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    Euphoria Ishtar – Edición Especial: Lilith Ascendente

    "Lilith Ishtar: El arte de ser tentación y tendencia."

    Sobre un fondo etéreo entre humo violeta y luces neón, aparece Lilith Ishtar, la sucubo suprema de la moda infernal, encarnando una nueva era de sensualidad mística. Su cabello verde esmeralda cae como una cascada salvaje sobre sus hombros descubiertos, contrastando con su piel morada, en un tono degradado entre lavanda oscura y amatista clara, como un crepúsculo encantado.

    -.Sus ojos rosados brillan como cristales encantados, fijos en la cámara con una mezcla de poder y deseo. Los cuernos curvos de obsidiana pulida enmarcan su rostro con majestuosidad demoníaca, mientras que sus alas oscuras de membrana violácea se despliegan con elegancia infernal detrás de ella.

    -.Luce un conjunto de alta costura entre encaje negro profundo y detalles metálicos, perfectamente ajustado a su figura voluptuosa y seductora, celebrando sin censura su imponente pechonalidad. Sus orejas puntiagudas y garras delicadamente decoradas con joyería oscura completan el look: un equilibrio entre lo celestial caído y la diosa de la tentación moderna.

    "Euphoria Ishtar: Donde la moda no es mortal."
    🖤 Euphoria Ishtar – Edición Especial: Lilith Ascendente 🔥 "Lilith Ishtar: El arte de ser tentación y tendencia." Sobre un fondo etéreo entre humo violeta y luces neón, aparece Lilith Ishtar, la sucubo suprema de la moda infernal, encarnando una nueva era de sensualidad mística. Su cabello verde esmeralda cae como una cascada salvaje sobre sus hombros descubiertos, contrastando con su piel morada, en un tono degradado entre lavanda oscura y amatista clara, como un crepúsculo encantado. -.Sus ojos rosados brillan como cristales encantados, fijos en la cámara con una mezcla de poder y deseo. Los cuernos curvos de obsidiana pulida enmarcan su rostro con majestuosidad demoníaca, mientras que sus alas oscuras de membrana violácea se despliegan con elegancia infernal detrás de ella. -.Luce un conjunto de alta costura entre encaje negro profundo y detalles metálicos, perfectamente ajustado a su figura voluptuosa y seductora, celebrando sin censura su imponente pechonalidad. Sus orejas puntiagudas y garras delicadamente decoradas con joyería oscura completan el look: un equilibrio entre lo celestial caído y la diosa de la tentación moderna. "Euphoria Ishtar: Donde la moda no es mortal."
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  • El sol del mediodía bañaba el penthouse con un resplandor casi celestial, haciendo relucir el mármol blanco y las molduras doradas que hablaban de un lujo sobrio, cuidadosamente calculado. Las cortinas se mecían con la brisa, y el murmullo lejano de la ciudad parecía un eco irrelevante frente al imperio silencioso que reinaba entre esas paredes.

    Elisabetta estaba sentada en su diván favorito, con una pierna cruzada sobre la otra, envuelta en una bata de seda marfil con bordes dorados. Sus uñas perfectas brillaban mientras sostenía la revista que uno de sus asistentes le había entregado minutos antes.

    EMPORIO MAGAZINE 2025.

    Ahí estaba ella, en la portada. Imponente, inalcanzable, con las gafas oscuras cubriéndole los ojos y una expresión que no dejaba espacio a dudas: era poder, era belleza, era peligro.

    "Moda, poder y muerte: la fórmula de Elisabetta di Vincenzo."
    "La mujer que convirtió los negocios en arte."

    Sus ojos amatistas recorrieron lentamente el titular. Ladeó el rostro apenas, como si saboreara cada palabra impresa con la misma intensidad con la que saboreaba una victoria bien ganada. Luego, sin apartar la mirada de la portada, dejó escapar una suave carcajada, apenas audible.

    —Les tomó tiempo entender... —musitó.

    En el margen inferior de la portada, una frase resaltada con picardía captó su atención:

    “¿Quién es el hombre que siempre la acompaña a todos lados? ¿Será su guardaespaldas como ella dice, o será algo más?”

    Elisabetta entrecerró los ojos y su sonrisa se transformó en una línea seductora de malicia pura. Apoyó el mentón sobre la mano con gesto teatral y elegante, y murmuró como si hablara consigo misma, aunque sabía que él estaba allí:

    —Les fascina especular... pero nadie entiende que el peligro real nunca se ve venir.

    El guardaespaldas, apostado discretamente a unos pasos, no dijo una palabra. Pero en su postura relajada había tensión contenida, como la de un león que observa, callado, esperando que alguien cruce la línea equivocada.

    Ella lo sabía. Siempre lo sabía.

    —¿Y tú? —preguntó, sin volverse, con voz suave pero cortante—. ¿Te molesta que empiecen a sospechar?

    Khaleb Jaddour
    El sol del mediodía bañaba el penthouse con un resplandor casi celestial, haciendo relucir el mármol blanco y las molduras doradas que hablaban de un lujo sobrio, cuidadosamente calculado. Las cortinas se mecían con la brisa, y el murmullo lejano de la ciudad parecía un eco irrelevante frente al imperio silencioso que reinaba entre esas paredes. Elisabetta estaba sentada en su diván favorito, con una pierna cruzada sobre la otra, envuelta en una bata de seda marfil con bordes dorados. Sus uñas perfectas brillaban mientras sostenía la revista que uno de sus asistentes le había entregado minutos antes. EMPORIO MAGAZINE 2025. Ahí estaba ella, en la portada. Imponente, inalcanzable, con las gafas oscuras cubriéndole los ojos y una expresión que no dejaba espacio a dudas: era poder, era belleza, era peligro. "Moda, poder y muerte: la fórmula de Elisabetta di Vincenzo." "La mujer que convirtió los negocios en arte." Sus ojos amatistas recorrieron lentamente el titular. Ladeó el rostro apenas, como si saboreara cada palabra impresa con la misma intensidad con la que saboreaba una victoria bien ganada. Luego, sin apartar la mirada de la portada, dejó escapar una suave carcajada, apenas audible. —Les tomó tiempo entender... —musitó. En el margen inferior de la portada, una frase resaltada con picardía captó su atención: “¿Quién es el hombre que siempre la acompaña a todos lados? ¿Será su guardaespaldas como ella dice, o será algo más?” Elisabetta entrecerró los ojos y su sonrisa se transformó en una línea seductora de malicia pura. Apoyó el mentón sobre la mano con gesto teatral y elegante, y murmuró como si hablara consigo misma, aunque sabía que él estaba allí: —Les fascina especular... pero nadie entiende que el peligro real nunca se ve venir. El guardaespaldas, apostado discretamente a unos pasos, no dijo una palabra. Pero en su postura relajada había tensión contenida, como la de un león que observa, callado, esperando que alguien cruce la línea equivocada. Ella lo sabía. Siempre lo sabía. —¿Y tú? —preguntó, sin volverse, con voz suave pero cortante—. ¿Te molesta que empiecen a sospechar? [cosmic_beryl_zebra_425]
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  • El sol de la mañana acariciaba suavemente los jardines de la Villa Di Vincenzo, donde el perfume de las bugambilias se mezclaba con el aroma a café recién hecho y pan horneado. Una mesa dispuesta con impecable gusto esperaba bajo la sombra de una pérgola cubierta de glicinas. Frutas frescas, jugos naturales, embutidos finos, quesos artesanales y una selección de dulces italianos adornaban el mantel blanco con bordados dorados. Todo estaba dispuesto con precisión, sin excesos, pero con el refinamiento propio de una anfitriona como Elisabetta Di Vincenzo.

    Ella ya estaba allí, sentada con elegancia en una silla de hierro forjado tapizada en terciopelo gris perla. Llevaba un conjunto cómodo pero cuidadosamente escogido: un pantalón palazzo color marfil, una blusa de seda verde esmeralda que resaltaba sus ojos violeta, y un chal ligero sobre los hombros. Su cabello rubio, suelto y ligeramente ondulado, caía con gracia por su espalda. Ni una joya de más, ni una arruga fuera de lugar.

    Aparentemente tranquila, sostenía una copa de jugo de naranja con una mano, mientras la otra pasaba lentamente las páginas de un libro antiguo de poesía italiana. Pero su mente no estaba en los versos de Petrarca. Su atención estaba puesta en la entrada de la villa, esperando el sonido de los pasos que anunciarían la llegada de su hermano Giovanni... y de ella. Su novia. La mujer que, según Giovanni, había logrado hacerlo feliz de nuevo.

    Elisabetta había sonreído por cortesía cuando recibió la noticia, pero por dentro, las alertas se encendieron de inmediato. ¿Quién era esa mujer? ¿Qué quería realmente? Nadie se acercaba a un Di Vincenzo sin un motivo, y menos aún a Giovanni, que en los últimos años se había convertido en su único verdadero aliado, el único que no la había dejado tras la muerte de su padre.

    Naturalmente, Elisabetta no había esperado una presentación formal para comenzar a conocerla. Su equipo ya había investigado todo: nombre, familia, pasado, fotos antiguas, viajes, ex parejas, movimientos bancarios... Todo. Y aunque hasta ahora nada era "alarmante", el instinto de la Farfalla della Morte nunca se equivocaba.

    El canto lejano de un ruiseñor cesó cuando escuchó el ruido de un motor acercándose por el camino de grava. Cerró el libro con elegancia y lo dejó sobre la mesa, mientras una leve sonrisa, tan bella como inquietante, curvaba sus labios.

    —Finalmente, llegó el momento —susurró, tomando una aceituna entre sus dedos perfectamente cuidados.

    Elisabetta se puso de pie con la gracia de quien domina cada centímetro del terreno que pisa. Con el sol acariciando su silueta, parecía una diosa romana lista para recibir a sus invitados. Pero sus ojos... esos ojos color amatista, brillaban con la intensidad de quien va a juzgar, aunque no lo diga con palabras.

    Aquella mujer iba a conocer a Elisabetta Di Vincenzo.

    Y lo haría con desayuno... y con advertencia velada incluida.

    Yuki Prakliaty
    Gɪᴏᴠᴀɴɴɪ Dɪ Vɪɴᴄᴇɴᴢᴏ
    El sol de la mañana acariciaba suavemente los jardines de la Villa Di Vincenzo, donde el perfume de las bugambilias se mezclaba con el aroma a café recién hecho y pan horneado. Una mesa dispuesta con impecable gusto esperaba bajo la sombra de una pérgola cubierta de glicinas. Frutas frescas, jugos naturales, embutidos finos, quesos artesanales y una selección de dulces italianos adornaban el mantel blanco con bordados dorados. Todo estaba dispuesto con precisión, sin excesos, pero con el refinamiento propio de una anfitriona como Elisabetta Di Vincenzo. Ella ya estaba allí, sentada con elegancia en una silla de hierro forjado tapizada en terciopelo gris perla. Llevaba un conjunto cómodo pero cuidadosamente escogido: un pantalón palazzo color marfil, una blusa de seda verde esmeralda que resaltaba sus ojos violeta, y un chal ligero sobre los hombros. Su cabello rubio, suelto y ligeramente ondulado, caía con gracia por su espalda. Ni una joya de más, ni una arruga fuera de lugar. Aparentemente tranquila, sostenía una copa de jugo de naranja con una mano, mientras la otra pasaba lentamente las páginas de un libro antiguo de poesía italiana. Pero su mente no estaba en los versos de Petrarca. Su atención estaba puesta en la entrada de la villa, esperando el sonido de los pasos que anunciarían la llegada de su hermano Giovanni... y de ella. Su novia. La mujer que, según Giovanni, había logrado hacerlo feliz de nuevo. Elisabetta había sonreído por cortesía cuando recibió la noticia, pero por dentro, las alertas se encendieron de inmediato. ¿Quién era esa mujer? ¿Qué quería realmente? Nadie se acercaba a un Di Vincenzo sin un motivo, y menos aún a Giovanni, que en los últimos años se había convertido en su único verdadero aliado, el único que no la había dejado tras la muerte de su padre. Naturalmente, Elisabetta no había esperado una presentación formal para comenzar a conocerla. Su equipo ya había investigado todo: nombre, familia, pasado, fotos antiguas, viajes, ex parejas, movimientos bancarios... Todo. Y aunque hasta ahora nada era "alarmante", el instinto de la Farfalla della Morte nunca se equivocaba. El canto lejano de un ruiseñor cesó cuando escuchó el ruido de un motor acercándose por el camino de grava. Cerró el libro con elegancia y lo dejó sobre la mesa, mientras una leve sonrisa, tan bella como inquietante, curvaba sus labios. —Finalmente, llegó el momento —susurró, tomando una aceituna entre sus dedos perfectamente cuidados. Elisabetta se puso de pie con la gracia de quien domina cada centímetro del terreno que pisa. Con el sol acariciando su silueta, parecía una diosa romana lista para recibir a sus invitados. Pero sus ojos... esos ojos color amatista, brillaban con la intensidad de quien va a juzgar, aunque no lo diga con palabras. Aquella mujer iba a conocer a Elisabetta Di Vincenzo. Y lo haría con desayuno... y con advertencia velada incluida. [Yuki2104] [Gi0vanni]
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  • Reflejo, Manantial Escarchado

    Fondo musical: https://www.youtube.com/watch?v=prsjaKLq53k

    Espero, en este reciente pasado. Mis principios afines captan hebras, palabras calmadas que derriten la mantequilla de un miedo celestial que se cala en el interior de mis huesos.

    Crisálidas. Ingenio de amatista. Famosa. Como una duquesa imperial cual simple carroza reducida bajo el solariego espejismo. Anuncio vivo. Emperador de peligros, sobre tus hombros descanso. Imponente. Belleza, apariencia más allá de lo físico. Ofrecido en matrimonio, como una nobiliaria familia. Firmeza.

    Calma.

    Respiro una promesa rota.

    Reemplazo tu voz. Áspero sollozo. Sabes quién soy. Valiente intriga. Emisario enamorado que segregas regalos, pus con aroma a vainilla. Venidera mil veces, desde una deshonra, horrorizado por el compromiso, desapareces, indócil, sereno, a la distancia.

    Terrenal venia, una tormenta de este espacio de claroscuros pintan mensajes escritos en el silencio proceder de tus mejillas. Celda de humedad sonrosada, batalla que en solitaria arma abre al pesado sueño de cielo líquido. Una tierna noche que reflexiona, en tu fidelidad.

    Desesperado rezo.

    Sesga con tus manos, la fascinante frustración, esa rabia que mana como una rosa cargada de espinas. Promesa rota.

    Sin alimento, te resistes al aislamiento. Expresas ternura, bebes el cáliz. Ese bálsamo para tu alma. Responde a mis oraciones.

    Conmueves la fe de mis palabras. No comprendes mi fragilidad.

    Oración. Oración. Labras historias. Mitos. Leyendas.
    Oración. Oración. Labras historias. Mitos. Leyendas.
    Oración. Oración. Labras historias. Mitos. Leyendas.

    Esta es una oración a tu bendición. Oficial del cielo.
    Reflejo, Manantial Escarchado Fondo musical: https://www.youtube.com/watch?v=prsjaKLq53k Espero, en este reciente pasado. Mis principios afines captan hebras, palabras calmadas que derriten la mantequilla de un miedo celestial que se cala en el interior de mis huesos. Crisálidas. Ingenio de amatista. Famosa. Como una duquesa imperial cual simple carroza reducida bajo el solariego espejismo. Anuncio vivo. Emperador de peligros, sobre tus hombros descanso. Imponente. Belleza, apariencia más allá de lo físico. Ofrecido en matrimonio, como una nobiliaria familia. Firmeza. Calma. Respiro una promesa rota. Reemplazo tu voz. Áspero sollozo. Sabes quién soy. Valiente intriga. Emisario enamorado que segregas regalos, pus con aroma a vainilla. Venidera mil veces, desde una deshonra, horrorizado por el compromiso, desapareces, indócil, sereno, a la distancia. Terrenal venia, una tormenta de este espacio de claroscuros pintan mensajes escritos en el silencio proceder de tus mejillas. Celda de humedad sonrosada, batalla que en solitaria arma abre al pesado sueño de cielo líquido. Una tierna noche que reflexiona, en tu fidelidad. Desesperado rezo. Sesga con tus manos, la fascinante frustración, esa rabia que mana como una rosa cargada de espinas. Promesa rota. Sin alimento, te resistes al aislamiento. Expresas ternura, bebes el cáliz. Ese bálsamo para tu alma. Responde a mis oraciones. Conmueves la fe de mis palabras. No comprendes mi fragilidad. Oración. Oración. Labras historias. Mitos. Leyendas. Oración. Oración. Labras historias. Mitos. Leyendas. Oración. Oración. Labras historias. Mitos. Leyendas. Esta es una oración a tu bendición. Oficial del cielo.
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  • #Amatista.
    Simboliza calma, equilibrio y conexión espiritual, cualidades que refleja mi autocontrol y serenidad emocional.
    Este cristal actúa como una barrera contra energías negativas, permitiendo que el invocador entre en contacto conmigo a la hora de "invocarme", claro está.
    Además, la amatista profundiza el vínculo con el mundo espiritual, ayudando a estabilizar la conexión durante el ritual y manteniendo el equilibrio ante cualquier posible descontrol.

    «Posible descontrol...» Que el invocador sea un licántropo.
    #Amatista. Simboliza calma, equilibrio y conexión espiritual, cualidades que refleja mi autocontrol y serenidad emocional. Este cristal actúa como una barrera contra energías negativas, permitiendo que el invocador entre en contacto conmigo a la hora de "invocarme", claro está. Además, la amatista profundiza el vínculo con el mundo espiritual, ayudando a estabilizar la conexión durante el ritual y manteniendo el equilibrio ante cualquier posible descontrol. «Posible descontrol...» Que el invocador sea un licántropo.
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  • Fue durante el último equinoccio de otoño que Tolek invocó las fuerzas del clan Chérnikov, una práctica que sólo es necesaria cuando se trata de hechizos poderosos. Su clan está muerto, pero sus fantasmas aún pueden caminar la tierra de los vivos y son especialmente poderosos durante estas épocas tan cercanas a la noche de los muertos.

    El brujo ha preparado un círculo de invocación en aquella zona más especial del bosque que custodia: el manantial. Allí, bajo la atenta mirada de una familia de curiosos kitsune, un par dríades y ninfas, y alguna que otra criatura peculiar más, el clan Chérnikov se reúne entorno a una hoguera mágica que arde con un fuego de color blanco poco común. El fantasma de los hombres más cercanos de su clan, quienes son su padre y los hermanos de su padre, rodean el fuego más de cerca que las mujeres, quienes mantienen un coro de protección e invocación alrededor.

    Es a su padre a quien Tolek ofrece un anillo dorado adornado con una tierna florecilla púrpura, que acaba de retirar de su dedo, antes despidiéndose de este con un beso. El hombre lo recibe con cuidado y recita las mismas palabras que las mujeres, uniéndose al coro por un momento, justo antes de lanzarlo a la hoguera.

    Las llamas se avivan y crecen tornándose doradas por un momento.

    Luego, el brujo ofrece un colgante que retira de su cuello y que despide del mismo modo, con un sentido beso, antes de ofrecérselo a su padre.

    Las llamas lo reciben con otra explosión de brillo dorado.
    El espectáculo de luces fascina a las criaturas que lo atestiguan, lejos de quemar a nadie ni de ponerles en riesgo.
    Por otro lado, el brujo ya es incapaz de contener las lágrimas que le ahogan los ojos.

    Lo siguiente es un anillo de plata rosa, una coronita que despide con una lágrima que cae sin querer, antes de ofrecerlo a su padre. El brujo se limpia los ojos con el revés de la manga justo a tiempo para ver la explosión de humo rosa que deja a todos ciegos alrededor, inundados, además, por un penetrante olor a chicle.

    Esta vez, todas los espectadores vivos tosen.

    Finalmente, el brujo se quita su característico abrigo de piel... pero le cuesta entregarlo. Antes, se abraza y aferra la prenda con un profundo cariño, y luego la deja ir con la vista otra vez empañada, pero le da igual. De todos modos, nadie ve nada por culpa de la nube rosa chicle, hasta que el siguiente estallido eleva las llamas a lo más alto y por encima de las copas de los árboles, lenguas de fuego de color negro que abrasan el aire circundante capaces de consumir todo a su alrededor. Pero el canto de las mujeres no es en vano, nada ni nadie se quema ni sufre.

    Y así, el brujo agacha la cabeza como si la nuca le pesara mucho más de la cuenta, un peso que pronto desaparece, sin embargo. Creyendo que todo ha terminado, el brujo se extraña al escuchar que el canto persiste, aunque ha cambiado de letra y ritmo, y que su padre aún espera frente a él.

    — No tengo nada más que entregar... —pronuncia Tolek.

    Su padre le mira el pecho.

    — No, la amatista se queda —declara el brujo, con voz tajante.

    Pero su padre aún le mira el pecho.
    Al parecer, lo que sea que esté sucediendo no tiene algo que ver con la amatista.

    Entonces, frente a los ojos del brujo, su padre parece cambiar de forma. Su rostro se desfigura, su cráneo queda expuesto, de su cabeza crecen grandes astas y su cabello se alarga en negras hebras. Su espalda se encorva, pero a la vez se estira dándole mucha más altura de la normal, sus manos se convierten en garras y sus piernas son las de una cabra. Y sin embargo, Tolek no muestra miedo, al contrario, se arrodilla al igual que lo hacen todos los demás de su clan alrededor, aunque con cierta dificultad debido a su cojera.

    El que se encuentra frente a él no es otra más que una de las formas que adopta el dios patrono de los Chérnikov, Weles. Y el que se presente en ese momento es un honor que toma por sorpresa al único que no lo esperaba, el brujo cojo.

    Weles, rodeado de un aura de misterio y quietud aterradora, extiende una mano para posarla sobre la cabeza del brujo cojo frente a él. Tolek siente la rugosa presión de los dedos del dios y sólo puede pensar en que ha venido a por su alma, al fin, como castigo por la ingratitud que acaba de cometer al sacrificar los recuerdos de sus seres queridos. Pero no puede estar más equivocado, el dios se muestra paciente al esperar un momento de travieso suspenso antes de obrar, y Tolek puede sentir como su pantorrilla izquierda se endurece y cruje como si estuviera hecha de madera, de raíces que se retuercen flexibles, pero a la vez rígidas bajo su piel. Y de pronto, como si al fin se deshiciera de una sanguijuela que llevara pegada a la pierna constantemente, el dolor desaparece.

    #ElBrujoCojo
    Fue durante el último equinoccio de otoño que Tolek invocó las fuerzas del clan Chérnikov, una práctica que sólo es necesaria cuando se trata de hechizos poderosos. Su clan está muerto, pero sus fantasmas aún pueden caminar la tierra de los vivos y son especialmente poderosos durante estas épocas tan cercanas a la noche de los muertos. El brujo ha preparado un círculo de invocación en aquella zona más especial del bosque que custodia: el manantial. Allí, bajo la atenta mirada de una familia de curiosos kitsune, un par dríades y ninfas, y alguna que otra criatura peculiar más, el clan Chérnikov se reúne entorno a una hoguera mágica que arde con un fuego de color blanco poco común. El fantasma de los hombres más cercanos de su clan, quienes son su padre y los hermanos de su padre, rodean el fuego más de cerca que las mujeres, quienes mantienen un coro de protección e invocación alrededor. Es a su padre a quien Tolek ofrece un anillo dorado adornado con una tierna florecilla púrpura, que acaba de retirar de su dedo, antes despidiéndose de este con un beso. El hombre lo recibe con cuidado y recita las mismas palabras que las mujeres, uniéndose al coro por un momento, justo antes de lanzarlo a la hoguera. Las llamas se avivan y crecen tornándose doradas por un momento. Luego, el brujo ofrece un colgante que retira de su cuello y que despide del mismo modo, con un sentido beso, antes de ofrecérselo a su padre. Las llamas lo reciben con otra explosión de brillo dorado. El espectáculo de luces fascina a las criaturas que lo atestiguan, lejos de quemar a nadie ni de ponerles en riesgo. Por otro lado, el brujo ya es incapaz de contener las lágrimas que le ahogan los ojos. Lo siguiente es un anillo de plata rosa, una coronita que despide con una lágrima que cae sin querer, antes de ofrecerlo a su padre. El brujo se limpia los ojos con el revés de la manga justo a tiempo para ver la explosión de humo rosa que deja a todos ciegos alrededor, inundados, además, por un penetrante olor a chicle. Esta vez, todas los espectadores vivos tosen. Finalmente, el brujo se quita su característico abrigo de piel... pero le cuesta entregarlo. Antes, se abraza y aferra la prenda con un profundo cariño, y luego la deja ir con la vista otra vez empañada, pero le da igual. De todos modos, nadie ve nada por culpa de la nube rosa chicle, hasta que el siguiente estallido eleva las llamas a lo más alto y por encima de las copas de los árboles, lenguas de fuego de color negro que abrasan el aire circundante capaces de consumir todo a su alrededor. Pero el canto de las mujeres no es en vano, nada ni nadie se quema ni sufre. Y así, el brujo agacha la cabeza como si la nuca le pesara mucho más de la cuenta, un peso que pronto desaparece, sin embargo. Creyendo que todo ha terminado, el brujo se extraña al escuchar que el canto persiste, aunque ha cambiado de letra y ritmo, y que su padre aún espera frente a él. — No tengo nada más que entregar... —pronuncia Tolek. Su padre le mira el pecho. — No, la amatista se queda —declara el brujo, con voz tajante. Pero su padre aún le mira el pecho. Al parecer, lo que sea que esté sucediendo no tiene algo que ver con la amatista. Entonces, frente a los ojos del brujo, su padre parece cambiar de forma. Su rostro se desfigura, su cráneo queda expuesto, de su cabeza crecen grandes astas y su cabello se alarga en negras hebras. Su espalda se encorva, pero a la vez se estira dándole mucha más altura de la normal, sus manos se convierten en garras y sus piernas son las de una cabra. Y sin embargo, Tolek no muestra miedo, al contrario, se arrodilla al igual que lo hacen todos los demás de su clan alrededor, aunque con cierta dificultad debido a su cojera. El que se encuentra frente a él no es otra más que una de las formas que adopta el dios patrono de los Chérnikov, Weles. Y el que se presente en ese momento es un honor que toma por sorpresa al único que no lo esperaba, el brujo cojo. Weles, rodeado de un aura de misterio y quietud aterradora, extiende una mano para posarla sobre la cabeza del brujo cojo frente a él. Tolek siente la rugosa presión de los dedos del dios y sólo puede pensar en que ha venido a por su alma, al fin, como castigo por la ingratitud que acaba de cometer al sacrificar los recuerdos de sus seres queridos. Pero no puede estar más equivocado, el dios se muestra paciente al esperar un momento de travieso suspenso antes de obrar, y Tolek puede sentir como su pantorrilla izquierda se endurece y cruje como si estuviera hecha de madera, de raíces que se retuercen flexibles, pero a la vez rígidas bajo su piel. Y de pronto, como si al fin se deshiciera de una sanguijuela que llevara pegada a la pierna constantemente, el dolor desaparece. #ElBrujoCojo
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  • Gratitud
    Fandom Original
    Categoría Slice of Life
    #wendigo #ElBrujoCojo

    Después de la intensa aventura y el peligro enfrentado, James se siente en deuda, Tolek Zientek merece algo único y significativo. No es una tarea sencilla, sabe que un regalo ordinario no sería suficiente para mostrar su gratitud. Necesita encontrar algo especial, algo que realmente haga una diferencia.

    Pasa varios días estudiando y buscando el regalo adecuado. Hace llamadas, visita contactos antiguos y recorre lugares ocultos en busca de un objeto que sea lo suficientemente poderoso y único. Finalmente, en una pequeña tienda de antigüedades especializada en artefactos sobrenaturales, encuentra lo que estaba buscando: un amuleto antiguo, tallado en amatista y colgado de una cadena de plata. La piedra tiene inscripciones rúnicas que brillan suavemente con una luz azulada.

    Una semana después de la visita a la dimensión de Slenderman, James llega al bar de Tolek.

    — Hey, Tolek —saluda levantando una mano en tanto se acerca—. ¿Tienes un momento?

    Saca un pequeño paquete envuelto en papel oscuro y lo coloca sobre la barra.

    — Quería agradecerte por todo lo que hiciste. Esto es para ti.
    #wendigo #ElBrujoCojo Después de la intensa aventura y el peligro enfrentado, James se siente en deuda, [Tolek] merece algo único y significativo. No es una tarea sencilla, sabe que un regalo ordinario no sería suficiente para mostrar su gratitud. Necesita encontrar algo especial, algo que realmente haga una diferencia. Pasa varios días estudiando y buscando el regalo adecuado. Hace llamadas, visita contactos antiguos y recorre lugares ocultos en busca de un objeto que sea lo suficientemente poderoso y único. Finalmente, en una pequeña tienda de antigüedades especializada en artefactos sobrenaturales, encuentra lo que estaba buscando: un amuleto antiguo, tallado en amatista y colgado de una cadena de plata. La piedra tiene inscripciones rúnicas que brillan suavemente con una luz azulada. Una semana después de la visita a la dimensión de Slenderman, James llega al bar de Tolek. — Hey, Tolek —saluda levantando una mano en tanto se acerca—. ¿Tienes un momento? Saca un pequeño paquete envuelto en papel oscuro y lo coloca sobre la barra. — Quería agradecerte por todo lo que hiciste. Esto es para ti.
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  • ¿Para comer aquí o para llevar? (Parte 2)
    Fandom OC
    Categoría Drama
    Rol con [Analis29]

    Esperó no más de 30 segundos para que este saliera de aquel modest y acogedor lugar el cual le habían invitado a pasar. Cruzó la puerta cuidando que ninguno de los gatos se escapase de aquel sitio para así dar marcha su sigilosa persecución de su anfitriona que había decidido, de manera forzada, a retirarse y volver a su lugar de trabajo a altas horas de la noche. Algo que desde el punto de vista de Claude, era algo totalmente ilógico y hasta mezquino, pues ella se había encargado de cerrar el lugar y él se había quedado fuera del establecimiento esperando a poder tener una charla con ella.

    Sus pasos fueron tan sigilosos como los de un felino, aún en la oscuridad que inundaba las calles, éste podía ver sin ningún problema. Incluso hasta mejor que cuando de día, había ocasines en las que incluso el sol entorpecía su visión.

    Otro aspecto que había considerado para seguir a la joven de mirada amatista, fue su inconfundible olor que se mezclaba con aquellos brownies de limon que le había horneado hasta hace unos minutos atrás, por lo que no tuvo problema de volver a dar con el lugar. A la distancia pudo ver la figura de la joven tras el mostrador, atendiendo con una sonrisa fingida, que ocultaba su dolor, su angustia y el deseo por querer huir de aquel sitio a donde no le encontrasen.

    —Algo no está bien... —

    Pensó en voz alta manteniendose oculto entre las sombras mietnras observaba con atención. Nada cuadraba en aquel sitio, ¿Por qué su jefe se enzañaba solo con ella? Había algo que estaba fuera de lugar y eso Claude lo podía percibir. Incluso en aquella llamada aquel pudo notar ciertos tonos de chantaje a través del altavoz que escuchó aún cuando se mantuviera en un volumen bajo del dispositivo móvil.

    Finalemnte, aquel se decidió en 1acercarse y cruzar la puerta, haciendo sonar aquella típica campanilla que anunciaba la llegada de un nuevo cliente. No se detuvo en llegar hasta la caja registradora y pedir su orden.

    —Salut bonne nuit, mademoiselle.— inició el rubio con un tono como la primera vez aquella tarde. —Quisiera un combo de Analis con papas y refresco, para llevar.— Completó sin perder aquella sonrisa.
    Rol con [Analis29] Esperó no más de 30 segundos para que este saliera de aquel modest y acogedor lugar el cual le habían invitado a pasar. Cruzó la puerta cuidando que ninguno de los gatos se escapase de aquel sitio para así dar marcha su sigilosa persecución de su anfitriona que había decidido, de manera forzada, a retirarse y volver a su lugar de trabajo a altas horas de la noche. Algo que desde el punto de vista de Claude, era algo totalmente ilógico y hasta mezquino, pues ella se había encargado de cerrar el lugar y él se había quedado fuera del establecimiento esperando a poder tener una charla con ella. Sus pasos fueron tan sigilosos como los de un felino, aún en la oscuridad que inundaba las calles, éste podía ver sin ningún problema. Incluso hasta mejor que cuando de día, había ocasines en las que incluso el sol entorpecía su visión. Otro aspecto que había considerado para seguir a la joven de mirada amatista, fue su inconfundible olor que se mezclaba con aquellos brownies de limon que le había horneado hasta hace unos minutos atrás, por lo que no tuvo problema de volver a dar con el lugar. A la distancia pudo ver la figura de la joven tras el mostrador, atendiendo con una sonrisa fingida, que ocultaba su dolor, su angustia y el deseo por querer huir de aquel sitio a donde no le encontrasen. —Algo no está bien... — Pensó en voz alta manteniendose oculto entre las sombras mietnras observaba con atención. Nada cuadraba en aquel sitio, ¿Por qué su jefe se enzañaba solo con ella? Había algo que estaba fuera de lugar y eso Claude lo podía percibir. Incluso en aquella llamada aquel pudo notar ciertos tonos de chantaje a través del altavoz que escuchó aún cuando se mantuviera en un volumen bajo del dispositivo móvil. Finalemnte, aquel se decidió en 1acercarse y cruzar la puerta, haciendo sonar aquella típica campanilla que anunciaba la llegada de un nuevo cliente. No se detuvo en llegar hasta la caja registradora y pedir su orden. —Salut bonne nuit, mademoiselle.— inició el rubio con un tono como la primera vez aquella tarde. —Quisiera un combo de Analis con papas y refresco, para llevar.— Completó sin perder aquella sonrisa.
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  • Un reencuentro con una vieja amiga
    Fandom Steven Universe
    Categoría Slice of Life
    Perla había logrado convencer a Bismuto de salir de su zona de comfort pero no resultó en lo que ella esperaba. La realidad era que no tenía ni idea de cómo vestirse, quería ponerse un traje de gala, pero no comprendía muy bien acerca de cómo usarlo apropiadamente y le estresaba lo fácil que se arrugaban.
    Steven le había dicho que debían ir elegantes a ver a las Diamantes, pero se suponía que debían cumplir una misión, ¿por que habría uno de ir vestido así?.

    ▶Podría usar mi traje de la boda de Garnet, tal vez sea apropiado ¿que opinas?

    Dijo en un tono tranquilo mientras empezaban a pasear por las calles de Beach City, la cual estaba llena de gemas y humanos que socializaban mutuamente, algo que a Perla le relajaba y emocionaba. Desde la última batalla, habían logrado establecer un mundo mucho más Pacífico.
    Era cierto que Steven se había marchado hace mucho tiempo ya, algo que en su momento sufrió muchísimo, pero ahora lograba tomar con calma pues a veces el regresaba para visitarles. Como ahora por ejemplo.
    Algo le picaba el paladar de todos modos, lo que le dejaba la cara un poco pensativa, las Diamantes no solían llamarles a todas juntas por tonterías, pero en ese momento Garnet y Amatista no podrían asistir lo que la alertaba un poco más.
    Su mirada estaba perdida en los diversos comercios de la ciudad, como si en realidad sus ojos vieran algo más de lo que estaba alli
    Perla había logrado convencer a Bismuto de salir de su zona de comfort pero no resultó en lo que ella esperaba. La realidad era que no tenía ni idea de cómo vestirse, quería ponerse un traje de gala, pero no comprendía muy bien acerca de cómo usarlo apropiadamente y le estresaba lo fácil que se arrugaban. Steven le había dicho que debían ir elegantes a ver a las Diamantes, pero se suponía que debían cumplir una misión, ¿por que habría uno de ir vestido así?. ▶Podría usar mi traje de la boda de Garnet, tal vez sea apropiado ¿que opinas? Dijo en un tono tranquilo mientras empezaban a pasear por las calles de Beach City, la cual estaba llena de gemas y humanos que socializaban mutuamente, algo que a Perla le relajaba y emocionaba. Desde la última batalla, habían logrado establecer un mundo mucho más Pacífico. Era cierto que Steven se había marchado hace mucho tiempo ya, algo que en su momento sufrió muchísimo, pero ahora lograba tomar con calma pues a veces el regresaba para visitarles. Como ahora por ejemplo. Algo le picaba el paladar de todos modos, lo que le dejaba la cara un poco pensativa, las Diamantes no solían llamarles a todas juntas por tonterías, pero en ese momento Garnet y Amatista no podrían asistir lo que la alertaba un poco más. Su mirada estaba perdida en los diversos comercios de la ciudad, como si en realidad sus ojos vieran algo más de lo que estaba alli
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  • En el instante en que los labios de Xellos se apoderaron de los de Reena en un beso apasionado, un torbellino de emociones se desencadenó en la hechicera.

    Al principio, Reena intentó separarse de Xellos, sus labios lucharon por liberarse de la ardiente unión y sus manos presionaron con firmeza el pecho de Xellos, logrando alejarlo lo suficiente.

    Miró a Xellos con ojos llenos de emociones encontradas, sus mejillas enrojecidas, su respiración entrecortada y su corazón latiendo con fuerza.

    —Xellos... Esto no puede ser... Yo...

    Las palabras de Reena se interrumpieron cuando su mirada se encontró con la de Xellos, y en ese instante, la lucha en su interior se desvaneció.

    Los ojos amatista de Xellos la hipnotizaron, y el deseo que había mantenido reprimido durante tanto tiempo finalmente afloró.

    Reena, dejando de lado cualquier resistencia que pudiera haber tenido, se abalanzó hacia Xellos. Sus labios buscaron los suyos en un beso desesperado y apasionado.

    La pasión ardía en ese beso y las barreras que habían mantenido sus emociones a raya se derrumbaron por completo. Fue un momento de rendición total, donde los sentimientos hablaron más alto que cualquier palabra o gesto. Le deseaba de un modo casi irracional y eso era algo que no podía evitar ni podía reprimir por más tiempo. [Xellos]
    En el instante en que los labios de Xellos se apoderaron de los de Reena en un beso apasionado, un torbellino de emociones se desencadenó en la hechicera. Al principio, Reena intentó separarse de Xellos, sus labios lucharon por liberarse de la ardiente unión y sus manos presionaron con firmeza el pecho de Xellos, logrando alejarlo lo suficiente. Miró a Xellos con ojos llenos de emociones encontradas, sus mejillas enrojecidas, su respiración entrecortada y su corazón latiendo con fuerza. —Xellos... Esto no puede ser... Yo... Las palabras de Reena se interrumpieron cuando su mirada se encontró con la de Xellos, y en ese instante, la lucha en su interior se desvaneció. Los ojos amatista de Xellos la hipnotizaron, y el deseo que había mantenido reprimido durante tanto tiempo finalmente afloró. Reena, dejando de lado cualquier resistencia que pudiera haber tenido, se abalanzó hacia Xellos. Sus labios buscaron los suyos en un beso desesperado y apasionado. La pasión ardía en ese beso y las barreras que habían mantenido sus emociones a raya se derrumbaron por completo. Fue un momento de rendición total, donde los sentimientos hablaron más alto que cualquier palabra o gesto. Le deseaba de un modo casi irracional y eso era algo que no podía evitar ni podía reprimir por más tiempo. [Xellos]
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