• ¿Qué les puedo decir yo? Vivan su vida sin arrepentimientos, porqué lo hecho, hecho está y nada puede solucionar el pasado, eso sí, ir aprendiendo de los errores y tratar de no replicarlos, aunque el crecimiento nunca es constante, a veces hay subidas y bajadas. No existe persona que no haya tropezado y caído, pero algunas se alegraran de cuando estés abajo, pero es normal, no te fijes en ellos, sacude, levántate y sigue tu camino.
    ¿Qué les puedo decir yo? Vivan su vida sin arrepentimientos, porqué lo hecho, hecho está y nada puede solucionar el pasado, eso sí, ir aprendiendo de los errores y tratar de no replicarlos, aunque el crecimiento nunca es constante, a veces hay subidas y bajadas. No existe persona que no haya tropezado y caído, pero algunas se alegraran de cuando estés abajo, pero es normal, no te fijes en ellos, sacude, levántate y sigue tu camino.
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  • Chopin: Piano Concerto No. 1 e-minor

    Siempre que tocaba una presentación con sus alumnos de la orquesta estaba bastante relajado, confiaba mucho en sus estudiantes como para sentirse preocupado como director. Además, tener el control dirigiendo la orquesta le daba la suficiente calma para abordar el recital. Tenía una rutina, hacia un ensayo general dos días antes para pulir los pequeños errores, el día siguiente escoge una prenda que usaría si el mismo estuviera en la orquesta como músico y no como director, y luego la noche antes les manda muchos mensajes alentadores a los participantes, como la persona nerviosa que era, no quería permitirse que alguno de los que estaba guiando se sintieran como él durante su camino por la academia de música.

    Era lamentable que esta vez las cosas fueran por completo distintas, una colega en la academia le aviso con tres días de anticipación que su pianista estaba dispuesto para su orquesta, le pidió con tanta urgencia que por favor fuera él quien tocara el piano que se sintió algo mal de rechazar, no le gustaban los contratiempos, o las sorpresas que rompieran con su tranquilidad, estuvo los siguientes días practicando de forma casi obsesiva las piezas que recordaba a medias de la universidad, y para cuando llegó el momento en el que quería escoger una prenda de ropa que le hiciera sentir tranquilo, también se vio limitado por el código de vestimenta de la directora de esta ocasión, camisa con mangas oscura y pantalón de vestir oscuro. No quería hablar de lo incómodo que estaba, pero sabía que parecía un enfermo de tuberculosis de la época victoriana, esos colores lo hacían ver más pálido y con las ojeras más pronunciadas de lo que esperaba, mínimo el pantalón le quedaba lo suficientemente bien como para no parecer que usaba ropa demasiado ancha.

    Quería salir de eso lo antes posible, pues pareciera que todo el mundo esperaba que fuera su pianista para hacer arreglos y ensayos generales de obras de ópera y ballet esa semana, si de por sí ya no dormía bien, todo por aquella época del año enloquecía un poco. Llegó al auditorio temprano, habló con algunos de los estudiantes de la orquesta, que parecían tener el mismo aburrido traje (más parecido a un uniforme que a cualquier cosa) pero los ojos llenos de alegría y esperanza, Yuiichi solo pudo sonreírles después de presentarse, una sonrisa incómoda que le hacía sonrojarse ante la vergüenza de ser observado por tantas personas, era divertido, siempre después de la presentaciones la gente la hacía notar que estaba tan rojo que no sabían si hacía calor o el aire acondicionado del auditorio estaba dañado.

    Antes de empezar habló con la directora, siempre manteniendo su cara amable, y escuchando con atención las instrucciones de la mujer de mediana edad, que por alguna razón, criticaba mucho su cabello largo y despeinado a lo largo de la conversación, haciéndolo sentir un poco más fatigado desde que había aceptado aquel favor. Recordaba la sensación de las teclas que estuvo tocando durante sus largas prácticas en la yema de los dedos mientras estaba frente a la entrada de la orquesta, mentiría si dijera que no se sentía algo mal, solo haría lo que le gustaba, frente a varias personas que desconocía, una directora prepotente y unos músicos que no apenas había conocido. Solo iba a respirar toda la presentación y se centraría en el piano. Después de todo, no se quedaría para la celebración, ya lo había hablado con todo el mundo que estaba muy ocupado las siguientes dos semanas, y el tiempo que había invertido en este recital en realidad debería haberlo usado para aprenderse completo El Cascanueces, pues todavía no podía con algunos de los arpegios de Sugar Plum Fairy.

    Cuando entró solo miró a un punto fijo en la cara de nadie en particular en la presentación, se inclinó y decidió empezar su presentación para la que había practicado de forma insana.

    Y debía decir, que a pesar de todos sus miedos, la presentación había salido bastante bien, hubo uno que otro momento donde uno de los violinistas ¿o eran dos distintos? Se confundió en varias notas, pero nada del otro mundo, hasta a los mejores les pasa, Yuiichi solo mantuvo la serenidad, se despidió del público y una vez en la sala de los músicos hizo lo mismo con cada uno de ellos, incluyendo de la directora de la orquesta, luego solo fue a cambiarse la camisa que tanto odiaba el color por una más clara, con mangas anchas y cuello un poco alto que se cerraba con unos lazos a los costados, debía salir casi corriendo si quería llegar al metro que salía en unos diez minutos para llegar al espacio donde se llevaría a cabo el ensayo general de El Cascanueces.
    Chopin: Piano Concerto No. 1 e-minor Siempre que tocaba una presentación con sus alumnos de la orquesta estaba bastante relajado, confiaba mucho en sus estudiantes como para sentirse preocupado como director. Además, tener el control dirigiendo la orquesta le daba la suficiente calma para abordar el recital. Tenía una rutina, hacia un ensayo general dos días antes para pulir los pequeños errores, el día siguiente escoge una prenda que usaría si el mismo estuviera en la orquesta como músico y no como director, y luego la noche antes les manda muchos mensajes alentadores a los participantes, como la persona nerviosa que era, no quería permitirse que alguno de los que estaba guiando se sintieran como él durante su camino por la academia de música. Era lamentable que esta vez las cosas fueran por completo distintas, una colega en la academia le aviso con tres días de anticipación que su pianista estaba dispuesto para su orquesta, le pidió con tanta urgencia que por favor fuera él quien tocara el piano que se sintió algo mal de rechazar, no le gustaban los contratiempos, o las sorpresas que rompieran con su tranquilidad, estuvo los siguientes días practicando de forma casi obsesiva las piezas que recordaba a medias de la universidad, y para cuando llegó el momento en el que quería escoger una prenda de ropa que le hiciera sentir tranquilo, también se vio limitado por el código de vestimenta de la directora de esta ocasión, camisa con mangas oscura y pantalón de vestir oscuro. No quería hablar de lo incómodo que estaba, pero sabía que parecía un enfermo de tuberculosis de la época victoriana, esos colores lo hacían ver más pálido y con las ojeras más pronunciadas de lo que esperaba, mínimo el pantalón le quedaba lo suficientemente bien como para no parecer que usaba ropa demasiado ancha. Quería salir de eso lo antes posible, pues pareciera que todo el mundo esperaba que fuera su pianista para hacer arreglos y ensayos generales de obras de ópera y ballet esa semana, si de por sí ya no dormía bien, todo por aquella época del año enloquecía un poco. Llegó al auditorio temprano, habló con algunos de los estudiantes de la orquesta, que parecían tener el mismo aburrido traje (más parecido a un uniforme que a cualquier cosa) pero los ojos llenos de alegría y esperanza, Yuiichi solo pudo sonreírles después de presentarse, una sonrisa incómoda que le hacía sonrojarse ante la vergüenza de ser observado por tantas personas, era divertido, siempre después de la presentaciones la gente la hacía notar que estaba tan rojo que no sabían si hacía calor o el aire acondicionado del auditorio estaba dañado. Antes de empezar habló con la directora, siempre manteniendo su cara amable, y escuchando con atención las instrucciones de la mujer de mediana edad, que por alguna razón, criticaba mucho su cabello largo y despeinado a lo largo de la conversación, haciéndolo sentir un poco más fatigado desde que había aceptado aquel favor. Recordaba la sensación de las teclas que estuvo tocando durante sus largas prácticas en la yema de los dedos mientras estaba frente a la entrada de la orquesta, mentiría si dijera que no se sentía algo mal, solo haría lo que le gustaba, frente a varias personas que desconocía, una directora prepotente y unos músicos que no apenas había conocido. Solo iba a respirar toda la presentación y se centraría en el piano. Después de todo, no se quedaría para la celebración, ya lo había hablado con todo el mundo que estaba muy ocupado las siguientes dos semanas, y el tiempo que había invertido en este recital en realidad debería haberlo usado para aprenderse completo El Cascanueces, pues todavía no podía con algunos de los arpegios de Sugar Plum Fairy. Cuando entró solo miró a un punto fijo en la cara de nadie en particular en la presentación, se inclinó y decidió empezar su presentación para la que había practicado de forma insana. Y debía decir, que a pesar de todos sus miedos, la presentación había salido bastante bien, hubo uno que otro momento donde uno de los violinistas ¿o eran dos distintos? Se confundió en varias notas, pero nada del otro mundo, hasta a los mejores les pasa, Yuiichi solo mantuvo la serenidad, se despidió del público y una vez en la sala de los músicos hizo lo mismo con cada uno de ellos, incluyendo de la directora de la orquesta, luego solo fue a cambiarse la camisa que tanto odiaba el color por una más clara, con mangas anchas y cuello un poco alto que se cerraba con unos lazos a los costados, debía salir casi corriendo si quería llegar al metro que salía en unos diez minutos para llegar al espacio donde se llevaría a cabo el ensayo general de El Cascanueces.
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  • °.✩∘*˃̶୨ EL CUERVO ୧˂̶*∘✩.°
    ──── Edgar Allan Poe

    Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
    mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
    inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
    cabeceando, casi dormido,
    oyóse de súbito un leve golpe,
    como si suavemente tocaran,
    tocaran a la puerta de mi cuarto.
    “Es -dije musitando- un visitante
    tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
    Eso es todo, y nada más.”

    ¡Ah! aquel lúcido recuerdo
    de un gélido diciembre;
    espectros de brasas moribundas
    reflejadas en el suelo;
    angustia del deseo del nuevo día;
    en vano encareciendo a mis libros
    dieran tregua a mi dolor.
    Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
    virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
    Aquí ya sin nombre, para siempre.

    Y el crujir triste, vago, escalofriante
    de la seda de las cortinas rojas
    llenábame de fantásticos terrores
    jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
    acallando el latido de mi corazón,
    vuelvo a repetir:
    “Es un visitante a la puerta de mi cuarto
    queriendo entrar. Algún visitante
    que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
    Eso es todo, y nada más.”

    Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
    y ya sin titubeos:
    “Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro,
    mas el caso es que, adormilado
    cuando vinisteis a tocar quedamente,
    tan quedo vinisteis a llamar,
    a llamar a la puerta de mi cuarto,
    que apenas pude creer que os oía.”
    Y entonces abrí de par en par la puerta:
    Oscuridad, y nada más.

    Escrutando hondo en aquella negrura
    permanecí largo rato, atónito, temeroso,
    dudando, soñando sueños que ningún mortal
    se haya atrevido jamás a soñar.
    Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
    y la única palabra ahí proferida
    era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
    Lo pronuncié en un susurro, y el eco
    lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
    Apenas esto fue, y nada más.

    Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
    toda mi alma abrasándose dentro de mí,
    no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
    “Ciertamente -me dije-, ciertamente
    algo sucede en la reja de mi ventana.
    Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
    y así penetrar pueda en el misterio.
    Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
    y así penetrar pueda en el misterio.”
    ¡Es el viento, y nada más!

    De un golpe abrí la puerta,
    y con suave batir de alas, entró
    un majestuoso cuervo
    de los santos días idos.
    Sin asomos de reverencia,
    ni un instante quedo;
    y con aires de gran señor o de gran dama
    fue a posarse en el busto de Palas,
    sobre el dintel de mi puerta.
    Posado, inmóvil, y nada más.

    Entonces, este pájaro de ébano
    cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
    con el grave y severo decoro
    del aspecto de que se revestía.
    “Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.
    no serás un cobarde.
    hórrido cuervo vetusto y amenazador.
    Evadido de la ribera nocturna.
    ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
    Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

    Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
    pudiera hablar tan claramente;
    aunque poco significaba su respuesta.
    Poco pertinente era. Pues no podemos
    sino concordar en que ningún ser humano
    ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
    posado sobre el dintel de su puerta,
    pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
    de Palas en el dintel de su puerta
    con semejante nombre: “Nunca más.”

    Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
    las palabras pronunció, como virtiendo
    su alma sólo en esas palabras.
    Nada más dijo entonces;
    no movió ni una pluma.
    Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
    “Otros amigos se han ido antes;
    mañana él también me dejará,
    como me abandonaron mis esperanzas.”
    Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

    Sobrecogido al romper el silencio
    tan idóneas palabras,
    “sin duda -pensé-, sin duda lo que dice
    es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
    de un amo infortunado a quien desastre impío
    persiguió, acosó sin dar tregua
    hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
    hasta que las endechas de su esperanza
    llevaron sólo esa carga melancólica
    de “Nunca, nunca más.”

    Mas el Cuervo arrancó todavía
    de mis tristes fantasías una sonrisa;
    acerqué un mullido asiento
    frente al pájaro, el busto y la puerta;
    y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
    empecé a enlazar una fantasía con otra,
    pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
    lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
    flaco y ominoso pájaro de antaño
    quería decir graznando: “Nunca más,”

    En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
    frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
    quemaban hasta el fondo de mi pecho.
    Esto y más, sentado, adivinaba,
    con la cabeza reclinada
    en el aterciopelado forro del cojín
    acariciado por la luz de la lámpara;
    en el forro de terciopelo violeta
    acariciado por la luz de la lámpara
    ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

    Entonces me pareció que el aire
    se tornaba más denso, perfumado
    por invisible incensario mecido por serafines
    cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
    “¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
    por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
    tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
    ¡Apura, oh, apura este dulce nepente
    y olvida a tu ausente Leonora!”
    Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

    “¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
    ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
    enviado por el Tentador, o arrojado
    por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
    a esta desértica tierra encantada,
    a este hogar hechizado por el horror!
    Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
    ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
    ¡Dime, dime, te imploro!”
    Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

    “¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
    ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
    ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
    ese Dios que adoramos tú y yo,
    dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
    tendrá en sus brazos a una santa doncella
    llamada por los ángeles Leonora,
    tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
    llamada por los ángeles Leonora!”
    Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

    “¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
    pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.
    ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
    No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
    que profirió tu espíritu!
    Deja mi soledad intacta.
    Abandona el busto del dintel de mi puerta.
    Aparta tu pico de mi corazón
    y tu figura del dintel de mi puerta.
    Y el Cuervo dijo: Nunca más.”

    Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
    Aún sigue posado, aún sigue posado
    en el pálido busto de Palas.
    en el dintel de la puerta de mi cuarto.
    Y sus ojos tienen la apariencia
    de los de un demonio que está soñando.
    Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
    tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
    del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
    no podrá liberarse. ¡Nunca más!
    °.✩∘*˃̶୨ EL CUERVO ୧˂̶*∘✩.° ──── Edgar Allan Poe Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es -dije musitando- un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.” ¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre. Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llenábame de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más.” Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos: “Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro, mas el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente, tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto, que apenas pude creer que os oía.” Y entonces abrí de par en par la puerta: Oscuridad, y nada más. Escrutando hondo en aquella negrura permanecí largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar. Mas en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?” Lo pronuncié en un susurro, y el eco lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!” Apenas esto fue, y nada más. Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, toda mi alma abrasándose dentro de mí, no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza. “Ciertamente -me dije-, ciertamente algo sucede en la reja de mi ventana. Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, y así penetrar pueda en el misterio. Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así penetrar pueda en el misterio.” ¡Es el viento, y nada más! De un golpe abrí la puerta, y con suave batir de alas, entró un majestuoso cuervo de los santos días idos. Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más. Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía. “Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-. no serás un cobarde. hórrido cuervo vetusto y amenazador. Evadido de la ribera nocturna. ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta. Poco pertinente era. Pues no podemos sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro posado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, posado en el busto esculpido de Palas en el dintel de su puerta con semejante nombre: “Nunca más.” Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto. las palabras pronunció, como virtiendo su alma sólo en esas palabras. Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma. Y entonces yo me dije, apenas murmurando: “Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas.” Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.” Sobrecogido al romper el silencio tan idóneas palabras, “sin duda -pensé-, sin duda lo que dice es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido de un amo infortunado a quien desastre impío persiguió, acosó sin dar tregua hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido, hasta que las endechas de su esperanza llevaron sólo esa carga melancólica de “Nunca, nunca más.” Mas el Cuervo arrancó todavía de mis tristes fantasías una sonrisa; acerqué un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta; y entonces, hundiéndome en el terciopelo, empecé a enlazar una fantasía con otra, pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, lo que este torvo, desgarbado, hórrido, flaco y ominoso pájaro de antaño quería decir graznando: “Nunca más,” En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos, quemaban hasta el fondo de mi pecho. Esto y más, sentado, adivinaba, con la cabeza reclinada en el aterciopelado forro del cojín acariciado por la luz de la lámpara; en el forro de terciopelo violeta acariciado por la luz de la lámpara ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más! Entonces me pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado por invisible incensario mecido por serafines cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado. “¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido, por estos ángeles te ha otorgado una tregua, tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora! ¡Apura, oh, apura este dulce nepente y olvida a tu ausente Leonora!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio enviado por el Tentador, o arrojado por la tempestad a este refugio desolado e impávido, a esta desértica tierra encantada, a este hogar hechizado por el horror! Profeta, dime, en verdad te lo imploro, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad? ¡Dime, dime, te imploro!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas, ese Dios que adoramos tú y yo, dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén tendrá en sus brazos a una santa doncella llamada por los ángeles Leonora, tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Sea esa palabra nuestra señal de partida pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso. ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica. No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira que profirió tu espíritu! Deja mi soledad intacta. Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta. Y el Cuervo dijo: Nunca más.” Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posado, aún sigue posado en el pálido busto de Palas. en el dintel de la puerta de mi cuarto. Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse. ¡Nunca más!
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  • ─ Todos mis errores, todas mis caidas, ninguna de ellas me hizo menos merecedora de amor.

    Pensé que estaba rota, pensé que jamás sería especial para otro ser humano.

    Pero él...
    Él y solo él... ─


    Be my only one
    Be my only one

    The name I want to call you next to me
    이렇게 부르고 싶은 이름 내 곁에

    Let's hold hands and walk together
    손을 잡고서 같이 걸어요
    Even on rainy nights and lonely days
    비가 오는 밤에도, 외로웠던 낮에도
    ─ Todos mis errores, todas mis caidas, ninguna de ellas me hizo menos merecedora de amor. Pensé que estaba rota, pensé que jamás sería especial para otro ser humano. Pero él... Él y solo él... ─ Be my only one Be my only one The name I want to call you next to me 이렇게 부르고 싶은 이름 내 곁에 Let's hold hands and walk together 손을 잡고서 같이 걸어요 Even on rainy nights and lonely days 비가 오는 밤에도, 외로웠던 낮에도
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  • Jamás imaginé que llegaría este día
    donde apostaria yo toda mi vida
    por amarte y por hablarte otra vez.
    Pero que diablos, ya perdí todo mi tiempo
    y por mis errores ahora estoy sufriendo,
    quisiera regresar.
    Pero antes de andar y salir de tu vida
    y andar a solas,
    quisiera llorar y sacarme de adentro tus besos
    tu cuerpo.
    Antes, de olvidar
    quisiera llorarte una vez más y soñarte
    antes, del libro cerrar
    quisiera contarte que no me gustó su final.
    Antes...
    Jamás imaginé que llegaría a perderte
    llegué a sentirme tan seguro de tenerte
    pero ves mi vida que no fue asi.
    Pero que ya diablos, ya perdí todo mi tiempo
    y por mis errores ahora estoy sufriendo
    quisiera regresar.
    Pero antes de andar y salir de tu vida
    y andar a solas,
    quisiera llorar y sacarme de adentro tus besos
    tu cuerpo.
    Antes, de olvidar
    quisiera llorarte una vez más y soñarte
    antes, del libro cerrar
    quisiera contarte que no me gustó su final.
    Antes, de olvidar
    quisiera llorarte una vez más y soñarte
    antes, del libro cerrar
    quisiera contarte que no me gustó su final.
    Antes...
    Jamás imaginé que llegaría este día donde apostaria yo toda mi vida por amarte y por hablarte otra vez. Pero que diablos, ya perdí todo mi tiempo y por mis errores ahora estoy sufriendo, quisiera regresar. Pero antes de andar y salir de tu vida y andar a solas, quisiera llorar y sacarme de adentro tus besos tu cuerpo. Antes, de olvidar quisiera llorarte una vez más y soñarte antes, del libro cerrar quisiera contarte que no me gustó su final. Antes... Jamás imaginé que llegaría a perderte llegué a sentirme tan seguro de tenerte pero ves mi vida que no fue asi. Pero que ya diablos, ya perdí todo mi tiempo y por mis errores ahora estoy sufriendo quisiera regresar. Pero antes de andar y salir de tu vida y andar a solas, quisiera llorar y sacarme de adentro tus besos tu cuerpo. Antes, de olvidar quisiera llorarte una vez más y soñarte antes, del libro cerrar quisiera contarte que no me gustó su final. Antes, de olvidar quisiera llorarte una vez más y soñarte antes, del libro cerrar quisiera contarte que no me gustó su final. Antes...
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  • Quizás , no conosca tu razones para aver cometido esos errores Pero puedes salir de eso que tanto llevas en ti
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  • ❝ 𝐖𝐡𝐨 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐬𝐚𝐯𝐞 𝐦𝐞 𝐰𝐡𝐞𝐧 𝐈 𝐜𝐚𝐧'𝐭 𝐬𝐚𝐯𝐞 𝐦𝐲𝐬𝐞𝐥𝐟? ❞ 

    𝑀𝑖𝑒𝑟𝑑𝑎.
    𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑒𝑟𝑎 𝑗𝑢𝑠𝑡𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑖𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑟𝑎...
    𝐶𝑎𝑒𝑟 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑎 𝑠𝑒𝑛𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑦 𝑎𝑞𝑢𝑖 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑦, 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑗𝑜𝑑𝑖𝑑𝑎 𝑚𝑎𝑟𝑐𝑎, 𝑎𝑡𝑢𝑟𝑑𝑖𝑑𝑎, 𝑚𝑜𝑙𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑦 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑙 𝑗𝑒𝑓𝑒 𝑚𝑎𝑔𝑢𝑙𝑙𝑎𝑑𝑜.

    ¿𝑄𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑜 𝐸𝑣𝑖𝑒.ᐣ 𝑇𝑢 𝑛𝑜 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑎𝑠 𝑎𝑠𝑖, 𝑛𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑚𝑖𝑡𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑟𝑟𝑜𝑟𝑒𝑠.

    Ya tendría tiempo de analizar sus errores, lo importante en ese momento era poner a salvo a su jefe, evitar bajas y dejar Stuttgart, esa maldita ciudad que jamás la reconoció como hija suya.

    Por suerte todo quedó en el susto y algunos rasguños porque los chicos estaban preparados pero... ¿y si hubieran estado con la guardia baja? En esos momentos aquello sería una zona de guerra.

    El inicio de una noche larga y caótica...
    ❝ 𝐖𝐡𝐨 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐬𝐚𝐯𝐞 𝐦𝐞 𝐰𝐡𝐞𝐧 𝐈 𝐜𝐚𝐧'𝐭 𝐬𝐚𝐯𝐞 𝐦𝐲𝐬𝐞𝐥𝐟? ❞  𝑀𝑖𝑒𝑟𝑑𝑎. 𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑒𝑟𝑎 𝑗𝑢𝑠𝑡𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑖𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑟𝑎... 𝐶𝑎𝑒𝑟 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑎 𝑠𝑒𝑛𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑦 𝑎𝑞𝑢𝑖 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑦, 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑗𝑜𝑑𝑖𝑑𝑎 𝑚𝑎𝑟𝑐𝑎, 𝑎𝑡𝑢𝑟𝑑𝑖𝑑𝑎, 𝑚𝑜𝑙𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑦 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑙 𝑗𝑒𝑓𝑒 𝑚𝑎𝑔𝑢𝑙𝑙𝑎𝑑𝑜. ¿𝑄𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑜 𝐸𝑣𝑖𝑒.ᐣ 𝑇𝑢 𝑛𝑜 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑎𝑠 𝑎𝑠𝑖, 𝑛𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑚𝑖𝑡𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑟𝑟𝑜𝑟𝑒𝑠. Ya tendría tiempo de analizar sus errores, lo importante en ese momento era poner a salvo a su jefe, evitar bajas y dejar Stuttgart, esa maldita ciudad que jamás la reconoció como hija suya. Por suerte todo quedó en el susto y algunos rasguños porque los chicos estaban preparados pero... ¿y si hubieran estado con la guardia baja? En esos momentos aquello sería una zona de guerra. El inicio de una noche larga y caótica...
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  • Ellos no lo saben.
    No soy una joven promesa.
    Soy un viejo juramento.
    Esta niña, ya mujer, es como un delincuente lacassagniano; Soy el monstruo que crearon, precisamente, por querer destruirlo.
    No soy más que el beneficio extraído de sus errores al querer extraer de mí beneficios.
    Querían que fuera su Frankenstein.
    Su producto.
    Y ahora que me han construido, ni ellos me pueden conseguir, ni ellos me pueden comprar, ni ellos me pueden destruir.
    Ellos no lo saben. No soy una joven promesa. Soy un viejo juramento. Esta niña, ya mujer, es como un delincuente lacassagniano; Soy el monstruo que crearon, precisamente, por querer destruirlo. No soy más que el beneficio extraído de sus errores al querer extraer de mí beneficios. Querían que fuera su Frankenstein. Su producto. Y ahora que me han construido, ni ellos me pueden conseguir, ni ellos me pueden comprar, ni ellos me pueden destruir.
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  • Por mucho tiempo he visto a los seres de este mundo caer con la misma piedra, una y otra vez. Repetidamente. Sin descanso. Los mismos errores.

    ¿Porqué?. Es tan simple culpar a los demás de nuestros errores. Es tan fácil cargarle el peso muerto de nuestras decisiones a los demas. Es tan sencillo ser la víctima cuando ponemos el pie para que otros tropiecen.

    Y lo más irónico es que siguen sin aprender absolutamente nada. Siempre serán prisioneros de sus necesidades y miedos, sin importar cuantas veces quieran redimirse.

    No encontrarán el perdón porque jamás serán capaces de cambiar el pasado y mucho menos de enfrentar el presente.

    Bien. Viene llegando la hora de mover las cartas y de encontrar a mi nieta, me viene haciendo falta un recipiente nuevo que este poco a poco se desmorona.
    Por mucho tiempo he visto a los seres de este mundo caer con la misma piedra, una y otra vez. Repetidamente. Sin descanso. Los mismos errores. ¿Porqué?. Es tan simple culpar a los demás de nuestros errores. Es tan fácil cargarle el peso muerto de nuestras decisiones a los demas. Es tan sencillo ser la víctima cuando ponemos el pie para que otros tropiecen. Y lo más irónico es que siguen sin aprender absolutamente nada. Siempre serán prisioneros de sus necesidades y miedos, sin importar cuantas veces quieran redimirse. No encontrarán el perdón porque jamás serán capaces de cambiar el pasado y mucho menos de enfrentar el presente. Bien. Viene llegando la hora de mover las cartas y de encontrar a mi nieta, me viene haciendo falta un recipiente nuevo que este poco a poco se desmorona.
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  • "Por fin, una de las grietas interdimensionales..."

    *Luego de recorrer la ciudad encontré una de las anomalías que se encontraban esparcidas a través del multiverso.

    Mi viaje de redención a través de todos los ecosistemas, es cerrar estas grietas que resquebrajaban el espacio-tiempo, de lo contrario, mis "hijos" podrían cruzarlas...

    Los horrores, en palabras simples, somos entes...o más bien dicho Aberraciones nacidas del vacío, que nos alimentamos de lo que es la existencia.

    El problema radica en que estás grietas, funcionan como portales para que los horrores traspasen la barrera que divide el vacío de la existencia, y comiencen a devorarlo todo, causando que la realidad comience a desvanecerse como un sumidero hacia un agujero negro... Todo provocado por un accidente que yo mismo provoqué...por mi necedad y sed de experimentación. (Que narraré en otro momento)

    Fui el Horror primordial hace eones, con una forma alada y horripilante se me conocía con el nombre de "Crosis", y soy el guardian del génesis de mi estirpe. "La grieta del vacío."

    Ahora vago por los planos de existencia con una forma humanoide llamada "Jero" en busca de todas estas grietas interdimensionales para cerrarlas, como una especie de sentencia o mea culpa por mis propios errores. El viaje simplemente continúa....*

    "Por fin, una de las grietas interdimensionales..." *Luego de recorrer la ciudad encontré una de las anomalías que se encontraban esparcidas a través del multiverso. Mi viaje de redención a través de todos los ecosistemas, es cerrar estas grietas que resquebrajaban el espacio-tiempo, de lo contrario, mis "hijos" podrían cruzarlas... Los horrores, en palabras simples, somos entes...o más bien dicho Aberraciones nacidas del vacío, que nos alimentamos de lo que es la existencia. El problema radica en que estás grietas, funcionan como portales para que los horrores traspasen la barrera que divide el vacío de la existencia, y comiencen a devorarlo todo, causando que la realidad comience a desvanecerse como un sumidero hacia un agujero negro... Todo provocado por un accidente que yo mismo provoqué...por mi necedad y sed de experimentación. (Que narraré en otro momento) Fui el Horror primordial hace eones, con una forma alada y horripilante se me conocía con el nombre de "Crosis", y soy el guardian del génesis de mi estirpe. "La grieta del vacío." Ahora vago por los planos de existencia con una forma humanoide llamada "Jero" en busca de todas estas grietas interdimensionales para cerrarlas, como una especie de sentencia o mea culpa por mis propios errores. El viaje simplemente continúa....*
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