• RED TIDE.
    Fandom Game Of Thrones
    Categoría Romance
    STARTER PARA 𝚂𝙰𝙽𝙳𝙾𝚁 𝙲𝙻𝙴𝙶𝙰𝙽𝙴


    La entrada a la Torre de la Mano estaba flanqueada por más guardias. El interior olía a papiro viejo, a cera derretida y a madera encerada. Pero su vista no se posó en los estantes, ni en la mesa central, ni siquiera en la figura menuda que la esperaba allí.
    Aquel lugar le traía demasiados recuerdos. Recuerdos dolorosos. ¿Cuánto tiempo hacía que la había castigado con su ausencia? Ahora, estar allí solo le hacía sentir una cosa: que lo necesitaba más de lo que quería admitir. No solo era el olor de los libros o los muebles, era el suyo, el de él. Ahí dentro olía demasiado al hombre que tanto deseaba, y aquello solo hizo que desestabilizarla.
    Serenna cerró los ojos un segundo, como si el aroma le trajera de vuelta no solo los recuerdos en su mente, sino en su cuerpo. Podía sentirlo: sus manos, sujetándola, incitándola a seguir leyendo. Deteniéndola, manejándola a su antojo.
    Tyrion, que la observaba desde el centro de la estancia, no dijo nada al principio. Se limitó a mirarla. Sus ojos, pequeños y astutos, leyeron cada gesto. Sabía a quién buscaba. Y también por qué.
    —Él no está aquí —dijo finalmente, rompiendo el silencio—. Se ha marchado antes del amanecer. Supongo que también os habéis preguntado dónde está vuestro sabueso. No irán lejos, pero no volverán hasta bien entrada la noche.
    —Él no es mi sabueso —lo corrigió ella, avanzando hacia la mesa—. Pero sí, me lo he preguntado —tomó asiento—. ¿Dónde han ido?
    Tyrion la miró con un deje de ternura, incluso de lástima.
    —Volverán. Sanos y salvos —Tyrion enarcó una ceja, y entonces, se corrigió—: O eso espero.
    Serenna lo miró con advertencia.
    —Es lo habitual —continuó Tyrion—. Ya conocéis a mi padre. Lo ha sido también para vos. Aunque de una forma muy distinta... —dijo, más para sí mismo que para ella—. Estáis acostumbrada a esto.
    La mesa estaba cubierta de mapas, libros abiertos, pergaminos que olían a sal y tinta seca. Tyrion había reunido todo lo necesario para una lección completa sobre las casas del Mar Angosto, y en especial, sobre los Velaryon.
    —¿Dónde concluisteis vuestras lecciones la última vez? —preguntó. Pero la mirada que le dedicó Serenna no fue del todo afable.
    Recordarle a Tywin solo hacía que tensarla más. Como si estuviera riéndose del castigo que él mismo le había impuesto, recordándoselo, restregándoselo.
    —Ya... —dijo entonces, apretando los labios, enarcando una ceja—. Creo que lo mejor será tomar un nuevo rumbo. ¿Qué tal vuestra descendencia?
    Serenna no respondió, su mirada se paseó por la estancia, como si ver algo en distinto lugar pudiera hacerle verle ahí: reubicando, tocando, manipulando.
    Cuánto lo echaba de menos... Cuánto deseaba volver a verle, volver a… sentirle.
    —Vuestra sangre es antigua —comenzó, al ver que ella no parecía querer colaborar—. Noble. Rica. Terriblemente incómoda de llevar, imagino.
    Ahora sí, lo miró. Pero una vez más, no parecía estar en la misma conversación que él, ni querer continuar.
    Tyrion no dijo nada al respecto. En lugar de eso, desenrolló un pergamino con el escudo de su casa: el hipocampo plateado sobre el verde marino.
    —Los Velaryon fueron navegantes antes de que muchas casas aprendieran a flotar. Antes de que los dragones surcaran el cielo, ellos surcaban el agua. Hicieron fortuna, guerra, alianzas, y leyendas.
    Serenna inclinó la cabeza.
    —¿Y por qué debería importarme una historia hecha de sal y hombres muertos?
    —Porque sois el final de esa historia —respondió él sin perder el ritmo—. Porque cuando seáis Reina de Marcaderiva, y os digan que sois una bastarda con suerte, tendréis que recordarles que vuestro linaje hunde raíces más profundas que sus espadas. Y más viejas que sus prejuicios.
    Ella lo miró. Por primera vez desde que había entrado, lo miró de verdad.
    Y entonces, un espasmo. Fuerte, sordo, implacable.
    Serenna se tensó. Sus hombros se recogieron, su vientre se contrajo, y un leve gesto crispó su rostro antes de que pudiera evitarlo. Cerró los ojos un instante. Su mano derecha se apoyó sobre el borde del banco. Respiró por la nariz.
    Tyrion dejó de hablar al instante.
    No hizo preguntas. Solo la observó. Un parpadeo lento, un leve cambio en su postura.
    —¿Mi Lady?… —preguntó, alzando ambas cejas.
    —Estoy bien —respondió con la voz contenida, pero firme.
    Él por supuesto no insistió. Solo se reclinó un poco en el asiento y bajó la mirada hacia los pergaminos, carraspeando la garganta.
    —Como decía, vuestra familia está acostumbrada al mar. No sois la primera Velaryon en detestar la tierra firme. Vuestros antepasados tenían tanto de pez como de hombre. Dormían en cubiertas abiertas, comían lo que pescaban, y según algunos poetas... respiraban sal.
    Serenna volvió a mirar el escudo de su casa.
    —¿Y vos creéis en esas cosas? —preguntó—. ¿En las leyendas?
    Tyrion tomó un sorbo de su copa, luego giró uno de los pergaminos, mostrando una línea de tiempo pintada con esmero.
    —La historia es una suma de mentiras que el tiempo ha vuelto útiles. Pero algunas leyendas... tienen raíces demasiado profundas como para ignorarlas.
    Ella lo miró un segundo más, como evaluando algo. Luego bajó la vista.
    —He oído que los Velaryon se relacionaron con los Targaryen —murmuró—. Que… engendraron hijos, juntos.
    Tyrion arqueó una ceja. El tono había cambiado. Ya no hablaba solo por curiosidad. Había algo en su voz… algo más íntimo, más personal.
    —Lo hicieron —admitió con un tono más grave—. En más de una ocasión, de hecho. No era extraño que las casas valyrias entrelazaran su sangre… sobre todo cuando esa sangre era considerada sagrada.
    Silencio.
    Tyrion la observó sin disimulo, con una perspicacia que rara vez se permitía mostrar tan abiertamente.
    —¿Y vos? —preguntó entonces—. ¿Creéis que en vuestras venas hay algo más que sal y tormentas?
    Serenna no respondió de inmediato. Su mirada se perdió un momento en la superficie de la mesa, donde la tinta trazaba rutas marítimas. Luego alzó los ojos, y los clavó en él.
    —Creo que si en mis venas corriera sangre Targaryen vuestro padre ya hubiera acabado conmigo. ¿Me equivoco?
    Tyrion no parpadeó, pero su expresión cambió, como si aquella frase hubiera hendido una capa más profunda.
    —No os equivocáis —dijo al fin, con calma—. Pero tampoco estáis del todo en lo cierto.
    Se inclinó hacia delante, despacio, con el ceño levemente fruncido.
    —Mi padre no mata a alguien porque sí. No si puede usaros primero. No si puede exprimiros hasta dejaros seca… y convertiros en un estandarte útil.
    —¿Entonces por qué me permite seguir aquí?
    —Porque, de momento, lo que sois… le conviene.
    —¿De verdad creéis que es por la relación que tuvo con mi padre?...
    —Creo que eso ayudó —admitió—. Pero no es la razón —Se echó hacia atrás, con un suspiro que arrastró parte de la tensión, pero no la disipó del todo—. Tywin Lannister no mantiene a alguien a su lado por afecto, Serenna. Guarda todo lo que pueda usar a su favor cuando llegue el momento. Vuestro padre fue útil, sí. Pero vos también lo sois. Ahora.
    —No se me ocurre por qué podría resultarle útil… Él mismo lo dijo: que era una idiota, una necia por lo que había hecho. Por eso llevo todo este tiempo encerrada. Porque no me… considera útil.
    —El error que cometisteis —prosiguió Tyrion—, no fue escapar al mar. Fue recordarle que no puede controlarlo todo. Ni siquiera a vos. Y eso… eso enfurece a mi padre más de lo que podríais imaginar.
    —¿Y qué debo hacer para que me perdone? ¿Para poder… volver al mar?...
    Tyrion suspiró despacio, apoyando los codos sobre la mesa, entrelazó los dedos y la miró.
    —Nada —dijo al fin—. No hay gesto o palabra que os garantice su perdón.
    —¿Entonces?...
    —Saldréis cuando él vea que encerraros le cuesta más que teneros suelta. Cuando vuestra ausencia pese más que vuestra desobediencia —Hizo una pausa—. Y eso solo lo lograréis convirtiendo vuestra jaula en un trono. No llorando tras los barrotes… sino aprendiendo a gobernar desde ellos.
    —No os entiendo...
    —¿Conocéis la diferencia entre un peón y una reina?
    Serenna negó.
    —El peón se lanza hacia delante. La reina espera, se mueve cuando quiere… y cuando lo hace, nadie puede detenerla.
    —Pero yo no soy ninguna reina. Ni pretendo serlo. Y está claro que él nunca me verá como tal.
    Tyrion sostuvo su mirada con una intensidad insólita. Por un instante, sus ojos dejaron de ser los de un Lannister y se tornaron los de un hombre que conocía de cerca lo que era ser menospreciado.
    —Eso es lo que os convierte en una amenaza aún mayor —dijo, con voz baja pero firme—. Las reinas que nacen para reinar son previsibles. Las que no lo hacen… son impredecibles. Y las impredecibles hacen temblar los cimientos.
    Serenna apretó los labios. Sus manos se cerraron sobre el faldón de su vestido, como si contuviera en los puños algo que no sabía cómo liberar.
    —No quiero hacer temblar nada. Solo quiero volver a ser libre.
    —Exacto —Tyrion alzó una ceja, casi con ternura—. Esa es precisamente la diferencia. Él os encerró creyendo que rompería vuestra voluntad. Pero seguís deseando lo único que él no puede daros. La libertad no se otorga, Serenna, se escoge. Se toma.
    Ella bajó la mirada, despacio, frunciendo el ceño, con aquellos pensamientos tomando forma en su mente.
    —Mi Lord… —dijo, y Tyrion sonrió, como si no estuviese acostumbrado a que lo trataran… bien—. Antes hablasteis sobre los Targaryens y los Velaryon. Sé que ellos tenían dragones. Los Velaryon… ¿qué teníamos que pudiera interesar a alguien como… los Targaryen?
    Tyrion dejó la copa a un lado, despacio. La sonrisa se desvaneció con suavidad, no por desagrado, sino porque aquella pregunta le intrigaba.
    —Los Targaryen eran fuego —dijo en un too reverente—. Los Velaryon… eran el mar. —Hizo una pausa—. No teníais dragones —continuó—. Pero navegasteis antes que nadie. Surcasteis las rutas entre islas cuando otros apenas sabían mirar más allá de la costa. Había quien decía que los Targaryen eran los conquistadores… pero sin los Velaryon, su conquista no habría cruzado jamás el mar Angosto.
    —Creo que no me estáis…
    —Y hay más —la interrumpió—. Leyendas apenas susurradas. Antiguas incluso para Valyria. En lo profundo, en lo oscuro, criaturas que no vuelan, pero que se deslizan entre corrientes y ruinas olvidadas. Serpientes, leviatanes. Sombras con ojos.
    Ella no se movió, pero sus labios se entreabrieron apenas, como si algo dentro de sí reconociera aquella idea.
    —¿Habláis de… monstruos… marinos?
    —Algunos los llaman monstruos —dijo Tyrion, inclinándose apenas hacia adelante—. Otros, dioses. Depende de a quién preguntéis… y de cuánto haya visto.
    Serenna contuvo la respiración.
    —Mi madre solía hablar de eso —dijo, con un hilo de voz—. Decía que algunas líneas de sangre podían despertar a esas criaturas. Que no respondían al hierro… sino a la llamada de su linaje.
    Tyrion frunció el ceño apenas.
    —Una vez oí hablar de una criatura en las Islas del Verano —continuó—. Dicen que emergía solo cuando los niños desaparecían. Que tenía alas membranosas y una cabeza tan alargada como la vela mayor de un barco. Se movía sin romper la superficie, deslizándose. Como una sombra bajo el mundo.
    —¿Y creéis que son reales? Esas... criaturas... Mi Lord...
    —No lo sé. Pero cuando un marinero vive más de sesenta años y aún no ha tocado fondo...
    Serenna se quedó en silencio un momento más. Miró el mapa, luego el mar pintado con tinta azul, y el hipocampo de su escudo.
    —Tal vez no todos los dragones vuelen —susurró.
    Tyrion la observó en silencio.
    —Los que caen y sobreviven, Lady Serenna —dijo al fin—, suelen ser los más peligrosos.
    Y por fin, Tyrion pudo ver el atisbo de una sonrisa.
    —Lord Tyrion… De… existir esas criaturas… ¿Creéis que alguna de ellas habría vivido aquí? ¿En Poniente?… En… el mar que nos rodea.
    Tyrion entrecerró los ojos.
    —En Poniente… —repitió, con lentitud—. Hay quienes creen que las profundidades del Mar del Ocaso no tienen fin. Que hay grietas tan hondas que ni la luz ni el tiempo las alcanzan. Que en las aguas al sur de Rocadragón, a veces los barcos desaparecen sin dejar rastro.
    —Mi padre hablaba del estrecho de Marcaderiva —dijo de pronto—. Decía que había zonas donde las redes salían rasgadas. Donde los peces no volvían.
    Tyrion la contempló en silencio, atento.
    —Pero también hablaba de estas aguas… —continuó, casi para sí misma—. Decía que el mar de aquí no se parece a ningún otro. Que parece manso, seguro. Pero que en realidad…
    Tyrion frunció el ceño, ladeando la cabeza, curioso.
    —¿En realidad…?
    —…es el más inseguro —Levantó la mirada—. Contaba historias de reyes y de príncipes que dormían tranquilos en sus fortalezas, convencidos de que el poder les pertenecía solo por ocupar un trono. —Sus dedos rozaron el borde del mapa, distraídos—. Creían que el peligro venía del norte, de los campos de batalla, de la traición de los hombres. Pero bajo sus castillos, Mi Lord… bajo sus torres de piedra, bajo su orgullo… dormían criaturas que no conocen de leyes, ni coronas. Criaturas que podrían reducir un reino entero a ruinas con el solo batir de su cola. Y ellos ni siquiera tendrían tiempo de mirar hacia abajo.
    Tyrion la observó durante unos segundos más. En el rostro de Serenna no quedaba rastro de duda. Lo que antes era tristeza o resignación se había tornado en algo más sutil y mucho más difícil de controlar: determinación.
    Y aquello, lo inquietó.
    Desvió la mirada con un suspiro casi imperceptible. Apoyó las manos en el borde de la mesa, como si de pronto el peso de la conversación lo reclamara de vuelta a tierra firme.
    —Bien —dijo, en voz baja, con una leve sacudida de cabeza—. Creo que hemos hablado suficiente por hoy.
    Intentó sonreír, pero la mueca apenas alcanzó a suavizar el gesto. No era cinismo lo que temblaba en sus labios, sino cautela.
    —Mi intención era distraeros un poco, no… daros alas —añadió con tono más ligero, aunque no del todo convincente—. O branquias, en este caso.
    Ella no respondió. Seguía absorta, los ojos clavados en el mapa como si, de repente, lo viera por primera vez.
    —Mi Lady... —la llamó Tyrion, más serio esta vez—. Escuchad... Solo son... leyendas. No os dejéis arrastrar por lo que podría ser. No ahora. Lo último que necesitáis es otro motivo para desafiarlo.
    Ella alzó la vista con lentitud.
    Tyrion se enderezó con suavidad y recogió un par de papeles del escritorio. Luego, al pasar junto a ella, se detuvo brevemente.
    —Mañana hablaremos de comercio marítimo y alianzas entre casas. Algo… menos poético, y mucho menos propenso a tentaros a nadar hasta la ruina —le dedicó una última mirada, casi a modo de advertencia—. No le deis a mi padre más razones para manteneros encerrada...
    Colocó su mano sobre la de ella, un ligero apretón. Y es que, realmente la apreciaba. Él no era Cersei, él quería a esa chica por quien era, no por lo que su hermana creía que les había arrebatado. Ella no tenía la culpa de que su padre la hubiera elegido.
    Él ya hacía tiempo que se había resignado, y la envidia no formaba parte de sí.
    Tyrion se marchó. La puerta se cerró con suavidad, dejándola sola con el mapa y el escudo.

    La noche caía sobre Desembarco del Rey con lentitud propia. Las torres de la Fortaleza Roja, recortadas contra un cielo encapotado, comenzaban a encender sus antorchas mientras la ciudad se sumía en su habitual murmullo nocturno. La brisa del mar traía consigo el olor del puerto y el rumor constante de los navíos meciéndose en los muelles.
    Una tropa de hombres montados a caballo, atravesaban la Puerta del Río sin ceremonia. Sus capas polvorientas y el barro seco en los flancos de los caballos hablaban de un viaje largo.
    Habían cabalgado hasta Rosby aquella mañana, tras una carta urgente llegada al amanecer. Un asunto de recursos, según Tywin: un cargamento de suministros que se retrasaba, una deuda que debía cobrarse con presencia, y una amenaza velada de deslealtad por parte de un vasallo menor. Rosby no quedaba lejos, apenas una jornada de ida y vuelta si se apresuraban.
    No necesitaba a Sandor para negociar, pero sí para recordar que la disuasión podía ir más allá de las palabras. Su sola presencia bastaba para sembrar el respeto.
    El camino de regreso fue tranquilo, pero no silencioso del todo. Tywin encabezaba al grupo de hombres, siempre reflexivo tras cerrar un trato. Cabalgaba con el entrecejo fruncido, ordenando pensamientos y estrategias. Sandor lo seguía, casi a su misma altura.
    —Tenéis algo en la mente, Clegane —dijo Tywin, sin mirarlo.
    STARTER PARA [THEH0UND] La entrada a la Torre de la Mano estaba flanqueada por más guardias. El interior olía a papiro viejo, a cera derretida y a madera encerada. Pero su vista no se posó en los estantes, ni en la mesa central, ni siquiera en la figura menuda que la esperaba allí. Aquel lugar le traía demasiados recuerdos. Recuerdos dolorosos. ¿Cuánto tiempo hacía que la había castigado con su ausencia? Ahora, estar allí solo le hacía sentir una cosa: que lo necesitaba más de lo que quería admitir. No solo era el olor de los libros o los muebles, era el suyo, el de él. Ahí dentro olía demasiado al hombre que tanto deseaba, y aquello solo hizo que desestabilizarla. Serenna cerró los ojos un segundo, como si el aroma le trajera de vuelta no solo los recuerdos en su mente, sino en su cuerpo. Podía sentirlo: sus manos, sujetándola, incitándola a seguir leyendo. Deteniéndola, manejándola a su antojo. Tyrion, que la observaba desde el centro de la estancia, no dijo nada al principio. Se limitó a mirarla. Sus ojos, pequeños y astutos, leyeron cada gesto. Sabía a quién buscaba. Y también por qué. —Él no está aquí —dijo finalmente, rompiendo el silencio—. Se ha marchado antes del amanecer. Supongo que también os habéis preguntado dónde está vuestro sabueso. No irán lejos, pero no volverán hasta bien entrada la noche. —Él no es mi sabueso —lo corrigió ella, avanzando hacia la mesa—. Pero sí, me lo he preguntado —tomó asiento—. ¿Dónde han ido? Tyrion la miró con un deje de ternura, incluso de lástima. —Volverán. Sanos y salvos —Tyrion enarcó una ceja, y entonces, se corrigió—: O eso espero. Serenna lo miró con advertencia. —Es lo habitual —continuó Tyrion—. Ya conocéis a mi padre. Lo ha sido también para vos. Aunque de una forma muy distinta... —dijo, más para sí mismo que para ella—. Estáis acostumbrada a esto. La mesa estaba cubierta de mapas, libros abiertos, pergaminos que olían a sal y tinta seca. Tyrion había reunido todo lo necesario para una lección completa sobre las casas del Mar Angosto, y en especial, sobre los Velaryon. —¿Dónde concluisteis vuestras lecciones la última vez? —preguntó. Pero la mirada que le dedicó Serenna no fue del todo afable. Recordarle a Tywin solo hacía que tensarla más. Como si estuviera riéndose del castigo que él mismo le había impuesto, recordándoselo, restregándoselo. —Ya... —dijo entonces, apretando los labios, enarcando una ceja—. Creo que lo mejor será tomar un nuevo rumbo. ¿Qué tal vuestra descendencia? Serenna no respondió, su mirada se paseó por la estancia, como si ver algo en distinto lugar pudiera hacerle verle ahí: reubicando, tocando, manipulando. Cuánto lo echaba de menos... Cuánto deseaba volver a verle, volver a… sentirle. —Vuestra sangre es antigua —comenzó, al ver que ella no parecía querer colaborar—. Noble. Rica. Terriblemente incómoda de llevar, imagino. Ahora sí, lo miró. Pero una vez más, no parecía estar en la misma conversación que él, ni querer continuar. Tyrion no dijo nada al respecto. En lugar de eso, desenrolló un pergamino con el escudo de su casa: el hipocampo plateado sobre el verde marino. —Los Velaryon fueron navegantes antes de que muchas casas aprendieran a flotar. Antes de que los dragones surcaran el cielo, ellos surcaban el agua. Hicieron fortuna, guerra, alianzas, y leyendas. Serenna inclinó la cabeza. —¿Y por qué debería importarme una historia hecha de sal y hombres muertos? —Porque sois el final de esa historia —respondió él sin perder el ritmo—. Porque cuando seáis Reina de Marcaderiva, y os digan que sois una bastarda con suerte, tendréis que recordarles que vuestro linaje hunde raíces más profundas que sus espadas. Y más viejas que sus prejuicios. Ella lo miró. Por primera vez desde que había entrado, lo miró de verdad. Y entonces, un espasmo. Fuerte, sordo, implacable. Serenna se tensó. Sus hombros se recogieron, su vientre se contrajo, y un leve gesto crispó su rostro antes de que pudiera evitarlo. Cerró los ojos un instante. Su mano derecha se apoyó sobre el borde del banco. Respiró por la nariz. Tyrion dejó de hablar al instante. No hizo preguntas. Solo la observó. Un parpadeo lento, un leve cambio en su postura. —¿Mi Lady?… —preguntó, alzando ambas cejas. —Estoy bien —respondió con la voz contenida, pero firme. Él por supuesto no insistió. Solo se reclinó un poco en el asiento y bajó la mirada hacia los pergaminos, carraspeando la garganta. —Como decía, vuestra familia está acostumbrada al mar. No sois la primera Velaryon en detestar la tierra firme. Vuestros antepasados tenían tanto de pez como de hombre. Dormían en cubiertas abiertas, comían lo que pescaban, y según algunos poetas... respiraban sal. Serenna volvió a mirar el escudo de su casa. —¿Y vos creéis en esas cosas? —preguntó—. ¿En las leyendas? Tyrion tomó un sorbo de su copa, luego giró uno de los pergaminos, mostrando una línea de tiempo pintada con esmero. —La historia es una suma de mentiras que el tiempo ha vuelto útiles. Pero algunas leyendas... tienen raíces demasiado profundas como para ignorarlas. Ella lo miró un segundo más, como evaluando algo. Luego bajó la vista. —He oído que los Velaryon se relacionaron con los Targaryen —murmuró—. Que… engendraron hijos, juntos. Tyrion arqueó una ceja. El tono había cambiado. Ya no hablaba solo por curiosidad. Había algo en su voz… algo más íntimo, más personal. —Lo hicieron —admitió con un tono más grave—. En más de una ocasión, de hecho. No era extraño que las casas valyrias entrelazaran su sangre… sobre todo cuando esa sangre era considerada sagrada. Silencio. Tyrion la observó sin disimulo, con una perspicacia que rara vez se permitía mostrar tan abiertamente. —¿Y vos? —preguntó entonces—. ¿Creéis que en vuestras venas hay algo más que sal y tormentas? Serenna no respondió de inmediato. Su mirada se perdió un momento en la superficie de la mesa, donde la tinta trazaba rutas marítimas. Luego alzó los ojos, y los clavó en él. —Creo que si en mis venas corriera sangre Targaryen vuestro padre ya hubiera acabado conmigo. ¿Me equivoco? Tyrion no parpadeó, pero su expresión cambió, como si aquella frase hubiera hendido una capa más profunda. —No os equivocáis —dijo al fin, con calma—. Pero tampoco estáis del todo en lo cierto. Se inclinó hacia delante, despacio, con el ceño levemente fruncido. —Mi padre no mata a alguien porque sí. No si puede usaros primero. No si puede exprimiros hasta dejaros seca… y convertiros en un estandarte útil. —¿Entonces por qué me permite seguir aquí? —Porque, de momento, lo que sois… le conviene. —¿De verdad creéis que es por la relación que tuvo con mi padre?... —Creo que eso ayudó —admitió—. Pero no es la razón —Se echó hacia atrás, con un suspiro que arrastró parte de la tensión, pero no la disipó del todo—. Tywin Lannister no mantiene a alguien a su lado por afecto, Serenna. Guarda todo lo que pueda usar a su favor cuando llegue el momento. Vuestro padre fue útil, sí. Pero vos también lo sois. Ahora. —No se me ocurre por qué podría resultarle útil… Él mismo lo dijo: que era una idiota, una necia por lo que había hecho. Por eso llevo todo este tiempo encerrada. Porque no me… considera útil. —El error que cometisteis —prosiguió Tyrion—, no fue escapar al mar. Fue recordarle que no puede controlarlo todo. Ni siquiera a vos. Y eso… eso enfurece a mi padre más de lo que podríais imaginar. —¿Y qué debo hacer para que me perdone? ¿Para poder… volver al mar?... Tyrion suspiró despacio, apoyando los codos sobre la mesa, entrelazó los dedos y la miró. —Nada —dijo al fin—. No hay gesto o palabra que os garantice su perdón. —¿Entonces?... —Saldréis cuando él vea que encerraros le cuesta más que teneros suelta. Cuando vuestra ausencia pese más que vuestra desobediencia —Hizo una pausa—. Y eso solo lo lograréis convirtiendo vuestra jaula en un trono. No llorando tras los barrotes… sino aprendiendo a gobernar desde ellos. —No os entiendo... —¿Conocéis la diferencia entre un peón y una reina? Serenna negó. —El peón se lanza hacia delante. La reina espera, se mueve cuando quiere… y cuando lo hace, nadie puede detenerla. —Pero yo no soy ninguna reina. Ni pretendo serlo. Y está claro que él nunca me verá como tal. Tyrion sostuvo su mirada con una intensidad insólita. Por un instante, sus ojos dejaron de ser los de un Lannister y se tornaron los de un hombre que conocía de cerca lo que era ser menospreciado. —Eso es lo que os convierte en una amenaza aún mayor —dijo, con voz baja pero firme—. Las reinas que nacen para reinar son previsibles. Las que no lo hacen… son impredecibles. Y las impredecibles hacen temblar los cimientos. Serenna apretó los labios. Sus manos se cerraron sobre el faldón de su vestido, como si contuviera en los puños algo que no sabía cómo liberar. —No quiero hacer temblar nada. Solo quiero volver a ser libre. —Exacto —Tyrion alzó una ceja, casi con ternura—. Esa es precisamente la diferencia. Él os encerró creyendo que rompería vuestra voluntad. Pero seguís deseando lo único que él no puede daros. La libertad no se otorga, Serenna, se escoge. Se toma. Ella bajó la mirada, despacio, frunciendo el ceño, con aquellos pensamientos tomando forma en su mente. —Mi Lord… —dijo, y Tyrion sonrió, como si no estuviese acostumbrado a que lo trataran… bien—. Antes hablasteis sobre los Targaryens y los Velaryon. Sé que ellos tenían dragones. Los Velaryon… ¿qué teníamos que pudiera interesar a alguien como… los Targaryen? Tyrion dejó la copa a un lado, despacio. La sonrisa se desvaneció con suavidad, no por desagrado, sino porque aquella pregunta le intrigaba. —Los Targaryen eran fuego —dijo en un too reverente—. Los Velaryon… eran el mar. —Hizo una pausa—. No teníais dragones —continuó—. Pero navegasteis antes que nadie. Surcasteis las rutas entre islas cuando otros apenas sabían mirar más allá de la costa. Había quien decía que los Targaryen eran los conquistadores… pero sin los Velaryon, su conquista no habría cruzado jamás el mar Angosto. —Creo que no me estáis… —Y hay más —la interrumpió—. Leyendas apenas susurradas. Antiguas incluso para Valyria. En lo profundo, en lo oscuro, criaturas que no vuelan, pero que se deslizan entre corrientes y ruinas olvidadas. Serpientes, leviatanes. Sombras con ojos. Ella no se movió, pero sus labios se entreabrieron apenas, como si algo dentro de sí reconociera aquella idea. —¿Habláis de… monstruos… marinos? —Algunos los llaman monstruos —dijo Tyrion, inclinándose apenas hacia adelante—. Otros, dioses. Depende de a quién preguntéis… y de cuánto haya visto. Serenna contuvo la respiración. —Mi madre solía hablar de eso —dijo, con un hilo de voz—. Decía que algunas líneas de sangre podían despertar a esas criaturas. Que no respondían al hierro… sino a la llamada de su linaje. Tyrion frunció el ceño apenas. —Una vez oí hablar de una criatura en las Islas del Verano —continuó—. Dicen que emergía solo cuando los niños desaparecían. Que tenía alas membranosas y una cabeza tan alargada como la vela mayor de un barco. Se movía sin romper la superficie, deslizándose. Como una sombra bajo el mundo. —¿Y creéis que son reales? Esas... criaturas... Mi Lord... —No lo sé. Pero cuando un marinero vive más de sesenta años y aún no ha tocado fondo... Serenna se quedó en silencio un momento más. Miró el mapa, luego el mar pintado con tinta azul, y el hipocampo de su escudo. —Tal vez no todos los dragones vuelen —susurró. Tyrion la observó en silencio. —Los que caen y sobreviven, Lady Serenna —dijo al fin—, suelen ser los más peligrosos. Y por fin, Tyrion pudo ver el atisbo de una sonrisa. —Lord Tyrion… De… existir esas criaturas… ¿Creéis que alguna de ellas habría vivido aquí? ¿En Poniente?… En… el mar que nos rodea. Tyrion entrecerró los ojos. —En Poniente… —repitió, con lentitud—. Hay quienes creen que las profundidades del Mar del Ocaso no tienen fin. Que hay grietas tan hondas que ni la luz ni el tiempo las alcanzan. Que en las aguas al sur de Rocadragón, a veces los barcos desaparecen sin dejar rastro. —Mi padre hablaba del estrecho de Marcaderiva —dijo de pronto—. Decía que había zonas donde las redes salían rasgadas. Donde los peces no volvían. Tyrion la contempló en silencio, atento. —Pero también hablaba de estas aguas… —continuó, casi para sí misma—. Decía que el mar de aquí no se parece a ningún otro. Que parece manso, seguro. Pero que en realidad… Tyrion frunció el ceño, ladeando la cabeza, curioso. —¿En realidad…? —…es el más inseguro —Levantó la mirada—. Contaba historias de reyes y de príncipes que dormían tranquilos en sus fortalezas, convencidos de que el poder les pertenecía solo por ocupar un trono. —Sus dedos rozaron el borde del mapa, distraídos—. Creían que el peligro venía del norte, de los campos de batalla, de la traición de los hombres. Pero bajo sus castillos, Mi Lord… bajo sus torres de piedra, bajo su orgullo… dormían criaturas que no conocen de leyes, ni coronas. Criaturas que podrían reducir un reino entero a ruinas con el solo batir de su cola. Y ellos ni siquiera tendrían tiempo de mirar hacia abajo. Tyrion la observó durante unos segundos más. En el rostro de Serenna no quedaba rastro de duda. Lo que antes era tristeza o resignación se había tornado en algo más sutil y mucho más difícil de controlar: determinación. Y aquello, lo inquietó. Desvió la mirada con un suspiro casi imperceptible. Apoyó las manos en el borde de la mesa, como si de pronto el peso de la conversación lo reclamara de vuelta a tierra firme. —Bien —dijo, en voz baja, con una leve sacudida de cabeza—. Creo que hemos hablado suficiente por hoy. Intentó sonreír, pero la mueca apenas alcanzó a suavizar el gesto. No era cinismo lo que temblaba en sus labios, sino cautela. —Mi intención era distraeros un poco, no… daros alas —añadió con tono más ligero, aunque no del todo convincente—. O branquias, en este caso. Ella no respondió. Seguía absorta, los ojos clavados en el mapa como si, de repente, lo viera por primera vez. —Mi Lady... —la llamó Tyrion, más serio esta vez—. Escuchad... Solo son... leyendas. No os dejéis arrastrar por lo que podría ser. No ahora. Lo último que necesitáis es otro motivo para desafiarlo. Ella alzó la vista con lentitud. Tyrion se enderezó con suavidad y recogió un par de papeles del escritorio. Luego, al pasar junto a ella, se detuvo brevemente. —Mañana hablaremos de comercio marítimo y alianzas entre casas. Algo… menos poético, y mucho menos propenso a tentaros a nadar hasta la ruina —le dedicó una última mirada, casi a modo de advertencia—. No le deis a mi padre más razones para manteneros encerrada... Colocó su mano sobre la de ella, un ligero apretón. Y es que, realmente la apreciaba. Él no era Cersei, él quería a esa chica por quien era, no por lo que su hermana creía que les había arrebatado. Ella no tenía la culpa de que su padre la hubiera elegido. Él ya hacía tiempo que se había resignado, y la envidia no formaba parte de sí. Tyrion se marchó. La puerta se cerró con suavidad, dejándola sola con el mapa y el escudo. La noche caía sobre Desembarco del Rey con lentitud propia. Las torres de la Fortaleza Roja, recortadas contra un cielo encapotado, comenzaban a encender sus antorchas mientras la ciudad se sumía en su habitual murmullo nocturno. La brisa del mar traía consigo el olor del puerto y el rumor constante de los navíos meciéndose en los muelles. Una tropa de hombres montados a caballo, atravesaban la Puerta del Río sin ceremonia. Sus capas polvorientas y el barro seco en los flancos de los caballos hablaban de un viaje largo. Habían cabalgado hasta Rosby aquella mañana, tras una carta urgente llegada al amanecer. Un asunto de recursos, según Tywin: un cargamento de suministros que se retrasaba, una deuda que debía cobrarse con presencia, y una amenaza velada de deslealtad por parte de un vasallo menor. Rosby no quedaba lejos, apenas una jornada de ida y vuelta si se apresuraban. No necesitaba a Sandor para negociar, pero sí para recordar que la disuasión podía ir más allá de las palabras. Su sola presencia bastaba para sembrar el respeto. El camino de regreso fue tranquilo, pero no silencioso del todo. Tywin encabezaba al grupo de hombres, siempre reflexivo tras cerrar un trato. Cabalgaba con el entrecejo fruncido, ordenando pensamientos y estrategias. Sandor lo seguía, casi a su misma altura. —Tenéis algo en la mente, Clegane —dijo Tywin, sin mirarlo.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte!

    Hoy damos la bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡Gabriel Whitmore!

    Humano híbrido de cuervo alfa. Profesor de Literatura Contemporánea en la Universidad de Seúl, combina su elegancia serena con una profunda sensibilidad artística. Escritor y fotógrafo, busca en cada palabra e imagen capturar la belleza de lo cotidiano.


    ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo.

    Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!

    Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie:

    Normas básicas del de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines

    Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS

    Grupo exclusivo para Personajes 3D:
    https://ficrol.com/groups/Personajes3D

    Directorios para encontrar personajes y fandoms afines
    Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS
    Fandoms disponibles en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL

    ¿Quieres mejorar tu escritura o narración?
    https://ficrol.com/pages/RinconEscritor


    ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol!

    #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte! 🎉 Hoy damos la bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡[legend_purple_fox_805]! Humano híbrido de cuervo alfa. Profesor de Literatura Contemporánea en la Universidad de Seúl, combina su elegancia serena con una profunda sensibilidad artística. Escritor y fotógrafo, busca en cada palabra e imagen capturar la belleza de lo cotidiano. 👋 ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie: 📌 Normas básicas del de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines 👩‍🏫 Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 👥 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar personajes y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS 🔗 Fandoms disponibles en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL 📝 ¿Quieres mejorar tu escritura o narración? 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol! 🚀🔥 #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
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  • Diré yo.. el desierto fue cómplice de un paraíso existente en la oscura intimidad .
    Sin amor decimos, sin sentir decimos, o somos demasiado orgullo, o muy buenos mintiendo .

    Por ahora puedo estar en calma, por un corto tiempo, disfrutaré de la serenidad que me ha obsequiado nuestro encuentro .

    Por esa noche donde la luna fue testigo del placer vivido, pondré mis ojos al frente y trataré de no distraerme, aunque no lo creo posible, el calor de tu piel, el sonido de tus gemidos y tu dulce miel.. desde entonces y hasta que la vida me alcance, un vicio del cual quiero ser siempre cautivo .

    Verónica Valentine
    Diré yo.. el desierto fue cómplice de un paraíso existente en la oscura intimidad . Sin amor decimos, sin sentir decimos, o somos demasiado orgullo, o muy buenos mintiendo . Por ahora puedo estar en calma, por un corto tiempo, disfrutaré de la serenidad que me ha obsequiado nuestro encuentro . Por esa noche donde la luna fue testigo del placer vivido, pondré mis ojos al frente y trataré de no distraerme, aunque no lo creo posible, el calor de tu piel, el sonido de tus gemidos y tu dulce miel.. desde entonces y hasta que la vida me alcance, un vicio del cual quiero ser siempre cautivo . Verónica Valentine
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  • El sol apenas comenzaba a colarse por las cortinas de la casa, tiñendo de un dorado suave las paredes. La mañana estaba en silencio, salvo por los pasos sigilosos de Masthian y su primo, que subían la escalera con las guitarras a cuestas como si fueran dos ladrones planeando un golpe maestro.

    —Oye, si se despierta antes y nos arruina la sorpresa, es tu culpa —susurró Masthian, tratando de ocultar sus nervios con falsa molestia. Ajustó la correa de su guitarra y se pasó una mano por el cabello, dándose un aire exageradamente confiado, como si estuviera a punto de dar el concierto de su vida. Si al menos parecía que no lo estaba, estaría todo bien.

    Al llegar frente a la puerta, hizo una seña dramática con el dedo en los labios, como si su primo no supiera ya que había que estar en silencio. Aún así, se inclinó hacia él y agregó, en un hilito de voz.

    — Entras después de mi, ok? Como lo hemos practicado, que se trata escuche el coro, ¿oíste?.

    Giró la perilla despacio y la puerta cedió con un pequeño clic. El interior de la habitación todavía estaba envuelto en esa luz suave del amanecer; la silueta de su pareja descansaba entre las sábanas, con el cabello desordenado y el gesto sereno. Masthian apenas pudo evitar soltar un comentario, pero el brillo pícaro en sus ojos lo delató.

    Entró primero, apoyando la guitarra contra la pierna y rascando suavemente las cuerdas, produciendo un acorde juguetón que rompió el silencio. No fue nada melodioso, solo un ruido intencionado para llamar la atención.

    —Buenos días, cumpleañera… —canturreó con descaro, ladeando la cabeza—. ¿Pediste a dos increíbles músicos a domicilio?

    Dio un paso más, inclinándose un poco hacia la cama, y añadió con tono coqueto:

    — Despierta, preciosa, ya empezaron a llegar los regalos.

    Con una sonrisa amplia, dejó que su primo entrara detrás de él. Se aseguró que ella abriera los ojos antes de acomodarse, haciéndole una señal a su primo para que también se alistara, se preparó para arrancar con la canción que llevaba ensayando en secreto, mientras los primeros rayos de sol bañaban la habitación como si también quisieran formar parte de la sorpresa.

    — ¡Feliz cumpleaños, Thalya! —Exclamó, empezando entonces con el rift, marcando el tiempo de la batería con el pie.


    Anyel Martnes Thalya Valcourt

    https://youtu.be/cc0E1E-CQsU?si=O5xCC_k6o0uAo0Ba
    El sol apenas comenzaba a colarse por las cortinas de la casa, tiñendo de un dorado suave las paredes. La mañana estaba en silencio, salvo por los pasos sigilosos de Masthian y su primo, que subían la escalera con las guitarras a cuestas como si fueran dos ladrones planeando un golpe maestro. —Oye, si se despierta antes y nos arruina la sorpresa, es tu culpa —susurró Masthian, tratando de ocultar sus nervios con falsa molestia. Ajustó la correa de su guitarra y se pasó una mano por el cabello, dándose un aire exageradamente confiado, como si estuviera a punto de dar el concierto de su vida. Si al menos parecía que no lo estaba, estaría todo bien. Al llegar frente a la puerta, hizo una seña dramática con el dedo en los labios, como si su primo no supiera ya que había que estar en silencio. Aún así, se inclinó hacia él y agregó, en un hilito de voz. — Entras después de mi, ok? Como lo hemos practicado, que se trata escuche el coro, ¿oíste?. Giró la perilla despacio y la puerta cedió con un pequeño clic. El interior de la habitación todavía estaba envuelto en esa luz suave del amanecer; la silueta de su pareja descansaba entre las sábanas, con el cabello desordenado y el gesto sereno. Masthian apenas pudo evitar soltar un comentario, pero el brillo pícaro en sus ojos lo delató. Entró primero, apoyando la guitarra contra la pierna y rascando suavemente las cuerdas, produciendo un acorde juguetón que rompió el silencio. No fue nada melodioso, solo un ruido intencionado para llamar la atención. —Buenos días, cumpleañera… —canturreó con descaro, ladeando la cabeza—. ¿Pediste a dos increíbles músicos a domicilio? Dio un paso más, inclinándose un poco hacia la cama, y añadió con tono coqueto: — Despierta, preciosa, ya empezaron a llegar los regalos. Con una sonrisa amplia, dejó que su primo entrara detrás de él. Se aseguró que ella abriera los ojos antes de acomodarse, haciéndole una señal a su primo para que también se alistara, se preparó para arrancar con la canción que llevaba ensayando en secreto, mientras los primeros rayos de sol bañaban la habitación como si también quisieran formar parte de la sorpresa. — ¡Feliz cumpleaños, Thalya! —Exclamó, empezando entonces con el rift, marcando el tiempo de la batería con el pie. [Anyel01] [quasar_aqua_scorpion_350] https://youtu.be/cc0E1E-CQsU?si=O5xCC_k6o0uAo0Ba
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  • The Lady of Harrentown.
    Fandom Game Of Thrones
    Categoría Romance
    Starter para 『 𝑺𝑬𝑹 𝑱𝑂𝑅𝐴𝐻 𝑴𝐎𝐑𝐌𝐎𝐍𝐓

    Las historias que se contaban de Harrentown habían cambiado desde la llegada de Lady Valenna Velaryon. Antes se la conocía como una villa común, asentada bajo la sombra ennegrecida de Harrenhal, donde las piedras aún olían a humo siglos después de que Aegon la incendiara. Ahora, en las Tierras de los Ríos, el nombre de Harrentown se pronunciaba con la misma cautela con que se pronuncia el de un fantasma.

    En pocos meses, Valenna había convertido la villa en su feudo. Gobernaba con puño de hierro, y su belleza era tan temida como sus órdenes. Quienes la servían lo hacían con devoción, pero no con amor, sino con ese fervor que nace del miedo. Sabían que bastaba una palabra mal dicha, una mirada mal dirigida, para acabar colgados en las murallas o arrojados vivos al lago. Algunos de esos castigos los ejecutaba ella misma, sin inmutarse, con la misma serenidad con la que otros nobles parten un trozo de pan en el desayuno.

    Nadie se atrevía a decirlo en voz alta, pero todos lo pensaban: la señora de Harrentown era tan hermosa como mortal.

    Aquella mañana había partido sola a caballo. Le gustaba cabalgar hasta Harrenhal, perderse entre sus ruinas y escuchar el eco hueco de un castillo maldito.

    Donde otros veían piedras quebradas, ella veía advertencias y oportunidades.
    Los muros derruidos le hablaban más que los maestres: le recordaban que incluso el poder más grande podía caer devorado por las llamas, y que solo quienes aprendían a sobrevivir entre cenizas merecían reinar sobre ellas.

    El aire olía a humedad y hierro oxidado. Las torres rotas parecían dedos ennegrecidos señalando al cielo. Valenna desmontó y dejó que su corcel bebiera en un charco estancado, mientras ella recorría la explanada con paso seguro, la capa ondeando tras de sí. Era extraño cómo incluso la quietud de Harrenhal parecía doblegarse a su presencia, como si las piedras mismas reconocieran en ella un espíritu afín.

    Y entonces lo vio, en la espesura del bosque.

    Un hombre. El caballo que lo acompañaba apenas se mantenía en pie, las costillas marcadas bajo la piel sucia. El propio hombre parecía más muerto que vivo: sucio, maltrecho, con la ropa hecha jirones. Un caballero despojado de todo salvo de la sombra de lo que había sido.

    Valenna no se movió de inmediato. Lo observó en silencio, con esa mirada calculadora que lo diseccionaba todo. No era compasión lo que encendía su curiosidad, sino la certeza de estar ante una pieza caída en el tablero. Un hombre a punto de perecer no era nada… a menos que alguien decidiera darle un propósito.

    Se acercó despacio, las botas aplastando la grava húmeda, hasta que la silueta del desconocido estuvo lo bastante cerca como para distinguir el peso de su armadura, el emblema apenas reconocible bajo la suciedad. El caballo relinchó con debilidad, y Valenna posó una mano sobre el cuello del animal, calmándolo. Después, sus ojos se alzaron hacia él.

    —Estáis muy lejos de vuestra casa... Vuestro caballo apenas se tiene en pie. Al igual que vos... —se paseó a su alrededor, rodeándolo, observándolo—. ¿Quién es el afortunado hombre al que voy a salvarle la vida?
    Starter para [THEM0RMONTBEAR] Las historias que se contaban de Harrentown habían cambiado desde la llegada de Lady Valenna Velaryon. Antes se la conocía como una villa común, asentada bajo la sombra ennegrecida de Harrenhal, donde las piedras aún olían a humo siglos después de que Aegon la incendiara. Ahora, en las Tierras de los Ríos, el nombre de Harrentown se pronunciaba con la misma cautela con que se pronuncia el de un fantasma. En pocos meses, Valenna había convertido la villa en su feudo. Gobernaba con puño de hierro, y su belleza era tan temida como sus órdenes. Quienes la servían lo hacían con devoción, pero no con amor, sino con ese fervor que nace del miedo. Sabían que bastaba una palabra mal dicha, una mirada mal dirigida, para acabar colgados en las murallas o arrojados vivos al lago. Algunos de esos castigos los ejecutaba ella misma, sin inmutarse, con la misma serenidad con la que otros nobles parten un trozo de pan en el desayuno. Nadie se atrevía a decirlo en voz alta, pero todos lo pensaban: la señora de Harrentown era tan hermosa como mortal. Aquella mañana había partido sola a caballo. Le gustaba cabalgar hasta Harrenhal, perderse entre sus ruinas y escuchar el eco hueco de un castillo maldito. Donde otros veían piedras quebradas, ella veía advertencias y oportunidades. Los muros derruidos le hablaban más que los maestres: le recordaban que incluso el poder más grande podía caer devorado por las llamas, y que solo quienes aprendían a sobrevivir entre cenizas merecían reinar sobre ellas. El aire olía a humedad y hierro oxidado. Las torres rotas parecían dedos ennegrecidos señalando al cielo. Valenna desmontó y dejó que su corcel bebiera en un charco estancado, mientras ella recorría la explanada con paso seguro, la capa ondeando tras de sí. Era extraño cómo incluso la quietud de Harrenhal parecía doblegarse a su presencia, como si las piedras mismas reconocieran en ella un espíritu afín. Y entonces lo vio, en la espesura del bosque. Un hombre. El caballo que lo acompañaba apenas se mantenía en pie, las costillas marcadas bajo la piel sucia. El propio hombre parecía más muerto que vivo: sucio, maltrecho, con la ropa hecha jirones. Un caballero despojado de todo salvo de la sombra de lo que había sido. Valenna no se movió de inmediato. Lo observó en silencio, con esa mirada calculadora que lo diseccionaba todo. No era compasión lo que encendía su curiosidad, sino la certeza de estar ante una pieza caída en el tablero. Un hombre a punto de perecer no era nada… a menos que alguien decidiera darle un propósito. Se acercó despacio, las botas aplastando la grava húmeda, hasta que la silueta del desconocido estuvo lo bastante cerca como para distinguir el peso de su armadura, el emblema apenas reconocible bajo la suciedad. El caballo relinchó con debilidad, y Valenna posó una mano sobre el cuello del animal, calmándolo. Después, sus ojos se alzaron hacia él. —Estáis muy lejos de vuestra casa... Vuestro caballo apenas se tiene en pie. Al igual que vos... —se paseó a su alrededor, rodeándolo, observándolo—. ¿Quién es el afortunado hombre al que voy a salvarle la vida?
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    ¡Hola! Estoy buscando gente interesada en llevar uno o ambos personajes de esta búsqueda (info + abajo)

    IMPORTANTE: Con esta cuenta no busco OTP, sino desarrollar la historia principal de mi personaje, junto a los pjs más importantes de su canon.

    FICHA DE SERENNA VELARYON: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon
    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Búsqueda de personajes:

    🢒 TYRION LANNISTER:

    𝄄 ↳ Tyrion siente un interés genuino y complejo hacia Serenna: es una de las pocas personas en la corte, y fiel a su padre, que lo trata con respeto e incluso con cariño. Lo que le otorga un papel importante en su vida, aunque Cersei siempre interfiera.

    Entre ambos habría complicidad intelectual y tensión (ironías, confesiones, debates). Tyrion sabe que ella está enamorada de su padre, pero actualmente aún no se lo ha dicho a Serenna. Podrían explorarse estos temas inrol.

    🢒 TYWIN LANNISTER

    𝄄 ↳ Serenna está enamorada de Tywin, aunque, fiel a su canon, él no corresponderá ese amor de manera explícita. [Por lo tanto, no sería una OTP, ni un SHIP, sino explorar la relación tormentosa de los dos como pupila-mentor. Aunque Serenna sí tenga sentimientos por él.

    Tywin actúa como su protector, siempre teniendo el control, dejando entrever matices que muestran cómo Serenna llega a importarle más de lo que nunca llegaría a admitir.

    (POSIBILIDAD DE OTP CON VELENNA VELARYON, LA MADRE DE SERENNA. Rol del pasado, flashbacks. Ejemplo: https://ficrol.com/blogs/295874/1-La-mujer)

    La historia de ambos personajes junto a sus relaciones está explicada en la ficha del personaje: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻
    Qué busco:

    ⟡ Desarrollar la historia y el canon de mi personaje.

    ⟡ Respeto al canon.

    ⟡ Agilidad en las respuestas (valoro mucho que podamos responder seguido para que la trama avance con fluidez).

    ⟡ Escritura cuidada, con énfasis en subtexto, intriga política y emociones contenidas.

    ⟡ Compromiso para desarrollar tramas largas con evolución real de personajes.
    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Lo que ofrezco:

    ⟡ Escritura detallada, inmersiva y literaria (me inspiro en el estilo de la saga).

    ⟡ Desarrollo profundo de personajes, respetando tanto a los canon como a los originales.

    ⟡ Constancia y comunicación para planear giros y mantener coherencia narrativa.

    ⟡ Flexibilidad y creatividad para adaptar las tramas a las ideas de ambos.
    ¡Hola! Estoy buscando gente interesada en llevar uno o ambos personajes de esta búsqueda (info + abajo) IMPORTANTE: Con esta cuenta no busco OTP, sino desarrollar la historia principal de mi personaje, junto a los pjs más importantes de su canon. FICHA DE SERENNA VELARYON: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ 🔎 Búsqueda de personajes: 🢒 TYRION LANNISTER: 𝄄 ↳ Tyrion siente un interés genuino y complejo hacia Serenna: es una de las pocas personas en la corte, y fiel a su padre, que lo trata con respeto e incluso con cariño. Lo que le otorga un papel importante en su vida, aunque Cersei siempre interfiera. Entre ambos habría complicidad intelectual y tensión (ironías, confesiones, debates). Tyrion sabe que ella está enamorada de su padre, pero actualmente aún no se lo ha dicho a Serenna. Podrían explorarse estos temas inrol. 🢒 TYWIN LANNISTER 𝄄 ↳ Serenna está enamorada de Tywin, aunque, fiel a su canon, él no corresponderá ese amor de manera explícita. [Por lo tanto, no sería una OTP, ni un SHIP, sino explorar la relación tormentosa de los dos como pupila-mentor. Aunque Serenna sí tenga sentimientos por él. Tywin actúa como su protector, siempre teniendo el control, dejando entrever matices que muestran cómo Serenna llega a importarle más de lo que nunca llegaría a admitir. (POSIBILIDAD DE OTP CON VELENNA VELARYON, LA MADRE DE SERENNA. Rol del pasado, flashbacks. Ejemplo: https://ficrol.com/blogs/295874/1-La-mujer) La historia de ambos personajes junto a sus relaciones está explicada en la ficha del personaje: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ ✨ Qué busco: ⟡ Desarrollar la historia y el canon de mi personaje. ⟡ Respeto al canon. ⟡ Agilidad en las respuestas (valoro mucho que podamos responder seguido para que la trama avance con fluidez). ⟡ Escritura cuidada, con énfasis en subtexto, intriga política y emociones contenidas. ⟡ Compromiso para desarrollar tramas largas con evolución real de personajes. ⸻⸻⸻⸻⸻⸻ ✨ Lo que ofrezco: ⟡ Escritura detallada, inmersiva y literaria (me inspiro en el estilo de la saga). ⟡ Desarrollo profundo de personajes, respetando tanto a los canon como a los originales. ⟡ Constancia y comunicación para planear giros y mantener coherencia narrativa. ⟡ Flexibilidad y creatividad para adaptar las tramas a las ideas de ambos.
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  • No recuerdo cuando fue la última vez que hice esto.... por la tierra... la vida se me acabará y jamás le mostré un poco de lo que me a enseñado....

    -se puso la ropa de una de las víctimas de sacrificio que envío a elsu esposo, trataba de cambiar un poco de ambiente incluso el mismo es consiente de que no está haciendo un buen trabajo como hombre, pareja amigo y esposo. Sigiloso se acercó a su desprevenida pareja lo suficiente hasta poder agarrarlo por la cintura y danzar con el mientras le cantaba -

    https://youtu.be/lKonrztn8fs?si=sU3t0hLtzLmU7_Bt

    Si pudiera comenzar a ser
    La mitad de lo que crees de mí
    Cualquier cosa, podría hacer
    Y podría aprender a amar

    -deslizo una roza negra quizás alguna demoníaca que algún rey le regaló a un cervatillo (? Deslizó la rosa entre los labios del rey evitando que hablara-

    Cuando veo que actúas así
    Me pregunto cuándo volverás
    Cualquier cosa, podría hacer
    Y podría aprender a amar
    Como tú

    Como, como tú

    Siempre creí que sería malo
    Y ahora sé que es verdad
    Porque tú eres tan bueno
    Y no soy como tú

    -deslizo un dedo acariciando los carnosos labios bajando la yema a su cuello hasta topar con su pecho jugueteando con la pálida piel -

    Te has ido hoy
    Y yo te adoro
    Quisiera saber
    ¿Qué te hace pensar que, especial, soy?

    Si pudiera comenzar a ser
    Algo que esté bien para ti
    Cualquier cosa, podría hacer
    Y podría aprender a amar

    Cuando veo que actúas así
    Me pregunto cuándo volverás
    Cualquier cosa, podría hacer
    Y podría aprender a amar como tú

    Como tú
    Amarme como tú

    -sonrio terminando por robar un fugaz beso a sus labios a pasado mucho tiempo desde que hizo una serenata. Espera no ser tan cursi ?-

    Lucifer 𝕾𝖆𝖒𝖆𝖊𝖑 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗

    No recuerdo cuando fue la última vez que hice esto.... por la tierra... la vida se me acabará y jamás le mostré un poco de lo que me a enseñado.... -se puso la ropa de una de las víctimas de sacrificio que envío a elsu esposo, trataba de cambiar un poco de ambiente incluso el mismo es consiente de que no está haciendo un buen trabajo como hombre, pareja amigo y esposo. Sigiloso se acercó a su desprevenida pareja lo suficiente hasta poder agarrarlo por la cintura y danzar con el mientras le cantaba - https://youtu.be/lKonrztn8fs?si=sU3t0hLtzLmU7_Bt Si pudiera comenzar a ser La mitad de lo que crees de mí Cualquier cosa, podría hacer Y podría aprender a amar -deslizo una roza negra quizás alguna demoníaca que algún rey le regaló a un cervatillo (? Deslizó la rosa entre los labios del rey evitando que hablara- Cuando veo que actúas así Me pregunto cuándo volverás Cualquier cosa, podría hacer Y podría aprender a amar Como tú Como, como tú Siempre creí que sería malo Y ahora sé que es verdad Porque tú eres tan bueno Y no soy como tú -deslizo un dedo acariciando los carnosos labios bajando la yema a su cuello hasta topar con su pecho jugueteando con la pálida piel - Te has ido hoy Y yo te adoro Quisiera saber ¿Qué te hace pensar que, especial, soy? Si pudiera comenzar a ser Algo que esté bien para ti Cualquier cosa, podría hacer Y podría aprender a amar Cuando veo que actúas así Me pregunto cuándo volverás Cualquier cosa, podría hacer Y podría aprender a amar como tú Como tú Amarme como tú -sonrio terminando por robar un fugaz beso a sus labios a pasado mucho tiempo desde que hizo una serenata. Espera no ser tan cursi ?- [LuciHe11]
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  • Desde la altura de las escaleras del templo, la Shogun contemplaba el paisaje sereno de Inazuma, pero su mente estaba atrapada en un torbellino de emociones. Scaramouche había estado en sus pensamientos desde aquel acercamiento inesperado, una breve pero intensa conexión que había desafiado las barreras que ambos habían construido a lo largo del tiempo.

    La Shogun se preguntaba si realmente podrían superar los muros que los separaban, si Scaramouche estaría dispuesto a darle una oportunidad a lo que podría ser una nueva vida, un nuevo camino para los dos, una posible reconciliación entre creadora y su hijo.
    Desde la altura de las escaleras del templo, la Shogun contemplaba el paisaje sereno de Inazuma, pero su mente estaba atrapada en un torbellino de emociones. Scaramouche había estado en sus pensamientos desde aquel acercamiento inesperado, una breve pero intensa conexión que había desafiado las barreras que ambos habían construido a lo largo del tiempo. La Shogun se preguntaba si realmente podrían superar los muros que los separaban, si Scaramouche estaría dispuesto a darle una oportunidad a lo que podría ser una nueva vida, un nuevo camino para los dos, una posible reconciliación entre creadora y su hijo.
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    BATTLE OF GODS
    Shein William Ishtar vs Zalgo – El Juicio del Fin

    Escenario
    El campo de batalla se abre en el Vacío Interdimensional, donde los universos colisionan y la realidad se fragmenta. El suelo está formado por esquirlas de mundos destruidos, flotando en un océano de sombras y luz. En el horizonte se percibe un sol negro que late como un corazón cósmico, y cada pulso retumba en el alma de los combatientes.

    El Choque
    El aire se quiebra cuando Zalgo desgarra el plano dimensional, emergiendo como una figura monstruosa, una amalgama de caos y horror viviente. Sus múltiples ojos rojos laten como estrellas moribundas, y su mera presencia hace sangrar el espacio-tiempo.

    Frente a él, con serenidad imperturbable, aparece Shein William Ishtar, el Primer Rey de la Casa Ishtar, envuelto en un aura plateada que brilla como mil lunas. Sus pasos resuenan con el peso de eras enteras, su mirada firme, como quien ha visto el inicio y el fin de todo.

    Un estruendo rompe el vacío: la colisión de divinidad contra el horror primordial.

    Habilidades
    Shein William Ishtar (Clan Ishtar)
    ⁕ Dominio del Tiempo y Espacio: controla las corrientes del tiempo, ralentizando o acelerando momentos críticos.
    ⁕ Espada de Estrellas: su arma materializa fragmentos de constelaciones, cortando no solo la materia, sino la esencia misma.
    ⁕ Aura Protectora Familiar: invoca un escudo indestructible alimentado por el juramento de proteger a su linaje.
    ⁕ Presencia Real: su simple existir somete la voluntad de aquellos que intentan desafiarlo.

    ✡ Zalgo (Primordial)
    ✠ Corrupción del Plano: distorsiona la realidad, volviendo la cordura polvo y el orden un espejismo.
    ✠ Ojo del Horror: mirar su rostro condena la mente a la locura eterna.
    ✠ Rugido del Fin: su grito es capaz de extinguir mundos enteros y hacer temblar dimensiones.
    ✠ Eterno Caos: no puede ser destruido por completo, pues su esencia es la del miedo mismo.

    El Clímax

    El enfrentamiento se intensifica. Zalgo lanza tentáculos de oscuridad cósmica que desgarran planetas flotantes en un instante, pero Shein contraataca, congelando el tiempo alrededor y partiendo la corrupción con su espada estelar.

    Los rugidos del Primordial resuenan como mil apocalipsis, pero la voz calmada de Shein, recitando un juramento ancestral, corta el caos mismo. La batalla se convierte en un baile de creación contra destrucción, de orden contra locura.

    El Ganador
    Al final, el vacío se silencia.
    Shein William Ishtar, aunque herido y marcado por la corrupción, se alza victorioso. Su convicción inquebrantable y su vínculo con la Casa Ishtar le otorgan la fuerza de lo imposible: someter a Zalgo y sellarlo nuevamente en su dimensión.

    No obstante, el precio es alto: cada vez que el sello se debilite, Zalgo intentará regresar, y solo un Ishtar podrá detenerlo.
    ⚔️ BATTLE OF GODS Shein William Ishtar vs Zalgo – El Juicio del Fin 🌌 Escenario El campo de batalla se abre en el Vacío Interdimensional, donde los universos colisionan y la realidad se fragmenta. El suelo está formado por esquirlas de mundos destruidos, flotando en un océano de sombras y luz. En el horizonte se percibe un sol negro que late como un corazón cósmico, y cada pulso retumba en el alma de los combatientes. 🔥 El Choque El aire se quiebra cuando Zalgo desgarra el plano dimensional, emergiendo como una figura monstruosa, una amalgama de caos y horror viviente. Sus múltiples ojos rojos laten como estrellas moribundas, y su mera presencia hace sangrar el espacio-tiempo. Frente a él, con serenidad imperturbable, aparece Shein William Ishtar, el Primer Rey de la Casa Ishtar, envuelto en un aura plateada que brilla como mil lunas. Sus pasos resuenan con el peso de eras enteras, su mirada firme, como quien ha visto el inicio y el fin de todo. Un estruendo rompe el vacío: la colisión de divinidad contra el horror primordial. ⚔️ Habilidades Shein William Ishtar (Clan Ishtar) ⁕ Dominio del Tiempo y Espacio: controla las corrientes del tiempo, ralentizando o acelerando momentos críticos. ⁕ Espada de Estrellas: su arma materializa fragmentos de constelaciones, cortando no solo la materia, sino la esencia misma. ⁕ Aura Protectora Familiar: invoca un escudo indestructible alimentado por el juramento de proteger a su linaje. ⁕ Presencia Real: su simple existir somete la voluntad de aquellos que intentan desafiarlo. ✡ Zalgo (Primordial) ✠ Corrupción del Plano: distorsiona la realidad, volviendo la cordura polvo y el orden un espejismo. ✠ Ojo del Horror: mirar su rostro condena la mente a la locura eterna. ✠ Rugido del Fin: su grito es capaz de extinguir mundos enteros y hacer temblar dimensiones. ✠ Eterno Caos: no puede ser destruido por completo, pues su esencia es la del miedo mismo. ⚡ El Clímax El enfrentamiento se intensifica. Zalgo lanza tentáculos de oscuridad cósmica que desgarran planetas flotantes en un instante, pero Shein contraataca, congelando el tiempo alrededor y partiendo la corrupción con su espada estelar. Los rugidos del Primordial resuenan como mil apocalipsis, pero la voz calmada de Shein, recitando un juramento ancestral, corta el caos mismo. La batalla se convierte en un baile de creación contra destrucción, de orden contra locura. 🏆 El Ganador Al final, el vacío se silencia. Shein William Ishtar, aunque herido y marcado por la corrupción, se alza victorioso. Su convicción inquebrantable y su vínculo con la Casa Ishtar le otorgan la fuerza de lo imposible: someter a Zalgo y sellarlo nuevamente en su dimensión. No obstante, el precio es alto: cada vez que el sello se debilite, Zalgo intentará regresar, y solo un Ishtar podrá detenerlo.
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  • Vestigia
    Sacrificio .

    Dime tú Basilio porque estás triste, te conozco yo desde que eras apenas un niño, te he visto pelear, derramar tu sangre y también castigar, pero nunca triste, nunca perdido, dime tú señor Rey de las bestias que es aquello que tú alma ha empañado de tristeza .

    Así fue la interrogante de la dama Carei sacerdotisa del credo Basilio al ver ella con sus ojos al joven Rey que sostiene en sus manos una rosa ya marchita, una rosa de aquellas azules que en las noches brillan como hermosas estrellas .

    - Yacarei .. dime qué debo hacer, quisiera verla una vez más, así sea una última vez, de ella no tuve el valor para despedirme, y como hacerlo si aún lejos nuestros cuerpos, el corazón es uno y el alma mía y la suya se mantienen abrazadas sin importar toda esta distancia .

    " Sin valor para mirar a la mujer que le habla, Zet pronunció sus palabras sin apartar mirada de aquella flor que parecía ya estar muerta .

    La dama recoge un poco su vestido y se inclina para acercarse más al Basilio, dobla sus rodillas pues aquel joven y atribulado Rey estaba sentado a la orilla de un arrollo, los labios de la dama se acercaron al oido del Dragón y susurraron suavemente .

    * Dame tus ojos, sabes bien que ese es mi más codiciado tesoro, dame tus ojos, aquellos que ven la mentira en el rostro y las malas intenciones que se ocultan en las palabras bondadosas, dame tu don para ver la verdad, entonces yo te llevaré con ella, un momento y nada más un instante, entonces dime, eso lo vale ??

    " El Basilio se ha puesto de pie y a lanzado la flor al arrollo .

    - Por cinco minutos daría hasta la última gota de mi sangre, llévame y mis ojos serán tuyos .

    " La mujer se puso de pie, se acercó por la espalda del varón y lo abrazo rodeado con sus delicadas manos la cintura del Rey Dragón .

    * Si no te escuchará yo con mi propio oído no creería que esas palabras fueran pronunciadas por tu boca, te vez tan tierno tan frágil, entonces tenemos un trato ??

    " Yacarei la sacerdotisa de los Basilios siempre había deseado el poder que habita en los ojos del Rey Zet, por esa razón, como una serpiente la mujer se desliza por la herida y con dulces palabras y gestos lo cautiva .

    - Que así sea ..

    " Y así fue, la mujer de inmediato abrió un portal en medio del arrollo conjurando palabras y magia antigua, del otro lado se veía con claridad una recamara, al Basilio le llegó el perfume de la mujer que ama y sin pensarlo atraviesa el portal, del otro lado ella estaba, recostada en su cama, en sus mejillas unas manchas al parecer había derramado unas cuantas lágrimas, dormida, serena y tranquila arropada en una gruesa cobija, Zet se acercó lentamente se subió a la cama, le beso la frente le abrazo con ternura y al oído de la rubia él susurro .

    - Te amo, te amare por siempre y un día más, renuncio a mi poder pero no al amor que tú hiciste nacer .

    " Aquel gran amor del Basilio es en todo contraria a el, es una mujer de luz, de gran belleza, de fortaleza como ninguna otra, Él la llama Reina Leona, de cabellos rubios, el azul es su color favorito, el eterno amor del Tirano Rey de los Dragones Basilios .

    Como un consuelo y despedida la sacerdotisa le regaló al Basilio toda la noche, pero no le permitió despertar a la mujer que amaba, solo estar ahí, solo acompañarla, el Basilio la abrazó y durmió a su lado, al caer la mañana antes de que los ojos de ella se abrieran el cuerpo del Dragón desapareció, dejando en la cama la figura de su cuerpo y su aroma en la recamara .
    Mil veces el Basilio susurro al oído de la mujer que le perdonara, y le dijo también que quizás nunca más la volvería a ver, pero que él nunca la olvidaría, repitió también, mi amor será eterno y si un día te hago falta mira las estrellas, yo estaré siempre en medio de ellas .
    La noche terminó, el Basilio regresó al arrollo, lloro amargamente y como fue pactado el poder de aquel que todo lo ve le fue entregado a la sacerdotisa .

    * Te diré que con esto has firmado tu sentencia de muerte, aquellos que alguna vez te tuvieron miedo ahora vendrán por tu cabeza .

    " Aconteció después de sus palabras que la mujer desapareció como una sombra blanca que se desvanece con la suave brisa del viento .

    " El Basilio miró al cielo, saco un cigarro lo encendió y con una sonrisa simplemente respondió .

    - Diles tu dónde estoy, Diles dónde encontrarme que yo los esperare con ansias, y Diles también que vengan preparados para morir, porque yo estoy herido pero no derrotado .

    Vestigia Sacrificio . Dime tú Basilio porque estás triste, te conozco yo desde que eras apenas un niño, te he visto pelear, derramar tu sangre y también castigar, pero nunca triste, nunca perdido, dime tú señor Rey de las bestias que es aquello que tú alma ha empañado de tristeza . Así fue la interrogante de la dama Carei sacerdotisa del credo Basilio al ver ella con sus ojos al joven Rey que sostiene en sus manos una rosa ya marchita, una rosa de aquellas azules que en las noches brillan como hermosas estrellas . - Yacarei .. dime qué debo hacer, quisiera verla una vez más, así sea una última vez, de ella no tuve el valor para despedirme, y como hacerlo si aún lejos nuestros cuerpos, el corazón es uno y el alma mía y la suya se mantienen abrazadas sin importar toda esta distancia . " Sin valor para mirar a la mujer que le habla, Zet pronunció sus palabras sin apartar mirada de aquella flor que parecía ya estar muerta . La dama recoge un poco su vestido y se inclina para acercarse más al Basilio, dobla sus rodillas pues aquel joven y atribulado Rey estaba sentado a la orilla de un arrollo, los labios de la dama se acercaron al oido del Dragón y susurraron suavemente . * Dame tus ojos, sabes bien que ese es mi más codiciado tesoro, dame tus ojos, aquellos que ven la mentira en el rostro y las malas intenciones que se ocultan en las palabras bondadosas, dame tu don para ver la verdad, entonces yo te llevaré con ella, un momento y nada más un instante, entonces dime, eso lo vale ?? " El Basilio se ha puesto de pie y a lanzado la flor al arrollo . - Por cinco minutos daría hasta la última gota de mi sangre, llévame y mis ojos serán tuyos . " La mujer se puso de pie, se acercó por la espalda del varón y lo abrazo rodeado con sus delicadas manos la cintura del Rey Dragón . * Si no te escuchará yo con mi propio oído no creería que esas palabras fueran pronunciadas por tu boca, te vez tan tierno tan frágil, entonces tenemos un trato ?? " Yacarei la sacerdotisa de los Basilios siempre había deseado el poder que habita en los ojos del Rey Zet, por esa razón, como una serpiente la mujer se desliza por la herida y con dulces palabras y gestos lo cautiva . - Que así sea .. " Y así fue, la mujer de inmediato abrió un portal en medio del arrollo conjurando palabras y magia antigua, del otro lado se veía con claridad una recamara, al Basilio le llegó el perfume de la mujer que ama y sin pensarlo atraviesa el portal, del otro lado ella estaba, recostada en su cama, en sus mejillas unas manchas al parecer había derramado unas cuantas lágrimas, dormida, serena y tranquila arropada en una gruesa cobija, Zet se acercó lentamente se subió a la cama, le beso la frente le abrazo con ternura y al oído de la rubia él susurro . - Te amo, te amare por siempre y un día más, renuncio a mi poder pero no al amor que tú hiciste nacer . " Aquel gran amor del Basilio es en todo contraria a el, es una mujer de luz, de gran belleza, de fortaleza como ninguna otra, Él la llama Reina Leona, de cabellos rubios, el azul es su color favorito, el eterno amor del Tirano Rey de los Dragones Basilios . Como un consuelo y despedida la sacerdotisa le regaló al Basilio toda la noche, pero no le permitió despertar a la mujer que amaba, solo estar ahí, solo acompañarla, el Basilio la abrazó y durmió a su lado, al caer la mañana antes de que los ojos de ella se abrieran el cuerpo del Dragón desapareció, dejando en la cama la figura de su cuerpo y su aroma en la recamara . Mil veces el Basilio susurro al oído de la mujer que le perdonara, y le dijo también que quizás nunca más la volvería a ver, pero que él nunca la olvidaría, repitió también, mi amor será eterno y si un día te hago falta mira las estrellas, yo estaré siempre en medio de ellas . La noche terminó, el Basilio regresó al arrollo, lloro amargamente y como fue pactado el poder de aquel que todo lo ve le fue entregado a la sacerdotisa . * Te diré que con esto has firmado tu sentencia de muerte, aquellos que alguna vez te tuvieron miedo ahora vendrán por tu cabeza . " Aconteció después de sus palabras que la mujer desapareció como una sombra blanca que se desvanece con la suave brisa del viento . " El Basilio miró al cielo, saco un cigarro lo encendió y con una sonrisa simplemente respondió . - Diles tu dónde estoy, Diles dónde encontrarme que yo los esperare con ansias, y Diles también que vengan preparados para morir, porque yo estoy herido pero no derrotado .
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