• Soy un amor peligroso...Y estos corazones son una advertencia. No hay nada más dulce que mi veneno.
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  • Grácil es su andar, como brisa que roza el alba,
    y en su mirar, la dulzura se disfraza de veneno.
    Su encanto no seduce: hechiza,
    como el canto de sirena que arrastra al naufragio.

    Es rosa en su forma,
    pero no en su intención.
    Sus pétalos susurran promesas,
    mientras su espina, oculta en la caricia,
    se hunde sin aviso en la carne del deseo.

    Embriaga con su aroma de nostalgia,
    con su sutileza cruel que no grita,
    pero deja marcas en el alma.
    Su belleza no es refugio,
    es tormenta disfrazada de calma.

    Y quien la contempla,
    no sabe si ha amado o ha caído,
    si ha tocado el cielo o ha sido herido.
    Porque ella no se entrega:
    se deja admirar,
    como un templo sagrado
    que castiga al profano que osa entrar.

    #rol
    Grácil es su andar, como brisa que roza el alba, y en su mirar, la dulzura se disfraza de veneno. Su encanto no seduce: hechiza, como el canto de sirena que arrastra al naufragio. Es rosa en su forma, pero no en su intención. Sus pétalos susurran promesas, mientras su espina, oculta en la caricia, se hunde sin aviso en la carne del deseo. Embriaga con su aroma de nostalgia, con su sutileza cruel que no grita, pero deja marcas en el alma. Su belleza no es refugio, es tormenta disfrazada de calma. Y quien la contempla, no sabe si ha amado o ha caído, si ha tocado el cielo o ha sido herido. Porque ella no se entrega: se deja admirar, como un templo sagrado que castiga al profano que osa entrar. #rol
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    EPIC BATTLE #01: Sasha Ishtar vs Ibuki Douji

    Título: La Noche del Deseo Carmesí

    Escenario:
    Un reino entre dimensiones, donde el cielo es un abismo estrellado y el suelo está cubierto de runas vivientes. Columnas flotantes giran sobre sí mismas mientras portales demoníacos se abren y cierran. La atmósfera huele a azufre, magia y deseo contenido.

    Sasha Ishtar:
    ☾ Raza: Diosa Súcubo del abismo estelar.

    ✺✺Habilidades✺✺:

    ★ Magia Astral: Proyectiles de energía cósmica que explotan al contacto.

    ★ Dominio de Corrupción: Controla los deseos oscuros de sus enemigos para debilitarlos.

    ★ Invocación de Garras Astrales: Brazos etéreos que desgarran la realidad misma.

    ★ Aura de Ishtar: Seducción hipnótica que desvía la atención del enemigo por breves segundos.


    Ibuki Douji:
    ☯ Raza: Oni ancestral, diosa del caos embriagado.

    ✡✡Habilidades✡✡:

    ♨ Control de Veneno Espiritual: Su aliento y sangre intoxican incluso a los seres inmortales.

    ♨ Fuerza Oni Extrema: Puede destrozar montañas con un solo golpe.

    ♨ Rugido Carmesí: Un grito que quiebra barreras mágicas y mentes débiles.

    ♨ Embriaguez Demoníaca: Mientras más pelea, más poderosa y caótica se vuelve.

    Choque de Poderes:
    Sasha lanza un enjambre de estrellas vivientes que Ibuki destruye de un manotazo cargado de energía carmesí. La oni ríe, girando su lanza hecha de huesos sagrados, y embiste a Sasha con brutalidad. La diosa súcubo se teletransporta justo a tiempo, contraatacando con cadenas astrales que atrapan brevemente a Ibuki.

    Pero Ibuki se libera rugiendo, desatando una onda expansiva de caos. El cielo se parte en dos. Sasha, herida, activa su Forma Estelar Final, envolviéndose en un aura brillante de gemas flotantes.

    Las dos chocan una última vez: puño contra puño, magia contra veneno. La dimensión entera tiembla.

    Resultado:
    EMPATE TÉCNICO — Ambas colapsan de agotamiento, sus cuerpos rodeados por cráteres y runas rotas. Sin embargo, en sus ojos brilla el respeto… y una posible alianza oscura en el futuro.
    🌌 EPIC BATTLE #01: Sasha Ishtar vs Ibuki Douji Título: La Noche del Deseo Carmesí ⚔️ Escenario: Un reino entre dimensiones, donde el cielo es un abismo estrellado y el suelo está cubierto de runas vivientes. Columnas flotantes giran sobre sí mismas mientras portales demoníacos se abren y cierran. La atmósfera huele a azufre, magia y deseo contenido. 💠 Sasha Ishtar: ☾ Raza: Diosa Súcubo del abismo estelar. ✺✺Habilidades✺✺: ★ Magia Astral: Proyectiles de energía cósmica que explotan al contacto. ★ Dominio de Corrupción: Controla los deseos oscuros de sus enemigos para debilitarlos. ★ Invocación de Garras Astrales: Brazos etéreos que desgarran la realidad misma. ★ Aura de Ishtar: Seducción hipnótica que desvía la atención del enemigo por breves segundos. 🔥 Ibuki Douji: ☯ Raza: Oni ancestral, diosa del caos embriagado. ✡✡Habilidades✡✡: ♨ Control de Veneno Espiritual: Su aliento y sangre intoxican incluso a los seres inmortales. ♨ Fuerza Oni Extrema: Puede destrozar montañas con un solo golpe. ♨ Rugido Carmesí: Un grito que quiebra barreras mágicas y mentes débiles. ♨ Embriaguez Demoníaca: Mientras más pelea, más poderosa y caótica se vuelve. 💥 Choque de Poderes: Sasha lanza un enjambre de estrellas vivientes que Ibuki destruye de un manotazo cargado de energía carmesí. La oni ríe, girando su lanza hecha de huesos sagrados, y embiste a Sasha con brutalidad. La diosa súcubo se teletransporta justo a tiempo, contraatacando con cadenas astrales que atrapan brevemente a Ibuki. Pero Ibuki se libera rugiendo, desatando una onda expansiva de caos. El cielo se parte en dos. Sasha, herida, activa su Forma Estelar Final, envolviéndose en un aura brillante de gemas flotantes. Las dos chocan una última vez: puño contra puño, magia contra veneno. La dimensión entera tiembla. 🏁 Resultado: EMPATE TÉCNICO — Ambas colapsan de agotamiento, sus cuerpos rodeados por cráteres y runas rotas. Sin embargo, en sus ojos brilla el respeto… y una posible alianza oscura en el futuro.
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  • Domingo 4 de mayo, 2025.
    Charming Cemetery, California.

    A veces me preguntan por qué miento. Y la verdad es que no sé si es para proteger a los demás… o solo a mí mismo. Pero sé esto: decir la verdad significaría poner todo ese dolor sobre los hombros de alguien más. Y yo ya cargo con suficiente oscuridad como para seguir repartiéndola. No importa cuánto lo intente, cuántas veces me prometa hacer las cosas bien… al final, siempre termino jodiéndolo todo. Porque ese es el tipo de hombre que soy. Uno roto. Uno que aprendió a sobrevivir entre la violencia, la traición y la culpa. Yo no sé amar sin lastimar. No sé querer sin destruir. Por eso, cuando pienso en alguien sano, alguien bueno… sé que no merezco estar cerca. Porque tarde o temprano, todo lo que toco se corrompe. Y eso no es amor. Es veneno. Por eso miento. Porque la verdad, mi verdad… solo hiere.

    Domingo 4 de mayo, 2025. Charming Cemetery, California. A veces me preguntan por qué miento. Y la verdad es que no sé si es para proteger a los demás… o solo a mí mismo. Pero sé esto: decir la verdad significaría poner todo ese dolor sobre los hombros de alguien más. Y yo ya cargo con suficiente oscuridad como para seguir repartiéndola. No importa cuánto lo intente, cuántas veces me prometa hacer las cosas bien… al final, siempre termino jodiéndolo todo. Porque ese es el tipo de hombre que soy. Uno roto. Uno que aprendió a sobrevivir entre la violencia, la traición y la culpa. Yo no sé amar sin lastimar. No sé querer sin destruir. Por eso, cuando pienso en alguien sano, alguien bueno… sé que no merezco estar cerca. Porque tarde o temprano, todo lo que toco se corrompe. Y eso no es amor. Es veneno. Por eso miento. Porque la verdad, mi verdad… solo hiere.
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  • #MonoRol

    𝐶𝑟𝑖𝑡𝑖𝑐𝑎... 𝐴 𝑙𝑎 𝑠𝑢𝑝𝑒𝑟𝑓𝑖𝑐𝑖𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑦 𝑙𝑜 𝑣𝑎𝑐𝑖𝑜

    La música, que para los demás era un símbolo de alegría y celebración, para él joven peliblanco se convirtió en un telón de fondo para el dilema que comenzaba a consumirlo. Sus ojos, que antes buscaban escapar, ahora estaban fijos en... La chica que le gustaba....

    Jade.

    La veía con otros ojos, ojos cargados de una mezcla de tristeza y resentimiento.

    En la academia se había inaugurado un baile de celebración y él... Quería bailar con aquella chica pero... No sabía y aunque lo intentó...

    Ella prefirió el dulce veneno... Que al pan salado e incipido.

    La oportunidad perdida pesaba sobre él. No era solo el rechazo; era la herida que había llegado para quedarse, una marca que no desaparecería fácilmente. Dorian, en su juventud e inseguridad, se encontró atrapado en una pregunta que parecía tan antigua como el tiempo mismo:

    ¿Por qué las mujeres prefieren a los chicos malos?

    El chico popular que bailaba con Jade, con su porte robusto y su sonrisa pícara, era todo lo que Dorian no era. Elegante, audaz, seductor. Y mientras ella se movía al ritmo de la música en los brazos de aquel hombre, Dorian no podía evitar compararse, buscar en sí mismo las razones de su insuficiencia.

    "¿Qué me falta? ¿Por qué no soy suficiente?"

    Pensamientos que se repetían... Cada uno más doloroso que el anterior.

    La tristeza que lo invadió no era solo por Jade....

    Era por él mismo.

    Quizás ese dilema, no lo dejaría dormir esa noche. Porque, las heridas no solo se sienten; se quedan, se convierten en parte de quienes las llevan....
    #MonoRol 𝐶𝑟𝑖𝑡𝑖𝑐𝑎... 𝐴 𝑙𝑎 𝑠𝑢𝑝𝑒𝑟𝑓𝑖𝑐𝑖𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑦 𝑙𝑜 𝑣𝑎𝑐𝑖𝑜 La música, que para los demás era un símbolo de alegría y celebración, para él joven peliblanco se convirtió en un telón de fondo para el dilema que comenzaba a consumirlo. Sus ojos, que antes buscaban escapar, ahora estaban fijos en... La chica que le gustaba.... Jade. La veía con otros ojos, ojos cargados de una mezcla de tristeza y resentimiento. En la academia se había inaugurado un baile de celebración y él... Quería bailar con aquella chica pero... No sabía y aunque lo intentó... Ella prefirió el dulce veneno... Que al pan salado e incipido. La oportunidad perdida pesaba sobre él. No era solo el rechazo; era la herida que había llegado para quedarse, una marca que no desaparecería fácilmente. Dorian, en su juventud e inseguridad, se encontró atrapado en una pregunta que parecía tan antigua como el tiempo mismo: ¿Por qué las mujeres prefieren a los chicos malos? El chico popular que bailaba con Jade, con su porte robusto y su sonrisa pícara, era todo lo que Dorian no era. Elegante, audaz, seductor. Y mientras ella se movía al ritmo de la música en los brazos de aquel hombre, Dorian no podía evitar compararse, buscar en sí mismo las razones de su insuficiencia. "¿Qué me falta? ¿Por qué no soy suficiente?" Pensamientos que se repetían... Cada uno más doloroso que el anterior. La tristeza que lo invadió no era solo por Jade.... Era por él mismo. Quizás ese dilema, no lo dejaría dormir esa noche. Porque, las heridas no solo se sienten; se quedan, se convierten en parte de quienes las llevan....
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  • — Otro jueves más. La monotonía es un veneno. —
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  • ¿Sabéis qué ocurre cuando un hada se queda sin su polvo especial?
    Ese polvo dorado que emana del Gran Árbol de las Hadas, la esencia misma de su existencia. Sin él, un hada deja de serlo. Sus alas se marchitan, su luz se apaga y su alma se convierte en un reflejo opaco de lo que fue.

    Eso le pasó a Iera.

    Desterrada. No por un enemigo, no por un extraño… sino por su propio hermano. Aquel a quien amaba más que a nadie, aquél con quien compartió risas bajo la luna plateada, quien una vez le prometió protegerla.

    Pero el amor de su hermano se pudrió en veneno. Y cuando la ambición consumió su corazón, Iera fue la primera en pagar el precio. La arrojó fuera del reino, lejos del Árbol, lejos de todo lo que la mantenía con vida.

    Al principio, luchó. Buscó formas de suplir la magia que le faltaba. Pero el polvo de hada no tiene sustituto. Y pronto llegaron los síntomas.

    Las alas de Iera fueron las primeras en quebrarse, como hojas secas en otoño. Su piel, antaño luminosa, se cubrió de grietas que supuraban dolor. Su voz se tornó un eco débil, incapaz de invocar los hechizos que una vez tejía con facilidad. Y su corazón… su corazón latía con menos fuerza cada día.

    Fue entonces cuando él apareció.

    Con su porte orgulloso y su mirada de hielo, su hermano la contempló con satisfacción. La había estado esperando, saboreando el momento en que la vería arrodillada, hundida en la miseria, más cercana a la muerte que a la vida.

    —Mírate, Iera— susurró, con una sonrisa torcida. —No queda nada de ti—

    Ella no respondió. No tenía fuerzas. Solo lo miró, con esos ojos llenos de tristeza infinita, preguntándose cómo el niño con el que una vez jugó en los jardines de su hogar se había convertido en su peor enemigo.

    Él se inclinó, sujetándola por el mentón con una suavidad cruel.

    —Duele, ¿verdad?— susurró con satisfacción. —Verte convertida en nada, me encanta—

    Las lágrimas resbalaron por el rostro de Iera. No porque temiera morir. Sino porque, en el fondo, aún guardaba un pequeño y absurdo deseo: que su hermano la abrazara como antes, que le dijera que todo había sido un error.

    Pero ese momento nunca llegó.

    Cuando su cuerpo cayó en el agua oscura, cuando su último aliento se escapó de sus labios, él simplemente la observó… y sonrió.

    Porque no hay mayor placer que ver a alguien quebrarse bajo tus propias manos.

    Y él se aseguró de que Iera sufriera hasta el último instante.
    ¿Sabéis qué ocurre cuando un hada se queda sin su polvo especial? Ese polvo dorado que emana del Gran Árbol de las Hadas, la esencia misma de su existencia. Sin él, un hada deja de serlo. Sus alas se marchitan, su luz se apaga y su alma se convierte en un reflejo opaco de lo que fue. Eso le pasó a Iera. Desterrada. No por un enemigo, no por un extraño… sino por su propio hermano. Aquel a quien amaba más que a nadie, aquél con quien compartió risas bajo la luna plateada, quien una vez le prometió protegerla. Pero el amor de su hermano se pudrió en veneno. Y cuando la ambición consumió su corazón, Iera fue la primera en pagar el precio. La arrojó fuera del reino, lejos del Árbol, lejos de todo lo que la mantenía con vida. Al principio, luchó. Buscó formas de suplir la magia que le faltaba. Pero el polvo de hada no tiene sustituto. Y pronto llegaron los síntomas. Las alas de Iera fueron las primeras en quebrarse, como hojas secas en otoño. Su piel, antaño luminosa, se cubrió de grietas que supuraban dolor. Su voz se tornó un eco débil, incapaz de invocar los hechizos que una vez tejía con facilidad. Y su corazón… su corazón latía con menos fuerza cada día. Fue entonces cuando él apareció. Con su porte orgulloso y su mirada de hielo, su hermano la contempló con satisfacción. La había estado esperando, saboreando el momento en que la vería arrodillada, hundida en la miseria, más cercana a la muerte que a la vida. —Mírate, Iera— susurró, con una sonrisa torcida. —No queda nada de ti— Ella no respondió. No tenía fuerzas. Solo lo miró, con esos ojos llenos de tristeza infinita, preguntándose cómo el niño con el que una vez jugó en los jardines de su hogar se había convertido en su peor enemigo. Él se inclinó, sujetándola por el mentón con una suavidad cruel. —Duele, ¿verdad?— susurró con satisfacción. —Verte convertida en nada, me encanta— Las lágrimas resbalaron por el rostro de Iera. No porque temiera morir. Sino porque, en el fondo, aún guardaba un pequeño y absurdo deseo: que su hermano la abrazara como antes, que le dijera que todo había sido un error. Pero ese momento nunca llegó. Cuando su cuerpo cayó en el agua oscura, cuando su último aliento se escapó de sus labios, él simplemente la observó… y sonrió. Porque no hay mayor placer que ver a alguien quebrarse bajo tus propias manos. Y él se aseguró de que Iera sufriera hasta el último instante.
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  • La mansión estaba en completo silencio, excepto por el eco de los pasos apresurados de un sirviente que intentaba escapar. Su respiración entrecortada dejaba claro su pánico, pero sabía que no podía huir.

    —¿A dónde crees que vas? —la voz de Aiko resonó en el pasillo como un dulce veneno.

    El hombre se detuvo en seco y giró lentamente. Aiko estaba de pie junto a la ventana, bañada por la luz de la luna. Su vestido rojo abrazaba su figura con una elegancia letal, y su mirada carmesí brillaba con furia contenida. Sus labios estaban fruncidos en un puchero adorable, pero la amenaza en sus ojos era inconfundible.

    —¿De verdad pensaste que podías mentirme, Kazuki? —preguntó, dando un paso adelante.

    —M-mi lady… No fue mi intención… —balbuceó el sirviente, temblando.

    Aiko inclinó la cabeza, sus largos mechones dorados cayendo sobre su hombro. Parecía una muñeca perfecta, pero la tensión en su mandíbula delataba su enojo.

    —Dijiste que habías traído mi copa de vino… pero esta estaba vacía. —Sus labios se curvaron en una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. ¿Acaso querías verme de mal humor?

    Kazuki cayó de rodillas. —¡No, por favor! Fue un error, no me di cuenta…

    Aiko suspiró dramáticamente y cruzó los brazos bajo su pecho. —Qué problema… Tendré que castigarte, pero no te preocupes, seré tierna…

    Antes de que el sirviente pudiera reaccionar, Aiko ya estaba a su lado, sujetándolo con delicadeza por la barbilla. Sus labios rozaron su cuello, y una risa suave escapó de ella.

    —No te preocupes, solo tomaré un poco… —susurró, justo antes de clavar sus colmillos con una dulzura que contrastaba con su ferocidad.

    La mansión estaba en completo silencio, excepto por el eco de los pasos apresurados de un sirviente que intentaba escapar. Su respiración entrecortada dejaba claro su pánico, pero sabía que no podía huir. —¿A dónde crees que vas? —la voz de Aiko resonó en el pasillo como un dulce veneno. El hombre se detuvo en seco y giró lentamente. Aiko estaba de pie junto a la ventana, bañada por la luz de la luna. Su vestido rojo abrazaba su figura con una elegancia letal, y su mirada carmesí brillaba con furia contenida. Sus labios estaban fruncidos en un puchero adorable, pero la amenaza en sus ojos era inconfundible. —¿De verdad pensaste que podías mentirme, Kazuki? —preguntó, dando un paso adelante. —M-mi lady… No fue mi intención… —balbuceó el sirviente, temblando. Aiko inclinó la cabeza, sus largos mechones dorados cayendo sobre su hombro. Parecía una muñeca perfecta, pero la tensión en su mandíbula delataba su enojo. —Dijiste que habías traído mi copa de vino… pero esta estaba vacía. —Sus labios se curvaron en una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. ¿Acaso querías verme de mal humor? Kazuki cayó de rodillas. —¡No, por favor! Fue un error, no me di cuenta… Aiko suspiró dramáticamente y cruzó los brazos bajo su pecho. —Qué problema… Tendré que castigarte, pero no te preocupes, seré tierna… Antes de que el sirviente pudiera reaccionar, Aiko ya estaba a su lado, sujetándolo con delicadeza por la barbilla. Sus labios rozaron su cuello, y una risa suave escapó de ella. —No te preocupes, solo tomaré un poco… —susurró, justo antes de clavar sus colmillos con una dulzura que contrastaba con su ferocidad.
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  • Una cuna de ángeles.... Quien diría que aquí abría una... -chasqueo con la boca molesto- se hacen llamar angeles pero crean estos lugares tan espantosos... Los niños ya fueron sacados pero.... No hay rastro de angelicales o santas mmm... Debo seguir buscando, ningún ser que lastime a un niño escapara de mi veneno...
    Una cuna de ángeles.... Quien diría que aquí abría una... -chasqueo con la boca molesto- se hacen llamar angeles pero crean estos lugares tan espantosos... Los niños ya fueron sacados pero.... No hay rastro de angelicales o santas mmm... Debo seguir buscando, ningún ser que lastime a un niño escapara de mi veneno...
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