La pausa para el café
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Toda la mañana había sido activa. Estaban preparando algunas cosas de cara a la nueva cara que iba a tener la página web con el invierno, de modo que tocaba reuniones con los de marketing digital. Ellos querían cosas fabulosas y alucinantes y les tocaba al departamento de informática ponerles los pies en la tierra para decirles que había cosas que no se podían hacer, no al menos con la infraestructura que tenía la web.
Una infraestructura que a los dinosaurios de los jefes les gustaba y no deseaban cambiar.
Salieron de la Sala de Reuniones, sin ninguna idea concreta, salvo la reutilización de la skin del año pasado, dándole algunos nuevos toques: "¿Podemos cambiar las bolitas del árbol que cae por la web y poner copos de nieve?". Pero todavía quedaba algunas reuniones más porque marketing nunca se rendía en querer innovar. Probablemente fueran a hablar con los dinosaurios.
Alder se aflojó la corbata mientras hablaba con uno de sus compañeros. Odiaba llevarla, pero siempre que salían de la cueva, el cariñoso apelativo para el sótano donde estaba todo el departamento de informática, les pedía que la llevaran un aspecto más cuidado. Todo, porque hacía unos años, cuando todavía era un becario, hubo un incidente. Habían salido de una reunión con los redactores, que deseaban cambiar el cómo se veían los artículos completos, y se encontraron con unos inversionistas. El problema había sido que uno de los de informática llevaba una camiseta "poco apropiada" para la marca. Desde entonces se había instaurado un protocolo de vestimenta.
La corbata era lo que peor llevaba Alder.
Estaba a punto de bajar por las escaleras, de vuelta a la madriguera del conejo, cuando vio a Berit por el pasillo. Sacó el móvil para ver la hora. La del café.
—Ahora os sigo. Voy a por el café. —Le informó al que tenía a su lado, dándole un pequeño gesto en el brazo, antes de separarse. Llevaba todavía la libreta donde apuntaba las ideas, todas tachadas. Demasiado arcaico para ser el informático.
Entró en el pequeño espacio que solía utilizarse para comer, cuando querías alejarte de la mesa de trabajo, o tomar café, encontrándose con la espalda de la rubia. Se arregló el cabello con una mano y tosió, indicando que estaba entrando.
—Buenos días, Berit. —Saludó con su habitual sonrisa.
Toda la mañana había sido activa. Estaban preparando algunas cosas de cara a la nueva cara que iba a tener la página web con el invierno, de modo que tocaba reuniones con los de marketing digital. Ellos querían cosas fabulosas y alucinantes y les tocaba al departamento de informática ponerles los pies en la tierra para decirles que había cosas que no se podían hacer, no al menos con la infraestructura que tenía la web.
Una infraestructura que a los dinosaurios de los jefes les gustaba y no deseaban cambiar.
Salieron de la Sala de Reuniones, sin ninguna idea concreta, salvo la reutilización de la skin del año pasado, dándole algunos nuevos toques: "¿Podemos cambiar las bolitas del árbol que cae por la web y poner copos de nieve?". Pero todavía quedaba algunas reuniones más porque marketing nunca se rendía en querer innovar. Probablemente fueran a hablar con los dinosaurios.
Alder se aflojó la corbata mientras hablaba con uno de sus compañeros. Odiaba llevarla, pero siempre que salían de la cueva, el cariñoso apelativo para el sótano donde estaba todo el departamento de informática, les pedía que la llevaran un aspecto más cuidado. Todo, porque hacía unos años, cuando todavía era un becario, hubo un incidente. Habían salido de una reunión con los redactores, que deseaban cambiar el cómo se veían los artículos completos, y se encontraron con unos inversionistas. El problema había sido que uno de los de informática llevaba una camiseta "poco apropiada" para la marca. Desde entonces se había instaurado un protocolo de vestimenta.
La corbata era lo que peor llevaba Alder.
Estaba a punto de bajar por las escaleras, de vuelta a la madriguera del conejo, cuando vio a Berit por el pasillo. Sacó el móvil para ver la hora. La del café.
—Ahora os sigo. Voy a por el café. —Le informó al que tenía a su lado, dándole un pequeño gesto en el brazo, antes de separarse. Llevaba todavía la libreta donde apuntaba las ideas, todas tachadas. Demasiado arcaico para ser el informático.
Entró en el pequeño espacio que solía utilizarse para comer, cuando querías alejarte de la mesa de trabajo, o tomar café, encontrándose con la espalda de la rubia. Se arregló el cabello con una mano y tosió, indicando que estaba entrando.
—Buenos días, Berit. —Saludó con su habitual sonrisa.
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Toda la mañana había sido activa. Estaban preparando algunas cosas de cara a la nueva cara que iba a tener la página web con el invierno, de modo que tocaba reuniones con los de marketing digital. Ellos querían cosas fabulosas y alucinantes y les tocaba al departamento de informática ponerles los pies en la tierra para decirles que había cosas que no se podían hacer, no al menos con la infraestructura que tenía la web.
Una infraestructura que a los dinosaurios de los jefes les gustaba y no deseaban cambiar.
Salieron de la Sala de Reuniones, sin ninguna idea concreta, salvo la reutilización de la skin del año pasado, dándole algunos nuevos toques: "¿Podemos cambiar las bolitas del árbol que cae por la web y poner copos de nieve?". Pero todavía quedaba algunas reuniones más porque marketing nunca se rendía en querer innovar. Probablemente fueran a hablar con los dinosaurios.
Alder se aflojó la corbata mientras hablaba con uno de sus compañeros. Odiaba llevarla, pero siempre que salían de la cueva, el cariñoso apelativo para el sótano donde estaba todo el departamento de informática, les pedía que la llevaran un aspecto más cuidado. Todo, porque hacía unos años, cuando todavía era un becario, hubo un incidente. Habían salido de una reunión con los redactores, que deseaban cambiar el cómo se veían los artículos completos, y se encontraron con unos inversionistas. El problema había sido que uno de los de informática llevaba una camiseta "poco apropiada" para la marca. Desde entonces se había instaurado un protocolo de vestimenta.
La corbata era lo que peor llevaba Alder.
Estaba a punto de bajar por las escaleras, de vuelta a la madriguera del conejo, cuando vio a Berit por el pasillo. Sacó el móvil para ver la hora. La del café.
—Ahora os sigo. Voy a por el café. —Le informó al que tenía a su lado, dándole un pequeño gesto en el brazo, antes de separarse. Llevaba todavía la libreta donde apuntaba las ideas, todas tachadas. Demasiado arcaico para ser el informático.
Entró en el pequeño espacio que solía utilizarse para comer, cuando querías alejarte de la mesa de trabajo, o tomar café, encontrándose con la espalda de la rubia. Se arregló el cabello con una mano y tosió, indicando que estaba entrando.
—Buenos días, Berit. —Saludó con su habitual sonrisa.
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Grupal
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Cualquier línea
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