• —Eres un tonto si crees que puedes ocultarte de mi vista.
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  • ¿Como ocultar lo evidente?

    Realmente lo extraño.
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  • Con una mano se rascaba la nuca, su postura encorvada dejando entrever su cansancio. Mira hacia abajo, repasando lo sucedido. Su expresión es tranquila, se le da muy bien ocultar sus emociones. Estaba sola, en silencio, pensando. Reflexionando.
    Con una mano se rascaba la nuca, su postura encorvada dejando entrever su cansancio. Mira hacia abajo, repasando lo sucedido. Su expresión es tranquila, se le da muy bien ocultar sus emociones. Estaba sola, en silencio, pensando. Reflexionando.
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  • <<Tras haberse escondido para ocultar su apariencia tomaba nota de que hacer y no hacer con ciertos hechizos no controlaba su poder al 100% eso lo llevo a experimentar cambios en su ser que le costó mucho regresar a su apariencia normal Pero aún mantenía ciertos rasgos felinos >>

    *Suspirando resignado mirando mi cola *

    —No puedo salir así si mi maestro me viera que cara pondría (?) tendré que esperar a que los efectos se dicipen — ...
    <<Tras haberse escondido para ocultar su apariencia tomaba nota de que hacer y no hacer con ciertos hechizos no controlaba su poder al 100% eso lo llevo a experimentar cambios en su ser que le costó mucho regresar a su apariencia normal Pero aún mantenía ciertos rasgos felinos >> *Suspirando resignado mirando mi cola * —No puedo salir así si mi maestro me viera que cara pondría (?) tendré que esperar a que los efectos se dicipen — ...
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  • Un encuentro fortuito en la selva invertida.
    Fandom Made in Abyss
    Categoría Aventura
    Rol con: Richard Karter

    La Selva Invertida – El Jardín de lo Que No Debería Crecer, la segunda capa del abismo, un bosque que ha olvidado el cielo, donde las raíces cuelgan desde las alturas como si la tierra hubiera sido volteada, y la gravedad respondiera a otra ley. Árboles imposibles se aferran a techos de roca, colgando boca abajo como condenados suspendidos en una danza sin fin. Sus ramas no buscan la luz: la rehúyen, enredándose en sí mismas como si quisieran ocultar su propia existencia.

    El aire aquí es denso, húmedo, cargado de una fragancia espesa, dulce como la descomposición de una flor demasiado madura. No hay brisa, solo el aliento caliente del Abismo, que exhala entre las hojas y murmura en lenguas vegetales a los que se atreven a cruzar su umbral.

    La luz apenas sobrevive en este mundo. La poca que logra filtrarse desde las capas superiores llega rota, teñida de verde y oro sucio, y cae en haces irregulares como manchas de pintura enferma. Bajo esa luz, la vegetación brilla con un tono malsano. Hojas que sudan savia negra, hongos que respiran con un latido lento, y flores que se abren solo cuando escuchan pasos.

    Aquí no hay depredadores ni presas, solo habitantes de un ecosistema que no perdona el error de existir sin entender sus reglas. Un paso en falso no lleva a la muerte, sino a una lenta digestión por parte de algo que no tiene rostro ni intención: solo hambre.

    Y sobre todo, la Selva Invertida escucha.
    Escucha los pasos, las respiraciones contenidas, las súplicas susurradas a una madre que no puede oír. Porque en este nivel, el Abismo ya te ha empezado a probar.

    En este despiadado lugar, un alma poco afortunada parece perdida, un hombre, proveniente de algún otro lugar desconocido pareció llegar a través de una brecha, y, tras su encuentro con Ozen La Inamovible, la actitud de la mujer le dejó claro que el abismo no es lugar para gente débil, o te devoran sus habitantes, o es el propio abismo el que lo hace... Y dicha persona estaba a punto de vivir la bienvenida que le da el abismo a todos.

    -------------------------------

    Ozen estaba desde su campamento observando tranquilamente los alrededores como solía hacer en momentos de aburrimiento, cosa que el abismo rara vez dejaba ocurrir.

    Desde la distancia observó al hombre que antes irrumpió en su hogar, ahora huyendo despavorido de una criatura.

    Ozen dejó salir un suspiro y se dirigió adentro, su forma desapareciendo en el laberinto de su hogar.

    La criatura perseguía incansable, emitiendo chillidos provenientes de otro mundo, que harían temblar la mente de cualquiera.
    El hombre podía sentir su estómago revolverse y su cuerpo más pesado, probablemente debido a la maldición que carga el abismo.

    Su cuerpo pareció rendirse. La criatura saltó, con mandíbulas abiertas, preparadas para acabar con la vida del hombre, entonces...

    El suelo tembló.
    El aire se partió en dos.
    Y la bestia se detuvo en seco, su cabeza girando sin su cuerpo, su columna partida como una caña seca entre dedos de hierro.

    Ella estaba allí...

    Ozen.

    No llegó corriendo, no llegó gritando, simplemente estaba, como si siempre hubiera estado. Su silueta era una torre ennegrecida por la ceniza, envuelta en placas de hierro que no brillaban, pero que pesaban en el aire como un juicio. El cadáver del monstruo aún se estremecía a su lado, colapsando lentamente, como si se negara a morir del todo.

    Ozen no miró a la criatura, solo al hombre, como si el cádaver de esa criatura fuera algo común en su día a día.

    Su rostro era inexpresivo, inmóvil, más muerto que vivo, sus ojos no tenían ira, ni compasión, ni alivio, solo presencia. Un vacío que no juzga, no salva... solo decide.

    Se acercó y se inclinó un poco, el metal de su armadura crujió como una tumba abriéndose.

    — Sigues vivo. — Su voz fue un golpe seco. — Te había dicho que esperases a que hubiera una brecha, este lugar no está hecho para ti, ¿Qué es lo que buscas? — Su tono de voz era firme, no parecía enfadada, más bien parecía una advertencia.
    Rol con: [Skynight86] La Selva Invertida – El Jardín de lo Que No Debería Crecer, la segunda capa del abismo, un bosque que ha olvidado el cielo, donde las raíces cuelgan desde las alturas como si la tierra hubiera sido volteada, y la gravedad respondiera a otra ley. Árboles imposibles se aferran a techos de roca, colgando boca abajo como condenados suspendidos en una danza sin fin. Sus ramas no buscan la luz: la rehúyen, enredándose en sí mismas como si quisieran ocultar su propia existencia. El aire aquí es denso, húmedo, cargado de una fragancia espesa, dulce como la descomposición de una flor demasiado madura. No hay brisa, solo el aliento caliente del Abismo, que exhala entre las hojas y murmura en lenguas vegetales a los que se atreven a cruzar su umbral. La luz apenas sobrevive en este mundo. La poca que logra filtrarse desde las capas superiores llega rota, teñida de verde y oro sucio, y cae en haces irregulares como manchas de pintura enferma. Bajo esa luz, la vegetación brilla con un tono malsano. Hojas que sudan savia negra, hongos que respiran con un latido lento, y flores que se abren solo cuando escuchan pasos. Aquí no hay depredadores ni presas, solo habitantes de un ecosistema que no perdona el error de existir sin entender sus reglas. Un paso en falso no lleva a la muerte, sino a una lenta digestión por parte de algo que no tiene rostro ni intención: solo hambre. Y sobre todo, la Selva Invertida escucha. Escucha los pasos, las respiraciones contenidas, las súplicas susurradas a una madre que no puede oír. Porque en este nivel, el Abismo ya te ha empezado a probar. En este despiadado lugar, un alma poco afortunada parece perdida, un hombre, proveniente de algún otro lugar desconocido pareció llegar a través de una brecha, y, tras su encuentro con Ozen La Inamovible, la actitud de la mujer le dejó claro que el abismo no es lugar para gente débil, o te devoran sus habitantes, o es el propio abismo el que lo hace... Y dicha persona estaba a punto de vivir la bienvenida que le da el abismo a todos. ------------------------------- Ozen estaba desde su campamento observando tranquilamente los alrededores como solía hacer en momentos de aburrimiento, cosa que el abismo rara vez dejaba ocurrir. Desde la distancia observó al hombre que antes irrumpió en su hogar, ahora huyendo despavorido de una criatura. Ozen dejó salir un suspiro y se dirigió adentro, su forma desapareciendo en el laberinto de su hogar. La criatura perseguía incansable, emitiendo chillidos provenientes de otro mundo, que harían temblar la mente de cualquiera. El hombre podía sentir su estómago revolverse y su cuerpo más pesado, probablemente debido a la maldición que carga el abismo. Su cuerpo pareció rendirse. La criatura saltó, con mandíbulas abiertas, preparadas para acabar con la vida del hombre, entonces... El suelo tembló. El aire se partió en dos. Y la bestia se detuvo en seco, su cabeza girando sin su cuerpo, su columna partida como una caña seca entre dedos de hierro. Ella estaba allí... Ozen. No llegó corriendo, no llegó gritando, simplemente estaba, como si siempre hubiera estado. Su silueta era una torre ennegrecida por la ceniza, envuelta en placas de hierro que no brillaban, pero que pesaban en el aire como un juicio. El cadáver del monstruo aún se estremecía a su lado, colapsando lentamente, como si se negara a morir del todo. Ozen no miró a la criatura, solo al hombre, como si el cádaver de esa criatura fuera algo común en su día a día. Su rostro era inexpresivo, inmóvil, más muerto que vivo, sus ojos no tenían ira, ni compasión, ni alivio, solo presencia. Un vacío que no juzga, no salva... solo decide. Se acercó y se inclinó un poco, el metal de su armadura crujió como una tumba abriéndose. — Sigues vivo. — Su voz fue un golpe seco. — Te había dicho que esperases a que hubiera una brecha, este lugar no está hecho para ti, ¿Qué es lo que buscas? — Su tono de voz era firme, no parecía enfadada, más bien parecía una advertencia.
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  • Deben aprender a establecer prioridades. Hay que tener sentido de la proporción. Así se puede aprovechar el tiempo de la mejor manera, y sacarle el máximo provecho a los recursos disponibles.

    *Era un domingo muy perezoso. Despuès de obligarse a salir de la cama por la mañana, pese a querer dormir más, Adam había comenzado el día. Aunque sin ánimos.
    La fiesta había sido muy buena, y, durante la tarde, había recibido una llamada de su compañero Elios, el cual estaba tan cansado como él, y se quejaba de haberse saltado el entrenamiento a causa de la fiesta.
    Había pedido consejo a su otro compañero, Shinei, el cual, por ser un soldado, se destacaba por su disciplina, la cual impresionaba a ambos.
    Así, mediante una llamada colectiva, Adam escuchaba en altavoz el intercambio de palabras de Shinn y Elios, ya que Shinn tenía respuestas prácticas para las quejas de Elios, las cuales también le resultaban útiles a él.*

    -¿Entonces crees que debí entrenar ayer antes de dormir?
    -¿No estás entendiéndome, Elios? Te estoy diciendo que actúes en base a tus propios objetivos. Comprendo que pienses que perdiste el tiempo por romper el ritmo. Pero el recreo y descanso también son importantes. Además, si tanto te preocupa el ritmo, con trabajo rudo puedes recuperarlo...

    *La conversación siguió. Adam se sentía cansado, sin ganas de salir a trabajar, pese a que el sol comenzaba a ocultarse, pero pensó que Shinn tenía razón. Acelerar el ritmo la próxima vez podía ayudarle a recuperar la carrera perdida.*

    -¡Genio!

    *Interrumpió Adam con un grito la conversación de Shinn y Elios.*

    -Te preocupas por no haber entrenado, pero anoche te veías muy feliz bailando con Cal, ¿cierto?

    *Y Shinn empezó a bromear diciendo que, secretamente, a Elios le gustaba Cal.
    La perorata siguió, y Adam, aunque aún debía decidir si subiría al auto o no en esta tarde, supo que los concejos de Shinn siempre eran útiles.*
    Deben aprender a establecer prioridades. Hay que tener sentido de la proporción. Así se puede aprovechar el tiempo de la mejor manera, y sacarle el máximo provecho a los recursos disponibles. *Era un domingo muy perezoso. Despuès de obligarse a salir de la cama por la mañana, pese a querer dormir más, Adam había comenzado el día. Aunque sin ánimos. La fiesta había sido muy buena, y, durante la tarde, había recibido una llamada de su compañero Elios, el cual estaba tan cansado como él, y se quejaba de haberse saltado el entrenamiento a causa de la fiesta. Había pedido consejo a su otro compañero, Shinei, el cual, por ser un soldado, se destacaba por su disciplina, la cual impresionaba a ambos. Así, mediante una llamada colectiva, Adam escuchaba en altavoz el intercambio de palabras de Shinn y Elios, ya que Shinn tenía respuestas prácticas para las quejas de Elios, las cuales también le resultaban útiles a él.* -¿Entonces crees que debí entrenar ayer antes de dormir? -¿No estás entendiéndome, Elios? Te estoy diciendo que actúes en base a tus propios objetivos. Comprendo que pienses que perdiste el tiempo por romper el ritmo. Pero el recreo y descanso también son importantes. Además, si tanto te preocupa el ritmo, con trabajo rudo puedes recuperarlo... *La conversación siguió. Adam se sentía cansado, sin ganas de salir a trabajar, pese a que el sol comenzaba a ocultarse, pero pensó que Shinn tenía razón. Acelerar el ritmo la próxima vez podía ayudarle a recuperar la carrera perdida.* -¡Genio! *Interrumpió Adam con un grito la conversación de Shinn y Elios.* -Te preocupas por no haber entrenado, pero anoche te veías muy feliz bailando con Cal, ¿cierto? *Y Shinn empezó a bromear diciendo que, secretamente, a Elios le gustaba Cal. La perorata siguió, y Adam, aunque aún debía decidir si subiría al auto o no en esta tarde, supo que los concejos de Shinn siempre eran útiles.*
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  • —¿Estás completamente seguro de que este es el mapa correcto?— Preguntó Annabeth con el ceño fruncido, los ojos clavados en el mapa que sostenía con firmeza, aunque no podía ocultar la frustración que la abordaba en ese momento.

    Percy simplemente le sonrió, caminando unos pasos por delante con una confianza sospechosamente despreocupada. Levantó el puño y le dijo con tono burlón:

    —Ya lo resolverlas— Y se encogio de hombros. En ese instante, Annabeth se dió cuenta de que todo dependía de ella.

    Grover, entre ellos, parecía algo incómodo. Miraba de reojo a Annabeth, luego al mapa, luego a Percy.

    —Digo, técnicamente no estamos perdidos... Solo estamos, eh.. tomando una ruta alternativa, tal vez.

    Annabeth apretó los dientes.

    —"Ruta alternativa"... claro. ¿Por qué no mejor tomamos un atajo directo al Tártaro, ya que estamos?
    —¿Estás completamente seguro de que este es el mapa correcto?— Preguntó Annabeth con el ceño fruncido, los ojos clavados en el mapa que sostenía con firmeza, aunque no podía ocultar la frustración que la abordaba en ese momento. Percy simplemente le sonrió, caminando unos pasos por delante con una confianza sospechosamente despreocupada. Levantó el puño y le dijo con tono burlón: —Ya lo resolverlas— Y se encogio de hombros. En ese instante, Annabeth se dió cuenta de que todo dependía de ella. Grover, entre ellos, parecía algo incómodo. Miraba de reojo a Annabeth, luego al mapa, luego a Percy. —Digo, técnicamente no estamos perdidos... Solo estamos, eh.. tomando una ruta alternativa, tal vez. Annabeth apretó los dientes. —"Ruta alternativa"... claro. ¿Por qué no mejor tomamos un atajo directo al Tártaro, ya que estamos?
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  • 𝑻𝒉𝒊𝒔 𝒊𝒔 𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒚 𝒉𝒐𝒎𝒆
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    Categoría Otros
    Hacía solamente unos días que Lucien Vanserra había llegado a Velaris, y a pesar de la situación entre sus cortes, Feyre no podía ocultar que internamente se alegraba. Siempre le había caído bien Lucien, y la ayudó cuando más lo necesitaba.

    Es por eso que se había propuesto que disfrutase del lugar, que pudiese comprender porqué consideraba aquel su hogar, y que quisiera defenderlo de todo como ella misma hacía.
    No tardó en divisarlo, mirando por uno de los balcones a la ciudad iluminada, y se puso a su lado con una sonrisa.

    -Es precioso, ¿verdad?
    Hacía solamente unos días que [shimmer_amber_pigeon_639] había llegado a Velaris, y a pesar de la situación entre sus cortes, Feyre no podía ocultar que internamente se alegraba. Siempre le había caído bien Lucien, y la ayudó cuando más lo necesitaba. Es por eso que se había propuesto que disfrutase del lugar, que pudiese comprender porqué consideraba aquel su hogar, y que quisiera defenderlo de todo como ella misma hacía. No tardó en divisarlo, mirando por uno de los balcones a la ciudad iluminada, y se puso a su lado con una sonrisa. -Es precioso, ¿verdad?
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  • Akatosh

    ◇◇ Las costumbres no se olvidan jamás ◇◇


    Como era su costumbre desde que lo recuerda Kari se encontraba elevando una plegaria hacia el dios que sus padres le hicieron tenerle fe y devoción, a pesar de las circunstancias, el altar de Akatosh estaba puesto pulcro y con ofrendas, tal como le había enseñado su padre Halvar.

    —Hola, soy yo, bueno, no te pido nada o bueno si… que me des una manita en el turno de hoy, no es que desprecie las monedas que me da Thorstein pero es que a veces eso de ser la saca borrachos no va conmigo.

    Dijo sonriendo animada para luego hacer una reverencia al altar y salir hacia su trabajo en la posada, como cosa rara y ya firma de ella, iba tarde así que apuró el paso.

    Luego de la maratónica carrera y de pelear con ñas gallinas que se le atravesaban en el camino, llegó a la posada, rápidamente fue por su delantal y trapo ante un llamado de atención de Thorstein, el dueño de la posada.

    —Debías estar aquí a lo que el sol comienza a ocultarse, ni más ni menos Kari.— Dijo un enojado Thorstein a lo que Kari respondió con una sonrisa.

    —Pero ya estoy aquí Thorstein, distinto fuera que no hubiera venido.
    —No es eso Kari, de aquí tu eres la más capaz, si hubieses estado temprano, ese mago loco de ese loco colegio de magos no hubiera hecho un desastre la mesa de alquimia, es que no se ni por qué te hice caso de poner ese tiesto ahí.

    Kari soltó una risa fuerte ante las quejas se Thorstein y fue a la mesa a limpiarla mientras dejaba a su amigo que siga rabiando solo, y así comenzaba un día más en la vida de Kari, entre aguamiel y cantos de los bardos.

    [Ak4Aur1el] ◇◇ Las costumbres no se olvidan jamás ◇◇ Como era su costumbre desde que lo recuerda Kari se encontraba elevando una plegaria hacia el dios que sus padres le hicieron tenerle fe y devoción, a pesar de las circunstancias, el altar de Akatosh estaba puesto pulcro y con ofrendas, tal como le había enseñado su padre Halvar. —Hola, soy yo, bueno, no te pido nada o bueno si… que me des una manita en el turno de hoy, no es que desprecie las monedas que me da Thorstein pero es que a veces eso de ser la saca borrachos no va conmigo. Dijo sonriendo animada para luego hacer una reverencia al altar y salir hacia su trabajo en la posada, como cosa rara y ya firma de ella, iba tarde así que apuró el paso. Luego de la maratónica carrera y de pelear con ñas gallinas que se le atravesaban en el camino, llegó a la posada, rápidamente fue por su delantal y trapo ante un llamado de atención de Thorstein, el dueño de la posada. —Debías estar aquí a lo que el sol comienza a ocultarse, ni más ni menos Kari.— Dijo un enojado Thorstein a lo que Kari respondió con una sonrisa. —Pero ya estoy aquí Thorstein, distinto fuera que no hubiera venido. —No es eso Kari, de aquí tu eres la más capaz, si hubieses estado temprano, ese mago loco de ese loco colegio de magos no hubiera hecho un desastre la mesa de alquimia, es que no se ni por qué te hice caso de poner ese tiesto ahí. Kari soltó una risa fuerte ante las quejas se Thorstein y fue a la mesa a limpiarla mientras dejaba a su amigo que siga rabiando solo, y así comenzaba un día más en la vida de Kari, entre aguamiel y cantos de los bardos.
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  • Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas.
    Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías
    y caricias sin alma.

    Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama,
    y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría.

    Por mucho que trates de fardar virilidad,
    o de usar tu sensualidad como moneda,
    lo único que haces es perder la dignidad en cada intento.
    Tu carne es ruido.
    Tu deseo, una fuga.
    Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir.

    Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo.
    Te crees libre por usar tu cuerpo,
    pero no eres más que esclavo de él.

    Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar:
    la ausencia de pensamiento,
    la falta de esencia.
    Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe.

    Así que baila, ríe, presume.
    Hazlo todo.
    Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar.
    Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene…
    yo estaré lista. Tijeras en mano.
    Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas. Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías y caricias sin alma. Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama, y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría. Por mucho que trates de fardar virilidad, o de usar tu sensualidad como moneda, lo único que haces es perder la dignidad en cada intento. Tu carne es ruido. Tu deseo, una fuga. Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir. Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo. Te crees libre por usar tu cuerpo, pero no eres más que esclavo de él. Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar: la ausencia de pensamiento, la falta de esencia. Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe. Así que baila, ríe, presume. Hazlo todo. Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar. Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene… yo estaré lista. Tijeras en mano.
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