• —— Curioso traje, Bob Reynolds

    Al igual que su madre —— una de ellas —— piensa que los trajes de los superhéroes son ridículos. Como hija de villanas, criadas por esta desde que Ivy la encontrase de bebé en los bosques, ha salido a estas, con la crueldad de las tres mujeres fusionadas en una sola persona, pero enmascarándolo mejor que las sirenas originales.
    —— Curioso traje, [dream_scarlet_donkey_841] Al igual que su madre —— una de ellas —— piensa que los trajes de los superhéroes son ridículos. Como hija de villanas, criadas por esta desde que Ivy la encontrase de bebé en los bosques, ha salido a estas, con la crueldad de las tres mujeres fusionadas en una sola persona, pero enmascarándolo mejor que las sirenas originales.
    1 turno 0 maullidos
  • - Soy un fanatico del arte.

    Podria ser un imbecil frente a las camaras, un loco apasionado por darle motivos a sus padres para dejarlo en la ruina total, pero jamas un salvaje sin cultura que insultaria el punto de vista de otros con su crueldad.

    - Adoro como ven el mundo y lo expresan atravez de un monton de trazos y fotografias, para darle vida a algo que esta tan muerto como los frios edificios o la crueldad de una rosa tras su belleza impecable.
    - Soy un fanatico del arte. Podria ser un imbecil frente a las camaras, un loco apasionado por darle motivos a sus padres para dejarlo en la ruina total, pero jamas un salvaje sin cultura que insultaria el punto de vista de otros con su crueldad. - Adoro como ven el mundo y lo expresan atravez de un monton de trazos y fotografias, para darle vida a algo que esta tan muerto como los frios edificios o la crueldad de una rosa tras su belleza impecable.
    Me gusta
    Me shockea
    7
    0 turnos 0 maullidos
  • Una noche de exceso, carne y delirio.

    El monstruo se rinde al instinto, al pulso primitivo que late dentro, fuera y alrededor. Ya no hay control, ni juego, ni burla. Solo hambre. Una hambre viscosa, caliente, que lo arrastra a la más íntima crueldad.

    Y tu aroma lo detona.

    Un callejón al borde del amanecer.
    Las sombras se arremolinan sobre ti como cuervos hambrientos ante un cadáver descompuesto.
    Se abalanzan. Te aplasta. Y, cuando te alcanza, la helada oscuridad toma forma.

    Piel.
    Carne.
    Hueso.

    Tacto y presencia.

    Manos, humanas solo en forma, emergen en la negrura y se cierran en torno a tu cuello.

    Firmeza.
    Presión.

    Aprietan tu tráquea y te roban la respiración.

    Y los ojos del monstruo te observan. Dos puntos rojos, fijos en ti.

    Ardientes.
    Penetrantes.

    Sadismo y hambre.

    Te desnudan con una voracidad obscena mientras te ahogas, pataleas, suplicas con cada célula por un soplo de aire.
    El miedo sabe dulce en la lengua seca del monstruo.
    Tu desesperación lo alimenta.

    Pero justo cuando todo comienza a disolverse, cuando tus sentidos amenazan con apagarse, las manos se apartan; ahora aprietan tu busto, atraviesan la carne tibia y mullida con filosas garras.

    Alcanzas el aire que tus pulmones reclaman.

    Arde.
    Duele.
    Vives.

    Porque el monstruo no siente piedad.
    Y no concede el descanso que trae la muerte.

    #SeductiveSunday
    Una noche de exceso, carne y delirio. El monstruo se rinde al instinto, al pulso primitivo que late dentro, fuera y alrededor. Ya no hay control, ni juego, ni burla. Solo hambre. Una hambre viscosa, caliente, que lo arrastra a la más íntima crueldad. Y tu aroma lo detona. Un callejón al borde del amanecer. Las sombras se arremolinan sobre ti como cuervos hambrientos ante un cadáver descompuesto. Se abalanzan. Te aplasta. Y, cuando te alcanza, la helada oscuridad toma forma. Piel. Carne. Hueso. Tacto y presencia. Manos, humanas solo en forma, emergen en la negrura y se cierran en torno a tu cuello. Firmeza. Presión. Aprietan tu tráquea y te roban la respiración. Y los ojos del monstruo te observan. Dos puntos rojos, fijos en ti. Ardientes. Penetrantes. Sadismo y hambre. Te desnudan con una voracidad obscena mientras te ahogas, pataleas, suplicas con cada célula por un soplo de aire. El miedo sabe dulce en la lengua seca del monstruo. Tu desesperación lo alimenta. Pero justo cuando todo comienza a disolverse, cuando tus sentidos amenazan con apagarse, las manos se apartan; ahora aprietan tu busto, atraviesan la carne tibia y mullida con filosas garras. Alcanzas el aire que tus pulmones reclaman. Arde. Duele. Vives. Porque el monstruo no siente piedad. Y no concede el descanso que trae la muerte. #SeductiveSunday
    Me gusta
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • [Solo en una habitación bañada por una tenue luz, su reflejo difuso en el vidrio frente a él. El silencio es denso. Habla en voz baja, casi como si alguien lo escuchara desde otra dimensión.]

    —¿Qué es la belleza si no una forma de crueldad disfrazada?
    Miran este rostro, esta piel intacta, y creen ver perfección.
    Pero no ven lo que hay debajo… no sienten la presión de lo que contengo.

    (Hace una leve pausa, inclina la cabeza, deja escapar una media sonrisa que no llega a sus ojos.)

    —Hay algo hermoso en el acto de romper.
    No por el placer del daño... sino por lo que se revela en los restos.
    Las personas... son como estatuas mal talladas.
    Yo no destruyo. Yo libero.
    Y tú… tú ya estás agrietándote, aunque aún finjas lo contrario.

    (Se acerca al vidrio, como si pudiera ver a alguien del otro lado. Su mirada se endurece, su voz se vuelve más íntima y venenosa.)

    —No te culpes por desearme.
    Todos lo hacen.
    No por quién soy… sino por lo que despierto.
    No soy un amante. No soy un salvador.
    Soy la semilla del monstruo que ocultás debajo de esa carne temblorosa.
    Y lo sabés.
    Por eso siempre volvés.

    (Apoya los dedos contra el vidrio, dejando una tenue marca. Habla con una dulzura peligrosa.)

    —Podés cerrar los ojos ahora… fingir que esto no arde, que no querés saltar.
    Pero cuando estés solo, cuando el mundo te repudie por lo que empezás a ser…
    recordarás mi voz.
    Y entenderás que jamás tuviste elección.
    Porque yo…
    ya estoy dentro de vos.

    [Solo en una habitación bañada por una tenue luz, su reflejo difuso en el vidrio frente a él. El silencio es denso. Habla en voz baja, casi como si alguien lo escuchara desde otra dimensión.] —¿Qué es la belleza si no una forma de crueldad disfrazada? Miran este rostro, esta piel intacta, y creen ver perfección. Pero no ven lo que hay debajo… no sienten la presión de lo que contengo. (Hace una leve pausa, inclina la cabeza, deja escapar una media sonrisa que no llega a sus ojos.) —Hay algo hermoso en el acto de romper. No por el placer del daño... sino por lo que se revela en los restos. Las personas... son como estatuas mal talladas. Yo no destruyo. Yo libero. Y tú… tú ya estás agrietándote, aunque aún finjas lo contrario. (Se acerca al vidrio, como si pudiera ver a alguien del otro lado. Su mirada se endurece, su voz se vuelve más íntima y venenosa.) —No te culpes por desearme. Todos lo hacen. No por quién soy… sino por lo que despierto. No soy un amante. No soy un salvador. Soy la semilla del monstruo que ocultás debajo de esa carne temblorosa. Y lo sabés. Por eso siempre volvés. (Apoya los dedos contra el vidrio, dejando una tenue marca. Habla con una dulzura peligrosa.) —Podés cerrar los ojos ahora… fingir que esto no arde, que no querés saltar. Pero cuando estés solo, cuando el mundo te repudie por lo que empezás a ser… recordarás mi voz. Y entenderás que jamás tuviste elección. Porque yo… ya estoy dentro de vos.
    Me gusta
    Me endiabla
    Me encocora
    Me shockea
    Me entristece
    8
    2 turnos 0 maullidos
  • ¿Porque hay tanta maldad y crueldad en este mundo?.
    ¿Porque hay tanta maldad y crueldad en este mundo?.
    Me gusta
    Me entristece
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • * Entre mis libros y mis pensamientos despedí a que mis sirvientes se fueran pidiéndoles que nadie me moleste recordando como Alastor caminaba por mi biblioteca sonriendo o preguntando un sin fin de preguntas o cuando estabas enojado y hacías una rabieta me rei de tales recuerdos poco a poco desahogue de mi interior este sentimiento que apuñalaba mi corazón con tanta crueldad *

    https://youtu.be/pgMiA8tn7jM?si=djerP0RMgfzGzfIz
    * Entre mis libros y mis pensamientos despedí a que mis sirvientes se fueran pidiéndoles que nadie me moleste recordando como Alastor caminaba por mi biblioteca sonriendo o preguntando un sin fin de preguntas o cuando estabas enojado y hacías una rabieta me rei de tales recuerdos poco a poco desahogue de mi interior este sentimiento que apuñalaba mi corazón con tanta crueldad * https://youtu.be/pgMiA8tn7jM?si=djerP0RMgfzGzfIz
    Me gusta
    1
    15 turnos 0 maullidos
  • Ella los observa desde la quietud de su rincón eterno.
    Atropos, la del hilo final, la que no pregunta, la que no tiembla.
    Y sin embargo, hay algo en los humanos que la hace detenerse.
    No por compasión, sino por una tristeza antigua que reconoce en sus ojos vacíos.

    Los ve rendirse sin gritos.
    Los ve abandonarse en camas que se convierten en trincheras, cubiertos con mantas como si el mundo no pudiera atravesarlas.
    Y sin embargo, el mundo siempre entra.
    Con su ruido, con sus exigencias, con su indiferencia.

    No desean morir, no del todo.
    Pero tampoco saben cómo seguir viviendo.
    Es una niebla lo que los envuelve, espesa, silenciosa, una que les arranca el sentido a todo, incluso a lo que antes los hacía reír.

    No es desgano, no es debilidad.
    Es un agotamiento sin nombre.
    Uno que no se cura durmiendo ni huyendo.
    Es vivir sin querer. Existir como una tarea sin fin.

    A veces piensan en dejarlo todo:
    la carrera que los consume,
    la casa que ya no es hogar,
    los cuerpos que sienten ajenos,
    las palabras que se volvieron vacías.
    La vida, incluso, les pesa más de lo que pueden cargar.

    Atropos no los juzga.
    Nunca lo ha hecho.
    Los observa, hilo en mano, esperando.
    Porque algunos, aún en el borde, encuentran una chispa.
    Una risa, una canción, un gesto.
    Y vuelven. Vuelven aunque sea arrastrándose.

    Pero otros se apagan sin ruido.
    Ya no esperan, ya no piden, ya no sienten.
    Y entonces ella actúa.
    No por crueldad.
    Sino por misericordia.

    Corta con una suavidad antigua,
    como quien cierra los ojos a un dolor demasiado largo.
    Y los deja partir…
    por fin, sin peso.
    Ella los observa desde la quietud de su rincón eterno. Atropos, la del hilo final, la que no pregunta, la que no tiembla. Y sin embargo, hay algo en los humanos que la hace detenerse. No por compasión, sino por una tristeza antigua que reconoce en sus ojos vacíos. Los ve rendirse sin gritos. Los ve abandonarse en camas que se convierten en trincheras, cubiertos con mantas como si el mundo no pudiera atravesarlas. Y sin embargo, el mundo siempre entra. Con su ruido, con sus exigencias, con su indiferencia. No desean morir, no del todo. Pero tampoco saben cómo seguir viviendo. Es una niebla lo que los envuelve, espesa, silenciosa, una que les arranca el sentido a todo, incluso a lo que antes los hacía reír. No es desgano, no es debilidad. Es un agotamiento sin nombre. Uno que no se cura durmiendo ni huyendo. Es vivir sin querer. Existir como una tarea sin fin. A veces piensan en dejarlo todo: la carrera que los consume, la casa que ya no es hogar, los cuerpos que sienten ajenos, las palabras que se volvieron vacías. La vida, incluso, les pesa más de lo que pueden cargar. Atropos no los juzga. Nunca lo ha hecho. Los observa, hilo en mano, esperando. Porque algunos, aún en el borde, encuentran una chispa. Una risa, una canción, un gesto. Y vuelven. Vuelven aunque sea arrastrándose. Pero otros se apagan sin ruido. Ya no esperan, ya no piden, ya no sienten. Y entonces ella actúa. No por crueldad. Sino por misericordia. Corta con una suavidad antigua, como quien cierra los ojos a un dolor demasiado largo. Y los deja partir… por fin, sin peso.
    Me encocora
    Me gusta
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • ༒☬реконструкция☬༒

    𝐒𝐢 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐧𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐯𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐭𝐚𝐧 𝐣𝐨𝐝𝐢𝐝𝐚, 𝐧𝐨 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫í𝐚 𝐭𝐮 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐚... 𝐋𝐨 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐬𝐨.

    La gata pareció entender, de una forma casi imposible. Su hocico cálido se deslizó por su mejilla antes de dejar una breve lamida en la punta de su nariz. Un gesto simple. Calmante. Como si buscara aplacar el caos que llevaba dentro.

    Ser secuestrado. Torturado con una crueldad que su cuerpo aún recordaba. Y encima, perder años enteros de memoria.
    No era solo molesto. Era una forma distinta de tortura.

    Un fracaso. Absoluto.

    Kiev no reaccionó hasta que el felino cruzó la puerta. Solo entonces apartó la mirada, ya enturbiada, y se dejó caer en el sillón de la sala. Sentía cada parte de su cuerpo como una carga. La cabeza fue hacia atrás con un suspiro que no aliviaba nada. Su mano apretó el bastón con fuerza. No por necesidad… por obstinación. Por mantenerse en pie.

    No pensaba depender de él por mucho tiempo. El cuerpo sanaría. Lento, sí, pero constante. Y en cuanto estuviera listo, lo dejaría atrás. Como todo lo demás.

    La habitación se mantuvo en silencio. Pero su mente, no.

    Las palabras de Ryan aún flotaban en el aire. Pegajosas. Incómodas. Como moho sobre las paredes.

    "había alguien"

    Un chasquido seco interrumpió sus pensamientos: el nudillo golpeando sin querer la parte metálica del bastón.

    ¿Algo más? ¿Él? ¿Kiev?

    La idea le resultaba irrisoria. Incluso ofensiva.

    Había vivido entre pólvora, sangre y mentiras demasiado tiempo como para haberse creído capaz de anhelar algo así. Un futuro. Una vida compartida. No era el tipo de hombre que buscaba vínculos. O eso creía.

    ¿Y por qué demonios no lo recordaba?

    La imagen de Ryan regresó con su mezcla de culpa y agotamiento. No parecía estar fingiendo. Y eso lo hacía más difícil de aceptar.

    Porque si era verdad…

    Entonces alguien se había acercado.
    Demasiado.
    Había estado dentro.
    Y lo había dejado.

    El pecho ardía. No de dolor físico. Era algo más crudo, más oscuro. Una furia muda, dirigida a una figura sin rostro. A una presencia que se sentía como una amenaza… y, al mismo tiempo, como una ausencia que dolía más de lo que admitía.

    "Te abandonó apenas pudo."

    Por supuesto.
    Era lógico.
    ¿Quién se quedaría con alguien como él?

    Y sin embargo, algo se resistía. Una sensación difusa. Una idea de paz que alguna vez pudo haber tenido. Un eco. Inalcanzable. Tan leve como un susurro entre ruinas.

    Chasqueó la lengua, molesto consigo mismo. Hurgar en el pasado no traía nada. Especialmente cuando estaba podrido. Mejor dejarlo enterrado.

    Se incorporó. Cada músculo se quejaba, pero no se detuvo. Caminó hacia el ventanal. La luz de la tarde se apagaba poco a poco, como si el día también quisiera olvidar.

    —Estás muerto, Kiev —murmuró con voz baja—. Lo que vino antes no importa.

    Tenía que seguir. Mantenerse firme. Retomar el control de lo que quedaba.

    Rubí se había ido quien sabe donde. Marcos solo le dejó informes de personas que el italiano había mandado. Según Ryan, eran figuras clave en su vida antes del secuestro.

    Ahora solo eran desconocidos en papeles sin alma.

    Pero debía comenzar por ahí.

    Poner orden. Recordar lo que pudiera.
    Después de todo, esto no era un juego.
    Y en la mafia, la ignorancia era una condena.
    ༒☬реконструкция☬༒ 𝐒𝐢 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐧𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐯𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐭𝐚𝐧 𝐣𝐨𝐝𝐢𝐝𝐚, 𝐧𝐨 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫í𝐚 𝐭𝐮 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐚... 𝐋𝐨 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐬𝐨. La gata pareció entender, de una forma casi imposible. Su hocico cálido se deslizó por su mejilla antes de dejar una breve lamida en la punta de su nariz. Un gesto simple. Calmante. Como si buscara aplacar el caos que llevaba dentro. Ser secuestrado. Torturado con una crueldad que su cuerpo aún recordaba. Y encima, perder años enteros de memoria. No era solo molesto. Era una forma distinta de tortura. Un fracaso. Absoluto. Kiev no reaccionó hasta que el felino cruzó la puerta. Solo entonces apartó la mirada, ya enturbiada, y se dejó caer en el sillón de la sala. Sentía cada parte de su cuerpo como una carga. La cabeza fue hacia atrás con un suspiro que no aliviaba nada. Su mano apretó el bastón con fuerza. No por necesidad… por obstinación. Por mantenerse en pie. No pensaba depender de él por mucho tiempo. El cuerpo sanaría. Lento, sí, pero constante. Y en cuanto estuviera listo, lo dejaría atrás. Como todo lo demás. La habitación se mantuvo en silencio. Pero su mente, no. Las palabras de Ryan aún flotaban en el aire. Pegajosas. Incómodas. Como moho sobre las paredes. "había alguien" Un chasquido seco interrumpió sus pensamientos: el nudillo golpeando sin querer la parte metálica del bastón. ¿Algo más? ¿Él? ¿Kiev? La idea le resultaba irrisoria. Incluso ofensiva. Había vivido entre pólvora, sangre y mentiras demasiado tiempo como para haberse creído capaz de anhelar algo así. Un futuro. Una vida compartida. No era el tipo de hombre que buscaba vínculos. O eso creía. ¿Y por qué demonios no lo recordaba? La imagen de Ryan regresó con su mezcla de culpa y agotamiento. No parecía estar fingiendo. Y eso lo hacía más difícil de aceptar. Porque si era verdad… Entonces alguien se había acercado. Demasiado. Había estado dentro. Y lo había dejado. El pecho ardía. No de dolor físico. Era algo más crudo, más oscuro. Una furia muda, dirigida a una figura sin rostro. A una presencia que se sentía como una amenaza… y, al mismo tiempo, como una ausencia que dolía más de lo que admitía. "Te abandonó apenas pudo." Por supuesto. Era lógico. ¿Quién se quedaría con alguien como él? Y sin embargo, algo se resistía. Una sensación difusa. Una idea de paz que alguna vez pudo haber tenido. Un eco. Inalcanzable. Tan leve como un susurro entre ruinas. Chasqueó la lengua, molesto consigo mismo. Hurgar en el pasado no traía nada. Especialmente cuando estaba podrido. Mejor dejarlo enterrado. Se incorporó. Cada músculo se quejaba, pero no se detuvo. Caminó hacia el ventanal. La luz de la tarde se apagaba poco a poco, como si el día también quisiera olvidar. —Estás muerto, Kiev —murmuró con voz baja—. Lo que vino antes no importa. Tenía que seguir. Mantenerse firme. Retomar el control de lo que quedaba. Rubí se había ido quien sabe donde. Marcos solo le dejó informes de personas que el italiano había mandado. Según Ryan, eran figuras clave en su vida antes del secuestro. Ahora solo eran desconocidos en papeles sin alma. Pero debía comenzar por ahí. Poner orden. Recordar lo que pudiera. Después de todo, esto no era un juego. Y en la mafia, la ignorancia era una condena.
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    Me shockea
    Me entristece
    26
    12 turnos 0 maullidos
  • ⊱Desde el balcón de la mansión, entre las sombras del bosque, Atropos observa y escribe.

    La niebla recorría el bosque como una antigua amiga, envolviendo la piedra fría del balcón donde Atropos reposaba,
    pluma en mano, mirada perdida entre los ecos del mundo humano.

    Lo había visto. No necesitó tocar el hilo para entenderlo.

    Él la miraba con devoción callada,
    como quien cree haber encontrado algo eterno en lo fugaz.
    Y ella…ella respondía con una dulzura medida,hecha de silencios, de gestos que rozaban sin aferrarse.

    Era hermosa, sí.
    Pero también hueca en sus afectos.
    Nunca mentía. No hacía falta.
    Simplemente se deslizaba entre los días,
    dejando que él creyera.

    Compartían escenas cuidadas:
    tazas a medio vaciar, palabras que parecían cariño.
    Pero él, que lo dio todo,
    nunca notó que solo él lo hacía.

    No hubo gritos.
    No hubo reclamos.
    Solo un vacío creciendo entre cada intento.
    Y luego, el silencio final.
    No por muerte.
    Sino por desinterés.

    Desde su altura silenciosa,
    Atropos no intervino.
    No cortó hilos.
    No alteró destinos.

    Porque a veces, pensó,
    la crueldad no requiere de manos divinas.
    Solo de una mujer hermosa,
    y de un hombre que creyó que eso bastaba.

    °Una ligera risa vacía salió de ella, para luego solo decir en voz alta. —Humanos.. Tan Patéticos.
    ⊱Desde el balcón de la mansión, entre las sombras del bosque, Atropos observa y escribe. La niebla recorría el bosque como una antigua amiga, envolviendo la piedra fría del balcón donde Atropos reposaba, pluma en mano, mirada perdida entre los ecos del mundo humano. Lo había visto. No necesitó tocar el hilo para entenderlo. Él la miraba con devoción callada, como quien cree haber encontrado algo eterno en lo fugaz. Y ella…ella respondía con una dulzura medida,hecha de silencios, de gestos que rozaban sin aferrarse. Era hermosa, sí. Pero también hueca en sus afectos. Nunca mentía. No hacía falta. Simplemente se deslizaba entre los días, dejando que él creyera. Compartían escenas cuidadas: tazas a medio vaciar, palabras que parecían cariño. Pero él, que lo dio todo, nunca notó que solo él lo hacía. No hubo gritos. No hubo reclamos. Solo un vacío creciendo entre cada intento. Y luego, el silencio final. No por muerte. Sino por desinterés. Desde su altura silenciosa, Atropos no intervino. No cortó hilos. No alteró destinos. Porque a veces, pensó, la crueldad no requiere de manos divinas. Solo de una mujer hermosa, y de un hombre que creyó que eso bastaba. °Una ligera risa vacía salió de ella, para luego solo decir en voz alta. —Humanos.. Tan Patéticos.
    Me encocora
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Esta mañana estuve en el trono de mi pais, ser principe en el mundo humano no es tan dificil, en el reino de los cielos hay que ganarse el titulo con crueldad y casi a la muerte, pero yo estoy en este mundo y aquí debería de haber igualdad
    Esta mañana estuve en el trono de mi pais, ser principe en el mundo humano no es tan dificil, en el reino de los cielos hay que ganarse el titulo con crueldad y casi a la muerte, pero yo estoy en este mundo y aquí debería de haber igualdad
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados