• No, no conozco a la cuestionada dame de terribles gustos sexuales. Siguiente pregunta

    -empuja a Rosie Lux a un lado. No le gusta que le interrumpan en su hora del tė-

    Pregunta que no incluya el como voy a matar a lucifer en la boda... Pero.... Mi estimada dama ¿Y si jugamos?
    Soy un asesino experimentado pero lucifer no es ningún tonto. Juguemos si mato a lucifer nuestro trato termina y seré libre... Pero si lucifer por cosa hipotética a la que claramente no haré nada para advertirlo .... Digamos no se.... Sobrevive ....

    -dio un sorbo a su café negro llevaba semanas o meses planeando aquello, algo tan tentador que va a invitar a su ama a jugar sin poder negarse -

    Mi alma ya no le pertenecerá parcialmente.... Seré para siempre de su propiedad. Claro recuerda la ética que manejo si la presa escapa gana su derecho a vivir ¿Que dices cariño?

    -que si el amor vuelve estúpida a la gente? Si el es una muestra clara, está dando su poca libertad por el bien de lucifer -
    No, no conozco a la cuestionada dame de terribles gustos sexuales. Siguiente pregunta -empuja a [quasar_scarlet_koala_519] a un lado. No le gusta que le interrumpan en su hora del tė- Pregunta que no incluya el como voy a matar a lucifer en la boda... Pero.... Mi estimada dama ¿Y si jugamos? Soy un asesino experimentado pero lucifer no es ningún tonto. Juguemos si mato a lucifer nuestro trato termina y seré libre... Pero si lucifer por cosa hipotética a la que claramente no haré nada para advertirlo .... Digamos no se.... Sobrevive .... -dio un sorbo a su café negro llevaba semanas o meses planeando aquello, algo tan tentador que va a invitar a su ama a jugar sin poder negarse - Mi alma ya no le pertenecerá parcialmente.... Seré para siempre de su propiedad. Claro recuerda la ética que manejo si la presa escapa gana su derecho a vivir ¿Que dices cariño? -que si el amor vuelve estúpida a la gente? Si el es una muestra clara, está dando su poca libertad por el bien de lucifer -
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  • ¿Y después del mármol?
    Categoría Original
    Plop, plop, plop. Mi zapatos - con un diseño exclusivo de un diseñador cuyo nombre es más difícil de pronunciar que de pagar– golpean el suelo irregular con ese ridículo sonido. Eran una maravilla hasta que se llenaron de polvo y quién sabe qué mas en este terreno resbaladizo, y, francamente aterrador.

    Hace calor y el hecho se que la camisa de algodón hubiese sido tan minuciosamente planchada antes hace que sea un martirio pegadizo ahora. Pero claro, ni muerto me la quito. La imagen es lo último que me queda.

    Respiro hondo, es cuestión de asimilar: No hay chofer, tampoco la agenda organizada por horas...

    ¿Debería intentar hablarle a alguien? Dios, solo pensarlo me hace querer derretirme de la vergüenza. ¿Qué diría? "Hola, soy Ryuna Takahari, ¿Me ayudas a ubicarme… o al menos invitarme una bebida que claramente no será champán vintage?"

    Pensar tanto, obviamente, no me permitió ver el escalón frente a mí y allí suena el último plop - más como PLOP que plop- el más humillante.

    ... - Alzo la vista.
    Plop, plop, plop. Mi zapatos - con un diseño exclusivo de un diseñador cuyo nombre es más difícil de pronunciar que de pagar– golpean el suelo irregular con ese ridículo sonido. Eran una maravilla hasta que se llenaron de polvo y quién sabe qué mas en este terreno resbaladizo, y, francamente aterrador. Hace calor y el hecho se que la camisa de algodón hubiese sido tan minuciosamente planchada antes hace que sea un martirio pegadizo ahora. Pero claro, ni muerto me la quito. La imagen es lo último que me queda. Respiro hondo, es cuestión de asimilar: No hay chofer, tampoco la agenda organizada por horas... ¿Debería intentar hablarle a alguien? Dios, solo pensarlo me hace querer derretirme de la vergüenza. ¿Qué diría? "Hola, soy Ryuna Takahari, ¿Me ayudas a ubicarme… o al menos invitarme una bebida que claramente no será champán vintage?" Pensar tanto, obviamente, no me permitió ver el escalón frente a mí y allí suena el último plop - más como PLOP que plop- el más humillante. ... - Alzo la vista.
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  • La sensación es inconfundible, como el tic-tac de un reloj que marca un final inevitable. Mi tiempo se agota. Lo sé, lo siento en cada fibra de este cuerpo compartido. El momento de convertirnos en uno está cerca, y con ello, mi existencia tal como la conocen llegará a su fin.

    No me lamento, pues sé que esto es necesario. Pero no puedo evitar desear despedirme, al menos de algunos. Aquellos que despertaron mi interés
    La sensación es inconfundible, como el tic-tac de un reloj que marca un final inevitable. Mi tiempo se agota. Lo sé, lo siento en cada fibra de este cuerpo compartido. El momento de convertirnos en uno está cerca, y con ello, mi existencia tal como la conocen llegará a su fin. No me lamento, pues sé que esto es necesario. Pero no puedo evitar desear despedirme, al menos de algunos. Aquellos que despertaron mi interés
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  • La luna teñida de carmesí.
    Fandom OC
    Categoría Fantasía
    (( Rol cerrado con Dark Urge ))

    Kazuo caminaba lentamente por el bosque, el crepúsculo envolviendo el paisaje en tonos cálidos de dorado y rojo. Su cabello negro caía en mechones suaves sobre su cuello, moviéndose al compás de la brisa, mientras sus ojos azules, brillantes como el reflejo del cielo en un lago profundo, se mantenían atentos a los detalles de su entorno. Cada rincón del bosque era suyo, y el kitsune lo consideraba un santuario que vigilaba con devoción y diligencia.

    Sin embargo, esa tarde el aire se sintió distinto. Un aroma espeso, metálico, flotaba entre los árboles, opacando los perfumes de la tierra y las flores. Kazuo detuvo su andar, frunciendo el ceño. Su conexión con el bosque le advertía de un desequilibrio. El origen de esa sensación no tardó en revelarse.

    Siguiendo el hedor de la sangre, Kazuo llegó a un claro donde la luz del atardecer se mezclaba con el rojo vivo de un espectáculo grotesco. Cadáveres de animales, mutilados y desechados como juguetes rotos, decoraban el suelo. Las sombras de los árboles parecían intensificar la brutalidad del panorama, creando una escena tan repulsiva como inquietante.

    En el centro del caos, un joven de largos cabellos blancos descansaba sobre la hierba teñida de carmesí. Su piel, pálida como la nieve, contrastaba con las manchas de sangre que cubrían sus manos, su ropa ligera y su rostro inexpresivo. En sus manos aún sostenía una liebre, su cuello en un ángulo extraño incompatible con la vida,

    Kazuo salió de entre los árboles con pasos silenciosos, como los de un felino, observando la escena en silencio. No era raro que los mortales perturbasen su bosque, pero este individuo era diferente. Su aura era ponzoñosa, antigua, arcana. Los ojos del joven, de un color rosado apagado, reflejaban un vacío desconcertante. No había ira, ni tristeza, ni siquiera placer en su expresión. Solo un tedio inquietante, como si la destrucción a su alrededor no fuera más que un pasatiempo pasajero.

    El kitsune dio un ultimo paso.

    —¿Ya te aburriste de usar mi bosque como tu lienzo? —preguntó Kazuo con un tono inquietanteme

    Las auras de ambos eran poderosas, tan similares como contrarias. Kazuo: un demonio, hijo de la deidad Inari, un kitsune en la cúspide de su poder con sus nueve colas. Su aura era pura, como el agua virgen de la montaña. Y aquel joven: de belleza etérea, casi irreal como la de Kazuo. Su aura evocaba un miasma desagradable que contrastaba con la del zorro. Era como si la antítesis del otro estuviese cara a cara.
    (( Rol cerrado con [darkurge13] )) Kazuo caminaba lentamente por el bosque, el crepúsculo envolviendo el paisaje en tonos cálidos de dorado y rojo. Su cabello negro caía en mechones suaves sobre su cuello, moviéndose al compás de la brisa, mientras sus ojos azules, brillantes como el reflejo del cielo en un lago profundo, se mantenían atentos a los detalles de su entorno. Cada rincón del bosque era suyo, y el kitsune lo consideraba un santuario que vigilaba con devoción y diligencia. Sin embargo, esa tarde el aire se sintió distinto. Un aroma espeso, metálico, flotaba entre los árboles, opacando los perfumes de la tierra y las flores. Kazuo detuvo su andar, frunciendo el ceño. Su conexión con el bosque le advertía de un desequilibrio. El origen de esa sensación no tardó en revelarse. Siguiendo el hedor de la sangre, Kazuo llegó a un claro donde la luz del atardecer se mezclaba con el rojo vivo de un espectáculo grotesco. Cadáveres de animales, mutilados y desechados como juguetes rotos, decoraban el suelo. Las sombras de los árboles parecían intensificar la brutalidad del panorama, creando una escena tan repulsiva como inquietante. En el centro del caos, un joven de largos cabellos blancos descansaba sobre la hierba teñida de carmesí. Su piel, pálida como la nieve, contrastaba con las manchas de sangre que cubrían sus manos, su ropa ligera y su rostro inexpresivo. En sus manos aún sostenía una liebre, su cuello en un ángulo extraño incompatible con la vida, Kazuo salió de entre los árboles con pasos silenciosos, como los de un felino, observando la escena en silencio. No era raro que los mortales perturbasen su bosque, pero este individuo era diferente. Su aura era ponzoñosa, antigua, arcana. Los ojos del joven, de un color rosado apagado, reflejaban un vacío desconcertante. No había ira, ni tristeza, ni siquiera placer en su expresión. Solo un tedio inquietante, como si la destrucción a su alrededor no fuera más que un pasatiempo pasajero. El kitsune dio un ultimo paso. —¿Ya te aburriste de usar mi bosque como tu lienzo? —preguntó Kazuo con un tono inquietanteme Las auras de ambos eran poderosas, tan similares como contrarias. Kazuo: un demonio, hijo de la deidad Inari, un kitsune en la cúspide de su poder con sus nueve colas. Su aura era pura, como el agua virgen de la montaña. Y aquel joven: de belleza etérea, casi irreal como la de Kazuo. Su aura evocaba un miasma desagradable que contrastaba con la del zorro. Era como si la antítesis del otro estuviese cara a cara.
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  • — La parte buena de vivir en un bunker es que no sabes, si no miras el reloj, que momento del día es.
    Y ella había invertido toda la noche en actividades mucho mas interesantes que dormir, de modo que no tiene intención de asomar su pequeña nariz fuera de la cama de cierto cazador, pero esta vez para descansar.—

    #SeductiveSunday
    #Personajes3D #3D #Comunidad3D

    — La parte buena de vivir en un bunker es que no sabes, si no miras el reloj, que momento del día es. Y ella había invertido toda la noche en actividades mucho mas interesantes que dormir, de modo que no tiene intención de asomar su pequeña nariz fuera de la cama de cierto cazador, pero esta vez para descansar.— #SeductiveSunday #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • El Comienzo de Todo – El Despertar de Jade Green
    Categoría Otros
    Desde que era niña, Jade siempre supo que su vida no sería como la de los demás. En los primeros años de su existencia, vivió en el convento, escondida entre las sombras de las monjas, protegida del mundo exterior por los muros de piedra que la mantenían alejada de quienes la buscaban. No entendía del todo por qué, pero sentía que algo oscuro la acechaba. Algo que no podía escapar, aunque ni su madre ni las monjas hablaran al respecto.

    Recuerdo los días grises y fríos, el canto monótono de las monjas que, a pesar de ser cálido, nunca lograba calmar la sensación constante de inquietud que me embargaba. Sabía que no era una niña común. Había algo en mí, algo que me hacía diferente. A veces, en mis sueños, veía ojos enormes, profundos como el mar. Aquellos ojos eran los mismos que sentía en mi interior. La conexión que no comprendía, la fuerza ancestral que me pertenecía y que, sin quererlo, me arrastraba.

    Era mi madre quien me sacó de allí. La misma mujer que siempre había sido una sombra distante, a veces cálida, a veces fría, pero siempre con un aire de autoridad que parecía rodearla. Esa mujer, la que hablaba en susurros con el viento, que nunca dejaba de estudiar los antiguos textos y las viejas escrituras de la Hermandad del Kraken, fue quien me sacó del convento, de mi protección, de mi escondite. Y lo hizo con una sonrisa que nunca pude descifrar, una sonrisa que llevaba consigo una carga de tristeza y aceptación.

    Al principio, no entendí lo que sucedía. No entendí por qué estaba siendo entregada a aquellos que me miraban como si fuera algo más que una niña, como si fuera una pieza de un rompecabezas al que le faltaba su lugar. Lo comprendí cuando ya era demasiado tarde, cuando mi madre, la mujer que debería haberme protegido, me entregó sin remordimientos a una organización con oscuros fines. La Hermandad del Kraken. ¿Cómo podría ella? ¿Cómo pudo venderme? ¿Por qué me entregó a aquellos que querían usarme como un simple instrumento?

    Me sentí perdida, atrapada en una red de mentiras y manipulaciones. De repente, todo lo que había conocido, todo lo que pensaba que era real, se desmoronó ante mis ojos. A medida que pasaban los años, comencé a entender que mi madre no era simplemente una madre. Era una sacerdotisa, una mujer que había consagrado su vida a un propósito más grande que ella misma. Y ese propósito no me incluía como su hija, sino como un medio para un fin: el despertar del Kraken.

    Mi madre nunca me habló directamente de la Hermandad, ni de lo que se esperaba de mí. Pero yo sabía que, en algún lugar profundo de mi ser, algo se despertaba. Mi vínculo con el Kraken no era un simple destino. Era un llamado que siempre había estado latente, esperando el momento adecuado para salir a la luz.

    Las voces que escuchaba en mis sueños, los ecos de los mares y las olas que parecían hablarme, todo encajaba en un puzzle que me aterraba. El Kraken, ese monstruo primordial, no solo era un mito. Era real. Y yo era la pieza clave para desatarlo.

    Me encontraba en medio de dos mundos. La bondad de Gazú, mi padre adoptivo, el hombre que me dio amor cuando mi madre me abandonó, y el oscuro destino que la Hermandad había trazado para mí. Gazú me ofreció protección, un refugio del caos que me rodeaba, pero el peso de lo que estaba en juego, el destino que me perseguía, me alejaba de él. Mi amor por él era la única ancla que me mantenía a flote, pero ni él ni yo sabíamos lo que se avecinaba.

    Recuerdo las noches solitarias, mirando al horizonte, buscando respuestas que nunca llegaban. Mis poderes, esas habilidades que no entendía del todo, comenzaban a crecer dentro de mí. No era solo una niña común. Había algo en mis venas, algo que me conectaba con las aguas del océano, con el monstruo que se escondía en las profundidades.

    Y ahora, al mirar las olas chocando contra la costa, entendí que no podía escapar de esto. El Kraken ya estaba despertando, y yo no podía ignorarlo. No podía evitarlo. Mi destino estaba sellado, marcado por la sangre de mi madre, por la conexión que no podía cortar. El Kraken me llamaba, y yo tenía que decidir qué hacer con ese poder.

    Me he pasado toda la vida huyendo de lo que soy, pero ahora no puedo seguir corriendo. El futuro está frente a mí, y aunque mi corazón me grite que no debo seguir el camino de la Hermandad, sé que algo más grande que yo ya ha comenzado. Y quizás, por primera vez, pueda elegir qué hacer con el poder que corre por mis venas.

    Sabía que no podía huir para siempre. El Kraken había comenzado a despertar, y su destino estaba intrínsecamente ligado a ese monstruo del abismo. Pero, a medida que la tormenta arremetía alrededor de ella, Jade entendió que no sería solo un instrumento para los fines de la Hermandad. Ella tendría que decidir por sí misma qué hacer con el poder que le otorgaba su sangre y su linaje.

    En ese momento, Jade tomó una decisión.

    "No seré su marioneta", susurró con determinación. "El Kraken no me controlará. Lo despertaré, pero será a mi manera."

    Con un último vistazo a las olas embravecidas, Jade dio un paso atrás, alejándose del borde. El destino no la había elegido, ni la Hermandad, ni el Kraken. Sería ella quien decidiría su futuro, aunque eso significara desafiar a la misma organización que la había creado y, posiblemente, a la fuerza de los mares.

    La lucha por su libertad comenzaba esa noche.
    Desde que era niña, Jade siempre supo que su vida no sería como la de los demás. En los primeros años de su existencia, vivió en el convento, escondida entre las sombras de las monjas, protegida del mundo exterior por los muros de piedra que la mantenían alejada de quienes la buscaban. No entendía del todo por qué, pero sentía que algo oscuro la acechaba. Algo que no podía escapar, aunque ni su madre ni las monjas hablaran al respecto. Recuerdo los días grises y fríos, el canto monótono de las monjas que, a pesar de ser cálido, nunca lograba calmar la sensación constante de inquietud que me embargaba. Sabía que no era una niña común. Había algo en mí, algo que me hacía diferente. A veces, en mis sueños, veía ojos enormes, profundos como el mar. Aquellos ojos eran los mismos que sentía en mi interior. La conexión que no comprendía, la fuerza ancestral que me pertenecía y que, sin quererlo, me arrastraba. Era mi madre quien me sacó de allí. La misma mujer que siempre había sido una sombra distante, a veces cálida, a veces fría, pero siempre con un aire de autoridad que parecía rodearla. Esa mujer, la que hablaba en susurros con el viento, que nunca dejaba de estudiar los antiguos textos y las viejas escrituras de la Hermandad del Kraken, fue quien me sacó del convento, de mi protección, de mi escondite. Y lo hizo con una sonrisa que nunca pude descifrar, una sonrisa que llevaba consigo una carga de tristeza y aceptación. Al principio, no entendí lo que sucedía. No entendí por qué estaba siendo entregada a aquellos que me miraban como si fuera algo más que una niña, como si fuera una pieza de un rompecabezas al que le faltaba su lugar. Lo comprendí cuando ya era demasiado tarde, cuando mi madre, la mujer que debería haberme protegido, me entregó sin remordimientos a una organización con oscuros fines. La Hermandad del Kraken. ¿Cómo podría ella? ¿Cómo pudo venderme? ¿Por qué me entregó a aquellos que querían usarme como un simple instrumento? Me sentí perdida, atrapada en una red de mentiras y manipulaciones. De repente, todo lo que había conocido, todo lo que pensaba que era real, se desmoronó ante mis ojos. A medida que pasaban los años, comencé a entender que mi madre no era simplemente una madre. Era una sacerdotisa, una mujer que había consagrado su vida a un propósito más grande que ella misma. Y ese propósito no me incluía como su hija, sino como un medio para un fin: el despertar del Kraken. Mi madre nunca me habló directamente de la Hermandad, ni de lo que se esperaba de mí. Pero yo sabía que, en algún lugar profundo de mi ser, algo se despertaba. Mi vínculo con el Kraken no era un simple destino. Era un llamado que siempre había estado latente, esperando el momento adecuado para salir a la luz. Las voces que escuchaba en mis sueños, los ecos de los mares y las olas que parecían hablarme, todo encajaba en un puzzle que me aterraba. El Kraken, ese monstruo primordial, no solo era un mito. Era real. Y yo era la pieza clave para desatarlo. Me encontraba en medio de dos mundos. La bondad de Gazú, mi padre adoptivo, el hombre que me dio amor cuando mi madre me abandonó, y el oscuro destino que la Hermandad había trazado para mí. Gazú me ofreció protección, un refugio del caos que me rodeaba, pero el peso de lo que estaba en juego, el destino que me perseguía, me alejaba de él. Mi amor por él era la única ancla que me mantenía a flote, pero ni él ni yo sabíamos lo que se avecinaba. Recuerdo las noches solitarias, mirando al horizonte, buscando respuestas que nunca llegaban. Mis poderes, esas habilidades que no entendía del todo, comenzaban a crecer dentro de mí. No era solo una niña común. Había algo en mis venas, algo que me conectaba con las aguas del océano, con el monstruo que se escondía en las profundidades. Y ahora, al mirar las olas chocando contra la costa, entendí que no podía escapar de esto. El Kraken ya estaba despertando, y yo no podía ignorarlo. No podía evitarlo. Mi destino estaba sellado, marcado por la sangre de mi madre, por la conexión que no podía cortar. El Kraken me llamaba, y yo tenía que decidir qué hacer con ese poder. Me he pasado toda la vida huyendo de lo que soy, pero ahora no puedo seguir corriendo. El futuro está frente a mí, y aunque mi corazón me grite que no debo seguir el camino de la Hermandad, sé que algo más grande que yo ya ha comenzado. Y quizás, por primera vez, pueda elegir qué hacer con el poder que corre por mis venas. Sabía que no podía huir para siempre. El Kraken había comenzado a despertar, y su destino estaba intrínsecamente ligado a ese monstruo del abismo. Pero, a medida que la tormenta arremetía alrededor de ella, Jade entendió que no sería solo un instrumento para los fines de la Hermandad. Ella tendría que decidir por sí misma qué hacer con el poder que le otorgaba su sangre y su linaje. En ese momento, Jade tomó una decisión. "No seré su marioneta", susurró con determinación. "El Kraken no me controlará. Lo despertaré, pero será a mi manera." Con un último vistazo a las olas embravecidas, Jade dio un paso atrás, alejándose del borde. El destino no la había elegido, ni la Hermandad, ni el Kraken. Sería ella quien decidiría su futuro, aunque eso significara desafiar a la misma organización que la había creado y, posiblemente, a la fuerza de los mares. La lucha por su libertad comenzaba esa noche.
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  • Ese día se había levantado muy temprano, había notado más raro de lo normal a Kiev Romalsko pero no le dio mucha importancia ya que tendría problemas con el trabajo y sus empresas. Cuando él quisiera hablar lo haría y ella estaría para escucharlo, si él querría.

    Había encargado el regalo de él desde hacía varios meses, esperaba que lo aceptara y le gustará. Suspirando por aquello, sacudiéndose la cabeza para quitarse la idea de la mente. Ayudó al a pequeña Jade con la tarta haciendo dos una para él y otra para los trabajadores, pensando que ellos también tenían derecho a tomar pastel.

    Poniendo una tarjeta con una dedicatoria, metiéndolo en la bolsa donde contenían las cajitas con los regalos envueltos.:

    [b]"¡Feliz cumpleaños![/b]

    [i]Hoy celebramos 30 años de logros, aprendizajes y recuerdos que te han convertido en la persona increíble que eres. Que esta nueva década sea una etapa llena de aventuras, sueños cumplidos y muchas razones para sonreír.

    Disfruta cada momento de este día especial, porque te lo mereces. ¡Por todo lo bueno que está por venir! "[/i]

    Dejando la misma colgada en la puerta de la habitación de él ya que lo notaba de muy mal humor.

    Para después continuar con su trabajo como siempre.

    - Aunque la verdad...llevo un tiempo que me siento observada...

    Se dijo para ella misma en la cocina preparando el menú del día.
    Ese día se había levantado muy temprano, había notado más raro de lo normal a [flare_ivory_lion_349] pero no le dio mucha importancia ya que tendría problemas con el trabajo y sus empresas. Cuando él quisiera hablar lo haría y ella estaría para escucharlo, si él querría. Había encargado el regalo de él desde hacía varios meses, esperaba que lo aceptara y le gustará. Suspirando por aquello, sacudiéndose la cabeza para quitarse la idea de la mente. Ayudó al a pequeña Jade con la tarta haciendo dos una para él y otra para los trabajadores, pensando que ellos también tenían derecho a tomar pastel. Poniendo una tarjeta con una dedicatoria, metiéndolo en la bolsa donde contenían las cajitas con los regalos envueltos.: [b]"¡Feliz cumpleaños![/b] [i]Hoy celebramos 30 años de logros, aprendizajes y recuerdos que te han convertido en la persona increíble que eres. Que esta nueva década sea una etapa llena de aventuras, sueños cumplidos y muchas razones para sonreír. Disfruta cada momento de este día especial, porque te lo mereces. ¡Por todo lo bueno que está por venir! 🎉"[/i] Dejando la misma colgada en la puerta de la habitación de él ya que lo notaba de muy mal humor. Para después continuar con su trabajo como siempre. - Aunque la verdad...llevo un tiempo que me siento observada... Se dijo para ella misma en la cocina preparando el menú del día.
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  • La tranquilidad de la noche es un bálsamo para la mente, un susurro constante que acompaña mis pensamientos. El mundo parece detenerse en estas horas, dejando espacio para reflexionar, para sentir.

    Cada día que pasa, me siento más como él. Heinrich, esa otra parte de mí, está presente en cada gesto, en cada decisión. Es extraño y fascinante a la vez. Nuestra esencia se entrelaza, como hilos de un tapiz que se niega a deshilacharse.

    Eso solo puede significar una cosa: pronto despertará. Pronto, él y yo dejaremos de ser dos entidades separadas. Seremos uno.

    ¿Me emociona? Sí. ¿Me inquieta? También. Pero más que nada, siento una curiosa ilusión. ¿En qué nos convertiremos cuando no haya divisiones entre nosotros? ¿Qué seremos cuando nuestras fortalezas se fusionen?

    La noche guarda sus secretos, pero yo no tengo prisa. Que el amanecer llegue cuando deba, y mientras tanto, disfrutaré de esta quietud que parece un preludio a algo mucho más grande.
    La tranquilidad de la noche es un bálsamo para la mente, un susurro constante que acompaña mis pensamientos. El mundo parece detenerse en estas horas, dejando espacio para reflexionar, para sentir. Cada día que pasa, me siento más como él. Heinrich, esa otra parte de mí, está presente en cada gesto, en cada decisión. Es extraño y fascinante a la vez. Nuestra esencia se entrelaza, como hilos de un tapiz que se niega a deshilacharse. Eso solo puede significar una cosa: pronto despertará. Pronto, él y yo dejaremos de ser dos entidades separadas. Seremos uno. ¿Me emociona? Sí. ¿Me inquieta? También. Pero más que nada, siento una curiosa ilusión. ¿En qué nos convertiremos cuando no haya divisiones entre nosotros? ¿Qué seremos cuando nuestras fortalezas se fusionen? La noche guarda sus secretos, pero yo no tengo prisa. Que el amanecer llegue cuando deba, y mientras tanto, disfrutaré de esta quietud que parece un preludio a algo mucho más grande.
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  • “ ¿𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐬𝐚𝐝𝐨? 𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐳𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐢𝐩𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐞𝐯𝐢ó 𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐢𝐫 𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐜𝐚𝐬𝐢𝐧𝐨𝐬, 𝐬𝐢 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐞𝐧, 𝐯𝐨𝐲 𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧. ”






    — ¡MALDITO HIJO DE PERRA! — El grito resonó en toda la oficina ubicada en una de las empresas que Kiev tenía, los hombres presentes se limitaban a escuchar con la mirada baja.

    El ruso se encontraba realmente molesto debido a los últimos acontecimientos que sucedieron, no solo tuvo que lidiar con el accidente que sucedió en una de las empresas en dónde Arturia había sido atacada, sino que también uno de sus casinos, el más famoso llamado "Elixir" , habría sufrido un ataque en hora pico ocasionado por una bomba que habrían colocado en el sótano y en el área de limpieza.

    Fue la misma noche en que fue notificado, y observo desde lejos como el casino se incendiaba, la ambulancia se llevaban los cuerpos de algunas bailarinas que abrían fallecido y otras heridas, eran mujeres jovenes que trabajaban para él con metas diferentes, unas que cursaban la universidad, otras que cuidaban a hermanos u otros familiares y otras que eran madres, fue realmente chocante para él.

    Sus nervios no pararon, no pudo pegar el ojo toda la noche mientras esperaba la lista del personal que había muerto, los que quedaron vivos y los heridos. Su frustración solo aumentaba al saber que el causante de todo esto no fue encontrado por la policía. Por lo que mando a sus hombres a qué investigarán el asunto, iba a solucionar este problema por sus propios medios. Pero, por más que encontraban pistas, terminaban perdiendose, la persona que ocaciono todo esto habría sido tan cuidadoso que no dejo casi nada.

    — ¿Qué hay de las cámaras? — Preguntó. Sentando en su silla mientras fumaba un cigarro en un intento de tranquilizarse para evitar desahogarse con sus hombres y que aquello terminará en algo mucho peor.

    — No hay nada, están totalmente rotas. — Contestó Marcos. — La policía tiene algunas grabaciones de las otras avenidas para ver si había algún sospechoso cerca del lugar, ya estamos llegando a un acuerdo con ellos para poder obtenerlos.

    — Tsk... Maldita sea. — Tomo una gran colado de su cigarro. — Bien, vayanse de aquí. No quiero que nadie entre.

    Marcos se limitó a asentir y con una seña se llevó de ahí a los hombres presentes.
    “ ¿𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐬𝐚𝐝𝐨? 𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐳𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐢𝐩𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐞𝐯𝐢ó 𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐢𝐫 𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐜𝐚𝐬𝐢𝐧𝐨𝐬, 𝐬𝐢 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐞𝐧, 𝐯𝐨𝐲 𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧. ” — ¡MALDITO HIJO DE PERRA! — El grito resonó en toda la oficina ubicada en una de las empresas que Kiev tenía, los hombres presentes se limitaban a escuchar con la mirada baja. El ruso se encontraba realmente molesto debido a los últimos acontecimientos que sucedieron, no solo tuvo que lidiar con el accidente que sucedió en una de las empresas en dónde Arturia había sido atacada, sino que también uno de sus casinos, el más famoso llamado "Elixir" , habría sufrido un ataque en hora pico ocasionado por una bomba que habrían colocado en el sótano y en el área de limpieza. Fue la misma noche en que fue notificado, y observo desde lejos como el casino se incendiaba, la ambulancia se llevaban los cuerpos de algunas bailarinas que abrían fallecido y otras heridas, eran mujeres jovenes que trabajaban para él con metas diferentes, unas que cursaban la universidad, otras que cuidaban a hermanos u otros familiares y otras que eran madres, fue realmente chocante para él. Sus nervios no pararon, no pudo pegar el ojo toda la noche mientras esperaba la lista del personal que había muerto, los que quedaron vivos y los heridos. Su frustración solo aumentaba al saber que el causante de todo esto no fue encontrado por la policía. Por lo que mando a sus hombres a qué investigarán el asunto, iba a solucionar este problema por sus propios medios. Pero, por más que encontraban pistas, terminaban perdiendose, la persona que ocaciono todo esto habría sido tan cuidadoso que no dejo casi nada. — ¿Qué hay de las cámaras? — Preguntó. Sentando en su silla mientras fumaba un cigarro en un intento de tranquilizarse para evitar desahogarse con sus hombres y que aquello terminará en algo mucho peor. — No hay nada, están totalmente rotas. — Contestó Marcos. — La policía tiene algunas grabaciones de las otras avenidas para ver si había algún sospechoso cerca del lugar, ya estamos llegando a un acuerdo con ellos para poder obtenerlos. — Tsk... Maldita sea. — Tomo una gran colado de su cigarro. — Bien, vayanse de aquí. No quiero que nadie entre. Marcos se limitó a asentir y con una seña se llevó de ahí a los hombres presentes.
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  • Un día normal para Nilou

    El sol apenas despuntaba en el horizonte, y la ciudad de Sumeru se llenaba de los susurros de la vida que despertaba. Nilou, con su cabello rojo brillando bajo la luz matutina, salía de su pequeño hogar detrás del Gran Teatro Zubayr, lista para comenzar su rutina diaria.

    Lo primero en su lista era visitar el mercado. Con una canasta en mano, recorría los puestos con una sonrisa amable, deteniéndose para saludar a los vendedores y escuchar sus historias. Siempre tenía tiempo para una charla breve, ya fuera con el frutero que le ofrecía dátiles frescos o con la anciana que vendía especias aromáticas.

    Después de llenar su canasta con frutas, hierbas y flores, regresaba al teatro. Aquel lugar no solo era su trabajo, sino también su refugio. Nilou colocaba las flores frescas en jarrones que decoraban los camerinos, llenando el ambiente de vida y color. Luego, comenzaba los ensayos con el resto de los bailarines. Los rayos de sol se filtraban por las ventanas altas, iluminando los movimientos fluidos que realizaba al compás de la música.

    “¡Una vez más!”, exclamaba con entusiasmo, animando a sus compañeros a repetir una coreografía compleja. Para Nilou, la danza no era solo una forma de expresión, sino un puente entre las emociones humanas y la naturaleza. Cada giro, cada paso, era una celebración de la vida misma.

    Por la tarde, tras los ensayos, Nilou encontraba un momento de tranquilidad junto al estanque cercano al teatro. Allí, bajo la sombra de los árboles, practicaba movimientos suaves mientras las flores de loto flotaban en el agua. A menudo, los niños del vecindario se acercaban, fascinados por su gracia. Ella les enseñaba pequeños pasos, riendo con ellos mientras intentaban imitarlos.

    Al caer la noche, el teatro se llenaba de expectantes espectadores. Nilou, ahora vestida con su traje de danza adornado con joyas y seda, se preparaba para el espectáculo. El aroma del incienso llenaba el aire mientras ella cerraba los ojos, tomando un momento para concentrarse. Cuando las luces se apagaban y el primer acorde resonaba, Nilou se convertía en una visión etérea, moviéndose con una elegancia que hipnotizaba a todos los presentes.

    Cuando la función terminaba, Nilou salía al escenario para recibir los aplausos, agradecida por poder compartir su arte con el mundo. Exhausta pero feliz, regresaba a casa bajo la luz de la luna, soñando con el próximo día en el que podría volver a bailar, transmitir su amor por la vida y, quizás, inspirar a otros a hacer lo mismo.

    Un día normal para Nilou El sol apenas despuntaba en el horizonte, y la ciudad de Sumeru se llenaba de los susurros de la vida que despertaba. Nilou, con su cabello rojo brillando bajo la luz matutina, salía de su pequeño hogar detrás del Gran Teatro Zubayr, lista para comenzar su rutina diaria. Lo primero en su lista era visitar el mercado. Con una canasta en mano, recorría los puestos con una sonrisa amable, deteniéndose para saludar a los vendedores y escuchar sus historias. Siempre tenía tiempo para una charla breve, ya fuera con el frutero que le ofrecía dátiles frescos o con la anciana que vendía especias aromáticas. Después de llenar su canasta con frutas, hierbas y flores, regresaba al teatro. Aquel lugar no solo era su trabajo, sino también su refugio. Nilou colocaba las flores frescas en jarrones que decoraban los camerinos, llenando el ambiente de vida y color. Luego, comenzaba los ensayos con el resto de los bailarines. Los rayos de sol se filtraban por las ventanas altas, iluminando los movimientos fluidos que realizaba al compás de la música. “¡Una vez más!”, exclamaba con entusiasmo, animando a sus compañeros a repetir una coreografía compleja. Para Nilou, la danza no era solo una forma de expresión, sino un puente entre las emociones humanas y la naturaleza. Cada giro, cada paso, era una celebración de la vida misma. Por la tarde, tras los ensayos, Nilou encontraba un momento de tranquilidad junto al estanque cercano al teatro. Allí, bajo la sombra de los árboles, practicaba movimientos suaves mientras las flores de loto flotaban en el agua. A menudo, los niños del vecindario se acercaban, fascinados por su gracia. Ella les enseñaba pequeños pasos, riendo con ellos mientras intentaban imitarlos. Al caer la noche, el teatro se llenaba de expectantes espectadores. Nilou, ahora vestida con su traje de danza adornado con joyas y seda, se preparaba para el espectáculo. El aroma del incienso llenaba el aire mientras ella cerraba los ojos, tomando un momento para concentrarse. Cuando las luces se apagaban y el primer acorde resonaba, Nilou se convertía en una visión etérea, moviéndose con una elegancia que hipnotizaba a todos los presentes. Cuando la función terminaba, Nilou salía al escenario para recibir los aplausos, agradecida por poder compartir su arte con el mundo. Exhausta pero feliz, regresaba a casa bajo la luz de la luna, soñando con el próximo día en el que podría volver a bailar, transmitir su amor por la vida y, quizás, inspirar a otros a hacer lo mismo.
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