• -Se había sentido mal en su clase de baile y había vuelto al hospital, pero por primera vez había decidió regresar a casa y no decirles a sus padres de este accidente quería ocultar todo y fingir no estaba enfermo eso no pondría menos triste-
    -Se había sentido mal en su clase de baile y había vuelto al hospital, pero por primera vez había decidió regresar a casa y no decirles a sus padres de este accidente quería ocultar todo y fingir no estaba enfermo eso no pondría menos triste-
    Me entristece
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎
    ㅤ‎ ‎ ‎ㅤ‎ ‎ ︵ ◍ ̤ ︵⏜ ‎ 㑫𔒝 ׄ
    ㅤ‎ ‎ ‎ ㅤ‎ ‎ 𖹭 𝕮𝖚𝖕𝖎𝖉𝖔 𝖙𝖆𝖑𝖐𝖎𝖓𝖌 𖹭
    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ㅤ‎ ‎ ‎ㅤ‎ 𓃠 ⎯⎯لؼغ¹⁸

    « .... 𝓜𝔂 𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓸𝓾𝓵...
    Si hay algo que realmente le molesta al dios del amor, son sus alas. Su madre, Afrodita, le dice que debe usarlas para distinguirse entre la sociedad celestial, pero ahora no estaba en la sociedad celestial, sino en la humana y los humanos se asustaban cuando miraban algo "diferente" a ellos, así que prefería ocultarlas. Además que eran chistosas, cada que se miraba al espejo no podía evitar reír.
    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ㅤ‎ ‎ ‎ㅤ‎ ‎ ︵ ◍💌 ̤ ︵⏜ ‎ 㑫𔒝 ׄ ㅤ‎ ‎ ‎ ㅤ‎ ‎ 𖹭 𝕮𝖚𝖕𝖎𝖉𝖔 𝖙𝖆𝖑𝖐𝖎𝖓𝖌 𖹭 ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ㅤ‎ ‎ ‎ㅤ‎ 𓃠 ⎯⎯لؼغ¹⁸ « .... 𝓜𝔂 𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓸𝓾𝓵... Si hay algo que realmente le molesta al dios del amor, son sus alas. Su madre, Afrodita, le dice que debe usarlas para distinguirse entre la sociedad celestial, pero ahora no estaba en la sociedad celestial, sino en la humana y los humanos se asustaban cuando miraban algo "diferente" a ellos, así que prefería ocultarlas. Además que eran chistosas, cada que se miraba al espejo no podía evitar reír.
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • -Algunas veces es mejor ocultar lo que sientes...es mas fácil
    -Algunas veces es mejor ocultar lo que sientes...es mas fácil
    Me gusta
    Me entristece
    Me shockea
    11
    0 turnos 0 maullidos
  • Creo que ya llegué al punto donde no puedo ocultar mi preocupación. ¿Pasó algo? ¿Estará bien?
    ......¿huyó?
    Creo que ya llegué al punto donde no puedo ocultar mi preocupación. ¿Pasó algo? ¿Estará bien? ......¿huyó?
    Me entristece
    Me enjaja
    3
    1 turno 0 maullidos
  • #DespertarEnLaCasa

    No recordaba haber llegado ahí.

    Isidro se incorporó con lentitud, como si temiera que entre las sombras del cuarto pudiera ocultarse la Parca misma. Eso era habitual en él, sentir miedo de que su vida acabara nada más comenzara el día. Pero al ver que no se movía ni una rata por los suelos, pudo abandonar la cama vieja y con olor a sangre en la que había dormido. Comprobó entonces, al caminar un poco por el cuarto, que no eran solamente las sábanas las que tenían ese tufo; era toda la habitación. Aquello era un miasma que la invadía, y que no provenía de un foco que no fuera la totalidad del espacio.

    Su miedo inicial pasó pronto, reemplazado por curiosidad. El olor a sangre era muy acogedor, al fin y al cabo, y le llevaba a querer investigar. Terminó por acercarse al escritorio, dispuesto a sentarse para escribir algo en su cuaderno, pero vio entonces una nota, y la leyó. En realidad necesitó alumbrarse con una vela y cerillas, que no tardó en encontrar dentro de un cajón del escritorio. Eso le permitió ver (o más bien ignorar, pues se centraba solamente en el papel) que las paredes del cuarto estaban cubiertas de tajos y magulladuras, como si se hubiera desatado una auténtica batalla, y no faltaban tampoco unas manchas que habían pasado ya de carmín puro a marrón oscuro. Por el suelo estaban tirados su capa, sombrero, espada y revolver. Pero nada de eso le importaba tanto ahora. “Estás a salvo aquí.”

    —¿Qué fantochada es esta? —murmuró. Entonces vio el bulto de sus cosas tiradas por el suelo, y decidió que era momento de salir a ver dónde estaba. Se envolvió en la capa oscura, se ciñó el sombrero, y enfundó el revolver y la espada en su cinturón. Entonces abrió la puerta con cuidado, y salió. De no ser por la vela que aún llevaba en la mano, hubiera sido fácil pasarlo desapercibido por la oscuridad.
    #DespertarEnLaCasa No recordaba haber llegado ahí. Isidro se incorporó con lentitud, como si temiera que entre las sombras del cuarto pudiera ocultarse la Parca misma. Eso era habitual en él, sentir miedo de que su vida acabara nada más comenzara el día. Pero al ver que no se movía ni una rata por los suelos, pudo abandonar la cama vieja y con olor a sangre en la que había dormido. Comprobó entonces, al caminar un poco por el cuarto, que no eran solamente las sábanas las que tenían ese tufo; era toda la habitación. Aquello era un miasma que la invadía, y que no provenía de un foco que no fuera la totalidad del espacio. Su miedo inicial pasó pronto, reemplazado por curiosidad. El olor a sangre era muy acogedor, al fin y al cabo, y le llevaba a querer investigar. Terminó por acercarse al escritorio, dispuesto a sentarse para escribir algo en su cuaderno, pero vio entonces una nota, y la leyó. En realidad necesitó alumbrarse con una vela y cerillas, que no tardó en encontrar dentro de un cajón del escritorio. Eso le permitió ver (o más bien ignorar, pues se centraba solamente en el papel) que las paredes del cuarto estaban cubiertas de tajos y magulladuras, como si se hubiera desatado una auténtica batalla, y no faltaban tampoco unas manchas que habían pasado ya de carmín puro a marrón oscuro. Por el suelo estaban tirados su capa, sombrero, espada y revolver. Pero nada de eso le importaba tanto ahora. “Estás a salvo aquí.” —¿Qué fantochada es esta? —murmuró. Entonces vio el bulto de sus cosas tiradas por el suelo, y decidió que era momento de salir a ver dónde estaba. Se envolvió en la capa oscura, se ciñó el sombrero, y enfundó el revolver y la espada en su cinturón. Entonces abrió la puerta con cuidado, y salió. De no ser por la vela que aún llevaba en la mano, hubiera sido fácil pasarlo desapercibido por la oscuridad.
    Me encocora
    Me gusta
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • La Niñez Maldita de Luna

    Luna nació bajo el amparo de la luna llena, en lo profundo de un bosque donde el silencio era tan espeso como la niebla. Su madre, Elira, una humana con un corazón tan puro como el agua de manantial, se enamoró de un ser que no debía existir: Kaelthar, un dios olvidado por el tiempo, exiliado del panteón celestial por oponerse a la crueldad de sus iguales.

    Kaelthar amaba a Elira con una devoción que desafiaba la eternidad. Cuando Luna nació, el cielo tembló. Era una criatura imposible: hija de lo mortal y lo divino, portadora de un poder ancestral que podía desatar el fin o el renacer de los dioses antiguos. Por eso, al primer aliento de Luna, su existencia fue considerada una abominación.

    Sus padres huyeron. Se ocultaron en cuevas selladas por runas, en ciudades fantasmas y bajo el mar. Pero los dioses siempre encuentran lo que quieren destruir.

    Cuando Luna cumplió cinco años, los encontraron. El castigo fue cruel, inhumano:

    Elira fue devorada viva por una tribu de caníbales bendecidos por los dioses, obligando a Luna a oír sus gritos.

    Kaelthar fue reducido a polvo, su alma disuelta en el viento frente a los ojos de su hija.

    Luna fue atada a una roca, obligada a ver todo, sin poder cerrar los ojos por obra de una maldición.

    Los dioses no la mataron. La maldecían por existir. Le impusieron un castigo peor que la muerte:

    “Nunca serás adorada como tu padre. Tu nombre será sinónimo de temor. Llevarás tres caras, tres verdades:
    Una humana, para ser rechazada por los hombres.
    Una celestial, para recordar lo que jamás tendrás.
    Una demoníaca, para que hasta los monstruos huyan de ti.”

    Después de aquello, la dejaron sola. Fue su abuelo materno, un hombre duro como la piedra, el que la rescató. No sabía amar, pero sí enseñar. La entrenó en idiomas, tecnología, combate y negocios. Le enseñó a sobrevivir. Le enseñó que el mundo no es un lugar para los buenos, sino para los decididos.

    A los 16 años, Luna fundó su primera empresa: "NoxTech International", una corporación de tecnología y comercio global. En pocos años, superó fronteras y gobiernos. A sus espaldas, nadie sabía que las sombras la seguían.

    Aunque parecía humana, a veces su rostro cambiaba sin aviso:

    En la noche, su rostro celestial brillaba, con ojos plateados como estrellas, atrayendo sueños y visiones.

    En la furia o en el miedo, su rostro demoníaco emergía, con cuernos oscuros, piel de obsidiana y voz de ecos rotos.

    Solo en la rutina, entre computadoras y contratos, su rostro humano le permitía pasar desapercibida.

    Luna no tenía aliados, solo empleados, enemigos y secretos. Era rica, poderosa y hermosa, pero no podía tocar a nadie sin que su piel ardiera o sus ojos revelaran la verdad.

    Los dioses la miraban desde sus tronos con desprecio. Pero también con miedo. Porque sabían que la hija del dios olvidado… nunca olvidó lo que le hicieron.

    Y en su silencio, Luna prepara su venganza. No por adoración, ni por amor.
    Sino por justicia.

    La Niñez Maldita de Luna Luna nació bajo el amparo de la luna llena, en lo profundo de un bosque donde el silencio era tan espeso como la niebla. Su madre, Elira, una humana con un corazón tan puro como el agua de manantial, se enamoró de un ser que no debía existir: Kaelthar, un dios olvidado por el tiempo, exiliado del panteón celestial por oponerse a la crueldad de sus iguales. Kaelthar amaba a Elira con una devoción que desafiaba la eternidad. Cuando Luna nació, el cielo tembló. Era una criatura imposible: hija de lo mortal y lo divino, portadora de un poder ancestral que podía desatar el fin o el renacer de los dioses antiguos. Por eso, al primer aliento de Luna, su existencia fue considerada una abominación. Sus padres huyeron. Se ocultaron en cuevas selladas por runas, en ciudades fantasmas y bajo el mar. Pero los dioses siempre encuentran lo que quieren destruir. Cuando Luna cumplió cinco años, los encontraron. El castigo fue cruel, inhumano: Elira fue devorada viva por una tribu de caníbales bendecidos por los dioses, obligando a Luna a oír sus gritos. Kaelthar fue reducido a polvo, su alma disuelta en el viento frente a los ojos de su hija. Luna fue atada a una roca, obligada a ver todo, sin poder cerrar los ojos por obra de una maldición. Los dioses no la mataron. La maldecían por existir. Le impusieron un castigo peor que la muerte: “Nunca serás adorada como tu padre. Tu nombre será sinónimo de temor. Llevarás tres caras, tres verdades: Una humana, para ser rechazada por los hombres. Una celestial, para recordar lo que jamás tendrás. Una demoníaca, para que hasta los monstruos huyan de ti.” Después de aquello, la dejaron sola. Fue su abuelo materno, un hombre duro como la piedra, el que la rescató. No sabía amar, pero sí enseñar. La entrenó en idiomas, tecnología, combate y negocios. Le enseñó a sobrevivir. Le enseñó que el mundo no es un lugar para los buenos, sino para los decididos. A los 16 años, Luna fundó su primera empresa: "NoxTech International", una corporación de tecnología y comercio global. En pocos años, superó fronteras y gobiernos. A sus espaldas, nadie sabía que las sombras la seguían. Aunque parecía humana, a veces su rostro cambiaba sin aviso: En la noche, su rostro celestial brillaba, con ojos plateados como estrellas, atrayendo sueños y visiones. En la furia o en el miedo, su rostro demoníaco emergía, con cuernos oscuros, piel de obsidiana y voz de ecos rotos. Solo en la rutina, entre computadoras y contratos, su rostro humano le permitía pasar desapercibida. Luna no tenía aliados, solo empleados, enemigos y secretos. Era rica, poderosa y hermosa, pero no podía tocar a nadie sin que su piel ardiera o sus ojos revelaran la verdad. Los dioses la miraban desde sus tronos con desprecio. Pero también con miedo. Porque sabían que la hija del dios olvidado… nunca olvidó lo que le hicieron. Y en su silencio, Luna prepara su venganza. No por adoración, ni por amor. Sino por justicia.
    Me entristece
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    | No puedo resistir las ansias, no puedo ocultar mi emoción, no puedo evitar sentir que voy a morir de la ansiedad.
    | No puedo resistir las ansias, no puedo ocultar mi emoción, no puedo evitar sentir que voy a morir de la ansiedad.
    Me entristece
    Me enjaja
    Me shockea
    Me emputece
    6
    2 comentarios 0 compartidos
  • 𝐕𝐈𝐄𝐍𝐀
    Fandom Original
    Categoría Acción
    INT. CONTINENTAL DE VIENA – NOCHE

    El mármol del vestíbulo refleja los candelabros dorados como si ocultara el cielo mismo.
    En un rincón, suena música de cuerda en vivo.
    Las conversaciones son susurros.
    Las miradas, medidores de peligro.

    La puerta giratoria gira una vez más.

    Radmila Koshkina entra.
    Andar lento.
    Firme.
    Tranquilo.

    Su abrigo oscuro, pesado y elegante, cae como una sombra viva.
    El borde deja ver apenas el tatuaje que carga en la espalda.
    En su oreja izquierda, tres piercings dorados en forma de gotas tintinean suavemente al compás de sus pasos.

    Nadie se gira.
    Pero todos la perciben.

    Llega al mostrador.
    El encargado del Continental ya la esperaba.

    —“Señorita Koshkina.
    Bienvenida de nuevo.”



    Ella saca una moneda de oro de su abrigo.
    Antigua. Usada. Valiosa.

    La deja sobre el mármol sin una sola palabra más.

    —“Suite Embajador”, dice el encargado.
    —“No ha sido ocupada desde hace meses.
    Vista al río. Aislamiento total.”



    Ella asiente con un leve movimiento de cabeza.

    El conserje, un hombre de rostro cansado y voz de terciopelo, le entrega la llave.
    Cuando su mano roza la de ella, murmura en voz baja:

    —“Zvonilka…”


    Radmila no responde.
    Tampoco sonríe.
    Solo guarda la llave, da media vuelta y se aleja con ese andar de sombra segura.

    El tintineo se pierde en el ascensor.
    Nadie se atreve a moverse hasta que la puerta se cierra.
    INT. CONTINENTAL DE VIENA – NOCHE El mármol del vestíbulo refleja los candelabros dorados como si ocultara el cielo mismo. En un rincón, suena música de cuerda en vivo. Las conversaciones son susurros. Las miradas, medidores de peligro. La puerta giratoria gira una vez más. Radmila Koshkina entra. Andar lento. Firme. Tranquilo. Su abrigo oscuro, pesado y elegante, cae como una sombra viva. El borde deja ver apenas el tatuaje que carga en la espalda. En su oreja izquierda, tres piercings dorados en forma de gotas tintinean suavemente al compás de sus pasos. Nadie se gira. Pero todos la perciben. Llega al mostrador. El encargado del Continental ya la esperaba. —“Señorita Koshkina. Bienvenida de nuevo.” Ella saca una moneda de oro de su abrigo. Antigua. Usada. Valiosa. La deja sobre el mármol sin una sola palabra más. —“Suite Embajador”, dice el encargado. —“No ha sido ocupada desde hace meses. Vista al río. Aislamiento total.” Ella asiente con un leve movimiento de cabeza. El conserje, un hombre de rostro cansado y voz de terciopelo, le entrega la llave. Cuando su mano roza la de ella, murmura en voz baja: —“Zvonilka…” Radmila no responde. Tampoco sonríe. Solo guarda la llave, da media vuelta y se aleja con ese andar de sombra segura. El tintineo se pierde en el ascensor. Nadie se atreve a moverse hasta que la puerta se cierra.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    16
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    *Era un día calido de verano, el fuerte sol que iluminaba cada ricon de la ciudad y hacia que mi pálida piel se enrrojeciera un poco mientras paso a paso me dirigía al instituto. Dejaban saber aue se acercaban el final de las clases de ese año..
    Y a diferencia de muchos que parecían felices por ello, yo solo caminaba, con la mirada baja, pérdida e inmersa en mis pensamientos que dibujaban un gesto acongojado..
    Abrazaba con fuerza mi pequeña mochila y agitaba con avidez mi gatuna cola. Al lugar donde iba se encontraba mi mejor amigo, quien en mis últimos años se había vuelto mi bully.. y también cierto profesor que parecía ocultar algo detrás de su serio semblante..*

    //Que tal!! Esto sería una pequeña introducción de una rol que tengo pensado, a quien le interesa me habla y le detallo un poco algunas cositas que me guarde para el privado :3 imágen para llamar la atención xd
    *Era un día calido de verano, el fuerte sol que iluminaba cada ricon de la ciudad y hacia que mi pálida piel se enrrojeciera un poco mientras paso a paso me dirigía al instituto. Dejaban saber aue se acercaban el final de las clases de ese año.. Y a diferencia de muchos que parecían felices por ello, yo solo caminaba, con la mirada baja, pérdida e inmersa en mis pensamientos que dibujaban un gesto acongojado.. Abrazaba con fuerza mi pequeña mochila y agitaba con avidez mi gatuna cola. Al lugar donde iba se encontraba mi mejor amigo, quien en mis últimos años se había vuelto mi bully.. y también cierto profesor que parecía ocultar algo detrás de su serio semblante..* //Que tal!! Esto sería una pequeña introducción de una rol que tengo pensado, a quien le interesa me habla y le detallo un poco algunas cositas que me guarde para el privado :3 imágen para llamar la atención xd
    Me gusta
    Me encocora
    3
    0 comentarios 0 compartidos
  • Anyel Martnes

    Escena: una noche cualquiera, en un baño pequeño con demasiadas botellas vacías en el lavamanos.

    —No te muevas, Rojita —dijo Anyel con voz arrastrada por el vino barato, mientras sostenía con una mano la ducha y con la otra la botella que no soltaba ni para respirar.

    —Te juro que si me tiras agua fría otra vez, te ahogo con esa misma botella —gruñó Luna, con los ojos cerrados y una media sonrisa que no podía ocultar.

    —Jamás te haría eso… intencionalmente —respondió él, riéndose por lo bajo y dejando caer el chorro tibio sobre su cabeza—. ¿Ves? Soy un caballero.

    —Eres un borracho con complejo de mayordomo —replicó ella, apoyando la mejilla contra su mano, dejando que el agua le corriera por el rostro como si fuera un bálsamo.

    Anyel la miró en silencio unos segundos, mientras bebía un trago más.

    —Rojita, ¿te puedo decir algo sin que me pegues?

    —Depende de cuánta estupidez venga después de eso.

    —Que me alegra que estés aquí, aunque estés loca, insoportable y a veces me dan ganas de encerrarte en una caja. Pero me alegra.

    Luna abrió un ojo y lo miró de reojo.

    —¿Sabes que no necesitas emborracharte para decirme esas cosas, cierto?

    —Lo sé —dijo Anyel, bajando la voz—. Pero a veces me es más fácil cuando el mundo se tambalea un poco.

    Ella suspiró. Estaba cansada, dolida, pero en paz. Porque tenía a Anyel. A su Rojita y su caos compartido. A veces la familia se elige, y a veces, también te moja el cabello mientras bebe directamente de la botella.

    [Anyel01] Escena: una noche cualquiera, en un baño pequeño con demasiadas botellas vacías en el lavamanos. —No te muevas, Rojita —dijo Anyel con voz arrastrada por el vino barato, mientras sostenía con una mano la ducha y con la otra la botella que no soltaba ni para respirar. —Te juro que si me tiras agua fría otra vez, te ahogo con esa misma botella —gruñó Luna, con los ojos cerrados y una media sonrisa que no podía ocultar. —Jamás te haría eso… intencionalmente —respondió él, riéndose por lo bajo y dejando caer el chorro tibio sobre su cabeza—. ¿Ves? Soy un caballero. —Eres un borracho con complejo de mayordomo —replicó ella, apoyando la mejilla contra su mano, dejando que el agua le corriera por el rostro como si fuera un bálsamo. Anyel la miró en silencio unos segundos, mientras bebía un trago más. —Rojita, ¿te puedo decir algo sin que me pegues? —Depende de cuánta estupidez venga después de eso. —Que me alegra que estés aquí, aunque estés loca, insoportable y a veces me dan ganas de encerrarte en una caja. Pero me alegra. Luna abrió un ojo y lo miró de reojo. —¿Sabes que no necesitas emborracharte para decirme esas cosas, cierto? —Lo sé —dijo Anyel, bajando la voz—. Pero a veces me es más fácil cuando el mundo se tambalea un poco. Ella suspiró. Estaba cansada, dolida, pero en paz. Porque tenía a Anyel. A su Rojita y su caos compartido. A veces la familia se elige, y a veces, también te moja el cabello mientras bebe directamente de la botella.
    5 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados