Los seres humanos tenemos la capacidad de adaptarnos para superar las dificultades, y sobrevivir, aún en los terrenos más hostiles...
Mi maestro me enseñó que vale más la pena construir ciudades a las faldas del Vesubio, bailar al borde del alcantilado o sobre una cuerda encima del vacío... Porque el riesgo siempre implica sentirse realmente vivo. Las heridas siempre son valiosas porque ahí está presente con furor esa fuerza vital que nos impulsa a seguir vivos, la voluntad de poder...
He escuchado que se necesitan compañeros. Y afortunadamente los tengo, en medio del campo de batalla. No hay vínculo más fuerte entre hombres que aquel forjado en la guerra, ni gloria más grande que vivir, pelear y morir por la gloria de Roma. Es lo que escuché decir a un antiguo general romano. Y tiene razón. En medio del infierno de la guerra las cosas surgen genuinamente. Y tuve la fortuna de ser capitán del escuadrón "Punta de flecha", donde, junto a mis valerosos compañeros, partimos en aquella misión especial de reconocimiento para atravesar el territorio controlado por la Legión.
Lo mencioné al principio, los humanos podemos sobrevivir... Y aún con todo en contra, con recursos limitados y armas inferiores, atravesamos ese territorio y sobrevivimos esa misión, sólo para descubrir que la humanidad aún sobrevivía...
Mi maestro me enseñó que vale más la pena construir ciudades a las faldas del Vesubio, bailar al borde del alcantilado o sobre una cuerda encima del vacío... Porque el riesgo siempre implica sentirse realmente vivo. Las heridas siempre son valiosas porque ahí está presente con furor esa fuerza vital que nos impulsa a seguir vivos, la voluntad de poder...
He escuchado que se necesitan compañeros. Y afortunadamente los tengo, en medio del campo de batalla. No hay vínculo más fuerte entre hombres que aquel forjado en la guerra, ni gloria más grande que vivir, pelear y morir por la gloria de Roma. Es lo que escuché decir a un antiguo general romano. Y tiene razón. En medio del infierno de la guerra las cosas surgen genuinamente. Y tuve la fortuna de ser capitán del escuadrón "Punta de flecha", donde, junto a mis valerosos compañeros, partimos en aquella misión especial de reconocimiento para atravesar el territorio controlado por la Legión.
Lo mencioné al principio, los humanos podemos sobrevivir... Y aún con todo en contra, con recursos limitados y armas inferiores, atravesamos ese territorio y sobrevivimos esa misión, sólo para descubrir que la humanidad aún sobrevivía...
Los seres humanos tenemos la capacidad de adaptarnos para superar las dificultades, y sobrevivir, aún en los terrenos más hostiles...
Mi maestro me enseñó que vale más la pena construir ciudades a las faldas del Vesubio, bailar al borde del alcantilado o sobre una cuerda encima del vacío... Porque el riesgo siempre implica sentirse realmente vivo. Las heridas siempre son valiosas porque ahí está presente con furor esa fuerza vital que nos impulsa a seguir vivos, la voluntad de poder...
He escuchado que se necesitan compañeros. Y afortunadamente los tengo, en medio del campo de batalla. No hay vínculo más fuerte entre hombres que aquel forjado en la guerra, ni gloria más grande que vivir, pelear y morir por la gloria de Roma. Es lo que escuché decir a un antiguo general romano. Y tiene razón. En medio del infierno de la guerra las cosas surgen genuinamente. Y tuve la fortuna de ser capitán del escuadrón "Punta de flecha", donde, junto a mis valerosos compañeros, partimos en aquella misión especial de reconocimiento para atravesar el territorio controlado por la Legión.
Lo mencioné al principio, los humanos podemos sobrevivir... Y aún con todo en contra, con recursos limitados y armas inferiores, atravesamos ese territorio y sobrevivimos esa misión, sólo para descubrir que la humanidad aún sobrevivía...
