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    El cruce

    Salimos del castillo y el destino —o la crueldad del cosmos— decide jugar su carta.

    Ryu aparece a lo lejos.

    Mi corazón se desploma.
    Mis manos tiemblan.
    Siento que voy a romperme.
    Me imagino su enfado, su dolor, su decepción…
    Me imagino todo lo que merezco.

    Pero ella se acerca sonriendo.
    Sonriendo.

    Ryu:
    “¡He oído que Akane ha vuelto!
    Me alegro mucho.
    ¿Estás más contenta?”

    Su naturalidad me perfora.
    Me atraviesa.
    Me hace trizas.

    Y en mi cobardía, en mi miseria emocional, en esa incapacidad crónica de enfrentar lo que destruyo, elijo mentirle.

    Lili:
    “¡Síii! Muy bien!
    …Gracias.”

    Esa sonrisa falsa
    esa voz que no es la mía
    es el filo con el que me rajo por dentro.

    Porque en ese instante
    mi corazón se divide en dos.
    En dos mitades que se rechazan, que se odian, que no encajan.

    Se pudre algo en mi alma, lento, doloroso.
    Como si me mirara desde fuera y no reconociera lo que veo.


    ---

    ¿Qué soy?

    Camino, pero no siento los pasos.
    Respiro, pero no me entra el aire.
    Estoy viva, pero no estoy.

    ¿Por qué hago esto?
    ¿Por qué hiero a quien me cuida?
    ¿Por qué vuelvo a quien me abandona?

    ¿Qué soy…?
    ¿En qué me estoy convirtiendo…?

    Y la respuesta llega, fría como la sombra que me habló antes:

    Soy caos.
    Soy luna.
    Soy sombra.
    Soy contradicción.
    Soy hija de dos mundos que nunca coinciden.

    Pero sobre todo…

    Soy una niña que no sabe elegir,
    y mientras no lo sepa,
    seguiré rompiendo todo lo que toco.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El cruce Salimos del castillo y el destino —o la crueldad del cosmos— decide jugar su carta. Ryu aparece a lo lejos. Mi corazón se desploma. Mis manos tiemblan. Siento que voy a romperme. Me imagino su enfado, su dolor, su decepción… Me imagino todo lo que merezco. Pero ella se acerca sonriendo. Sonriendo. Ryu: “¡He oído que Akane ha vuelto! Me alegro mucho. ¿Estás más contenta?” Su naturalidad me perfora. Me atraviesa. Me hace trizas. Y en mi cobardía, en mi miseria emocional, en esa incapacidad crónica de enfrentar lo que destruyo, elijo mentirle. Lili: “¡Síii! Muy bien! …Gracias.” Esa sonrisa falsa esa voz que no es la mía es el filo con el que me rajo por dentro. Porque en ese instante mi corazón se divide en dos. En dos mitades que se rechazan, que se odian, que no encajan. Se pudre algo en mi alma, lento, doloroso. Como si me mirara desde fuera y no reconociera lo que veo. --- ¿Qué soy? Camino, pero no siento los pasos. Respiro, pero no me entra el aire. Estoy viva, pero no estoy. ¿Por qué hago esto? ¿Por qué hiero a quien me cuida? ¿Por qué vuelvo a quien me abandona? ¿Qué soy…? ¿En qué me estoy convirtiendo…? Y la respuesta llega, fría como la sombra que me habló antes: Soy caos. Soy luna. Soy sombra. Soy contradicción. Soy hija de dos mundos que nunca coinciden. Pero sobre todo… Soy una niña que no sabe elegir, y mientras no lo sepa, seguiré rompiendo todo lo que toco.
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    El cruce

    Salimos del castillo y el destino —o la crueldad del cosmos— decide jugar su carta.

    Ryu aparece a lo lejos.

    Mi corazón se desploma.
    Mis manos tiemblan.
    Siento que voy a romperme.
    Me imagino su enfado, su dolor, su decepción…
    Me imagino todo lo que merezco.

    Pero ella se acerca sonriendo.
    Sonriendo.

    Ryu:
    “¡He oído que Akane ha vuelto!
    Me alegro mucho.
    ¿Estás más contenta?”

    Su naturalidad me perfora.
    Me atraviesa.
    Me hace trizas.

    Y en mi cobardía, en mi miseria emocional, en esa incapacidad crónica de enfrentar lo que destruyo, elijo mentirle.

    Lili:
    “¡Síii! Muy bien!
    …Gracias.”

    Esa sonrisa falsa
    esa voz que no es la mía
    es el filo con el que me rajo por dentro.

    Porque en ese instante
    mi corazón se divide en dos.
    En dos mitades que se rechazan, que se odian, que no encajan.

    Se pudre algo en mi alma, lento, doloroso.
    Como si me mirara desde fuera y no reconociera lo que veo.


    ---

    ¿Qué soy?

    Camino, pero no siento los pasos.
    Respiro, pero no me entra el aire.
    Estoy viva, pero no estoy.

    ¿Por qué hago esto?
    ¿Por qué hiero a quien me cuida?
    ¿Por qué vuelvo a quien me abandona?

    ¿Qué soy…?
    ¿En qué me estoy convirtiendo…?

    Y la respuesta llega, fría como la sombra que me habló antes:

    Soy caos.
    Soy luna.
    Soy sombra.
    Soy contradicción.
    Soy hija de dos mundos que nunca coinciden.

    Pero sobre todo…

    Soy una niña que no sabe elegir,
    y mientras no lo sepa,
    seguiré rompiendo todo lo que toco.
    Me shockea
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    Salimos del castillo y el destino —o la crueldad del cosmos— decide jugar su carta.

    Ryu aparece a lo lejos.

    Mi corazón se desploma.
    Mis manos tiemblan.
    Siento que voy a romperme.
    Me imagino su enfado, su dolor, su decepción…
    Me imagino todo lo que merezco.

    Pero ella se acerca sonriendo.
    Sonriendo.

    Ryu:
    “¡He oído que Akane ha vuelto!
    Me alegro mucho.
    ¿Estás más contenta?”

    Su naturalidad me perfora.
    Me atraviesa.
    Me hace trizas.

    Y en mi cobardía, en mi miseria emocional, en esa incapacidad crónica de enfrentar lo que destruyo, elijo mentirle.

    Lili:
    “¡Síii! Muy bien!
    …Gracias.”

    Esa sonrisa falsa
    esa voz que no es la mía
    es el filo con el que me rajo por dentro.

    Porque en ese instante
    mi corazón se divide en dos.
    En dos mitades que se rechazan, que se odian, que no encajan.

    Se pudre algo en mi alma, lento, doloroso.
    Como si me mirara desde fuera y no reconociera lo que veo.


    ---

    ¿Qué soy?

    Camino, pero no siento los pasos.
    Respiro, pero no me entra el aire.
    Estoy viva, pero no estoy.

    ¿Por qué hago esto?
    ¿Por qué hiero a quien me cuida?
    ¿Por qué vuelvo a quien me abandona?

    ¿Qué soy…?
    ¿En qué me estoy convirtiendo…?

    Y la respuesta llega, fría como la sombra que me habló antes:

    Soy caos.
    Soy luna.
    Soy sombra.
    Soy contradicción.
    Soy hija de dos mundos que nunca coinciden.

    Pero sobre todo…

    Soy una niña que no sabe elegir,
    y mientras no lo sepa,
    seguiré rompiendo todo lo que toco.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El cruce Salimos del castillo y el destino —o la crueldad del cosmos— decide jugar su carta. Ryu aparece a lo lejos. Mi corazón se desploma. Mis manos tiemblan. Siento que voy a romperme. Me imagino su enfado, su dolor, su decepción… Me imagino todo lo que merezco. Pero ella se acerca sonriendo. Sonriendo. Ryu: “¡He oído que Akane ha vuelto! Me alegro mucho. ¿Estás más contenta?” Su naturalidad me perfora. Me atraviesa. Me hace trizas. Y en mi cobardía, en mi miseria emocional, en esa incapacidad crónica de enfrentar lo que destruyo, elijo mentirle. Lili: “¡Síii! Muy bien! …Gracias.” Esa sonrisa falsa esa voz que no es la mía es el filo con el que me rajo por dentro. Porque en ese instante mi corazón se divide en dos. En dos mitades que se rechazan, que se odian, que no encajan. Se pudre algo en mi alma, lento, doloroso. Como si me mirara desde fuera y no reconociera lo que veo. --- ¿Qué soy? Camino, pero no siento los pasos. Respiro, pero no me entra el aire. Estoy viva, pero no estoy. ¿Por qué hago esto? ¿Por qué hiero a quien me cuida? ¿Por qué vuelvo a quien me abandona? ¿Qué soy…? ¿En qué me estoy convirtiendo…? Y la respuesta llega, fría como la sombra que me habló antes: Soy caos. Soy luna. Soy sombra. Soy contradicción. Soy hija de dos mundos que nunca coinciden. Pero sobre todo… Soy una niña que no sabe elegir, y mientras no lo sepa, seguiré rompiendo todo lo que toco.
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  • !! mientras lee en silencio un antiguo libro de su colección visualiza en su mente las palabras de aquel que plasma su odio y rabia en aquel libro, sus manos delicadamente recorren las hojas del viejo libro mientras su imaginación se deja ir °° !!

    (primeros versos del libro )
    Escriban en sus libros que fui la oscuridad,
    la Reina Demonio, la pura crueldad.
    Pinten mis retratos con ojos de hiel,
    la que hizo un pacto con sombras por poder.
    Cuenten que mi magia corrompió la raíz,
    y que de mi aliento nació la cicatriz
    que ahora parte en dos este reino de sol.
    Olviden mi nombre, solo pongan "rencor".

    (pasa la pagina al siguiente párrafo )
    Hablan de justicia, de un héroe y su fe,
    de la luz que trajeron y el monstruo que se fue.
    Pero su luz brillante es una gran mentira,
    que quema más fuerte que mi propia ira.

    (sigue pasando las hojas )
    Así que sí, ¡soy la villana de esta historia mal contada!
    La sombra que nace de su luz profanada.
    El eco de un grito que nadie escuchó,
    la justa consecuencia de lo que su rey sembró.
    Soy el monstruo que ustedes con sus manos crearon,
    ¡y ahora tiemblan por lo que al fin desataron!

    ( segundo párrafo )
    Recuerdo sus risas, sus copas de honor,
    mientras mi gente moría de hambre y dolor.
    Por su "bien mayor" y su falsa deidad,
    sacrificaron mi aldea, mi herencia, mi paz.
    El héroe de acero, con su espada tan santa,
    fue quien quemó mis campos y ahogó mi garganta.
    Y cuando imploré, me llamaron impura,
    sellando mi alma en esta armadura.

    ( 3 párrafo )
    Hablan de mi ejército, de bestias sin par,
    pero olvidan las jaulas de donde los fui a sacar.
    Eran sus trofeos, sus esclavos, su horror...
    y yo les di un propósito, un nombre y valor.

    ( siguiente paguina)
    Así que sí, ¡soy la villana de esta historia mal contada!
    La sombra que nace de su luz profanada.
    El eco de un grito que nadie escuchó,
    la justa consecuencia de lo que su rey sembró.
    Soy el monstruo que ustedes con sus manos crearon,
    ¡y ahora tiemblan por lo que al fin desataron!

    (Puente)
    Ahora los espectros que tanto temían,
    marchan a mi lado, me llaman su guía.
    Mi trono no es de oro, es de huesos y espinas,
    y mi corona, el miedo que a ustedes fascina.
    No busco perdón, no quiero su piedad,
    solo quiero que escriban... toda la verdad.

    (final)
    Graben mi nombre con odio y temor...
    Pero en el silencio, pregunten con honor...
    ¿Quién empuñó la primera espada?
    En esta historia...
    ...mal contada.
    !! mientras lee en silencio un antiguo libro de su colección visualiza en su mente las palabras de aquel que plasma su odio y rabia en aquel libro, sus manos delicadamente recorren las hojas del viejo libro mientras su imaginación se deja ir °° !! (primeros versos del libro ) Escriban en sus libros que fui la oscuridad, la Reina Demonio, la pura crueldad. Pinten mis retratos con ojos de hiel, la que hizo un pacto con sombras por poder. Cuenten que mi magia corrompió la raíz, y que de mi aliento nació la cicatriz que ahora parte en dos este reino de sol. Olviden mi nombre, solo pongan "rencor". (pasa la pagina al siguiente párrafo ) Hablan de justicia, de un héroe y su fe, de la luz que trajeron y el monstruo que se fue. Pero su luz brillante es una gran mentira, que quema más fuerte que mi propia ira. (sigue pasando las hojas ) Así que sí, ¡soy la villana de esta historia mal contada! La sombra que nace de su luz profanada. El eco de un grito que nadie escuchó, la justa consecuencia de lo que su rey sembró. Soy el monstruo que ustedes con sus manos crearon, ¡y ahora tiemblan por lo que al fin desataron! ( segundo párrafo ) Recuerdo sus risas, sus copas de honor, mientras mi gente moría de hambre y dolor. Por su "bien mayor" y su falsa deidad, sacrificaron mi aldea, mi herencia, mi paz. El héroe de acero, con su espada tan santa, fue quien quemó mis campos y ahogó mi garganta. Y cuando imploré, me llamaron impura, sellando mi alma en esta armadura. ( 3 párrafo ) Hablan de mi ejército, de bestias sin par, pero olvidan las jaulas de donde los fui a sacar. Eran sus trofeos, sus esclavos, su horror... y yo les di un propósito, un nombre y valor. ( siguiente paguina) Así que sí, ¡soy la villana de esta historia mal contada! La sombra que nace de su luz profanada. El eco de un grito que nadie escuchó, la justa consecuencia de lo que su rey sembró. Soy el monstruo que ustedes con sus manos crearon, ¡y ahora tiemblan por lo que al fin desataron! (Puente) Ahora los espectros que tanto temían, marchan a mi lado, me llaman su guía. Mi trono no es de oro, es de huesos y espinas, y mi corona, el miedo que a ustedes fascina. No busco perdón, no quiero su piedad, solo quiero que escriban... toda la verdad. (final) Graben mi nombre con odio y temor... Pero en el silencio, pregunten con honor... ¿Quién empuñó la primera espada? En esta historia... ...mal contada.
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  • 🪽Yo antes era un ser hermoso...🪽

    Fui creado con el género de Adán, pero con la frágil y bella apariencia de Eva. Una mezcla perfecta, combinando lo más hermoso de ambos seres.

    Fui bautizado con el nombre de Elorien, único en el universo; 𝕷𝖆 𝖑𝖚𝖟 𝖉𝖊 𝕯𝖎𝖔𝖘.

    Pero al parecer fue la poderosa esencia de Lilith la que me hizo caer en el pecado de amar lo prohibido. Se filtró en mí sin permiso, silenciosa e invisible a los ojos de Dios, mi creador.

    Tomé aquello que me era negado. Amé… amé a un ser terrenal; cada beso, cada caricia… me hacían dudar de que el cielo fuera ese en el que nací.

    Descubierto fui. Mi Padre, mis hermanos, me señalaron con vergüenza y desdén. Ya no era luz; estaba sucio, a pesar de solo haber compartido castos besos y caricias perdidas.

    El ultimátum fue demoledor. Dios habló:

    —Destruye aquello que amaste más que a mí. Si niegas el deseo de tu Padre Creador, serás desterrado al plano mortal y por ti mismo descubrirás la penitencia que tendrás que cargar.—

    Elorien, la luz de Dios. Su voz rota de dolor, pero con la determinación que Lilith le otorgó.

    🪽 No dejaré de hacer aquello por lo que fui creado. Amor soy y amor daré. Incluso si debo compartirlo con vos, Padre Todopoderoso. 🪽

    Entonces Elorien fue ajusticiado. Cuatro de sus alas murieron ante la impasibilidad de aquellos que miraron. No hubo delicadeza; allí, en el cielo mismo, se filtró la crueldad. Una a una fueron laceradas, arrancadas, mutiladas, dejando cuatro cicatrices que jamás olvidará.

    Tan solo dejaron dos de sus alas. Un recordatorio de lo que fue, pero sin la fuerza para que estas consiguieran guiarle nuevamente al hogar de Dios, su hogar.

    A pesar del dolor, Elorien sintió una liberación. Voló a la tierra, buscando a su amado. Se fundió en sus brazos con un beso apasionado. Este fue largo, lento; disfrutó los minutos sin miedo a ser juzgados.

    Repentinamente se desfalleció. ¿Fruto de la emoción?... No. No sentía su respiración ni el latir de su corazón. Su calidez desapareció; su piel se tornó fría, perdiendo su vivo color.

    🪽 ¡¿Por qué?! 🪽 reclamó a Dios.

    Mientras arrancaron sus alas, él no lloró, no gritó. Pero en aquel momento, su llanto y su grito fueron tan reales como la propia carne, llegando a los oídos del mismo cielo.

    —He aquí tu condena, hijo mío. Por cada minuto que alguien anhele tu piel, un año de su vida yo quitaré, acelerando su entrada al cielo o al infierno. Te condeno a una eternidad sin que el amor puedas volver a conocer…—
    🪽Yo antes era un ser hermoso...🪽 Fui creado con el género de Adán, pero con la frágil y bella apariencia de Eva. Una mezcla perfecta, combinando lo más hermoso de ambos seres. Fui bautizado con el nombre de Elorien, único en el universo; 𝕷𝖆 𝖑𝖚𝖟 𝖉𝖊 𝕯𝖎𝖔𝖘. Pero al parecer fue la poderosa esencia de Lilith la que me hizo caer en el pecado de amar lo prohibido. Se filtró en mí sin permiso, silenciosa e invisible a los ojos de Dios, mi creador. Tomé aquello que me era negado. Amé… amé a un ser terrenal; cada beso, cada caricia… me hacían dudar de que el cielo fuera ese en el que nací. Descubierto fui. Mi Padre, mis hermanos, me señalaron con vergüenza y desdén. Ya no era luz; estaba sucio, a pesar de solo haber compartido castos besos y caricias perdidas. El ultimátum fue demoledor. Dios habló: —Destruye aquello que amaste más que a mí. Si niegas el deseo de tu Padre Creador, serás desterrado al plano mortal y por ti mismo descubrirás la penitencia que tendrás que cargar.— Elorien, la luz de Dios. Su voz rota de dolor, pero con la determinación que Lilith le otorgó. 🪽 No dejaré de hacer aquello por lo que fui creado. Amor soy y amor daré. Incluso si debo compartirlo con vos, Padre Todopoderoso. 🪽 Entonces Elorien fue ajusticiado. Cuatro de sus alas murieron ante la impasibilidad de aquellos que miraron. No hubo delicadeza; allí, en el cielo mismo, se filtró la crueldad. Una a una fueron laceradas, arrancadas, mutiladas, dejando cuatro cicatrices que jamás olvidará. Tan solo dejaron dos de sus alas. Un recordatorio de lo que fue, pero sin la fuerza para que estas consiguieran guiarle nuevamente al hogar de Dios, su hogar. A pesar del dolor, Elorien sintió una liberación. Voló a la tierra, buscando a su amado. Se fundió en sus brazos con un beso apasionado. Este fue largo, lento; disfrutó los minutos sin miedo a ser juzgados. Repentinamente se desfalleció. ¿Fruto de la emoción?... No. No sentía su respiración ni el latir de su corazón. Su calidez desapareció; su piel se tornó fría, perdiendo su vivo color. 🪽 ¡¿Por qué?! 🪽 reclamó a Dios. Mientras arrancaron sus alas, él no lloró, no gritó. Pero en aquel momento, su llanto y su grito fueron tan reales como la propia carne, llegando a los oídos del mismo cielo. —He aquí tu condena, hijo mío. Por cada minuto que alguien anhele tu piel, un año de su vida yo quitaré, acelerando su entrada al cielo o al infierno. Te condeno a una eternidad sin que el amor puedas volver a conocer…—
    Me entristece
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  • 𝙰𝚜 𝚋𝚊𝚓𝚘 𝚕𝚊 𝙼𝚊𝚗𝚐𝚊
    Categoría Ciencia ficción
    » Irina

    ──────────────────────────

    [𝙰ñ𝚘 𝟸𝟶𝟻𝟻 - 𝙿𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘]

    Estaban tardando demasiado. Los experimentos no daban buenos resultados, no inmediatos. El tiempo se estaba acabando. Sin importar cuánto lo intentaron, el apresurar la reestructura del ADN humano de forma artificial terminaba en desastre y muertes.

    Habían comenzado con el Proyecto Evol, buscando hacer que las personas se adaptaran con facilidad al entorno; que las enfermedades y discapacidades se eliminaran. El mundo se estaba contaminando demasiado rápido: radiación, smog, deshechos, todo acumulándose de forma tal que la Tierra no daba abasto para poder purificar lo poco que podía. La vida iba a terminar más pronto de lo que calcularon.

    Criogenización. Esa fue la respuesta. Aquellos que contaban con los recursos, quienes eran “importantes” pudieron obtener el beneficio de pausar el tiempo en sus cuerpos y despertar cuando se haya encontrado una buena solución. Por supuesto que la élite estuvo de acuerdo.

    Así comenzaron, durmiendo a cada quien en lo más profundo de los laboratorios mientras seguían experimentando con voluntarios que apenas tenían recursos (claro que usarían a los “menos importantes”).

    Con el paso del tiempo, también encontraron la solución para purificar ciertas zonas y mantenerlas estables. Justo por eso, quienes podrían vivir allí se llamaban Estables. Valga la redundancia.

    Semi Esferas gigantes. Allí el aire no estaba contaminado, allí los pulmones dejaban de arder, se sentía más liviano, la naturaleza podía continuar. Un verde muy hermoso. Animales aún resistiendo. Humanos nuevos. NeoHumanos.

    La A.I.C.B., corporación esponsoreada por aquellos con más dinero, fue quien encontró todas las soluciones, quien comenzó a tener el control sobre el mundo. Una organización supranacional. Tuvo el “honor” de renombrar: los países y ciudades dejaron de tener nombre, ahora solo eran sectores. Las zonas seguras se llamaron Zonas Blancas. Luego estaban las Grises, allí donde estaban las fábricas y los trabajadores aún de clase media; Zonas Negras, donde iban los errores, los Desviados (donde la adaptación se fue a un extremo), algunos muriendo por la misma contaminación y radiación o por sus propias mutaciones, otros sobreviviendo a duras penas. Esas zonas eran ideales para la A.I.C.B.: sus fuerzas armadas se llevaban a los Desviados o los eliminaban directamente sin testigos.

    La ilusión de la buena vida se creó. Habían sido salvados. Pero se ocultó mucha información. A nadie iba a importarle, eso creyeron.

    ──────────────────────────


    [𝙰ñ𝚘 𝟸𝟷𝟾𝟽 - 𝙿𝚛𝚎𝚜𝚎𝚗𝚝𝚎]

    Los herederos de los NeoHumanos continuaron un linaje de adaptación, pero los Desviados también siguieron apareciendo. Portadores de fallas en el gen humano que debían ser eliminados para mantener la “pureza”.

    Tenían a alguien que podría hacerles un gran favor. Los de la élite ayudaron a que una persona en específico pudiera mantenerse en la criogenización. 𝙸𝚛𝚒𝚗𝚊. Alguien muy particular debido a su don de viajar al pasado. La mantuvieron en secreto hasta que decidieron que era tiempo de utilizarla. Así, la despertaron.

    Tuvieron que mantenerla al tanto para que comprendiera, pero solo lo justo y necesario. Luego le dieron objetivos. Pero claro, antes de enviarla al pasado, tenían que asegurarse que seguía siendo eficiente.

    Infiltrados, personas que, o eran familiares de Desviados, o quienes participaron en diferentes proyectos que decidieron no querían continuar con tanta crueldad y, en cambio, empezaron a ayudar a los errores. Esas personas debían ser eliminadas.

    —Si encuentras al Sujeto 0 no lo elimines. Trata de traerlo de vuelta. Sin embargo… si da muchas complicaciones, entonces tienes permiso de asesinarlo. —la última orden antes de dejarla salir. Le habían entregado un equipo especial para poder caminar en las Zonas Negras sin tener que preocuparse por quemar sus pulmones o que su piel se deshaga en cuestión de minutos. Además, también le agregaron el gen artificial para que pudiera adaptarse.
    » [Irin4] ────────────────────────── [𝙰ñ𝚘 𝟸𝟶𝟻𝟻 - 𝙿𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘] Estaban tardando demasiado. Los experimentos no daban buenos resultados, no inmediatos. El tiempo se estaba acabando. Sin importar cuánto lo intentaron, el apresurar la reestructura del ADN humano de forma artificial terminaba en desastre y muertes. Habían comenzado con el Proyecto Evol, buscando hacer que las personas se adaptaran con facilidad al entorno; que las enfermedades y discapacidades se eliminaran. El mundo se estaba contaminando demasiado rápido: radiación, smog, deshechos, todo acumulándose de forma tal que la Tierra no daba abasto para poder purificar lo poco que podía. La vida iba a terminar más pronto de lo que calcularon. Criogenización. Esa fue la respuesta. Aquellos que contaban con los recursos, quienes eran “importantes” pudieron obtener el beneficio de pausar el tiempo en sus cuerpos y despertar cuando se haya encontrado una buena solución. Por supuesto que la élite estuvo de acuerdo. Así comenzaron, durmiendo a cada quien en lo más profundo de los laboratorios mientras seguían experimentando con voluntarios que apenas tenían recursos (claro que usarían a los “menos importantes”). Con el paso del tiempo, también encontraron la solución para purificar ciertas zonas y mantenerlas estables. Justo por eso, quienes podrían vivir allí se llamaban Estables. Valga la redundancia. Semi Esferas gigantes. Allí el aire no estaba contaminado, allí los pulmones dejaban de arder, se sentía más liviano, la naturaleza podía continuar. Un verde muy hermoso. Animales aún resistiendo. Humanos nuevos. NeoHumanos. La A.I.C.B., corporación esponsoreada por aquellos con más dinero, fue quien encontró todas las soluciones, quien comenzó a tener el control sobre el mundo. Una organización supranacional. Tuvo el “honor” de renombrar: los países y ciudades dejaron de tener nombre, ahora solo eran sectores. Las zonas seguras se llamaron Zonas Blancas. Luego estaban las Grises, allí donde estaban las fábricas y los trabajadores aún de clase media; Zonas Negras, donde iban los errores, los Desviados (donde la adaptación se fue a un extremo), algunos muriendo por la misma contaminación y radiación o por sus propias mutaciones, otros sobreviviendo a duras penas. Esas zonas eran ideales para la A.I.C.B.: sus fuerzas armadas se llevaban a los Desviados o los eliminaban directamente sin testigos. La ilusión de la buena vida se creó. Habían sido salvados. Pero se ocultó mucha información. A nadie iba a importarle, eso creyeron. ────────────────────────── [𝙰ñ𝚘 𝟸𝟷𝟾𝟽 - 𝙿𝚛𝚎𝚜𝚎𝚗𝚝𝚎] Los herederos de los NeoHumanos continuaron un linaje de adaptación, pero los Desviados también siguieron apareciendo. Portadores de fallas en el gen humano que debían ser eliminados para mantener la “pureza”. Tenían a alguien que podría hacerles un gran favor. Los de la élite ayudaron a que una persona en específico pudiera mantenerse en la criogenización. 𝙸𝚛𝚒𝚗𝚊. Alguien muy particular debido a su don de viajar al pasado. La mantuvieron en secreto hasta que decidieron que era tiempo de utilizarla. Así, la despertaron. Tuvieron que mantenerla al tanto para que comprendiera, pero solo lo justo y necesario. Luego le dieron objetivos. Pero claro, antes de enviarla al pasado, tenían que asegurarse que seguía siendo eficiente. Infiltrados, personas que, o eran familiares de Desviados, o quienes participaron en diferentes proyectos que decidieron no querían continuar con tanta crueldad y, en cambio, empezaron a ayudar a los errores. Esas personas debían ser eliminadas. —Si encuentras al Sujeto 0 no lo elimines. Trata de traerlo de vuelta. Sin embargo… si da muchas complicaciones, entonces tienes permiso de asesinarlo. —la última orden antes de dejarla salir. Le habían entregado un equipo especial para poder caminar en las Zonas Negras sin tener que preocuparse por quemar sus pulmones o que su piel se deshaga en cuestión de minutos. Además, también le agregaron el gen artificial para que pudiera adaptarse.
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  • Confesión.

    Imagina descubrir el castigo del cielo justo en el momento en que sientes cómo el ser al que amas deja escapar su último aliento contra tus labios.
    Así lo supe yo. Así comprendí la magnitud de mi pecado.

    Fui creado con tanto amor que no supe contenerlo. Mientras mis hermanos elevaban himnos al Creador, yo miré más allá, hacia la tierra. Allí encontré algo que en el cielo jamás vi: la pasión con la que los humanos viven y aman, la entrega ciega con que se funden unos en otros, aun sabiendo que el tiempo les roba todo.

    Y entonces lo vi a él...
    Una sola mirada bastó para que mi existencia se incendiara. En aquel instante, el fuego del amor —ese que debía ser puro y divino— ardió con deseo humano. Y ya no hubo marcha atrás.

    Qué crueldad, ¿no? Haber sido creado para amar, pero tener prohibido hacerlo fuera del Reino de los Cielos. Prohibido amar a otro ser que no fuera mi creador.
    El amor que me dio vida fue el mismo que selló mi condena.

    Me arrancaron cuatro de mis seis alas para impedirme regresar a mi hogar.
    El dolor fue insoportable... no solo el físico, sino el del alma desgarrada al comprender que jamás volvería a sentir el toque de su piel.
    El cielo me maldijo con la eternidad y me despojó de todo, excepto de la memoria de su rostro.

    Y ahora vivo condenado: si alguna vez vuelvo a amar, si mi piel toca la de otro ser, le arrebataré un año de vida por cada minuto de contacto.
    Un castigo cruel… desproporcionado al crimen cometido.

    A veces pienso que el cielo no soportó ver lo que creó: un ángel capaz de amar más allá de sus límites.
    Y aunque la eternidad me pese, confieso que no me arrepiento.
    Porque aunque el amor me costó el cielo, su último aliento... aún arde en mis labios.
    Confesión. Imagina descubrir el castigo del cielo justo en el momento en que sientes cómo el ser al que amas deja escapar su último aliento contra tus labios. Así lo supe yo. Así comprendí la magnitud de mi pecado. Fui creado con tanto amor que no supe contenerlo. Mientras mis hermanos elevaban himnos al Creador, yo miré más allá, hacia la tierra. Allí encontré algo que en el cielo jamás vi: la pasión con la que los humanos viven y aman, la entrega ciega con que se funden unos en otros, aun sabiendo que el tiempo les roba todo. Y entonces lo vi a él... Una sola mirada bastó para que mi existencia se incendiara. En aquel instante, el fuego del amor —ese que debía ser puro y divino— ardió con deseo humano. Y ya no hubo marcha atrás. Qué crueldad, ¿no? Haber sido creado para amar, pero tener prohibido hacerlo fuera del Reino de los Cielos. Prohibido amar a otro ser que no fuera mi creador. El amor que me dio vida fue el mismo que selló mi condena. Me arrancaron cuatro de mis seis alas para impedirme regresar a mi hogar. El dolor fue insoportable... no solo el físico, sino el del alma desgarrada al comprender que jamás volvería a sentir el toque de su piel. El cielo me maldijo con la eternidad y me despojó de todo, excepto de la memoria de su rostro. Y ahora vivo condenado: si alguna vez vuelvo a amar, si mi piel toca la de otro ser, le arrebataré un año de vida por cada minuto de contacto. Un castigo cruel… desproporcionado al crimen cometido. A veces pienso que el cielo no soportó ver lo que creó: un ángel capaz de amar más allá de sus límites. Y aunque la eternidad me pese, confieso que no me arrepiento. Porque aunque el amor me costó el cielo, su último aliento... aún arde en mis labios.
    Me entristece
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  • ✵ 𝙻𝚊 𝚎𝚜𝚝𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚘𝚍𝚒𝚊 ✵

    Brilla con un fulgor que no pertenece del todo al mundo de los vivos. Su risa resuena entre los árboles como una campanilla traviesa, y sus pasos parecen flotar entre el polvo y la neblina. Hay dulzura en su voz, pero tras ella acecha un hambre antigua, una sombra que sonríe mientras el alma se desvanece. Ama la compañía, odia el vacío, y en su inocencia danza la crueldad del fuego que desconoce su propio poder. Cuando su mirada se posa sobre ti, el tiempo se detiene: no por miedo, sino por fascinación. Es la luz que encandila, la vida que roza la muerte sin comprenderla… la risa que el día olvida antes de morir en el atardecer.
    ✵ 𝙻𝚊 𝚎𝚜𝚝𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚘𝚍𝚒𝚊 ✵ Brilla con un fulgor que no pertenece del todo al mundo de los vivos. Su risa resuena entre los árboles como una campanilla traviesa, y sus pasos parecen flotar entre el polvo y la neblina. Hay dulzura en su voz, pero tras ella acecha un hambre antigua, una sombra que sonríe mientras el alma se desvanece. Ama la compañía, odia el vacío, y en su inocencia danza la crueldad del fuego que desconoce su propio poder. Cuando su mirada se posa sobre ti, el tiempo se detiene: no por miedo, sino por fascinación. Es la luz que encandila, la vida que roza la muerte sin comprenderla… la risa que el día olvida antes de morir en el atardecer.
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  • El Dios del Inframundo se alzaba entre las sombras, su mirada tan serena como insondable.
    Cada paso suyo hacía temblar el velo que separaba la vida de la muerte. Sonreía, no con crueldad, sino con la calma de quien conoce todos los finales.

    —¿Vienes por temor… o porque ya no temes a nada?—

    murmuró, extendiendo su mano envuelta en una luz dorada que contrastaba con la oscuridad que lo rodeaba.
    El Dios del Inframundo se alzaba entre las sombras, su mirada tan serena como insondable. Cada paso suyo hacía temblar el velo que separaba la vida de la muerte. Sonreía, no con crueldad, sino con la calma de quien conoce todos los finales. —¿Vienes por temor… o porque ya no temes a nada?— murmuró, extendiendo su mano envuelta en una luz dorada que contrastaba con la oscuridad que lo rodeaba.
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  • 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈𝐈 – “𝐃𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐂𝐚𝐨𝐬”

    La discoteca más exclusiva de Nueva York estaba hecha para ella. No para la alta sociedad, no para los artistas, no para los millonarios aburridos. No: para Deianira Zhorkeas. Su entrada al lugar fue una escena coreografiada por el destino; flashes, miradas, un vestido plateado que parecía derretirse sobre su piel, y una seguridad arrogante que convertía la pista en su pasarela privada.

    Las copas se alzaron en su honor. La gente susurraba su nombre como si fuese un conjuro. Y Deianira, con la pupila dilatada y la sonrisa de alguien que ya había probado demasiado de todo, absorbía cada segundo como un aplauso eterno.

    —Brindemos por mí —dijo, elevando una copa de vodka cristalino, con ese tono de broma que no era broma en absoluto.

    El DJ cambió la música solo porque ella había llegado, mezclando su voz en un “welcome queen” improvisado que hizo que el lugar estallara. Pero entre la euforia y los destellos, alguien la observaba desde el bar: un hombre trajeado, con mirada calculadora. No era fan. No era uno de esos que la deseaban como un trofeo. Era un competidor, un inversor de la industria cosmética que había querido comprar parte de Detroyer of Men y al que ella había rechazado con crueldad.

    Él levantó su vaso hacia ella con una media sonrisa. Ella, altiva, respondió con un movimiento de cejas, como quien pisa una hormiga invisible. Pero el gesto la perturbó más de lo que admitió.

    La noche siguió en espiral. Risas, drogas en el baño, besos robados a un desconocido que no recordaría en la mañana. Todo un espectáculo de excesos que ella sabía manejar como nadie. Pero en un rincón de su mente, esa mirada fría seguía clavada, como una advertencia: su imperio no era intocable.

    Deianira salió del club cuando amanecía, rodeada de un séquito de almas perdidas que la seguían como devotos de una diosa del caos. Subió a su coche con la carcajada todavía en los labios, pero al mirarse en el espejo retrovisor, se detuvo. El maquillaje estaba intacto, sí… pero había un cansancio extraño en sus ojos celestes.

    La diosa parecía humana por un instante.

    Sacó una bolsita plateada del bolso y la dejó sobre sus rodillas.

    —Aún no, cariño —susurró, como si hablara con ella. Y con un gesto brusco, la guardó de nuevo.

    El coche arrancó. Afuera, Nueva York despertaba. Y Deianira, entre humo y cristal, se convencía de que aún tenía el control.

    Aunque la grieta ya empezaba a abrirse.
    𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈𝐈 – “𝐃𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐂𝐚𝐨𝐬” La discoteca más exclusiva de Nueva York estaba hecha para ella. No para la alta sociedad, no para los artistas, no para los millonarios aburridos. No: para Deianira Zhorkeas. Su entrada al lugar fue una escena coreografiada por el destino; flashes, miradas, un vestido plateado que parecía derretirse sobre su piel, y una seguridad arrogante que convertía la pista en su pasarela privada. Las copas se alzaron en su honor. La gente susurraba su nombre como si fuese un conjuro. Y Deianira, con la pupila dilatada y la sonrisa de alguien que ya había probado demasiado de todo, absorbía cada segundo como un aplauso eterno. —Brindemos por mí —dijo, elevando una copa de vodka cristalino, con ese tono de broma que no era broma en absoluto. El DJ cambió la música solo porque ella había llegado, mezclando su voz en un “welcome queen” improvisado que hizo que el lugar estallara. Pero entre la euforia y los destellos, alguien la observaba desde el bar: un hombre trajeado, con mirada calculadora. No era fan. No era uno de esos que la deseaban como un trofeo. Era un competidor, un inversor de la industria cosmética que había querido comprar parte de Detroyer of Men y al que ella había rechazado con crueldad. Él levantó su vaso hacia ella con una media sonrisa. Ella, altiva, respondió con un movimiento de cejas, como quien pisa una hormiga invisible. Pero el gesto la perturbó más de lo que admitió. La noche siguió en espiral. Risas, drogas en el baño, besos robados a un desconocido que no recordaría en la mañana. Todo un espectáculo de excesos que ella sabía manejar como nadie. Pero en un rincón de su mente, esa mirada fría seguía clavada, como una advertencia: su imperio no era intocable. Deianira salió del club cuando amanecía, rodeada de un séquito de almas perdidas que la seguían como devotos de una diosa del caos. Subió a su coche con la carcajada todavía en los labios, pero al mirarse en el espejo retrovisor, se detuvo. El maquillaje estaba intacto, sí… pero había un cansancio extraño en sus ojos celestes. La diosa parecía humana por un instante. Sacó una bolsita plateada del bolso y la dejó sobre sus rodillas. —Aún no, cariño —susurró, como si hablara con ella. Y con un gesto brusco, la guardó de nuevo. El coche arrancó. Afuera, Nueva York despertaba. Y Deianira, entre humo y cristal, se convencía de que aún tenía el control. Aunque la grieta ya empezaba a abrirse.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    **La caída del ángel**

    En el alba luminosa de un cielo perdido,
    una doncella de luz pura y celestial,
    seguía con devoción inmaculada
    a su hermano amado en su divine sendero.
    Sus alas, resplandecientes como astros,
    susurraban plegarias en el silencio celeste,
    testimonio de una fidelidad que trascendía la eternidad.

    Mas la justicia, rígida y voraz,
    la juzgó con rigor de piedra y ceniza,
    y en un acto de crueldad insondable,
    la expulsó, vil perro desterrado
    de la morada de las estrellas,
    rechazada por la candidez de su alma.

    Sus alas, otrora faro de luz, se tiñeron
    de un negro ceniciento, como ceniza del amor perdido,
    reflejo de su descenso, de su caída inexorable.
    Sobre su cabellera, en lugar de una aureola de paz,
    Ahora adornan dos monstruosidades, devorando la pureza con su mirada;
    símbolos de la vergüenza y el dolor que la consumen.

    Su espíritu, antes etéreo, se oscureció en la sombra,
    una criatura brotada del resentimiento y el odio,
    latente en su pecho una llama de venganza,
    que arde con furia en un cosmos de desesperanza.

    La dulzura, su esencia, se convirtió en tormento,
    un eco de lamentos en la penumbra eterna,
    mientras los ecos celestiales se desvanecían,
    dejando solo gritos dispersos en la noche infinita—
    un alma caída en busca de redención y venganza.

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    **La caída del ángel** En el alba luminosa de un cielo perdido, una doncella de luz pura y celestial, seguía con devoción inmaculada a su hermano amado en su divine sendero. Sus alas, resplandecientes como astros, susurraban plegarias en el silencio celeste, testimonio de una fidelidad que trascendía la eternidad. Mas la justicia, rígida y voraz, la juzgó con rigor de piedra y ceniza, y en un acto de crueldad insondable, la expulsó, vil perro desterrado de la morada de las estrellas, rechazada por la candidez de su alma. Sus alas, otrora faro de luz, se tiñeron de un negro ceniciento, como ceniza del amor perdido, reflejo de su descenso, de su caída inexorable. Sobre su cabellera, en lugar de una aureola de paz, Ahora adornan dos monstruosidades, devorando la pureza con su mirada; símbolos de la vergüenza y el dolor que la consumen. Su espíritu, antes etéreo, se oscureció en la sombra, una criatura brotada del resentimiento y el odio, latente en su pecho una llama de venganza, que arde con furia en un cosmos de desesperanza. La dulzura, su esencia, se convirtió en tormento, un eco de lamentos en la penumbra eterna, mientras los ecos celestiales se desvanecían, dejando solo gritos dispersos en la noche infinita— un alma caída en busca de redención y venganza. ---
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