— ¡Hey, Niko! ¿Recuerdas el número de piso donde tendremos la clase de Derecho Fiscal hoy?
La voz de Yulia capturó su atención y no tardó en girarse a mirarla. A decir, le tomaba por sorpresa que le estuviesen preguntando algo a él, especialmente porque nunca habían tenido una interacción muy animada dentro del salón de clases pero, aún así, no le importaba. Seguramente era otra de sus compañeras que veía su déficit vocal como algo positivo, pues debía ser demasiado bueno escuchando. Tras sacar su bebida de la máquina, Nikolay se quedó pensando por un momento, ¿era obligatorio responderle? No, pero por amabilidad debía antes de que comenzaran a quejarse de lo apático que era.
Con cuidado, Niko se llevó la lata a la boca y la sujetó con los dientes al morder el borde que sobresalía, era la única forma en que se le había ocurrido, en ese momento, sujetar la bebida para utilizar sus manos. Hizo un puño con la mano derecha y, con la izquierda mostró tres dedos, con cuidado bajó el puño izquierdo para golpear el derecho y así formar una palabra: Tercero. La misma acción la repitió al menos tres veces, hasta que alguna de las dos pudiera captar su mensaje.
Ambas chicas se miraron un momento como si no lograran entenderlo, hasta parecía que se preguntaban la una a la otra si entendían lo que estaba haciendo pero, al final, Milena logró descifrarlo.
— ¡Ah, ya entendí! El tercer piso, ¿no? —Milena señaló aquello y al mismo tiempo Nikolay asintió. La chica se sintió satisfecha, emocionada incluso, y terminó por reírse poco después.— Ay, no hay duda de que ser un bobo te hace lindo, Niko. ¿Por qué sujetaste la lata así? Solo debías levantar tres dedos para decirlo.
Nikolay no supo qué decir. Tenía sentido utilizar señas básicas para comunicarse en lugar de recurrir directamente al lenguaje, pero no se le había pasado por la mente ser tan simple con ellas. Si se habían acercado a preguntarle algo a él, debían cuando menos esforzarse en hablar el mismo idioma. Aunque fuese en lo más básico y ordinario, lo creía así. Terminó tomando la lata de nuevo con su mano y, finalmente, procedió a abrirla para dar un sorbo mientras que las observaba irse. ¿Un bobo? Claro que no era uno, que se hiciera o actuara como tal no lo convertía en uno, pero le servía demasiado para que le tuvieran "lástima", la suficiente para tratarlo con preferencia y convertirlo en una criatura tierna e indefensa.
— No sé qué le ves, Milena, hay muchos otros chicos guapos en la facultad para que te fijes en él. —Yulia resopló, luego detuvo sus pasos cuando su compañera lo hizo y ambas se giraron, por última vez, para observar a Nikolay.— A mí me parece un retrasado.
— Yulia, no seas tan dura con él. Es cierto que está defectuoso, pero... A mí me parece muy lindo. Además, es bueno escuchando. Si hablara mucho, seguramente tendría muchas parejas y, si soy la única, seguro no podrá negar mis sentimientos. Es un plan listo, ¿no crees?
— ¡Hey, Niko! ¿Recuerdas el número de piso donde tendremos la clase de Derecho Fiscal hoy?
La voz de Yulia capturó su atención y no tardó en girarse a mirarla. A decir, le tomaba por sorpresa que le estuviesen preguntando algo a él, especialmente porque nunca habían tenido una interacción muy animada dentro del salón de clases pero, aún así, no le importaba. Seguramente era otra de sus compañeras que veía su déficit vocal como algo positivo, pues debía ser demasiado bueno escuchando. Tras sacar su bebida de la máquina, Nikolay se quedó pensando por un momento, ¿era obligatorio responderle? No, pero por amabilidad debía antes de que comenzaran a quejarse de lo apático que era.
Con cuidado, Niko se llevó la lata a la boca y la sujetó con los dientes al morder el borde que sobresalía, era la única forma en que se le había ocurrido, en ese momento, sujetar la bebida para utilizar sus manos. Hizo un puño con la mano derecha y, con la izquierda mostró tres dedos, con cuidado bajó el puño izquierdo para golpear el derecho y así formar una palabra: Tercero. La misma acción la repitió al menos tres veces, hasta que alguna de las dos pudiera captar su mensaje.
Ambas chicas se miraron un momento como si no lograran entenderlo, hasta parecía que se preguntaban la una a la otra si entendían lo que estaba haciendo pero, al final, Milena logró descifrarlo.
— ¡Ah, ya entendí! El tercer piso, ¿no? —Milena señaló aquello y al mismo tiempo Nikolay asintió. La chica se sintió satisfecha, emocionada incluso, y terminó por reírse poco después.— Ay, no hay duda de que ser un bobo te hace lindo, Niko. ¿Por qué sujetaste la lata así? Solo debías levantar tres dedos para decirlo.
Nikolay no supo qué decir. Tenía sentido utilizar señas básicas para comunicarse en lugar de recurrir directamente al lenguaje, pero no se le había pasado por la mente ser tan simple con ellas. Si se habían acercado a preguntarle algo a él, debían cuando menos esforzarse en hablar el mismo idioma. Aunque fuese en lo más básico y ordinario, lo creía así. Terminó tomando la lata de nuevo con su mano y, finalmente, procedió a abrirla para dar un sorbo mientras que las observaba irse. ¿Un bobo? Claro que no era uno, que se hiciera o actuara como tal no lo convertía en uno, pero le servía demasiado para que le tuvieran "lástima", la suficiente para tratarlo con preferencia y convertirlo en una criatura tierna e indefensa.
— No sé qué le ves, Milena, hay muchos otros chicos guapos en la facultad para que te fijes en él. —Yulia resopló, luego detuvo sus pasos cuando su compañera lo hizo y ambas se giraron, por última vez, para observar a Nikolay.— A mí me parece un retrasado.
— Yulia, no seas tan dura con él. Es cierto que está defectuoso, pero... A mí me parece muy lindo. Además, es bueno escuchando. Si hablara mucho, seguramente tendría muchas parejas y, si soy la única, seguro no podrá negar mis sentimientos. Es un plan listo, ¿no crees?