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    Algo me dice que si bien no te aparece 20 veces el gatito negro de "Personaje misterioso", si te aparece 20 veces el contador de la campana en rojo.

    Que fail.
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    User: Yo no tengo favoritos.
    -subiendo contenido diario para Laewend-
    -Olvidando la existencia de otros personajes.-

    Pero es que Lae es amor, es misterio, drama y trama (?)
    User: Yo no tengo favoritos. -subiendo contenido diario para Laewend- -Olvidando la existencia de otros personajes.- Pero es que Lae es amor, es misterio, drama y trama (?)
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  • Tanto misterio para salvar a los pecados es obvio que para salvarlos la líder de los pecados tiene que morir

    -se observa las garras no le importa perder a esos pecados puede hacer a más -
    Tanto misterio para salvar a los pecados es obvio que para salvarlos la líder de los pecados tiene que morir -se observa las garras no le importa perder a esos pecados puede hacer a más -
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  • Gazú Bonetti Me gusta andar encapuchada al igual que mi amado esposo... Ahora seré misteriosa cómo él.
    [Gazu122101] Me gusta andar encapuchada al igual que mi amado esposo... Ahora seré misteriosa cómo él.
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  • Humm... Hace mucho tiempo que no caminaba por estos lares. *Me pongo a leer un poco mis bitácoras personales, mientras escucho un poco de música*

    Me pregunto... ¿Cómo será mi vida por aquí? Muchos ojos hay en esta oscuridad misteriosa, aún no he adquirido el poder de ver más allá en esas sombras, pero por ahora supongo que será bueno administrar las interacciones amistosas, sin entrar en caos... *Miro al cielo como si esperara un milagro pacífico*
    Humm... Hace mucho tiempo que no caminaba por estos lares. *Me pongo a leer un poco mis bitácoras personales, mientras escucho un poco de música* Me pregunto... ¿Cómo será mi vida por aquí? Muchos ojos hay en esta oscuridad misteriosa, aún no he adquirido el poder de ver más allá en esas sombras, pero por ahora supongo que será bueno administrar las interacciones amistosas, sin entrar en caos... *Miro al cielo como si esperara un milagro pacífico*
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  • El viento aulló a través de las columnas de piedra desmoronadas, levantando polvo y fragmentos de un pasado ya olvidado. La elfa oscura permaneció inmóvil, sus misteriosos ojos explorando las ruinas cubiertas de maleza. Se había sentido atraída hacia ese lugar, como por una fuerza invisible. El aire estaba cargado por el peso de los recuerdos y, sin embargo, permanecían fuera de su alcance.

    Con paso calculado, se adentró más en las ruinas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, un tamborileo de anticipación, más trato de ignorarlo, como siempre hacía. Este lugar guardaba secretos que ella necesitaba desbloquear. Sentía una extraña conexión con ello, como un hilo que a lo desconocido.

    A medida que se aventuraba más, se topó con una cámara oculta, cuya entrada estaba velada por enredaderas y musgo. Con aire reservado, apartó el follaje y entró. La cámara estaba iluminada por un único rayo de luz solar, iluminando un altar desgastado en su centro.

    Se acercó al altar, los dedos rozando su fría superficie, la cual parecía ser hogar a un libro que no se veía alterado por el paso del tiempo.

    ¿Por qué lo habían abandonado? ¿Qué había pasado?

    No lo sabía, pero no tenía demasiado interés en descubrirlo.

    El viento aulló a través de las columnas de piedra desmoronadas, levantando polvo y fragmentos de un pasado ya olvidado. La elfa oscura permaneció inmóvil, sus misteriosos ojos explorando las ruinas cubiertas de maleza. Se había sentido atraída hacia ese lugar, como por una fuerza invisible. El aire estaba cargado por el peso de los recuerdos y, sin embargo, permanecían fuera de su alcance. Con paso calculado, se adentró más en las ruinas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, un tamborileo de anticipación, más trato de ignorarlo, como siempre hacía. Este lugar guardaba secretos que ella necesitaba desbloquear. Sentía una extraña conexión con ello, como un hilo que a lo desconocido. A medida que se aventuraba más, se topó con una cámara oculta, cuya entrada estaba velada por enredaderas y musgo. Con aire reservado, apartó el follaje y entró. La cámara estaba iluminada por un único rayo de luz solar, iluminando un altar desgastado en su centro. Se acercó al altar, los dedos rozando su fría superficie, la cual parecía ser hogar a un libro que no se veía alterado por el paso del tiempo. ¿Por qué lo habían abandonado? ¿Qué había pasado? No lo sabía, pero no tenía demasiado interés en descubrirlo.
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  • —Así que... Eres chino.

    —¿Eso te sorprende?

    —No. Lo que me sorprende es que alguien viva aquí...

    Mi excursión por los fríos, húmedos y misteriosamente iluminados túneles fue interrumpida por el abrupto encuentro con Liú Tiānxiāng. No alcancé a avanzar más de veinte metros y nos cruzamos en una esquina.

    La verdad es que me cagué entero en cuanto lo vi, pero estoy seguro de que cualquiera lo habría hecho; una imponente estatura, encima musculoso; mirada penetrante, acompañada de un intenso color rojizo.

    Él salió de la absoluta nada, sin hacer el más mínimo ruido, y se asomó; me miró directamente, como si supiera que yo ya estaba ahí.

    Llevamos un par de minutos caminando, minutos en los que apenas se intercambiaban palabras. Él no parece del tipo hablador, mientras que yo estoy demasiado concentrado en imaginar las mil y un posibles razones por las que estoy caminando en una cueva junto a un chino de espeluznante mirada y abundante cabello blanco.

    Liú Tiānxiāng. Solo dijo su nombre y me pidió que lo siguiera. Yo deduje que era chino, pero realmente no estaba seguro.

    —¿Dónde estamos? —Al fin me atreví a cuestionar, aunque por dentro estoy seguro de que no querrá decirme e inventará algo para distraerme.

    —En ningún lugar que conozcas. — Respondió, con una inquietante monotonía.

    —... ¿Duh?

    —Gracioso, ¿Así evades el estrés?

    Sonó como la respuesta que daría alguien impaciente, pero él se mantuvo tan sereno e inmutable. Carajo, eso da miedo.

    —¿Puedes explicarlo? Siento que me está guiando un pederasta. Ví una piedra por ahí, no voy a dudar en usarla.

    Intenté jugar con su paciencia. Lo sé, suena estúpido pero estoy desesperado y molestar a la gente se me da bien. En el mejor de los casos podría hasta decirme donde vive, eso sí no llega a dejarme inconsciente de un golpe.

    —Kafka, tú ya no estás en la tierra. Esto es algo que podrías considerar como el punto medio entre lo real y lo mágico.

    —... Nunca te dije mi nombre...

    De por sí soy pálido, pero escucharlo decir mi nombre con tanta calma hizo que me pusiera transparente.

    Frené en seco, mejor dicho; mis piernas se congelaron abruptamente, me impidieron seguir caminando.
    Lo miré aturdido, a ese hombre que ahora me mira de reojo. Su rostro permanece inexpresivo, inmutable, con una serenidad inquebrantable.

    El latido de mi corazón llegó hasta mis oídos, se estaba sacudiendo con tanta fuerza que parecía querer abrirme el pecho. Mientras, de fondo, podía escuchar un goteo constante, tal vez sea el producto de la humedad del túnel que nacía del techo y culminaba en algún charco formado por el tiempo.

    Ambos nos detuvimos, solo para mirarnos fijamente. Él se quedó estático, como si estuviera esperando algo, pero yo arrastré lentamente mis pies, buscaba retroceder de forma discreta.




    //Aquí nadie muere en vano(?//
    —Así que... Eres chino. —¿Eso te sorprende? —No. Lo que me sorprende es que alguien viva aquí... Mi excursión por los fríos, húmedos y misteriosamente iluminados túneles fue interrumpida por el abrupto encuentro con Liú Tiānxiāng. No alcancé a avanzar más de veinte metros y nos cruzamos en una esquina. La verdad es que me cagué entero en cuanto lo vi, pero estoy seguro de que cualquiera lo habría hecho; una imponente estatura, encima musculoso; mirada penetrante, acompañada de un intenso color rojizo. Él salió de la absoluta nada, sin hacer el más mínimo ruido, y se asomó; me miró directamente, como si supiera que yo ya estaba ahí. Llevamos un par de minutos caminando, minutos en los que apenas se intercambiaban palabras. Él no parece del tipo hablador, mientras que yo estoy demasiado concentrado en imaginar las mil y un posibles razones por las que estoy caminando en una cueva junto a un chino de espeluznante mirada y abundante cabello blanco. Liú Tiānxiāng. Solo dijo su nombre y me pidió que lo siguiera. Yo deduje que era chino, pero realmente no estaba seguro. —¿Dónde estamos? —Al fin me atreví a cuestionar, aunque por dentro estoy seguro de que no querrá decirme e inventará algo para distraerme. —En ningún lugar que conozcas. — Respondió, con una inquietante monotonía. —... ¿Duh? —Gracioso, ¿Así evades el estrés? Sonó como la respuesta que daría alguien impaciente, pero él se mantuvo tan sereno e inmutable. Carajo, eso da miedo. —¿Puedes explicarlo? Siento que me está guiando un pederasta. Ví una piedra por ahí, no voy a dudar en usarla. Intenté jugar con su paciencia. Lo sé, suena estúpido pero estoy desesperado y molestar a la gente se me da bien. En el mejor de los casos podría hasta decirme donde vive, eso sí no llega a dejarme inconsciente de un golpe. —Kafka, tú ya no estás en la tierra. Esto es algo que podrías considerar como el punto medio entre lo real y lo mágico. —... Nunca te dije mi nombre... De por sí soy pálido, pero escucharlo decir mi nombre con tanta calma hizo que me pusiera transparente. Frené en seco, mejor dicho; mis piernas se congelaron abruptamente, me impidieron seguir caminando. Lo miré aturdido, a ese hombre que ahora me mira de reojo. Su rostro permanece inexpresivo, inmutable, con una serenidad inquebrantable. El latido de mi corazón llegó hasta mis oídos, se estaba sacudiendo con tanta fuerza que parecía querer abrirme el pecho. Mientras, de fondo, podía escuchar un goteo constante, tal vez sea el producto de la humedad del túnel que nacía del techo y culminaba en algún charco formado por el tiempo. Ambos nos detuvimos, solo para mirarnos fijamente. Él se quedó estático, como si estuviera esperando algo, pero yo arrastré lentamente mis pies, buscaba retroceder de forma discreta. //Aquí nadie muere en vano(?//
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  • La noche ya había caído. Mientras Heinrich se encuentra descansando, recuperando fuerzas, yo he tomado el control. El cuerpo, por ahora, me pertenece. Y con él, hago lo que debo. Cuidaré de ambos, de Heinrich y de mí. Mientras él se refugia en su mente, será mi responsabilidad enfrentar todo lo que él ya no puede manejar.

    Es mi turno de protegernos. Soy más fuerte, más decidido en estos momentos de crisis, y aunque Heinrich no quiera admitirlo, sé que necesita mi fuerza para poder sanar. Así que, mientras él se recupera, seré yo quien lidie con lo que ocurre en el exterior.

    Si voy a tomar el control, al menos necesito sentirme en mi ambiente. Mi primer paso fue dirigirme al vestidor. Su estilo siempre fue elegante, sí, pero tan sobrio, tan rígido. Eso no me servía; yo necesitaba algo que transmitiera presencia.

    Pasé entre sus prendas, apartando con desdén aquellas que me resultaban insulsas, hasta que finalmente encontré lo que buscaba. Un traje de corte más victoriano, ajustado a mi figura, con la autoridad que siempre he poseído. Los colores oscuros y profundos se amoldaban perfectamente a mi porte.

    Pero la pieza que realmente marcaba la diferencia apareció ante mí: una capa de terciopelo negro, colgando en una percha olvidada. Ah, ese era el toque que siempre me había encantado. La capa añadía un aire de misterio y elegancia, una declaración de poder que Heinrich jamás se atrevería a portar, pero que yo lucía con absoluto orgullo.

    —Si esto no es elegancia, no sé qué lo sea —murmuré con una sonrisa satisfecha, observando cómo la tela oscura caía sobre mis hombros, perfecta como la noche misma.

    La noche ya había caído. Mientras Heinrich se encuentra descansando, recuperando fuerzas, yo he tomado el control. El cuerpo, por ahora, me pertenece. Y con él, hago lo que debo. Cuidaré de ambos, de Heinrich y de mí. Mientras él se refugia en su mente, será mi responsabilidad enfrentar todo lo que él ya no puede manejar. Es mi turno de protegernos. Soy más fuerte, más decidido en estos momentos de crisis, y aunque Heinrich no quiera admitirlo, sé que necesita mi fuerza para poder sanar. Así que, mientras él se recupera, seré yo quien lidie con lo que ocurre en el exterior. Si voy a tomar el control, al menos necesito sentirme en mi ambiente. Mi primer paso fue dirigirme al vestidor. Su estilo siempre fue elegante, sí, pero tan sobrio, tan rígido. Eso no me servía; yo necesitaba algo que transmitiera presencia. Pasé entre sus prendas, apartando con desdén aquellas que me resultaban insulsas, hasta que finalmente encontré lo que buscaba. Un traje de corte más victoriano, ajustado a mi figura, con la autoridad que siempre he poseído. Los colores oscuros y profundos se amoldaban perfectamente a mi porte. Pero la pieza que realmente marcaba la diferencia apareció ante mí: una capa de terciopelo negro, colgando en una percha olvidada. Ah, ese era el toque que siempre me había encantado. La capa añadía un aire de misterio y elegancia, una declaración de poder que Heinrich jamás se atrevería a portar, pero que yo lucía con absoluto orgullo. —Si esto no es elegancia, no sé qué lo sea —murmuré con una sonrisa satisfecha, observando cómo la tela oscura caía sobre mis hombros, perfecta como la noche misma.
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  • Ya que nadie esta participando en el pregubtas y respuestas anunciare al ganador y el ganador es...



    RAZOR! con su pregunta de como encontrar cococabra asi que te ganaste el premio misterioso de...




    UNA DOTACION DE POR VIDA DE LECHE DE COCOCABRA
    Felicidades lobito
    Ya que nadie esta participando en el pregubtas y respuestas anunciare al ganador y el ganador es... RAZOR! con su pregunta de como encontrar cococabra asi que te ganaste el premio misterioso de... UNA DOTACION DE POR VIDA DE LECHE DE COCOCABRA Felicidades lobito
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  • —La delgada y esbelta chica era ls definición de mimada, Aegon solía pedir hermosos vestidos y joyas a la chica misteriosa siendo solo de su propio conocimiento de quién se trataba en realidad, provocando la envidia de todas las mujeres de la corte y de sus hijas jóvenes quiénes buscaban la atención del príncipe.-
    —La delgada y esbelta chica era ls definición de mimada, Aegon solía pedir hermosos vestidos y joyas a la chica misteriosa siendo solo de su propio conocimiento de quién se trataba en realidad, provocando la envidia de todas las mujeres de la corte y de sus hijas jóvenes quiénes buscaban la atención del príncipe.-
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