El crepitar del fuego era lo único que rompía el silencio de la vieja casa de piedra. Nathan había caído en un sueño ligero, su cuerpo descansando cerca de la chimenea, rodeado por el calor que lentamente lo relajaba. El cansancio supo ganarle y calló en un sopor tranquilo mientras esperaba el regreso de
Maxine Woods. Sin embargo, cuando el sol comenzó a esconderse tras el horizonte, una serie de ladridos le hizo saltar de golpe.
Sus ojos se abrieron rápidamente y la sensación de frío que recorría su espina dorsal no era por la temperatura. Los ladridos eran cada vez más cercanos y no le costó relacionarlo por lo dicho por la mujer que le ayudó; perros de caza.
Su mente, aún confusa por la falta de sueño y el estrés de su situación, se puso alerta al instante. El pánico se instaló en su pecho, sabía que no sería capaz de correr lo suficientemente rápido para escapar, pero su instinto de supervivencia se encendió, y sin pensarlo demasiado, se levantó y se acercó a la parte trasera de la casa.
Los ladridos sonaban más cerca ahora, y Nathan no podía permitir que lo encontraran allí, expuesto.
Miró hacia el techo, calculando que no sería imposible. Comenzó a trepar hacia arriba, impulsado por la adrenalina. Sabía que no era el lugar ideal, pero el tejado le ofrecería un mínimo de ventaja. Se arrastró con rapidez por las piedras y los escombros, su mente alerta a cada sonido. Sin embargo, en su apuro por escapar, olvidó lo más obvio: no apagar el fuego.
El resplandor naranja se reflejaba en la oscuridad que empezaba a envolver la casa, y aunque Nathan estaba ahora en el techo, la amenaza del fuego encendido quedaba fuera de su control. Los ladridos se acercaban aún más, y él, tenso y respirando con dificultad, esperaba lo peor.
El crepitar del fuego era lo único que rompía el silencio de la vieja casa de piedra. Nathan había caído en un sueño ligero, su cuerpo descansando cerca de la chimenea, rodeado por el calor que lentamente lo relajaba. El cansancio supo ganarle y calló en un sopor tranquilo mientras esperaba el regreso de [thegirlfr0mthestars]. Sin embargo, cuando el sol comenzó a esconderse tras el horizonte, una serie de ladridos le hizo saltar de golpe.
Sus ojos se abrieron rápidamente y la sensación de frío que recorría su espina dorsal no era por la temperatura. Los ladridos eran cada vez más cercanos y no le costó relacionarlo por lo dicho por la mujer que le ayudó; perros de caza.
Su mente, aún confusa por la falta de sueño y el estrés de su situación, se puso alerta al instante. El pánico se instaló en su pecho, sabía que no sería capaz de correr lo suficientemente rápido para escapar, pero su instinto de supervivencia se encendió, y sin pensarlo demasiado, se levantó y se acercó a la parte trasera de la casa.
Los ladridos sonaban más cerca ahora, y Nathan no podía permitir que lo encontraran allí, expuesto.
Miró hacia el techo, calculando que no sería imposible. Comenzó a trepar hacia arriba, impulsado por la adrenalina. Sabía que no era el lugar ideal, pero el tejado le ofrecería un mínimo de ventaja. Se arrastró con rapidez por las piedras y los escombros, su mente alerta a cada sonido. Sin embargo, en su apuro por escapar, olvidó lo más obvio: no apagar el fuego.
El resplandor naranja se reflejaba en la oscuridad que empezaba a envolver la casa, y aunque Nathan estaba ahora en el techo, la amenaza del fuego encendido quedaba fuera de su control. Los ladridos se acercaban aún más, y él, tenso y respirando con dificultad, esperaba lo peor.