• ⠀⠀⠀⠀Todo era absurdamente normal. Tan normal que parecía ofensivo. Kazuha estaba de pie en una cocina soleada, bañada por una luz demasiado dorada para ser real, con un olor a café y galletas de mantequilla recién horneadas que lo impregnaba todo. Era un lugar completamente desconocido para ella, pero demasiado familiar para su anfitrión. Y ella lo sabía, podía sentir el dulce aroma de una infancia que no le pertenecía.

    —Hmmm, vamos, sé que estás aquí, escondiéndote ~... —murmuró para si, mientras daba pasos lentos, cautelosos.

    Se supone que aquel lugar debería ser un lugar seguro. Extendió una mano, y una sensación de dolor leve le recorrió el brazo. Conceder tantos deseos seguidos los últimos días la había dejado débil, vaciada, como una batería gastada. Su magia respondía con lentitud, con un zumbido débil y doloroso. Necesitaba ese cristal de Luminara. Necesitaba ese recuerdo.

    Con un suspiro de esfuerzo, concentró un hilo de energía caótica en la yema de su dedo. El efecto fue inmediato. La luz solar perfecta se volvió más amarilla, luego verde, hasta teeminar convirtiéndose en un rojo enfermizo. El olor a café se volvió agrio, algo más similar al olor del vinagre.

    —Eso es. Así me gusta ~ —respiró, y una gota de sudor frío recorrió su sien.

    El sueño, herido, se defendió. Las paredes de la cocina se inclinaron hacía dentro, como si pidieran caerse en cualquier momento. Los muebles se alargaron, las sombras se retorcían. El chillido de una tetera surgió de ninguna parte, aumentando hasta convertirse en un grito desgarrador.

    El sueño se había convertido en pesadilla. Y en el corazón de toda pesadilla, late el recuerdo que la alimenta.

    Sonrió y siguió el sonido, esquivando las manos que emergían de la nevera y pisando el suelo que ahora se sentía blando, como gelatina. Finalmente lo vio, una puerta de armario bajo el fregadero, de la cual salió un brillo tenue.

    Al abrir la puerta, no había oscuridad. Había un instante congelado: un niño escondido, mirando a través de una rendija, presenciando algo que un niño nunca debería ver. El Recuerdo. Flotaba allí, un núcleo de dolor puro y brillante.

    —Mio —susurró, con una mezcla de triunfo y agotamiento.

    Sacó un cristal de Luminara en bruto de un bolsillo de su pantalón. Con una última y dolorosa descarga de voluntad, guió el recuerdo hacia el cristal. La escena congelada se comprimió, destellando una vez con una luz cegadora que quedó sellada dentro de la gema, que ahora titilaba con una luz carmesí profunda y cálida.

    La pesadilla se desvaneció instantáneamente alrededor de ella, como arena cayendo. La transición fue violenta. En un momento estaba en la pesadilla desvaneciéndose, sellando el recuerdo en el cristal de Luminara. Al siguiente, fue arrojada al vacío etéreo del Subplano del Sueño.

    Allí, entre planos, entre el espacio entre espacios, el aire no era aire, era una sustancia gélida y espesa de pesadillas colectivas que casi se resistía a ser respiraba. Remolinos de colores que susurraban silenciosamente giraban a su alrededor. No era un lugar, era la idea de un lugar. Y como ella ya sabía, estaba lleno de cosas hambrientas.

    Aún vulnerable y agotada por el esfuerzo de sostener el ritual de extracción, intento orientarse. El cristal de Luminara en su mano palpitaba, y vertia parte de la energía vital en ella, pero el proceso era lento, como una transfusión que apenas comenzaba.

    Entonces lo sintió. Una presencia fría y afilada que se movía contra la corriente del caos onírico, atraída por el destello de poder del cristal recién cargado.

    —No —logró gruñir, tratando de impulsarse lejos— Ahg, ¡¡¡Ahora no!!!

    Era tarde. Una sombra hecha de intención depredadora se lanzó hacia ella. No tenía garras, pero su esencia era un filo. Intentó desviarse, pero su agotamiento la traicionó.

    Un dolor agudo y frío le desgarró el costado, justo por debajo de las costillas. No sangró en el sentido tradicional; su esencia vital, su energía, brotó de la herida en un fino vapor rojizo brillante antes de que ella logrará empuñar la daga de obsidiana que escondía en el interior de sus botas y la clavara en la criatura, que se disolvió casi al instante en la nada, con una sonrisa, satisfecha con su bocado, había probado su esencia.

    —¡Maldita sea! —escupió, apretsndo la herida con la mano libre. El dolor era real, punzante, frío.

    Sabia las reglas. Lo que sucedía aquí, se plasmaba en su cuerpo físico. Con un acto final de voluntad, se concentró en su cuerpo físico, en la fría soledad de su mansión, y se aferró a aquella realidad como un ancla.

    Se despertó de golpe, incorporándose en el suelo de madera del salón principal con un jadeo áspero. La primera sensación fue el peso del cristal en su mano derecha. La segunda, el dolor ardiente y húmedo en el costado izquierdo.

    Bajó la mirada. Su blusa estaba empapada de una mancha oscura y húmeda que solo podía ser sangre. Al levantar la tela, reveló un corté limpio pero profundo, de cuyo centro emanaba un tenue resplandor ámbar, la marca residual inconfundible de una herida hecha con energía onírica.

    Un recordatorio. Un trofeo. Un precio adicional. Con un suspiro que era más de fastidio que de queja, se puso de pie y caminó haciendo un esfuerzo extra hacia el estante. Tomó un frasco de ungüento y vendas que siempre tenía a mano. Los negocios, como siempre, tenían sus costos operativos.
    ⠀⠀⠀⠀Todo era absurdamente normal. Tan normal que parecía ofensivo. Kazuha estaba de pie en una cocina soleada, bañada por una luz demasiado dorada para ser real, con un olor a café y galletas de mantequilla recién horneadas que lo impregnaba todo. Era un lugar completamente desconocido para ella, pero demasiado familiar para su anfitrión. Y ella lo sabía, podía sentir el dulce aroma de una infancia que no le pertenecía. —Hmmm, vamos, sé que estás aquí, escondiéndote ~... —murmuró para si, mientras daba pasos lentos, cautelosos. Se supone que aquel lugar debería ser un lugar seguro. Extendió una mano, y una sensación de dolor leve le recorrió el brazo. Conceder tantos deseos seguidos los últimos días la había dejado débil, vaciada, como una batería gastada. Su magia respondía con lentitud, con un zumbido débil y doloroso. Necesitaba ese cristal de Luminara. Necesitaba ese recuerdo. Con un suspiro de esfuerzo, concentró un hilo de energía caótica en la yema de su dedo. El efecto fue inmediato. La luz solar perfecta se volvió más amarilla, luego verde, hasta teeminar convirtiéndose en un rojo enfermizo. El olor a café se volvió agrio, algo más similar al olor del vinagre. —Eso es. Así me gusta ~ —respiró, y una gota de sudor frío recorrió su sien. El sueño, herido, se defendió. Las paredes de la cocina se inclinaron hacía dentro, como si pidieran caerse en cualquier momento. Los muebles se alargaron, las sombras se retorcían. El chillido de una tetera surgió de ninguna parte, aumentando hasta convertirse en un grito desgarrador. El sueño se había convertido en pesadilla. Y en el corazón de toda pesadilla, late el recuerdo que la alimenta. Sonrió y siguió el sonido, esquivando las manos que emergían de la nevera y pisando el suelo que ahora se sentía blando, como gelatina. Finalmente lo vio, una puerta de armario bajo el fregadero, de la cual salió un brillo tenue. Al abrir la puerta, no había oscuridad. Había un instante congelado: un niño escondido, mirando a través de una rendija, presenciando algo que un niño nunca debería ver. El Recuerdo. Flotaba allí, un núcleo de dolor puro y brillante. —Mio —susurró, con una mezcla de triunfo y agotamiento. Sacó un cristal de Luminara en bruto de un bolsillo de su pantalón. Con una última y dolorosa descarga de voluntad, guió el recuerdo hacia el cristal. La escena congelada se comprimió, destellando una vez con una luz cegadora que quedó sellada dentro de la gema, que ahora titilaba con una luz carmesí profunda y cálida. La pesadilla se desvaneció instantáneamente alrededor de ella, como arena cayendo. La transición fue violenta. En un momento estaba en la pesadilla desvaneciéndose, sellando el recuerdo en el cristal de Luminara. Al siguiente, fue arrojada al vacío etéreo del Subplano del Sueño. Allí, entre planos, entre el espacio entre espacios, el aire no era aire, era una sustancia gélida y espesa de pesadillas colectivas que casi se resistía a ser respiraba. Remolinos de colores que susurraban silenciosamente giraban a su alrededor. No era un lugar, era la idea de un lugar. Y como ella ya sabía, estaba lleno de cosas hambrientas. Aún vulnerable y agotada por el esfuerzo de sostener el ritual de extracción, intento orientarse. El cristal de Luminara en su mano palpitaba, y vertia parte de la energía vital en ella, pero el proceso era lento, como una transfusión que apenas comenzaba. Entonces lo sintió. Una presencia fría y afilada que se movía contra la corriente del caos onírico, atraída por el destello de poder del cristal recién cargado. —No —logró gruñir, tratando de impulsarse lejos— Ahg, ¡¡¡Ahora no!!! Era tarde. Una sombra hecha de intención depredadora se lanzó hacia ella. No tenía garras, pero su esencia era un filo. Intentó desviarse, pero su agotamiento la traicionó. Un dolor agudo y frío le desgarró el costado, justo por debajo de las costillas. No sangró en el sentido tradicional; su esencia vital, su energía, brotó de la herida en un fino vapor rojizo brillante antes de que ella logrará empuñar la daga de obsidiana que escondía en el interior de sus botas y la clavara en la criatura, que se disolvió casi al instante en la nada, con una sonrisa, satisfecha con su bocado, había probado su esencia. —¡Maldita sea! —escupió, apretsndo la herida con la mano libre. El dolor era real, punzante, frío. Sabia las reglas. Lo que sucedía aquí, se plasmaba en su cuerpo físico. Con un acto final de voluntad, se concentró en su cuerpo físico, en la fría soledad de su mansión, y se aferró a aquella realidad como un ancla. Se despertó de golpe, incorporándose en el suelo de madera del salón principal con un jadeo áspero. La primera sensación fue el peso del cristal en su mano derecha. La segunda, el dolor ardiente y húmedo en el costado izquierdo. Bajó la mirada. Su blusa estaba empapada de una mancha oscura y húmeda que solo podía ser sangre. Al levantar la tela, reveló un corté limpio pero profundo, de cuyo centro emanaba un tenue resplandor ámbar, la marca residual inconfundible de una herida hecha con energía onírica. Un recordatorio. Un trofeo. Un precio adicional. Con un suspiro que era más de fastidio que de queja, se puso de pie y caminó haciendo un esfuerzo extra hacia el estante. Tomó un frasco de ungüento y vendas que siempre tenía a mano. Los negocios, como siempre, tenían sus costos operativos.
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    Doctor Who
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    Ha llegado el momento (sobre todo porque ya está Master para dar por saco).

    ¡EMPIEZA LA BÚSQUEDA DEL DOCTOR!

    Chi, busco persona que quiera llevar a esta maravilla de señor para crear roles maravillosos y quien sabe que sacar con el tiempo. Aquí si que voy a ser un poco exquisita: puede darle su toque personal pero debe tener cierto conocimiento del personaje, de su personalidad y sus maneras, para que lo pueda llevar como es debido y sacar de quicio a Master.

    Muy importante también que se lea la ficha de mi PJ porque es "reciclado" y le he integrado todos los sucesos que he roleado con el a lo largo de los años.

    El FC ni se pregunta: tiene que ser David Tennant por el amor de dios. Ahora, si quiere aparecer un Matt Smith o Peter Capaldi para ser amigos odiosos también me sirve, pero el amor de su vida siempre será Tennant.

    Aviso a navegantes: si no aparecen estos personajes no me importa crear estos roles con cualquier otra persona. esto es un país libre y a mi me divierte todo.

    Interesados presentarse en este post o pasar por mi MD para más información.
    Ha llegado el momento (sobre todo porque ya está Master para dar por saco). ¡EMPIEZA LA BÚSQUEDA DEL DOCTOR! Chi, busco persona que quiera llevar a esta maravilla de señor para crear roles maravillosos y quien sabe que sacar con el tiempo. Aquí si que voy a ser un poco exquisita: puede darle su toque personal pero debe tener cierto conocimiento del personaje, de su personalidad y sus maneras, para que lo pueda llevar como es debido y sacar de quicio a Master. Muy importante también que se lea la ficha de mi PJ porque es "reciclado" y le he integrado todos los sucesos que he roleado con el a lo largo de los años. El FC ni se pregunta: tiene que ser David Tennant por el amor de dios. Ahora, si quiere aparecer un Matt Smith o Peter Capaldi para ser amigos odiosos también me sirve, pero el amor de su vida siempre será Tennant. Aviso a navegantes: si no aparecen estos personajes no me importa crear estos roles con cualquier otra persona. esto es un país libre y a mi me divierte todo. Interesados presentarse en este post o pasar por mi MD para más información.
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  • Gamma Jack || 𝐕𝐢𝐨𝐥𝐞𝐭 𝐏𝐚𝐫𝐫

    Empujó la puerta de la cafetería, haciendo sonar el campanario. El aroma a café recién hecho y a pasteles recién horneados inundó sus sentidos. El rubio giró su cabeza en varias direcciones a su alrededor, observando las mesas ocupadas por otros superhéroes que, como él, buscaban un momento de descanso en su interminable lucha contra el crimen.

    Se dirigió a una mesa en la esquina, la misma donde solía sentarse con unos conocidos. El lugar estaba casi al fondo, permitiéndole tener una vista clara de la entrada y del resto del local. Se sentó con tranquilidad en la silla, su capa ondeo ligeramente al hacerlo, recostando su espalda y relajándose a la vez.

    Sabía que sus compañeros llegarían pronto; siempre lo hacían. No obstante, tenía sed y esta vez se adelantaría a pedir algo de beber. La camarera, una mujer con una sonrisa cálida y ojos brillantes, se acercó a él.

    "─Señor Meta Man, buenos días. ¿Que va a pedir esta noche? ─preguntó, sosteniendo su libreta de pedidos."

    ─Quizás unas pastillas para el dolor de cabeza, Lucy. ─respondió con una leve sonrisa, soltando una ligera risa divertida.

    ─Mmm, por ahora solo un café. ─ella asintió y se alejó, dejándolo solo con sus pensamientos.

    https://www.youtube.com/watch?v=LRyrWN-fftE&list=PLw4Clyrzx5TM5K2lIhVg52b9yhA1C_kIn&index=6
    [Gamma_J] || [Spectra_Violet] Empujó la puerta de la cafetería, haciendo sonar el campanario. El aroma a café recién hecho y a pasteles recién horneados inundó sus sentidos. El rubio giró su cabeza en varias direcciones a su alrededor, observando las mesas ocupadas por otros superhéroes que, como él, buscaban un momento de descanso en su interminable lucha contra el crimen. Se dirigió a una mesa en la esquina, la misma donde solía sentarse con unos conocidos. El lugar estaba casi al fondo, permitiéndole tener una vista clara de la entrada y del resto del local. Se sentó con tranquilidad en la silla, su capa ondeo ligeramente al hacerlo, recostando su espalda y relajándose a la vez. Sabía que sus compañeros llegarían pronto; siempre lo hacían. No obstante, tenía sed y esta vez se adelantaría a pedir algo de beber. La camarera, una mujer con una sonrisa cálida y ojos brillantes, se acercó a él. "─Señor Meta Man, buenos días. ¿Que va a pedir esta noche? ─preguntó, sosteniendo su libreta de pedidos." ─Quizás unas pastillas para el dolor de cabeza, Lucy. ─respondió con una leve sonrisa, soltando una ligera risa divertida. ─Mmm, por ahora solo un café. ─ella asintió y se alejó, dejándolo solo con sus pensamientos. https://www.youtube.com/watch?v=LRyrWN-fftE&list=PLw4Clyrzx5TM5K2lIhVg52b9yhA1C_kIn&index=6
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Quien para rolear? Tendre varios dias libres :3
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    Mañana seré libre por fin...//
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  • Llegada la noche, ya era necesario descansar, aunque optó por tomar un baño al aire libre para relajarse antes de dormir.
    Dejando sus ropas a la orilla, entró al agua, suspirando un poco mientras se quitaba las tensiones de días acumulados.
    Llegada la noche, ya era necesario descansar, aunque optó por tomar un baño al aire libre para relajarse antes de dormir. Dejando sus ropas a la orilla, entró al agua, suspirando un poco mientras se quitaba las tensiones de días acumulados.
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  • —— Que la vida nos libre de los lobos vestidos de ovejas. Del odio detrás de una sonrisa, de la envidia disfrazada con amabilidad y de la falsedad vestida de amigo.
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  • - entrenado con la espada en los jardines de castillo de reino de liones sola tratando de consentrarse y prácticando sus movimientos libremente -
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  • El turno nocturno había comenzado hacía poco más de una hora. En ese momento la tienda permanecía vacía, quizás porque afuera lloviznaba. La precipitación, aunque leve, era algo que resultaba agradable para Alaska la mayoría del tiempo, porque provocaba que el flujo de clientes en la tienda se reduciera casi a cero. No había nadie. Solo el reflejo de su propia figura, pálida y delgada, moviéndose como un fantasma entre los pasillos.

    Caminó hacia el mostrador y se detuvo justo detrás. Tomó su libreta, vieja y gastada, y deslizó sus dedos por las hojas llenas de anotaciones angulosas y esquemáticas. Su mirada se posó sobre la lista que había dejado recientemente en la esquina de una página:

    ⠀• Reestablecer orden en estante de snacks ✓
    ⠀• Revisar fecha de caducidad de los sandwiches refrigerados ✓
    ⠀• Limpiar mecanismos de tarjetas

    Con una concentración casi absoluta, comenzó a desmontar meticulosamente la máquina registradora. Extrajo cada tornillo y cada pieza con precisión, limpiando cada componente con un paño de microfibra. Un destornillador, una pinza y un frasquito de alcohol estaban perfectamente alineados a su derecha junto a su cuaderno de notas. No era su trabajo, pero el polvo acumulado entre las teclas alteraba la fluidez con la que se presionaban las mismas, y el ruido que hacía el rodillo de papel de las facturas estaba unos 0.3 decibelios más alto de lo normal. Eran pequeñaa imperfecciones, pequeños defectos casi imperceptibles para la mayoría. Pero a ella le causaban ruido, así que sentía la necesidad de corregirlos.

    La pantalla de la caja marcaba la hora en rojo: 21:28. El silencio era profundo, así que podía oir el leve zumbido constante que hacían los tubos de luz fluorescente. Nada parecía fuera de lugar. Todo permanecía en aparente orden por el momento.

    Ethan Brown
    El turno nocturno había comenzado hacía poco más de una hora. En ese momento la tienda permanecía vacía, quizás porque afuera lloviznaba. La precipitación, aunque leve, era algo que resultaba agradable para Alaska la mayoría del tiempo, porque provocaba que el flujo de clientes en la tienda se reduciera casi a cero. No había nadie. Solo el reflejo de su propia figura, pálida y delgada, moviéndose como un fantasma entre los pasillos. Caminó hacia el mostrador y se detuvo justo detrás. Tomó su libreta, vieja y gastada, y deslizó sus dedos por las hojas llenas de anotaciones angulosas y esquemáticas. Su mirada se posó sobre la lista que había dejado recientemente en la esquina de una página: ⠀• Reestablecer orden en estante de snacks ✓ ⠀• Revisar fecha de caducidad de los sandwiches refrigerados ✓ ⠀• Limpiar mecanismos de tarjetas Con una concentración casi absoluta, comenzó a desmontar meticulosamente la máquina registradora. Extrajo cada tornillo y cada pieza con precisión, limpiando cada componente con un paño de microfibra. Un destornillador, una pinza y un frasquito de alcohol estaban perfectamente alineados a su derecha junto a su cuaderno de notas. No era su trabajo, pero el polvo acumulado entre las teclas alteraba la fluidez con la que se presionaban las mismas, y el ruido que hacía el rodillo de papel de las facturas estaba unos 0.3 decibelios más alto de lo normal. Eran pequeñaa imperfecciones, pequeños defectos casi imperceptibles para la mayoría. Pero a ella le causaban ruido, así que sentía la necesidad de corregirlos. La pantalla de la caja marcaba la hora en rojo: 21:28. El silencio era profundo, así que podía oir el leve zumbido constante que hacían los tubos de luz fluorescente. Nada parecía fuera de lugar. Todo permanecía en aparente orden por el momento. [blaze_beryl_fox_406]
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  • 𝗠𝗮𝗿𝘁𝗲𝘀 - 𝟮𝟭:𝟯𝟰

    Sentado en la banca de una pequeña plaza de mala muerte, con una libreta en la zurda y un bolígrafo en la diestra, Ethan miraba a la nada en frente suyo. No había demasiado para observar si se tenía en cuenta la pobre iluminación del sitio, pero a él le parecía perfecto por el hecho de estar solo y sin ruido alrededor.

    Bueno. Casi perfecto.

    De no ser porque la escena del crimen vista con el detective Graves esa mañana casi le causa perder su perfecto control, todo seguiría de maravilla. Pero hasta ese momento, en la banca, le estaba costando no ponerse de pie y hacer lo que terminó por llevarlo a prisión hace unos años atrás.

    Giró de manera precisa, calculada, el bolígrafo en su mano. Lo pasó de dedo en dedo, volvía a girarlo, lo equilibraba en su índice. Repetía.

    En la libreta habían varias anotaciones referente al caso.

    sᴇʟᴇᴄᴄɪóɴ ᴅᴇ ᴠíᴄᴛɪᴍᴀs: ᴍᴜᴊᴇʀᴇs ᴊóᴠᴇɴᴇs, ᴇɴᴛʀᴇ 𝟷𝟾 ᴀ 𝟸𝟷 ᴀñᴏs, ᴀᴘᴀʀᴇɴᴛᴇᴍᴇɴᴛᴇ ᴇʟᴇɢɪᴅᴀs ᴀʟ ᴀᴢᴀʀ.
    ᴍéᴛᴏᴅᴏ: ᴄᴏʀᴛᴇs ᴛᴏʀᴘᴇs, ɪʀʀᴇɢᴜʟᴀʀᴇs, sɪɴ ᴘʀᴇᴄɪsɪóɴ. ᴅᴇsᴍᴇᴍʙʀᴀᴍɪᴇɴᴛᴏ ʙᴀᴊᴏ ɪɢɴᴏʀᴀɴᴄɪᴀ.
    ᴅɪsᴘᴏsɪᴄɪóɴ ᴅᴇ ʟᴏs ᴄᴜᴇʀᴘᴏs: ʙᴏᴄᴀ ᴀʙᴀᴊᴏ, ᴇxᴛʀᴇᴍɪᴅᴀᴅᴇs ᴄᴏʟᴏᴄᴀᴅᴀs ᴅᴇ ʟᴀᴅᴏs ᴏᴘᴜᴇsᴛᴏs.
    ᴘᴀᴛʀóɴ: ᴘᴀʀᴇᴄᴇ ᴀᴛᴀᴄᴀʀ ᴅᴇ ᴍᴀᴅʀᴜɢᴀᴅᴀ.

    Pero... había algo más allí. Un registro que llevaba de sí mismo.

    ᴀᴜᴛᴏᴄᴏɴᴛʀᴏʟ:
    [ x ] ɪᴍᴘᴜʟsᴏ ᴘʀᴇsᴇɴᴛᴇ.
    [ ] ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ ᴛᴏᴛᴀʟ.
    -ᴇʟ ᴅᴇsᴇᴏ ᴀᴜᴍᴇɴᴛᴀ ᴀʟ ᴠᴇʀ ᴛʀᴀʙᴀᴊᴏs ǫᴜᴇ ᴘᴜᴇᴅᴇɴ ᴘᴇʀғᴇᴄᴄɪᴏɴᴀʀsᴇ.

    Sus ojos bajaron hasta la página, a aquellas últimas líneas, deteniendo el movimiento del bolígrafo de repente con el puño cerrado. Apretó con ligereza. Una voz interna le decía que el criminal estaba arruinando cada asesinato con descuido. El podría haberlo hecho mejor.

    Suspiró a través de la nariz, lento. No era la primera vez que le ocurría, ni la última.

    "No voy a volver", se repitió como mantra, poco antes de escuchar pasos acercarse al área. Ahí mismo cerró la libreta con fuerza para guardarla en el bolsillo interior de su saco. No obstante, el bolígrafo siguió en su mano como intento de continuar regulándose a sí mismo mientras su atención iba hacia el sonido de los pasos.
    𝗠𝗮𝗿𝘁𝗲𝘀 - 𝟮𝟭:𝟯𝟰 Sentado en la banca de una pequeña plaza de mala muerte, con una libreta en la zurda y un bolígrafo en la diestra, Ethan miraba a la nada en frente suyo. No había demasiado para observar si se tenía en cuenta la pobre iluminación del sitio, pero a él le parecía perfecto por el hecho de estar solo y sin ruido alrededor. Bueno. Casi perfecto. De no ser porque la escena del crimen vista con el detective Graves esa mañana casi le causa perder su perfecto control, todo seguiría de maravilla. Pero hasta ese momento, en la banca, le estaba costando no ponerse de pie y hacer lo que terminó por llevarlo a prisión hace unos años atrás. Giró de manera precisa, calculada, el bolígrafo en su mano. Lo pasó de dedo en dedo, volvía a girarlo, lo equilibraba en su índice. Repetía. En la libreta habían varias anotaciones referente al caso. sᴇʟᴇᴄᴄɪóɴ ᴅᴇ ᴠíᴄᴛɪᴍᴀs: ᴍᴜᴊᴇʀᴇs ᴊóᴠᴇɴᴇs, ᴇɴᴛʀᴇ 𝟷𝟾 ᴀ 𝟸𝟷 ᴀñᴏs, ᴀᴘᴀʀᴇɴᴛᴇᴍᴇɴᴛᴇ ᴇʟᴇɢɪᴅᴀs ᴀʟ ᴀᴢᴀʀ. ᴍéᴛᴏᴅᴏ: ᴄᴏʀᴛᴇs ᴛᴏʀᴘᴇs, ɪʀʀᴇɢᴜʟᴀʀᴇs, sɪɴ ᴘʀᴇᴄɪsɪóɴ. ᴅᴇsᴍᴇᴍʙʀᴀᴍɪᴇɴᴛᴏ ʙᴀᴊᴏ ɪɢɴᴏʀᴀɴᴄɪᴀ. ᴅɪsᴘᴏsɪᴄɪóɴ ᴅᴇ ʟᴏs ᴄᴜᴇʀᴘᴏs: ʙᴏᴄᴀ ᴀʙᴀᴊᴏ, ᴇxᴛʀᴇᴍɪᴅᴀᴅᴇs ᴄᴏʟᴏᴄᴀᴅᴀs ᴅᴇ ʟᴀᴅᴏs ᴏᴘᴜᴇsᴛᴏs. ᴘᴀᴛʀóɴ: ᴘᴀʀᴇᴄᴇ ᴀᴛᴀᴄᴀʀ ᴅᴇ ᴍᴀᴅʀᴜɢᴀᴅᴀ. Pero... había algo más allí. Un registro que llevaba de sí mismo. ᴀᴜᴛᴏᴄᴏɴᴛʀᴏʟ: [ x ] ɪᴍᴘᴜʟsᴏ ᴘʀᴇsᴇɴᴛᴇ. [ ] ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ ᴛᴏᴛᴀʟ. -ᴇʟ ᴅᴇsᴇᴏ ᴀᴜᴍᴇɴᴛᴀ ᴀʟ ᴠᴇʀ ᴛʀᴀʙᴀᴊᴏs ǫᴜᴇ ᴘᴜᴇᴅᴇɴ ᴘᴇʀғᴇᴄᴄɪᴏɴᴀʀsᴇ. Sus ojos bajaron hasta la página, a aquellas últimas líneas, deteniendo el movimiento del bolígrafo de repente con el puño cerrado. Apretó con ligereza. Una voz interna le decía que el criminal estaba arruinando cada asesinato con descuido. El podría haberlo hecho mejor. Suspiró a través de la nariz, lento. No era la primera vez que le ocurría, ni la última. "No voy a volver", se repitió como mantra, poco antes de escuchar pasos acercarse al área. Ahí mismo cerró la libreta con fuerza para guardarla en el bolsillo interior de su saco. No obstante, el bolígrafo siguió en su mano como intento de continuar regulándose a sí mismo mientras su atención iba hacia el sonido de los pasos.
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