• muerte
    Categoría Drama
    *se escucharia un retumbar en todo el mundo en el cielo se veria a una persona caer en picada con alas y pelo blanco la persona parecia inconciente y en el bosque se escucharia como cae el cuerpo del chico al car se veria que era luka que habia recuperado sus alas pero algo no estaba bien *
    *se escucharia un retumbar en todo el mundo en el cielo se veria a una persona caer en picada con alas y pelo blanco la persona parecia inconciente y en el bosque se escucharia como cae el cuerpo del chico al car se veria que era luka que habia recuperado sus alas pero algo no estaba bien *
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    2
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    1
    6 turnos 0 maullidos
  • ✴ ──────
    Abandonó el lugar donde había ocurrido el inesperado encuentro con su supuesto hermano (https://ficrol.com/posts/272080 ) dejando a este en su propio charco de sangre debido a la estocada que Elizabeth había ejecutado momentos atrás. No había rastro de ninguna emoción, su rostro como una piedra impoluta vio la escena para luego dar la espalda sin dar pasos de retorno.

    Sabía que Kazuo lidiaría bien con la situación que a ella la superaba.

    Si de control de emociones se trataba, Elizabeth era una completa inepta, no había graduación, sólo un impulso que arrasaba con todo... Y tenía sentido, al fin de cuentas la pelirroja era fuego desde sus entrañas hasta el último pelo que pertenecía a su cabellera escarlata.

    ≪•◦ ❈ ◦•≫

    Luego de avanzar un buen tramo ya estaba muy lejos del templo, había llegado a un pequeño claro donde pasaba un arroyo cristalino.
    La paz del lugar contrastaba con la guerra que tenía dentro.
    No aguantó más... gritó con fuerzas cayendo al suelo con sus manos tirando sus cabellos con desesperación, lloró desconsolada, los sentimientos encontrados se desbordaban de sus ojos en gruesas lágrimas de sal, no entendía por qué lloraba ni por qué tenía tanta ira dentro. En el fondo siempre deseó encontrar a otro Llama de Sangre, pero ¿Por qué dolía tanto?

    El clima era favorecedor, la primavera se hacía presente en todo el bosque. Liz en medio de su crisis podía respirar el aroma de la naturaleza naciendo una vez más, como todo volvía a la vida después del crudo invierno.

    Estar en medio del bosque aclaraba su mente, silenciaba la maraña de pensamientos que se agolpaban uno tras otro volviendo su cabeza un tormento.

    De a poco su llanto comenzó a cesar, era increible lo que ese lugar hacía, resultaba casi mágico.

    Sin dudarlo sumergió su cabeza en el agua gélida del arroyo, luego abrió su yukata para poder mojar sus pies y refrescar sus piernas.

    El silencio- sin contar el flujo constante del riachuelo- era absoluto. Liz respiró en calma.

    Esto era lo que necesitaba.

    De pronto, el debil aleteo de un gorrión que estaba aprendiendo a volar llegó hacia la pelirroja, de inmediato extendió su mano para recibirle.
    Una sonrisa se dibujó en los labios de Elizabeth.

    Para ella la vida se trataba de estos regalos inesperados y las señales que venían con ellos.

    En ese instante algo hizo "click"

    ¿Este era un mensaje implícito de la decisión que debía tomar sobre Elías?


    ✴ ────── Abandonó el lugar donde había ocurrido el inesperado encuentro con su supuesto hermano (https://ficrol.com/posts/272080 ) dejando a este en su propio charco de sangre debido a la estocada que Elizabeth había ejecutado momentos atrás. No había rastro de ninguna emoción, su rostro como una piedra impoluta vio la escena para luego dar la espalda sin dar pasos de retorno. Sabía que Kazuo lidiaría bien con la situación que a ella la superaba. Si de control de emociones se trataba, Elizabeth era una completa inepta, no había graduación, sólo un impulso que arrasaba con todo... Y tenía sentido, al fin de cuentas la pelirroja era fuego desde sus entrañas hasta el último pelo que pertenecía a su cabellera escarlata. ≪•◦ ❈ ◦•≫ Luego de avanzar un buen tramo ya estaba muy lejos del templo, había llegado a un pequeño claro donde pasaba un arroyo cristalino. La paz del lugar contrastaba con la guerra que tenía dentro. No aguantó más... gritó con fuerzas cayendo al suelo con sus manos tirando sus cabellos con desesperación, lloró desconsolada, los sentimientos encontrados se desbordaban de sus ojos en gruesas lágrimas de sal, no entendía por qué lloraba ni por qué tenía tanta ira dentro. En el fondo siempre deseó encontrar a otro Llama de Sangre, pero ¿Por qué dolía tanto? El clima era favorecedor, la primavera se hacía presente en todo el bosque. Liz en medio de su crisis podía respirar el aroma de la naturaleza naciendo una vez más, como todo volvía a la vida después del crudo invierno. Estar en medio del bosque aclaraba su mente, silenciaba la maraña de pensamientos que se agolpaban uno tras otro volviendo su cabeza un tormento. De a poco su llanto comenzó a cesar, era increible lo que ese lugar hacía, resultaba casi mágico. Sin dudarlo sumergió su cabeza en el agua gélida del arroyo, luego abrió su yukata para poder mojar sus pies y refrescar sus piernas. El silencio- sin contar el flujo constante del riachuelo- era absoluto. Liz respiró en calma. Esto era lo que necesitaba. De pronto, el debil aleteo de un gorrión que estaba aprendiendo a volar llegó hacia la pelirroja, de inmediato extendió su mano para recibirle. Una sonrisa se dibujó en los labios de Elizabeth. Para ella la vida se trataba de estos regalos inesperados y las señales que venían con ellos. En ese instante algo hizo "click" ¿Este era un mensaje implícito de la decisión que debía tomar sobre Elías?
    Me encocora
    Me endiabla
    6
    0 turnos 0 maullidos
  • —— Curioso traje, Bob Reynolds

    Al igual que su madre —— una de ellas —— piensa que los trajes de los superhéroes son ridículos. Como hija de villanas, criadas por esta desde que Ivy la encontrase de bebé en los bosques, ha salido a estas, con la crueldad de las tres mujeres fusionadas en una sola persona, pero enmascarándolo mejor que las sirenas originales.
    —— Curioso traje, [dream_scarlet_donkey_841] Al igual que su madre —— una de ellas —— piensa que los trajes de los superhéroes son ridículos. Como hija de villanas, criadas por esta desde que Ivy la encontrase de bebé en los bosques, ha salido a estas, con la crueldad de las tres mujeres fusionadas en una sola persona, pero enmascarándolo mejor que las sirenas originales.
    1 turno 0 maullidos
  • Garabatos.

    Aunque era consciente de dónde estaba, en medio de una reunión donde su hermano lideraba la conversación, su mente divagaba más allá.
    Las voces y el tema a charlar se habían convertido en murmuros ahogados que su mente no procesaba. El ruido a su alrededor se había disminuido a la nada misma, solo percibía silencio rodeando mientras toda su conversación se hallaba en la hoja del cuaderno abierto frente a él.

    Apoyando su mejilla en una de sus manos, con la otra garabateaba. Lineas que se unían y entrecruzaban, iban y venían, formando lentamente una silueta y luego una figura. Alguien. Una persona... No. Específicamente una elfa. Una elfa de luna, alguna vez perteneciente al prestigioso y peligroso grupo de asesinos de la luna.
    Mercenarios implacables, imparables. El terror solía recorrer entre las personas de los reinos humanos con solo la mención de un asesino elfo de luna. Un escalofrío helado que recorría el cuerpo e insitaba a suplicar porque nunca aparecieran por las tierras humanas... O las mágicas tierras de Xadia.

    Sin embargo, allí estaba él. Dibujando a una elfa de luna, que alguna vez perteneció a tan temidos mercenarios, pero que ahora la única reacción que formaba en él era el acelerado palpitar de su corazón.
    Un asesina elfa de luna que jamás había matado. Una elfa de corazón noble, puro y justiciero pero que se había robado el corazón del príncipe de Katolis.

    - Callum -

    Creyó recordar en su mente la suave voz de la elfa, a veces con un toño de regaño de sarcasmo, mientras lo llamaba.

    - Callum -

    Casi cerró sus ojos mientras continuaba con los detalles de su dibujo.

    - ¡¡CALLUM!! -

    Y el grito finalmente lo sacó de sus pensamientos. Con sus manos se apresuró a cubrir el dibujo hecho mientras levantaba la vista encontrándose con el grupo sentado alrededor de la mesa mirándolo fijamente.
    Creyó ver a algunos conteniendo su risa. Pudo percibir a su pequeño hermano, Ezran, mirarlo con una ceja alzada.

    - Ah... Lo siento... ¿Qué ocurrió? - Preguntó el príncipe finalmente, delatando su nula atención a la conversación en cuestión.

    - Parece que alguien aún extraña a su novia - Molestó Soren provocando en el joven príncipe un rubor que cubrió sus mejillas.
    Se apresuró en cerrar su cuaderno mientras Ezran negaba con la cabeza, sin embargo, lo dejó pasar sin comentario alguno más que pedirle mayor concentración.

    Avergonzado, el príncipe se limitó a asentir mientras le repetían lo charlado hasta el momento, y aunque está vez se aseguró de escuchar, su mente y su corazón aún viajaban más allá.
    Ondeando por las tierras de Katolis, atravesando el reino, el bosque y cruzando a las mágicas tierras Xadianas preguntándose... ¿Dónde estaba Rayla?
    Garabatos. Aunque era consciente de dónde estaba, en medio de una reunión donde su hermano lideraba la conversación, su mente divagaba más allá. Las voces y el tema a charlar se habían convertido en murmuros ahogados que su mente no procesaba. El ruido a su alrededor se había disminuido a la nada misma, solo percibía silencio rodeando mientras toda su conversación se hallaba en la hoja del cuaderno abierto frente a él. Apoyando su mejilla en una de sus manos, con la otra garabateaba. Lineas que se unían y entrecruzaban, iban y venían, formando lentamente una silueta y luego una figura. Alguien. Una persona... No. Específicamente una elfa. Una elfa de luna, alguna vez perteneciente al prestigioso y peligroso grupo de asesinos de la luna. Mercenarios implacables, imparables. El terror solía recorrer entre las personas de los reinos humanos con solo la mención de un asesino elfo de luna. Un escalofrío helado que recorría el cuerpo e insitaba a suplicar porque nunca aparecieran por las tierras humanas... O las mágicas tierras de Xadia. Sin embargo, allí estaba él. Dibujando a una elfa de luna, que alguna vez perteneció a tan temidos mercenarios, pero que ahora la única reacción que formaba en él era el acelerado palpitar de su corazón. Un asesina elfa de luna que jamás había matado. Una elfa de corazón noble, puro y justiciero pero que se había robado el corazón del príncipe de Katolis. - Callum - Creyó recordar en su mente la suave voz de la elfa, a veces con un toño de regaño de sarcasmo, mientras lo llamaba. - Callum - Casi cerró sus ojos mientras continuaba con los detalles de su dibujo. - ¡¡CALLUM!! - Y el grito finalmente lo sacó de sus pensamientos. Con sus manos se apresuró a cubrir el dibujo hecho mientras levantaba la vista encontrándose con el grupo sentado alrededor de la mesa mirándolo fijamente. Creyó ver a algunos conteniendo su risa. Pudo percibir a su pequeño hermano, Ezran, mirarlo con una ceja alzada. - Ah... Lo siento... ¿Qué ocurrió? - Preguntó el príncipe finalmente, delatando su nula atención a la conversación en cuestión. - Parece que alguien aún extraña a su novia - Molestó Soren provocando en el joven príncipe un rubor que cubrió sus mejillas. Se apresuró en cerrar su cuaderno mientras Ezran negaba con la cabeza, sin embargo, lo dejó pasar sin comentario alguno más que pedirle mayor concentración. Avergonzado, el príncipe se limitó a asentir mientras le repetían lo charlado hasta el momento, y aunque está vez se aseguró de escuchar, su mente y su corazón aún viajaban más allá. Ondeando por las tierras de Katolis, atravesando el reino, el bosque y cruzando a las mágicas tierras Xadianas preguntándose... ¿Dónde estaba Rayla?
    0 turnos 0 maullidos
  • Nacido para ser un elfo de bosque, obligado a convivir entre humanos( demonios, angel, dioses etc )
    Nacido para ser un elfo de bosque, obligado a convivir entre humanos( demonios, angel, dioses etc )
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • #Night

    Sus pensamientos cambiaron de nuevo, realmente era un poco bipolar o sólo demasiado distraído. Buscó en el navegador de internet una explicación a su inmensa duda que había tenido por muchos días.

    "¿Porqué ya no logro encontrar ninguna luciérnaga?" - Buscar.

    De nuevo, ningún resultado de búsqueda.

    — Ahh realmente quiero ver una luciérnaga, dicen que son hadas disfrazadas, tal vez por eso se ocultan...

    Se rió levemente de eso, sólo lo había escuchado por ahí, pero era cierto; encontraba extraño no verlas tan seguido como antes, aunque obviamente no creía ese mito y sólo estaba de curioso, incluso estaba dispuesto a explorar algún bosque por ahí con tal de encontrarlas.
    #Night Sus pensamientos cambiaron de nuevo, realmente era un poco bipolar o sólo demasiado distraído. Buscó en el navegador de internet una explicación a su inmensa duda que había tenido por muchos días. "¿Porqué ya no logro encontrar ninguna luciérnaga?" - Buscar. De nuevo, ningún resultado de búsqueda. — Ahh realmente quiero ver una luciérnaga, dicen que son hadas disfrazadas, tal vez por eso se ocultan... Se rió levemente de eso, sólo lo había escuchado por ahí, pero era cierto; encontraba extraño no verlas tan seguido como antes, aunque obviamente no creía ese mito y sólo estaba de curioso, incluso estaba dispuesto a explorar algún bosque por ahí con tal de encontrarlas.
    Me encocora
    Me gusta
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • He visto muchas cosas desde que partí con mi viaje, armado solo con mi espada, he dormido bñen lugares hinospitos, caminado entre bosques donde nadie quisiera poner un pie, y enfrentado criaturas nacidas del eco de antiguas guerras. Pero hoy crucé algo que escapa a las palabras comunes. Ante mí se alzó una estructura imposible, suspendida entre dos mundos. Un puente de piedra gris que desafía la voluntad de la montaña. No una simple construcción, esto era un grito de desafío contra la muerte misma. Se lo conoce entre los viajeros como El Puente de los Ecos.

    La arquitectura humana nunca me ha parecido particularmente gloriosa. Muchas veces está pensada con urgencia, para el presente, rara vez para resistir la mirada del tiempo. Pero esto fue construido por hombres que sabían que no volverían jamás, pero que querían dejar huella en las montañas. El puente no conecta pueblos, conecta dos enormes picos. Sus arcos, siete en total, emergen de la roca misma, parecía que hubieran sido tallados por gigantes de otra era. La nieve lo cubre como un sudario blanco, y el viento lo atraviesa emitiendo susurros como si las piedras guardaran los nombres de todos los que lo cruzaron y no llegaron al otro lado. Quizá cuantos batallones enteros marcharon hacia su final en estw lugar.

    Solo estaba el abismo a ambos lados y sin embargo, allí estaban, figuras solitarias envueltas en capas negras, como guardianes silenciosos. No me hablaron, solo me observaron pasar, quiza mi destino no les incumbia o ya lo conocían.
    Y allá arriba, sobre el filo de la montaña, vi formas que por primera vez habia visto voladores, alas de cuero y ojos de brasa. Dragones, o lo que queda de ellos, me pregunté si eran los últimos testigos de una época donde los puentes se construían con fe y no con lógica.
    Quizás esto es lo que hace grande al ser humano, no su magia ni su acero, sino su testarudez de poner piedra sobre piedra en los lugares donde la muerte reina.
    He visto muchas cosas desde que partí con mi viaje, armado solo con mi espada, he dormido bñen lugares hinospitos, caminado entre bosques donde nadie quisiera poner un pie, y enfrentado criaturas nacidas del eco de antiguas guerras. Pero hoy crucé algo que escapa a las palabras comunes. Ante mí se alzó una estructura imposible, suspendida entre dos mundos. Un puente de piedra gris que desafía la voluntad de la montaña. No una simple construcción, esto era un grito de desafío contra la muerte misma. Se lo conoce entre los viajeros como El Puente de los Ecos. La arquitectura humana nunca me ha parecido particularmente gloriosa. Muchas veces está pensada con urgencia, para el presente, rara vez para resistir la mirada del tiempo. Pero esto fue construido por hombres que sabían que no volverían jamás, pero que querían dejar huella en las montañas. El puente no conecta pueblos, conecta dos enormes picos. Sus arcos, siete en total, emergen de la roca misma, parecía que hubieran sido tallados por gigantes de otra era. La nieve lo cubre como un sudario blanco, y el viento lo atraviesa emitiendo susurros como si las piedras guardaran los nombres de todos los que lo cruzaron y no llegaron al otro lado. Quizá cuantos batallones enteros marcharon hacia su final en estw lugar. Solo estaba el abismo a ambos lados y sin embargo, allí estaban, figuras solitarias envueltas en capas negras, como guardianes silenciosos. No me hablaron, solo me observaron pasar, quiza mi destino no les incumbia o ya lo conocían. Y allá arriba, sobre el filo de la montaña, vi formas que por primera vez habia visto voladores, alas de cuero y ojos de brasa. Dragones, o lo que queda de ellos, me pregunté si eran los últimos testigos de una época donde los puentes se construían con fe y no con lógica. Quizás esto es lo que hace grande al ser humano, no su magia ni su acero, sino su testarudez de poner piedra sobre piedra en los lugares donde la muerte reina.
    Me gusta
    Me encocora
    7
    0 turnos 0 maullidos
  • -El hombre se encontraba caminando en el bosque junto a sus bestias, cuando de un momento a otro se percató de la presencia de alguien frente a él. Luego de detenerse y observar al contrario, habló-


    Le recomiendo darse la vuelta. El bosque no es el mismo desde hace unas horas. La muerte habita en cada esquina. Dudo que incluso un dios pueda sobrevivir a ello sin tener que abandonar su anonimato.

    -Las bestias se detenían junto al hombre y observaban a la persona frente a ellos. Sus expresiones siniestras no demostraban de manera clara si tenían interés en la persona como su alimento o mero interés de ocasionar daño. Mientras tanto, el hombre no se inmutaba, y simplemente esperaba una respuesta, corporal o verbal por parte de la persona-
    -El hombre se encontraba caminando en el bosque junto a sus bestias, cuando de un momento a otro se percató de la presencia de alguien frente a él. Luego de detenerse y observar al contrario, habló- Le recomiendo darse la vuelta. El bosque no es el mismo desde hace unas horas. La muerte habita en cada esquina. Dudo que incluso un dios pueda sobrevivir a ello sin tener que abandonar su anonimato. -Las bestias se detenían junto al hombre y observaban a la persona frente a ellos. Sus expresiones siniestras no demostraban de manera clara si tenían interés en la persona como su alimento o mero interés de ocasionar daño. Mientras tanto, el hombre no se inmutaba, y simplemente esperaba una respuesta, corporal o verbal por parte de la persona-
    Me gusta
    Me encocora
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • "Lástima que ya no exista la caza cómo antes, dónde podías perseguir a la presa por el bosque si llegaban a salir del castillo."

    *La pelirroja murmuró para si misma, mientras estaba sentada en el sofá, bebiendo una copa de líquido rojo y junto a sus pies un cadáver. Al mismo tiempo que recordaba sus logros de antaño.*


    "Lástima que ya no exista la caza cómo antes, dónde podías perseguir a la presa por el bosque si llegaban a salir del castillo." *La pelirroja murmuró para si misma, mientras estaba sentada en el sofá, bebiendo una copa de líquido rojo y junto a sus pies un cadáver. Al mismo tiempo que recordaba sus logros de antaño.*
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • La luna colgaba sobre el bosque como un ojo muerto.
    Hizoka caminaba descalzo entre hojas húmedas y tierra, con una sonrisa que se estiraba más allá de lo natural. Seguía un olor... no de sangre, no todavía, sino de *intención*. Una fragancia que sólo alguien como él podía percibir: el deseo de matar, la precisión del acecho. Un rastro suculento.

    —Mmmm… asesinos profesionales… —murmuró, relamiéndose el labio inferior—. *Prometedor… delicioso… ¿tendré suerte esta vez?*

    Saltó entre ramas, avanzó con pasos casi coreografiados, cada movimiento como parte de un espectáculo invisible. En su mente, ya veía la escena: cuchillas brillando, emboscadas fallidas, gritos ahogados, movimientos bien ejecutados. Tal vez, por fin, alguien lo haría sudar. Tal vez, solo tal vez…

    **Y entonces los encontró.**

    Escondidos tras máscaras baratas, con armas mal equilibradas y un lenguaje corporal que apestaba a miedo fingido. Uno de ellos, incluso, temblaba. El líder, si es que así se podía llamar, le gritó con voz aguda:
    —¡Estás rodeado, monstruo! ¡Prepárate para morir!

    **Silencio.**

    Hizoka parpadeó.
    Una vez.
    Dos veces.
    Y luego, lentamente, su sonrisa se desinfló como un globo pinchado.

    —¿Esto… es todo? —susurró.

    Dio un paso adelante. Uno de los asesinos dio un paso atrás. Otro tropezó con una raíz.

    —¿Ustedes son los "profesionales"? —escupió la palabra como si le supiera a moho—. *Con razón nadie los había matado aún… nadie se dignó a mirar dos veces.*

    **Chasqueó la lengua.**
    El corazón le latía lento, casi aburrido. Ya no había electricidad, ya no había esa punzada dulce detrás de los ojos que le anunciaba un verdadero combate.

    —Me han hecho caminar, oler, ilusionarme como un niño la víspera del festival…
    *Y esto es lo que obtengo.*
    —Qué… *tristeza*.

    **Entonces, en ese preciso instante, dejaron de serle útiles.**
    La luna colgaba sobre el bosque como un ojo muerto. Hizoka caminaba descalzo entre hojas húmedas y tierra, con una sonrisa que se estiraba más allá de lo natural. Seguía un olor... no de sangre, no todavía, sino de *intención*. Una fragancia que sólo alguien como él podía percibir: el deseo de matar, la precisión del acecho. Un rastro suculento. —Mmmm… asesinos profesionales… —murmuró, relamiéndose el labio inferior—. *Prometedor… delicioso… ¿tendré suerte esta vez?* Saltó entre ramas, avanzó con pasos casi coreografiados, cada movimiento como parte de un espectáculo invisible. En su mente, ya veía la escena: cuchillas brillando, emboscadas fallidas, gritos ahogados, movimientos bien ejecutados. Tal vez, por fin, alguien lo haría sudar. Tal vez, solo tal vez… **Y entonces los encontró.** Escondidos tras máscaras baratas, con armas mal equilibradas y un lenguaje corporal que apestaba a miedo fingido. Uno de ellos, incluso, temblaba. El líder, si es que así se podía llamar, le gritó con voz aguda: —¡Estás rodeado, monstruo! ¡Prepárate para morir! **Silencio.** Hizoka parpadeó. Una vez. Dos veces. Y luego, lentamente, su sonrisa se desinfló como un globo pinchado. —¿Esto… es todo? —susurró. Dio un paso adelante. Uno de los asesinos dio un paso atrás. Otro tropezó con una raíz. —¿Ustedes son los "profesionales"? —escupió la palabra como si le supiera a moho—. *Con razón nadie los había matado aún… nadie se dignó a mirar dos veces.* **Chasqueó la lengua.** El corazón le latía lento, casi aburrido. Ya no había electricidad, ya no había esa punzada dulce detrás de los ojos que le anunciaba un verdadero combate. —Me han hecho caminar, oler, ilusionarme como un niño la víspera del festival… *Y esto es lo que obtengo.* —Qué… *tristeza*. **Entonces, en ese preciso instante, dejaron de serle útiles.**
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados