• La Niñez Maldita de Luna

    Luna nació bajo el amparo de la luna llena, en lo profundo de un bosque donde el silencio era tan espeso como la niebla. Su madre, Elira, una humana con un corazón tan puro como el agua de manantial, se enamoró de un ser que no debía existir: Kaelthar, un dios olvidado por el tiempo, exiliado del panteón celestial por oponerse a la crueldad de sus iguales.

    Kaelthar amaba a Elira con una devoción que desafiaba la eternidad. Cuando Luna nació, el cielo tembló. Era una criatura imposible: hija de lo mortal y lo divino, portadora de un poder ancestral que podía desatar el fin o el renacer de los dioses antiguos. Por eso, al primer aliento de Luna, su existencia fue considerada una abominación.

    Sus padres huyeron. Se ocultaron en cuevas selladas por runas, en ciudades fantasmas y bajo el mar. Pero los dioses siempre encuentran lo que quieren destruir.

    Cuando Luna cumplió cinco años, los encontraron. El castigo fue cruel, inhumano:

    Elira fue devorada viva por una tribu de caníbales bendecidos por los dioses, obligando a Luna a oír sus gritos.

    Kaelthar fue reducido a polvo, su alma disuelta en el viento frente a los ojos de su hija.

    Luna fue atada a una roca, obligada a ver todo, sin poder cerrar los ojos por obra de una maldición.

    Los dioses no la mataron. La maldecían por existir. Le impusieron un castigo peor que la muerte:

    “Nunca serás adorada como tu padre. Tu nombre será sinónimo de temor. Llevarás tres caras, tres verdades:
    Una humana, para ser rechazada por los hombres.
    Una celestial, para recordar lo que jamás tendrás.
    Una demoníaca, para que hasta los monstruos huyan de ti.”

    Después de aquello, la dejaron sola. Fue su abuelo materno, un hombre duro como la piedra, el que la rescató. No sabía amar, pero sí enseñar. La entrenó en idiomas, tecnología, combate y negocios. Le enseñó a sobrevivir. Le enseñó que el mundo no es un lugar para los buenos, sino para los decididos.

    A los 16 años, Luna fundó su primera empresa: "NoxTech International", una corporación de tecnología y comercio global. En pocos años, superó fronteras y gobiernos. A sus espaldas, nadie sabía que las sombras la seguían.

    Aunque parecía humana, a veces su rostro cambiaba sin aviso:

    En la noche, su rostro celestial brillaba, con ojos plateados como estrellas, atrayendo sueños y visiones.

    En la furia o en el miedo, su rostro demoníaco emergía, con cuernos oscuros, piel de obsidiana y voz de ecos rotos.

    Solo en la rutina, entre computadoras y contratos, su rostro humano le permitía pasar desapercibida.

    Luna no tenía aliados, solo empleados, enemigos y secretos. Era rica, poderosa y hermosa, pero no podía tocar a nadie sin que su piel ardiera o sus ojos revelaran la verdad.

    Los dioses la miraban desde sus tronos con desprecio. Pero también con miedo. Porque sabían que la hija del dios olvidado… nunca olvidó lo que le hicieron.

    Y en su silencio, Luna prepara su venganza. No por adoración, ni por amor.
    Sino por justicia.

    La Niñez Maldita de Luna Luna nació bajo el amparo de la luna llena, en lo profundo de un bosque donde el silencio era tan espeso como la niebla. Su madre, Elira, una humana con un corazón tan puro como el agua de manantial, se enamoró de un ser que no debía existir: Kaelthar, un dios olvidado por el tiempo, exiliado del panteón celestial por oponerse a la crueldad de sus iguales. Kaelthar amaba a Elira con una devoción que desafiaba la eternidad. Cuando Luna nació, el cielo tembló. Era una criatura imposible: hija de lo mortal y lo divino, portadora de un poder ancestral que podía desatar el fin o el renacer de los dioses antiguos. Por eso, al primer aliento de Luna, su existencia fue considerada una abominación. Sus padres huyeron. Se ocultaron en cuevas selladas por runas, en ciudades fantasmas y bajo el mar. Pero los dioses siempre encuentran lo que quieren destruir. Cuando Luna cumplió cinco años, los encontraron. El castigo fue cruel, inhumano: Elira fue devorada viva por una tribu de caníbales bendecidos por los dioses, obligando a Luna a oír sus gritos. Kaelthar fue reducido a polvo, su alma disuelta en el viento frente a los ojos de su hija. Luna fue atada a una roca, obligada a ver todo, sin poder cerrar los ojos por obra de una maldición. Los dioses no la mataron. La maldecían por existir. Le impusieron un castigo peor que la muerte: “Nunca serás adorada como tu padre. Tu nombre será sinónimo de temor. Llevarás tres caras, tres verdades: Una humana, para ser rechazada por los hombres. Una celestial, para recordar lo que jamás tendrás. Una demoníaca, para que hasta los monstruos huyan de ti.” Después de aquello, la dejaron sola. Fue su abuelo materno, un hombre duro como la piedra, el que la rescató. No sabía amar, pero sí enseñar. La entrenó en idiomas, tecnología, combate y negocios. Le enseñó a sobrevivir. Le enseñó que el mundo no es un lugar para los buenos, sino para los decididos. A los 16 años, Luna fundó su primera empresa: "NoxTech International", una corporación de tecnología y comercio global. En pocos años, superó fronteras y gobiernos. A sus espaldas, nadie sabía que las sombras la seguían. Aunque parecía humana, a veces su rostro cambiaba sin aviso: En la noche, su rostro celestial brillaba, con ojos plateados como estrellas, atrayendo sueños y visiones. En la furia o en el miedo, su rostro demoníaco emergía, con cuernos oscuros, piel de obsidiana y voz de ecos rotos. Solo en la rutina, entre computadoras y contratos, su rostro humano le permitía pasar desapercibida. Luna no tenía aliados, solo empleados, enemigos y secretos. Era rica, poderosa y hermosa, pero no podía tocar a nadie sin que su piel ardiera o sus ojos revelaran la verdad. Los dioses la miraban desde sus tronos con desprecio. Pero también con miedo. Porque sabían que la hija del dios olvidado… nunca olvidó lo que le hicieron. Y en su silencio, Luna prepara su venganza. No por adoración, ni por amor. Sino por justicia.
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    | No puedo resistir las ansias, no puedo ocultar mi emoción, no puedo evitar sentir que voy a morir de la ansiedad.
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  • 𝐕𝐈𝐄𝐍𝐀
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    INT. CONTINENTAL DE VIENA – NOCHE

    El mármol del vestíbulo refleja los candelabros dorados como si ocultara el cielo mismo.
    En un rincón, suena música de cuerda en vivo.
    Las conversaciones son susurros.
    Las miradas, medidores de peligro.

    La puerta giratoria gira una vez más.

    Radmila Koshkina entra.
    Andar lento.
    Firme.
    Tranquilo.

    Su abrigo oscuro, pesado y elegante, cae como una sombra viva.
    El borde deja ver apenas el tatuaje que carga en la espalda.
    En su oreja izquierda, tres piercings dorados en forma de gotas tintinean suavemente al compás de sus pasos.

    Nadie se gira.
    Pero todos la perciben.

    Llega al mostrador.
    El encargado del Continental ya la esperaba.

    —“Señorita Koshkina.
    Bienvenida de nuevo.”



    Ella saca una moneda de oro de su abrigo.
    Antigua. Usada. Valiosa.

    La deja sobre el mármol sin una sola palabra más.

    —“Suite Embajador”, dice el encargado.
    —“No ha sido ocupada desde hace meses.
    Vista al río. Aislamiento total.”



    Ella asiente con un leve movimiento de cabeza.

    El conserje, un hombre de rostro cansado y voz de terciopelo, le entrega la llave.
    Cuando su mano roza la de ella, murmura en voz baja:

    —“Zvonilka…”


    Radmila no responde.
    Tampoco sonríe.
    Solo guarda la llave, da media vuelta y se aleja con ese andar de sombra segura.

    El tintineo se pierde en el ascensor.
    Nadie se atreve a moverse hasta que la puerta se cierra.
    INT. CONTINENTAL DE VIENA – NOCHE El mármol del vestíbulo refleja los candelabros dorados como si ocultara el cielo mismo. En un rincón, suena música de cuerda en vivo. Las conversaciones son susurros. Las miradas, medidores de peligro. La puerta giratoria gira una vez más. Radmila Koshkina entra. Andar lento. Firme. Tranquilo. Su abrigo oscuro, pesado y elegante, cae como una sombra viva. El borde deja ver apenas el tatuaje que carga en la espalda. En su oreja izquierda, tres piercings dorados en forma de gotas tintinean suavemente al compás de sus pasos. Nadie se gira. Pero todos la perciben. Llega al mostrador. El encargado del Continental ya la esperaba. —“Señorita Koshkina. Bienvenida de nuevo.” Ella saca una moneda de oro de su abrigo. Antigua. Usada. Valiosa. La deja sobre el mármol sin una sola palabra más. —“Suite Embajador”, dice el encargado. —“No ha sido ocupada desde hace meses. Vista al río. Aislamiento total.” Ella asiente con un leve movimiento de cabeza. El conserje, un hombre de rostro cansado y voz de terciopelo, le entrega la llave. Cuando su mano roza la de ella, murmura en voz baja: —“Zvonilka…” Radmila no responde. Tampoco sonríe. Solo guarda la llave, da media vuelta y se aleja con ese andar de sombra segura. El tintineo se pierde en el ascensor. Nadie se atreve a moverse hasta que la puerta se cierra.
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    *Era un día calido de verano, el fuerte sol que iluminaba cada ricon de la ciudad y hacia que mi pálida piel se enrrojeciera un poco mientras paso a paso me dirigía al instituto. Dejaban saber aue se acercaban el final de las clases de ese año..
    Y a diferencia de muchos que parecían felices por ello, yo solo caminaba, con la mirada baja, pérdida e inmersa en mis pensamientos que dibujaban un gesto acongojado..
    Abrazaba con fuerza mi pequeña mochila y agitaba con avidez mi gatuna cola. Al lugar donde iba se encontraba mi mejor amigo, quien en mis últimos años se había vuelto mi bully.. y también cierto profesor que parecía ocultar algo detrás de su serio semblante..*

    //Que tal!! Esto sería una pequeña introducción de una rol que tengo pensado, a quien le interesa me habla y le detallo un poco algunas cositas que me guarde para el privado :3 imágen para llamar la atención xd
    *Era un día calido de verano, el fuerte sol que iluminaba cada ricon de la ciudad y hacia que mi pálida piel se enrrojeciera un poco mientras paso a paso me dirigía al instituto. Dejaban saber aue se acercaban el final de las clases de ese año.. Y a diferencia de muchos que parecían felices por ello, yo solo caminaba, con la mirada baja, pérdida e inmersa en mis pensamientos que dibujaban un gesto acongojado.. Abrazaba con fuerza mi pequeña mochila y agitaba con avidez mi gatuna cola. Al lugar donde iba se encontraba mi mejor amigo, quien en mis últimos años se había vuelto mi bully.. y también cierto profesor que parecía ocultar algo detrás de su serio semblante..* //Que tal!! Esto sería una pequeña introducción de una rol que tengo pensado, a quien le interesa me habla y le detallo un poco algunas cositas que me guarde para el privado :3 imágen para llamar la atención xd
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  • Anyel Martnes

    Escena: una noche cualquiera, en un baño pequeño con demasiadas botellas vacías en el lavamanos.

    —No te muevas, Rojita —dijo Anyel con voz arrastrada por el vino barato, mientras sostenía con una mano la ducha y con la otra la botella que no soltaba ni para respirar.

    —Te juro que si me tiras agua fría otra vez, te ahogo con esa misma botella —gruñó Luna, con los ojos cerrados y una media sonrisa que no podía ocultar.

    —Jamás te haría eso… intencionalmente —respondió él, riéndose por lo bajo y dejando caer el chorro tibio sobre su cabeza—. ¿Ves? Soy un caballero.

    —Eres un borracho con complejo de mayordomo —replicó ella, apoyando la mejilla contra su mano, dejando que el agua le corriera por el rostro como si fuera un bálsamo.

    Anyel la miró en silencio unos segundos, mientras bebía un trago más.

    —Rojita, ¿te puedo decir algo sin que me pegues?

    —Depende de cuánta estupidez venga después de eso.

    —Que me alegra que estés aquí, aunque estés loca, insoportable y a veces me dan ganas de encerrarte en una caja. Pero me alegra.

    Luna abrió un ojo y lo miró de reojo.

    —¿Sabes que no necesitas emborracharte para decirme esas cosas, cierto?

    —Lo sé —dijo Anyel, bajando la voz—. Pero a veces me es más fácil cuando el mundo se tambalea un poco.

    Ella suspiró. Estaba cansada, dolida, pero en paz. Porque tenía a Anyel. A su Rojita y su caos compartido. A veces la familia se elige, y a veces, también te moja el cabello mientras bebe directamente de la botella.

    [Anyel01] Escena: una noche cualquiera, en un baño pequeño con demasiadas botellas vacías en el lavamanos. —No te muevas, Rojita —dijo Anyel con voz arrastrada por el vino barato, mientras sostenía con una mano la ducha y con la otra la botella que no soltaba ni para respirar. —Te juro que si me tiras agua fría otra vez, te ahogo con esa misma botella —gruñó Luna, con los ojos cerrados y una media sonrisa que no podía ocultar. —Jamás te haría eso… intencionalmente —respondió él, riéndose por lo bajo y dejando caer el chorro tibio sobre su cabeza—. ¿Ves? Soy un caballero. —Eres un borracho con complejo de mayordomo —replicó ella, apoyando la mejilla contra su mano, dejando que el agua le corriera por el rostro como si fuera un bálsamo. Anyel la miró en silencio unos segundos, mientras bebía un trago más. —Rojita, ¿te puedo decir algo sin que me pegues? —Depende de cuánta estupidez venga después de eso. —Que me alegra que estés aquí, aunque estés loca, insoportable y a veces me dan ganas de encerrarte en una caja. Pero me alegra. Luna abrió un ojo y lo miró de reojo. —¿Sabes que no necesitas emborracharte para decirme esas cosas, cierto? —Lo sé —dijo Anyel, bajando la voz—. Pero a veces me es más fácil cuando el mundo se tambalea un poco. Ella suspiró. Estaba cansada, dolida, pero en paz. Porque tenía a Anyel. A su Rojita y su caos compartido. A veces la familia se elige, y a veces, también te moja el cabello mientras bebe directamente de la botella.
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  • La habitación del hotel no tenía nada especial.
    Paredes blancas, un espejo grande frente a la cama, luces cálidas que no alcanzaban a ocultar el cansancio reflejado.
    Naoki se paró frente al espejo en silencio, con las manos en los bolsillos de la camisa gris que caía abierta sobre su blusa blanca.
    El cabello lo llevaba atado en un moño apurado, con algunos mechones escapando como si también quisieran descansar.

    No había música.
    Ni agenda.
    Solo ella, el reflejo, y la duda persistente de si ya era hora de moverse… o si podía regalarse cinco minutos más.

    — No estoy cansada. Solo estoy… llena —Susurró, con la voz tan baja que se confundió con el zumbido del aire acondicionado.

    Se acercó un poco más al espejo.
    Observó sus propios ojos como quien analiza el estado del alma.
    Los tatuajes asomaban con elegancia desde las mangas arremangadas.

    Tomó aire, cerró los ojos y, por un momento, deseó que alguien entrara por esa puerta.
    Alguien que entendiera que incluso los silencios más largos dicen algo.

    La ciudad seguía viva afuera.
    Pero por ahora, Naoki solo escuchaba el sonido de su propia pausa.
    La habitación del hotel no tenía nada especial. Paredes blancas, un espejo grande frente a la cama, luces cálidas que no alcanzaban a ocultar el cansancio reflejado. Naoki se paró frente al espejo en silencio, con las manos en los bolsillos de la camisa gris que caía abierta sobre su blusa blanca. El cabello lo llevaba atado en un moño apurado, con algunos mechones escapando como si también quisieran descansar. No había música. Ni agenda. Solo ella, el reflejo, y la duda persistente de si ya era hora de moverse… o si podía regalarse cinco minutos más. — No estoy cansada. Solo estoy… llena —Susurró, con la voz tan baja que se confundió con el zumbido del aire acondicionado. Se acercó un poco más al espejo. Observó sus propios ojos como quien analiza el estado del alma. Los tatuajes asomaban con elegancia desde las mangas arremangadas. Tomó aire, cerró los ojos y, por un momento, deseó que alguien entrara por esa puerta. Alguien que entendiera que incluso los silencios más largos dicen algo. La ciudad seguía viva afuera. Pero por ahora, Naoki solo escuchaba el sonido de su propia pausa.
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  • - “La verdadera Luna no brilla”
    Luna no nació para ser adorada, aunque ese era su destino.
    Hija de una deidad olvidada y una humana moribunda, cargaba con un linaje maldito y divino. A sus espaldas, el mundo la llamaba "diosa", sin conocer la verdad detrás del velo.

    De día, era deslumbrante: piel pálida, cabello de plata, ojos como cristales de agua. La perfección hecha carne. Su belleza era una ilusión, una capa tejida con magia ancestral para ocultar lo que realmente era.

    Pero en la oscuridad…
    Cuando se miraba en el reflejo del río sagrado o cuando la luna llena tocaba su piel…
    Su rostro se quebraba.

    Aparecían los múltiples ojos: unos llorosos, otros vacíos. De sus mejillas colgaban fauces negras y húmedas, y sus uñas, largas y opacas, se curvaban como garras de bestia. Era aterradora incluso para sí misma.

    Y sin embargo…

    Aun con todo eso, seguía amando las cosas pequeñas.
    Escuchar historias de humanos, cuidar niños en secreto desde las sombras, dibujar constelaciones en las cuevas con luz de luciérnaga. Nadie sabía que la "diosa del eclipse" tenía el alma más bondadosa que los mismos ángeles del templo.

    Una vez dijo en voz baja:

    —“No soy bella. Soy verdad. Y la verdad a veces... da miedo.”

    Y así vivía Luna.
    Dividida entre el papel que el mundo esperaba que desempeñara y la criatura que realmente era.
    Esperando quizás, un día, ser vista tal cual es… y que alguien no huya al ver sus ojos múltiples, sino que diga:

    “Ahora sí veo tu divinidad.”

    - “La verdadera Luna no brilla” Luna no nació para ser adorada, aunque ese era su destino. Hija de una deidad olvidada y una humana moribunda, cargaba con un linaje maldito y divino. A sus espaldas, el mundo la llamaba "diosa", sin conocer la verdad detrás del velo. De día, era deslumbrante: piel pálida, cabello de plata, ojos como cristales de agua. La perfección hecha carne. Su belleza era una ilusión, una capa tejida con magia ancestral para ocultar lo que realmente era. Pero en la oscuridad… Cuando se miraba en el reflejo del río sagrado o cuando la luna llena tocaba su piel… Su rostro se quebraba. Aparecían los múltiples ojos: unos llorosos, otros vacíos. De sus mejillas colgaban fauces negras y húmedas, y sus uñas, largas y opacas, se curvaban como garras de bestia. Era aterradora incluso para sí misma. Y sin embargo… Aun con todo eso, seguía amando las cosas pequeñas. Escuchar historias de humanos, cuidar niños en secreto desde las sombras, dibujar constelaciones en las cuevas con luz de luciérnaga. Nadie sabía que la "diosa del eclipse" tenía el alma más bondadosa que los mismos ángeles del templo. Una vez dijo en voz baja: —“No soy bella. Soy verdad. Y la verdad a veces... da miedo.” Y así vivía Luna. Dividida entre el papel que el mundo esperaba que desempeñara y la criatura que realmente era. Esperando quizás, un día, ser vista tal cual es… y que alguien no huya al ver sus ojos múltiples, sino que diga: “Ahora sí veo tu divinidad.”
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  • 𝘜𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘢𝘯𝘰 𝘥𝘦 𝟣𝟪𝟫𝟩. 𝘜𝘯𝘢 𝘵𝘢𝘳𝘥𝘦 𝘵𝘰𝘮𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘵𝘦́.
    Fandom Fandom Kuroshitsuji, Era Victoriana
    Categoría Otros
    Tras casi nueve años viviendo en Inglaterra se había amoldado a las costumbres locales, a las cinco en punto, ni un minuto más ni un minuto menos, sonaba el reloj de cuco para dar paso a la hora del té.

    Aquella tarde Wolfram le había preparado en el jardín de la mansión una merienda digna de alguien como ella, lo cierto es que agradecía que Wolfram también se hubiera adaptado a aquellas costumbres pues iba a ser un problema que se mostrasen "demasiado alemanes" tras tanto tiempo allí.

    – 𝐹𝑟𝑎̈𝑢𝑙𝑒𝑖𝑛, ha llegado una carta para usted.

    Resonó la voz de Wolfram que le ofrecía una carta a la señora de la casa, Sully abrió el sobrecito y comenzó a leer en voz alta, pued nada tenía que ocultarle al mayordomo.

    " 𝑄𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑎 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑎 𝑆𝑢𝑙𝑙𝑦,
    𝑇𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑏𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑖𝑛𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑎𝑟𝜄́𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠, 𝘩𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑢𝑛 𝑚𝑒́𝑑𝑖𝑐𝑜 𝑒𝑛 𝑚𝑖𝑠 𝑣𝑖𝑎𝑗𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑟𝜄́𝑎 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑡𝑢𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑟𝑛𝑎𝑠.
    𝐴𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒: 𝐸. 𝑀"

    Sully resopló mirando la letra, la cual sabía a la perfección de quien era, no era que le molestase que alguien se preocupara por el estado de sus pies y sus piernas, era que sabía demasiado bien que no había mucho que hacer para "solucionar aquello", sencillamente tendría que mejorar sus prótesis y ya está.

    Wolfram, visiblemente dolido y angustiado por la carta evitaba mirar a su ama.

    – Wolfram.
    Dijo Sully con una pequeña sonrisa en los labios.

    – No pasa nada, no fue culpa tuya ¿Vale? Así que borra esa cara de amargura y ven a merendar conmigo, seguro que te has esforzado demasiado para la merienda de hoy.

    Explicaba Sully, Wolfram abrió la boca para contestar a su ama pero una sirvienta apareció en el jardín, había corrido por toda la mansión hasta encontrarles.

    – Señorita... Tiene... Visita...

    Dijo casi sin aire la pobre sirvienta, Sully que casi pensó que la pobre se desmayaría en aquel lugar se puso en pie, pero Wolfram fue más rápido, tomó la mano de la criada y colocó otra de sus manos en la cintura.

    – Tranquilizate, dile a esa visita que pase, Wolfram. Y tu ve a descansar.

    Ordenó la dueña de la mansión Sullivan, mientras que Wolfram acompañaba a la sirvienta al interior de la mansión para seguidamente hacer pasar a los invitados y llevarlos hasta el lugar en el que Sully tomaba el té.
    Tras casi nueve años viviendo en Inglaterra se había amoldado a las costumbres locales, a las cinco en punto, ni un minuto más ni un minuto menos, sonaba el reloj de cuco para dar paso a la hora del té. Aquella tarde Wolfram le había preparado en el jardín de la mansión una merienda digna de alguien como ella, lo cierto es que agradecía que Wolfram también se hubiera adaptado a aquellas costumbres pues iba a ser un problema que se mostrasen "demasiado alemanes" tras tanto tiempo allí. – 𝐹𝑟𝑎̈𝑢𝑙𝑒𝑖𝑛, ha llegado una carta para usted. Resonó la voz de Wolfram que le ofrecía una carta a la señora de la casa, Sully abrió el sobrecito y comenzó a leer en voz alta, pued nada tenía que ocultarle al mayordomo. " 𝑄𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑎 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑎 𝑆𝑢𝑙𝑙𝑦, 𝑇𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑏𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑖𝑛𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑎𝑟𝜄́𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠, 𝘩𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑢𝑛 𝑚𝑒́𝑑𝑖𝑐𝑜 𝑒𝑛 𝑚𝑖𝑠 𝑣𝑖𝑎𝑗𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑟𝜄́𝑎 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑡𝑢𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑟𝑛𝑎𝑠. 𝐴𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒: 𝐸. 𝑀" Sully resopló mirando la letra, la cual sabía a la perfección de quien era, no era que le molestase que alguien se preocupara por el estado de sus pies y sus piernas, era que sabía demasiado bien que no había mucho que hacer para "solucionar aquello", sencillamente tendría que mejorar sus prótesis y ya está. Wolfram, visiblemente dolido y angustiado por la carta evitaba mirar a su ama. – Wolfram. Dijo Sully con una pequeña sonrisa en los labios. – No pasa nada, no fue culpa tuya ¿Vale? Así que borra esa cara de amargura y ven a merendar conmigo, seguro que te has esforzado demasiado para la merienda de hoy. Explicaba Sully, Wolfram abrió la boca para contestar a su ama pero una sirvienta apareció en el jardín, había corrido por toda la mansión hasta encontrarles. – Señorita... Tiene... Visita... Dijo casi sin aire la pobre sirvienta, Sully que casi pensó que la pobre se desmayaría en aquel lugar se puso en pie, pero Wolfram fue más rápido, tomó la mano de la criada y colocó otra de sus manos en la cintura. – Tranquilizate, dile a esa visita que pase, Wolfram. Y tu ve a descansar. Ordenó la dueña de la mansión Sullivan, mientras que Wolfram acompañaba a la sirvienta al interior de la mansión para seguidamente hacer pasar a los invitados y llevarlos hasta el lugar en el que Sully tomaba el té.
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  • -estaba apresurado alistando todo para la venida de su hijo o al menos lo que el creía que ya estaba en proceso de parto su pareja ?
    Tan concentrado en tener todo preparado que no se dió cuenta que padre e hijo lo estaban observando sin necesidad de ocultarse entre las sombras Bùxiǎng Yào De Tàiyáng De Dì èr Gè Háizi Lan Wangji dando el descuido perfecto para que buxiang controlará de nuevo su cuerpo evitando que pudiera escapar, y que wangji al final pudiera acercarse con seguridad a revisar la mente del hombre con la escusa de "revisar que su padre no estuviera alterando la mente de alastor"
    Entre un jadeo ahogado y la pesadez de su cuerpo termino sediendo de una vez por toda la sometimiento de esos dos. Un aura blanca bañada en sangre lo envolvió rodeándolo como una armadura mostrando una apariencia tan opuesta a la de un humano como última alternativa de protección -
    -estaba apresurado alistando todo para la venida de su hijo o al menos lo que el creía que ya estaba en proceso de parto su pareja ? Tan concentrado en tener todo preparado que no se dió cuenta que padre e hijo lo estaban observando sin necesidad de ocultarse entre las sombras [Undertarker] [LanWangji] dando el descuido perfecto para que buxiang controlará de nuevo su cuerpo evitando que pudiera escapar, y que wangji al final pudiera acercarse con seguridad a revisar la mente del hombre con la escusa de "revisar que su padre no estuviera alterando la mente de alastor" Entre un jadeo ahogado y la pesadez de su cuerpo termino sediendo de una vez por toda la sometimiento de esos dos. Un aura blanca bañada en sangre lo envolvió rodeándolo como una armadura mostrando una apariencia tan opuesta a la de un humano como última alternativa de protección -
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    AURORA VEIL

    "Luz que no se puede ocultar"

    Aurora Veil no solo camina la pasarela: la domina como si cada paso tejiera una historia. Su silueta es un susurro de elegancia, con facciones que evocan la quietud de una escultura clásica y la fuerza de una musa moderna. Hay en su mirada una dualidad magnética: inocencia y determinación, misterio y autenticidad.

    Descubierta entre luces suaves y atmósferas etéreas, Aurora representa la perfecta sinergia entre arte visual y presencia escénica. Su versatilidad la hace ideal para editoriales vanguardistas, campañas de alta costura y piezas que buscan narrativas profundas con impacto estético.

    Especialidades:
    - Moda de lujo y estética contemporánea
    - Expresiones faciales que transmiten emoción sutil
    Aurora Veil no es solo una modelo. Es un símbolo de lo intangible: esa belleza que se siente antes de entenderse.

    "El lujo no es solo lo que llevas, es cómo lo llevas. La moda es actitud, y el estilo... tu firma eterna."
    💫 AURORA VEIL "Luz que no se puede ocultar" Aurora Veil no solo camina la pasarela: la domina como si cada paso tejiera una historia. Su silueta es un susurro de elegancia, con facciones que evocan la quietud de una escultura clásica y la fuerza de una musa moderna. Hay en su mirada una dualidad magnética: inocencia y determinación, misterio y autenticidad. Descubierta entre luces suaves y atmósferas etéreas, Aurora representa la perfecta sinergia entre arte visual y presencia escénica. Su versatilidad la hace ideal para editoriales vanguardistas, campañas de alta costura y piezas que buscan narrativas profundas con impacto estético. 🎭 Especialidades: - Moda de lujo y estética contemporánea - Expresiones faciales que transmiten emoción sutil Aurora Veil no es solo una modelo. Es un símbolo de lo intangible: esa belleza que se siente antes de entenderse. "El lujo no es solo lo que llevas, es cómo lo llevas. La moda es actitud, y el estilo... tu firma eterna."
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