La vi.
Vi cómo le ofrecía los hilos de su alma,
deshilando su esencia poco a poco
como si de remiendos pudieran nacer milagros.
Él…
Un hombre quebrado por sus propios silencios, astillado en rincones que ya ni recordaba, y ella, torpe en su ternura, creyó que podía reconstruirlo con amor.
Le dio comprensión donde él ofrecía evasivas.
Le dio calma cuando él respondía con muros.
Le entregó trozos de sí
para llenar los huecos que otros le dejaron… y él los tomó sin mirar.
No por maldad.
No por crueldad.
Sino por la costumbre de quien ya no sabe recibir
y solo sabe absorber.
Y así la vi marchitarse.
No por falta de amor, sino por el exceso de darlo sin retorno.
¿Sabes?
El amor no basta para quien no quiere ser amado.
La comprensión no repara a quien no desea ser entendido.
Y a veces, el intento de salvar a otro
es la forma más lenta de ahogarse.
Ella no entendía por qué dolía.
Por qué él se iba más completo
y ella se quedaba en ruinas.
Pero yo sí lo supe.
Le tejió alas con sus propias fibras,
y cuando él voló, no volteó a mirar que ella ya no tenía cómo sostenerse.
No todas las reparaciones son justas.
No todo el amor dado regresa.
Y algunas veces, el alma no se rompe por el abandono, sino por haber amado a quien nunca tuvo la intención de quedarse.
Y cuando corté su hilo, no lloró por él.
Lloró por ella.
Por todo lo que dio…
y por todo lo que nunca volvería.
Vi cómo le ofrecía los hilos de su alma,
deshilando su esencia poco a poco
como si de remiendos pudieran nacer milagros.
Él…
Un hombre quebrado por sus propios silencios, astillado en rincones que ya ni recordaba, y ella, torpe en su ternura, creyó que podía reconstruirlo con amor.
Le dio comprensión donde él ofrecía evasivas.
Le dio calma cuando él respondía con muros.
Le entregó trozos de sí
para llenar los huecos que otros le dejaron… y él los tomó sin mirar.
No por maldad.
No por crueldad.
Sino por la costumbre de quien ya no sabe recibir
y solo sabe absorber.
Y así la vi marchitarse.
No por falta de amor, sino por el exceso de darlo sin retorno.
¿Sabes?
El amor no basta para quien no quiere ser amado.
La comprensión no repara a quien no desea ser entendido.
Y a veces, el intento de salvar a otro
es la forma más lenta de ahogarse.
Ella no entendía por qué dolía.
Por qué él se iba más completo
y ella se quedaba en ruinas.
Pero yo sí lo supe.
Le tejió alas con sus propias fibras,
y cuando él voló, no volteó a mirar que ella ya no tenía cómo sostenerse.
No todas las reparaciones son justas.
No todo el amor dado regresa.
Y algunas veces, el alma no se rompe por el abandono, sino por haber amado a quien nunca tuvo la intención de quedarse.
Y cuando corté su hilo, no lloró por él.
Lloró por ella.
Por todo lo que dio…
y por todo lo que nunca volvería.
La vi.
Vi cómo le ofrecía los hilos de su alma,
deshilando su esencia poco a poco
como si de remiendos pudieran nacer milagros.
Él…
Un hombre quebrado por sus propios silencios, astillado en rincones que ya ni recordaba, y ella, torpe en su ternura, creyó que podía reconstruirlo con amor.
Le dio comprensión donde él ofrecía evasivas.
Le dio calma cuando él respondía con muros.
Le entregó trozos de sí
para llenar los huecos que otros le dejaron… y él los tomó sin mirar.
No por maldad.
No por crueldad.
Sino por la costumbre de quien ya no sabe recibir
y solo sabe absorber.
Y así la vi marchitarse.
No por falta de amor, sino por el exceso de darlo sin retorno.
¿Sabes?
El amor no basta para quien no quiere ser amado.
La comprensión no repara a quien no desea ser entendido.
Y a veces, el intento de salvar a otro
es la forma más lenta de ahogarse.
Ella no entendía por qué dolía.
Por qué él se iba más completo
y ella se quedaba en ruinas.
Pero yo sí lo supe.
Le tejió alas con sus propias fibras,
y cuando él voló, no volteó a mirar que ella ya no tenía cómo sostenerse.
No todas las reparaciones son justas.
No todo el amor dado regresa.
Y algunas veces, el alma no se rompe por el abandono, sino por haber amado a quien nunca tuvo la intención de quedarse.
Y cuando corté su hilo, no lloró por él.
Lloró por ella.
Por todo lo que dio…
y por todo lo que nunca volvería.



