• === ... …⁠ᘛ⁠⁐̤⁠ᕐ⁠ᐷ

    ×La pelinegro baja la vista luego de haber despertado de golpe al contrario. Sentía bastante vergüenza por lo que hizo. Su tono es tímido y casi en murmuros×

    Perdóname por haberte despertado mientras dormías... pero creí que era una rata muy grande y, y...solo era un ratón muy pequeño ... ¿Qué te parece si te preparo un baño para que vuelvas a relajarte y así recuperas el sueño? Para compensarte
    === ... …⁠ᘛ⁠⁐̤⁠ᕐ⁠ᐷ ×La pelinegro baja la vista luego de haber despertado de golpe al contrario. Sentía bastante vergüenza por lo que hizo. Su tono es tímido y casi en murmuros× Perdóname por haberte despertado mientras dormías... pero creí que era una rata muy grande y, y...solo era un ratón muy pequeño 💧... ¿Qué te parece si te preparo un baño para que vuelvas a relajarte y así recuperas el sueño? Para compensarte
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    *La luna llena se alzaba alta en el cielo, proyectando su tenue luz sobre el antiguo castillo oculto al borde de la ciudad. Los muros de piedra oscura, cubiertos de enredaderas, parecían susurrar secretos de siglos pasados. En el vasto salón principal, decorado con candelabros de hierro forjado y tapices descoloridos, Eliza aguardaba. Su figura se recortaba contra la luz vacilante de las velas, sentada con desdén en un trono de mármol negro adornado con gárgolas. Sus ojos carmesí brillaban en la penumbra, siguiendo los pasos de su visitante mientras cruzaba las enormes puertas de madera que chirriaban con un sonido fantasmagórico.*

    >Vaya, vaya...

    *murmuró con una voz sedosa, casi un susurro que resonó en la inmensidad del salón. Se inclinó ligeramente hacia adelante, dejando que una sonrisa ladeada revelara sus colmillos. Su tono era casi juguetón, pero con un filo que hacía difícil discernir si era un saludo o una amenaza*

    >¿Quién sería tan osado como para irrumpir en mi dominio sin anunciarse?

    *Sin levantarse, Eliza extendió una mano pálida, con uñas pintadas de negro, señalando la alfombra roja que llevaba directamente hasta su trono.*

    >Acércate, desconocid@.

    *Su sonrisa se amplió, sus colmillos reluciendo a la luz de las velas*

    Pero ten cuidado... algunos que se atreven a entrar aquí no vuelven a salir.

    *Un murmullo etéreo pareció emanar de las sombras que la rodeaban, como si el castillo mismo respirara en sincronía con la vampira. El aire se tornó más frío, y el aroma de rosas secas llenaba la estancia, haciendo que cada paso hacia ella pareciera un desafío a lo desconocido.*
    *La luna llena se alzaba alta en el cielo, proyectando su tenue luz sobre el antiguo castillo oculto al borde de la ciudad. Los muros de piedra oscura, cubiertos de enredaderas, parecían susurrar secretos de siglos pasados. En el vasto salón principal, decorado con candelabros de hierro forjado y tapices descoloridos, Eliza aguardaba. Su figura se recortaba contra la luz vacilante de las velas, sentada con desdén en un trono de mármol negro adornado con gárgolas. Sus ojos carmesí brillaban en la penumbra, siguiendo los pasos de su visitante mientras cruzaba las enormes puertas de madera que chirriaban con un sonido fantasmagórico.* >Vaya, vaya... *murmuró con una voz sedosa, casi un susurro que resonó en la inmensidad del salón. Se inclinó ligeramente hacia adelante, dejando que una sonrisa ladeada revelara sus colmillos. Su tono era casi juguetón, pero con un filo que hacía difícil discernir si era un saludo o una amenaza* >¿Quién sería tan osado como para irrumpir en mi dominio sin anunciarse? *Sin levantarse, Eliza extendió una mano pálida, con uñas pintadas de negro, señalando la alfombra roja que llevaba directamente hasta su trono.* >Acércate, desconocid@. *Su sonrisa se amplió, sus colmillos reluciendo a la luz de las velas* Pero ten cuidado... algunos que se atreven a entrar aquí no vuelven a salir. *Un murmullo etéreo pareció emanar de las sombras que la rodeaban, como si el castillo mismo respirara en sincronía con la vampira. El aire se tornó más frío, y el aroma de rosas secas llenaba la estancia, haciendo que cada paso hacia ella pareciera un desafío a lo desconocido.*
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  • “ 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐮𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐞𝐣𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐮 … ¿𝐃𝐞𝐛𝐞𝐫í𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫𝐭𝐞? ”







    Su primera mascota fue un conejo blanco. Para un niño de apenas ocho años, aquel animal era el regalo perfecto, el símbolo de una inocencia que aún no había aprendido a temer. Pero también sería la última.

    No entendía del todo a su madre; a menudo, sus ojos lo atravesaban con odio, desprecio y asco. Sin embargo, en la soledad de la noche, lejos de miradas ajenas, ella dejaba dulces y pequeños obsequios acompañados de notas cariñosas.

    En esas notas, le aseguraba que lo amaba, pero que su afecto debía mantenerse en secreto. Decía que era un "juego" y que, al final, habría una gran recompensa. El pequeño niño rubio se aferraba a esas palabras como un náufrago a una tabla, ignorando la confusión que su joven corazón albergaba. Porque, aunque lo emocionaban los gestos de su madre, le dolía la frialdad que mostraba ante los demás. Su padre tampoco era un refugio; lo obligaba a cumplir órdenes que él no entendía ni quería ejecutar.

    Ojalá hubiera sabido que, aquellas notas, nunca fueron escritas por su madre, sino, por su cuidadora Camile.

    Fue una tarde cuando su madre tomo el conejo, se lo arrebato de sus brazos. Antes de que pudiera reaccionar, vio cómo el animal era lanzado al patio, directo al territorio de los perros.

    Los gritos desesperados del niño llenaron el aire. Intentó correr tras Bianca, pero un tirón fuerte en su brazo lo detuvo. Sus pequeños ojos dorados miraron a su madre buscando alguna clase de explicación. Pero en cambio ella lo alzó como si fuera un muñeco de trapo y, sosteniéndolo con fuerza, lo obligó a mirar.

    —No apartes la vista — Las palabras de ella eran frías mientras lo forzaba a presenciar cómo los perros se abalanzaban sobre el pequeño cuerpo del conejo.

    El pequeño niño sollozaba, retorciéndose en un intento inútil por liberarse. Las lágrimas rodaban por su rostro mientras su voz se quebraba en súplicas. Pero su madre no cedió, sujetándolo con fuerza para que viera el cruel espectáculo hasta el final.

    Cuando los perros se dispersaron, lo dejaron acercarse. Con las manos temblorosas, recogió lo que quedaba de Bianca. Su pequeño cuerpo temblaba, incapaz de articular palabra. Solo el temblor de su labio inferior hablaba de su terror y de la angustia que lo ahogaba.

    Desde lejos, su padre observaba la escena con indiferencia, pero pronto una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios.
    La familia Conti había construido su legado sobre la frialdad, sobre una indiferencia brutal hacia los lazos de sangre. En sus ojos, endurecer la mente de un niño no era cruel; era necesario. Y Alessandro, apenas consciente de lo que significaba llevar ese apellido, estaba a punto de descubrirlo.

    . . .

    El lugar era lúgubre, saturado por los gritos desesperados de personas y las órdenes ásperas de otros. Ryan fijó la vista en la pared de piedra caliza frente a él, manchada de sangre y salpicada de trozos de carne. Su espalda descansaba contra la superficie fría mientras tarareaba una canción, indiferente al caos que lo rodeaba. Su ropa estaba desgarrada y cubierta de suciedad; las heridas en sus piernas palpitaban y una quemadura fresca en su espalda le recordaba lo mal que había terminado el intento de escape.


    Lentamente, sus ojos ámbar se posaron en el cadáver de un hombre corpulento, tendido en un charco de sangre con la cabeza hecha pedazos. A su lado, un martillo, el arma usada para dejarlo sin vida. Una sonrisa torcida apareció en sus labios. Ese hombre no era otro que el primer ex-prometido de su compañera. Había tantos secretos que ella había ocultado, sorpresitas que terminó descubriendo.

    Killman había atacado sin previo aviso, rompiendo el tratado con su padre. Aunque fue su culpa, era su intención después de todo. Solo basto decirle que "Vanya es muy bonita, tanto que la hice mi novia" "Oye, ¿Te gustaria ser el padrino de bodas?" y ese bastardo perdio la cabeza por completo. Obviamente todo era mentira, ella no era nada mas que su amiga, pero sabia donde golpear para que un hombre perdiera la cabeza. Golpear su orgullo. "Ella si se quiere casar conmigo, al menos podremos tener hijos bonitos ¿No lo crees?"

    Volvio a reir al solo recordar aquello. Risa que no duro mucho.

    — Creo que ya vienen por nosotros —murmuró al escuchar pasos apresurados acercándose.

    Su tono tranquilo y sereno tenía algo profundamente inquietante.

    — Nos van a llevar a una de las propiedades de Fabrizio —añadió.

    Esperó, pero no obtuvo respuesta. Su mirada se desvió hacia su compañera, quien yacía inmóvil a su lado. Ryan tomó su mano, notándola helada, sin vida. Sin embargo, no parecía alarmado. Solo tenía que esperar unos minutos.

    — Será mejor que despiertes. Te cargaría, pero mi espalda aún duele. La quemadura sigue latiendo, y tengo suerte de que mis pulmones no hayan explotado.

    Hizo una pausa, sus labios curvándose en una sonrisa casi divertida, no pudo evitar reír un poco.

    — Tenemos que volver con los chicos. Kiev y Rubí estarán molestos si seguimos aquí. Vayamos con Fabrizio y, una vez recompuestos, busquemos cómo volver a huir.

    Le dio unas suaves palmaditas en la mejilla. En ese momento, la puerta metálica se abrió de golpe. La luz de las linternas lo obligó a cerrar los ojos un instante mientras se acostumbraba al resplandor. Unos hombres armados entraron, soltando suspiros de alivio al ver que el hijo de su jefe seguía con vida. Fue entonces cuando el cuerpo de su compañera comenzó a moverse.

    . . .

    La mansión de los Conti permanecía oculta tras un extenso bosque, con altos muros que separaban la naturaleza salvaje de la fría opulencia de la propiedad. Era un lugar diseñado tanto para proteger como para encerrar.

    Estaba en el jardín, bebiendo té mientras miraba las murallas. La pelinegra estaba en una de las habitaciones.

    — Esto me trae recuerdos... —murmuró con una sonrisa —. Cuando tenía doce años, mi madre me lanzó a los lobos para matarme. Mi padre lo sabía y decidió usarlo como una lección.

    Bebió un sorbo de té antes de añadir con tono casual.

    — Así que la usé de carnada y corrí de vuelta mientras ellos se la comían. Lindos recuerdos.

    Sonrió aunque no pudo evitar reír ante lo recordado, la servidumbre permanecía inmóvil, escuchando la retorcida historia. Ryan volteo a mirarlos unos segundos, antes de volver su mirada en su zapato, habia un conejito ahi. No dijo nada, pero si le parecio curioso. — ¿Bianca? — Sabia que no era ella, pero era tan idéntica, bueno, era un simple conejo blanco.

    “ 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐮𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐞𝐣𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐮 … ¿𝐃𝐞𝐛𝐞𝐫í𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫𝐭𝐞? ” Su primera mascota fue un conejo blanco. Para un niño de apenas ocho años, aquel animal era el regalo perfecto, el símbolo de una inocencia que aún no había aprendido a temer. Pero también sería la última. No entendía del todo a su madre; a menudo, sus ojos lo atravesaban con odio, desprecio y asco. Sin embargo, en la soledad de la noche, lejos de miradas ajenas, ella dejaba dulces y pequeños obsequios acompañados de notas cariñosas. En esas notas, le aseguraba que lo amaba, pero que su afecto debía mantenerse en secreto. Decía que era un "juego" y que, al final, habría una gran recompensa. El pequeño niño rubio se aferraba a esas palabras como un náufrago a una tabla, ignorando la confusión que su joven corazón albergaba. Porque, aunque lo emocionaban los gestos de su madre, le dolía la frialdad que mostraba ante los demás. Su padre tampoco era un refugio; lo obligaba a cumplir órdenes que él no entendía ni quería ejecutar. Ojalá hubiera sabido que, aquellas notas, nunca fueron escritas por su madre, sino, por su cuidadora Camile. Fue una tarde cuando su madre tomo el conejo, se lo arrebato de sus brazos. Antes de que pudiera reaccionar, vio cómo el animal era lanzado al patio, directo al territorio de los perros. Los gritos desesperados del niño llenaron el aire. Intentó correr tras Bianca, pero un tirón fuerte en su brazo lo detuvo. Sus pequeños ojos dorados miraron a su madre buscando alguna clase de explicación. Pero en cambio ella lo alzó como si fuera un muñeco de trapo y, sosteniéndolo con fuerza, lo obligó a mirar. —No apartes la vista — Las palabras de ella eran frías mientras lo forzaba a presenciar cómo los perros se abalanzaban sobre el pequeño cuerpo del conejo. El pequeño niño sollozaba, retorciéndose en un intento inútil por liberarse. Las lágrimas rodaban por su rostro mientras su voz se quebraba en súplicas. Pero su madre no cedió, sujetándolo con fuerza para que viera el cruel espectáculo hasta el final. Cuando los perros se dispersaron, lo dejaron acercarse. Con las manos temblorosas, recogió lo que quedaba de Bianca. Su pequeño cuerpo temblaba, incapaz de articular palabra. Solo el temblor de su labio inferior hablaba de su terror y de la angustia que lo ahogaba. Desde lejos, su padre observaba la escena con indiferencia, pero pronto una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios. La familia Conti había construido su legado sobre la frialdad, sobre una indiferencia brutal hacia los lazos de sangre. En sus ojos, endurecer la mente de un niño no era cruel; era necesario. Y Alessandro, apenas consciente de lo que significaba llevar ese apellido, estaba a punto de descubrirlo. . . . El lugar era lúgubre, saturado por los gritos desesperados de personas y las órdenes ásperas de otros. Ryan fijó la vista en la pared de piedra caliza frente a él, manchada de sangre y salpicada de trozos de carne. Su espalda descansaba contra la superficie fría mientras tarareaba una canción, indiferente al caos que lo rodeaba. Su ropa estaba desgarrada y cubierta de suciedad; las heridas en sus piernas palpitaban y una quemadura fresca en su espalda le recordaba lo mal que había terminado el intento de escape. Lentamente, sus ojos ámbar se posaron en el cadáver de un hombre corpulento, tendido en un charco de sangre con la cabeza hecha pedazos. A su lado, un martillo, el arma usada para dejarlo sin vida. Una sonrisa torcida apareció en sus labios. Ese hombre no era otro que el primer ex-prometido de su compañera. Había tantos secretos que ella había ocultado, sorpresitas que terminó descubriendo. Killman había atacado sin previo aviso, rompiendo el tratado con su padre. Aunque fue su culpa, era su intención después de todo. Solo basto decirle que "Vanya es muy bonita, tanto que la hice mi novia" "Oye, ¿Te gustaria ser el padrino de bodas?" y ese bastardo perdio la cabeza por completo. Obviamente todo era mentira, ella no era nada mas que su amiga, pero sabia donde golpear para que un hombre perdiera la cabeza. Golpear su orgullo. "Ella si se quiere casar conmigo, al menos podremos tener hijos bonitos ¿No lo crees?" Volvio a reir al solo recordar aquello. Risa que no duro mucho. — Creo que ya vienen por nosotros —murmuró al escuchar pasos apresurados acercándose. Su tono tranquilo y sereno tenía algo profundamente inquietante. — Nos van a llevar a una de las propiedades de Fabrizio —añadió. Esperó, pero no obtuvo respuesta. Su mirada se desvió hacia su compañera, quien yacía inmóvil a su lado. Ryan tomó su mano, notándola helada, sin vida. Sin embargo, no parecía alarmado. Solo tenía que esperar unos minutos. — Será mejor que despiertes. Te cargaría, pero mi espalda aún duele. La quemadura sigue latiendo, y tengo suerte de que mis pulmones no hayan explotado. Hizo una pausa, sus labios curvándose en una sonrisa casi divertida, no pudo evitar reír un poco. — Tenemos que volver con los chicos. Kiev y Rubí estarán molestos si seguimos aquí. Vayamos con Fabrizio y, una vez recompuestos, busquemos cómo volver a huir. Le dio unas suaves palmaditas en la mejilla. En ese momento, la puerta metálica se abrió de golpe. La luz de las linternas lo obligó a cerrar los ojos un instante mientras se acostumbraba al resplandor. Unos hombres armados entraron, soltando suspiros de alivio al ver que el hijo de su jefe seguía con vida. Fue entonces cuando el cuerpo de su compañera comenzó a moverse. . . . La mansión de los Conti permanecía oculta tras un extenso bosque, con altos muros que separaban la naturaleza salvaje de la fría opulencia de la propiedad. Era un lugar diseñado tanto para proteger como para encerrar. Estaba en el jardín, bebiendo té mientras miraba las murallas. La pelinegra estaba en una de las habitaciones. — Esto me trae recuerdos... —murmuró con una sonrisa —. Cuando tenía doce años, mi madre me lanzó a los lobos para matarme. Mi padre lo sabía y decidió usarlo como una lección. Bebió un sorbo de té antes de añadir con tono casual. — Así que la usé de carnada y corrí de vuelta mientras ellos se la comían. Lindos recuerdos. Sonrió aunque no pudo evitar reír ante lo recordado, la servidumbre permanecía inmóvil, escuchando la retorcida historia. Ryan volteo a mirarlos unos segundos, antes de volver su mirada en su zapato, habia un conejito ahi. No dijo nada, pero si le parecio curioso. — ¿Bianca? — Sabia que no era ella, pero era tan idéntica, bueno, era un simple conejo blanco.
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  • Brillen, ojos filosos como navajas, antes de que los muros se desplomen,
    más feroces que bestias hambrientas, más ensordecedores que los gritos de un alma rota.

    Los pájaros y las abejas languidecen, atrapados en la prisión del tiempo,
    y un viento helado se arrastra por mi carne, devorándome desde adentro.

    Brillen, ojos afilados, saboreando el éxtasis de la destrucción,
    brillen, antes de que el aliento se torne cenizas.
    Brillen, en esta penumbra donde la luz es un susurro agónico,
    mientras el frío me desnuda, fragmentando mi ser.

    Estoy harto de este dueto humano,
    una danza vacía de máscaras rotas,
    donde ninguna civilización esconde
    el hambre primitiva, la sed de caos,
    nuestros impulsos animales,
    nuestros demonios encadenados que claman por sangre.

    Brillen, ojos filosos como navajas, antes de que los muros se desplomen, más feroces que bestias hambrientas, más ensordecedores que los gritos de un alma rota. Los pájaros y las abejas languidecen, atrapados en la prisión del tiempo, y un viento helado se arrastra por mi carne, devorándome desde adentro. Brillen, ojos afilados, saboreando el éxtasis de la destrucción, brillen, antes de que el aliento se torne cenizas. Brillen, en esta penumbra donde la luz es un susurro agónico, mientras el frío me desnuda, fragmentando mi ser. Estoy harto de este dueto humano, una danza vacía de máscaras rotas, donde ninguna civilización esconde el hambre primitiva, la sed de caos, nuestros impulsos animales, nuestros demonios encadenados que claman por sangre.
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  • El Comienzo de Todo – El Despertar de Jade Green
    Categoría Otros
    Desde que era niña, Jade siempre supo que su vida no sería como la de los demás. En los primeros años de su existencia, vivió en el convento, escondida entre las sombras de las monjas, protegida del mundo exterior por los muros de piedra que la mantenían alejada de quienes la buscaban. No entendía del todo por qué, pero sentía que algo oscuro la acechaba. Algo que no podía escapar, aunque ni su madre ni las monjas hablaran al respecto.

    Recuerdo los días grises y fríos, el canto monótono de las monjas que, a pesar de ser cálido, nunca lograba calmar la sensación constante de inquietud que me embargaba. Sabía que no era una niña común. Había algo en mí, algo que me hacía diferente. A veces, en mis sueños, veía ojos enormes, profundos como el mar. Aquellos ojos eran los mismos que sentía en mi interior. La conexión que no comprendía, la fuerza ancestral que me pertenecía y que, sin quererlo, me arrastraba.

    Era mi madre quien me sacó de allí. La misma mujer que siempre había sido una sombra distante, a veces cálida, a veces fría, pero siempre con un aire de autoridad que parecía rodearla. Esa mujer, la que hablaba en susurros con el viento, que nunca dejaba de estudiar los antiguos textos y las viejas escrituras de la Hermandad del Kraken, fue quien me sacó del convento, de mi protección, de mi escondite. Y lo hizo con una sonrisa que nunca pude descifrar, una sonrisa que llevaba consigo una carga de tristeza y aceptación.

    Al principio, no entendí lo que sucedía. No entendí por qué estaba siendo entregada a aquellos que me miraban como si fuera algo más que una niña, como si fuera una pieza de un rompecabezas al que le faltaba su lugar. Lo comprendí cuando ya era demasiado tarde, cuando mi madre, la mujer que debería haberme protegido, me entregó sin remordimientos a una organización con oscuros fines. La Hermandad del Kraken. ¿Cómo podría ella? ¿Cómo pudo venderme? ¿Por qué me entregó a aquellos que querían usarme como un simple instrumento?

    Me sentí perdida, atrapada en una red de mentiras y manipulaciones. De repente, todo lo que había conocido, todo lo que pensaba que era real, se desmoronó ante mis ojos. A medida que pasaban los años, comencé a entender que mi madre no era simplemente una madre. Era una sacerdotisa, una mujer que había consagrado su vida a un propósito más grande que ella misma. Y ese propósito no me incluía como su hija, sino como un medio para un fin: el despertar del Kraken.

    Mi madre nunca me habló directamente de la Hermandad, ni de lo que se esperaba de mí. Pero yo sabía que, en algún lugar profundo de mi ser, algo se despertaba. Mi vínculo con el Kraken no era un simple destino. Era un llamado que siempre había estado latente, esperando el momento adecuado para salir a la luz.

    Las voces que escuchaba en mis sueños, los ecos de los mares y las olas que parecían hablarme, todo encajaba en un puzzle que me aterraba. El Kraken, ese monstruo primordial, no solo era un mito. Era real. Y yo era la pieza clave para desatarlo.

    Me encontraba en medio de dos mundos. La bondad de Gazú, mi padre adoptivo, el hombre que me dio amor cuando mi madre me abandonó, y el oscuro destino que la Hermandad había trazado para mí. Gazú me ofreció protección, un refugio del caos que me rodeaba, pero el peso de lo que estaba en juego, el destino que me perseguía, me alejaba de él. Mi amor por él era la única ancla que me mantenía a flote, pero ni él ni yo sabíamos lo que se avecinaba.

    Recuerdo las noches solitarias, mirando al horizonte, buscando respuestas que nunca llegaban. Mis poderes, esas habilidades que no entendía del todo, comenzaban a crecer dentro de mí. No era solo una niña común. Había algo en mis venas, algo que me conectaba con las aguas del océano, con el monstruo que se escondía en las profundidades.

    Y ahora, al mirar las olas chocando contra la costa, entendí que no podía escapar de esto. El Kraken ya estaba despertando, y yo no podía ignorarlo. No podía evitarlo. Mi destino estaba sellado, marcado por la sangre de mi madre, por la conexión que no podía cortar. El Kraken me llamaba, y yo tenía que decidir qué hacer con ese poder.

    Me he pasado toda la vida huyendo de lo que soy, pero ahora no puedo seguir corriendo. El futuro está frente a mí, y aunque mi corazón me grite que no debo seguir el camino de la Hermandad, sé que algo más grande que yo ya ha comenzado. Y quizás, por primera vez, pueda elegir qué hacer con el poder que corre por mis venas.

    Sabía que no podía huir para siempre. El Kraken había comenzado a despertar, y su destino estaba intrínsecamente ligado a ese monstruo del abismo. Pero, a medida que la tormenta arremetía alrededor de ella, Jade entendió que no sería solo un instrumento para los fines de la Hermandad. Ella tendría que decidir por sí misma qué hacer con el poder que le otorgaba su sangre y su linaje.

    En ese momento, Jade tomó una decisión.

    "No seré su marioneta", susurró con determinación. "El Kraken no me controlará. Lo despertaré, pero será a mi manera."

    Con un último vistazo a las olas embravecidas, Jade dio un paso atrás, alejándose del borde. El destino no la había elegido, ni la Hermandad, ni el Kraken. Sería ella quien decidiría su futuro, aunque eso significara desafiar a la misma organización que la había creado y, posiblemente, a la fuerza de los mares.

    La lucha por su libertad comenzaba esa noche.
    Desde que era niña, Jade siempre supo que su vida no sería como la de los demás. En los primeros años de su existencia, vivió en el convento, escondida entre las sombras de las monjas, protegida del mundo exterior por los muros de piedra que la mantenían alejada de quienes la buscaban. No entendía del todo por qué, pero sentía que algo oscuro la acechaba. Algo que no podía escapar, aunque ni su madre ni las monjas hablaran al respecto. Recuerdo los días grises y fríos, el canto monótono de las monjas que, a pesar de ser cálido, nunca lograba calmar la sensación constante de inquietud que me embargaba. Sabía que no era una niña común. Había algo en mí, algo que me hacía diferente. A veces, en mis sueños, veía ojos enormes, profundos como el mar. Aquellos ojos eran los mismos que sentía en mi interior. La conexión que no comprendía, la fuerza ancestral que me pertenecía y que, sin quererlo, me arrastraba. Era mi madre quien me sacó de allí. La misma mujer que siempre había sido una sombra distante, a veces cálida, a veces fría, pero siempre con un aire de autoridad que parecía rodearla. Esa mujer, la que hablaba en susurros con el viento, que nunca dejaba de estudiar los antiguos textos y las viejas escrituras de la Hermandad del Kraken, fue quien me sacó del convento, de mi protección, de mi escondite. Y lo hizo con una sonrisa que nunca pude descifrar, una sonrisa que llevaba consigo una carga de tristeza y aceptación. Al principio, no entendí lo que sucedía. No entendí por qué estaba siendo entregada a aquellos que me miraban como si fuera algo más que una niña, como si fuera una pieza de un rompecabezas al que le faltaba su lugar. Lo comprendí cuando ya era demasiado tarde, cuando mi madre, la mujer que debería haberme protegido, me entregó sin remordimientos a una organización con oscuros fines. La Hermandad del Kraken. ¿Cómo podría ella? ¿Cómo pudo venderme? ¿Por qué me entregó a aquellos que querían usarme como un simple instrumento? Me sentí perdida, atrapada en una red de mentiras y manipulaciones. De repente, todo lo que había conocido, todo lo que pensaba que era real, se desmoronó ante mis ojos. A medida que pasaban los años, comencé a entender que mi madre no era simplemente una madre. Era una sacerdotisa, una mujer que había consagrado su vida a un propósito más grande que ella misma. Y ese propósito no me incluía como su hija, sino como un medio para un fin: el despertar del Kraken. Mi madre nunca me habló directamente de la Hermandad, ni de lo que se esperaba de mí. Pero yo sabía que, en algún lugar profundo de mi ser, algo se despertaba. Mi vínculo con el Kraken no era un simple destino. Era un llamado que siempre había estado latente, esperando el momento adecuado para salir a la luz. Las voces que escuchaba en mis sueños, los ecos de los mares y las olas que parecían hablarme, todo encajaba en un puzzle que me aterraba. El Kraken, ese monstruo primordial, no solo era un mito. Era real. Y yo era la pieza clave para desatarlo. Me encontraba en medio de dos mundos. La bondad de Gazú, mi padre adoptivo, el hombre que me dio amor cuando mi madre me abandonó, y el oscuro destino que la Hermandad había trazado para mí. Gazú me ofreció protección, un refugio del caos que me rodeaba, pero el peso de lo que estaba en juego, el destino que me perseguía, me alejaba de él. Mi amor por él era la única ancla que me mantenía a flote, pero ni él ni yo sabíamos lo que se avecinaba. Recuerdo las noches solitarias, mirando al horizonte, buscando respuestas que nunca llegaban. Mis poderes, esas habilidades que no entendía del todo, comenzaban a crecer dentro de mí. No era solo una niña común. Había algo en mis venas, algo que me conectaba con las aguas del océano, con el monstruo que se escondía en las profundidades. Y ahora, al mirar las olas chocando contra la costa, entendí que no podía escapar de esto. El Kraken ya estaba despertando, y yo no podía ignorarlo. No podía evitarlo. Mi destino estaba sellado, marcado por la sangre de mi madre, por la conexión que no podía cortar. El Kraken me llamaba, y yo tenía que decidir qué hacer con ese poder. Me he pasado toda la vida huyendo de lo que soy, pero ahora no puedo seguir corriendo. El futuro está frente a mí, y aunque mi corazón me grite que no debo seguir el camino de la Hermandad, sé que algo más grande que yo ya ha comenzado. Y quizás, por primera vez, pueda elegir qué hacer con el poder que corre por mis venas. Sabía que no podía huir para siempre. El Kraken había comenzado a despertar, y su destino estaba intrínsecamente ligado a ese monstruo del abismo. Pero, a medida que la tormenta arremetía alrededor de ella, Jade entendió que no sería solo un instrumento para los fines de la Hermandad. Ella tendría que decidir por sí misma qué hacer con el poder que le otorgaba su sangre y su linaje. En ese momento, Jade tomó una decisión. "No seré su marioneta", susurró con determinación. "El Kraken no me controlará. Lo despertaré, pero será a mi manera." Con un último vistazo a las olas embravecidas, Jade dio un paso atrás, alejándose del borde. El destino no la había elegido, ni la Hermandad, ni el Kraken. Sería ella quien decidiría su futuro, aunque eso significara desafiar a la misma organización que la había creado y, posiblemente, a la fuerza de los mares. La lucha por su libertad comenzaba esa noche.
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  • "... la época triste y oscura ha terminado y vas a ser muy feliz"

    Esas palabras pronunciadas por Lannie algunos días atrás todavía resonaban en la cabeza de Beckett... Y es que la inspectora sabía que, por mucho que lo deseara no sería cierto. No hasta que encontrara y encerrase al hombre que habia matado a su madre y eso... No tenía garantías de que eso fuera a suceder...

    ¿Permitirse ser feliz? ¿Dejar que alguien derribara sus murallas? ¿Dejar que él, que Castle, derribara los muros que ella misma habia erigido para protegerse?


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    "... la época triste y oscura ha terminado y vas a ser muy feliz" Esas palabras pronunciadas por Lannie algunos días atrás todavía resonaban en la cabeza de Beckett... Y es que la inspectora sabía que, por mucho que lo deseara no sería cierto. No hasta que encontrara y encerrase al hombre que habia matado a su madre y eso... No tenía garantías de que eso fuera a suceder... ¿Permitirse ser feliz? ¿Dejar que alguien derribara sus murallas? ¿Dejar que él, que Castle, derribara los muros que ella misma habia erigido para protegerse? #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • La estación orbital Aurora estaba abarrotada como nunca. Los viajeros se agolpaban en los corredores, mirando las pantallas holográficas que anunciaban el evento del año: un concierto de Robin, la voz que había conquistado galaxias enteras. Su música era más que entretenimiento; era un puente que conectaba a seres de diferentes mundos, un idioma universal que resonaba con el corazón de todos.

    Robin estaba en su camerino, ajustándose el último detalle de su atuendo: un vestido que parecía estar hecho de nebulosas en movimiento, diseñado por un famoso artista de Andrómeda. Frente al espejo, respiró profundamente. A pesar de los años de experiencia, aún sentía ese cosquilleo antes de salir al escenario.

    “Cinco minutos, Robin,” anunció su asistente, una androide llamada Selene con voz melodiosa y ojos que brillaban como pequeñas lunas.

    “Gracias, Selene,” respondió Robin, tomando un momento para mirar por la ventana hacia el espacio infinito. Cada estrella que veía le recordaba una historia, un rostro, una emoción que había capturado en sus canciones.

    Cuando las luces del escenario se encendieron y el público rugió, Robin dio un paso adelante. Desde la primera nota, el ambiente cambió. Las galaxias parecían detenerse para escuchar. Su voz era un torbellino de emociones: la calidez de un amanecer, la tristeza de una despedida, la esperanza de un nuevo comienzo.

    Entre las canciones, Robin habló al público. “He viajado por muchos lugares, visto maravillas que nunca olvidaré, pero siempre me sorprende lo que la música puede hacer. No importa de dónde vengamos, quiénes somos o qué hemos vivido. Aquí, en este momento, somos uno.”

    El público respondió con una ovación que hizo temblar los muros de la estación. Robin continuó, tocando su balada más famosa, una canción que había inspirado a exploradores a cruzar galaxias y a soñadores a nunca rendirse.

    Cuando el concierto terminó, Robin se quedó un momento más en el escenario, mirando a los miles de rostros emocionados frente a ella. Sabía que, aunque su vida estaba llena de viajes y luces brillantes, lo que realmente importaba era la conexión que creaba con cada palabra y cada nota.

    Al salir del escenario, Selene la esperaba con una toalla y una sonrisa. “El universo sigue hablando de ti, Robin.”

    Robin sonrió, agotada pero feliz. “Es porque, en el fondo, todos necesitamos una canción que nos haga sentir menos solos.”

    Y así, la estrella que iluminaba galaxias volvió a perderse entre las luces del cosmos, dejando a su paso una melodía que nunca se apagaría.

    La estación orbital Aurora estaba abarrotada como nunca. Los viajeros se agolpaban en los corredores, mirando las pantallas holográficas que anunciaban el evento del año: un concierto de Robin, la voz que había conquistado galaxias enteras. Su música era más que entretenimiento; era un puente que conectaba a seres de diferentes mundos, un idioma universal que resonaba con el corazón de todos. Robin estaba en su camerino, ajustándose el último detalle de su atuendo: un vestido que parecía estar hecho de nebulosas en movimiento, diseñado por un famoso artista de Andrómeda. Frente al espejo, respiró profundamente. A pesar de los años de experiencia, aún sentía ese cosquilleo antes de salir al escenario. “Cinco minutos, Robin,” anunció su asistente, una androide llamada Selene con voz melodiosa y ojos que brillaban como pequeñas lunas. “Gracias, Selene,” respondió Robin, tomando un momento para mirar por la ventana hacia el espacio infinito. Cada estrella que veía le recordaba una historia, un rostro, una emoción que había capturado en sus canciones. Cuando las luces del escenario se encendieron y el público rugió, Robin dio un paso adelante. Desde la primera nota, el ambiente cambió. Las galaxias parecían detenerse para escuchar. Su voz era un torbellino de emociones: la calidez de un amanecer, la tristeza de una despedida, la esperanza de un nuevo comienzo. Entre las canciones, Robin habló al público. “He viajado por muchos lugares, visto maravillas que nunca olvidaré, pero siempre me sorprende lo que la música puede hacer. No importa de dónde vengamos, quiénes somos o qué hemos vivido. Aquí, en este momento, somos uno.” El público respondió con una ovación que hizo temblar los muros de la estación. Robin continuó, tocando su balada más famosa, una canción que había inspirado a exploradores a cruzar galaxias y a soñadores a nunca rendirse. Cuando el concierto terminó, Robin se quedó un momento más en el escenario, mirando a los miles de rostros emocionados frente a ella. Sabía que, aunque su vida estaba llena de viajes y luces brillantes, lo que realmente importaba era la conexión que creaba con cada palabra y cada nota. Al salir del escenario, Selene la esperaba con una toalla y una sonrisa. “El universo sigue hablando de ti, Robin.” Robin sonrió, agotada pero feliz. “Es porque, en el fondo, todos necesitamos una canción que nos haga sentir menos solos.” Y así, la estrella que iluminaba galaxias volvió a perderse entre las luces del cosmos, dejando a su paso una melodía que nunca se apagaría.
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  • [Masacre]

    << Una tremenda escandalera se oyó a través de los muros de ladrillo rojo, los cuales retumbaban cada vez que el impacto de los cuerpos se encontraban con su sólida y fría superficie, raspando así la piel de los que tuvieron el infortunio de encontrars cara a cara con aquella sólida estructura. Era un milagro que no se desprendieran los bloques debido a la fuerza con que los mismos cuerpos impactaban, pues las cajas de madera cedieron hasta despedazarse y regar todo el producto que contenían.

    Leves pujidos se escapaban de los labios de aquellos que fueron amedrentados por la fuerza de los dos individuos que buscaban doblegar en un intento por intimidarles, pretendiendo arrebatarles territorio y clientes. Algunos pudieron salir a través de las ventanas que se hicieron añicos por la fuerza de proyección. Incluso la pequeña puerta de acceso se había doblado al quebrarse la madera por el medio, dejando aquella puerta totalmente inútil. Y junto con el sonar de los huesos romperse, las telas desgarrarse y la sangre escaparse de sus cuerpos, hacía de aquella escandalera una sinfonía de destrucción y violencia.

    Giovanni y Dimitri se hallaban en el centro de aquel almacén habían tenido un momento difícil el cual se habían enfrentado a varios sujetos de los cuales no respondieron a sus preguntas, parecían bastante empeñados en terminar con ellos. Y, repentinamente, reinó el silencio que cualquier cosa, incluso el simple paso de una hormiga haría tanto escándalo que se haría evidente.

    —Hmm, bueno... ese fue un giro desafortunado de los acontecimientos, lago menos que ideal... — comenzó Giovanni con cierto desdén. Dimitri estuvo a punto de hablar pero fue interceptado por la continuación del jefe. — ... quiero decir, fue un asunto bastante decepcionante, ¿No crees? — Buscaba la aprobación de su compañero.

    Dimitri tan solo se limitó a hacer algunos ademanes en los que eestaba de acuerdo con Giovanni, incluso movió sus manos en ello, pero... — ... No, decepcionante, esa no es la palabra correcta, ¿Qué tal, desagradable? — Dimitri pensó en ello y comenzó a buscar alguna palabra totalmente acorde para poder ayudar a su líder en la descripción de dicho evento.

    — Estoy disgustado, esta angustiada, angustiada y afligida, inconsolable, probablemente consolable, pero yo... — Continuó Giovanni en su dilema con el vocabulario.

    — No me importó particularmente y, francamente, estoy indignado. ¿Qué es? Hum dinger... Qué granero... Estoy nervioso por todo este revuelo.... — Miró a Dimitri y con ello apuntó al desastre en aquel almacén con ambas manos de una manera enfática.

    — ¡¿Qué quieres de mí?! ¡Detente de que estás tratando de confundirme de todos modos! Y no quiero discutir semántica contigo, lo importante es que nadie resultó herido...— menciona mientras Dimitri había hallado el interruptor de las luces, subiendo la intensidad de estas para ver a un grupo de al menos 50 sujetos en el suelo, totalmente destrozados y fuera de combate, algunos quizás habían muerto, otros fácilmente estaban inconscientes. —... nadie que cuente...— Agregó Gio al ver la escena con gran indiferencia.

    —En serio, nunca los entenderé... tipos sentimentales....— Se estaba vistiendo colocando su camisa de vestir nuevamente para emprender la retirada hasta que... —¡No mis gemelos! ¡Ayúdame a encontrarlos!— en el tumulto de la pelea con aquella banda, había perdido las mancuernillas de oro que un tiempo atrás su hermano Flavio le había regalado. Dimitri en ningún momento tuvo la oportunidad de dialogar, tan solo se mantuv al borde de haerlo, pero Gio siempre añadía algo más. >>
    [Masacre] << Una tremenda escandalera se oyó a través de los muros de ladrillo rojo, los cuales retumbaban cada vez que el impacto de los cuerpos se encontraban con su sólida y fría superficie, raspando así la piel de los que tuvieron el infortunio de encontrars cara a cara con aquella sólida estructura. Era un milagro que no se desprendieran los bloques debido a la fuerza con que los mismos cuerpos impactaban, pues las cajas de madera cedieron hasta despedazarse y regar todo el producto que contenían. Leves pujidos se escapaban de los labios de aquellos que fueron amedrentados por la fuerza de los dos individuos que buscaban doblegar en un intento por intimidarles, pretendiendo arrebatarles territorio y clientes. Algunos pudieron salir a través de las ventanas que se hicieron añicos por la fuerza de proyección. Incluso la pequeña puerta de acceso se había doblado al quebrarse la madera por el medio, dejando aquella puerta totalmente inútil. Y junto con el sonar de los huesos romperse, las telas desgarrarse y la sangre escaparse de sus cuerpos, hacía de aquella escandalera una sinfonía de destrucción y violencia. Giovanni y Dimitri se hallaban en el centro de aquel almacén habían tenido un momento difícil el cual se habían enfrentado a varios sujetos de los cuales no respondieron a sus preguntas, parecían bastante empeñados en terminar con ellos. Y, repentinamente, reinó el silencio que cualquier cosa, incluso el simple paso de una hormiga haría tanto escándalo que se haría evidente. —Hmm, bueno... ese fue un giro desafortunado de los acontecimientos, lago menos que ideal... — comenzó Giovanni con cierto desdén. Dimitri estuvo a punto de hablar pero fue interceptado por la continuación del jefe. — ... quiero decir, fue un asunto bastante decepcionante, ¿No crees? — Buscaba la aprobación de su compañero. Dimitri tan solo se limitó a hacer algunos ademanes en los que eestaba de acuerdo con Giovanni, incluso movió sus manos en ello, pero... — ... No, decepcionante, esa no es la palabra correcta, ¿Qué tal, desagradable? — Dimitri pensó en ello y comenzó a buscar alguna palabra totalmente acorde para poder ayudar a su líder en la descripción de dicho evento. — Estoy disgustado, esta angustiada, angustiada y afligida, inconsolable, probablemente consolable, pero yo... — Continuó Giovanni en su dilema con el vocabulario. — No me importó particularmente y, francamente, estoy indignado. ¿Qué es? Hum dinger... Qué granero... Estoy nervioso por todo este revuelo.... — Miró a Dimitri y con ello apuntó al desastre en aquel almacén con ambas manos de una manera enfática. — ¡¿Qué quieres de mí?! ¡Detente de que estás tratando de confundirme de todos modos! Y no quiero discutir semántica contigo, lo importante es que nadie resultó herido...— menciona mientras Dimitri había hallado el interruptor de las luces, subiendo la intensidad de estas para ver a un grupo de al menos 50 sujetos en el suelo, totalmente destrozados y fuera de combate, algunos quizás habían muerto, otros fácilmente estaban inconscientes. —... nadie que cuente...— Agregó Gio al ver la escena con gran indiferencia. —En serio, nunca los entenderé... tipos sentimentales....— Se estaba vistiendo colocando su camisa de vestir nuevamente para emprender la retirada hasta que... —¡No mis gemelos! ¡Ayúdame a encontrarlos!— en el tumulto de la pelea con aquella banda, había perdido las mancuernillas de oro que un tiempo atrás su hermano Flavio le había regalado. Dimitri en ningún momento tuvo la oportunidad de dialogar, tan solo se mantuv al borde de haerlo, pero Gio siempre añadía algo más. >>
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  • Es de noche y las calles están desiertas, apenas iluminadas por farolas de la acera. §iძ𝑬 avanza con pasos ligeros, sus oscuros ojos fijos en un gato que se desliza con sigilo por las esquinas. El animal es ágil, pero no escapa de su mirada atenta.

    Mientras el gato trepa un muro, ɘloHʞɔɒlꓭ responde a los deseos de su anfitriona, extendiendo delgados pero fuertes tentáculos que se aferran a los muros y la impulsan con igual destreza, permitiéndole seguir el rastro sin esfuerzo.

    El gato se cuela por la pequeña ventana entreabierta de una casa oscura, aparentemente deshabitada. Sin detenerse, §iძ𝑬 lo sigue, deslizándose con fluidez dentro del lugar, como una sombra en la noche.

    #creepy #gore #demon #mature
    Es de noche y las calles están desiertas, apenas iluminadas por farolas de la acera. §iძ𝑬 avanza con pasos ligeros, sus oscuros ojos fijos en un gato que se desliza con sigilo por las esquinas. El animal es ágil, pero no escapa de su mirada atenta. Mientras el gato trepa un muro, ɘloHʞɔɒlꓭ responde a los deseos de su anfitriona, extendiendo delgados pero fuertes tentáculos que se aferran a los muros y la impulsan con igual destreza, permitiéndole seguir el rastro sin esfuerzo. El gato se cuela por la pequeña ventana entreabierta de una casa oscura, aparentemente deshabitada. Sin detenerse, §iძ𝑬 lo sigue, deslizándose con fluidez dentro del lugar, como una sombra en la noche. #creepy #gore #demon #mature
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  • La junta de los cantantes frente al jefe había dado comienzo, los Senior se presentaban antes los nuevos Junior y ayudaban a los Rookie -no puedo creerlo lo gramos fuimos escogidos!- se escuchaban gritos de emoción por parte de los Junior, mientras que Blossom, Carry y Somna como Senior, solamente resaban por qué no les pasará nada.

    El jefe entro a la habitación y empezó su discurso de bienvenida -sean todos bienvenidos mis jóvenes promesas de la música, todos ustedes tienen un futuro brillante en la organización Animalium, prometemos que ustedes llegarán lejos y serán las estrellas que siempre han soñado ser- en las cabezas de todos los Senior solo cruzaba un mismo pensamiento "mentiroso rastrero" mientras la sangre les hervía de la impotencia.

    -sin embargo, de no hacerlo, serán amonestados- todos los Senior se quedaron confundidos, esa frase no era parte del discurso falso que siempre daba -ustedes firmaron el contrato, por lo que deben ser las estrellas que desean ser, si no habrá consecuencias- un pisotón fuerte resono en la habitación -espere jefe, no puede amonestarlos, son cantantes Junior, nisiquiera han tenido su cancion debut como espera que crescan en un día?- uno de los senior se alzo molesto -y como esta eso de que los hizo firmar el contrato, SON NIÑOS NISIQUIERA LLEGAN A ROOKIE!- otra cantante senior se alzo, sin embargo solo se escucho la fria risa del jefe -oh muchos, talentosos y estúpidos! Muchachos, sean niños o ancianos, USTEDES ME PERTENECEN NO TIENEN DERECHO A CONTRADECIRME O DUDAR DE MI!- el grito del jefe congelo a todos en la sala -Todo esto lo digo por qué un Rookie en especial, decidió desobedecer me antes del contrato, por lo que tuve que tomar medidas más drásticas saben?- las puertas de detrás del jefe se abrieron, unas llantas rechinaron entrando al gran salón, era una carretilla que cargaba con el cuerpo inerte de uno de los Rookies, la mirada de Blossom cambio de una aterrada a una amenazante y furiosa, está fue morada por sus amigas -Blossom... No te detendré... Si nos vamos al pozo- -iremos juntas- tanto Carry como Somna repitieron sus palabras.

    El jefe solo logra escuchar como Blossom tomaba sus dedos antes de ser golpeado por su micrófono, los guardias se abalanzaron a el rapidamente pero fueron incinerados por su chandelure -asi que ahora somos tuyos no? Pues disfruta, nuestra ira también te pertenece a ti- con un latigazo Blossom ato el cable de su micrófono al cuello del jefe, por la adrenalina consigo la fuerza para levantarlo en el aire y asotarlo contra el suelo con toda su fuerza -cuantas vidas más.... Cuantos niños más.... Te llevaste sus vidas... Sus familias.... SUS CUERPOS Y AUN TE ATREVES A QUERER MAS!- Blossom sollozaba mientras hablaba, usaba toda su fuerza para azotar al jefe contra el suelo y muros, los demás Senior no se quedaron atrás, algunos ayudaron a evacuar y los demás se quedaron a defender a Blossom.

    Los Junior se veían aterrados y desconcertados por todo, sin embargo simplemente siguieron a los senior, parecía que todos había salido huyendo, aunque algunos esperaron a que Blossom y las demás salieran.

    Cuando Daniel escucho la conmoción corrió hacia la sala de reuniones en busca de Blossom y las chicas, al llegar a la puerta logro escuchar el reventar de huesos, al entrar logró ver cómo el cuerpo del jefe descansaba frío en el suelo con su cabeza cercenada por la fuerza de los golpes y la fricción del cable contra su garganta -Daniel... Enciende el auto... Nos largamos, la jefa de política y el jefe comunicaciones no tardarán en llegar- Daniel no dijo ni una palabra, solo acato y llevo a los tres al auto -Cafeteria noctambula, ahí estarán seguros, buscaremos a alguien para que los sácate a ustedes y a sus familias del país, PERO EN FA!- Carry gritaba por la ventana a los demás muchachos quien se callaron y la obedecieron, -llamare a [FireDarkKitty1] seguramente el podrá ayudarnos a salir de alguna forma- Blossom hablaba con nerviosismo, aquella mirsda amebazante aún en sus ojos, todos oarecian estar en un estado catatonico por lo que hicieron pero no tenían ninguna otra opción, la verdadera guerra, apenas empezaba.
    La junta de los cantantes frente al jefe había dado comienzo, los Senior se presentaban antes los nuevos Junior y ayudaban a los Rookie -no puedo creerlo lo gramos fuimos escogidos!- se escuchaban gritos de emoción por parte de los Junior, mientras que Blossom, Carry y Somna como Senior, solamente resaban por qué no les pasará nada. El jefe entro a la habitación y empezó su discurso de bienvenida -sean todos bienvenidos mis jóvenes promesas de la música, todos ustedes tienen un futuro brillante en la organización Animalium, prometemos que ustedes llegarán lejos y serán las estrellas que siempre han soñado ser- en las cabezas de todos los Senior solo cruzaba un mismo pensamiento "mentiroso rastrero" mientras la sangre les hervía de la impotencia. -sin embargo, de no hacerlo, serán amonestados- todos los Senior se quedaron confundidos, esa frase no era parte del discurso falso que siempre daba -ustedes firmaron el contrato, por lo que deben ser las estrellas que desean ser, si no habrá consecuencias- un pisotón fuerte resono en la habitación -espere jefe, no puede amonestarlos, son cantantes Junior, nisiquiera han tenido su cancion debut como espera que crescan en un día?- uno de los senior se alzo molesto -y como esta eso de que los hizo firmar el contrato, SON NIÑOS NISIQUIERA LLEGAN A ROOKIE!- otra cantante senior se alzo, sin embargo solo se escucho la fria risa del jefe -oh muchos, talentosos y estúpidos! Muchachos, sean niños o ancianos, USTEDES ME PERTENECEN NO TIENEN DERECHO A CONTRADECIRME O DUDAR DE MI!- el grito del jefe congelo a todos en la sala -Todo esto lo digo por qué un Rookie en especial, decidió desobedecer me antes del contrato, por lo que tuve que tomar medidas más drásticas saben?- las puertas de detrás del jefe se abrieron, unas llantas rechinaron entrando al gran salón, era una carretilla que cargaba con el cuerpo inerte de uno de los Rookies, la mirada de Blossom cambio de una aterrada a una amenazante y furiosa, está fue morada por sus amigas -Blossom... No te detendré... Si nos vamos al pozo- -iremos juntas- tanto Carry como Somna repitieron sus palabras. El jefe solo logra escuchar como Blossom tomaba sus dedos antes de ser golpeado por su micrófono, los guardias se abalanzaron a el rapidamente pero fueron incinerados por su chandelure -asi que ahora somos tuyos no? Pues disfruta, nuestra ira también te pertenece a ti- con un latigazo Blossom ato el cable de su micrófono al cuello del jefe, por la adrenalina consigo la fuerza para levantarlo en el aire y asotarlo contra el suelo con toda su fuerza -cuantas vidas más.... Cuantos niños más.... Te llevaste sus vidas... Sus familias.... SUS CUERPOS Y AUN TE ATREVES A QUERER MAS!- Blossom sollozaba mientras hablaba, usaba toda su fuerza para azotar al jefe contra el suelo y muros, los demás Senior no se quedaron atrás, algunos ayudaron a evacuar y los demás se quedaron a defender a Blossom. Los Junior se veían aterrados y desconcertados por todo, sin embargo simplemente siguieron a los senior, parecía que todos había salido huyendo, aunque algunos esperaron a que Blossom y las demás salieran. Cuando Daniel escucho la conmoción corrió hacia la sala de reuniones en busca de Blossom y las chicas, al llegar a la puerta logro escuchar el reventar de huesos, al entrar logró ver cómo el cuerpo del jefe descansaba frío en el suelo con su cabeza cercenada por la fuerza de los golpes y la fricción del cable contra su garganta -Daniel... Enciende el auto... Nos largamos, la jefa de política y el jefe comunicaciones no tardarán en llegar- Daniel no dijo ni una palabra, solo acato y llevo a los tres al auto -Cafeteria noctambula, ahí estarán seguros, buscaremos a alguien para que los sácate a ustedes y a sus familias del país, PERO EN FA!- Carry gritaba por la ventana a los demás muchachos quien se callaron y la obedecieron, -llamare a [FireDarkKitty1] seguramente el podrá ayudarnos a salir de alguna forma- Blossom hablaba con nerviosismo, aquella mirsda amebazante aún en sus ojos, todos oarecian estar en un estado catatonico por lo que hicieron pero no tenían ninguna otra opción, la verdadera guerra, apenas empezaba.
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