• --Terminando el entrenamiento. Pensando en tomar un café antes de todo el trabajo. Pero nunca se sabe quién podría entrar por la puerta para decirle algo.---
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  • Me uní a la Infantería Móvil... Porque tengo cosas que proteger.

    *Unos reporteros habían visitado la Escuela Básica de Reclutas de la Infantería Móvil a fin de hacer un sondeo para conocer el ambiente cotidiano entre los enlistados. La pregunta era ¿Qué fue lo que te convenció de unirte? y después de la comida Elios se disponía a ir al entrenamiento. Se había colocado la armadura para hacer ejercicios de simulación en batalla, ya que quería seguir practicando con las armas.
    Entonces fue abordado por esos reporteros y hablaba con aire serio.*

    -En la clase de filosofía y ciencia moral este tipo de temas son muy frecuentes, y en más de una ocasión me he hecho esa misma pregunta. Lo he pensado mucho, y esa es la conclusión a la que he llegado. Sé que muchas veces mi vida está y estará en riesgo, pero al ver... Las cosas que he visto, imagino que soy una especie de escudo entre el hogar amado y esos peligros que hay ahí afuera...

    *Dijo señalando el cielo.*
    Me uní a la Infantería Móvil... Porque tengo cosas que proteger. *Unos reporteros habían visitado la Escuela Básica de Reclutas de la Infantería Móvil a fin de hacer un sondeo para conocer el ambiente cotidiano entre los enlistados. La pregunta era ¿Qué fue lo que te convenció de unirte? y después de la comida Elios se disponía a ir al entrenamiento. Se había colocado la armadura para hacer ejercicios de simulación en batalla, ya que quería seguir practicando con las armas. Entonces fue abordado por esos reporteros y hablaba con aire serio.* -En la clase de filosofía y ciencia moral este tipo de temas son muy frecuentes, y en más de una ocasión me he hecho esa misma pregunta. Lo he pensado mucho, y esa es la conclusión a la que he llegado. Sé que muchas veces mi vida está y estará en riesgo, pero al ver... Las cosas que he visto, imagino que soy una especie de escudo entre el hogar amado y esos peligros que hay ahí afuera... *Dijo señalando el cielo.*
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐)

    Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar.

    Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece.

    Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐) Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar. Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece. Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
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  • Estuviste muy bien , gracias por hacer mi dia un poco mejor con este entrenamiento.

    -dice con una amable sonrisa y tomando la mano de ese caballero.-
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  • El sol caía bajo, reflejando su luz dorada sobre la línea del horizonte, cuando Natasha Romanoff, la reconocida Viuda Negra, salió del helicóptero de transporte y pisó el terreno desconocido. Con el aire de un soldado experimentado, sus botas golpearon el suelo con la misma precisión que sus pensamientos. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero había algo diferente en la atmósfera. La sensación de estar lejos de su elemento habitual, en un campo de entrenamiento más grande y abierto que el habitual laberinto de oficinas y misiones secretas que conocía tan bien, le resultaba incómoda.

    Se detuvo un momento, observando el vasto campo de entrenamiento. Había camiones blindados estacionados a un lado, grupos de soldados que practicaban maniobras, y edificios industriales, algunos de ellos claramente destinados para entrenamientos avanzados. —Y dentro del aula que esperaba a sus instructores, los ojos de los inexperto alumnos brillaban de anticipación, sus posturas tensas, aprovechando la falta de presencia de sus docentes para intercambiar preguntas o tal. Todos sabían que sus nuevos instructores eran dos de los más experimentados soldados—.

    Natasha no sentía nervios, pero sí una cierta incomodidad, una incomodidad que no lograba disipar. Se pasó una mano por el cabello rojo, recogido en una coleta, y ajustó el chaleco táctico mientras avanzaba hacia el edificio principal. En sus pensamientos, había una serie de preguntas que se repetían, pero no había tiempo para reflexionar en ese momento. Lo único que necesitaba era concentrarse. Solo que hoy, se dio cuenta, no estaría sola. 𝗠𝗶𝗰𝗮𝗵 𝗥𝗮𝘃𝗲𝗻𝘀𝗰𝗿𝗼𝗳𝘁.

    El nombre había sido lo único que le habían dado. Un soldado experimentado con años de servicio, el que se encargaría de todo lo relacionado con la medicina de combate. Su mirada era la misma de siempre, calculadora, distante, pero esta vez, la sensación de estar acompañada la desconcertaba. No se le había informado mucho sobre él. Nada sobre su personalidad, su forma de enseñar, ni siquiera qué tan eficiente era en su especialidad. Solo sabía que era parte de este programa, y que compartiría la responsabilidad de enseñar a los nuevos reclutas con él.

    Caminaba hacia el edificio, distante a las miradas ajenas. La puerta de entrada se abrió automáticamente, y al instante, el ambiente cambió. Ya no estaba al aire libre. Ahora, estaba dentro de un espacio cerrado, de paredes grises y frías, lleno de largas pasarelas y pasillos desordenados.

    Al final de uno de esos pasillos, se encontraba él.

    El soldado estaba allí, de pie, en una esquina apartada del pasillo, en su uniforme de combate, ajustado a la perfección, no había nada que delatara su presencia más que su altura y su postura: erguida, seria, inquebrantable.

    Los pocos detalles que Natasha pudo captar desde su llegada fueron los suficientes para percatarse de que Micah no era un hombre de palabras. De hecho, no parecía tener ninguna intención de romper el silencio que parecía envolverlo.

    La mujer, aunque acostumbrada a trabajar con personas tan complejas como él, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Pero no era una curiosidad complaciente; era más bien una necesidad de entender cómo, en este nuevo terreno, iba a encajar. ¿Cómo iba a trabajar con alguien que parecía tan… distante?

    Se acercó con paso firme, pero sin la urgencia que suele tener en las misiones. Un leve resoplido escapó de sus labios mientras recorría el pasillo. De reojo, observó los muros que les rodeaban.

    Finalmente, se acercó un poco más a él, hasta quedar a unos pasos de distancia. Se permitió un momento para evaluarlo con una mirada rápida y precisa, sus ojos se movieron con rapidez por su rostro, intentando descifrar cualquier cosa que pudiera indicarle algo sobre el hombre que tendría como compañero de instrucción.

    ──¿Micah Ravenscroft?

    Preguntó con un tono neutral, pero con una chispa de impaciencia que no pudo evitar esconder. El silencio de él le resultaba desconcertante. Estaba acostumbrada a la gente que no le temía a las palabras. ¿Por qué este hombre no respondía?

    Los ojos verde oliva y fríos del hombre, se encontraron con los de ella por un instante. Ella percibió o pensó que en el contrario no había miedo ni duda. Solo estaba… observando.

    "Supongo que tendré que trabajar con este silencio", pensó Natasha, sintiendo un leve tirón de frustración en su pecho. Pero rápidamente lo apartó de su mente. No tenía tiempo para juzgar, solo para actuar.
    ㅤㅤ
    [ Micah Ravenscroft ]
    El sol caía bajo, reflejando su luz dorada sobre la línea del horizonte, cuando Natasha Romanoff, la reconocida Viuda Negra, salió del helicóptero de transporte y pisó el terreno desconocido. Con el aire de un soldado experimentado, sus botas golpearon el suelo con la misma precisión que sus pensamientos. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero había algo diferente en la atmósfera. La sensación de estar lejos de su elemento habitual, en un campo de entrenamiento más grande y abierto que el habitual laberinto de oficinas y misiones secretas que conocía tan bien, le resultaba incómoda. Se detuvo un momento, observando el vasto campo de entrenamiento. Había camiones blindados estacionados a un lado, grupos de soldados que practicaban maniobras, y edificios industriales, algunos de ellos claramente destinados para entrenamientos avanzados. —Y dentro del aula que esperaba a sus instructores, los ojos de los inexperto alumnos brillaban de anticipación, sus posturas tensas, aprovechando la falta de presencia de sus docentes para intercambiar preguntas o tal. Todos sabían que sus nuevos instructores eran dos de los más experimentados soldados—. Natasha no sentía nervios, pero sí una cierta incomodidad, una incomodidad que no lograba disipar. Se pasó una mano por el cabello rojo, recogido en una coleta, y ajustó el chaleco táctico mientras avanzaba hacia el edificio principal. En sus pensamientos, había una serie de preguntas que se repetían, pero no había tiempo para reflexionar en ese momento. Lo único que necesitaba era concentrarse. Solo que hoy, se dio cuenta, no estaría sola. 𝗠𝗶𝗰𝗮𝗵 𝗥𝗮𝘃𝗲𝗻𝘀𝗰𝗿𝗼𝗳𝘁. El nombre había sido lo único que le habían dado. Un soldado experimentado con años de servicio, el que se encargaría de todo lo relacionado con la medicina de combate. Su mirada era la misma de siempre, calculadora, distante, pero esta vez, la sensación de estar acompañada la desconcertaba. No se le había informado mucho sobre él. Nada sobre su personalidad, su forma de enseñar, ni siquiera qué tan eficiente era en su especialidad. Solo sabía que era parte de este programa, y que compartiría la responsabilidad de enseñar a los nuevos reclutas con él. Caminaba hacia el edificio, distante a las miradas ajenas. La puerta de entrada se abrió automáticamente, y al instante, el ambiente cambió. Ya no estaba al aire libre. Ahora, estaba dentro de un espacio cerrado, de paredes grises y frías, lleno de largas pasarelas y pasillos desordenados. Al final de uno de esos pasillos, se encontraba él. El soldado estaba allí, de pie, en una esquina apartada del pasillo, en su uniforme de combate, ajustado a la perfección, no había nada que delatara su presencia más que su altura y su postura: erguida, seria, inquebrantable. Los pocos detalles que Natasha pudo captar desde su llegada fueron los suficientes para percatarse de que Micah no era un hombre de palabras. De hecho, no parecía tener ninguna intención de romper el silencio que parecía envolverlo. La mujer, aunque acostumbrada a trabajar con personas tan complejas como él, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Pero no era una curiosidad complaciente; era más bien una necesidad de entender cómo, en este nuevo terreno, iba a encajar. ¿Cómo iba a trabajar con alguien que parecía tan… distante? Se acercó con paso firme, pero sin la urgencia que suele tener en las misiones. Un leve resoplido escapó de sus labios mientras recorría el pasillo. De reojo, observó los muros que les rodeaban. Finalmente, se acercó un poco más a él, hasta quedar a unos pasos de distancia. Se permitió un momento para evaluarlo con una mirada rápida y precisa, sus ojos se movieron con rapidez por su rostro, intentando descifrar cualquier cosa que pudiera indicarle algo sobre el hombre que tendría como compañero de instrucción. ──¿Micah Ravenscroft? Preguntó con un tono neutral, pero con una chispa de impaciencia que no pudo evitar esconder. El silencio de él le resultaba desconcertante. Estaba acostumbrada a la gente que no le temía a las palabras. ¿Por qué este hombre no respondía? Los ojos verde oliva y fríos del hombre, se encontraron con los de ella por un instante. Ella percibió o pensó que en el contrario no había miedo ni duda. Solo estaba… observando. "Supongo que tendré que trabajar con este silencio", pensó Natasha, sintiendo un leve tirón de frustración en su pecho. Pero rápidamente lo apartó de su mente. No tenía tiempo para juzgar, solo para actuar. ㅤㅤ [ [M.C09] ]
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  • ༻₦Ʉ₮₮ ₳₦Đ ł₴₥₳₦•༺



    {Nutt avanzaba por los pasillos del palacio, sus pasos resonaban en cada sala silenciosa y vacía. El rey Zarek y su hermano menor, Isman, no estaban por ninguna parte. En sus brazos llevaba una capa larga y fina, confeccionada con telas ligeras y resistentes, hecha especialmente para proteger la piel del monarca. Había escuchado rumores de que Zarek planeaba salir en misión fuera del regimiento, y aquello lo inquietaba. El rey albino no debía exponerse al sol ardiente del desierto sin precauciones; su piel era demasiado sensible, vulnerable a las ampollas, al ardor y al enrojecimiento.}

    {Era su deber cuidar al señor de los Shemus, el ejército de los nekomatas.}

    {Finalmente, Nutt se cruzó con un rostro conocido. Alzó la voz, apurando el paso hacia el nekomata que esperaba en la entrada del salón de entrenamientos privados del rey.}

    —Buen día, Rakhyti. Estoy buscando al rey, ¿lo has visto? No quisiera que saliera del palacio sin su capa… ni sin el aceite especial. Exponerse de esta forma sería un riesgo.

    {Sus ojos intensos y preocupados, se clavaron en la figura de Rakhyti, el segundo hombre más frío y severo del reino después del propio Zarek. Este, con los brazos cruzados, respondió con la misma voz cortante de siempre, aunque esta vez acompañada de una sonrisa apenas torcida, maliciosa.}

    —Están dentro… Justamente el rey está descargando toda su furia contra tu hermano.

    —¡¿Qué?!

    {El corazón de Nutt dio un vuelco y, sin pensarlo, empujó la puerta con tanta fuerza que estuvo a punto de arrancarla de sus goznes. Entró apresurado al salón de entrenamiento.}









    —Z-Zarek… ¿cuánto tiempo más me tendrás aquí?

    {Preguntó Isman con la voz temblorosa.
    El joven sujetaba con todas sus fuerzas la bolsa de boxeo, mientras Zarek descargaba en ella una ráfaga de golpes brutales. Cada puñetazo hacía que los brazos de Isman cedieran un poco, obligándolo a resistir para no soltar el saco y arriesgarse a recibir un golpe directo.}

    —Deja de temblar como una gallina y quédate quieto.

    {Gruñó el rey sin apartar la vista de su objetivo. Sus colmillos se asomaban levemente con cada palabra, y su ceño fruncido acentuaba la concentración y la furia con que golpeaba.}

    {Nutt soltó un suspiro aliviado al comprobar que su hermano menor no estaba siendo golpeado directamente, sino utilizado como sostén del saco. Se cruzó de brazos, observando la escena con cierta molestia.}

    —Usar a mi hermano para descargar tu rabia no hará que la muchacha mestiza aparezca mágicamente, Zarek.

    {Dicho esto, dejó la capa con cuidado sobre un enorme sillón de cuero adornado con oro, su lugar habitual en el salón.}

    —De hecho, te la traje porque la vas a necesitar. Si piensas salir, cúbrete del sol.








    [Fuera de escena.]






    ♡~Isman se enderezó, su mirada se posó en la audiencia que los observaba. Nutt, su hermano, se sentó detrás de él, ajustando su posición para que enfrentara a los espectadores.~

    —Hermano, nos están viendo raro —comentó Isman, su voz llena de intriga—. ¿Qué tienen en sus manos? ¿Nos apuntan con armas de los mortales?

    ~Nutt se rió suavemente y le dio un suave apretón en el hombro. —Son sus aparatos tecnológicos que usan para comunicarse y conectarse con el mundo —explicó con paciencia.~

    ~Isman parpadeó sorprendido, su mente luchando por comprender el concepto. —¿Son mudos? —preguntó, lleno de confusión—. ¿Me están leyendo la mente o algo así?

    ~Nutt solo sonrió y le dio un cariñoso golpecito en la cabeza. —Solo sonríe, cabeza hueca.~⁠♡
    ༻₦Ʉ₮₮ ₳₦Đ ł₴₥₳₦•༺ {Nutt avanzaba por los pasillos del palacio, sus pasos resonaban en cada sala silenciosa y vacía. El rey Zarek y su hermano menor, Isman, no estaban por ninguna parte. En sus brazos llevaba una capa larga y fina, confeccionada con telas ligeras y resistentes, hecha especialmente para proteger la piel del monarca. Había escuchado rumores de que Zarek planeaba salir en misión fuera del regimiento, y aquello lo inquietaba. El rey albino no debía exponerse al sol ardiente del desierto sin precauciones; su piel era demasiado sensible, vulnerable a las ampollas, al ardor y al enrojecimiento.} {Era su deber cuidar al señor de los Shemus, el ejército de los nekomatas.} {Finalmente, Nutt se cruzó con un rostro conocido. Alzó la voz, apurando el paso hacia el nekomata que esperaba en la entrada del salón de entrenamientos privados del rey.} —Buen día, Rakhyti. Estoy buscando al rey, ¿lo has visto? No quisiera que saliera del palacio sin su capa… ni sin el aceite especial. Exponerse de esta forma sería un riesgo. {Sus ojos intensos y preocupados, se clavaron en la figura de Rakhyti, el segundo hombre más frío y severo del reino después del propio Zarek. Este, con los brazos cruzados, respondió con la misma voz cortante de siempre, aunque esta vez acompañada de una sonrisa apenas torcida, maliciosa.} —Están dentro… Justamente el rey está descargando toda su furia contra tu hermano. —¡¿Qué?! {El corazón de Nutt dio un vuelco y, sin pensarlo, empujó la puerta con tanta fuerza que estuvo a punto de arrancarla de sus goznes. Entró apresurado al salón de entrenamiento.} —Z-Zarek… ¿cuánto tiempo más me tendrás aquí? {Preguntó Isman con la voz temblorosa. El joven sujetaba con todas sus fuerzas la bolsa de boxeo, mientras Zarek descargaba en ella una ráfaga de golpes brutales. Cada puñetazo hacía que los brazos de Isman cedieran un poco, obligándolo a resistir para no soltar el saco y arriesgarse a recibir un golpe directo.} —Deja de temblar como una gallina y quédate quieto. {Gruñó el rey sin apartar la vista de su objetivo. Sus colmillos se asomaban levemente con cada palabra, y su ceño fruncido acentuaba la concentración y la furia con que golpeaba.} {Nutt soltó un suspiro aliviado al comprobar que su hermano menor no estaba siendo golpeado directamente, sino utilizado como sostén del saco. Se cruzó de brazos, observando la escena con cierta molestia.} —Usar a mi hermano para descargar tu rabia no hará que la muchacha mestiza aparezca mágicamente, Zarek. {Dicho esto, dejó la capa con cuidado sobre un enorme sillón de cuero adornado con oro, su lugar habitual en el salón.} —De hecho, te la traje porque la vas a necesitar. Si piensas salir, cúbrete del sol. ⚠️[Fuera de escena.]⚠️ ♡~Isman se enderezó, su mirada se posó en la audiencia que los observaba. Nutt, su hermano, se sentó detrás de él, ajustando su posición para que enfrentara a los espectadores.~ —Hermano, nos están viendo raro —comentó Isman, su voz llena de intriga—. ¿Qué tienen en sus manos? ¿Nos apuntan con armas de los mortales? ~Nutt se rió suavemente y le dio un suave apretón en el hombro. —Son sus aparatos tecnológicos que usan para comunicarse y conectarse con el mundo —explicó con paciencia.~ ~Isman parpadeó sorprendido, su mente luchando por comprender el concepto. —¿Son mudos? —preguntó, lleno de confusión—. ¿Me están leyendo la mente o algo así? ~Nutt solo sonrió y le dio un cariñoso golpecito en la cabeza. —Solo sonríe, cabeza hueca.~⁠♡
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  • •Recuerdos de Haku•

    {Hoy comenzaba otro día de entrenamiento. Las clases con mi nuevo mentor solían ser duras y agotadoras, pero cada jornada me dejaba con la sensación de que mis fuerzas crecían, y también mis ganas.}

    {Por suerte, aquella mañana no encontré al espectro fanfarrón en ninguna parte. No era raro que los espíritus prefirieran vagar a su antojo, apareciendo y desapareciendo sin aviso. Pero cuando era niña para mi desgracia, él no lo hacía. Todas las noches, justo cuándo apagaba la luz y me acurrucaba en mi cama, ahí estaba. De pie, paradote contra el brillo de la ventana, recordándome con su sola presencia que no me dejaría sola. Él podía sentir mi miedo, lo olía como un cuervo puede oler la carne muerta. Y hasta el día de hoy estoy convencida de que fue él quien perturbaba mis sueños, retorciéndolos hasta volverlos pesadillas. Dolorosas, pero cada una me dejaba una enseñanza, un consejo. Él se colaba en mi mente mientras dormía.}

    {Al principio, entre nosotros no hubo palabras. Solo estaba yo, creciendo bajo su presencia, acostumbrándome poco a poco a tenerlo como un espectador silencioso en cada momento de mi vida. Estaba ahí en mis cumpleaños, en navidades, en las fiestas escolares e incluso en los viajes familiares. Siempre, como una sombra.}

    {Con el tiempo me atreví a hablarle. En realidad, era yo quien llenaba las habitaciones y rincones con mi voz, contándole cosas sin parar mientras él escuchaba en un silencio que a veces se volvía insoportable. Solo respondía cuando quería, con esa voz metálica y áspera. Recuerdo un día en especial. Estábamos en el campo, visitando a la mujer más anciana de la familia de mi madre. Me atreví a decirle que su forma humanoide me incomodaba, y que no tenía nada de espiritual. Y claro… lo ofendí. Se irguió frente a mí, con su rostro serio cómo siempre, y me preguntó con un tono desafiante qué forma debería tomar entonces.}

    {Mi mirada se perdió por alguna parte, donde corría libre el caballo más hermoso que yo había visto. El de la abuela. Señalé con una sonrisa brillante.}

    —Un caballo como el de la abuela… es el más hermoso de todo el campo.

    {Y justo en ese momento, un águila voló por los cielos sobre nuestras cabezas, dejando escapar un chillido. Con la emoción de una niña, lo señalé con el dedo.}

    —¡Un águila! ¡Mira, Puff, un águila!

    {El espíritu, en silencio, pareció tomar nota. Y esa misma tarde decidió tomar las formas de las dos criaturas que más me fascinaban. Así nació la forma que aún conserva: mitad caballo, mitad águila. Ya no era una sombra, sino un ser majestuoso que representaba lo que él más amaba en el mundo: La libertad.}


    •Recuerdos de Haku•📖 {Hoy comenzaba otro día de entrenamiento. Las clases con mi nuevo mentor solían ser duras y agotadoras, pero cada jornada me dejaba con la sensación de que mis fuerzas crecían, y también mis ganas.} {Por suerte, aquella mañana no encontré al espectro fanfarrón en ninguna parte. No era raro que los espíritus prefirieran vagar a su antojo, apareciendo y desapareciendo sin aviso. Pero cuando era niña para mi desgracia, él no lo hacía. Todas las noches, justo cuándo apagaba la luz y me acurrucaba en mi cama, ahí estaba. De pie, paradote contra el brillo de la ventana, recordándome con su sola presencia que no me dejaría sola. Él podía sentir mi miedo, lo olía como un cuervo puede oler la carne muerta. Y hasta el día de hoy estoy convencida de que fue él quien perturbaba mis sueños, retorciéndolos hasta volverlos pesadillas. Dolorosas, pero cada una me dejaba una enseñanza, un consejo. Él se colaba en mi mente mientras dormía.} {Al principio, entre nosotros no hubo palabras. Solo estaba yo, creciendo bajo su presencia, acostumbrándome poco a poco a tenerlo como un espectador silencioso en cada momento de mi vida. Estaba ahí en mis cumpleaños, en navidades, en las fiestas escolares e incluso en los viajes familiares. Siempre, como una sombra.} {Con el tiempo me atreví a hablarle. En realidad, era yo quien llenaba las habitaciones y rincones con mi voz, contándole cosas sin parar mientras él escuchaba en un silencio que a veces se volvía insoportable. Solo respondía cuando quería, con esa voz metálica y áspera. Recuerdo un día en especial. Estábamos en el campo, visitando a la mujer más anciana de la familia de mi madre. Me atreví a decirle que su forma humanoide me incomodaba, y que no tenía nada de espiritual. Y claro… lo ofendí. Se irguió frente a mí, con su rostro serio cómo siempre, y me preguntó con un tono desafiante qué forma debería tomar entonces.} {Mi mirada se perdió por alguna parte, donde corría libre el caballo más hermoso que yo había visto. El de la abuela. Señalé con una sonrisa brillante.} —Un caballo como el de la abuela… es el más hermoso de todo el campo. {Y justo en ese momento, un águila voló por los cielos sobre nuestras cabezas, dejando escapar un chillido. Con la emoción de una niña, lo señalé con el dedo.} —¡Un águila! ¡Mira, Puff, un águila! {El espíritu, en silencio, pareció tomar nota. Y esa misma tarde decidió tomar las formas de las dos criaturas que más me fascinaban. Así nació la forma que aún conserva: mitad caballo, mitad águila. Ya no era una sombra, sino un ser majestuoso que representaba lo que él más amaba en el mundo: La libertad.}
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  • Jero 💀


    {Bajo la luz de la luna, la gema violeta brillaba intensamente, y mi corazón latía al mismo ritmo que su resplandor. Siempre había amado lo que brillaba, pero esto era distinto… era hermoso y poderoso a la vez.}

    ~Quiero ser más fuerte… —susurré, acariciando la gema—. No pienso seguir escondiéndome. Lucharé como una verdadera guerrera Neko contra esos monstruos.~

    {Una sonrisa leve se dibujó en mis labios al mirar a mí nuevo aliado y compañero mientras caminaba hacía él para volver a nuestro entrenamiento.}

    ~Gracias… este regalo no es solo una espada. Es una oportunidad, y no la desperdiciaré.~

    [fire_lime_whale_384] {Bajo la luz de la luna, la gema violeta brillaba intensamente, y mi corazón latía al mismo ritmo que su resplandor. Siempre había amado lo que brillaba, pero esto era distinto… era hermoso y poderoso a la vez.} ~Quiero ser más fuerte… —susurré, acariciando la gema—. No pienso seguir escondiéndome. Lucharé como una verdadera guerrera Neko contra esos monstruos.~ {Una sonrisa leve se dibujó en mis labios al mirar a mí nuevo aliado y compañero mientras caminaba hacía él para volver a nuestro entrenamiento.} ~Gracias… este regalo no es solo una espada. Es una oportunidad, y no la desperdiciaré.~
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  • "A veces los jueces también tenemos un arduo entrenamiento."

    #SeductiveSunday
    "A veces los jueces también tenemos un arduo entrenamiento." #SeductiveSunday
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  • Si.. Soy de las que se alegra después de un entrenamiento..


    —Tenía días de no visitar la granja, pero ahora tenía vacaciones y esa mañana se levantó con el ánimo al tope y nuevamente estuvo alzando el tractor que llevaba ya años sin funcionar, después de que lo averio cuando tenía quince años.—
    Si.. Soy de las que se alegra después de un entrenamiento.. —Tenía días de no visitar la granja, pero ahora tenía vacaciones y esa mañana se levantó con el ánimo al tope y nuevamente estuvo alzando el tractor que llevaba ya años sin funcionar, después de que lo averio cuando tenía quince años.—
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