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    ||ME ESTÁ CUMPLIENDO MI ENFERMA Y OBSCENA FANTASÍA QUE DEBERÍA DE TENERME ENCERRADO EN UN MANICOMIO!!!!!

    Por eso lo amo <3
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  • Me miro en el espejo... Me veo a mí misma... Necesito espacio para mis sueños... Tengo que sumergirse en mis fantasías... Sé que tan pronto como llegue... Todo es posible... Porque nadie tiene que esconderse... Más allá de lo invisible.
    Me miro en el espejo... Me veo a mí misma... Necesito espacio para mis sueños... Tengo que sumergirse en mis fantasías... Sé que tan pronto como llegue... Todo es posible... Porque nadie tiene que esconderse... Más allá de lo invisible.
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    //Off//
    ♕La user de Arant lleva dias con una idea creativa de hacer una historia donde Arant esta enamorada y es un texto tipo novela, aunque como sabemos su fuerte es el rol de fantasía tipo aventura, hara el mejor esfuerzo por crear una narrativa bien elaborada.
    No duden en dejar sus comentarios u opiniones para mejorar el rol
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  • El futuro en mis pesadillas más excelsas, reposa en el tiempo. Avanza la majestad nocturna hacia adelante y hacia atrás, burla el arriba y el abajo, ese, detenido aún en este cosmos, la justicia para ti.

    En este sarcófago de retazos de piedras preciosas en el que me encuentro. Me encuentro en un universo de almas inconscientes, de formas triangulares e inconexas, pedazos de tesoros que amargaron al más allá con su existencia. En esos espacios de lienzos y humos de acuarelas, llantos de recién nacidos y crías de amaestrados animales, persiste la libertad sublime este circo de llamas de nostalgia; esa en la que me invocaste.

    Entre oraciones de verdores, acérrimas ruinas de tus cálices, vislumbro el futuro en mis pesadillas: esos santos sueños de breas desnudadas, esas promesas aparecidas en la desgraciada guerra en la que te perdí. Son mi boleto al paraíso.

    Te pienso, en este eterno reposo. Contemplo a tu rostro en mis memorias, memorias que no apagan a la corteza de tus peceras rebosantes de un sentir que es todo un pecado original.

    Tu crucifixión se convirtió en la ruina de mis ruinas. Diste tu vida por amor. Las estrellas lloran tu ausencia; me he esfumado. Sueño las verdades que sostienen a todo tu epónimo perdido. Te sueño, artista de secretos aromas, la tinta breve de tus garras, tus uñas de transparentes cristales, forjados en las pupilas de los caídos. Cesa el canto rodado. La libertad en las alturas.

    La guerra te arrancó de mi coseno, te impulsó a reencarnar en el limbo de mis rezos. Desconozco que pueda contarte si estoy dormido, y no soy capaz de alcanzarte.

    Tu pasado reside entre mis mentes de acuarelas, en los cuellos degollados de mis enemigos. Esos que captan los claroscuros del más allá: el presente y paraíso de mis carruseles; que nublan las antenas de las orugas de tus sirvientes.

    Los que embalsamaron tu anatomía de bestia.

    Emperador de arañas rosadas, emperatriz turquesa de mantis religiosas, entrenadas para guerrear en tu ausencia, sesgan el pasto del pueblo de antiguas magias, tan arcanas como el origen de tus tiranos ancestros. Me revelan sus orígenes. Ellos timadores, ellos traicioneros, a diferencia de ti.

    No detienes las huellas de tus pies, sincronizan con los sabores al picante que invoca la muerte en el templo sacrosanto, en el que los gigantes de acero descubrieron como arribar a tus fantasías desde el mástil de la realidad. Tus mantos son escudos para mis sueños.


    Carne de mi carne, ruega por nosotros.

    Postre de mis entrañas, te rezo.


    Ante ti.

    Carmelo.

    Carmelo.

    Camelia.

    Cabeza.

    Coronas.

    Descubrimientos.

    Dibujos rupestres.

    En el revés de mi revés.


    Marcho hacia las cadenas de tus fértiles caderas. Me postro ante tu presencia.


    En este sarcófago, te sueño, entre lenguas antiguas, devoradas por el tiempo, el b del barro del suelo que se forma al caer la lluvia; el c de las casas heridas que las muñecas de mi padre creador al aplaudir. Una vez, por vez al artista de concéntricos perfectos, ciruelos a su vez llamados por un dios imaginario.


    Así te soñé.

    Eras mío.

    El final.

    Es.

    Inminente.

    Inclusive más lento.

    Te sueño.

    Tu compañía.

    mi consorte.

    Te sueño

    Surfista del mar de hierba.

    Espejo.

    censurados sueños.

    Consensuados.


    Eres la hiedra venenosa, eras la hidra de la aurora. Soy una esmeralda amaestrada por el ocio de tus fantasías a tórridas revelaciones, ingratas dulzura; como fuero internos, escritos por ti.


    Amigo imaginario.

    Sé feliz.


    Amigo imaginario.

    Ruego y rezo.


    Por tu libertad.

    Sublime.

    Lamento.

    Absorbo el matiz de limas y naranjas en este día, esta tarde, esta noche. Ese árbol, que respira mis cadentes maravillas. Me revela a tu anatomía aparecida.

    Cobijado por solariegos riesgos de encontrarte en mis memorias, el amarillo que atardeció y anocheció vislumbra como tu cabeza rueda por los suelos y empapa con tu bruna sangre los dedos de tus ausentes dedos. Plagas de agujas, enfermedades, que para tu suerte, acudieron a tu auxilio.

    El Sol.fue mi aliado.
    Las estrellas.mi fuente.
    La Luna mi amante.
    Perpetúa adoración.

    Te recuerdo.
    Te veo. Te veo. Te veo.
    Huevo.
    adornado.
    Con ónix dormido.
    Mis adiamantados. Huesos.
    Océano de arena.

    Te pienso. Te pienso. Te pienso.

    Derramé tus entrañas en el lecho nupcial, ese en el que me tomabas como tu esposo, tu esclavo, tu siervo. Fui tan sólo una presa para ti. En el tanteo de estas tentaciones, que vistieron a las aterciopeladas cortinas, tus recuerdos, llaman insistente a mi nombre verdadero.

    ¿Por qué debí velar por tu integridad?
    ¿Por qué he de cargar con esta culpa?
    Tanteo la madera del sillón.
    Contemplo a la ventana.

    No sé. No sé. No sé.
    Mi cordura.
    Desconozco si la perderé.
    Un extravío.
    De mi cordura.
    Rescato con ella.

    Mi Paz.

    Y en un sólo pero, en una sola triada de luminosidad, acuosos ritos, es tu boca de maduros frutos, los que, entre tu justicia y la mía, los que en la existencia de mi segunda vida, en la corte de los sueños, nocturna calma para siempre, atada a mí, son los que hacen las preguntas.

    En.mi.mente.
    Respondo.
    En tu mente.
    Existo.

    Soy la libertad.
    Sublime.
    Me convierto.
    En.
    Crepúsculo.
    Luna Nueva.
    Eclipse.
    Amanecer de Medianoche.
    La elipsis.
    Y.en.mi.sárcofago.pienso.
    Reconozco.
    Que te extraño.
    El futuro en mis pesadillas más excelsas, reposa en el tiempo. Avanza la majestad nocturna hacia adelante y hacia atrás, burla el arriba y el abajo, ese, detenido aún en este cosmos, la justicia para ti. En este sarcófago de retazos de piedras preciosas en el que me encuentro. Me encuentro en un universo de almas inconscientes, de formas triangulares e inconexas, pedazos de tesoros que amargaron al más allá con su existencia. En esos espacios de lienzos y humos de acuarelas, llantos de recién nacidos y crías de amaestrados animales, persiste la libertad sublime este circo de llamas de nostalgia; esa en la que me invocaste. Entre oraciones de verdores, acérrimas ruinas de tus cálices, vislumbro el futuro en mis pesadillas: esos santos sueños de breas desnudadas, esas promesas aparecidas en la desgraciada guerra en la que te perdí. Son mi boleto al paraíso. Te pienso, en este eterno reposo. Contemplo a tu rostro en mis memorias, memorias que no apagan a la corteza de tus peceras rebosantes de un sentir que es todo un pecado original. Tu crucifixión se convirtió en la ruina de mis ruinas. Diste tu vida por amor. Las estrellas lloran tu ausencia; me he esfumado. Sueño las verdades que sostienen a todo tu epónimo perdido. Te sueño, artista de secretos aromas, la tinta breve de tus garras, tus uñas de transparentes cristales, forjados en las pupilas de los caídos. Cesa el canto rodado. La libertad en las alturas. La guerra te arrancó de mi coseno, te impulsó a reencarnar en el limbo de mis rezos. Desconozco que pueda contarte si estoy dormido, y no soy capaz de alcanzarte. Tu pasado reside entre mis mentes de acuarelas, en los cuellos degollados de mis enemigos. Esos que captan los claroscuros del más allá: el presente y paraíso de mis carruseles; que nublan las antenas de las orugas de tus sirvientes. Los que embalsamaron tu anatomía de bestia. Emperador de arañas rosadas, emperatriz turquesa de mantis religiosas, entrenadas para guerrear en tu ausencia, sesgan el pasto del pueblo de antiguas magias, tan arcanas como el origen de tus tiranos ancestros. Me revelan sus orígenes. Ellos timadores, ellos traicioneros, a diferencia de ti. No detienes las huellas de tus pies, sincronizan con los sabores al picante que invoca la muerte en el templo sacrosanto, en el que los gigantes de acero descubrieron como arribar a tus fantasías desde el mástil de la realidad. Tus mantos son escudos para mis sueños. Carne de mi carne, ruega por nosotros. Postre de mis entrañas, te rezo. Ante ti. Carmelo. Carmelo. Camelia. Cabeza. Coronas. Descubrimientos. Dibujos rupestres. En el revés de mi revés. Marcho hacia las cadenas de tus fértiles caderas. Me postro ante tu presencia. En este sarcófago, te sueño, entre lenguas antiguas, devoradas por el tiempo, el b del barro del suelo que se forma al caer la lluvia; el c de las casas heridas que las muñecas de mi padre creador al aplaudir. Una vez, por vez al artista de concéntricos perfectos, ciruelos a su vez llamados por un dios imaginario. Así te soñé. Eras mío. El final. Es. Inminente. Inclusive más lento. Te sueño. Tu compañía. mi consorte. Te sueño Surfista del mar de hierba. Espejo. censurados sueños. Consensuados. Eres la hiedra venenosa, eras la hidra de la aurora. Soy una esmeralda amaestrada por el ocio de tus fantasías a tórridas revelaciones, ingratas dulzura; como fuero internos, escritos por ti. Amigo imaginario. Sé feliz. Amigo imaginario. Ruego y rezo. Por tu libertad. Sublime. Lamento. Absorbo el matiz de limas y naranjas en este día, esta tarde, esta noche. Ese árbol, que respira mis cadentes maravillas. Me revela a tu anatomía aparecida. Cobijado por solariegos riesgos de encontrarte en mis memorias, el amarillo que atardeció y anocheció vislumbra como tu cabeza rueda por los suelos y empapa con tu bruna sangre los dedos de tus ausentes dedos. Plagas de agujas, enfermedades, que para tu suerte, acudieron a tu auxilio. El Sol.fue mi aliado. Las estrellas.mi fuente. La Luna mi amante. Perpetúa adoración. Te recuerdo. Te veo. Te veo. Te veo. Huevo. adornado. Con ónix dormido. Mis adiamantados. Huesos. Océano de arena. Te pienso. Te pienso. Te pienso. Derramé tus entrañas en el lecho nupcial, ese en el que me tomabas como tu esposo, tu esclavo, tu siervo. Fui tan sólo una presa para ti. En el tanteo de estas tentaciones, que vistieron a las aterciopeladas cortinas, tus recuerdos, llaman insistente a mi nombre verdadero. ¿Por qué debí velar por tu integridad? ¿Por qué he de cargar con esta culpa? Tanteo la madera del sillón. Contemplo a la ventana. No sé. No sé. No sé. Mi cordura. Desconozco si la perderé. Un extravío. De mi cordura. Rescato con ella. Mi Paz. Y en un sólo pero, en una sola triada de luminosidad, acuosos ritos, es tu boca de maduros frutos, los que, entre tu justicia y la mía, los que en la existencia de mi segunda vida, en la corte de los sueños, nocturna calma para siempre, atada a mí, son los que hacen las preguntas. En.mi.mente. Respondo. En tu mente. Existo. Soy la libertad. Sublime. Me convierto. En. Crepúsculo. Luna Nueva. Eclipse. Amanecer de Medianoche. La elipsis. Y.en.mi.sárcofago.pienso. Reconozco. Que te extraño.
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  • Jajajajaja amo ver como todos caen en pasiones, fantasías, tentaciones,

    Así, si, liberen todos sus más oscuros deseos...
    Jajajajaja amo ver como todos caen en pasiones, fantasías, tentaciones, Así, si, liberen todos sus más oscuros deseos...
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  • #MonoRol

    𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎
    ...
    𝐋𝐚 𝐀𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚
    𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐈𝐈


    La campana resonó en el edificio escolar, anunciando el inicio del receso. Con entusiasmo, los estudiantes comenzaron a levantarse de sus pupitres y salir del salón, deseosos de disfrutar de esos valiosos minutos de recreo. El corredor se llenó rápidamente de risas y conversaciones, creando una atmósfera de alegría y energía juvenil.

    Entre el bullicio, algunos estudiantes optaron por quedarse en el salón, ya sea por tener tareas atrasadas o por simplemente desear un momento de tranquilidad. Entre esos que se quedaron, estaba Doria, aquel albino quien, a decir verdad era el único allí de su salón.

    La luz suave del sol bañaba su pupitre a través de la ventana abierta, dándole la oportunidad perfecta para leer.

    El joven peliblanco sacó un libro de su mochila, uno que había estado esperando leer desde que lo escuchó: Cincuenta Sombras de Grey.

    Y así el salón vacío y tranquilo se convirtió en su refugio personal, un espacio donde podía sumergirse en la lectura y así disfrutar de la paz.

    Dorian era un alma solitaria en un mar de grupos bien definidos dentro de la academia. No encajaba con los populares que disfrutaban de la atención constante y el glamour de la adolescencia. Tampoco con los rudos, cuyas conversaciones y actividades involucraban agresividad que no compartía. Los frikis y Otakus, apasionados por sus mundos de fantasía y ciencia ficción, también parecían un universo muy distante para él. Ni siquiera se sentía cómodo entre los inteligentes, cuyo mundo giraba en torno a logros académicos y debates intelectuales.

    En fin, Dorian no encontraba su lugar en ninguno de aquellos grupos tan claramente delineados. Como resultado, solía quedarse solo, mientras los demás lo veían con curiosidad, como si fuera una anomalía en el sistema social de la escuela.

    A medida que leía, sus ojos se desviaban de vez en cuando hacia la ventana, observando con un dejo de tristeza cómo los demás estudiantes jugaban y conversaban en el patio. El ruido distante de sus risas y gritos llegaba a sus oídos, hasta que, inevitablemente, aparecieron aquellos que siempre le molestaban.

    Su presencia era como una tormenta anunciada, trayendo consigo insultos y provocaciones que buscaban minar su tranquilidad. Sin embargo, esta vez, Dorian ya sabía qué hacer. Se levantó y se metió en problemas una vez más solo para defenderse y demostrar que él no era un simple adolescente y ya.
    #MonoRol 𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎 ... 𝐋𝐚 𝐀𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐈𝐈 La campana resonó en el edificio escolar, anunciando el inicio del receso. Con entusiasmo, los estudiantes comenzaron a levantarse de sus pupitres y salir del salón, deseosos de disfrutar de esos valiosos minutos de recreo. El corredor se llenó rápidamente de risas y conversaciones, creando una atmósfera de alegría y energía juvenil. Entre el bullicio, algunos estudiantes optaron por quedarse en el salón, ya sea por tener tareas atrasadas o por simplemente desear un momento de tranquilidad. Entre esos que se quedaron, estaba Doria, aquel albino quien, a decir verdad era el único allí de su salón. La luz suave del sol bañaba su pupitre a través de la ventana abierta, dándole la oportunidad perfecta para leer. El joven peliblanco sacó un libro de su mochila, uno que había estado esperando leer desde que lo escuchó: Cincuenta Sombras de Grey. Y así el salón vacío y tranquilo se convirtió en su refugio personal, un espacio donde podía sumergirse en la lectura y así disfrutar de la paz. Dorian era un alma solitaria en un mar de grupos bien definidos dentro de la academia. No encajaba con los populares que disfrutaban de la atención constante y el glamour de la adolescencia. Tampoco con los rudos, cuyas conversaciones y actividades involucraban agresividad que no compartía. Los frikis y Otakus, apasionados por sus mundos de fantasía y ciencia ficción, también parecían un universo muy distante para él. Ni siquiera se sentía cómodo entre los inteligentes, cuyo mundo giraba en torno a logros académicos y debates intelectuales. En fin, Dorian no encontraba su lugar en ninguno de aquellos grupos tan claramente delineados. Como resultado, solía quedarse solo, mientras los demás lo veían con curiosidad, como si fuera una anomalía en el sistema social de la escuela. A medida que leía, sus ojos se desviaban de vez en cuando hacia la ventana, observando con un dejo de tristeza cómo los demás estudiantes jugaban y conversaban en el patio. El ruido distante de sus risas y gritos llegaba a sus oídos, hasta que, inevitablemente, aparecieron aquellos que siempre le molestaban. Su presencia era como una tormenta anunciada, trayendo consigo insultos y provocaciones que buscaban minar su tranquilidad. Sin embargo, esta vez, Dorian ya sabía qué hacer. Se levantó y se metió en problemas una vez más solo para defenderse y demostrar que él no era un simple adolescente y ya.
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  • #MonoRol | La metamorfosis de la inocencia

    Antes de que existiera la asesina, mucho antes de la chica mentalmente inestable, antes de la niña que fue reclutada por una organización secreta con el fin de ser entrenada para matar, antes de ser la niña del orfanato e incluso antes de la chiquilla que los policías hallaron junto al cuerpo sin vida de su madre, sin muestras de tristeza, sin lágrimas y sin llanto alguno; existió una pequeña que lloraba tras cada pequeña reprimenda, una niña con el cabello blanco como la nieve que anhelaba la calidez de un abrazo, una pizca de comprensión, o simplemente que su madre le permitiera salir una tarde a jugar y poder sentir el pasto bajo sus pies.

    Esa pequeña niña de ojos tristes, a sus seis años, se encontraba en uno de los salones de su casa; una habitación fría y desprovista de cualquier rastro de calidez. Las paredes blancas y desnudas parecían reflejar la frialdad de su madre, quien la observaba con una mirada crítica desde el otro lado de la habitación.

    —Levanta más la pierna, Illyiv. ¿De verdad eso es lo mejor que puedes hacer? —La voz de su madre resonaba con dureza, sin un ápice de compasión.

    Illyiv, con su pequeña figura temblorosa, intentaba cumplir con las exigencias de su madre. Sus músculos ardían de cansancio, pero no se atrevía a quejarse. Sabía que cualquier muestra de debilidad sería castigada.

    —Lo siento, mamá. Estoy tratando… —murmuró, su voz apenas audible.

    —Tratar no es suficiente. Debes ser perfecta. ¿Quieres ser una bailarina mediocre? —La madre de Illyiv se acercó, sus pasos resonando en el suelo de madera—. ¿Cómo es que tu cuerpo es tan débil?

    Illyiv bajó la mirada, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos, que no tardaron en empezar a resbalar por su mejilla dejando surcos salados en su piel. Ella sabía que llorar no le servía de nada, pero no podía contener aquellas lagrimas, solo podía reprimir su llanto, ese que su madre siempre ignoraba. Con lágrimas silenciosas y amargas, se obligó a seguir practicando, sus movimientos cada vez más mecánicos y desprovistos de vida.

    Su energía se agotaba, su estómago rugía de hambre. Apenas había comido ese día, y la poca energía que le quedaba se desvanecía rápidamente. Sus músculos estaban tensos y adoloridos.

    —Mamá… no puedo más... —susurró.

    La madre de Illyiv la miró con amargura y profunda decepción.

    —Diez minutos. Tienes diez minutos para descansar. Luego, vuelves a practicar.

    Illyiv asintió débilmente y se dejó caer en el suelo, sus piernas temblando por el esfuerzo. Se arrastró hasta la ventana y se sentó, mirando hacia afuera mientras limpiaba sus lagrimas. Desde allí, podía ver a los hijos de los nuevos vecinos jugando en el parque de enfrente. Sus risas y gritos de alegría eran un recordatorio doloroso de lo que ella no podía tener. Deseaba con todas sus fuerzas unirse a ellos, correr y jugar como cualquier otro niño. Pero sabía que eso nunca sucedería. Sabía que eso era una fantasía inalcanzable. Su madre, con su mirada gélida y exigencias despiadadas, la había encerrado en una prisión de perfección, una prisión de la que no podía escapar.

    —¿Por qué no puedo salir a jugar con ellos, mamá? —preguntó Illyiv, su voz llena de anhelo.

    —Porque los niños de tu edad son inmaduros y no son capaces de pensar en sus futuros —respondió su madre con frialdad—. Solo serán una mala influencia para ti y una distracción. Ahorita no lo entiendes, pero algún día me lo agradecerás.

    Illyiv bajó la mirada, sintiendo una punzada de tristeza en su corazón.

    —Pero mamá, yo solo quiero salir a jugar y tener amigos…

    —Los amigos son una distracción —interrumpió su madre—. Por eso pago por clases particulares en casa en lugar de llevarte a un instituto. No quiero que las influencias de otros niños arruinen tu futuro en el ballet.

    Illyiv asintió lentamente, aunque no comprendía del todo las palabras de su madre. Solo sabía que se sentía sola y atrapada. Los diez minutos pasaron rápidamente, y su madre la llamó de nuevo.

    —Es hora de volver a practicar, Illyiv. No quiero escuchar más quejas. —La voz de su madre resonaba como un látigo, cortando el silencio de la habitación.

    Illyiv asintió, apartando la vista de la ventana. Suspiró y continuó con sus ejercicios, su cuerpo moviéndose con una precisión casi robótica. Cada error era castigado con severidad, y cada castigo la hacía más fuerte, más resistente. Esa situación, parecía repetirse día tras día. Con el tiempo, dejó de llorar. Las lágrimas se secaron, dejando en su lugar una coraza de indiferencia que la protegía del dolor. Llorar nunca servía de nada, su madre ignoraba el llanto de su propia hija, ¿Acaso había alguien más que pudiera venir a salvarla? Las lágrimas eran un lujo que no podía permitirse.

    "Que débil es tu cuerpo", repetía su madre cada vez que Illyiv mostraba signos de cansancio. "Nunca serás una bailarina si no te esfuerzas más."

    Las palabras de su madre, como espinas clavadas en su alma, se convirtieron en un mantra que la acompañaría durante toda su vida. "Qué débil es tu cuerpo“ resonaba en la cabeza de Illyiv, incluso después de más de diez años, cada vez que experimentaba un momento de debilidad o vulnerabilidad. "Qué débil es tu cuerpo" oía como un eco constante, cada vez que sentía dolor o cansancio. "Qué débil es tu cuerpo" recordaba, cada vez que cometía un error. "Qué débil es tu cuerpo" incluso cada vez que sangraba al herirse accidentalmente con sus propias armas. Esas palabras habían quedado grabadas en su mente, del mismo modo que las cicatrices de quemaduras, producto de los castigos de su madre, cubrían la piel de su espalda como marcas indelebles que la acompañarían hasta el final de sus días. Su madre había sido asesinada hace más de diez años a manos de su padrastro, pero aquellas palabras nunca murieron.

    —Desearía que te las hubieras llevado contigo, madre... Tus palabras... —dijo la peliblanca, ahora con ventiún años sentada junto a la tumba de su madre.


    #MonoRol | La metamorfosis de la inocencia Antes de que existiera la asesina, mucho antes de la chica mentalmente inestable, antes de la niña que fue reclutada por una organización secreta con el fin de ser entrenada para matar, antes de ser la niña del orfanato e incluso antes de la chiquilla que los policías hallaron junto al cuerpo sin vida de su madre, sin muestras de tristeza, sin lágrimas y sin llanto alguno; existió una pequeña que lloraba tras cada pequeña reprimenda, una niña con el cabello blanco como la nieve que anhelaba la calidez de un abrazo, una pizca de comprensión, o simplemente que su madre le permitiera salir una tarde a jugar y poder sentir el pasto bajo sus pies. Esa pequeña niña de ojos tristes, a sus seis años, se encontraba en uno de los salones de su casa; una habitación fría y desprovista de cualquier rastro de calidez. Las paredes blancas y desnudas parecían reflejar la frialdad de su madre, quien la observaba con una mirada crítica desde el otro lado de la habitación. —Levanta más la pierna, Illyiv. ¿De verdad eso es lo mejor que puedes hacer? —La voz de su madre resonaba con dureza, sin un ápice de compasión. Illyiv, con su pequeña figura temblorosa, intentaba cumplir con las exigencias de su madre. Sus músculos ardían de cansancio, pero no se atrevía a quejarse. Sabía que cualquier muestra de debilidad sería castigada. —Lo siento, mamá. Estoy tratando… —murmuró, su voz apenas audible. —Tratar no es suficiente. Debes ser perfecta. ¿Quieres ser una bailarina mediocre? —La madre de Illyiv se acercó, sus pasos resonando en el suelo de madera—. ¿Cómo es que tu cuerpo es tan débil? Illyiv bajó la mirada, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos, que no tardaron en empezar a resbalar por su mejilla dejando surcos salados en su piel. Ella sabía que llorar no le servía de nada, pero no podía contener aquellas lagrimas, solo podía reprimir su llanto, ese que su madre siempre ignoraba. Con lágrimas silenciosas y amargas, se obligó a seguir practicando, sus movimientos cada vez más mecánicos y desprovistos de vida. Su energía se agotaba, su estómago rugía de hambre. Apenas había comido ese día, y la poca energía que le quedaba se desvanecía rápidamente. Sus músculos estaban tensos y adoloridos. —Mamá… no puedo más... —susurró. La madre de Illyiv la miró con amargura y profunda decepción. —Diez minutos. Tienes diez minutos para descansar. Luego, vuelves a practicar. Illyiv asintió débilmente y se dejó caer en el suelo, sus piernas temblando por el esfuerzo. Se arrastró hasta la ventana y se sentó, mirando hacia afuera mientras limpiaba sus lagrimas. Desde allí, podía ver a los hijos de los nuevos vecinos jugando en el parque de enfrente. Sus risas y gritos de alegría eran un recordatorio doloroso de lo que ella no podía tener. Deseaba con todas sus fuerzas unirse a ellos, correr y jugar como cualquier otro niño. Pero sabía que eso nunca sucedería. Sabía que eso era una fantasía inalcanzable. Su madre, con su mirada gélida y exigencias despiadadas, la había encerrado en una prisión de perfección, una prisión de la que no podía escapar. —¿Por qué no puedo salir a jugar con ellos, mamá? —preguntó Illyiv, su voz llena de anhelo. —Porque los niños de tu edad son inmaduros y no son capaces de pensar en sus futuros —respondió su madre con frialdad—. Solo serán una mala influencia para ti y una distracción. Ahorita no lo entiendes, pero algún día me lo agradecerás. Illyiv bajó la mirada, sintiendo una punzada de tristeza en su corazón. —Pero mamá, yo solo quiero salir a jugar y tener amigos… —Los amigos son una distracción —interrumpió su madre—. Por eso pago por clases particulares en casa en lugar de llevarte a un instituto. No quiero que las influencias de otros niños arruinen tu futuro en el ballet. Illyiv asintió lentamente, aunque no comprendía del todo las palabras de su madre. Solo sabía que se sentía sola y atrapada. Los diez minutos pasaron rápidamente, y su madre la llamó de nuevo. —Es hora de volver a practicar, Illyiv. No quiero escuchar más quejas. —La voz de su madre resonaba como un látigo, cortando el silencio de la habitación. Illyiv asintió, apartando la vista de la ventana. Suspiró y continuó con sus ejercicios, su cuerpo moviéndose con una precisión casi robótica. Cada error era castigado con severidad, y cada castigo la hacía más fuerte, más resistente. Esa situación, parecía repetirse día tras día. Con el tiempo, dejó de llorar. Las lágrimas se secaron, dejando en su lugar una coraza de indiferencia que la protegía del dolor. Llorar nunca servía de nada, su madre ignoraba el llanto de su propia hija, ¿Acaso había alguien más que pudiera venir a salvarla? Las lágrimas eran un lujo que no podía permitirse. "Que débil es tu cuerpo", repetía su madre cada vez que Illyiv mostraba signos de cansancio. "Nunca serás una bailarina si no te esfuerzas más." Las palabras de su madre, como espinas clavadas en su alma, se convirtieron en un mantra que la acompañaría durante toda su vida. "Qué débil es tu cuerpo“ resonaba en la cabeza de Illyiv, incluso después de más de diez años, cada vez que experimentaba un momento de debilidad o vulnerabilidad. "Qué débil es tu cuerpo" oía como un eco constante, cada vez que sentía dolor o cansancio. "Qué débil es tu cuerpo" recordaba, cada vez que cometía un error. "Qué débil es tu cuerpo" incluso cada vez que sangraba al herirse accidentalmente con sus propias armas. Esas palabras habían quedado grabadas en su mente, del mismo modo que las cicatrices de quemaduras, producto de los castigos de su madre, cubrían la piel de su espalda como marcas indelebles que la acompañarían hasta el final de sus días. Su madre había sido asesinada hace más de diez años a manos de su padrastro, pero aquellas palabras nunca murieron. —Desearía que te las hubieras llevado contigo, madre... Tus palabras... —dijo la peliblanca, ahora con ventiún años sentada junto a la tumba de su madre.
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  • La lámpara del tocador proyectaba una cálida luz amarilla sobre el cuarto de Carmina. Sentada frente al espejo, su cabello rizado caía en cascadas rebeldes, aún húmedo por el rocío del atomizador. Dividió los mechones con cuidado, dejando que el peine de dientes anchos resbalara entre ellos mientras aplicaba la crema para definir rizos. Aquel ritual nocturno, que siempre la tranquilizaba, esta vez no lograba acallar los pensamientos que bullían en su mente.

    El amor.

    Carmina suspiró, sus ojos perdiéndose en su reflejo. En su pecho se revolvía una mezcla de anhelo y duda, una tensión que la hacía preguntarse si algún día alguien podría estar a la altura de lo que ella imaginaba. "¿Y si pido demasiado? ¿Y si mis ideas son solo cuentos que me vendí a mí misma?"

    Sus dedos se detuvieron por un momento, recordando las palabras de su abuela Lucia. La imagen de la anciana se formó con claridad en su mente: el cabello canoso recogido con elegancia, el rostro lleno de arrugas que parecían trazos de una historia bien vivida, y la voz firme que siempre llevaba un tinte de dulzura.

    —Carmina, il cuore non si accontenta di favole, ma di realtà, —le había dicho una vez Lucia, mientras tejía con paciencia en el jardín.

    De niña, esas palabras habían parecido contradictorias. ¿Qué significaba amar en "realidad"? Para Carmina, el amor siempre había sido algo grande, mágico, como los romances de los libros que leía hasta la madrugada. Pero para Lucia, el amor era... diferente.

    "El amor no siempre llega con flores y promesas perfectas," continuó la voz de su abuela en su memoria. "Llega con paciencia. Con días buenos y otros no tanto. Pero cuando es real, aprendes a verlo en los pequeños gestos, no en las grandes palabras."

    Carmina sonrió apenas, masajeando las raíces de su cabello con un poco de aceite. ¿Y si ese era el problema? ¿Y si esperaba que el amor fuera siempre perfecto, como en las novelas? Pensaba en Lucia y Pietro, su abuelo, y en las historias que su abuela le contaba: cómo se conocieron cuando él se atrevió a robarle un baile, cómo discutían por cosas tan mundanas como la forma de colgar la ropa, y cómo, incluso en los días difíciles, encontraban maneras de reír juntos.

    "No era un amor de cuento de hadas," recordó que Lucia le había dicho una vez. "Era un amor real. Un amor que eliges cada día, incluso cuando es más difícil que fácil."

    Carmina suspiró, peinando un último mechón con cuidado. Sus expectativas tal vez no eran irreales, pero quizás necesitaban espacio para lo impredecible, lo imperfecto. Porque tal vez, pensó mientras miraba su reflejo, amar no era solo encontrar a alguien que cumpliera todas tus fantasías, sino aprender a construir algo único con otra persona.

    Apagó la lámpara del tocador, dejando que el cuarto se llenara de sombras. Mientras se acomodaba en la cama, cerró los ojos con una ligera sonrisa. —Tal vez no estoy buscando algo imposible... Tal vez solo necesito aprender a ver el amor cuando toque a mi puerta, aunque no traiga flores.—

    Se giró entre las sábanas, dejando que el sueño comenzara a envolverla, pero antes de cerrar los ojos del todo, murmuró: —Aunque, bueno… sería lindo recibir un ramo de flores solo porque sí.—
    La lámpara del tocador proyectaba una cálida luz amarilla sobre el cuarto de Carmina. Sentada frente al espejo, su cabello rizado caía en cascadas rebeldes, aún húmedo por el rocío del atomizador. Dividió los mechones con cuidado, dejando que el peine de dientes anchos resbalara entre ellos mientras aplicaba la crema para definir rizos. Aquel ritual nocturno, que siempre la tranquilizaba, esta vez no lograba acallar los pensamientos que bullían en su mente. El amor. Carmina suspiró, sus ojos perdiéndose en su reflejo. En su pecho se revolvía una mezcla de anhelo y duda, una tensión que la hacía preguntarse si algún día alguien podría estar a la altura de lo que ella imaginaba. "¿Y si pido demasiado? ¿Y si mis ideas son solo cuentos que me vendí a mí misma?" Sus dedos se detuvieron por un momento, recordando las palabras de su abuela Lucia. La imagen de la anciana se formó con claridad en su mente: el cabello canoso recogido con elegancia, el rostro lleno de arrugas que parecían trazos de una historia bien vivida, y la voz firme que siempre llevaba un tinte de dulzura. —Carmina, il cuore non si accontenta di favole, ma di realtà, —le había dicho una vez Lucia, mientras tejía con paciencia en el jardín. De niña, esas palabras habían parecido contradictorias. ¿Qué significaba amar en "realidad"? Para Carmina, el amor siempre había sido algo grande, mágico, como los romances de los libros que leía hasta la madrugada. Pero para Lucia, el amor era... diferente. "El amor no siempre llega con flores y promesas perfectas," continuó la voz de su abuela en su memoria. "Llega con paciencia. Con días buenos y otros no tanto. Pero cuando es real, aprendes a verlo en los pequeños gestos, no en las grandes palabras." Carmina sonrió apenas, masajeando las raíces de su cabello con un poco de aceite. ¿Y si ese era el problema? ¿Y si esperaba que el amor fuera siempre perfecto, como en las novelas? Pensaba en Lucia y Pietro, su abuelo, y en las historias que su abuela le contaba: cómo se conocieron cuando él se atrevió a robarle un baile, cómo discutían por cosas tan mundanas como la forma de colgar la ropa, y cómo, incluso en los días difíciles, encontraban maneras de reír juntos. "No era un amor de cuento de hadas," recordó que Lucia le había dicho una vez. "Era un amor real. Un amor que eliges cada día, incluso cuando es más difícil que fácil." Carmina suspiró, peinando un último mechón con cuidado. Sus expectativas tal vez no eran irreales, pero quizás necesitaban espacio para lo impredecible, lo imperfecto. Porque tal vez, pensó mientras miraba su reflejo, amar no era solo encontrar a alguien que cumpliera todas tus fantasías, sino aprender a construir algo único con otra persona. Apagó la lámpara del tocador, dejando que el cuarto se llenara de sombras. Mientras se acomodaba en la cama, cerró los ojos con una ligera sonrisa. —Tal vez no estoy buscando algo imposible... Tal vez solo necesito aprender a ver el amor cuando toque a mi puerta, aunque no traiga flores.— Se giró entre las sábanas, dejando que el sueño comenzara a envolverla, pero antes de cerrar los ojos del todo, murmuró: —Aunque, bueno… sería lindo recibir un ramo de flores solo porque sí.—
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  • Soñé, después de episodios de angustia desbordante, con la criatura que sellaría mi existencia para siempre, mi alma dormida, mi bruno corazón.

    Mis sueños, tendrían desde ese día, dibujados su identidad, su faz me era desconocida en esos instantes de majestad onírica.

    Y el amor que demostraba en esos vastos reinos, el reino del ensueño, la alucinación, la fantasía: era sencillamente desgarrador.
    Soñé, después de episodios de angustia desbordante, con la criatura que sellaría mi existencia para siempre, mi alma dormida, mi bruno corazón. Mis sueños, tendrían desde ese día, dibujados su identidad, su faz me era desconocida en esos instantes de majestad onírica. Y el amor que demostraba en esos vastos reinos, el reino del ensueño, la alucinación, la fantasía: era sencillamente desgarrador.
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  • #Monorol

    ❝Ella solo me protege y tiene toda la razón❞

    Primero, sus manos empuñaron un arma para proteger a los inocentes, luego para mediar en tratos mafiosos, y ahora...

    Solo sirven para asesinar

    Dorian posee una capacidad extraordinaria para percibir lo que escapa al ojo común. Sus sospechas, a menudo consideradas improbables, suelen revelarse aterradoramente precisas. Es capaz de desentrañar secretos ocultos en las sombras, ver lo invisible y lo que se esconde. Lo más inquietante es lo que sus ojos no cuentan. Dorian siente la vibración de las mentiras y de las verdades no dichas. Sus visiones no son meras fantasías, son fragmentos de una realidad que otros ignoran o temen enfrentar.

    Justo cuando crees que has comprendido su don, él te sorprende con lo inesperado pero......

    ¿A qué costo?

    Y es que este superpoder le ha costado todo, absolutamente todo en su vida. Las relaciones se han desvanecido, y los malentendidos lo han dejado sin empleo y sin ingresos. Su habilidad, una bendición y una maldición, lo ha llevado a una existencia solitaria, envuelto en la oscuridad de sus propias percepciones inventadas por él mismo.

    Sin embargo, la Agencia reconoció su don, viendo en Dorian un talento invaluable. Le adoptaron por su "superpoder", apreciando su capacidad de tejer teorías precisas y calcular probabilidades, por fantásticas que parecieran. Ahora, su habilidad se ha convertido en un arma poderosa, utilizada para el asesinato a sueldo.

    :Ø: Pero ellos te están engañando y utilizando. Siempre te protejo y tengo toda la razón ¡Nunca lo olvides Dorian!
    #Monorol ❝Ella solo me protege y tiene toda la razón❞ Primero, sus manos empuñaron un arma para proteger a los inocentes, luego para mediar en tratos mafiosos, y ahora... Solo sirven para asesinar Dorian posee una capacidad extraordinaria para percibir lo que escapa al ojo común. Sus sospechas, a menudo consideradas improbables, suelen revelarse aterradoramente precisas. Es capaz de desentrañar secretos ocultos en las sombras, ver lo invisible y lo que se esconde. Lo más inquietante es lo que sus ojos no cuentan. Dorian siente la vibración de las mentiras y de las verdades no dichas. Sus visiones no son meras fantasías, son fragmentos de una realidad que otros ignoran o temen enfrentar. Justo cuando crees que has comprendido su don, él te sorprende con lo inesperado pero...... ¿A qué costo? Y es que este superpoder le ha costado todo, absolutamente todo en su vida. Las relaciones se han desvanecido, y los malentendidos lo han dejado sin empleo y sin ingresos. Su habilidad, una bendición y una maldición, lo ha llevado a una existencia solitaria, envuelto en la oscuridad de sus propias percepciones inventadas por él mismo. Sin embargo, la Agencia reconoció su don, viendo en Dorian un talento invaluable. Le adoptaron por su "superpoder", apreciando su capacidad de tejer teorías precisas y calcular probabilidades, por fantásticas que parecieran. Ahora, su habilidad se ha convertido en un arma poderosa, utilizada para el asesinato a sueldo. :Ø: Pero ellos te están engañando y utilizando. Siempre te protejo y tengo toda la razón ¡Nunca lo olvides Dorian!
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