• Observé el gran salón con una mezcla de orgullo y satisfacción. La restauración había sido un trabajo arduo, pero ahora todo brillaba con una elegancia atemporal.

    Los altos ventanales de vitral filtraban la luz con un resplandor dorado, mientras los espejos y las lámparas realzaban la calidez del lugar. Las mesas, dispuestas con precisión, esperaban a sus futuros comensales, y los detalles en hierro forjado en el balcón agregaban un aire refinado. Todo evocaba el esplendor del siglo XIX, pero con un toque de mi propia esencia.

    Después de meses de esfuerzo, mi visión se había materializado. Mi refugio, mi sueño… estaba listo.

    "La Maison Sucrée", pronto abriria sus puertas.
    Observé el gran salón con una mezcla de orgullo y satisfacción. La restauración había sido un trabajo arduo, pero ahora todo brillaba con una elegancia atemporal. Los altos ventanales de vitral filtraban la luz con un resplandor dorado, mientras los espejos y las lámparas realzaban la calidez del lugar. Las mesas, dispuestas con precisión, esperaban a sus futuros comensales, y los detalles en hierro forjado en el balcón agregaban un aire refinado. Todo evocaba el esplendor del siglo XIX, pero con un toque de mi propia esencia. Después de meses de esfuerzo, mi visión se había materializado. Mi refugio, mi sueño… estaba listo. "La Maison Sucrée", pronto abriria sus puertas.
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  • - No cuides de mi, no temas por mi, el acero puede ser forjado y transformado por fuego y aún asi carecerá de sentimientos, él que escribe versos vive no siente, ave mía ave Basilia que la vida te sonría y en el día no llores mi partida, porque todo acaba, todo es momento, sin más y sin menos somos ilusiones, aveces tiernas aveces perversas y ninguna ha de ser mi pertenecía .
    - No cuides de mi, no temas por mi, el acero puede ser forjado y transformado por fuego y aún asi carecerá de sentimientos, él que escribe versos vive no siente, ave mía ave Basilia que la vida te sonría y en el día no llores mi partida, porque todo acaba, todo es momento, sin más y sin menos somos ilusiones, aveces tiernas aveces perversas y ninguna ha de ser mi pertenecía .
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  • El lobo camina solo, pero su sombra cubre todo su territorio, en lo más profundo de los bosques canadienses, donde la luna ilumina la nieve y el viento lleva secretos antiguos, un nombre resuena entre los susurros de la noche, Anthork. Un Alpha nacido del rechazo, forjado en la soledad y temido por quienes han intentado desafiarlo. Su dominio no se basa en la clemencia, sino en la fuerza, en la mirada afilada de un depredador que no perdona debilidades.

    Dicen que su sangre lleva la herencia de los antiguos lobos, aquellos que cazaban bajo el manto de la luna roja. Que su instinto es letal, su juicio inquebrantable, y su furia… incontrolable. Pero en su interior arde un dilema más feroz que cualquier batalla, la lucha entre la bestia y el hombre. Porque aunque su esencia es salvaje, su alma todavía recuerda lo que significa proteger.

    No es un héroe. No es un villano. Es el equilibrio entre la oscuridad y la luz.
    Y si decides cruzarte en su camino, más te vale saber en qué lado quieres estar, por las buenas puede ser muy bueno, pero por las malas.. es aún peor.

    ¿Qué decides?
    ➰El lobo camina solo, pero su sombra cubre todo su territorio, en lo más profundo de los bosques canadienses, donde la luna ilumina la nieve y el viento lleva secretos antiguos, un nombre resuena entre los susurros de la noche, Anthork. Un Alpha nacido del rechazo, forjado en la soledad y temido por quienes han intentado desafiarlo. Su dominio no se basa en la clemencia, sino en la fuerza, en la mirada afilada de un depredador que no perdona debilidades. Dicen que su sangre lleva la herencia de los antiguos lobos, aquellos que cazaban bajo el manto de la luna roja. Que su instinto es letal, su juicio inquebrantable, y su furia… incontrolable. Pero en su interior arde un dilema más feroz que cualquier batalla, la lucha entre la bestia y el hombre. Porque aunque su esencia es salvaje, su alma todavía recuerda lo que significa proteger. No es un héroe. No es un villano. Es el equilibrio entre la oscuridad y la luz. Y si decides cruzarte en su camino, más te vale saber en qué lado quieres estar, por las buenas puede ser muy bueno, pero por las malas.. es aún peor. ¿Qué decides?
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  • Jimoto llevaba años recorriendo el mundo, documentando sus viajes, conociendo nuevas culturas y enfrentando desafíos que pusieran a prueba su espíritu aventurero. Sin embargo, en su interior, siempre había sentido que algo le faltaba, una pieza perdida en el rompecabezas de su existencia.

    Desde pequeño, recordaba haber visto una fotografía en la habitación de su madre adoptiva, Mikasa. En la imagen, ella aparecía junto a un grupo de personas que Jimoto no reconocía, todos sonriendo mientras sostenían siete esferas brillantes de color ámbar, cada una decorada con pequeñas estrellas. Cuando era niño, había preguntado por aquella foto, pero Mikasa solo sonreía con nostalgia y le decía que era un recuerdo de otro tiempo.

    Años después, mientras exploraba una biblioteca antigua en un pueblo remoto, Jimoto encontró un manuscrito que hablaba de aquellas misteriosas esferas. Según el relato, quien reuniera las siete recibiría la oportunidad de ver cumplido un único deseo, sin importar cuán imposible pareciera.

    La revelación lo dejó inquieto. ¿Por qué Mikasa tenía una foto con esas esferas? ¿Quiénes eran las personas que la acompañaban? Y lo más importante, ¿qué había ocurrido con ellas y con las esferas después de que la foto fuera tomada?

    Sin recuerdos de su infancia más temprana, Jimoto siempre había sentido que su pasado estaba lleno de sombras. Había fragmentos de memorias que no lograba conectar, preguntas que nadie podía responder. Ahora, tenía un objetivo claro: encontrar las siete esferas y pedir como deseo la recuperación de sus memorias perdidas.

    Su travesía lo llevaría a cruzarse con aliados y enemigos, desde mercenarios que también codiciaban su poder hasta sabios que custodiaban antiguos secretos. Entre ellos, Shunrei, el dragón azul con el que había forjado una inquebrantable amistad, sería su mayor apoyo, ayudándolo a descifrar los enigmas ocultos y protegiéndolo en los momentos más críticos.

    Pero conforme Jimoto se acercaba más a la verdad, no podía evitar preguntarse: si recuperaba sus memorias… ¿estaría preparado para enfrentarlas?
    Jimoto llevaba años recorriendo el mundo, documentando sus viajes, conociendo nuevas culturas y enfrentando desafíos que pusieran a prueba su espíritu aventurero. Sin embargo, en su interior, siempre había sentido que algo le faltaba, una pieza perdida en el rompecabezas de su existencia. Desde pequeño, recordaba haber visto una fotografía en la habitación de su madre adoptiva, Mikasa. En la imagen, ella aparecía junto a un grupo de personas que Jimoto no reconocía, todos sonriendo mientras sostenían siete esferas brillantes de color ámbar, cada una decorada con pequeñas estrellas. Cuando era niño, había preguntado por aquella foto, pero Mikasa solo sonreía con nostalgia y le decía que era un recuerdo de otro tiempo. Años después, mientras exploraba una biblioteca antigua en un pueblo remoto, Jimoto encontró un manuscrito que hablaba de aquellas misteriosas esferas. Según el relato, quien reuniera las siete recibiría la oportunidad de ver cumplido un único deseo, sin importar cuán imposible pareciera. La revelación lo dejó inquieto. ¿Por qué Mikasa tenía una foto con esas esferas? ¿Quiénes eran las personas que la acompañaban? Y lo más importante, ¿qué había ocurrido con ellas y con las esferas después de que la foto fuera tomada? Sin recuerdos de su infancia más temprana, Jimoto siempre había sentido que su pasado estaba lleno de sombras. Había fragmentos de memorias que no lograba conectar, preguntas que nadie podía responder. Ahora, tenía un objetivo claro: encontrar las siete esferas y pedir como deseo la recuperación de sus memorias perdidas. Su travesía lo llevaría a cruzarse con aliados y enemigos, desde mercenarios que también codiciaban su poder hasta sabios que custodiaban antiguos secretos. Entre ellos, Shunrei, el dragón azul con el que había forjado una inquebrantable amistad, sería su mayor apoyo, ayudándolo a descifrar los enigmas ocultos y protegiéndolo en los momentos más críticos. Pero conforme Jimoto se acercaba más a la verdad, no podía evitar preguntarse: si recuperaba sus memorias… ¿estaría preparado para enfrentarlas?
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  • Aquel día llovía de una forma implacable. Derritiendo la nieve residual que se había acumulado días atrás.

    A Kazuo los días así le hacían tener sentimientos encontrados. Antes los odiaba, pues bajo el manto del agua, había vivido uno de los peores momentos de su existencia. Las inocentes gotas abrian unas cicatrices que, a pesar de los siglos, seguían sin sanar, sin dejar de doler. Muerte, desesperación, rabia, tristeza... Un cúmulo de hechos y sentimientos que se agolpaban uno detrás de otro sin dar opción a desconexión.

    Pero entonces; ¿Por qué veía algo de luz en aquellos días sombríos?.

    Era por qué en estos había forjados nuevos recuerdos; Amor, pasión, felicidad plena y real. Unos recuerdos que contrastaban con con otros que parecían pertenecer a otra vida totalmente distinta.

    Este recibida bajo el torrente aquella vorágine de sentimientos. Sus lágrimas eran camufladas por las cristalinas gotas, y sus suspiros enmudecidos por los truenos que reverberaba sin cesar; ahogando cualquier indicio de su mal estar.

    Al zorro seguía sin gustarle los días de lluvia. Pero esto quizás podría cambiar con el paso del tiempo. Ahora, más que nunca, sentía que comenzaba a vivir.
    Aquel día llovía de una forma implacable. Derritiendo la nieve residual que se había acumulado días atrás. A Kazuo los días así le hacían tener sentimientos encontrados. Antes los odiaba, pues bajo el manto del agua, había vivido uno de los peores momentos de su existencia. Las inocentes gotas abrian unas cicatrices que, a pesar de los siglos, seguían sin sanar, sin dejar de doler. Muerte, desesperación, rabia, tristeza... Un cúmulo de hechos y sentimientos que se agolpaban uno detrás de otro sin dar opción a desconexión. Pero entonces; ¿Por qué veía algo de luz en aquellos días sombríos?. Era por qué en estos había forjados nuevos recuerdos; Amor, pasión, felicidad plena y real. Unos recuerdos que contrastaban con con otros que parecían pertenecer a otra vida totalmente distinta. Este recibida bajo el torrente aquella vorágine de sentimientos. Sus lágrimas eran camufladas por las cristalinas gotas, y sus suspiros enmudecidos por los truenos que reverberaba sin cesar; ahogando cualquier indicio de su mal estar. Al zorro seguía sin gustarle los días de lluvia. Pero esto quizás podría cambiar con el paso del tiempo. Ahora, más que nunca, sentía que comenzaba a vivir.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Soy el hueso de mi espada...
    Acero es mi cuerpo y fuego es mi sangre.
    He creado más de mil espadas.
    Desconocido por la muerte.
    Ignorado por la vida.
    He soportado gran dolor para crear infinidad de armas.
    Sin embargo, estas manos jamás sostendrán nada.
    Así que rezo... ¡Unlimited Blade Works!

    https://www.youtube.com/watch?v=edVqZNTxCn4

    Archer el Héroe de Hierro Forjado
    Soy el hueso de mi espada... Acero es mi cuerpo y fuego es mi sangre. He creado más de mil espadas. Desconocido por la muerte. Ignorado por la vida. He soportado gran dolor para crear infinidad de armas. Sin embargo, estas manos jamás sostendrán nada. Así que rezo... ¡Unlimited Blade Works! https://www.youtube.com/watch?v=edVqZNTxCn4 Archer el Héroe de Hierro Forjado :STK-13:
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  • Tensión artística
    Fandom Original
    Categoría Romance
    El ambiente era abrumador, lleno de luces parpadeantes, risas y conversaciones superpuestas que creaban una sinfonía caótica de éxito y poder, aquella noche, la premiación había reunido a las estrellas más grandes de la industria, los nombres que dominaban las marquesinas y las listas de éxitos, el evento celebraba el talento, el esfuerzo y la influencia, y entre los grandes ganadores de la noche se encontraba Sun, quien había arrasado con múltiples premios gracias a su impecable actuación en su última película de acción.

    Aplausos, flashes de cámaras, felicitaciones de colegas y entrevistas llenas de halagos habían sido su realidad durante horas, ahora, la fiesta post-premiación se desarrollaba en una lujosa mansión.

    Sin embargo, Sun no era partidario de las fiestas o más bien, su tolerancia a las multitudes tenía un límite, entre los destellos de copas elevándose en brindis y el eco de risas despreocupadas, decidió buscar refugio. Deslizándose entre los invitados sin llamar demasiado la atención, llegó hasta un balcón apartado, dejando atrás el bullicio del salón principal.

    El aire fresco de la noche lo envolvió de inmediato, contrastando con el calor sofocante del interior, agradeció mentalmente haber elegido un atuendo lo suficientemente abrigado, aunque la brisa nocturna aún lograba colarse sutilmente bajo la tela, provocándole un leve escalofrío.

    Desde allí, la vista era serena, el jardín, iluminado tenuemente, la luna llena dominaba el cielo, la música de la fiesta llegaba amortiguada hasta sus oídos, como un eco lejano que poco a poco perdía relevancia en su mente.

    — Un momento de tranquilidad...

    Murmuró para sí mismo, dejando escapar un suspiro mientras se apoyaba en el barandal de hierro forjado, sus dedos trazaron distraídamente los relieves del metal frío, como si necesitara anclar su presencia en el momento.

    Le gustaba esto, no la fiesta, no la fama, no el peso de ser siempre una figura pública… sino este preciso instante, donde nadie le exigía nada, donde podía simplemente existir sin ser observado ni analizado.




    || Buen día, en mi perfil está la ficha del personaje "Sun" este es un rol BL, Yaoi, homosexual o como lo conozca. Muchas gracias por leer.||
    El ambiente era abrumador, lleno de luces parpadeantes, risas y conversaciones superpuestas que creaban una sinfonía caótica de éxito y poder, aquella noche, la premiación había reunido a las estrellas más grandes de la industria, los nombres que dominaban las marquesinas y las listas de éxitos, el evento celebraba el talento, el esfuerzo y la influencia, y entre los grandes ganadores de la noche se encontraba Sun, quien había arrasado con múltiples premios gracias a su impecable actuación en su última película de acción. Aplausos, flashes de cámaras, felicitaciones de colegas y entrevistas llenas de halagos habían sido su realidad durante horas, ahora, la fiesta post-premiación se desarrollaba en una lujosa mansión. Sin embargo, Sun no era partidario de las fiestas o más bien, su tolerancia a las multitudes tenía un límite, entre los destellos de copas elevándose en brindis y el eco de risas despreocupadas, decidió buscar refugio. Deslizándose entre los invitados sin llamar demasiado la atención, llegó hasta un balcón apartado, dejando atrás el bullicio del salón principal. El aire fresco de la noche lo envolvió de inmediato, contrastando con el calor sofocante del interior, agradeció mentalmente haber elegido un atuendo lo suficientemente abrigado, aunque la brisa nocturna aún lograba colarse sutilmente bajo la tela, provocándole un leve escalofrío. Desde allí, la vista era serena, el jardín, iluminado tenuemente, la luna llena dominaba el cielo, la música de la fiesta llegaba amortiguada hasta sus oídos, como un eco lejano que poco a poco perdía relevancia en su mente. — Un momento de tranquilidad... Murmuró para sí mismo, dejando escapar un suspiro mientras se apoyaba en el barandal de hierro forjado, sus dedos trazaron distraídamente los relieves del metal frío, como si necesitara anclar su presencia en el momento. Le gustaba esto, no la fiesta, no la fama, no el peso de ser siempre una figura pública… sino este preciso instante, donde nadie le exigía nada, donde podía simplemente existir sin ser observado ni analizado. || Buen día, en mi perfil está la ficha del personaje "Sun" este es un rol BL, Yaoi, homosexual o como lo conozca. Muchas gracias por leer.||
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  • ❝ Hecho de oro y plata, en las fraguas de mi alma,
    forjado entre suspiros, en el yunque de la cama.
    Brilla al sol del pensamiento, arde en la noche callada,
    canta con voz de fuego, calla con sombra dorada.

    Es laberinto y sendero, es espada y es refugio,
    el eco de mis anhelos, el latido de tu arrullo.
    Hecho de oro y plata, pulido con lagrimas,
    vive en mi pecho eterno, donde el tiempo no avanza ❞
    ❝ Hecho de oro y plata, en las fraguas de mi alma, forjado entre suspiros, en el yunque de la cama. Brilla al sol del pensamiento, arde en la noche callada, canta con voz de fuego, calla con sombra dorada. Es laberinto y sendero, es espada y es refugio, el eco de mis anhelos, el latido de tu arrullo. Hecho de oro y plata, pulido con lagrimas, vive en mi pecho eterno, donde el tiempo no avanza ❞
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  • Hombres.

    Criaturas de ambición desmedida, de orgullo forjado en el filo de la espada y corazones endurecidos por la guerra. Los había visto en todas sus formas: héroes, traidores, protectores y verdugos. Pero, en el ocaso teñido de rojo, cuando la sangre manchaba la piel de los vencidos y la mirada de los vencedores brillaba con fría determinación, comprendía la verdad: el poder siempre les pertenecía.

    Detestaba esa injusticia. Detestaba cómo el mundo concedía a los hombres la última palabra, cómo podían arrebatar, decidir, condenar sin que nadie les cuestionara. Pero, sobre todo, detestaba cómo la historia repetía sus ciclos, donde siempre había un hombre erguido sobre las ruinas de alguien más, mientras el sol teñía de oro la tragedia.
    Hombres. Criaturas de ambición desmedida, de orgullo forjado en el filo de la espada y corazones endurecidos por la guerra. Los había visto en todas sus formas: héroes, traidores, protectores y verdugos. Pero, en el ocaso teñido de rojo, cuando la sangre manchaba la piel de los vencidos y la mirada de los vencedores brillaba con fría determinación, comprendía la verdad: el poder siempre les pertenecía. Detestaba esa injusticia. Detestaba cómo el mundo concedía a los hombres la última palabra, cómo podían arrebatar, decidir, condenar sin que nadie les cuestionara. Pero, sobre todo, detestaba cómo la historia repetía sus ciclos, donde siempre había un hombre erguido sobre las ruinas de alguien más, mientras el sol teñía de oro la tragedia.
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  • La muerte de Asclepio, el hijo de Apolo, es una de las tragedias más desgarradoras que el dios del sol tuvo que enfrentar. Asclepio, nacido de la relación entre Apolo y la mortal Corónide, fue un ser extraordinario, dotado del don de curar enfermedades y devolver la vida a los muertos, un talento que Apolo mismo le inculcó. Sin embargo, su habilidad y ambición desafiaron las leyes naturales establecidas por los dioses, lo que atrajo la ira de Zeus.


    Cuando Zeus descubrió que Asclepio había resucitado a los muertos, temió que su poder alterara el equilibrio del mundo y desafiara la autoridad de los dioses sobre la vida y la muerte. Como castigo, Zeus lanzó un rayo fulminante que acabó con la vida de Asclepio.

    Cuando Apolo supo de la muerte de su hijo, su dolor fue inmenso, una tormenta que incluso su divinidad no pudo mitigar. El brillo del sol, normalmente cálido y vivificante, se tornó frío y distante, reflejando la furia contenida en su interior.

    Apolo (gritando al cielo):
    “¡Padre! ¿Cómo pudiste tomar a mi hijo, sangre de mi sangre? ¡Era un curador, no un destructor! Su don no era una amenaza, sino un regalo para la humanidad. ¡Tu injusticia no quedará impune!”

    La venganza.

    Cegado por la ira y el dolor, Apolo buscó venganza inmediata. No podía desafiar directamente a Zeus, su padre, pero desvió su furia hacia los ciclopes, los gigantes que habían forjado el rayo que mató a Asclepio. Apolo viajó al taller de los ciclopes, ubicado en el corazón del Monte Etna, donde el fuego eterno alimentaba sus forjas.

    Los ciclopes, criaturas de inmensa fuerza y habilidades, no se intimidaron ante la presencia del dios. Sin embargo, Apolo, impulsado por su dolor, brillaba con una intensidad cegadora, su arco y sus flechas como extensiones de su rabia.
    • Primera flecha: Atravesó el pecho de Brontes, el ciclón del trueno.
    • Segunda flecha: Alcanzó a Steropes, el maestro del rayo, dejándolo sin vida.
    • Tercera flecha: Hirió mortalmente a Arges, el ciclón del brillo, destruyendo la última chispa de resistencia de los forjadores.

    Los gritos de los ciclopes resonaron por todo el monte antes de que el fuego en sus forjas se extinguiera. Apolo no mostró misericordia, pues sentía que el dolor que le habían causado era mucho mayor que cualquier acto de venganza.


    Zeus, al enterarse de lo ocurrido, quedó profundamente enfurecido. Aunque Apolo era su hijo, no podía permitir que la muerte de los ciclopes, vitales para los dioses, quedara sin castigo. Como consecuencia, Zeus desterró a Apolo del Olimpo y lo condenó a servir como pastor al servicio del rey Admeto de Tesalia durante un año. Durante ese tiempo, Apolo aprendió la humildad y enfrentó el dolor como un mortal más.

    Sin embargo, incluso en el exilio, Apolo nunca olvidó a Asclepio. Utilizó su tiempo en la tierra para enseñar a los humanos sobre la medicina, perpetuando el legado de su hijo. Al final, su devoción logró que Asclepio fuera elevado al estatus de dios, encontrando un lugar en el Olimpo como el dios de la medicina.

    La historia de Apolo y la muerte de su hijo es un recordatorio de que incluso los dioses no están exentos del dolor, y que el amor de un padre puede desafiar incluso a las leyes divinas.
    La muerte de Asclepio, el hijo de Apolo, es una de las tragedias más desgarradoras que el dios del sol tuvo que enfrentar. Asclepio, nacido de la relación entre Apolo y la mortal Corónide, fue un ser extraordinario, dotado del don de curar enfermedades y devolver la vida a los muertos, un talento que Apolo mismo le inculcó. Sin embargo, su habilidad y ambición desafiaron las leyes naturales establecidas por los dioses, lo que atrajo la ira de Zeus. Cuando Zeus descubrió que Asclepio había resucitado a los muertos, temió que su poder alterara el equilibrio del mundo y desafiara la autoridad de los dioses sobre la vida y la muerte. Como castigo, Zeus lanzó un rayo fulminante que acabó con la vida de Asclepio. Cuando Apolo supo de la muerte de su hijo, su dolor fue inmenso, una tormenta que incluso su divinidad no pudo mitigar. El brillo del sol, normalmente cálido y vivificante, se tornó frío y distante, reflejando la furia contenida en su interior. Apolo (gritando al cielo): “¡Padre! ¿Cómo pudiste tomar a mi hijo, sangre de mi sangre? ¡Era un curador, no un destructor! Su don no era una amenaza, sino un regalo para la humanidad. ¡Tu injusticia no quedará impune!” La venganza. Cegado por la ira y el dolor, Apolo buscó venganza inmediata. No podía desafiar directamente a Zeus, su padre, pero desvió su furia hacia los ciclopes, los gigantes que habían forjado el rayo que mató a Asclepio. Apolo viajó al taller de los ciclopes, ubicado en el corazón del Monte Etna, donde el fuego eterno alimentaba sus forjas. Los ciclopes, criaturas de inmensa fuerza y habilidades, no se intimidaron ante la presencia del dios. Sin embargo, Apolo, impulsado por su dolor, brillaba con una intensidad cegadora, su arco y sus flechas como extensiones de su rabia. • Primera flecha: Atravesó el pecho de Brontes, el ciclón del trueno. • Segunda flecha: Alcanzó a Steropes, el maestro del rayo, dejándolo sin vida. • Tercera flecha: Hirió mortalmente a Arges, el ciclón del brillo, destruyendo la última chispa de resistencia de los forjadores. Los gritos de los ciclopes resonaron por todo el monte antes de que el fuego en sus forjas se extinguiera. Apolo no mostró misericordia, pues sentía que el dolor que le habían causado era mucho mayor que cualquier acto de venganza. Zeus, al enterarse de lo ocurrido, quedó profundamente enfurecido. Aunque Apolo era su hijo, no podía permitir que la muerte de los ciclopes, vitales para los dioses, quedara sin castigo. Como consecuencia, Zeus desterró a Apolo del Olimpo y lo condenó a servir como pastor al servicio del rey Admeto de Tesalia durante un año. Durante ese tiempo, Apolo aprendió la humildad y enfrentó el dolor como un mortal más. Sin embargo, incluso en el exilio, Apolo nunca olvidó a Asclepio. Utilizó su tiempo en la tierra para enseñar a los humanos sobre la medicina, perpetuando el legado de su hijo. Al final, su devoción logró que Asclepio fuera elevado al estatus de dios, encontrando un lugar en el Olimpo como el dios de la medicina. La historia de Apolo y la muerte de su hijo es un recordatorio de que incluso los dioses no están exentos del dolor, y que el amor de un padre puede desafiar incluso a las leyes divinas.
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