• " 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐞𝐭í 𝐩𝐫𝐨𝐭𝐞𝐠𝐞𝐫𝐭𝐞, 𝐲 𝐥𝐨 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐢𝐫é 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐢 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐚 𝐝𝐚𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐦á𝐬. 𝐈𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐨 𝐬𝐢 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐚𝐜𝐫𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥𝐥𝐨. "



    La primera mujer que amó con toda su alma fue su madre. Una mujer que vivió en un infierno constante para protegerlo, que sacrificó todo por mantenerlo alejado de los bajos mundos que la devoraban. Fue una mujer que desapareció de su vida tras su cumpleaños número catorce, dejándolo con un vacío que nunca pudo llenar. No volvió a verla hasta el día de su muerte.

    "Ni un solo porcentaje de mí vale lo que tú hiciste por mí. Perdóname, madre... Perdóname por no haberte salvado."


    [...]


    El cielo se teñía de un naranja profundo con tintes de amarillo, como si el sol se ocultara de la ira de un ruso que había perdido todo rastro de cordura.

    La mansión, alguna vez símbolo de grandeza, era ahora un escenario de caos. Las llamas devoraban las paredes con furia, mientras los disparos resonaban en cada rincón. Los empleados, leales más allá del deber, no dudaron en tomar armas para proteger la propiedad de su jefe, luchando como si sus vidas dependieran de ello, como si su sacrificio pudiera redimir aquella tragedia inevitable.

    Hace solo unas horas, Kiev había recibido una carta. Dentro, un anillo de plata con un zafiro incrustado y un mechón de cabello rubio. Cabello que hasta hace poco había acariciado con devoción, cuando sostenía en sus brazos a la mujer que amaba, prometiéndole seguridad para ambos.

    "Iré a comprar ropa." Esas fueron las últimas palabras que escuchó de ella antes de perderla de nuevo.

    Habían pasado días desde su reencuentro, días en los que la felicidad parecía al alcance de sus manos. Ella había regresado, él le había suplicado que se quedara, prometiéndole que movería cielo y tierra para protegerla. Ella, Angyar o Arturia, como solía llamarse, era la única persona capaz de calmar su tormento. Con su voz, con sus caricias, le había dado un respiro de paz. Pero la felicidad fue efímera.


    ¿Cómo fue posible que de un día para otro festejaban su cumpleaños y al rato toda esa felicidad desapareció? ¿Cómo iba a saber que mientras preparaba todo para recuperar a su amada, su padre mando a personas para que lo atacarán? Era imposible saberlo, pero ahí estaban.


    La noche anterior, en un gesto que dejó a Kiev sin palabras, ella había preparado un pastel ruso para celebrar su cumpleaños. Era el mismo pastel que su madre solía hacerle cuando era niño, una memoria dulce y dolorosa que ella, de alguna manera, había traído de vuelta. Al probar el primer bocado, su pecho se llenó de emociones encontradas: nostalgia, gratitud y amor. Había algo casi sagrado en verla dedicar tiempo y esfuerzo para darle un momento de alegría, un regalo que, sin saberlo, sería el último.


    El recuerdo era tan reciente que dolía. Ayer tenía todo; hoy no tenía nada.

    Ahora, con la carta en manos temblorosas y el anillo que simbolizaba su unión arrancado de su contexto, solo quedaba un vacío insondable. El mechón de cabello era una burla cruel, una promesa rota. Su grito desgarró el aire, un trueno de furia y dolor que estremeció hasta las paredes ardientes de su hogar.

    Mandó preparar a su gente, sus mejores hombres. No importaba quién fuera el responsable, no importaba cuántos países tuviera que destruir. Si alguien había tocado siquiera un centímetro de piel de su amada, desataría un infierno que nadie podría detener.

    Pero el destino tenía otros planes. Mientras se preparaba para salir en su búsqueda, el ataque comenzó. Explosiones sacudieron la mansión, las paredes se derrumbaron, y los jardines que ella había admirado se convirtieron en cráteres humeantes. Las armas que ahora lo amenazaban eran creadas por la misma empresa de su padre, el hombre que siempre había sido una sombra en su vida. Era una emboscada, una jugada calculada que lo había tomado desprevenido.

    El dolor físico era insoportable, pero la angustia en su pecho era peor. Kiev sabía que su tiempo se agotaba. Las heridas en su cuerpo lo debilitaban, ¿Morir? Era una palabra que no existía en su vocabulario, viviria por el contrato de la muerte.

    —Encuéntrenla... Márchate y lleva a mis hombres a buscarla. —Las palabras salieron jadeantes, pero firmes, su tono frío ocultaba el miedo desesperado de perderla.

    Marcos, su asistente, quiso protestar, pero la mirada de su jefe era suficiente para detener cualquier objeción. Con un nudo en la garganta y el corazón pesado, dejó al ruso atrás.

    Las últimas imágenes de Kiev que captaron sus ojos fueron devastadoras: su jefe, sometido en el suelo, luchando como una bestia herida mientras varios hombres lo inmovilizaban. Los cuellos rotos de sus atacantes eran prueba de su resistencia, pero al final, lo sedaron. El cuerpo inerte del ruso fue arrastrado entre los escombros, desapareciendo en la noche mientras las llamas seguían consumiendo lo poco que quedaba de su hogar.

    " 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐞𝐭í 𝐩𝐫𝐨𝐭𝐞𝐠𝐞𝐫𝐭𝐞, 𝐲 𝐥𝐨 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐢𝐫é 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐢 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐚 𝐝𝐚𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐦á𝐬. 𝐈𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐨 𝐬𝐢 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐚𝐜𝐫𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥𝐥𝐨. " La primera mujer que amó con toda su alma fue su madre. Una mujer que vivió en un infierno constante para protegerlo, que sacrificó todo por mantenerlo alejado de los bajos mundos que la devoraban. Fue una mujer que desapareció de su vida tras su cumpleaños número catorce, dejándolo con un vacío que nunca pudo llenar. No volvió a verla hasta el día de su muerte. "Ni un solo porcentaje de mí vale lo que tú hiciste por mí. Perdóname, madre... Perdóname por no haberte salvado." [...] El cielo se teñía de un naranja profundo con tintes de amarillo, como si el sol se ocultara de la ira de un ruso que había perdido todo rastro de cordura. La mansión, alguna vez símbolo de grandeza, era ahora un escenario de caos. Las llamas devoraban las paredes con furia, mientras los disparos resonaban en cada rincón. Los empleados, leales más allá del deber, no dudaron en tomar armas para proteger la propiedad de su jefe, luchando como si sus vidas dependieran de ello, como si su sacrificio pudiera redimir aquella tragedia inevitable. Hace solo unas horas, Kiev había recibido una carta. Dentro, un anillo de plata con un zafiro incrustado y un mechón de cabello rubio. Cabello que hasta hace poco había acariciado con devoción, cuando sostenía en sus brazos a la mujer que amaba, prometiéndole seguridad para ambos. "Iré a comprar ropa." Esas fueron las últimas palabras que escuchó de ella antes de perderla de nuevo. Habían pasado días desde su reencuentro, días en los que la felicidad parecía al alcance de sus manos. Ella había regresado, él le había suplicado que se quedara, prometiéndole que movería cielo y tierra para protegerla. Ella, Angyar o Arturia, como solía llamarse, era la única persona capaz de calmar su tormento. Con su voz, con sus caricias, le había dado un respiro de paz. Pero la felicidad fue efímera. ¿Cómo fue posible que de un día para otro festejaban su cumpleaños y al rato toda esa felicidad desapareció? ¿Cómo iba a saber que mientras preparaba todo para recuperar a su amada, su padre mando a personas para que lo atacarán? Era imposible saberlo, pero ahí estaban. La noche anterior, en un gesto que dejó a Kiev sin palabras, ella había preparado un pastel ruso para celebrar su cumpleaños. Era el mismo pastel que su madre solía hacerle cuando era niño, una memoria dulce y dolorosa que ella, de alguna manera, había traído de vuelta. Al probar el primer bocado, su pecho se llenó de emociones encontradas: nostalgia, gratitud y amor. Había algo casi sagrado en verla dedicar tiempo y esfuerzo para darle un momento de alegría, un regalo que, sin saberlo, sería el último. El recuerdo era tan reciente que dolía. Ayer tenía todo; hoy no tenía nada. Ahora, con la carta en manos temblorosas y el anillo que simbolizaba su unión arrancado de su contexto, solo quedaba un vacío insondable. El mechón de cabello era una burla cruel, una promesa rota. Su grito desgarró el aire, un trueno de furia y dolor que estremeció hasta las paredes ardientes de su hogar. Mandó preparar a su gente, sus mejores hombres. No importaba quién fuera el responsable, no importaba cuántos países tuviera que destruir. Si alguien había tocado siquiera un centímetro de piel de su amada, desataría un infierno que nadie podría detener. Pero el destino tenía otros planes. Mientras se preparaba para salir en su búsqueda, el ataque comenzó. Explosiones sacudieron la mansión, las paredes se derrumbaron, y los jardines que ella había admirado se convirtieron en cráteres humeantes. Las armas que ahora lo amenazaban eran creadas por la misma empresa de su padre, el hombre que siempre había sido una sombra en su vida. Era una emboscada, una jugada calculada que lo había tomado desprevenido. El dolor físico era insoportable, pero la angustia en su pecho era peor. Kiev sabía que su tiempo se agotaba. Las heridas en su cuerpo lo debilitaban, ¿Morir? Era una palabra que no existía en su vocabulario, viviria por el contrato de la muerte. —Encuéntrenla... Márchate y lleva a mis hombres a buscarla. —Las palabras salieron jadeantes, pero firmes, su tono frío ocultaba el miedo desesperado de perderla. Marcos, su asistente, quiso protestar, pero la mirada de su jefe era suficiente para detener cualquier objeción. Con un nudo en la garganta y el corazón pesado, dejó al ruso atrás. Las últimas imágenes de Kiev que captaron sus ojos fueron devastadoras: su jefe, sometido en el suelo, luchando como una bestia herida mientras varios hombres lo inmovilizaban. Los cuellos rotos de sus atacantes eran prueba de su resistencia, pero al final, lo sedaron. El cuerpo inerte del ruso fue arrastrado entre los escombros, desapareciendo en la noche mientras las llamas seguían consumiendo lo poco que quedaba de su hogar.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    «Inactividad.»
    Esa palabra dice mucho, puede ser desde el uso de un artefacto, un objeto cotidiano y simplemente la ausencia misma de una persona dentro de un entorno. Ahora añadamos un vocabulario de modismo a su curiosidad de leer la mente a los demás, y de paso se saben como la "inactividad" afecta a mi existencia o ecosistema.
    «Fuera de contexto» esta frase diré cuando mi cuerpo existencia en este lugar no esté coordinado con la conexión mental, espíritual, universal y la cuarta pared(vida real). Una vez aclarado este término entre mi vocabulario, puedo decir abiertamente que...

    Estaré «fuera de contexto» de los viernes a partir de las 14:00 GMT-3 hasta el Lunes 10:00 am. Mi cuerpo dejará de tener contexto balanceado en este lugar.

    En cambio, si perciben que no correspondo sus «mensajes», es simplemente porque me abrumé y acepté tomar la libertad de no hacerlo hasta pensar como seguir con naturalidad. A veces no tengo muchas ganas de socializar, así que... Sorry.

    Hasta entonces, muchas gracias por ser curioso y leer hasta este tope.
    «Inactividad.» Esa palabra dice mucho, puede ser desde el uso de un artefacto, un objeto cotidiano y simplemente la ausencia misma de una persona dentro de un entorno. Ahora añadamos un vocabulario de modismo a su curiosidad de leer la mente a los demás, y de paso se saben como la "inactividad" afecta a mi existencia o ecosistema. «Fuera de contexto» esta frase diré cuando mi cuerpo existencia en este lugar no esté coordinado con la conexión mental, espíritual, universal y la cuarta pared(vida real). Una vez aclarado este término entre mi vocabulario, puedo decir abiertamente que... Estaré «fuera de contexto» de los viernes a partir de las 14:00 GMT-3 hasta el Lunes 10:00 am. Mi cuerpo dejará de tener contexto balanceado en este lugar. En cambio, si perciben que no correspondo sus «mensajes», es simplemente porque me abrumé y acepté tomar la libertad de no hacerlo hasta pensar como seguir con naturalidad. A veces no tengo muchas ganas de socializar, así que... Sorry. Hasta entonces, muchas gracias por ser curioso y leer hasta este tope. :STK-13:
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  • ❝ Mierda ¿Que significará eso? Los jóvenes y el vocabulario que se inventan hoy en día. ❞ ──── Le gritaron ❝ 𝐃𝐈𝐋𝐅 ❞ en la calle y como es un señor; no entiende su significado. Hasta insomnio tuvo. ──── Prᥲᥴtιᥴᥲᥣ Probᥣᥱms. [?]

    ( https://youtu.be/hdmJikAV25Q?si=_vAjSiarMYML3DoN )
    ❝ Mierda ¿Que significará eso? Los jóvenes y el vocabulario que se inventan hoy en día. ❞ ──── Le gritaron ❝ 𝐃𝐈𝐋𝐅 ❞ en la calle y como es un señor; no entiende su significado. Hasta insomnio tuvo. ──── Prᥲᥴtιᥴᥲᥣ Probᥣᥱms. [?] ( https://youtu.be/hdmJikAV25Q?si=_vAjSiarMYML3DoN )
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  • [Masacre]

    << Una tremenda escandalera se oyó a través de los muros de ladrillo rojo, los cuales retumbaban cada vez que el impacto de los cuerpos se encontraban con su sólida y fría superficie, raspando así la piel de los que tuvieron el infortunio de encontrars cara a cara con aquella sólida estructura. Era un milagro que no se desprendieran los bloques debido a la fuerza con que los mismos cuerpos impactaban, pues las cajas de madera cedieron hasta despedazarse y regar todo el producto que contenían.

    Leves pujidos se escapaban de los labios de aquellos que fueron amedrentados por la fuerza de los dos individuos que buscaban doblegar en un intento por intimidarles, pretendiendo arrebatarles territorio y clientes. Algunos pudieron salir a través de las ventanas que se hicieron añicos por la fuerza de proyección. Incluso la pequeña puerta de acceso se había doblado al quebrarse la madera por el medio, dejando aquella puerta totalmente inútil. Y junto con el sonar de los huesos romperse, las telas desgarrarse y la sangre escaparse de sus cuerpos, hacía de aquella escandalera una sinfonía de destrucción y violencia.

    Giovanni y Dimitri se hallaban en el centro de aquel almacén habían tenido un momento difícil el cual se habían enfrentado a varios sujetos de los cuales no respondieron a sus preguntas, parecían bastante empeñados en terminar con ellos. Y, repentinamente, reinó el silencio que cualquier cosa, incluso el simple paso de una hormiga haría tanto escándalo que se haría evidente.

    —Hmm, bueno... ese fue un giro desafortunado de los acontecimientos, lago menos que ideal... — comenzó Giovanni con cierto desdén. Dimitri estuvo a punto de hablar pero fue interceptado por la continuación del jefe. — ... quiero decir, fue un asunto bastante decepcionante, ¿No crees? — Buscaba la aprobación de su compañero.

    Dimitri tan solo se limitó a hacer algunos ademanes en los que eestaba de acuerdo con Giovanni, incluso movió sus manos en ello, pero... — ... No, decepcionante, esa no es la palabra correcta, ¿Qué tal, desagradable? — Dimitri pensó en ello y comenzó a buscar alguna palabra totalmente acorde para poder ayudar a su líder en la descripción de dicho evento.

    — Estoy disgustado, esta angustiada, angustiada y afligida, inconsolable, probablemente consolable, pero yo... — Continuó Giovanni en su dilema con el vocabulario.

    — No me importó particularmente y, francamente, estoy indignado. ¿Qué es? Hum dinger... Qué granero... Estoy nervioso por todo este revuelo.... — Miró a Dimitri y con ello apuntó al desastre en aquel almacén con ambas manos de una manera enfática.

    — ¡¿Qué quieres de mí?! ¡Detente de que estás tratando de confundirme de todos modos! Y no quiero discutir semántica contigo, lo importante es que nadie resultó herido...— menciona mientras Dimitri había hallado el interruptor de las luces, subiendo la intensidad de estas para ver a un grupo de al menos 50 sujetos en el suelo, totalmente destrozados y fuera de combate, algunos quizás habían muerto, otros fácilmente estaban inconscientes. —... nadie que cuente...— Agregó Gio al ver la escena con gran indiferencia.

    —En serio, nunca los entenderé... tipos sentimentales....— Se estaba vistiendo colocando su camisa de vestir nuevamente para emprender la retirada hasta que... —¡No mis gemelos! ¡Ayúdame a encontrarlos!— en el tumulto de la pelea con aquella banda, había perdido las mancuernillas de oro que un tiempo atrás su hermano Flavio le había regalado. Dimitri en ningún momento tuvo la oportunidad de dialogar, tan solo se mantuv al borde de haerlo, pero Gio siempre añadía algo más. >>
    [Masacre] << Una tremenda escandalera se oyó a través de los muros de ladrillo rojo, los cuales retumbaban cada vez que el impacto de los cuerpos se encontraban con su sólida y fría superficie, raspando así la piel de los que tuvieron el infortunio de encontrars cara a cara con aquella sólida estructura. Era un milagro que no se desprendieran los bloques debido a la fuerza con que los mismos cuerpos impactaban, pues las cajas de madera cedieron hasta despedazarse y regar todo el producto que contenían. Leves pujidos se escapaban de los labios de aquellos que fueron amedrentados por la fuerza de los dos individuos que buscaban doblegar en un intento por intimidarles, pretendiendo arrebatarles territorio y clientes. Algunos pudieron salir a través de las ventanas que se hicieron añicos por la fuerza de proyección. Incluso la pequeña puerta de acceso se había doblado al quebrarse la madera por el medio, dejando aquella puerta totalmente inútil. Y junto con el sonar de los huesos romperse, las telas desgarrarse y la sangre escaparse de sus cuerpos, hacía de aquella escandalera una sinfonía de destrucción y violencia. Giovanni y Dimitri se hallaban en el centro de aquel almacén habían tenido un momento difícil el cual se habían enfrentado a varios sujetos de los cuales no respondieron a sus preguntas, parecían bastante empeñados en terminar con ellos. Y, repentinamente, reinó el silencio que cualquier cosa, incluso el simple paso de una hormiga haría tanto escándalo que se haría evidente. —Hmm, bueno... ese fue un giro desafortunado de los acontecimientos, lago menos que ideal... — comenzó Giovanni con cierto desdén. Dimitri estuvo a punto de hablar pero fue interceptado por la continuación del jefe. — ... quiero decir, fue un asunto bastante decepcionante, ¿No crees? — Buscaba la aprobación de su compañero. Dimitri tan solo se limitó a hacer algunos ademanes en los que eestaba de acuerdo con Giovanni, incluso movió sus manos en ello, pero... — ... No, decepcionante, esa no es la palabra correcta, ¿Qué tal, desagradable? — Dimitri pensó en ello y comenzó a buscar alguna palabra totalmente acorde para poder ayudar a su líder en la descripción de dicho evento. — Estoy disgustado, esta angustiada, angustiada y afligida, inconsolable, probablemente consolable, pero yo... — Continuó Giovanni en su dilema con el vocabulario. — No me importó particularmente y, francamente, estoy indignado. ¿Qué es? Hum dinger... Qué granero... Estoy nervioso por todo este revuelo.... — Miró a Dimitri y con ello apuntó al desastre en aquel almacén con ambas manos de una manera enfática. — ¡¿Qué quieres de mí?! ¡Detente de que estás tratando de confundirme de todos modos! Y no quiero discutir semántica contigo, lo importante es que nadie resultó herido...— menciona mientras Dimitri había hallado el interruptor de las luces, subiendo la intensidad de estas para ver a un grupo de al menos 50 sujetos en el suelo, totalmente destrozados y fuera de combate, algunos quizás habían muerto, otros fácilmente estaban inconscientes. —... nadie que cuente...— Agregó Gio al ver la escena con gran indiferencia. —En serio, nunca los entenderé... tipos sentimentales....— Se estaba vistiendo colocando su camisa de vestir nuevamente para emprender la retirada hasta que... —¡No mis gemelos! ¡Ayúdame a encontrarlos!— en el tumulto de la pelea con aquella banda, había perdido las mancuernillas de oro que un tiempo atrás su hermano Flavio le había regalado. Dimitri en ningún momento tuvo la oportunidad de dialogar, tan solo se mantuv al borde de haerlo, pero Gio siempre añadía algo más. >>
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  • ¿Qué os parecería si escribiese un artículo de vocabulario con sinónimos para diferentes palabras? Por ejemplo; sinónimos de "decir", "mirar"...

    ¿Qué decís?

    Una ayuda sobre escritura en una plataforma sobre escritura

    #RolSage3D #AyudaRolSage #AyudaNuevosUsuarios #EncuestaRolSage3D
    ¿Qué os parecería si escribiese un artículo de vocabulario con sinónimos para diferentes palabras? Por ejemplo; sinónimos de "decir", "mirar"... ¿Qué decís? Una ayuda sobre escritura en una plataforma sobre escritura ✨ #RolSage3D #AyudaRolSage #AyudaNuevosUsuarios #EncuestaRolSage3D
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  • Stuck with you? Hell, no
    Fandom OC
    Categoría Suspenso
    (TRIGGER WARNINGS: asesinato, secuestro, asesinato y mención al suicidio)

    Nunca había estado entre sus planes regresar al pueblo. Ya no quedaba allí nada por lo que mereciese la pena volver, además de los recuerdos que tan solo despertaban su melancolía y que prefería olvidar.

    Para su desgracia, dichos planes cambiaron cuando recibió un nuevo caso. La sorpresa que se llevó cuando le informaron de que los hechos tuvieron lugar en su pueblo no fue para menos, aunque no fue suficiente para aceptarlo. Su idea era clara y firme: no quería volver. En principio, puso como excusa que ya tenía mucho trabajo como para encargarse de algo menor, lo cual no era ninguna mentira. Después de todo, y tras muchos años tratando de demostrar su destreza ante los ojos de quienes solo la veían como una belleza más, Chi Jina se había convertido en una criminóloga muy reconocida y aclamada dentro de su ámbito.

    Aun así, ella no era la única persona con talento en su departamento. Seguro que cualquiera de sus compañeros podría resolverlo y, de paso, respirar el aire fresco de un pueblo alejado de la contaminación y el ruido de la gran ciudad.

    Pero los jefes insistieron en que debía ser Jina. No podía ser otra persona: ella conocería mejor el lugar y a sus habitantes -quienes responderían mejor a las investigaciones si era ella quien estaba al mando- mejor que nadie. Además, habían conseguido arrestar a un sospechoso. Eso consiguió llamar su atención y la animó a solicitar la información que se había recabado sobre el caso.

    — ¿Park Daejun?

    Al leerlo, quiso pensar que se trataba de una mera coincidencia. Era imposible que se tratase de él, ¿Verdad? Entonces, vio la foto adjunta y leyó sus datos y los de su familia, entre los que figuraba el nombre que, en su día, juró que no quería volver a escuchar y pronunciar. Quiso olvidarlo y enterrarlo junto a todos sus recuerdos.

    Se trataba del hermano de Minho.

    A lo largo de su carrera como criminóloga había aprendido que los culpables siempre podían ser quienes menos esperaban; dejarse llevar por las emociones o las primeras impresiones podría ser un grave error. Sin embargo, por más que le daba vueltas, Jina no lograba comprenderlo: ¿Qué motivos podría tener alguien como él para cometer un acto tan cruel como aquel? ¿Por qué tiraría su carrera por la borda de esa manera? Le costaba bastante creerlo. Algo no le cuadraba.

    Jina releyó los archivos varias veces.

    Ambas víctimas, hombre y mujer, se encontraban en el mismo rango de edad. Es más, no solo formaban parte de la generación de Jina y Minho, sino que acudieron a la misma clase que ella y eran vecinos. La última vez que se vieron fue, probablemente, el día del funeral de sus padres, poco después de su graduación en el instituto: habían transcurrido más de diez años desde aquello.

    El sospechoso empleó el mismo método para los dos: primero, desaparecieron sin dejar ni rastro. Después, y curiosamente en los días de lluvia, sus cuerpos sin vida aparecían colgados en rincones bastante visibles del pueblo. No mostraban signos de violencia y la causa de la muerte había sido la misma: axfisia. De primeras, creyeron que se trataba de un suicidio, hasta que se la historia se repitió y las alarmas se despertaron.

    Por más que quisiera ignorarlo, no se veía capaz de hacerlo. Puede que Minho fuese un capullo integral, pero Daejun, hasta donde ella sabía, era todo lo contrario. Y eso no era una primera impresión que engañaría a cualquiera, era una realidad en la que le gustaría confiar. Asimismo, imaginaba que los residentes se encontraban asustados y ellos no tenían la culpa del fallecimiento de sus progenitores ni de sus conflictos personales. Si alguien resolvía ese caso, debía ser Chi Jina y su equipo. Ya concertaría una cita con su psicóloga en cuanto tuviese un hueco libre en su agenda.

    Un par de días después, durante los que había leído y releído todos los informes disponibles hasta el momento, llegó a Jeonju junto a los primeros rayos de sol. Ahí es donde se encontraba el sospechoso, a quien interrogaría en cuestión de horas.

    — Daejun…

    — No me lo puedo creer. ¿Será esta la primera vez que te vea preocupada? —Cuestionó Jaehyun, uno de los forenses del grupo, conforme salía desde el asiento trasero del vehículo.

    — La palabra “preocupación” no está en el vocabulario de Jina. —Prosiguió Harin, policía. Ella sí tenía el privilegio de acompañarla en el asiento del copiloto.— Por fin podremos ver tu pueblecito.

    — No estamos aquí para que hagáis una visita turística ni para recordar mi infancia. Centraos en el caso e intentad no molestar a los vecinos.

    Sin decir nada más, emprendió el camino hacia su casa o, mejor dicho, la de sus padres, la cual había heredado. No la había visitado desde el accidente e imaginaba que necesitaría de una buena limpieza si planeaban quedarse allí hasta que se cerrase el caso, aunque ese detalle era a lo que menos importancia quería concederle.

    Cuando abrió sus puertas y se adentró en ella, se sintió un poco abrumada. Todo estaba tal cual lo dejó: la disposición de los muebles, las fotos de su familia… lo único que había cambiado era la cantidad de polvo que se acumuló. Inspiró y exhaló. Miles de recuerdos fueron apoderándose de ella conforme sus compañeros, curiosos, daban vueltas alrededor del salón y las distintas habitaciones. No era una casa muy grande: tres habitaciones, la sala de estar, un par de baños y una cocina pequeña. Suficiente para, en su día, Jina y sus padres. Ahora, incluso con la presencia y las voces de Jaehyun y Harin, le resultaba enorme y vacía. Dudaba que fuese capaz de permanecer ahí mucho tiempo.

    Por esa razón, una vez se instalaron y dejaron allí su equipaje, se dirigieron hacia la comisaría. No era un trayecto largo, en cuestión de quince minutos llegarían sin problemas. Ventajas de un pueblo. Creía, eso sí, que podría alargarse en caso de encontrarse a vecinos que la reconocieran y quisieran pararse a hablar con ella y apreciar lo mucho que había crecido. Pero no fue así. La hora tan temprana y el miedo a ser las siguientes víctimas del asesino conllevaron a que los vecinos no pudieran o no quisieran salir de sus hogares. Chasqueó la lengua. ¿En eso se había convertido el lugar que la había visto crecer? Por suerte -o no- los cuchicheos de su equipo la sacaron de su hilo de pensamientos. Se paró en seco frente a la puerta de la pequeña comisaría y se giró para mirarlos, con ambas cejas alzadas. Los conocía lo suficientemente bien como para saber que se tramaban algo.

    — Tenéis un minuto para decirme qué os pasa.

    Los dos se miraron. Jaehyun le dio un pequeño codazo a Harin, quien se atrevió a hablar:

    — Verás… al jefe se le olvidó contarte un… detallito… Nada, no es muy importante…

    — ¿Y ese detalle es…?

    — Eh… pues… bueno, parece que te han asignado un nuevo compañero… Un poco ofensivo, si me preguntas, porque nosotros dos también somos muy talentosos, ¿Sabes? Aunque Jaehyun no lo es tanto, pero…

    ¿Un nuevo compañero? ¿Para qué iba a necesitarlo? ¿Acaso el caso era demasiado complicado y no serían capaces de resolverlo ellos solos? Jina frunció el ceño. Quizá era muy pronto para juzgarlo, mas, no necesitaba a nadie más. La ayuda de Jaehyun y Bora le bastaba, ya lo tenía todo cuadrado para trabajar entre los tres.

    — ¿No podías habérmelo dicho mientras veníamos de camino?

    — No te ofendas, Ji, pero ya hemos vivido la experiencia de verte conducir mientras estás enfadada y… temíamos un poco por nuestra seguridad. —Harin asintió, reafirmando las palabras de Jaehyun.

    — No estoy enfadada. Además, yo conduzco perfect…

    La puerta de la comisaría se abrió. Y ahí estaba él 𝘗𝘢𝘳𝘬 𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰
    (TRIGGER WARNINGS: asesinato, secuestro, asesinato y mención al suicidio) Nunca había estado entre sus planes regresar al pueblo. Ya no quedaba allí nada por lo que mereciese la pena volver, además de los recuerdos que tan solo despertaban su melancolía y que prefería olvidar. Para su desgracia, dichos planes cambiaron cuando recibió un nuevo caso. La sorpresa que se llevó cuando le informaron de que los hechos tuvieron lugar en su pueblo no fue para menos, aunque no fue suficiente para aceptarlo. Su idea era clara y firme: no quería volver. En principio, puso como excusa que ya tenía mucho trabajo como para encargarse de algo menor, lo cual no era ninguna mentira. Después de todo, y tras muchos años tratando de demostrar su destreza ante los ojos de quienes solo la veían como una belleza más, Chi Jina se había convertido en una criminóloga muy reconocida y aclamada dentro de su ámbito. Aun así, ella no era la única persona con talento en su departamento. Seguro que cualquiera de sus compañeros podría resolverlo y, de paso, respirar el aire fresco de un pueblo alejado de la contaminación y el ruido de la gran ciudad. Pero los jefes insistieron en que debía ser Jina. No podía ser otra persona: ella conocería mejor el lugar y a sus habitantes -quienes responderían mejor a las investigaciones si era ella quien estaba al mando- mejor que nadie. Además, habían conseguido arrestar a un sospechoso. Eso consiguió llamar su atención y la animó a solicitar la información que se había recabado sobre el caso. — ¿Park Daejun? Al leerlo, quiso pensar que se trataba de una mera coincidencia. Era imposible que se tratase de él, ¿Verdad? Entonces, vio la foto adjunta y leyó sus datos y los de su familia, entre los que figuraba el nombre que, en su día, juró que no quería volver a escuchar y pronunciar. Quiso olvidarlo y enterrarlo junto a todos sus recuerdos. Se trataba del hermano de Minho. A lo largo de su carrera como criminóloga había aprendido que los culpables siempre podían ser quienes menos esperaban; dejarse llevar por las emociones o las primeras impresiones podría ser un grave error. Sin embargo, por más que le daba vueltas, Jina no lograba comprenderlo: ¿Qué motivos podría tener alguien como él para cometer un acto tan cruel como aquel? ¿Por qué tiraría su carrera por la borda de esa manera? Le costaba bastante creerlo. Algo no le cuadraba. Jina releyó los archivos varias veces. Ambas víctimas, hombre y mujer, se encontraban en el mismo rango de edad. Es más, no solo formaban parte de la generación de Jina y Minho, sino que acudieron a la misma clase que ella y eran vecinos. La última vez que se vieron fue, probablemente, el día del funeral de sus padres, poco después de su graduación en el instituto: habían transcurrido más de diez años desde aquello. El sospechoso empleó el mismo método para los dos: primero, desaparecieron sin dejar ni rastro. Después, y curiosamente en los días de lluvia, sus cuerpos sin vida aparecían colgados en rincones bastante visibles del pueblo. No mostraban signos de violencia y la causa de la muerte había sido la misma: axfisia. De primeras, creyeron que se trataba de un suicidio, hasta que se la historia se repitió y las alarmas se despertaron. Por más que quisiera ignorarlo, no se veía capaz de hacerlo. Puede que Minho fuese un capullo integral, pero Daejun, hasta donde ella sabía, era todo lo contrario. Y eso no era una primera impresión que engañaría a cualquiera, era una realidad en la que le gustaría confiar. Asimismo, imaginaba que los residentes se encontraban asustados y ellos no tenían la culpa del fallecimiento de sus progenitores ni de sus conflictos personales. Si alguien resolvía ese caso, debía ser Chi Jina y su equipo. Ya concertaría una cita con su psicóloga en cuanto tuviese un hueco libre en su agenda. Un par de días después, durante los que había leído y releído todos los informes disponibles hasta el momento, llegó a Jeonju junto a los primeros rayos de sol. Ahí es donde se encontraba el sospechoso, a quien interrogaría en cuestión de horas. — Daejun… — No me lo puedo creer. ¿Será esta la primera vez que te vea preocupada? —Cuestionó Jaehyun, uno de los forenses del grupo, conforme salía desde el asiento trasero del vehículo. — La palabra “preocupación” no está en el vocabulario de Jina. —Prosiguió Harin, policía. Ella sí tenía el privilegio de acompañarla en el asiento del copiloto.— Por fin podremos ver tu pueblecito. — No estamos aquí para que hagáis una visita turística ni para recordar mi infancia. Centraos en el caso e intentad no molestar a los vecinos. Sin decir nada más, emprendió el camino hacia su casa o, mejor dicho, la de sus padres, la cual había heredado. No la había visitado desde el accidente e imaginaba que necesitaría de una buena limpieza si planeaban quedarse allí hasta que se cerrase el caso, aunque ese detalle era a lo que menos importancia quería concederle. Cuando abrió sus puertas y se adentró en ella, se sintió un poco abrumada. Todo estaba tal cual lo dejó: la disposición de los muebles, las fotos de su familia… lo único que había cambiado era la cantidad de polvo que se acumuló. Inspiró y exhaló. Miles de recuerdos fueron apoderándose de ella conforme sus compañeros, curiosos, daban vueltas alrededor del salón y las distintas habitaciones. No era una casa muy grande: tres habitaciones, la sala de estar, un par de baños y una cocina pequeña. Suficiente para, en su día, Jina y sus padres. Ahora, incluso con la presencia y las voces de Jaehyun y Harin, le resultaba enorme y vacía. Dudaba que fuese capaz de permanecer ahí mucho tiempo. Por esa razón, una vez se instalaron y dejaron allí su equipaje, se dirigieron hacia la comisaría. No era un trayecto largo, en cuestión de quince minutos llegarían sin problemas. Ventajas de un pueblo. Creía, eso sí, que podría alargarse en caso de encontrarse a vecinos que la reconocieran y quisieran pararse a hablar con ella y apreciar lo mucho que había crecido. Pero no fue así. La hora tan temprana y el miedo a ser las siguientes víctimas del asesino conllevaron a que los vecinos no pudieran o no quisieran salir de sus hogares. Chasqueó la lengua. ¿En eso se había convertido el lugar que la había visto crecer? Por suerte -o no- los cuchicheos de su equipo la sacaron de su hilo de pensamientos. Se paró en seco frente a la puerta de la pequeña comisaría y se giró para mirarlos, con ambas cejas alzadas. Los conocía lo suficientemente bien como para saber que se tramaban algo. — Tenéis un minuto para decirme qué os pasa. Los dos se miraron. Jaehyun le dio un pequeño codazo a Harin, quien se atrevió a hablar: — Verás… al jefe se le olvidó contarte un… detallito… Nada, no es muy importante… — ¿Y ese detalle es…? — Eh… pues… bueno, parece que te han asignado un nuevo compañero… Un poco ofensivo, si me preguntas, porque nosotros dos también somos muy talentosos, ¿Sabes? Aunque Jaehyun no lo es tanto, pero… ¿Un nuevo compañero? ¿Para qué iba a necesitarlo? ¿Acaso el caso era demasiado complicado y no serían capaces de resolverlo ellos solos? Jina frunció el ceño. Quizá era muy pronto para juzgarlo, mas, no necesitaba a nadie más. La ayuda de Jaehyun y Bora le bastaba, ya lo tenía todo cuadrado para trabajar entre los tres. — ¿No podías habérmelo dicho mientras veníamos de camino? — No te ofendas, Ji, pero ya hemos vivido la experiencia de verte conducir mientras estás enfadada y… temíamos un poco por nuestra seguridad. —Harin asintió, reafirmando las palabras de Jaehyun. — No estoy enfadada. Además, yo conduzco perfect… La puerta de la comisaría se abrió. Y ahí estaba él [thisdarkurg3]
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  • La palabra rendición no existe en el vocabulario de Martina...
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  • /Elijah es un personaje que me cautiva, intentaré llevarlo lo mejor que pueda. Pero por supuesto estoy abierto a sugerencias en el modo de llevarlo. Gestos, vocabulario, acciones...
    Me interesa mucho vuestra opinion de como me veis con el.
    /Elijah es un personaje que me cautiva, intentaré llevarlo lo mejor que pueda. Pero por supuesto estoy abierto a sugerencias en el modo de llevarlo. Gestos, vocabulario, acciones... Me interesa mucho vuestra opinion de como me veis con el.
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