo.

    La Torre del Conocimiento creció como una herida que no cerraba.
    Libros, esferas, memorias robadas, personas convertidas en despojos, en bestias sin alma. Todo por llenar su hambre de conocimiento.

    Y entonces llegó Ayane. La princesa que buscaba a su madre, Sasha. Jennifer al ver a Ayane quedo cautivada, fue amor a primera vista, Ayane también lo sintió. Porque el amor no entiende de realidades, ni de advertencias.

    Estuvieron juntas, rieron, compartieron noches, Ayane creyó en ella, pero un día Ayane llegó a la torre sin que Jennifer lo supiera. El aire era espeso, como si los muros respiraran. Cada paso resonaba con ecos que no eran suyos. Tenía miedo, no por lo que sabía, sino por lo que aún no había visto.

    Mientras ascendía por los pasillos de piedra, vio por primera vez a los Despojos. Hombres bestia, deformes, con cabezas de perro y ojos apagados. Algunos arrastraban piedras. Otros simplemente deambulaban. Uno de ellos murmuraba, sin rumbo:

    —Tantos esclavos… cada vez son más esclavos… ¿cuándo terminará esta maldita torre?

    Ayane se acercó. —¿Quién eres?— Preguntó con voz temblorosa.

    El hombre la miró con ojos rotos. —Fui enviado por el reino vecino. Jennifer nos invitó. Pero atrapó a todos mis soldados. No le importó que esto iniciara una guerra.

    Luego, con voz quebrada, dijo: —Antes la llamaban la hija del monstruo. Pero cuando selló a su propio padre y tomó el reino, la llamaron Jennifer la sabia… Jennifer la maga… Jennifer la encantadora. Y todo… todo para construir esta torre. Una torre tan alta que pudiera contener todos los conocimientos. Todos los secretos, todas las leyendas, todos los recuerdos. Nada iguala a su biblioteca universal.

    —Desde el ocaso de la tierra vieja— Continuó— Los pergaminos sustituyeron las tabletas de arcilla. Los libros a los pergaminos. Y ahora, las esferas mágicas a los libros. Jennifer lo quiere todo. Y cuando un reino se acerca… ya no sale.

    —Tiene miles de sortilegios. Convierte a las personas en Despojos. Les roba sus recuerdos, su pasado. Los hace olvidar quiénes fueron. Y les obliga a poner piedra tras piedra. La torre sube. Siempre más alto. Cuando Jennifer obtenga todo el conocimiento… será más poderosa que todos los dioses juntos. Los mismos dioses que su padre eliminó… uno por uno. Todo por eso. Solo por eso.

    Ayane no respondió, el hombre transformado en Despojo cerro los ojos, acepto su realidad y el pequeño brillo que poseia en sus ojos se apago y solo siguió caminando. Ayane no pudo hacer nada por el, pero luego la vio... Sasha, su madre.

    Deambulaba sin rumbo, como los demás. Pero aún conservaba su forma humana. Sus ojos estaban vacíos, pero su cuerpo no había sido deformado. Ayane corrió hacia ella. La abrazó. Sasha no respondió. Pero algo en su piel, en su calor, le dijo que aún estaba viva. Aún estaba ahí.

    Ayane lloró, y en ese momento, supo que ya no podía confiar en Jennifer. Aunque la amara, aunque su corazón se rompiera, la verdad era más fuerte que el amor. Ayane saco a su madre de esa maldita torre, le ordeno a sus soldados que la ocultaran.

    Ayane no huyó, no la enfrentó, solo esperó a que cayera la noche, y cuando compartía el lecho con Jennifer aprovecho que esta dormía y le arrancó el corazón con lágrimas, con amor, con culpa.

    Jennifer no murió pero quedó en un sueño profundo, sellada en lo más hondo de su torre. Ayane escapó con su madre y cuando pudo regresar a su tierra natal dio a luz a Yuna. unos meses despues.
    La hija que, según la profecía, será quien enfrente a Jennifer cuando despierte, tal como está enfrento a su padre Ozma.

    Y yo… yo vi todo. Desde mi sala de espejos... Desde mi rincón fuera del tiempo. Esta vez no rei, no hice bromas, solo lloré.

    Porque amo a mis madres, Jennifer y Ayane... Y aunque estas no sean las que yo conozco… El dolor es real, el amor también.

    Esta historia no es canon en mi mundo.
    Pero lo es en otro. Y en la telaraña infinita, todo lo que duele… es verdad en algún lugar.

    Bienvenido a la Telaraña de Loki. Hoy no hay juego.
    Solo memoria.
    La Torre del Olvido. La encontré entre las ventanas. Una realidad que no debía existir, pero existe. Una madre que no partió en busca de su alma gemela. Una Jennifer que no olvidó… pero que tampoco recordó lo que la hacía humana. Al principio, gobernó con justicia, aprendió de otros reinos, mejoró el suyo., pero sin el viaje, sin el dolor, sin el amor perdido… Algo en ella quedó incompleto Y ese vacío se disfrazó de hambre, hambre por saberlo todo. La Torre del Conocimiento creció como una herida que no cerraba. Libros, esferas, memorias robadas, personas convertidas en despojos, en bestias sin alma. Todo por llenar su hambre de conocimiento. Y entonces llegó Ayane. La princesa que buscaba a su madre, Sasha. Jennifer al ver a Ayane quedo cautivada, fue amor a primera vista, Ayane también lo sintió. Porque el amor no entiende de realidades, ni de advertencias. Estuvieron juntas, rieron, compartieron noches, Ayane creyó en ella, pero un día Ayane llegó a la torre sin que Jennifer lo supiera. El aire era espeso, como si los muros respiraran. Cada paso resonaba con ecos que no eran suyos. Tenía miedo, no por lo que sabía, sino por lo que aún no había visto. Mientras ascendía por los pasillos de piedra, vio por primera vez a los Despojos. Hombres bestia, deformes, con cabezas de perro y ojos apagados. Algunos arrastraban piedras. Otros simplemente deambulaban. Uno de ellos murmuraba, sin rumbo: —Tantos esclavos… cada vez son más esclavos… ¿cuándo terminará esta maldita torre? Ayane se acercó. —¿Quién eres?— Preguntó con voz temblorosa. El hombre la miró con ojos rotos. —Fui enviado por el reino vecino. Jennifer nos invitó. Pero atrapó a todos mis soldados. No le importó que esto iniciara una guerra. Luego, con voz quebrada, dijo: —Antes la llamaban la hija del monstruo. Pero cuando selló a su propio padre y tomó el reino, la llamaron Jennifer la sabia… Jennifer la maga… Jennifer la encantadora. Y todo… todo para construir esta torre. Una torre tan alta que pudiera contener todos los conocimientos. Todos los secretos, todas las leyendas, todos los recuerdos. Nada iguala a su biblioteca universal. —Desde el ocaso de la tierra vieja— Continuó— Los pergaminos sustituyeron las tabletas de arcilla. Los libros a los pergaminos. Y ahora, las esferas mágicas a los libros. Jennifer lo quiere todo. Y cuando un reino se acerca… ya no sale. —Tiene miles de sortilegios. Convierte a las personas en Despojos. Les roba sus recuerdos, su pasado. Los hace olvidar quiénes fueron. Y les obliga a poner piedra tras piedra. La torre sube. Siempre más alto. Cuando Jennifer obtenga todo el conocimiento… será más poderosa que todos los dioses juntos. Los mismos dioses que su padre eliminó… uno por uno. Todo por eso. Solo por eso. Ayane no respondió, el hombre transformado en Despojo cerro los ojos, acepto su realidad y el pequeño brillo que poseia en sus ojos se apago y solo siguió caminando. Ayane no pudo hacer nada por el, pero luego la vio... Sasha, su madre. Deambulaba sin rumbo, como los demás. Pero aún conservaba su forma humana. Sus ojos estaban vacíos, pero su cuerpo no había sido deformado. Ayane corrió hacia ella. La abrazó. Sasha no respondió. Pero algo en su piel, en su calor, le dijo que aún estaba viva. Aún estaba ahí. Ayane lloró, y en ese momento, supo que ya no podía confiar en Jennifer. Aunque la amara, aunque su corazón se rompiera, la verdad era más fuerte que el amor. Ayane saco a su madre de esa maldita torre, le ordeno a sus soldados que la ocultaran. Ayane no huyó, no la enfrentó, solo esperó a que cayera la noche, y cuando compartía el lecho con Jennifer aprovecho que esta dormía y le arrancó el corazón con lágrimas, con amor, con culpa. Jennifer no murió pero quedó en un sueño profundo, sellada en lo más hondo de su torre. Ayane escapó con su madre y cuando pudo regresar a su tierra natal dio a luz a Yuna. unos meses despues. La hija que, según la profecía, será quien enfrente a Jennifer cuando despierte, tal como está enfrento a su padre Ozma. Y yo… yo vi todo. Desde mi sala de espejos... Desde mi rincón fuera del tiempo. Esta vez no rei, no hice bromas, solo lloré. Porque amo a mis madres, Jennifer y Ayane... Y aunque estas no sean las que yo conozco… El dolor es real, el amor también. Esta historia no es canon en mi mundo. Pero lo es en otro. Y en la telaraña infinita, todo lo que duele… es verdad en algún lugar. Bienvenido a la Telaraña de Loki. Hoy no hay juego. Solo memoria.
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  • Tu que todo lo sabes y todo lo ves, dime....
    ¿Como se supone que sacaré a alastor de su escondite si no sale de allí?
    Para ser un pecador es más astuto que mi hermano

    -y no menciona a sesshomaru como ofensa, respetaba la inteligencia y estrategia que su hermano tenía en vida llegando a ser su personaje influyente y ejemplo de vida. Acaricio una fe las orejas del gato -

    Necesito sacar a lucifer de su hogar el tiempo suficiente para engañar a alastor y arrastrarlo al Japón feudal para dárselo de regalo a mis novios... Lo agradecerán... Pero como.... ¿Se te ocurre algo?
    No sé tipo, decirle que un demonio a raptado a su hijo y están escondidos en el mundo humano pero sin decirle en qué lugar o tiempo....

    Ja!! Que listo eres señor gato, con razon sesshomaru te quiere tanto koto. Es una idea excelente!!!

    -se puso de pie emocionado de la nueva idea que según el fue idea del gato aunque este solo se la paso lamiéndose el pelaje desinteresado de la presencia del híbrido -

    Esconderé a Sebastián mientras desaparezco a lucifer luego lo regreso a su cuna

    -dicho y hecho se trepó los muros de la mansión fisgoneando en dónde andaría el pequeño Sebastián Michaelis no le costó demasiado gracias a su olfato había logrado dar con el cachorro. Con cuidado lo agarro sacándolo de la casa para dejarlo escondido en el jardín con pieles muertas de animales para que no pudiera lucifer encontrarlo con su olfato. Una vez oculto al cachorro, con sus propias garras se fragelo la carne exagerando los cortes para que pareciera que había luchado con quoen sabe de amenaza, una vez tenía su fachada hecha se acercó al marco de la ventana en dónde sabía podría encontrarse Lucifer 𝕾𝖆𝖒𝖆𝖊𝖑 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 recostando medio cuerpo en el marco, jadeando fingiendo que en cualquier momento se desmayaría por la perdida de sangre -

    Amo disculpe por interrumpir cuando me dijo que dejara de hacerlo. Pero creo que le importa la información que tengo.... Un humano... Y... No...no se que era lo otro.... Entraron a su hogar y se llevaron al joven príncipe trate de detenerlos pero..... Uhmmm....

    -apreto los ojos y los labios fingiendo que estaba agonizando del dolor -

    Lo siento amor, no m... No soy tan fuerte como debería.... Pasaron la puerta del Inframundo huyendo al mundo humano

    -movio su cuerpo dejando que la sangre bañara el marco de la ventana con la intención de atraer la atención de Alastor Dëmøń su gusto canibal va a ser su galón de aquiles -
    Tu que todo lo sabes y todo lo ves, dime.... ¿Como se supone que sacaré a alastor de su escondite si no sale de allí? Para ser un pecador es más astuto que mi hermano -y no menciona a sesshomaru como ofensa, respetaba la inteligencia y estrategia que su hermano tenía en vida llegando a ser su personaje influyente y ejemplo de vida. Acaricio una fe las orejas del gato - Necesito sacar a lucifer de su hogar el tiempo suficiente para engañar a alastor y arrastrarlo al Japón feudal para dárselo de regalo a mis novios... Lo agradecerán... Pero como.... ¿Se te ocurre algo? No sé tipo, decirle que un demonio a raptado a su hijo y están escondidos en el mundo humano pero sin decirle en qué lugar o tiempo.... Ja!! Que listo eres señor gato, con razon sesshomaru te quiere tanto koto. Es una idea excelente!!! -se puso de pie emocionado de la nueva idea que según el fue idea del gato aunque este solo se la paso lamiéndose el pelaje desinteresado de la presencia del híbrido - Esconderé a Sebastián mientras desaparezco a lucifer luego lo regreso a su cuna -dicho y hecho se trepó los muros de la mansión fisgoneando en dónde andaría el pequeño [Michaelis] no le costó demasiado gracias a su olfato había logrado dar con el cachorro. Con cuidado lo agarro sacándolo de la casa para dejarlo escondido en el jardín con pieles muertas de animales para que no pudiera lucifer encontrarlo con su olfato. Una vez oculto al cachorro, con sus propias garras se fragelo la carne exagerando los cortes para que pareciera que había luchado con quoen sabe de amenaza, una vez tenía su fachada hecha se acercó al marco de la ventana en dónde sabía podría encontrarse [LuciHe11] recostando medio cuerpo en el marco, jadeando fingiendo que en cualquier momento se desmayaría por la perdida de sangre - Amo disculpe por interrumpir cuando me dijo que dejara de hacerlo. Pero creo que le importa la información que tengo.... Un humano... Y... No...no se que era lo otro.... Entraron a su hogar y se llevaron al joven príncipe trate de detenerlos pero..... Uhmmm.... -apreto los ojos y los labios fingiendo que estaba agonizando del dolor - Lo siento amor, no m... No soy tan fuerte como debería.... Pasaron la puerta del Inframundo huyendo al mundo humano -movio su cuerpo dejando que la sangre bañara el marco de la ventana con la intención de atraer la atención de [Dem0n] su gusto canibal va a ser su galón de aquiles -
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  • No hay muros que puedan contenerme
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  • En el instante en que el mundo contiene su pulso frenético, cuando el último alarido aún serpentea por los muros húmedos, la cazadora alza su arma bajo la luna enferma, esa luna que no concede amparo, sino juicio.

    La sangre reciente, tibia como un juramento quebrado, desciende por el acero y salpica el empedrado.

    Los corredores de la ciudad exhalan vaharadas impuras y aun los cuerpos inmóviles parecen murmurar su desgracia.

    Entre cascotes y barro teñido,
    se estremece el velo que separa lo humano de lo indecible; un susurro antiguo, casi plegaria, se desliza en la penumbra:
    «Recuerda tu nombre… si aún te pertenece.»

    Pero la noche no entrega memoria; solo reclama.

    Erguida sobre la bestia vencida,
    con el último latido apagándose en su mano,
    la cazadora comprende su destino: no persigue horrores…se acerca a su estirpe.

    Porque el alba no pisa esas calles. Solo una cacería eterna, y el sueño corrompido que exige otra muerte para permitirle seguir viviendo.
    En el instante en que el mundo contiene su pulso frenético, cuando el último alarido aún serpentea por los muros húmedos, la cazadora alza su arma bajo la luna enferma, esa luna que no concede amparo, sino juicio. La sangre reciente, tibia como un juramento quebrado, desciende por el acero y salpica el empedrado. Los corredores de la ciudad exhalan vaharadas impuras y aun los cuerpos inmóviles parecen murmurar su desgracia. Entre cascotes y barro teñido, se estremece el velo que separa lo humano de lo indecible; un susurro antiguo, casi plegaria, se desliza en la penumbra: «Recuerda tu nombre… si aún te pertenece.» Pero la noche no entrega memoria; solo reclama. Erguida sobre la bestia vencida, con el último latido apagándose en su mano, la cazadora comprende su destino: no persigue horrores…se acerca a su estirpe. Porque el alba no pisa esas calles. Solo una cacería eterna, y el sueño corrompido que exige otra muerte para permitirle seguir viviendo.
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  • En la hora sin nombre,
    cuando la luna sangra sobre torres quebradas,
    las campanas no llaman a la fe,
    sino al pacto sellado en sombras.

    Los muros susurran plegarias rotas,
    y los ídolos, cubiertos de carboncillo,
    vigilan con ojos vacíos la procesión de almas condenadas.


    En la penumbra, la verdad se disuelve como carne en veneno;
    no hay redención, solo el filo que separa la cordura del abismo.

    Escucha… ¿Oyes el coro de voces antiguas?

    No son ángeles, somos cazadores que olvidamos nuestros nombres.
    Porque la medianoche no es tiempo, es herida abierta, es juramento eterno: morir… o despertar en la pesadilla.
    En la hora sin nombre, cuando la luna sangra sobre torres quebradas, las campanas no llaman a la fe, sino al pacto sellado en sombras. Los muros susurran plegarias rotas, y los ídolos, cubiertos de carboncillo, vigilan con ojos vacíos la procesión de almas condenadas. En la penumbra, la verdad se disuelve como carne en veneno; no hay redención, solo el filo que separa la cordura del abismo. Escucha… ¿Oyes el coro de voces antiguas? No son ángeles, somos cazadores que olvidamos nuestros nombres. Porque la medianoche no es tiempo, es herida abierta, es juramento eterno: morir… o despertar en la pesadilla.
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  • -esto de cruzar las fronteras y conocer a nuevas personas es relamente divertido, aunque aveces pasen de mi- solto unas risitas mientras colgaba algunas fotos en su habitacion -por ahora son pocas pero, cada que conozca a alguien nuevo una foto añadire a estos muros-

    https://music.youtube.com/watch?v=TE92X1iDy8I&si=XrlOEgz3f9JVqwjK
    -esto de cruzar las fronteras y conocer a nuevas personas es relamente divertido, aunque aveces pasen de mi- solto unas risitas mientras colgaba algunas fotos en su habitacion -por ahora son pocas pero, cada que conozca a alguien nuevo una foto añadire a estos muros- https://music.youtube.com/watch?v=TE92X1iDy8I&si=XrlOEgz3f9JVqwjK
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  • El amanecer tiñe de rojo los muros de Noxus. Me visto en silencio, el cuero y el metal deslizándose sobre mi piel como una segunda sombra. No necesito descanso; solo propósito. Hoy, las dagas hablarán por mí.

    Salto desde los tejados, el viento cortando mi rostro. Un grupo de espías enemigos se mueve entre los callejones, creyendo pasar desapercibidos. Pobres ilusos.

    Aparezco entre ellos antes de que puedan reaccionar. Una daga, dos… el acero canta, la sangre responde. En segundos, solo queda el eco del acero y el silencio de los caídos.

    Otro amanecer, otro recordatorio: en Noxus, la debilidad no tiene lugar.
    El amanecer tiñe de rojo los muros de Noxus. Me visto en silencio, el cuero y el metal deslizándose sobre mi piel como una segunda sombra. No necesito descanso; solo propósito. Hoy, las dagas hablarán por mí. Salto desde los tejados, el viento cortando mi rostro. Un grupo de espías enemigos se mueve entre los callejones, creyendo pasar desapercibidos. Pobres ilusos. Aparezco entre ellos antes de que puedan reaccionar. Una daga, dos… el acero canta, la sangre responde. En segundos, solo queda el eco del acero y el silencio de los caídos. Otro amanecer, otro recordatorio: en Noxus, la debilidad no tiene lugar.
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  • ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ─ ¿Que haces? Baja de ahí ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ─ ordenó entre murmuros, su mirada puesta en ti ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ─

    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ─ ¿Que haces? Baja de ahí ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ─ ordenó entre murmuros, su mirada puesta en ti ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ─
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  • La habitación estaba cubierta por un resplandor carmesí. La luz atravesaba las cortinas rotas, bañando los muros con la intensidad de una herida abierta. El aire olía a metal… a peligro… a tentación.

    El sonido de un jadeo ahogado rompió el silencio.
    Blade la sostenía con fuerza, una mano firmemente posada en su pecho, la otra sujetando su cintura. La respiración de ambos se entrecruzaba, pesada, densa, cargada de furia contenida y algo más oscuro.

    La mujer, una criatura marcada por el símbolo del vacío en su frente, dejó escapar una risa quebrada.

    — ¿Así que el cazador también muerde?

    Susurró con una mezcla de burla y dolor. Blade no respondió de inmediato. Sus colmillos aún estaban al descubierto, las gotas carmesí cayendo lentamente de ellos, trazando una línea hasta su mentón. El brillo de sus lentes ocultaba sus ojos, pero su voz, grave y controlada, bastó para cortar la tensión.

    — No confundas necesidad con deseo

    Gruñó, apartándose lentamente, la sangre evaporándose al contacto con su piel.

    — Si te sigo con vida, es porque aún necesito respuestas… no redención.

    Ella sonrió débilmente, aún temblando.

    — Me pregunto quién es más monstruo de los dos, cazador.

    Blade limpió sus labios con el dorso de su mano, sin apartar la mirada.

    — La diferencia es que yo lo admito.

    — 𝐁𝐋𝐀𝐃𝐄
    𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐚𝐲𝐰𝐚𝐥𝐤𝐞𝐫
    刃影 · 인영
    La habitación estaba cubierta por un resplandor carmesí. La luz atravesaba las cortinas rotas, bañando los muros con la intensidad de una herida abierta. El aire olía a metal… a peligro… a tentación. El sonido de un jadeo ahogado rompió el silencio. Blade la sostenía con fuerza, una mano firmemente posada en su pecho, la otra sujetando su cintura. La respiración de ambos se entrecruzaba, pesada, densa, cargada de furia contenida y algo más oscuro. La mujer, una criatura marcada por el símbolo del vacío en su frente, dejó escapar una risa quebrada. — ¿Así que el cazador también muerde? Susurró con una mezcla de burla y dolor. Blade no respondió de inmediato. Sus colmillos aún estaban al descubierto, las gotas carmesí cayendo lentamente de ellos, trazando una línea hasta su mentón. El brillo de sus lentes ocultaba sus ojos, pero su voz, grave y controlada, bastó para cortar la tensión. — No confundas necesidad con deseo Gruñó, apartándose lentamente, la sangre evaporándose al contacto con su piel. — Si te sigo con vida, es porque aún necesito respuestas… no redención. Ella sonrió débilmente, aún temblando. — Me pregunto quién es más monstruo de los dos, cazador. Blade limpió sus labios con el dorso de su mano, sin apartar la mirada. — La diferencia es que yo lo admito. — 𝐁𝐋𝐀𝐃𝐄 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐚𝐲𝐰𝐚𝐥𝐤𝐞𝐫 刃影 · 인영
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  • El principe y un ladrón
    Fandom Devil May Cry y hazbin hotel
    Categoría Fantasía
    El viento del amanecer soplaba con un leve aroma a incienso y ceniza. Los templos del valle aún resonaban con los tambores de la mañana, y el murmullo de los monjes se mezclaba con el bullicio del mercado. Entre los puestos de arroz y telas, un joven de cabellos plateados se movía con la agilidad de un felino: Dante, huérfano sin techo y maestro del kung fu del dragón dormido, un estilo que solo él parecía dominar.

    Con una sonrisa ladina, arrebató una manzana del puesto de un mercader y desapareció entre los callejones antes de que los guardias pudieran reaccionar.

    A varios kilómetros de allí, dentro del palacio imperial, los gong sonaban con solemnidad. Alastor, hijo del rey, se arrodillaba frente al trono. Su padre, debilitado por la enfermedad, le extendía el cetro dorado.
    —El reino te necesita… hijo mío —susurró el anciano—. Pero recuerda: el poder sin alma… es solo otra forma de vacío.

    Alastor alzó la vista, su expresión fría, casi imperturbable. Sin embargo, detrás de esa máscara de nobleza había curiosidad, una chispa de algo que no se podía sofocar: el deseo de ver el mundo más allá de los muros del palacio.

    Ese mismo día, los destinos de ambos se cruzarían.
    Uno buscaba comida… el otro, sentido.
    Y el destino, caprichoso como el fuego, los uniría en medio del caos que comenzaba a arder sobre el reino.
    El viento del amanecer soplaba con un leve aroma a incienso y ceniza. Los templos del valle aún resonaban con los tambores de la mañana, y el murmullo de los monjes se mezclaba con el bullicio del mercado. Entre los puestos de arroz y telas, un joven de cabellos plateados se movía con la agilidad de un felino: Dante, huérfano sin techo y maestro del kung fu del dragón dormido, un estilo que solo él parecía dominar. Con una sonrisa ladina, arrebató una manzana del puesto de un mercader y desapareció entre los callejones antes de que los guardias pudieran reaccionar. A varios kilómetros de allí, dentro del palacio imperial, los gong sonaban con solemnidad. Alastor, hijo del rey, se arrodillaba frente al trono. Su padre, debilitado por la enfermedad, le extendía el cetro dorado. —El reino te necesita… hijo mío —susurró el anciano—. Pero recuerda: el poder sin alma… es solo otra forma de vacío. Alastor alzó la vista, su expresión fría, casi imperturbable. Sin embargo, detrás de esa máscara de nobleza había curiosidad, una chispa de algo que no se podía sofocar: el deseo de ver el mundo más allá de los muros del palacio. Ese mismo día, los destinos de ambos se cruzarían. Uno buscaba comida… el otro, sentido. Y el destino, caprichoso como el fuego, los uniría en medio del caos que comenzaba a arder sobre el reino.
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    Grupal
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