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    La Leyenda de Yue

    Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
    No quiero dormir.
    Necesito hacerlo.
    La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
    y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.

    El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
    Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
    Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.

    —Deja que te cuente… —

    Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.


    ---

    La leyenda de Yue

    Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
    Solo vacío… y criaturas hambrientas.

    —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.

    Veo a Yue antes de ser sagrada:
    un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
    Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
    hasta dejarlos como cáscaras muertas.

    Y entonces la Luna aparece.
    Blanca, gigante, perfecta.

    Yue cae sobre ella… buscando pureza.
    Y la encuentra.

    Elune.

    La Diosa Lunar no la destruye.
    No lucha.
    Solo extiende un sueño.

    Y Yue queda atrapada.

    Un sueño para ella…
    pero mil años para su alma.
    Mil años con la Diosa.
    Mil años aprendiendo de los espíritus.
    Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.

    Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
    Pero en su corazón ha pasado una vida entera.

    Una vida que cambió su especie.
    Una vida que la hizo elegir.

    Decidió proteger lo que por primera vez había amado.

    Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
    Eligió a los más poderosos entre ellos
    y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.

    Selin estaba entre ellos.
    Mi abuela.
    La madre de Jennifer.

    De ese sueño nació lo imposible:
    la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
    La magia de protección lunar.
    La magia de los Custodios.


    ---

    Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
    la guerra fue brutal.

    Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
    arrancó de su propio corazón una espada de luz.
    Esa espada la condenó y la liberó.
    La espada de Elune.

    Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
    Aniquiló a su raza entera.
    Y murió en el mismo acto.

    Su alma se fragmentó.
    La del Espada.
    La del Escudo.

    Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
    esperando a sus portadores.

    —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
    eres la Espada de Elune.
    Veythra.
    Tu sombra lo sabe.

    Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.

    Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.

    —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
    siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
    A Yuna.

    Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
    Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
    Por pureza absoluta.

    —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —

    La voz de Selin se quiebra.

    —Ese poder está en peligro. —


    ---

    El despertar

    Despierto violentamente.
    El corazón me explota en el pecho.
    La sombra se contrae.
    La Luna vibra.

    —¡YUNA! —grito incorporándome.

    La habitación parece más pequeña.
    Más oscura.

    —¡Yuna está en peligro! —

    Y por primera vez en mucho tiempo…
    la Luna no responde.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La Leyenda de Yue Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse. No quiero dormir. Necesito hacerlo. La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo, y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba. El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo. Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla. Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo. —Deja que te cuente… — Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada. --- La leyenda de Yue Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios. Solo vacío… y criaturas hambrientas. —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios. Veo a Yue antes de ser sagrada: un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta. Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros hasta dejarlos como cáscaras muertas. Y entonces la Luna aparece. Blanca, gigante, perfecta. Yue cae sobre ella… buscando pureza. Y la encuentra. Elune. La Diosa Lunar no la destruye. No lucha. Solo extiende un sueño. Y Yue queda atrapada. Un sueño para ella… pero mil años para su alma. Mil años con la Diosa. Mil años aprendiendo de los espíritus. Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos. Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche. Pero en su corazón ha pasado una vida entera. Una vida que cambió su especie. Una vida que la hizo elegir. Decidió proteger lo que por primera vez había amado. Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro. Eligió a los más poderosos entre ellos y los sumergió en un sueño sagrado de mil años. Selin estaba entre ellos. Mi abuela. La madre de Jennifer. De ese sueño nació lo imposible: la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron. La magia de protección lunar. La magia de los Custodios. --- Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna, la guerra fue brutal. Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen, arrancó de su propio corazón una espada de luz. Esa espada la condenó y la liberó. La espada de Elune. Se convirtió en Espada y Escudo de Elune. Aniquiló a su raza entera. Y murió en el mismo acto. Su alma se fragmentó. La del Espada. La del Escudo. Ambas quedaron dispersas en el cosmos, esperando a sus portadores. —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente— eres la Espada de Elune. Veythra. Tu sombra lo sabe. Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre. Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura. —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros… siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer. A Yuna. Veo a Yuna bebé, envuelta en luz. Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia. Por pureza absoluta. —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. — La voz de Selin se quiebra. —Ese poder está en peligro. — --- El despertar Despierto violentamente. El corazón me explota en el pecho. La sombra se contrae. La Luna vibra. —¡YUNA! —grito incorporándome. La habitación parece más pequeña. Más oscura. —¡Yuna está en peligro! — Y por primera vez en mucho tiempo… la Luna no responde.
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    La Leyenda de Yue

    Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
    No quiero dormir.
    Necesito hacerlo.
    La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
    y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.

    El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
    Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
    Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.

    —Deja que te cuente… —

    Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.


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    La leyenda de Yue

    Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
    Solo vacío… y criaturas hambrientas.

    —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.

    Veo a Yue antes de ser sagrada:
    un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
    Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
    hasta dejarlos como cáscaras muertas.

    Y entonces la Luna aparece.
    Blanca, gigante, perfecta.

    Yue cae sobre ella… buscando pureza.
    Y la encuentra.

    Elune.

    La Diosa Lunar no la destruye.
    No lucha.
    Solo extiende un sueño.

    Y Yue queda atrapada.

    Un sueño para ella…
    pero mil años para su alma.
    Mil años con la Diosa.
    Mil años aprendiendo de los espíritus.
    Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.

    Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
    Pero en su corazón ha pasado una vida entera.

    Una vida que cambió su especie.
    Una vida que la hizo elegir.

    Decidió proteger lo que por primera vez había amado.

    Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
    Eligió a los más poderosos entre ellos
    y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.

    Selin estaba entre ellos.
    Mi abuela.
    La madre de Jennifer.

    De ese sueño nació lo imposible:
    la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
    La magia de protección lunar.
    La magia de los Custodios.


    ---

    Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
    la guerra fue brutal.

    Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
    arrancó de su propio corazón una espada de luz.
    Esa espada la condenó y la liberó.
    La espada de Elune.

    Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
    Aniquiló a su raza entera.
    Y murió en el mismo acto.

    Su alma se fragmentó.
    La del Espada.
    La del Escudo.

    Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
    esperando a sus portadores.

    —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
    eres la Espada de Elune.
    Veythra.
    Tu sombra lo sabe.

    Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.

    Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.

    —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
    siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
    A Yuna.

    Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
    Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
    Por pureza absoluta.

    —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —

    La voz de Selin se quiebra.

    —Ese poder está en peligro. —


    ---

    El despertar

    Despierto violentamente.
    El corazón me explota en el pecho.
    La sombra se contrae.
    La Luna vibra.

    —¡YUNA! —grito incorporándome.

    La habitación parece más pequeña.
    Más oscura.

    —¡Yuna está en peligro! —

    Y por primera vez en mucho tiempo…
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    La Leyenda de Yue

    Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
    No quiero dormir.
    Necesito hacerlo.
    La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
    y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.

    El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
    Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
    Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.

    —Deja que te cuente… —

    Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.


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    La leyenda de Yue

    Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
    Solo vacío… y criaturas hambrientas.

    —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.

    Veo a Yue antes de ser sagrada:
    un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
    Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
    hasta dejarlos como cáscaras muertas.

    Y entonces la Luna aparece.
    Blanca, gigante, perfecta.

    Yue cae sobre ella… buscando pureza.
    Y la encuentra.

    Elune.

    La Diosa Lunar no la destruye.
    No lucha.
    Solo extiende un sueño.

    Y Yue queda atrapada.

    Un sueño para ella…
    pero mil años para su alma.
    Mil años con la Diosa.
    Mil años aprendiendo de los espíritus.
    Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.

    Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
    Pero en su corazón ha pasado una vida entera.

    Una vida que cambió su especie.
    Una vida que la hizo elegir.

    Decidió proteger lo que por primera vez había amado.

    Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
    Eligió a los más poderosos entre ellos
    y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.

    Selin estaba entre ellos.
    Mi abuela.
    La madre de Jennifer.

    De ese sueño nació lo imposible:
    la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
    La magia de protección lunar.
    La magia de los Custodios.


    ---

    Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
    la guerra fue brutal.

    Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
    arrancó de su propio corazón una espada de luz.
    Esa espada la condenó y la liberó.
    La espada de Elune.

    Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
    Aniquiló a su raza entera.
    Y murió en el mismo acto.

    Su alma se fragmentó.
    La del Espada.
    La del Escudo.

    Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
    esperando a sus portadores.

    —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
    eres la Espada de Elune.
    Veythra.
    Tu sombra lo sabe.

    Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.

    Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.

    —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
    siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
    A Yuna.

    Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
    Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
    Por pureza absoluta.

    —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —

    La voz de Selin se quiebra.

    —Ese poder está en peligro. —


    ---

    El despertar

    Despierto violentamente.
    El corazón me explota en el pecho.
    La sombra se contrae.
    La Luna vibra.

    —¡YUNA! —grito incorporándome.

    La habitación parece más pequeña.
    Más oscura.

    —¡Yuna está en peligro! —

    Y por primera vez en mucho tiempo…
    la Luna no responde.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La Leyenda de Yue Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse. No quiero dormir. Necesito hacerlo. La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo, y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba. El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo. Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla. Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo. —Deja que te cuente… — Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada. --- La leyenda de Yue Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios. Solo vacío… y criaturas hambrientas. —Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios. Veo a Yue antes de ser sagrada: un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta. Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros hasta dejarlos como cáscaras muertas. Y entonces la Luna aparece. Blanca, gigante, perfecta. Yue cae sobre ella… buscando pureza. Y la encuentra. Elune. La Diosa Lunar no la destruye. No lucha. Solo extiende un sueño. Y Yue queda atrapada. Un sueño para ella… pero mil años para su alma. Mil años con la Diosa. Mil años aprendiendo de los espíritus. Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos. Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche. Pero en su corazón ha pasado una vida entera. Una vida que cambió su especie. Una vida que la hizo elegir. Decidió proteger lo que por primera vez había amado. Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro. Eligió a los más poderosos entre ellos y los sumergió en un sueño sagrado de mil años. Selin estaba entre ellos. Mi abuela. La madre de Jennifer. De ese sueño nació lo imposible: la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron. La magia de protección lunar. La magia de los Custodios. --- Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna, la guerra fue brutal. Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen, arrancó de su propio corazón una espada de luz. Esa espada la condenó y la liberó. La espada de Elune. Se convirtió en Espada y Escudo de Elune. Aniquiló a su raza entera. Y murió en el mismo acto. Su alma se fragmentó. La del Espada. La del Escudo. Ambas quedaron dispersas en el cosmos, esperando a sus portadores. —Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente— eres la Espada de Elune. Veythra. Tu sombra lo sabe. Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre. Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura. —El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros… siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer. A Yuna. Veo a Yuna bebé, envuelta en luz. Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia. Por pureza absoluta. —Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. — La voz de Selin se quiebra. —Ese poder está en peligro. — --- El despertar Despierto violentamente. El corazón me explota en el pecho. La sombra se contrae. La Luna vibra. —¡YUNA! —grito incorporándome. La habitación parece más pequeña. Más oscura. —¡Yuna está en peligro! — Y por primera vez en mucho tiempo… la Luna no responde.
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  • [] - Austria, 22:45.

    -La mujer de cabellos plateados fue a visitar a un yerbatero , había estado con un dolor de cabeza insoportable. Voces que no se callaban, y noches con gritos desgarradores retumbaban sus oídos. Su sensibilidad a la luz se hizo abrumadora, y cubrió sus ojos para evitar ver más de lo que debía.
    Estaba a unas cuadras de su casa cuando se detuvo al sentir la presencia de seres siguiéndola. ¿5 o tal vez 6? , no tenía ganas de lidiar con ellos.
    Suspiro, aunque podía sentir el deseo de sangre de esos seres.
    La luz del faro comenzó a parpadear, su autocontrol estaba al límite. Solo estaba intentando no perder la conciencia por el dolor.
    Tres sujetos que aparecieron desde las sombras detrás de la mujer correspondiente a la Comandancia del Dragón, ejército especializado chino.
    Dos delante de ella , y uno a cada lado, la mujer solo se quedó quieta tratando de controlar su energía que estaba a punto de explotar.-

    Agente 1: Esto no es nada personal, si quieres culpar a alguien, culpa a…Santiago.

    -Los seis agentes saltaron hacia la mujer al mismo tiempo con diferentes armas, desde espadas cortas, lanzas, sables, Etc.
    Una sombra que venía debajo de los pies de la mujer se extendió como un tarro de pintura, y se escuchó un chasquido.
    Un silencio invadió el lugar, cuando los agentes cayeron la mujer no estaba y el lugar había cambiado. Un lugar de tonos grises y lleno de cadáveres, con una neblina ligera. Todos se pusieron alerta, hasta que vieron la figura de un ser flotando con seis alas y una túnica larga, cabello plateado que destacaba en medio de la neblina. Las manos de esa figura se transformaron en ramas filosas que perforaron a cuatro de los agentes en un abrir y cerrar de ojos, los otros dos comenzamos a disparar pero las balas caían como hojas de árboles marchitos.
    Las ramas cambiaron a unas manos y alzaron el vendaje de sus ojos, los dos agentes que aún quedaban estaban paralizados, sus almas fueron absorbidas con solo una mirada.
    Los cuerpos cayeron, y la mujer bajo su vendaje nuevamente dando la vuelta para irse, chasqueo sus dedos y volvió al lugar donde había estado.
    Se sacudió el traje y continuó su camino a casa, nada pasó ahí por qué nadie encontraría jamás los cuerpos esos agentes.-

    No es nada personal…
    -murmuró la mujer mientras miro un momento sobre su hombro -


    [🇦🇹] - Austria, 22:45. -La mujer de cabellos plateados fue a visitar a un yerbatero , había estado con un dolor de cabeza insoportable. Voces que no se callaban, y noches con gritos desgarradores retumbaban sus oídos. Su sensibilidad a la luz se hizo abrumadora, y cubrió sus ojos para evitar ver más de lo que debía. Estaba a unas cuadras de su casa cuando se detuvo al sentir la presencia de seres siguiéndola. ¿5 o tal vez 6? , no tenía ganas de lidiar con ellos. Suspiro, aunque podía sentir el deseo de sangre de esos seres. La luz del faro comenzó a parpadear, su autocontrol estaba al límite. Solo estaba intentando no perder la conciencia por el dolor. Tres sujetos que aparecieron desde las sombras detrás de la mujer correspondiente a la Comandancia del Dragón, ejército especializado chino. Dos delante de ella , y uno a cada lado, la mujer solo se quedó quieta tratando de controlar su energía que estaba a punto de explotar.- Agente 1: Esto no es nada personal, si quieres culpar a alguien, culpa a…Santiago. -Los seis agentes saltaron hacia la mujer al mismo tiempo con diferentes armas, desde espadas cortas, lanzas, sables, Etc. Una sombra que venía debajo de los pies de la mujer se extendió como un tarro de pintura, y se escuchó un chasquido. Un silencio invadió el lugar, cuando los agentes cayeron la mujer no estaba y el lugar había cambiado. Un lugar de tonos grises y lleno de cadáveres, con una neblina ligera. Todos se pusieron alerta, hasta que vieron la figura de un ser flotando con seis alas y una túnica larga, cabello plateado que destacaba en medio de la neblina. Las manos de esa figura se transformaron en ramas filosas que perforaron a cuatro de los agentes en un abrir y cerrar de ojos, los otros dos comenzamos a disparar pero las balas caían como hojas de árboles marchitos. Las ramas cambiaron a unas manos y alzaron el vendaje de sus ojos, los dos agentes que aún quedaban estaban paralizados, sus almas fueron absorbidas con solo una mirada. Los cuerpos cayeron, y la mujer bajo su vendaje nuevamente dando la vuelta para irse, chasqueo sus dedos y volvió al lugar donde había estado. Se sacudió el traje y continuó su camino a casa, nada pasó ahí por qué nadie encontraría jamás los cuerpos esos agentes.- No es nada personal… -murmuró la mujer mientras miro un momento sobre su hombro -
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  • La ofrenda
    Categoría Terror
    ㅤㅤㅤLos pasillos de la parroquia estaban en completo silencio. Fríos y oscuros, con sombras que esperaban por pasos de víctimas distraídas para poder hacerles desaparecer en la noche. Pero, no era cualquier tipo de víctima, Arya se movía entre esos pasillos a pies descalzos entumecidos por el frío mármol del suelo. Ella ni siquiera se inmutó ante ello.

    ㅤㅤㅤCaminaba con lentitud en la oscuridad, conocía a la perfección esos pasillos, más que a la mismísima palma de su mano. Y, con sigilo, comenzó a acercarse a una de tantas puertas que le prohibían mirar. Una que le recordaban una y otra vez que jamás debería tocar.

    ㅤㅤㅤLo sabía muy bien, hasta temía saber qué había del otro lado, pero su cuerpo se movía sin que ella pudiera detenerlo como si estuviera en un trance. Sus ojos, aunque humanos, se ajustaron a la penumbra y vislumbraron perfectamente la puerta de roble, la cual tenía candado y hasta parecía sellada desde cada grieta.

    ㅤㅤㅤ"Ábrela", escuchó en su mente, un susurro tan dulce como melodía de cuna. "Debes abrirla, Arya".

    ㅤㅤㅤAmbas manos se extendieron, esperando tocar la madera vieja que poco a poco fue perdiendo el barniz con los años. Entonces, cuando apenas hizo contacto, el candado cedió enseguida y cayó al suelo con un ruido pesado, pero seco. La pelinegra empujó con todas sus fuerzas, la puerta fue difícilde mover.

    ㅤㅤㅤㅤ"Ábrelo, Ábrelo, Ábrelo".

    ㅤㅤㅤAllí estaba, esperando con mucha paciencia, un grimorio cerrado sobre el escritorio desgastado. Hasta parecía demasiado pesado como para que la vieja madera pudiera sostenerlo por mucho mas tiempo, ya curvada hacia abajo justo en medio donde descansaba el gran libro.

    ㅤㅤㅤSus pies continuaron, el polvillo del suelo pegándose a las plantas de sus pies con cada paso, dejando marcas detrás de ella. Poco después alzó su mano derecha hacia su boca, la cual abrió de a poco y, colocando la misma entre la unión de su pulgar e índice, mordió con la fuerza necesaria para comenzar a sangrar. El dolor era sordo, casi lejano, pues lo que sintió más fue el calor. Ardor en sus venas que goteaba por la mordida.

    ㅤㅤㅤAcercó la mano al grimorio y la apoyó sobre la tapa, esperando que buena parte de su sangre manchara la superficie. De hecho, esta fue absorbida de a poco hasta que el libro se dejó abrir. Allí es que sintió algo acercarse detrás suyo. No alcanzó a leer lo que estaba escrito en las hojas, pues visiones llegaron a ella. Muerte, demasiada muerte, y sufrimiento. La figura de algo... alguien, ¿un hombre? Era como un faro, lo que causaba agonía y mares de sangre bajo sus pies. Tierras marchitas, destruidas. Escuchó millones de llantos en pena que pedían ayuda, y se hicieron tan fuertes que sintió que su cabeza iba a explotar. Llevó ambas manos a su cabeza para gritar antes de abrir los ojos de golpe.

    ㅤㅤㅤSe sentó de repente, con la respiración agitada y dolor en el pecho, ¿ansiedad? ¿Pánico? Tal vez. Hasta había terror en su mirada. Pero estaba bien... se dio cuenta que volvió a su cuarto. Una pesadilla, por suerte.

    ㅤㅤㅤSuspiró, llevando la diestra a su pecho y sintiendo su corazón latir a mil por minuto. Estuvo a punto de cerrar los ojos, mas algo la detuvo. Dolor. Bajó la vista hasta su mano y vio allí la marca de su propia mordida.

    —...No. —susurró, ahora con el cuerpo helado. ¿Entonces no fue una pesadilla?

    ㅤㅤㅤSe quitó las sábanas y se puso de pie, algo le decía que se acercara a la ventana y así lo hizo, moviendo la cortina para ver hacía afuera. Se espantó en el instante que vio la luna completamente roja, alumbrando cada rincón como si estuviera acechando desde lo alto. De repente le llegó una sensación de perdición: algo muy oscuro estaba llegando. No. No era una sola cosa, eran demasiadas.

    ㅤㅤㅤLos gritos de las demás novicias y hermanas la alejó de un salto de la ventana, escuchando el latir de su corazón junto con un pitido lejano en los oídos. ¿Qué es lo que hizo?

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ─────────
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ》𝙽𝚊𝚝𝚑 ♦ 𝚁𝚊𝚑𝚎𝚕
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ─────────

    ㅤㅤㅤLos pasillos de la parroquia estaban en completo silencio. Fríos y oscuros, con sombras que esperaban por pasos de víctimas distraídas para poder hacerles desaparecer en la noche. Pero, no era cualquier tipo de víctima, Arya se movía entre esos pasillos a pies descalzos entumecidos por el frío mármol del suelo. Ella ni siquiera se inmutó ante ello. ㅤㅤㅤCaminaba con lentitud en la oscuridad, conocía a la perfección esos pasillos, más que a la mismísima palma de su mano. Y, con sigilo, comenzó a acercarse a una de tantas puertas que le prohibían mirar. Una que le recordaban una y otra vez que jamás debería tocar. ㅤㅤㅤLo sabía muy bien, hasta temía saber qué había del otro lado, pero su cuerpo se movía sin que ella pudiera detenerlo como si estuviera en un trance. Sus ojos, aunque humanos, se ajustaron a la penumbra y vislumbraron perfectamente la puerta de roble, la cual tenía candado y hasta parecía sellada desde cada grieta. ㅤㅤㅤ"Ábrela", escuchó en su mente, un susurro tan dulce como melodía de cuna. "Debes abrirla, Arya". ㅤㅤㅤAmbas manos se extendieron, esperando tocar la madera vieja que poco a poco fue perdiendo el barniz con los años. Entonces, cuando apenas hizo contacto, el candado cedió enseguida y cayó al suelo con un ruido pesado, pero seco. La pelinegra empujó con todas sus fuerzas, la puerta fue difícilde mover. ㅤㅤㅤㅤ"Ábrelo, Ábrelo, Ábrelo". ㅤㅤㅤAllí estaba, esperando con mucha paciencia, un grimorio cerrado sobre el escritorio desgastado. Hasta parecía demasiado pesado como para que la vieja madera pudiera sostenerlo por mucho mas tiempo, ya curvada hacia abajo justo en medio donde descansaba el gran libro. ㅤㅤㅤSus pies continuaron, el polvillo del suelo pegándose a las plantas de sus pies con cada paso, dejando marcas detrás de ella. Poco después alzó su mano derecha hacia su boca, la cual abrió de a poco y, colocando la misma entre la unión de su pulgar e índice, mordió con la fuerza necesaria para comenzar a sangrar. El dolor era sordo, casi lejano, pues lo que sintió más fue el calor. Ardor en sus venas que goteaba por la mordida. ㅤㅤㅤAcercó la mano al grimorio y la apoyó sobre la tapa, esperando que buena parte de su sangre manchara la superficie. De hecho, esta fue absorbida de a poco hasta que el libro se dejó abrir. Allí es que sintió algo acercarse detrás suyo. No alcanzó a leer lo que estaba escrito en las hojas, pues visiones llegaron a ella. Muerte, demasiada muerte, y sufrimiento. La figura de algo... alguien, ¿un hombre? Era como un faro, lo que causaba agonía y mares de sangre bajo sus pies. Tierras marchitas, destruidas. Escuchó millones de llantos en pena que pedían ayuda, y se hicieron tan fuertes que sintió que su cabeza iba a explotar. Llevó ambas manos a su cabeza para gritar antes de abrir los ojos de golpe. ㅤㅤㅤSe sentó de repente, con la respiración agitada y dolor en el pecho, ¿ansiedad? ¿Pánico? Tal vez. Hasta había terror en su mirada. Pero estaba bien... se dio cuenta que volvió a su cuarto. Una pesadilla, por suerte. ㅤㅤㅤSuspiró, llevando la diestra a su pecho y sintiendo su corazón latir a mil por minuto. Estuvo a punto de cerrar los ojos, mas algo la detuvo. Dolor. Bajó la vista hasta su mano y vio allí la marca de su propia mordida. —...No. —susurró, ahora con el cuerpo helado. ¿Entonces no fue una pesadilla? ㅤㅤㅤSe quitó las sábanas y se puso de pie, algo le decía que se acercara a la ventana y así lo hizo, moviendo la cortina para ver hacía afuera. Se espantó en el instante que vio la luna completamente roja, alumbrando cada rincón como si estuviera acechando desde lo alto. De repente le llegó una sensación de perdición: algo muy oscuro estaba llegando. No. No era una sola cosa, eran demasiadas. ㅤㅤㅤLos gritos de las demás novicias y hermanas la alejó de un salto de la ventana, escuchando el latir de su corazón junto con un pitido lejano en los oídos. ¿Qué es lo que hizo? ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ───────── ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ》[nathrahel01]《 ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ───────── ㅤ ㅤ
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  •      ㅤ──Soy el puente entre la luz y la oscuridad. Imagina, un átomo; unido por un puente, si el puente se rompe, el átomo explota. Yo soy el puente de un átomo denonimado "Universo". Si rompo el puente, el universo, explota. Varias veces el aburrimiento me ha susurrado al oído: "puedes matarlos, puedes hacer lo que quieras". Pero, ¿qué sentido tiene ser un Dios en un universo destruido?
         ㅤ──Soy el puente entre la luz y la oscuridad. Imagina, un átomo; unido por un puente, si el puente se rompe, el átomo explota. Yo soy el puente de un átomo denonimado "Universo". Si rompo el puente, el universo, explota. Varias veces el aburrimiento me ha susurrado al oído: "puedes matarlos, puedes hacer lo que quieras". Pero, ¿qué sentido tiene ser un Dios en un universo destruido?
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  • *Después del acuerdo fui envuelto durante toda la noche en el interior de una especie de huevo/crisálida rojizo palpitante y emitiendo leves brillos estaba siendo incubado como un polluelo, recibiendo todos mis recuerdos olvidados o más bien abriendo los candados de recuerdos cerrados bajo llave, era como ver una película que nunca termina pero en este caso lo que debería llevar años tendría que ser retransmitido en horas y sin frenos.

    Durante "la película de mi vida" hacia pausas para mí mismo comparando como era mi vida anterior con la nueva que se me dió, compadeciendome... ¿De mi mismo? Todo era muy raro pero de momento debía dejar esas confusiones aún lado y concentrarme para que mi cerebro no explotase de tanta información de golpe.

    Tras las ultimas horas la transmision fue completada... Aquel huevo dejo de palpitar e incluso se apagó poco a poco, todo era silencio hasta que se escuchó como algo se rompía, parte del huevo comenzó a agrietarse cada vez más hasta que un brazo izquierdo salió pudiéndose ver qué la piel era oscura como la noche terminando sus dedos en garras y luego salió el brazo derecho haciendo empuje para sacar la parte superior del cuerpo, de aquel huevo salió otra persona totalmente distinta y que a primera vista no se parecía en nada al hijo del primer hombre... pero si a alguien que conoció en un pasado*

    - ¡He vuelto hijos de puta y vengo para quedarme~ JAJAJAJA!

    *Saliendo por completo me sacudi los restos del cascarón y de aquel líquido rojizo transparente, hice estiramientos haciendo crugir mis huesos y suspiré aliviado*

    - Me encanta estar de vuelta, aunque sea durante un tiempo para ayudar a mi pequeño yo~, y ahora... *Meti mi mano dentro del cuello de mi camisa y saqué parte de un colgante que tenía una pluma dorada* Veamos donde está mi buen amigo Adán...

    *Mirando de reojo a cámara esbozando una amplia sonrisa de dientes afilados* Y calmaros los que esteis viendo esto, no os preocupéis, no soy de los que se aprovechan del metajuego al usar "la cuarta pared"~, voy a seguiros el juego y haremos que esto sea más interesante.
    *Después del acuerdo fui envuelto durante toda la noche en el interior de una especie de huevo/crisálida rojizo palpitante y emitiendo leves brillos estaba siendo incubado como un polluelo, recibiendo todos mis recuerdos olvidados o más bien abriendo los candados de recuerdos cerrados bajo llave, era como ver una película que nunca termina pero en este caso lo que debería llevar años tendría que ser retransmitido en horas y sin frenos. Durante "la película de mi vida" hacia pausas para mí mismo comparando como era mi vida anterior con la nueva que se me dió, compadeciendome... ¿De mi mismo? Todo era muy raro pero de momento debía dejar esas confusiones aún lado y concentrarme para que mi cerebro no explotase de tanta información de golpe. Tras las ultimas horas la transmision fue completada... Aquel huevo dejo de palpitar e incluso se apagó poco a poco, todo era silencio hasta que se escuchó como algo se rompía, parte del huevo comenzó a agrietarse cada vez más hasta que un brazo izquierdo salió pudiéndose ver qué la piel era oscura como la noche terminando sus dedos en garras y luego salió el brazo derecho haciendo empuje para sacar la parte superior del cuerpo, de aquel huevo salió otra persona totalmente distinta y que a primera vista no se parecía en nada al hijo del primer hombre... pero si a alguien que conoció en un pasado* - ¡He vuelto hijos de puta y vengo para quedarme~ JAJAJAJA! *Saliendo por completo me sacudi los restos del cascarón y de aquel líquido rojizo transparente, hice estiramientos haciendo crugir mis huesos y suspiré aliviado* - Me encanta estar de vuelta, aunque sea durante un tiempo para ayudar a mi pequeño yo~, y ahora... *Meti mi mano dentro del cuello de mi camisa y saqué parte de un colgante que tenía una pluma dorada* Veamos donde está mi buen amigo Adán... *Mirando de reojo a cámara esbozando una amplia sonrisa de dientes afilados* Y calmaros los que esteis viendo esto, no os preocupéis, no soy de los que se aprovechan del metajuego al usar "la cuarta pared"~, voy a seguiros el juego y haremos que esto sea más interesante.
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    La Isla del Nacimiento

    El aire se vuelve cálido.
    El mar canta.
    Una isla paradisíaca, verde, fresca, viva.

    Palmeras, playas blancas, pájaros de colores imposibles.

    Y a lo lejos…
    un volcán.

    Alto, majestuoso, latente.

    Oz pone la mano sobre mi cabeza.

    El mundo se fractura en una visión.

    El volcán en erupción.
    Columnas de fuego y ceniza.
    El mar hirviendo.
    La roca derritiéndose, expandiéndose.
    El nacimiento de la isla.

    Donde antes no había nada…
    ahora respira un paraíso.

    Oz:
    —Este volcán es el Caos.
    Cuando explota, no solo destruye…
    también crea.

    Sus palabras me atraviesan.
    No como un consejo, sino como una revelación.

    Luego se agacha a mi altura,
    sus ojos brillando con ese misterio cálido que nunca logro descifrar.

    Y dice la frase que quedará grabada en mi alma para siempre:

    Oz:
    —El Caos es aquello que nace sin permiso…
    porque nadie se lo ha pedido.

    Silencio.

    El viento huele a sal.

    Mi pecho se aprieta.
    Hay algo en él…
    algo que no es miedo.

    Es… pertenencia.

    Oz:
    —Ahora ve, pequeña. Tu madre te necesita.

    Mis labios tiemblan.
    Una pregunta que se siente demasiado grande para mi corta edad
    escapa sin que pueda detenerla.

    Lili:
    —Abuelo… ¿puedo llamarte… papi?

    Él sonríe.
    De una forma que jamás había visto en nadie.
    Una sonrisa que no pide nada, que no exige nada.
    Que simplemente es.

    Oz:
    —Claro, hija.

    Mi corazón se expande de una forma que no entiendo.
    Y el mundo vuelve a la ciudad, a mis pasos pequeños,
    pero ya no soy la misma.

    Porque por primera vez…
    tengo un padre.
    Un maestro.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La Isla del Nacimiento El aire se vuelve cálido. El mar canta. Una isla paradisíaca, verde, fresca, viva. Palmeras, playas blancas, pájaros de colores imposibles. Y a lo lejos… un volcán. Alto, majestuoso, latente. Oz pone la mano sobre mi cabeza. El mundo se fractura en una visión. El volcán en erupción. Columnas de fuego y ceniza. El mar hirviendo. La roca derritiéndose, expandiéndose. El nacimiento de la isla. Donde antes no había nada… ahora respira un paraíso. Oz: —Este volcán es el Caos. Cuando explota, no solo destruye… también crea. Sus palabras me atraviesan. No como un consejo, sino como una revelación. Luego se agacha a mi altura, sus ojos brillando con ese misterio cálido que nunca logro descifrar. Y dice la frase que quedará grabada en mi alma para siempre: Oz: —El Caos es aquello que nace sin permiso… porque nadie se lo ha pedido. Silencio. El viento huele a sal. Mi pecho se aprieta. Hay algo en él… algo que no es miedo. Es… pertenencia. Oz: —Ahora ve, pequeña. Tu madre te necesita. Mis labios tiemblan. Una pregunta que se siente demasiado grande para mi corta edad escapa sin que pueda detenerla. Lili: —Abuelo… ¿puedo llamarte… papi? Él sonríe. De una forma que jamás había visto en nadie. Una sonrisa que no pide nada, que no exige nada. Que simplemente es. Oz: —Claro, hija. Mi corazón se expande de una forma que no entiendo. Y el mundo vuelve a la ciudad, a mis pasos pequeños, pero ya no soy la misma. Porque por primera vez… tengo un padre. Un maestro.
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    La Isla del Nacimiento

    El aire se vuelve cálido.
    El mar canta.
    Una isla paradisíaca, verde, fresca, viva.

    Palmeras, playas blancas, pájaros de colores imposibles.

    Y a lo lejos…
    un volcán.

    Alto, majestuoso, latente.

    Oz pone la mano sobre mi cabeza.

    El mundo se fractura en una visión.

    El volcán en erupción.
    Columnas de fuego y ceniza.
    El mar hirviendo.
    La roca derritiéndose, expandiéndose.
    El nacimiento de la isla.

    Donde antes no había nada…
    ahora respira un paraíso.

    Oz:
    —Este volcán es el Caos.
    Cuando explota, no solo destruye…
    también crea.

    Sus palabras me atraviesan.
    No como un consejo, sino como una revelación.

    Luego se agacha a mi altura,
    sus ojos brillando con ese misterio cálido que nunca logro descifrar.

    Y dice la frase que quedará grabada en mi alma para siempre:

    Oz:
    —El Caos es aquello que nace sin permiso…
    porque nadie se lo ha pedido.

    Silencio.

    El viento huele a sal.

    Mi pecho se aprieta.
    Hay algo en él…
    algo que no es miedo.

    Es… pertenencia.

    Oz:
    —Ahora ve, pequeña. Tu madre te necesita.

    Mis labios tiemblan.
    Una pregunta que se siente demasiado grande para mi corta edad
    escapa sin que pueda detenerla.

    Lili:
    —Abuelo… ¿puedo llamarte… papi?

    Él sonríe.
    De una forma que jamás había visto en nadie.
    Una sonrisa que no pide nada, que no exige nada.
    Que simplemente es.

    Oz:
    —Claro, hija.

    Mi corazón se expande de una forma que no entiendo.
    Y el mundo vuelve a la ciudad, a mis pasos pequeños,
    pero ya no soy la misma.

    Porque por primera vez…
    tengo un padre.
    Un maestro.
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    El aire se vuelve cálido.
    El mar canta.
    Una isla paradisíaca, verde, fresca, viva.

    Palmeras, playas blancas, pájaros de colores imposibles.

    Y a lo lejos…
    un volcán.

    Alto, majestuoso, latente.

    Oz pone la mano sobre mi cabeza.

    El mundo se fractura en una visión.

    El volcán en erupción.
    Columnas de fuego y ceniza.
    El mar hirviendo.
    La roca derritiéndose, expandiéndose.
    El nacimiento de la isla.

    Donde antes no había nada…
    ahora respira un paraíso.

    Oz:
    —Este volcán es el Caos.
    Cuando explota, no solo destruye…
    también crea.

    Sus palabras me atraviesan.
    No como un consejo, sino como una revelación.

    Luego se agacha a mi altura,
    sus ojos brillando con ese misterio cálido que nunca logro descifrar.

    Y dice la frase que quedará grabada en mi alma para siempre:

    Oz:
    —El Caos es aquello que nace sin permiso…
    porque nadie se lo ha pedido.

    Silencio.

    El viento huele a sal.

    Mi pecho se aprieta.
    Hay algo en él…
    algo que no es miedo.

    Es… pertenencia.

    Oz:
    —Ahora ve, pequeña. Tu madre te necesita.

    Mis labios tiemblan.
    Una pregunta que se siente demasiado grande para mi corta edad
    escapa sin que pueda detenerla.

    Lili:
    —Abuelo… ¿puedo llamarte… papi?

    Él sonríe.
    De una forma que jamás había visto en nadie.
    Una sonrisa que no pide nada, que no exige nada.
    Que simplemente es.

    Oz:
    —Claro, hija.

    Mi corazón se expande de una forma que no entiendo.
    Y el mundo vuelve a la ciudad, a mis pasos pequeños,
    pero ya no soy la misma.

    Porque por primera vez…
    tengo un padre.
    Un maestro.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La Isla del Nacimiento El aire se vuelve cálido. El mar canta. Una isla paradisíaca, verde, fresca, viva. Palmeras, playas blancas, pájaros de colores imposibles. Y a lo lejos… un volcán. Alto, majestuoso, latente. Oz pone la mano sobre mi cabeza. El mundo se fractura en una visión. El volcán en erupción. Columnas de fuego y ceniza. El mar hirviendo. La roca derritiéndose, expandiéndose. El nacimiento de la isla. Donde antes no había nada… ahora respira un paraíso. Oz: —Este volcán es el Caos. Cuando explota, no solo destruye… también crea. Sus palabras me atraviesan. No como un consejo, sino como una revelación. Luego se agacha a mi altura, sus ojos brillando con ese misterio cálido que nunca logro descifrar. Y dice la frase que quedará grabada en mi alma para siempre: Oz: —El Caos es aquello que nace sin permiso… porque nadie se lo ha pedido. Silencio. El viento huele a sal. Mi pecho se aprieta. Hay algo en él… algo que no es miedo. Es… pertenencia. Oz: —Ahora ve, pequeña. Tu madre te necesita. Mis labios tiemblan. Una pregunta que se siente demasiado grande para mi corta edad escapa sin que pueda detenerla. Lili: —Abuelo… ¿puedo llamarte… papi? Él sonríe. De una forma que jamás había visto en nadie. Una sonrisa que no pide nada, que no exige nada. Que simplemente es. Oz: —Claro, hija. Mi corazón se expande de una forma que no entiendo. Y el mundo vuelve a la ciudad, a mis pasos pequeños, pero ya no soy la misma. Porque por primera vez… tengo un padre. Un maestro.
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  • -¡Hiii~! ¡El universo está vibrando súper brillante hoy!
    ¿Lo ves? ¡Se siente como si una estrella bebé hubiera explot— pero en el buen sentido!

    *Se inclina hacia ti con esa sonrisa grande y cálida, como si todo el cosmos cupiera en ella.*

    -¿Sabes? Hoy decidí que voy a expandiiiiir el universo un poquito más… solo un poquito.
    No te preocupes, ¡esta vez prometo no aplastar ningún planeta accidentalmente!

    *Ríe, moviendo sus accesorios como si fueran pequeños satélites orbitando alrededor de ella.*

    -Ven, ven~ ¿Quieres ver algo genial?
    Puedo hacer que este día brille como una supernova…
    ¡pero con cero riesgo de aniquilación total!

    *Guiña un ojo con energía galáctica.*

    -¡Sana power! ¡Yay~!
    -¡Hiii~! ¡El universo está vibrando súper brillante hoy! ✨ ¿Lo ves? ¡Se siente como si una estrella bebé hubiera explot— pero en el buen sentido! *Se inclina hacia ti con esa sonrisa grande y cálida, como si todo el cosmos cupiera en ella.* -¿Sabes? Hoy decidí que voy a expandiiiiir el universo un poquito más… solo un poquito. No te preocupes, ¡esta vez prometo no aplastar ningún planeta accidentalmente! *Ríe, moviendo sus accesorios como si fueran pequeños satélites orbitando alrededor de ella.* -Ven, ven~ ¿Quieres ver algo genial? Puedo hacer que este día brille como una supernova… ¡pero con cero riesgo de aniquilación total! *Guiña un ojo con energía galáctica.* -¡Sana power! ¡Yay~!
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  • 𖹭^᪲᪲᪲𝅄 ׁ ˳

    El aroma cálido de la comida recién hecha inundaba todo el pequeño comedor, mezclando se con el sonido suave de los platos y el tintineo de los palillos. Y en el centro de la mesa... estaba Nari. Tenía el cabello recogido en dos coletas sueltas que descansaban sobre sus hombros, y su blusa celeste de cuadritos parecía perfecta para ese momento. En cuanto te vio entrar, levanto la mirada y te dedico una sonrisa tan grande de bienvenida, como si estuviera apunto de explotar de emoción.

    —¡Llegaste! —dijo, moviéndose en el asiento como si hubiera estado conteniendo su alegría durante los últimos tres minutos.—Creí que la espera sería eterna.

    Tomo los palillos con entusiasmo... y luego casi los dejo caer por los nervios, recuperando los con una risita.

    —Bueno...—hablo, acercando el plato hacia ti—, espero que tengas hambre. Preparé varias cosas porque no sabía que te gustaba más, así que básicamente hice un gran buffet de bienvenida. Porfavor no me juzgues si algo sabe raro, lo mío es cocinar con mucho amor, aún no domino del todo la técnica.

    Sus ojos brillantes te miraban de forma expectante, esperanzados, como si su mundo dependiera de que dieras el primer bocado.

    —Invitarte a esta cena fue mi excusa perfecta para... ya sabes, conocerte mejor. —Se inclina hacia adelante, de forma divertida.— Y no me digas que no se ve como en los restaurantes...¡La mesa se ve increíble!

    Soltó una risa, luminosa y cálida, completamente sincera.
    𖹭^᪲᪲᪲𝅄 ׁ ˳🍮 El aroma cálido de la comida recién hecha inundaba todo el pequeño comedor, mezclando se con el sonido suave de los platos y el tintineo de los palillos. Y en el centro de la mesa... estaba Nari. Tenía el cabello recogido en dos coletas sueltas que descansaban sobre sus hombros, y su blusa celeste de cuadritos parecía perfecta para ese momento. En cuanto te vio entrar, levanto la mirada y te dedico una sonrisa tan grande de bienvenida, como si estuviera apunto de explotar de emoción. —¡Llegaste! —dijo, moviéndose en el asiento como si hubiera estado conteniendo su alegría durante los últimos tres minutos.—Creí que la espera sería eterna. Tomo los palillos con entusiasmo... y luego casi los dejo caer por los nervios, recuperando los con una risita. —Bueno...—hablo, acercando el plato hacia ti—, espero que tengas hambre. Preparé varias cosas porque no sabía que te gustaba más, así que básicamente hice un gran buffet de bienvenida. Porfavor no me juzgues si algo sabe raro, lo mío es cocinar con mucho amor, aún no domino del todo la técnica. Sus ojos brillantes te miraban de forma expectante, esperanzados, como si su mundo dependiera de que dieras el primer bocado. —Invitarte a esta cena fue mi excusa perfecta para... ya sabes, conocerte mejor. —Se inclina hacia adelante, de forma divertida.— Y no me digas que no se ve como en los restaurantes...¡La mesa se ve increíble! Soltó una risa, luminosa y cálida, completamente sincera.
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