• AHHH la reconcha de tu madiendisnsjdn!!!
    -estaba probando la primera tarta que hizo-
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  • 𝒀𝒐𝒖 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒔𝒖𝒄𝒉 𝒂 𝒉𝒊𝒈𝒉 𝒐𝒑𝒊𝒏𝒊𝒐𝒏 𝒐𝒇 𝒚𝒐𝒖𝒓𝒔𝒆𝒍𝒇
    Fandom Los Bridgerton
    Categoría Otros
    Llevaba varios días con la impresión de que casi no tenía tiempo para ella. La sociedad londinense al comenzar la temporada era agotadora, y parecía no terminar nunca.

    Entre las diversas visitas a la modista, preparar a Edwina para que resplandeciese como merecía, y revisar los potenciales candidatos a su futuro cuñado, Kate necesitaba un tiempo a solas. Y no había ningún momento mejor que a primera hora de la mañana.

    No le había costado demasiado ensillar al caballo, tenía práctica. Y decidió dejarse el pelo medio recogido con una trenza. Lo que no pensaba hacer era despertar a alguna doncella para que la ayudase a vestirse.
    Enfundada en una capa, se abrió paso galopando, con el aire fresco de la mañana golpeando su rostro.

    Fue cogiendo más y más velocidad, y por eso ni se fijó en que 𝐀𝐍𝐓𝐇𝐎𝐍𝐘 𝐁𝐑𝐈𝐃𝐆𝐄𝐑𝐓𝐎𝐍 también se encontraba por allí.
    Llevaba varios días con la impresión de que casi no tenía tiempo para ella. La sociedad londinense al comenzar la temporada era agotadora, y parecía no terminar nunca. Entre las diversas visitas a la modista, preparar a Edwina para que resplandeciese como merecía, y revisar los potenciales candidatos a su futuro cuñado, Kate necesitaba un tiempo a solas. Y no había ningún momento mejor que a primera hora de la mañana. No le había costado demasiado ensillar al caballo, tenía práctica. Y decidió dejarse el pelo medio recogido con una trenza. Lo que no pensaba hacer era despertar a alguna doncella para que la ayudase a vestirse. Enfundada en una capa, se abrió paso galopando, con el aire fresco de la mañana golpeando su rostro. Fue cogiendo más y más velocidad, y por eso ni se fijó en que [CROCODILCROCK] también se encontraba por allí.
    Tipo
    Individual
    Líneas
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    Estado
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  • '╭❥ Yo si no conociera la verguenza, cuando te vi la primera vez (?) Dustin Kristensen
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  • En una mañana, Mai se encontraba en la biblioteca, todo el ambiente esta tranquilo y en silencio, mientras ella camina en los alrededores de este lugar, observa a la gente leyendo y sentados. Mai mientras caminaba en el sitio, se sentía algo que no la podían ver aunque ella todavía no lo confirma aún mientras averigua dentro del sitio, hasta que de un momento, una persona se coloca enfrente de ella con un rostro lleno de curiosidad sin decirle algo y Mai es la primera en hablar dudando porque la miraba de reojo

    — Hola ¿se te ofrece algo?
    En una mañana, Mai se encontraba en la biblioteca, todo el ambiente esta tranquilo y en silencio, mientras ella camina en los alrededores de este lugar, observa a la gente leyendo y sentados. Mai mientras caminaba en el sitio, se sentía algo que no la podían ver aunque ella todavía no lo confirma aún mientras averigua dentro del sitio, hasta que de un momento, una persona se coloca enfrente de ella con un rostro lleno de curiosidad sin decirle algo y Mai es la primera en hablar dudando porque la miraba de reojo — Hola ¿se te ofrece algo?
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  • //Llegó tarde pero #SeductiveSunday //

    𝕸𝖊𝖒𝖔𝖗𝖎𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖅𝖔𝖗𝖗𝖔 - 𝐊𝐚𝐳𝐮𝐨

    Quería consumirla, poseerla y, al mismo
    tiempo, temía la intensidad con la que sentía todo aquello.

    Una vez... Tan solo tuve que percibir su aroma una sola vez para dejarme atrapar de una forma que, en ese momento, no sabría nombrar. Olía a tierra, pino, sol; una sinfonía de olores que se alojaban en la parte trasera de mi paladar, provocando que incluso pudiera saborearlo, una efervescencia que explotaba en mi boca como una gota de agua al caer sobre suelo firme. Olía a montaña, olía a mi hogar. ¿Pero qué era esto? No había explicación ni lógica. Su cercanía provocó en mi cuerpo una auténtica hecatombe, una reacción en cadena con un desenlace frustrante. No sería hasta dos años después de abstinencia cuando pudiera emborracharme de aquella esencia que tan hondo había calado en mí.

    Cuando ese mar carmesí que tenía como ojos me engulló, al mismo tiempo que ese aroma, algo en mí se rompió. Era como si, en ese mismo segundo, el aire hubiera abandonado mis pulmones, porque solo querían oxigenarse con el aire impregnado de aquel aroma adictivo. Mis pupilas se dilataban como dos cuencas negras, mi piel se erizaba, y mi pecho cabalgaba en una desenfrenada carrera, sin un fin concreto en aquel inmenso horizonte de mi mente. Por primera vez en siglos, no era capaz de controlar la vorágine de sensaciones que se agolpaban, una tras otra, aporreando mi cabeza en un intento desesperado de abrirse paso, de intentar buscar una explicación para aquella sensación tan abrumadora.

    Sus ojos, su pelo, su piel, sus labios, su voz... su olor. Todo me atraía como una polilla es atraída por la luz, de una forma ciega y resignada, pues el resplandor no me dejaba ver más allá de mis narices. No soy un hombre común; Soy un zorro, hijo de Inari e hijo del bosque. Mis sentidos van más allá de lo común; para mí, un aroma, un sabor, puede tener más significado que una historia contada con palabras. Aquel olor me evocaba deseo, anhelo, hambre, peligro... un peligro al que, contra todo pronóstico, hice caso omiso, porque necesitaba impregnarme de aquella esencia y no dejaría escapar la más mínima oportunidad.

    La fuerza empleada para no dejar que mis instintos más primitivos, más salvajes, más animales, se abalanzaran sobre aquella mujer era hercúlea. Una fuerza que iba en contra de todo lo que mi cuerpo pedía a gritos. Ella... La deseaba; joder, la acababa de conocer y todo mi ser la reclamaba de una forma tan voraz que ni siquiera me dejaba pensar con claridad. Era como encontrar algo que no sabías que habías perdido, y que de pronto te arrebatan para luego volver a desaparecer.

    Cuando, al día siguiente, solo percibí los matices residuales de su ausencia, sentí que algo de mí había sido arrancado. Dirigí mis pasos a la habitación donde había dormido aquella noche. El futón, perfectamente recogido, y el yukata que le había prestado, cuidadosamente doblado a su lado. Me adentré, e inmediatamente su aroma me abofeteó la cara como un oleaje salvaje que rompía contra un acantilado. Me arrodillé junto a las pertenencias prestadas y devueltas. Sin poder contenerme, tomé aquel yukata entre mis manos, llevando aquella fina seda a mi rostro. Entonces inhalé profundamente, hundiendo mi rostro entre las telas de la prenda que horas antes, Elizabeth se había puesto. Memoricé cada matiz que me recordaba a la montaña, esa mezcla de olores terrosos que me embriagaban y me hacían entrar en un estado febril. Mis puños se cerraban en aquella tela, apretándola con tanta fuerza que mis nudillos se ponían blancos del esfuerzo. Mi cuerpo languidecía hasta dejarse caer sobre el futón donde ella había dormido la noche anterior. Aún con el yukata en mis manos apretadas, me deslicé por las sábanas y la colcha de dicho futón. Olía a ella; toda su esencia estaba en aquellos simples objetos. Quería adherir aquel olor a mi piel, volverlo parte de la mía. Parecía un gato que se retuerce en una zona que desea marcar con su olor.

    Para cualquier persona normal, aquel acto podría catalogarse como propio de alguien pervertido, tóxico o incluso enfermizo. Pero para mí, un zorro, aquel olor me hacía entrar en colapso, en un frenesí incontrolable y en constante ebullición. No se le puede pedir a un felino que no reaccione a la nepeta, ni impedir que una mariposa se sienta atraída por las feromonas de una hermosa flor. Para mí, era exactamente lo mismo; aquel aroma provocaba una reacción química en todo mi cuerpo, llevándolo a una excitación acalorada, intensa e irrefrenable.

    Cada noche volvía a emborracharme de la fragancia que aquella mujer de cabellos de fuego había dejado de forma inocente. Me imaginaba estar con ella, enredados en aquellas sábanas, y no podía evitar sentir ese placer tan exquisito. Lo hice hasta que su olor se disipó con el paso del tiempo. Durante dos largos años, iba cada noche al mismo punto donde la conocí por primera vez, con la esperanza de volver a verla, de volver a olerla. En mi forma de gran zorro blanco, corría montaña arriba, intentando encontrar aquellos olores que tanto me recordaban aquellos parajes. Pero... no, nada era igual, nada era comparable a aquel olor que tanto anhelaba y que jamás se borraría de mi memoria. La espera había sido dolorosa. Una agonía que apenas podía soportar en aquellas noches de soledad, donde solo podía consolarme lastimosamente a mí mismo, imaginando cómo sería que mi boca recorriera cada parte de su cuerpo. Estaba enfermo, enfermo por no poder engullir la medicina que necesitaba para sanar. Y esa medicina era ella.

    Durante el tiempo que pasó sin su presencia, no era capaz de mantener otros encuentros íntimos con otros seres. Ni las mujeres ni los hombres con los que normalmente conseguía "satisfacer" mis deseos me provocaban la más mínima reacción de anhelo. No era difícil para mí obtener placer ajeno, de hecho, era realmente fácil. Mi presencia causaba esa necesidad primitiva de deseo cuando mis labios seducían con un suave ronroneo. Pero cuando todo iba a culminar, mi cuerpo rechazaba aquel contacto. Todo mi ser aborrecía en ese último momento aquello que no estaba relacionado con aquella esencia que se había alojado en mi mente. Por lo tanto, finalmente desistí de tener y buscar cualquier tipo de relación carnal. Prefería autocomplacerme pensando en cómo sabrían sus labios en mi boca, cómo se sentiría su piel bajo las yemas de mis dedos, cómo su olor inundaría mi olfato hasta entrar en mi lengua.

    Cuando al fin la tuve tan cerca nuevamente, sentí que su sola presencia desataba algo violento dentro de mí, un sofoco que emergía desde lo más profundo de mi ser y que solo sería aplacado con el consumo de aquella mujer. Mía... Deseaba hacerla mía de todas las formas posibles, que su aroma quedara impregnado en mi cuerpo y que el mío quedara impregnado en el suyo. Dejarme llevar por mi lado más salvaje y animal; dejar que mis colmillos ansiosos marcaran cada zona de su piel, reclamando lo que quería que fuera mío. En cada encuentro no podía hacer más que venerar aquel cuerpo; no podía dejar de arrodillarme ante ella. Lo que me hizo rendirme al completo fue saber más, conocer quién estaba debajo de todas esas sensaciones primitivas, hizo que me volviera siervo de lo que ella representaba. Y lo que representaba, era todo para mí, como si todo lo anterior a ella se quedara en la nada.

    Ahora que es mía y yo soy suyo, me doy cuenta de que jamás podría curarme de su adicción. Era mi opio, mi droga recurrente y de la que no deseaba desintoxicarme. De hecho, al contrario, quería intoxicarme por cada poro de mi piel. Fundirme a su cuerpo hasta que no se supiera dónde empezaba el mío y dónde terminaba el de ella.

    A veces considero que peco de soberbio y posesivo si el tema a discutir se trata de Elizabeth, faltando enormemente a lo que es mi ética como mensajero de Inari. Pero simplemente no puedo. Estoy tan enfermizamente enamorado, que no hay unas directrices que nos guían para manejar la situación que nos rodea a ambos. Tendremos que ser nosotros mismos quienes vayamos descubriendo a dónde nos lleva esta desenfrenada pasión.

    𝑬𝒍𝒊𝒛𝒂𝒃𝒆𝒕𝒉 ✴ 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅𝒇𝒍𝒂𝒎𝒆
    //Llegó tarde pero #SeductiveSunday // 𝕸𝖊𝖒𝖔𝖗𝖎𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖅𝖔𝖗𝖗𝖔 - 𝐊𝐚𝐳𝐮𝐨 Quería consumirla, poseerla y, al mismo tiempo, temía la intensidad con la que sentía todo aquello. Una vez... Tan solo tuve que percibir su aroma una sola vez para dejarme atrapar de una forma que, en ese momento, no sabría nombrar. Olía a tierra, pino, sol; una sinfonía de olores que se alojaban en la parte trasera de mi paladar, provocando que incluso pudiera saborearlo, una efervescencia que explotaba en mi boca como una gota de agua al caer sobre suelo firme. Olía a montaña, olía a mi hogar. ¿Pero qué era esto? No había explicación ni lógica. Su cercanía provocó en mi cuerpo una auténtica hecatombe, una reacción en cadena con un desenlace frustrante. No sería hasta dos años después de abstinencia cuando pudiera emborracharme de aquella esencia que tan hondo había calado en mí. Cuando ese mar carmesí que tenía como ojos me engulló, al mismo tiempo que ese aroma, algo en mí se rompió. Era como si, en ese mismo segundo, el aire hubiera abandonado mis pulmones, porque solo querían oxigenarse con el aire impregnado de aquel aroma adictivo. Mis pupilas se dilataban como dos cuencas negras, mi piel se erizaba, y mi pecho cabalgaba en una desenfrenada carrera, sin un fin concreto en aquel inmenso horizonte de mi mente. Por primera vez en siglos, no era capaz de controlar la vorágine de sensaciones que se agolpaban, una tras otra, aporreando mi cabeza en un intento desesperado de abrirse paso, de intentar buscar una explicación para aquella sensación tan abrumadora. Sus ojos, su pelo, su piel, sus labios, su voz... su olor. Todo me atraía como una polilla es atraída por la luz, de una forma ciega y resignada, pues el resplandor no me dejaba ver más allá de mis narices. No soy un hombre común; Soy un zorro, hijo de Inari e hijo del bosque. Mis sentidos van más allá de lo común; para mí, un aroma, un sabor, puede tener más significado que una historia contada con palabras. Aquel olor me evocaba deseo, anhelo, hambre, peligro... un peligro al que, contra todo pronóstico, hice caso omiso, porque necesitaba impregnarme de aquella esencia y no dejaría escapar la más mínima oportunidad. La fuerza empleada para no dejar que mis instintos más primitivos, más salvajes, más animales, se abalanzaran sobre aquella mujer era hercúlea. Una fuerza que iba en contra de todo lo que mi cuerpo pedía a gritos. Ella... La deseaba; joder, la acababa de conocer y todo mi ser la reclamaba de una forma tan voraz que ni siquiera me dejaba pensar con claridad. Era como encontrar algo que no sabías que habías perdido, y que de pronto te arrebatan para luego volver a desaparecer. Cuando, al día siguiente, solo percibí los matices residuales de su ausencia, sentí que algo de mí había sido arrancado. Dirigí mis pasos a la habitación donde había dormido aquella noche. El futón, perfectamente recogido, y el yukata que le había prestado, cuidadosamente doblado a su lado. Me adentré, e inmediatamente su aroma me abofeteó la cara como un oleaje salvaje que rompía contra un acantilado. Me arrodillé junto a las pertenencias prestadas y devueltas. Sin poder contenerme, tomé aquel yukata entre mis manos, llevando aquella fina seda a mi rostro. Entonces inhalé profundamente, hundiendo mi rostro entre las telas de la prenda que horas antes, Elizabeth se había puesto. Memoricé cada matiz que me recordaba a la montaña, esa mezcla de olores terrosos que me embriagaban y me hacían entrar en un estado febril. Mis puños se cerraban en aquella tela, apretándola con tanta fuerza que mis nudillos se ponían blancos del esfuerzo. Mi cuerpo languidecía hasta dejarse caer sobre el futón donde ella había dormido la noche anterior. Aún con el yukata en mis manos apretadas, me deslicé por las sábanas y la colcha de dicho futón. Olía a ella; toda su esencia estaba en aquellos simples objetos. Quería adherir aquel olor a mi piel, volverlo parte de la mía. Parecía un gato que se retuerce en una zona que desea marcar con su olor. Para cualquier persona normal, aquel acto podría catalogarse como propio de alguien pervertido, tóxico o incluso enfermizo. Pero para mí, un zorro, aquel olor me hacía entrar en colapso, en un frenesí incontrolable y en constante ebullición. No se le puede pedir a un felino que no reaccione a la nepeta, ni impedir que una mariposa se sienta atraída por las feromonas de una hermosa flor. Para mí, era exactamente lo mismo; aquel aroma provocaba una reacción química en todo mi cuerpo, llevándolo a una excitación acalorada, intensa e irrefrenable. Cada noche volvía a emborracharme de la fragancia que aquella mujer de cabellos de fuego había dejado de forma inocente. Me imaginaba estar con ella, enredados en aquellas sábanas, y no podía evitar sentir ese placer tan exquisito. Lo hice hasta que su olor se disipó con el paso del tiempo. Durante dos largos años, iba cada noche al mismo punto donde la conocí por primera vez, con la esperanza de volver a verla, de volver a olerla. En mi forma de gran zorro blanco, corría montaña arriba, intentando encontrar aquellos olores que tanto me recordaban aquellos parajes. Pero... no, nada era igual, nada era comparable a aquel olor que tanto anhelaba y que jamás se borraría de mi memoria. La espera había sido dolorosa. Una agonía que apenas podía soportar en aquellas noches de soledad, donde solo podía consolarme lastimosamente a mí mismo, imaginando cómo sería que mi boca recorriera cada parte de su cuerpo. Estaba enfermo, enfermo por no poder engullir la medicina que necesitaba para sanar. Y esa medicina era ella. Durante el tiempo que pasó sin su presencia, no era capaz de mantener otros encuentros íntimos con otros seres. Ni las mujeres ni los hombres con los que normalmente conseguía "satisfacer" mis deseos me provocaban la más mínima reacción de anhelo. No era difícil para mí obtener placer ajeno, de hecho, era realmente fácil. Mi presencia causaba esa necesidad primitiva de deseo cuando mis labios seducían con un suave ronroneo. Pero cuando todo iba a culminar, mi cuerpo rechazaba aquel contacto. Todo mi ser aborrecía en ese último momento aquello que no estaba relacionado con aquella esencia que se había alojado en mi mente. Por lo tanto, finalmente desistí de tener y buscar cualquier tipo de relación carnal. Prefería autocomplacerme pensando en cómo sabrían sus labios en mi boca, cómo se sentiría su piel bajo las yemas de mis dedos, cómo su olor inundaría mi olfato hasta entrar en mi lengua. Cuando al fin la tuve tan cerca nuevamente, sentí que su sola presencia desataba algo violento dentro de mí, un sofoco que emergía desde lo más profundo de mi ser y que solo sería aplacado con el consumo de aquella mujer. Mía... Deseaba hacerla mía de todas las formas posibles, que su aroma quedara impregnado en mi cuerpo y que el mío quedara impregnado en el suyo. Dejarme llevar por mi lado más salvaje y animal; dejar que mis colmillos ansiosos marcaran cada zona de su piel, reclamando lo que quería que fuera mío. En cada encuentro no podía hacer más que venerar aquel cuerpo; no podía dejar de arrodillarme ante ella. Lo que me hizo rendirme al completo fue saber más, conocer quién estaba debajo de todas esas sensaciones primitivas, hizo que me volviera siervo de lo que ella representaba. Y lo que representaba, era todo para mí, como si todo lo anterior a ella se quedara en la nada. Ahora que es mía y yo soy suyo, me doy cuenta de que jamás podría curarme de su adicción. Era mi opio, mi droga recurrente y de la que no deseaba desintoxicarme. De hecho, al contrario, quería intoxicarme por cada poro de mi piel. Fundirme a su cuerpo hasta que no se supiera dónde empezaba el mío y dónde terminaba el de ella. A veces considero que peco de soberbio y posesivo si el tema a discutir se trata de Elizabeth, faltando enormemente a lo que es mi ética como mensajero de Inari. Pero simplemente no puedo. Estoy tan enfermizamente enamorado, que no hay unas directrices que nos guían para manejar la situación que nos rodea a ambos. Tendremos que ser nosotros mismos quienes vayamos descubriendo a dónde nos lleva esta desenfrenada pasión. [Liz_bloodFlame]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    ¡Buen día!

    Solo quiero aclarar unas breves cosas antes de que pidas hacer rol conmigo. Si no cumples uno de estos puntos, es meritoria de tener que eliminarte o bloquearte (dependiendo del contexto).

    — No roleo propuestas ''+18'' en esta cuenta: Absténgase en pedir eso a la primera, por favor. No me gusta para nada y tampoco prefiero rolear con el tiempo en un rol.

    — Los personajes 2D y 3D son bienvenidos: Sin discriminación, no temo rolear e interacturar con las dos categorías.

    — Mi personaje Mai no se enfoca todo al canon de la serie/anime, por lo que lo considero semi-canon. Lo único que lo mantengo igual es su personalidad y carácter.

    — Por hobbie, roleo más publicaciones que estando en chat. Al chat es una opción de rolear ahí, pero siento que se usa más para coordinar o empezar a tramar algo.

    — Si eres uno de esos usuarios que agrega solicitud y luego viene a pedir mi nombre real o algo personal e íntimo. Ten por seguro que tendré que bloquearte y reportar al staff de FicRol, no lo digo solo por el lineamiento sino también que me incomoda.

    — Actualmente, voy hacer monoroles publicando 3 veces a la semana aquí hasta un nuevo aviso si tendré que ausentarme por algún factor, tema, etc.

    Gracias por tu consentimiento.
    ¡Buen día! Solo quiero aclarar unas breves cosas antes de que pidas hacer rol conmigo. Si no cumples uno de estos puntos, es meritoria de tener que eliminarte o bloquearte (dependiendo del contexto). — No roleo propuestas ''+18'' en esta cuenta: Absténgase en pedir eso a la primera, por favor. No me gusta para nada y tampoco prefiero rolear con el tiempo en un rol. — Los personajes 2D y 3D son bienvenidos: Sin discriminación, no temo rolear e interacturar con las dos categorías. — Mi personaje Mai no se enfoca todo al canon de la serie/anime, por lo que lo considero semi-canon. Lo único que lo mantengo igual es su personalidad y carácter. — Por hobbie, roleo más publicaciones que estando en chat. Al chat es una opción de rolear ahí, pero siento que se usa más para coordinar o empezar a tramar algo. — Si eres uno de esos usuarios que agrega solicitud y luego viene a pedir mi nombre real o algo personal e íntimo. Ten por seguro que tendré que bloquearte y reportar al staff de FicRol, no lo digo solo por el lineamiento sino también que me incomoda. — Actualmente, voy hacer monoroles publicando 3 veces a la semana aquí hasta un nuevo aviso si tendré que ausentarme por algún factor, tema, etc. Gracias por tu consentimiento. :STK-9:
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  • #BitchLife

    Despierta en la cama del hostal, rodeado de una calma, una paz, que pocas veces experimenta. La noche anterior debió haber sido más tranquila, porque siente que ha dormido bien, sin las usuales interrupciones. Se permite quedarse un rato entre las sábanas, remoloneando, estirándose perezosamente, disfrutando la sensación de haber descansado, algo raro para él.

    Al girarse, nota, en la mesita junto la cama, con un plato de gachas calientes con una capa brillante de mermelada encima. Es el desayuno que Tolek Zientek le había prometido.

    Es la primera vez que Nathan probará este platillo, el aroma y el color le resultan tentadores. Con una ligera sonrisa, toma el plato y lo siente caliente entre sus manos.

    Mientras observa la comida, puede sentir la calidez fluir de su pecho casi con la misma consistencia que lo hace del plato. No puede evitar pensar en el gesto de Tolek, en el cuidado que ha puesto en preparar algo especial para él. Por un momento, saborea no solo la dulzura de la mermelada, sino también la calidez de alguien que, sin exigencias ni abusos, se ha preocupado por su bienestar.
    #BitchLife Despierta en la cama del hostal, rodeado de una calma, una paz, que pocas veces experimenta. La noche anterior debió haber sido más tranquila, porque siente que ha dormido bien, sin las usuales interrupciones. Se permite quedarse un rato entre las sábanas, remoloneando, estirándose perezosamente, disfrutando la sensación de haber descansado, algo raro para él. Al girarse, nota, en la mesita junto la cama, con un plato de gachas calientes con una capa brillante de mermelada encima. Es el desayuno que [Tolek] le había prometido. Es la primera vez que Nathan probará este platillo, el aroma y el color le resultan tentadores. Con una ligera sonrisa, toma el plato y lo siente caliente entre sus manos. Mientras observa la comida, puede sentir la calidez fluir de su pecho casi con la misma consistencia que lo hace del plato. No puede evitar pensar en el gesto de Tolek, en el cuidado que ha puesto en preparar algo especial para él. Por un momento, saborea no solo la dulzura de la mermelada, sino también la calidez de alguien que, sin exigencias ni abusos, se ha preocupado por su bienestar.
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  • En la infinita desesperación existe esperanza ¡Bienvenidos damas y caballeros!, es la primera edición de mi querido podcast "Los fantasmas son el mejor tipo de pokemones", como primera invitada tenemos a una gran invitada. Nessa quien es la líder de gimnasio número dos de la Región Galar, especialista en Pokémon de tipo agua. Viene en pleno uso de sus facultades mentales a hablarnos de las maravillas del mejor tipo de pokemones ¿No es así querida señorita?

    -Están en una casa abandonada, en la sala principal donde hay 1 gran escritorio que es donde esta sentado el pokemon fantasma, y delante hay un sofá color azul donde estaría su invitada. Lo más importante es que hay una cámara encendida apoyada en una mesa de madera en un rincón de la habitación grabando todo-


    Nessa
    En la infinita desesperación existe esperanza ¡Bienvenidos damas y caballeros!, es la primera edición de mi querido podcast "Los fantasmas son el mejor tipo de pokemones", como primera invitada tenemos a una gran invitada. Nessa quien es la líder de gimnasio número dos de la Región Galar, especialista en Pokémon de tipo agua. Viene en pleno uso de sus facultades mentales a hablarnos de las maravillas del mejor tipo de pokemones ¿No es así querida señorita? -Están en una casa abandonada, en la sala principal donde hay 1 gran escritorio que es donde esta sentado el pokemon fantasma, y delante hay un sofá color azul donde estaría su invitada. Lo más importante es que hay una cámara encendida apoyada en una mesa de madera en un rincón de la habitación grabando todo- [zephyr_lime_mule_692]
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    // Hola gente. Me gustaría subir más relatos sobre Kazuo. Pero tengo un poco de bloqueo narrativo. ¿Hay algo del personaje que os intigre o quisierais saber?. Para hacer un relato más detallado y extenso. Incluso he pensado en hacer algunos en primera persona. Directamente Kazuo narrando y expresando lo que siente.

    Me encantaría que participaseis en esta dinámica. Gracias de antemano ♥️//
    // Hola gente. Me gustaría subir más relatos sobre Kazuo. Pero tengo un poco de bloqueo narrativo. ¿Hay algo del personaje que os intigre o quisierais saber?. Para hacer un relato más detallado y extenso. Incluso he pensado en hacer algunos en primera persona. Directamente Kazuo narrando y expresando lo que siente. Me encantaría que participaseis en esta dinámica. Gracias de antemano ☺️♥️// :STK-13:
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  • —Hank regreso al mundo de los mortales a la fuerza,quebrantando todas las barreras de la vida y la muerte,este regreso de una manera particular,este regreso justo en donde fue enterrado,no le costo mucho salir ya que solo tuvo excarvar unos pocos metros hasta descubrir la superficie,por suerte fue enterrado con su espada original,la cual no se daño con el paso de los años gracias al metal de gran calidad,Hank luego de encontrar la forma de bañarse,camino hasta la ciudad y alli intento ubicar la central de operaciones de su hijo,cosa que no fue dificil debido al ataque al cuartel de la A.A.M unos dias antes,este solo siguio a los soldados hasta una base en las afueras de la ciudad,el logro infiltrarse en silencio hasta los apocentos de Sirius,este estaba charlando con Cassandra sobre su triunfo,asi que este decidio interrumpir—

    "En mis tiempos,nosotros dirigiamos nuestro ejercito,no nos mandaba nadie"


    —Ambos se quedaron en silencio,en especial Sirius quien veia a su padre en persona por primera vez—


    "Sirius..hijo mio...has crecido tanto...pensar que la ultima vez que te vi estabas en mis brazos...te pareces tanto a mi"


    —Sirius no pudo responder,bajo el casco habia un hombre al borde de las lagrimas,Cassandra sabía eso por lo que tomo la palabra—


    "No se a quien te refieres..Wimbleton,Sirius murió el dia que una de tus hijas lo dejo morir en una zanja"

    —Dijo Cassandra mientras metia sus manos dentro de su tunica—


    "Eso fue decision de ambos,el querer matarse fue culpa mia por no haber estado alli"


    —Hank tomaba su espada y empezaba a deseunfarla—

    "Pues...que mal padre"

    —Cassandra se quito la tunica y mostro una espada corta pero dentada,por lo que si ella le encajaba un solo espadazo lo dejaria mal herido,ella salto hacia Hank y ambos empezaron un enfrentamiento con sus espadas,mientras Sirius observaba totalmente atonito,no sabia a quien deberia ayudar en el combate—
    —Hank regreso al mundo de los mortales a la fuerza,quebrantando todas las barreras de la vida y la muerte,este regreso de una manera particular,este regreso justo en donde fue enterrado,no le costo mucho salir ya que solo tuvo excarvar unos pocos metros hasta descubrir la superficie,por suerte fue enterrado con su espada original,la cual no se daño con el paso de los años gracias al metal de gran calidad,Hank luego de encontrar la forma de bañarse,camino hasta la ciudad y alli intento ubicar la central de operaciones de su hijo,cosa que no fue dificil debido al ataque al cuartel de la A.A.M unos dias antes,este solo siguio a los soldados hasta una base en las afueras de la ciudad,el logro infiltrarse en silencio hasta los apocentos de Sirius,este estaba charlando con Cassandra sobre su triunfo,asi que este decidio interrumpir— "En mis tiempos,nosotros dirigiamos nuestro ejercito,no nos mandaba nadie" —Ambos se quedaron en silencio,en especial Sirius quien veia a su padre en persona por primera vez— "Sirius..hijo mio...has crecido tanto...pensar que la ultima vez que te vi estabas en mis brazos...te pareces tanto a mi" —Sirius no pudo responder,bajo el casco habia un hombre al borde de las lagrimas,Cassandra sabía eso por lo que tomo la palabra— "No se a quien te refieres..Wimbleton,Sirius murió el dia que una de tus hijas lo dejo morir en una zanja" —Dijo Cassandra mientras metia sus manos dentro de su tunica— "Eso fue decision de ambos,el querer matarse fue culpa mia por no haber estado alli" —Hank tomaba su espada y empezaba a deseunfarla— "Pues...que mal padre" —Cassandra se quito la tunica y mostro una espada corta pero dentada,por lo que si ella le encajaba un solo espadazo lo dejaria mal herido,ella salto hacia Hank y ambos empezaron un enfrentamiento con sus espadas,mientras Sirius observaba totalmente atonito,no sabia a quien deberia ayudar en el combate—
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