• //Podéis responder aquí o por mp, sin problema.

    "𝐈'𝐥𝐥 𝐚𝐥𝐰𝐚𝐲𝐬 𝐞𝐬𝐜𝐚𝐩𝐞... 𝐀𝐧𝐝, 𝐬𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚𝐲, 𝐈 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐫𝐢𝐩 𝐮𝐩 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐭𝐡𝐫𝐨𝐚𝐭 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐦𝐲 𝐟𝐚𝐧𝐠𝐬."

    Su última huida, a pesar de que ambos lograron eludir a sus captores durante mucho tiempo, no resultó tan fructífera como se esperaría. Finalmente dieron con ellos de nuevo, les castigaron de incontables formas y volvieron a la vida de mierda que parecía ser su destino, uno que se repetiría una y otra vez, o al menos eso empezaba a creer.
    El largo viaje, a las nuevas tierras que serían anfitrionas de las luchas clandestinas de bestias, finalizó con una jornada de innombrables humillaciones a las criaturas por parte de su amo, Ivo Dupont, el cual se volvió aún más desalmado, obsesivo, depravado y sádico desde el último intento de escape de los chicos.

    Aquella misma noche les tocaba pelear a ambos wendigos y la batalla no resultaría para nada sencilla. Ardua y pesada esta les dejó graves heridas que dada su pobre alimentación no sanarían rápidamente. Lo que era peor, ambos eran conscientes de lo que les esperaba como "celebración" dada la euforia de su amo ante una batalla ganada y solo imaginarlo a Kahalan se le ponía la piel de gallina y se le revolvía el estómago. Debían huir, bajo cualquier costo. Sabían que serían atrapados pues los rastrearían mediante los dispositivos de localización en sus nucas, pero aún así debían intentarlo, como tantas otras veces lo hicieron en diversas ciudades del mundo.
    En medio de la anarquía y locura que ocasionó su huida, provocado varias muertes, heridos y peleas a su paso, acabaron tomado caminos separados sin poder evitarlo, siendo cada uno de ellos (así como otras criaturas que aprovecharon la oportunidad) perseguidos por diversos grupos mafiosos que allí se encontraban, principalmente por los hombres del ya mencionado y poderoso, Ivo.

    Los pasos de la apresurada fuga de Kahalan lo llevaron a la ciudad, repleta de oscuras calles que no conocía y otras a penas iluminadas por algunas farolas. No podía distraerse, un solo movimiento en falso y sería atrapado y por ende, castigado. Sin embargo las heridas abiertas no cesaban de sangrar y los huesos rotos no parecían soldar velozmente, todo a causa del poco alimento que su amo les ofrecía para poder mantenerlos a raya. Dejó que sus pasos le llevasen hasta un pequeño callejón sin un ápice de luz, cayendo con la espalda apoyada a un viejo y sucio contenedor de basura que albergaba los asquerosos restos de los antros y clubes de alrededor, que aún se mantenían abiertos al público y con música estridente que resonaba por todas partes.
    Aún mantenía su forma de wendigo, suerte para él que pareció que ningún humano le vio, por lo que debía cambiar. Dio paso a la transformación, dolorosa sin duda, pues sus huesos debían romperse y sus músculos y piel desgarrarse para dar paso a una apariencia más humana.
    Gritaba de dolor a pesar de que intentaba contenerse con las pocas fuerzas que le restaban. Retorciéndose en el suelo.

    -¡Aaaah! ¡Joder!.... ¡Ggh!

    Algo bueno es que al hacer eso, sus huesos se volvían a soldar por si solos, aunque las heridas abiertas no cerraban bien.
    Su cuerpo, delgado pero atlético estaba cubierto de incontables cicatrices antiguas y recientes. A demás, la poca ropa que llevaba, a parte de sucia, estaba completamente desgarrada.

    Sabía que los estarían siguiendo a ambos y que no tendría demasiado tiempo para reposar y esperar a que sus heridas sanen, no tardarían en dar con él. Debía encontrar un humano del que alimentarse cuanto antes, para recobrar algo de fuerza rápido y poder seguir huyendo. Intentó ponerse en pie, sujetándose a las mugrientas paredes del callejón, casi arrastrándose hacia la salida de este y, sin pensarlo dos veces mientras su visión se volvía borrosa y la respiración pesada por el dolor y el hambre, se aferró con fuerza a las ropas de la primera persona que pasó por delante de él.
    //Podéis responder aquí o por mp, sin problema. "𝐈'𝐥𝐥 𝐚𝐥𝐰𝐚𝐲𝐬 𝐞𝐬𝐜𝐚𝐩𝐞... 𝐀𝐧𝐝, 𝐬𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚𝐲, 𝐈 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐫𝐢𝐩 𝐮𝐩 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐭𝐡𝐫𝐨𝐚𝐭 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐦𝐲 𝐟𝐚𝐧𝐠𝐬." Su última huida, a pesar de que ambos lograron eludir a sus captores durante mucho tiempo, no resultó tan fructífera como se esperaría. Finalmente dieron con ellos de nuevo, les castigaron de incontables formas y volvieron a la vida de mierda que parecía ser su destino, uno que se repetiría una y otra vez, o al menos eso empezaba a creer. El largo viaje, a las nuevas tierras que serían anfitrionas de las luchas clandestinas de bestias, finalizó con una jornada de innombrables humillaciones a las criaturas por parte de su amo, Ivo Dupont, el cual se volvió aún más desalmado, obsesivo, depravado y sádico desde el último intento de escape de los chicos. Aquella misma noche les tocaba pelear a ambos wendigos y la batalla no resultaría para nada sencilla. Ardua y pesada esta les dejó graves heridas que dada su pobre alimentación no sanarían rápidamente. Lo que era peor, ambos eran conscientes de lo que les esperaba como "celebración" dada la euforia de su amo ante una batalla ganada y solo imaginarlo a Kahalan se le ponía la piel de gallina y se le revolvía el estómago. Debían huir, bajo cualquier costo. Sabían que serían atrapados pues los rastrearían mediante los dispositivos de localización en sus nucas, pero aún así debían intentarlo, como tantas otras veces lo hicieron en diversas ciudades del mundo. En medio de la anarquía y locura que ocasionó su huida, provocado varias muertes, heridos y peleas a su paso, acabaron tomado caminos separados sin poder evitarlo, siendo cada uno de ellos (así como otras criaturas que aprovecharon la oportunidad) perseguidos por diversos grupos mafiosos que allí se encontraban, principalmente por los hombres del ya mencionado y poderoso, Ivo. Los pasos de la apresurada fuga de Kahalan lo llevaron a la ciudad, repleta de oscuras calles que no conocía y otras a penas iluminadas por algunas farolas. No podía distraerse, un solo movimiento en falso y sería atrapado y por ende, castigado. Sin embargo las heridas abiertas no cesaban de sangrar y los huesos rotos no parecían soldar velozmente, todo a causa del poco alimento que su amo les ofrecía para poder mantenerlos a raya. Dejó que sus pasos le llevasen hasta un pequeño callejón sin un ápice de luz, cayendo con la espalda apoyada a un viejo y sucio contenedor de basura que albergaba los asquerosos restos de los antros y clubes de alrededor, que aún se mantenían abiertos al público y con música estridente que resonaba por todas partes. Aún mantenía su forma de wendigo, suerte para él que pareció que ningún humano le vio, por lo que debía cambiar. Dio paso a la transformación, dolorosa sin duda, pues sus huesos debían romperse y sus músculos y piel desgarrarse para dar paso a una apariencia más humana. Gritaba de dolor a pesar de que intentaba contenerse con las pocas fuerzas que le restaban. Retorciéndose en el suelo. -¡Aaaah! ¡Joder!.... ¡Ggh! Algo bueno es que al hacer eso, sus huesos se volvían a soldar por si solos, aunque las heridas abiertas no cerraban bien. Su cuerpo, delgado pero atlético estaba cubierto de incontables cicatrices antiguas y recientes. A demás, la poca ropa que llevaba, a parte de sucia, estaba completamente desgarrada. Sabía que los estarían siguiendo a ambos y que no tendría demasiado tiempo para reposar y esperar a que sus heridas sanen, no tardarían en dar con él. Debía encontrar un humano del que alimentarse cuanto antes, para recobrar algo de fuerza rápido y poder seguir huyendo. Intentó ponerse en pie, sujetándose a las mugrientas paredes del callejón, casi arrastrándose hacia la salida de este y, sin pensarlo dos veces mientras su visión se volvía borrosa y la respiración pesada por el dolor y el hambre, se aferró con fuerza a las ropas de la primera persona que pasó por delante de él.
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    //Kahalan wendigo form.
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  • — Jamás perdonaría que... me hagan daño a propósito y a consciencia, que me utilicen, que intenten hacerle daño a los míos, que no se disculpen honestamente conmigo... Sí, soy un poquito rencoroso.

    — No puedo dejar de reír cuando... la gente que amo la pasa bien y es feliz gracias a mí.

    — La última tienda que visité fue... una de adornos navideños para decorar el bar.

    — Lo que más odio de mí mismo es... mi emocionalidad y mi lado femenino.

    — Me atraen las personas que... son seguras de sí mismas y no teman a ser auténticos.

    — Soy fan de... los panecillos de 🔥 Khan 🔥 y las infusiones de James Benjamin Blackwood.

    — Mi mayor miedo es... el abandono.

    — Lo más estúpido que he hecho fue... provocar la ira de un dragón y sobrevivir a ello.

    — Si pudiera pedir un deseo sin culpa sería... que el invierno fuera eterno.

    #Quiz #ElBrujoCojo
    — Jamás perdonaría que... me hagan daño a propósito y a consciencia, que me utilicen, que intenten hacerle daño a los míos, que no se disculpen honestamente conmigo... Sí, soy un poquito rencoroso. — No puedo dejar de reír cuando... la gente que amo la pasa bien y es feliz gracias a mí. — La última tienda que visité fue... una de adornos navideños para decorar el bar. — Lo que más odio de mí mismo es... mi emocionalidad y mi lado femenino. — Me atraen las personas que... son seguras de sí mismas y no teman a ser auténticos. — Soy fan de... los panecillos de [TheBalrog] y las infusiones de [Wendigo]. — Mi mayor miedo es... el abandono. — Lo más estúpido que he hecho fue... provocar la ira de un dragón y sobrevivir a ello. — Si pudiera pedir un deseo sin culpa sería... que el invierno fuera eterno. #Quiz #ElBrujoCojo
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  • #Wendigo

    Recuesta a Tolek Zientek en la cama improvisada dentro de su refugio: una sección aislada de la antigua fábrica abandonada que ha convertido en su hogar. Las paredes de ladrillo expuesto y las vigas de acero oxidadas rodean un espacio sorprendentemente cálido con tan solo girar una perilla. Aquí, James tiene todo lo necesario para atender las heridas y realizar los rituales que ha aprendido a lo largo de los años.

    Con cuidado y cariño, acariciando su piel, quita la ropa de Tolek, revelando las heridas en su brazo. Se dirige a una estantería cercana, donde guarda su kit de primeros auxilios junto con una colección de hierbas medicinales, cada una cuidadosamente seleccionada y seca. Toma uña de gato para reducir la inflamación, salvia blanca para limpiar y proteger de infecciones, y milenrama para detener la hemorragia. Machaca las hojas en un mortero, mezclándolas con agua tibia para crear una pasta espesa y aromática. Luego, aplica la mezcla sobre las heridas, asegurándose de que cada herida quede bien cubierta.

    Una vez aplicadas las hierbas, sutura las áreas más profundas con un hilo de cáñamo tratado con resina antiséptica, dejando nudos parejos que denotan la experiencia de la práctica. Después, envuelve el brazo con vendas de lino, previamente bendecidas, pronunciando en voz baja palabras de protección en la vieja lengua navaja. Con las heridas tratadas, toma un cuenco con agua tibia, un paño húmedo y limpia el cuerpo de Tolek, eliminando la sangre y el sudor que cubren cada porción de su piel.

    Finalmente, tras guardar o descartar los utensilios utilizados según corresponda, James se sienta junto a él con un pincel fino y un pequeño cuenco de tinta negra preparada con carbón y hierbas rituales. Dibuja cuidadosamente símbolos en puntos estratégicos del cuerpo de Tolek: sobre el pecho, las muñecas y la frente. Cada símbolo está destinado a mejorar la circulación de energía vital, acelerar la sanación y protegerlo de influencias negativas. Al terminar, lo cubre con sábanas y mantas limpias, asegurándose de que esté ceñido y abrigado.

    Antes de alejarse, se inclina y le besa suavemente en los labios, dejando un susurro inaudible de alivio en el aire.

    Exhausto, pero consciente de que necesita cuidarse para mantenerse fuerte, se dirige a la ducha, dejando que el agua fría limpie no solo su cuerpo, sino también su mente. Luego, buscará algo de comer, sintiendo cómo el peso de la noche se incrementa lentamente.
    #Wendigo Recuesta a [Tolek] en la cama improvisada dentro de su refugio: una sección aislada de la antigua fábrica abandonada que ha convertido en su hogar. Las paredes de ladrillo expuesto y las vigas de acero oxidadas rodean un espacio sorprendentemente cálido con tan solo girar una perilla. Aquí, James tiene todo lo necesario para atender las heridas y realizar los rituales que ha aprendido a lo largo de los años. Con cuidado y cariño, acariciando su piel, quita la ropa de Tolek, revelando las heridas en su brazo. Se dirige a una estantería cercana, donde guarda su kit de primeros auxilios junto con una colección de hierbas medicinales, cada una cuidadosamente seleccionada y seca. Toma uña de gato para reducir la inflamación, salvia blanca para limpiar y proteger de infecciones, y milenrama para detener la hemorragia. Machaca las hojas en un mortero, mezclándolas con agua tibia para crear una pasta espesa y aromática. Luego, aplica la mezcla sobre las heridas, asegurándose de que cada herida quede bien cubierta. Una vez aplicadas las hierbas, sutura las áreas más profundas con un hilo de cáñamo tratado con resina antiséptica, dejando nudos parejos que denotan la experiencia de la práctica. Después, envuelve el brazo con vendas de lino, previamente bendecidas, pronunciando en voz baja palabras de protección en la vieja lengua navaja. Con las heridas tratadas, toma un cuenco con agua tibia, un paño húmedo y limpia el cuerpo de Tolek, eliminando la sangre y el sudor que cubren cada porción de su piel. Finalmente, tras guardar o descartar los utensilios utilizados según corresponda, James se sienta junto a él con un pincel fino y un pequeño cuenco de tinta negra preparada con carbón y hierbas rituales. Dibuja cuidadosamente símbolos en puntos estratégicos del cuerpo de Tolek: sobre el pecho, las muñecas y la frente. Cada símbolo está destinado a mejorar la circulación de energía vital, acelerar la sanación y protegerlo de influencias negativas. Al terminar, lo cubre con sábanas y mantas limpias, asegurándose de que esté ceñido y abrigado. Antes de alejarse, se inclina y le besa suavemente en los labios, dejando un susurro inaudible de alivio en el aire. Exhausto, pero consciente de que necesita cuidarse para mantenerse fuerte, se dirige a la ducha, dejando que el agua fría limpie no solo su cuerpo, sino también su mente. Luego, buscará algo de comer, sintiendo cómo el peso de la noche se incrementa lentamente.
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  • #Wendigo

    Recluido en su propia mente, James se quedó sin voz y sin lágrimas, sometido bajo la voluntad del Wendigo, observando cómo la bestia que lo domina atraviesa de un solo bocado el brazo de Tolek Zientek. La sangre cae al suelo, llena su boca, pero lo que más pesa es la culpa que lo consume. Siente cómo sus fuerzas flaquean ante la fría crueldad que lo rodea, su corazón parece detenerse, y la lucha interna que había sostenido durante tanto tiempo se apaga... Ya no puede pelear, no hay caso, fue derrotado, pero, en ese mismo momento, una sensación distinta emerge.

    Un calor abrasador se propaga desde el cráneo del Wendigo, rompiendo las cadenas que lo aprisionan. La plata líquida, astutamente impregnada por Tolek, penetra en la bestia, debilitándola.

    En ese instante, James siente las fuerzas regresar. No es suave ni gradual, es una ráfaga violenta que lo sacude desde lo más profundo. La consciencia de la criatura sigue allí, pero ahora está tambaleándose.

    James gruñe, como antes gruñó la bestia.

    — ¡Ya basta! ¡No volverás a tomar más de lo que amo!

    El Wendigo ruge dentro de él, intentando resistirse, furioso, pero debilitado.

    — No puedes... contenerme. Siempre tendré... hambre. Siempre seré... tú.

    — Eres parte de mí, pero no eres todo lo que soy. Hoy, yo decido cuándo termina.

    Las garras del Wendigo se tensan, pero James logra moverlas según su voluntad. Por primera vez, siente que su cuerpo responde a su mando en esta forma grotesca.

    — No más sangre inocente. No más control. Esta vez, tú eres el prisionero.

    Abre los ojos y un brillo azulado llena las cuencas vacías del cráneo del alce.
    #Wendigo Recluido en su propia mente, James se quedó sin voz y sin lágrimas, sometido bajo la voluntad del Wendigo, observando cómo la bestia que lo domina atraviesa de un solo bocado el brazo de [Tolek]. La sangre cae al suelo, llena su boca, pero lo que más pesa es la culpa que lo consume. Siente cómo sus fuerzas flaquean ante la fría crueldad que lo rodea, su corazón parece detenerse, y la lucha interna que había sostenido durante tanto tiempo se apaga... Ya no puede pelear, no hay caso, fue derrotado, pero, en ese mismo momento, una sensación distinta emerge. Un calor abrasador se propaga desde el cráneo del Wendigo, rompiendo las cadenas que lo aprisionan. La plata líquida, astutamente impregnada por Tolek, penetra en la bestia, debilitándola. En ese instante, James siente las fuerzas regresar. No es suave ni gradual, es una ráfaga violenta que lo sacude desde lo más profundo. La consciencia de la criatura sigue allí, pero ahora está tambaleándose. James gruñe, como antes gruñó la bestia. — ¡Ya basta! ¡No volverás a tomar más de lo que amo! El Wendigo ruge dentro de él, intentando resistirse, furioso, pero debilitado. — No puedes... contenerme. Siempre tendré... hambre. Siempre seré... tú. — Eres parte de mí, pero no eres todo lo que soy. Hoy, yo decido cuándo termina. Las garras del Wendigo se tensan, pero James logra moverlas según su voluntad. Por primera vez, siente que su cuerpo responde a su mando en esta forma grotesca. — No más sangre inocente. No más control. Esta vez, tú eres el prisionero. Abre los ojos y un brillo azulado llena las cuencas vacías del cráneo del alce.
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  • #Wendigo

    Primero, fue una negrura insondable. Un frío sobrecogedor. Un vacío infinito que parecía extenderse eternamente. Después, todo se tiñó de rojo. James se encontró atrapado en ese espacio cerrado, una prisión en su propia mente, donde el único sonido era el latido sordo de un corazón compartido.

    Frente a él, los ojos del Wendigo brillaban con una ferocidad escalofriante. Podía ver, oír y sentir lo mismo que la criatura que había reclamado su cuerpo, pero estaba condenado a ser solo un espectador. Sin embargo, cuando comprendió que el objetivo era una niña inocente, luchó con todo lo que le quedaba, intentando intervenir.

    — ¡Detente! No tienes que hacerlo. ¡Déjala ir!

    — Ella es... débil. Su vida... no significa nada —le respondió un gruñido profundo, reverberando en el vacío.

    — ¡Significa todo! No somos lo que consumimos. ¡No somos solo hambre!

    — ¿Nosotros...? Tú... Tu eres débil. Yo soy la fuerza... que te mantiene... vivo. Sin mí... serías polvo.

    — ¿A qué costo? ¿A costa de perder lo poco que me queda de humanidad? Prefiero morir luchando que vivir como un monstruo.

    — No puedes luchar... contra mí —amenazó la bestia— Eres mío. La niña... también lo será... Y su alma... Su carne... nos alimentará.

    James sintió el peso del control del Wendigo como cadenas invisibles cerrándose sobre su cuello, quitándole el aire y la posibilidad de hablar, pero no la consciencia. Lagrimas cayeron por sus mejillas cuando sintió la tibieza de la sangre en sus propios dedos, como si fueran estos y no las grotescas garras de las bestia las que acababan de arrebatarle la vida a una niña inocente.
    #Wendigo Primero, fue una negrura insondable. Un frío sobrecogedor. Un vacío infinito que parecía extenderse eternamente. Después, todo se tiñó de rojo. James se encontró atrapado en ese espacio cerrado, una prisión en su propia mente, donde el único sonido era el latido sordo de un corazón compartido. Frente a él, los ojos del Wendigo brillaban con una ferocidad escalofriante. Podía ver, oír y sentir lo mismo que la criatura que había reclamado su cuerpo, pero estaba condenado a ser solo un espectador. Sin embargo, cuando comprendió que el objetivo era una niña inocente, luchó con todo lo que le quedaba, intentando intervenir. — ¡Detente! No tienes que hacerlo. ¡Déjala ir! — Ella es... débil. Su vida... no significa nada —le respondió un gruñido profundo, reverberando en el vacío. — ¡Significa todo! No somos lo que consumimos. ¡No somos solo hambre! — ¿Nosotros...? Tú... Tu eres débil. Yo soy la fuerza... que te mantiene... vivo. Sin mí... serías polvo. — ¿A qué costo? ¿A costa de perder lo poco que me queda de humanidad? Prefiero morir luchando que vivir como un monstruo. — No puedes luchar... contra mí —amenazó la bestia— Eres mío. La niña... también lo será... Y su alma... Su carne... nos alimentará. James sintió el peso del control del Wendigo como cadenas invisibles cerrándose sobre su cuello, quitándole el aire y la posibilidad de hablar, pero no la consciencia. Lagrimas cayeron por sus mejillas cuando sintió la tibieza de la sangre en sus propios dedos, como si fueran estos y no las grotescas garras de las bestia las que acababan de arrebatarle la vida a una niña inocente.
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  • ──── 𝗗𝗼𝘀 𝗦𝗲𝗺𝗮𝗻𝗮𝘀 𝗔𝘁𝗿𝗮́𝘀

    #Wendigo #ElBrujoCojo

    Una espesa lluvia caía aquella noche sobre Nueva York, el agua resbalaba por los ventanales del penthouse mientras las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos. James caminaba con cautela por la escena del crimen tras recibir la urgida llamada de Mark, su contacto en la policía. Las hojas del joven árbol de narcisos que había crecido de forma grotesca en el centro de la sala se agitaban levemente, como si aún respiraran la esencia de la víctima que lo alimentó; "No pasó más de un par de horas", pensó.

    Mark se mantenía en silencio, cruzado de brazos, observando cómo James inspeccionaba la habitación. Las raíces se extendían como venas negras por el suelo, enredadas en los muebles y entrelazadas con los restos momificados del mafioso.

    — Esto es... inquietante —murmuró James, apartando una hoja que caía sobre su hombro.

    Mark asintió, su expresión severa.

    — El tipo lo merecía. Secuestro, abuso, asesinato, tráfico, tenía el cartón lleno, pero esto... no es algo que pueda justificar en un informe.

    James se arrodilló, rozando la madera retorcida. Sentía la energía residual, el poder de Tolek impregnado en cada fibra del árbol. Luego, siguiendo el tronco hacia la copa, cayó en cuenta de los domos en el techo: cámaras de seguridad.

    — ¿Has visto las grabaciones? —preguntó James, su voz firme.

    Mark suspiró profundamente y asintió.

    — Sí, lo sé. Las revisé antes de que llegaras.

    James respiró profundamente, un nudo formándose en su estómago.

    — ¿Qué captaron?

    Mark miró hacia el árbol, luego a James.

    — Todo. La retención de un chico, la irrupción de Tolek para socorrerlo... Y cómo la semilla creció dentro de ese bastardo hasta convertirlo en esto. Las imágenes están distorsionadas, como es usual, pero en algunos fotogramas alcanza a distinguirse su rostro con claridad.

    James se levantó, colocando una mano sobre el hombro de su amigo.

    — Hay cosas que el sistema no puede manejar, Mark. Sabes que lo que hizo fue justo, aunque no sea legal. Necesitamos destruir esas grabaciones. Por él, y por el chico que salvó.

    El policía titubeó por un momento, mirando el árbol con un gesto de desagrado, pero finalmente asintió.

    — Lo haré. Pero, James... esto no puede repetirse. Si alguien más descubre lo que pasó, estaremos en problemas.

    James asintió solemnemente.

    — Lo sé. Gracias, Mark.

    Cuando James salió del penthouse, el aire frío y húmedo de la noche le golpeó el rostro. La lluvia continuaba cayendo, formando charcos en las aceras iluminadas por las farolas. Se ajustó el abrigo y caminó unos pasos antes de detenerse bajo la marquesina del edificio. Sacó su teléfono, sus dedos aún húmedos, y abrió su lista de contactos.

    Encontró el nombre de Tolek Zientek y, tras un breve suspiro, escribió:

    "Tenemos que hablar. He estado en el penthouse. Llámame cuando puedas."

    ──── 𝗗𝗼𝘀 𝗦𝗲𝗺𝗮𝗻𝗮𝘀 𝗔𝘁𝗿𝗮́𝘀 #Wendigo #ElBrujoCojo Una espesa lluvia caía aquella noche sobre Nueva York, el agua resbalaba por los ventanales del penthouse mientras las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos. James caminaba con cautela por la escena del crimen tras recibir la urgida llamada de Mark, su contacto en la policía. Las hojas del joven árbol de narcisos que había crecido de forma grotesca en el centro de la sala se agitaban levemente, como si aún respiraran la esencia de la víctima que lo alimentó; "No pasó más de un par de horas", pensó. Mark se mantenía en silencio, cruzado de brazos, observando cómo James inspeccionaba la habitación. Las raíces se extendían como venas negras por el suelo, enredadas en los muebles y entrelazadas con los restos momificados del mafioso. — Esto es... inquietante —murmuró James, apartando una hoja que caía sobre su hombro. Mark asintió, su expresión severa. — El tipo lo merecía. Secuestro, abuso, asesinato, tráfico, tenía el cartón lleno, pero esto... no es algo que pueda justificar en un informe. James se arrodilló, rozando la madera retorcida. Sentía la energía residual, el poder de Tolek impregnado en cada fibra del árbol. Luego, siguiendo el tronco hacia la copa, cayó en cuenta de los domos en el techo: cámaras de seguridad. — ¿Has visto las grabaciones? —preguntó James, su voz firme. Mark suspiró profundamente y asintió. — Sí, lo sé. Las revisé antes de que llegaras. James respiró profundamente, un nudo formándose en su estómago. — ¿Qué captaron? Mark miró hacia el árbol, luego a James. — Todo. La retención de un chico, la irrupción de Tolek para socorrerlo... Y cómo la semilla creció dentro de ese bastardo hasta convertirlo en esto. Las imágenes están distorsionadas, como es usual, pero en algunos fotogramas alcanza a distinguirse su rostro con claridad. James se levantó, colocando una mano sobre el hombro de su amigo. — Hay cosas que el sistema no puede manejar, Mark. Sabes que lo que hizo fue justo, aunque no sea legal. Necesitamos destruir esas grabaciones. Por él, y por el chico que salvó. El policía titubeó por un momento, mirando el árbol con un gesto de desagrado, pero finalmente asintió. — Lo haré. Pero, James... esto no puede repetirse. Si alguien más descubre lo que pasó, estaremos en problemas. James asintió solemnemente. — Lo sé. Gracias, Mark. Cuando James salió del penthouse, el aire frío y húmedo de la noche le golpeó el rostro. La lluvia continuaba cayendo, formando charcos en las aceras iluminadas por las farolas. Se ajustó el abrigo y caminó unos pasos antes de detenerse bajo la marquesina del edificio. Sacó su teléfono, sus dedos aún húmedos, y abrió su lista de contactos. Encontró el nombre de [Tolek] y, tras un breve suspiro, escribió: "Tenemos que hablar. He estado en el penthouse. Llámame cuando puedas."
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  • 𝗔𝗰𝗰𝗶𝗱𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝘆 𝗙𝗲𝗻𝗼́𝗺𝗲𝗻𝗼𝘀 𝗘𝘅𝘁𝗿𝗮𝗻̃𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗖𝗲𝗻𝘁𝗿𝗮𝗹 𝗣𝗮𝗿𝗸 𝗜𝗻𝘁𝗿𝗶𝗴𝗮𝗻 𝗮 𝗹𝗮𝘀 𝗔𝘂𝘁𝗼𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀

    #Wendigo #WendigoNews

    Nueva York, 28 de noviembre del 2024 — Hoy, aproximadamente a las 18:30 horas, la calma habitual de la calle 59, Central Park South, fue interrumpida por una cadena de eventos que han dejado a residentes y testigos perplejos. Un autobús de pasajeros que circulaba por la vía chocó con lo que, según los testigos, parecía ser una persona. Algunos relataron que alguien fue empujado frente al vehículo, aunque las versiones varían y el misterio solo crece: ni la policía ni los paramédicos encontraron un cuerpo, restos de ropa, ni rastros de sangre en el autobús. Sin embargo, el daño en el vehículo sugiere que el impacto fue contra algo mucho más denso y pesado. El conductor y dos pasajeros resultaron heridos, aunque, afortunadamente, ninguno presenta lesiones de gravedad.

    Para empeorar la situación, una grúa que trabajaba en la construcción de un edificio cercano perdió estabilidad y terminó volcando, sin razón aparente, a pocos metros del lugar de los hechos. Los operadores afirmaron que no hubo fallas mecánicas ni movimientos inesperados en el suelo, lo que ha llevado a los investigadores a barajar hipótesis aún sin respuesta.

    Por si fuera poco, durante el tiempo que ocurrieron estos accidentes, numerosos transeúntes reportaron un inexplicable oscurecimiento en el centro de Central Park. Testigos describen una sombra densa y extensa que pareció envolver la zona, a pesar de que el cielo estaba despejado y aún había luz natural.

    “Fue como si algo enorme estuviera allí” comentó Marcia Evers, una paseante que observó la sombra desde una distancia segura. “Y luego desapareció tan rápido como llegó. Fue aterrador.”

    Las autoridades locales han iniciado investigaciones para esclarecer los hechos y determinar si existe alguna conexión entre los accidentes y el misterioso fenómeno del parque. Por ahora, los residentes y visitantes de la zona se mantienen cautelosos y sumidos en el desconcierto.

    ᴶˑ ᴮˑ
    ᴿᵉᵖᵒʳᵗᵉʳᵒ ᴵᶰᵛᵉˢᵗᶤᵍᵃᵗᶤᵛᵒ˒
    ᵀʰᵉ ᴺᵉʷ ᵞᵒʳᵏ ᑦʰʳᵒᶰᶤᶜˡᵉ
    𝗔𝗰𝗰𝗶𝗱𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝘆 𝗙𝗲𝗻𝗼́𝗺𝗲𝗻𝗼𝘀 𝗘𝘅𝘁𝗿𝗮𝗻̃𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗖𝗲𝗻𝘁𝗿𝗮𝗹 𝗣𝗮𝗿𝗸 𝗜𝗻𝘁𝗿𝗶𝗴𝗮𝗻 𝗮 𝗹𝗮𝘀 𝗔𝘂𝘁𝗼𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀 #Wendigo #WendigoNews Nueva York, 28 de noviembre del 2024 — Hoy, aproximadamente a las 18:30 horas, la calma habitual de la calle 59, Central Park South, fue interrumpida por una cadena de eventos que han dejado a residentes y testigos perplejos. Un autobús de pasajeros que circulaba por la vía chocó con lo que, según los testigos, parecía ser una persona. Algunos relataron que alguien fue empujado frente al vehículo, aunque las versiones varían y el misterio solo crece: ni la policía ni los paramédicos encontraron un cuerpo, restos de ropa, ni rastros de sangre en el autobús. Sin embargo, el daño en el vehículo sugiere que el impacto fue contra algo mucho más denso y pesado. El conductor y dos pasajeros resultaron heridos, aunque, afortunadamente, ninguno presenta lesiones de gravedad. Para empeorar la situación, una grúa que trabajaba en la construcción de un edificio cercano perdió estabilidad y terminó volcando, sin razón aparente, a pocos metros del lugar de los hechos. Los operadores afirmaron que no hubo fallas mecánicas ni movimientos inesperados en el suelo, lo que ha llevado a los investigadores a barajar hipótesis aún sin respuesta. Por si fuera poco, durante el tiempo que ocurrieron estos accidentes, numerosos transeúntes reportaron un inexplicable oscurecimiento en el centro de Central Park. Testigos describen una sombra densa y extensa que pareció envolver la zona, a pesar de que el cielo estaba despejado y aún había luz natural. “Fue como si algo enorme estuviera allí” comentó Marcia Evers, una paseante que observó la sombra desde una distancia segura. “Y luego desapareció tan rápido como llegó. Fue aterrador.” Las autoridades locales han iniciado investigaciones para esclarecer los hechos y determinar si existe alguna conexión entre los accidentes y el misterioso fenómeno del parque. Por ahora, los residentes y visitantes de la zona se mantienen cautelosos y sumidos en el desconcierto. ᴶˑ ᴮˑ ᴿᵉᵖᵒʳᵗᵉʳᵒ ᴵᶰᵛᵉˢᵗᶤᵍᵃᵗᶤᵛᵒ˒ ᵀʰᵉ ᴺᵉʷ ᵞᵒʳᵏ ᑦʰʳᵒᶰᶤᶜˡᵉ
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  • James caminaba por las calles oscuras de Nueva York, las luces de la ciudad reflejándose en los charcos de agua sucia mientras la lluvia fina caía sobre su sombrero cowboy. Sus pasos resonaban solitarios en las aceras desiertas. Estaba sumido en sus pensamientos, cuando una figura apareció de entre las sombras, deteniéndolo en seco.

    Era una mujer, alta, de porte elegante. No se veía amenazante, pero desde el primer instante algo en ella lo hizo estremecerse. Había algo en esos ojos fríos y profundos... Y en la rosa que le ofrecía.

    Había algo que ponía en alerta a la parte humana de James. Sin pensarlo, dio un paso atrás, sintiendo un frío recorrerle la espalda. La humanidad en él gritaba advertencias, le instaba a marcharse. Había algo terriblemente mal en esta mujer, una oscuridad que pulsaba desde el centro de su ser, envolviéndola como un manto invisible, pero fue entonces cuando el wendigo dentro de él punzó en su interior.

    El olor. No el perfume floral de la rosa, sino un aroma sutil, de muerte y descomposición que sólo su parte bestial podía percibir. Aquella mujer no era simplemente una amenaza; era algo más. El wendigo la reconocía como a un igual, un emisario de la muerte, alguien que caminaba en el mismo delgado hilo entre lo vivo y lo muerto.

    James alargó lentamente la mano, sus dedos tomando el tallo con tanta delicadeza como precaución. La fragancia de la flor llenaba el aire, pero lo sintió artificial, como la mujer misma. No obstante, el wendigo en él rugía de reconocimiento. Sabía que esa flor no era un símbolo de amor o ternura, sino un mensaje, un preludio de algo más oscuro.

    ─ ¿Quién eres? ─preguntó, su voz grave y controlada, aunque sentía una lucha interna por mantener la calma. El wendigo empujaba, queriendo dominar la situación, mientras su lado humano lo instaba a correr, a alejarse de aquello que claramente traía consigo una amenaza, pero no había sobrevivido más de doscientos años cuerdo sin ser capaz de dominarse... Y al monstruo en su interior.

    [vittoriaomorte226543]
    James caminaba por las calles oscuras de Nueva York, las luces de la ciudad reflejándose en los charcos de agua sucia mientras la lluvia fina caía sobre su sombrero cowboy. Sus pasos resonaban solitarios en las aceras desiertas. Estaba sumido en sus pensamientos, cuando una figura apareció de entre las sombras, deteniéndolo en seco. Era una mujer, alta, de porte elegante. No se veía amenazante, pero desde el primer instante algo en ella lo hizo estremecerse. Había algo en esos ojos fríos y profundos... Y en la rosa que le ofrecía. Había algo que ponía en alerta a la parte humana de James. Sin pensarlo, dio un paso atrás, sintiendo un frío recorrerle la espalda. La humanidad en él gritaba advertencias, le instaba a marcharse. Había algo terriblemente mal en esta mujer, una oscuridad que pulsaba desde el centro de su ser, envolviéndola como un manto invisible, pero fue entonces cuando el wendigo dentro de él punzó en su interior. El olor. No el perfume floral de la rosa, sino un aroma sutil, de muerte y descomposición que sólo su parte bestial podía percibir. Aquella mujer no era simplemente una amenaza; era algo más. El wendigo la reconocía como a un igual, un emisario de la muerte, alguien que caminaba en el mismo delgado hilo entre lo vivo y lo muerto. James alargó lentamente la mano, sus dedos tomando el tallo con tanta delicadeza como precaución. La fragancia de la flor llenaba el aire, pero lo sintió artificial, como la mujer misma. No obstante, el wendigo en él rugía de reconocimiento. Sabía que esa flor no era un símbolo de amor o ternura, sino un mensaje, un preludio de algo más oscuro. ─ ¿Quién eres? ─preguntó, su voz grave y controlada, aunque sentía una lucha interna por mantener la calma. El wendigo empujaba, queriendo dominar la situación, mientras su lado humano lo instaba a correr, a alejarse de aquello que claramente traía consigo una amenaza, pero no había sobrevivido más de doscientos años cuerdo sin ser capaz de dominarse... Y al monstruo en su interior. [vittoriaomorte226543]
    Me encocora
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  • James se despierta esa mañana con una ligereza inusual, una chispa de ánimo que no reconoce como suya. Impulsado por esa energía extraña, bajo la cálida lluvia de la ducha, se afeita recortando al ras de la piel cada vello, dando fin a la barba que le acompaña desde hace quizá un par de años.

    Al terminar, cuando su mirada se cruza con el espejo, un pesar lo embarga. El rostro que le devuelve la mirada es el de un hombre joven, de piel lisa y lozana, sin rastros del paso del tiempo y sus penurias, cuando en su interior siente el peso de más de dos siglos de infructuosa cacería.

    La juventud de ese reflejo le parece una burla cruel, un recordatorio de la discordancia entre su apariencia y el alma vieja, rota y torturada que lleva dentro, pero volver atrás requerirá más tiempo del que tiene ahora mismo.

    Termina de alistarse. Se viste, guarda todo lo necesario en el morral que termina por echarse al hombro y sale de la vieja fabrica para cumplir con sus compromisos del día.

    #wendigo
    James se despierta esa mañana con una ligereza inusual, una chispa de ánimo que no reconoce como suya. Impulsado por esa energía extraña, bajo la cálida lluvia de la ducha, se afeita recortando al ras de la piel cada vello, dando fin a la barba que le acompaña desde hace quizá un par de años. Al terminar, cuando su mirada se cruza con el espejo, un pesar lo embarga. El rostro que le devuelve la mirada es el de un hombre joven, de piel lisa y lozana, sin rastros del paso del tiempo y sus penurias, cuando en su interior siente el peso de más de dos siglos de infructuosa cacería. La juventud de ese reflejo le parece una burla cruel, un recordatorio de la discordancia entre su apariencia y el alma vieja, rota y torturada que lleva dentro, pero volver atrás requerirá más tiempo del que tiene ahora mismo. Termina de alistarse. Se viste, guarda todo lo necesario en el morral que termina por echarse al hombro y sale de la vieja fabrica para cumplir con sus compromisos del día. #wendigo
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