• ─ Bueno te tomaría unos 10 años leer todo lo que está en esta biblioteca... Eso sin contar todos los libros que solo los hijos de la luna tenemos la capacidad de leer...

    Alexa era la guardia del conocimiento, sacerdotisas de la diosa, curandera de luna, la única hija de los Selene y guía de las legiones sagradas de la luna. Aunque aún no le habían dado todos sus títulos, pues aún no cumplía con su misión, con la penitencia de entregar Ian el gran traidor de la luna, aún le dolía el corazón cuando pensaba en el y parece que nunca dejaría de ser así mientras ambos vivieran.

    ─ Si yo ya leí todos los libros... Algunos los he leído dos veces...
    ─ Bueno te tomaría unos 10 años leer todo lo que está en esta biblioteca... Eso sin contar todos los libros que solo los hijos de la luna tenemos la capacidad de leer... Alexa era la guardia del conocimiento, sacerdotisas de la diosa, curandera de luna, la única hija de los Selene y guía de las legiones sagradas de la luna. Aunque aún no le habían dado todos sus títulos, pues aún no cumplía con su misión, con la penitencia de entregar Ian el gran traidor de la luna, aún le dolía el corazón cuando pensaba en el y parece que nunca dejaría de ser así mientras ambos vivieran. ─ Si yo ya leí todos los libros... Algunos los he leído dos veces...
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  • El corazón de la Diosa se llenó con tranquilidad al saber que en el Olimpo la paz reina y la calma entre los dioses es notoria. A llegado una época de plenitud donde el miedo desaparece y el silencio entre todos no existe, por un buen tiempo.

    —Aphro
    #mitologiagriega
    El corazón de la Diosa se llenó con tranquilidad al saber que en el Olimpo la paz reina y la calma entre los dioses es notoria. A llegado una época de plenitud donde el miedo desaparece y el silencio entre todos no existe, por un buen tiempo. —Aphro #mitologiagriega
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  • ¡Las aventuras de nuestra luna de miel continúan!

    Próximamente haré un breve resumen de la moto de nieve, de la cueva mágica con aguas termales, de las auroras boreales... En fin, todo mágico, pero como para no serlo si tengo a una Diosa por esposa.
    ¡Las aventuras de nuestra luna de miel continúan! Próximamente haré un breve resumen de la moto de nieve, de la cueva mágica con aguas termales, de las auroras boreales... En fin, todo mágico, pero como para no serlo si tengo a una Diosa por esposa.
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  • Con mis dos hermanas juradas. Serpiente de Jardín y Ave Blanca. Son unas grandiosas guerreras.
    Con mis dos hermanas juradas. Serpiente de Jardín y Ave Blanca. Son unas grandiosas guerreras.
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  • Y ¿Si les contara una historia? De un jóven que fue traicionado por su gente y ¿Si les dijera que ese jóven pertenece a la más pura de las razas?
    ¿Estamos tan ciegos que al mirar al cielo no distinguimos maldad?

    ¿Qué tiene de puro y de bueno? Aquel que encadena y tortura a los suyos sin darle siquiera el beneficio de defenderse...
    Creemos ciegamente en esos dioses, esas diosas... Aquellos angeles que velan por la bondad...JA! No me da la eternidad para morir de la risa...
    Que patéticos... Y pensar que confían en que el destierro sería castigo suficiente...

    Me enviaron aquí a la tierra para que no les hiciera daño a quienes ellos aprecian...pero ¿Adivinen qué? Aquí en la tierra está lleno de dioses, angeles, enviados del cielo, está plagado de inocentes pecadores... Así que, lejos de un castigo... Me doy cuenta de que me han dado las más perfecta oportunidad de venganza...

    Hace unos horas lo maté...me suplico en el nombre del cielo... Que patético... Y ¿Saben? Su sangre era del mismo color que la mía...nada nos hace diferentes al final...

    Cuidense de mi, enviados del cielo... Voy a matarlos a todos...
    Y ¿Si les contara una historia? De un jóven que fue traicionado por su gente y ¿Si les dijera que ese jóven pertenece a la más pura de las razas? ¿Estamos tan ciegos que al mirar al cielo no distinguimos maldad? ¿Qué tiene de puro y de bueno? Aquel que encadena y tortura a los suyos sin darle siquiera el beneficio de defenderse... Creemos ciegamente en esos dioses, esas diosas... Aquellos angeles que velan por la bondad...JA! No me da la eternidad para morir de la risa... Que patéticos... Y pensar que confían en que el destierro sería castigo suficiente... Me enviaron aquí a la tierra para que no les hiciera daño a quienes ellos aprecian...pero ¿Adivinen qué? Aquí en la tierra está lleno de dioses, angeles, enviados del cielo, está plagado de inocentes pecadores... Así que, lejos de un castigo... Me doy cuenta de que me han dado las más perfecta oportunidad de venganza... Hace unos horas lo maté...me suplico en el nombre del cielo... Que patético... Y ¿Saben? Su sangre era del mismo color que la mía...nada nos hace diferentes al final... Cuidense de mi, enviados del cielo... Voy a matarlos a todos...
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  • Volvió a su azotea en silencio.
    Allí donde el viento no canta,
    donde los hilos cuelgan como constelaciones rotas, donde solo ella escucha el murmullo del destino.
    Atropos, vieja como el primer suspiro del tiempo,se sentó entre sombras, cansada de cortar.

    Esa noche no buscaba un hilo que tensar.
    Solo miraba.

    Y entonces la vio.

    Una muchacha, de pie en una esquina del mundo, con los ojos encendidos por una esperanza que no la incluía.
    Esperaba un mensaje que no llegaba, una voz que no la elegía, unos brazos que solo la buscaban cuando ya no quedaba nadie más.

    Atropos entendió.

    Ella no era la primera opción.
    Ni para él, ni para nadie.
    Era el salvavidas en medio del naufragio, la llamada de último recurso, el refugio cuando todo lo demás había fallado.

    No la amaban por quién era,
    sino por lo que calmaba.
    No la elegían por deseo, sino por necesidad.
    Y cuando pasaba la tormenta,
    la dejaban atrás, con la dignidad rota y la sonrisa obligada.

    La diosa de los finales supo, por primera vez, qué se siente ser lo secundario.
    Ser la elección de emergencia.
    El consuelo, no el fuego.

    Y aunque sus manos estaban hechas para cortar, esa noche no pudo tocar las tijeras.
    Porque vio en esa chica algo que ni los siglos habían enseñado:
    el dolor de saberse útil, pero no amado.

    Así se quedó Atropos, en su torre sin consuelo, mirando un hilo que no merecía ser cortado todavía, pero tampoco celebrado.
    Y por primera vez en mucho tiempo,
    sintió que el olvido es más cruel que la muerte.
    Volvió a su azotea en silencio. Allí donde el viento no canta, donde los hilos cuelgan como constelaciones rotas, donde solo ella escucha el murmullo del destino. Atropos, vieja como el primer suspiro del tiempo,se sentó entre sombras, cansada de cortar. Esa noche no buscaba un hilo que tensar. Solo miraba. Y entonces la vio. Una muchacha, de pie en una esquina del mundo, con los ojos encendidos por una esperanza que no la incluía. Esperaba un mensaje que no llegaba, una voz que no la elegía, unos brazos que solo la buscaban cuando ya no quedaba nadie más. Atropos entendió. Ella no era la primera opción. Ni para él, ni para nadie. Era el salvavidas en medio del naufragio, la llamada de último recurso, el refugio cuando todo lo demás había fallado. No la amaban por quién era, sino por lo que calmaba. No la elegían por deseo, sino por necesidad. Y cuando pasaba la tormenta, la dejaban atrás, con la dignidad rota y la sonrisa obligada. La diosa de los finales supo, por primera vez, qué se siente ser lo secundario. Ser la elección de emergencia. El consuelo, no el fuego. Y aunque sus manos estaban hechas para cortar, esa noche no pudo tocar las tijeras. Porque vio en esa chica algo que ni los siglos habían enseñado: el dolor de saberse útil, pero no amado. Así se quedó Atropos, en su torre sin consuelo, mirando un hilo que no merecía ser cortado todavía, pero tampoco celebrado. Y por primera vez en mucho tiempo, sintió que el olvido es más cruel que la muerte.
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  • Grecia, Italia:
    * Esta ocurriendo algo extraordinario, una diosa olimpica en persona a bajado a caminar entre los humanos, paseando en las calles, a darse un "baño de pueblo" , es muy raro que Hestia, la diosa de el hogar, salga de el palacio, y más que visite la tierra de los humanos, pero ellos la reconocen, todos inclinan la cabeza en una reverencia, algunos incluso la saludan y ella responde el saludo con una sonrisa amigable y humilde;
    En realidad este paseo en la tierra tiene un objetivo , buscar y encontrar dioses y semidioses nuevos ...*
    Off rol:
    el fandom original de dioses y mitología griega busca dioses nuevos, se abrieron varias vacantes, pregunten en comentarios ;)
    Grecia, Italia: * Esta ocurriendo algo extraordinario, una diosa olimpica en persona a bajado a caminar entre los humanos, paseando en las calles, a darse un "baño de pueblo" , es muy raro que Hestia, la diosa de el hogar, salga de el palacio, y más que visite la tierra de los humanos, pero ellos la reconocen, todos inclinan la cabeza en una reverencia, algunos incluso la saludan y ella responde el saludo con una sonrisa amigable y humilde; En realidad este paseo en la tierra tiene un objetivo , buscar y encontrar dioses y semidioses nuevos ...* Off rol: el fandom original de dioses y mitología griega busca dioses nuevos, se abrieron varias vacantes, pregunten en comentarios ;)
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  • * aquel día , como pocas veces la diosa pelirroja salió de el templo sagrado de el flama para tomar aire fresco , antes de eso se aseguro de dejar al alcance de fuego olímpico suficiente leña de acacia fina perfumada y mezclada con incienso y algunos aceites aromáticos finos
    Al admirar el paisaje de el Olimpo que tiene como horizonte los campos Elíseos suspira calmando más su espíritu y dando suaves tragos a su café, la paz que se siente ahora en el Olimpo es refrescante, libre de hipocresía y traiciones
    * aquel día , como pocas veces la diosa pelirroja salió de el templo sagrado de el flama para tomar aire fresco , antes de eso se aseguro de dejar al alcance de fuego olímpico suficiente leña de acacia fina perfumada y mezclada con incienso y algunos aceites aromáticos finos Al admirar el paisaje de el Olimpo que tiene como horizonte los campos Elíseos suspira calmando más su espíritu y dando suaves tragos a su café, la paz que se siente ahora en el Olimpo es refrescante, libre de hipocresía y traiciones
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  • La diosa del amor se encontraba en sus jardínes lo más hermosos del lugar, sin embargo había recibido una visita inesperada de alguien perteneciente al Inframundo y este mismo era el principe.... Zᴀɢʀᴇᴜs hijo de Hades lo cual era su sobrino lejano.

    —Así que veniste para un consejo ¿Eh?

    Dijo la mujer con una voz suave que estaba dispuesta a escuchar, mientras tanto sostenía al principe del Inframundo con ambas manos.

    Afrodita había cambiado su forma a una mas alta o gigante, entre tanto alrededor de ella crecía una niebla de color rosado que perfumaba el lugar a olor de rosas.

    #mitologia #hadesgame #rol
    La diosa del amor se encontraba en sus jardínes lo más hermosos del lugar, sin embargo había recibido una visita inesperada de alguien perteneciente al Inframundo y este mismo era el principe.... [InferZ96] hijo de Hades lo cual era su sobrino lejano. —Así que veniste para un consejo ¿Eh? Dijo la mujer con una voz suave que estaba dispuesta a escuchar, mientras tanto sostenía al principe del Inframundo con ambas manos. Afrodita había cambiado su forma a una mas alta o gigante, entre tanto alrededor de ella crecía una niebla de color rosado que perfumaba el lugar a olor de rosas. #mitologia #hadesgame #rol
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  • El Rapto de Perséfone
    Fandom Mitologica
    Categoría Fantasía
    En los valles de Nysa, donde la tierra respiraba en flores y la brisa jugaba con los rizos de las doncellas, Perséfone, hija de la poderosa Deméter, danzaba entre los tallos suaves del narciso. Era primavera, y ella era su espíritu vivo: risa pura, juventud eterna, inocencia sin heridas.

    Ese día, el sol brillaba alto, pero una sombra se gestaba en lo profundo de la tierra. Hades, señor del inframundo, había observado a Perséfone con ojos antiguos y deseo silencioso. Su corazón, tan oscuro como las cuevas que gobernaba, ardía con un anhelo distinto: no de muerte, sino de compañía. Con el permiso tácito de Zeus, tejió su plan.

    Perséfone se agachó para arrancar una flor especialmente hermosa—un narciso de pétalos tan blancos que parecían capturar la luz misma—cuando la tierra tembló. Un rugido desgarró el aire. Desde el centro del suelo, se abrió un abismo. Un carro negro, tirado por caballos de crines de humo y ojos rojos como brasas, emergió de la grieta. En él, Hades, con su corona de ónix y su mirada fija.

    Antes de que pudiera gritar, sentir o siquiera entender, él la alzó. La tierra se cerró tras ellos como si nada hubiera sucedido, como si la primavera hubiera parpadeado y se hubiera perdido.

    Todo fue silencio después. Silencio… y oscuridad.

    Perséfone cayó, no en el sentido del cuerpo, sino en el alma. Descendió más allá de las raíces de los árboles, más allá del susurro de los vivos. El Inframundo la recibió no con gritos ni con fuego, sino con una quietud pesada y absoluta. Un aire denso, cargado de cosas no dichas. Murallas de piedra, ríos que murmuraban secretos eternos. Sombras que no la miraban, pero que sabían que ella estaba allí.

    Hades no habló mucho. No necesitó hacerlo. La condujo por pasillos de obsidiana, bajo cielos que no eran cielo. Todo allí era distinto: el tiempo, el color, el ritmo de las cosas. Nada moría, porque todo ya lo había hecho.

    Pero ella no iba a quedarse en silencio.

    En cuanto su pie tocó el mármol frío de aquella vasta sala subterránea, se zafó del brazo de su raptor. Lo miró con furia —una furia que no pertenecía a una doncella, sino a una diosa aún por despertar— y le habló con voz firme y clara, que rompió el silencio como un relámpago.

    —¿Crees que porque puedes partir la tierra puedes partirme a mí? —escupió, temblando no de miedo, sino de furia—. ¿Así tomas lo que deseas? Como un ladrón entre sombras. ¿Tanta soledad tienes que necesitas robar una primavera?

    Hades no respondió de inmediato. El silencio entre ellos se volvió denso, casi físico.

    Perséfone dio un paso hacia él, alzando el mentón.

    —No soy tu prisionera. Soy hija de Deméter, nacida bajo la luz. Si crees que aquí abajo puedo marchitarme, te advierto: hay semillas que germinan incluso en la oscuridad.

    Y entonces, aunque no lo sabía aún, acababa de lanzar el primer hechizo de su transformación.
    En los valles de Nysa, donde la tierra respiraba en flores y la brisa jugaba con los rizos de las doncellas, Perséfone, hija de la poderosa Deméter, danzaba entre los tallos suaves del narciso. Era primavera, y ella era su espíritu vivo: risa pura, juventud eterna, inocencia sin heridas. Ese día, el sol brillaba alto, pero una sombra se gestaba en lo profundo de la tierra. Hades, señor del inframundo, había observado a Perséfone con ojos antiguos y deseo silencioso. Su corazón, tan oscuro como las cuevas que gobernaba, ardía con un anhelo distinto: no de muerte, sino de compañía. Con el permiso tácito de Zeus, tejió su plan. Perséfone se agachó para arrancar una flor especialmente hermosa—un narciso de pétalos tan blancos que parecían capturar la luz misma—cuando la tierra tembló. Un rugido desgarró el aire. Desde el centro del suelo, se abrió un abismo. Un carro negro, tirado por caballos de crines de humo y ojos rojos como brasas, emergió de la grieta. En él, Hades, con su corona de ónix y su mirada fija. Antes de que pudiera gritar, sentir o siquiera entender, él la alzó. La tierra se cerró tras ellos como si nada hubiera sucedido, como si la primavera hubiera parpadeado y se hubiera perdido. Todo fue silencio después. Silencio… y oscuridad. Perséfone cayó, no en el sentido del cuerpo, sino en el alma. Descendió más allá de las raíces de los árboles, más allá del susurro de los vivos. El Inframundo la recibió no con gritos ni con fuego, sino con una quietud pesada y absoluta. Un aire denso, cargado de cosas no dichas. Murallas de piedra, ríos que murmuraban secretos eternos. Sombras que no la miraban, pero que sabían que ella estaba allí. Hades no habló mucho. No necesitó hacerlo. La condujo por pasillos de obsidiana, bajo cielos que no eran cielo. Todo allí era distinto: el tiempo, el color, el ritmo de las cosas. Nada moría, porque todo ya lo había hecho. Pero ella no iba a quedarse en silencio. En cuanto su pie tocó el mármol frío de aquella vasta sala subterránea, se zafó del brazo de su raptor. Lo miró con furia —una furia que no pertenecía a una doncella, sino a una diosa aún por despertar— y le habló con voz firme y clara, que rompió el silencio como un relámpago. —¿Crees que porque puedes partir la tierra puedes partirme a mí? —escupió, temblando no de miedo, sino de furia—. ¿Así tomas lo que deseas? Como un ladrón entre sombras. ¿Tanta soledad tienes que necesitas robar una primavera? Hades no respondió de inmediato. El silencio entre ellos se volvió denso, casi físico. Perséfone dio un paso hacia él, alzando el mentón. —No soy tu prisionera. Soy hija de Deméter, nacida bajo la luz. Si crees que aquí abajo puedo marchitarme, te advierto: hay semillas que germinan incluso en la oscuridad. Y entonces, aunque no lo sabía aún, acababa de lanzar el primer hechizo de su transformación.
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