• La sala estaba bañada en sombras, con apenas unos destellos de luz que parpadeaban tímidamente desde las velas, colocadas sobre candelabros de hierro forjado que parecían los restos de un pasado olvidado. El aire estaba denso, cargado de humedad, y el leve sonido de engranajes oxidados resonaba en las paredes como un susurro interminable. Lyra se encontraba de pie frente a una gran ventana, sus ojos observaban la lluvia que azotaba el cristal, mientras sus cabellos oscuros caían en ondas suaves sobre su espalda.

    El corsé de metal y encaje, tejido con destreza, abrazaba su cuerpo como si fuera su segunda capa de piel. Parecía parte de la misma oscuridad que la rodeaba, una extensión de su esencia. Los engranajes en el fondo, aparentemente inanimados, daban un aire inquietante a la escena. Cada giro, cada pequeño clic de la maquinaria, parecía marcar el ritmo de un tiempo eterno y cruel.

    De repente, escucho pasos a su detrás, alguien avanzaba con cautela, como si el simple hecho de respirar en ese lugar pudiera desatar algo terrible. Sus pasos eran suaves, pero en el silencio de la sala, sonaban como truenos.

    Lyra ni siquiera de inmuto al inicio, pero cuando lo hizo y se giró, sus ojos brillaron con un azul grisaceo intenso, reflejando un abismo insondable. La fría expresión en su rostro no dejaba lugar a dudas.

    ♧ La eternidad observa todo con ojos vacíos- dijo con voz suave, pero cargada de algo oscuro - Pero yo soy la que da vida a sus más oscuros deseos. ¿Por qué has venido a perturbar el silencio de este reino?-
    La sala estaba bañada en sombras, con apenas unos destellos de luz que parpadeaban tímidamente desde las velas, colocadas sobre candelabros de hierro forjado que parecían los restos de un pasado olvidado. El aire estaba denso, cargado de humedad, y el leve sonido de engranajes oxidados resonaba en las paredes como un susurro interminable. Lyra se encontraba de pie frente a una gran ventana, sus ojos observaban la lluvia que azotaba el cristal, mientras sus cabellos oscuros caían en ondas suaves sobre su espalda. El corsé de metal y encaje, tejido con destreza, abrazaba su cuerpo como si fuera su segunda capa de piel. Parecía parte de la misma oscuridad que la rodeaba, una extensión de su esencia. Los engranajes en el fondo, aparentemente inanimados, daban un aire inquietante a la escena. Cada giro, cada pequeño clic de la maquinaria, parecía marcar el ritmo de un tiempo eterno y cruel. De repente, escucho pasos a su detrás, alguien avanzaba con cautela, como si el simple hecho de respirar en ese lugar pudiera desatar algo terrible. Sus pasos eran suaves, pero en el silencio de la sala, sonaban como truenos. Lyra ni siquiera de inmuto al inicio, pero cuando lo hizo y se giró, sus ojos brillaron con un azul grisaceo intenso, reflejando un abismo insondable. La fría expresión en su rostro no dejaba lugar a dudas. ♧ La eternidad observa todo con ojos vacíos- dijo con voz suave, pero cargada de algo oscuro - Pero yo soy la que da vida a sus más oscuros deseos. ¿Por qué has venido a perturbar el silencio de este reino?-
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  • El Eco del Frío Acero
    Fandom OC
    Categoría Original
    La oficina de Alaric Sterling era un santuario de mármol y acero pulido, un reflejo gélido de la determinación de su dueño. Los rascacielos de Seúl se extendían ante él, un lienzo de luces que no lograban calentar la frialdad que se había instalado en su pecho. Hacía unas semanas que él se había ido. Ni una nota, ni una llamada, solo el silencio ensordecedor que había dejado un vacío punzante. El CEO, el líder de la mafia, el Alfa Puro que lo tenía todo, se encontró de rodillas ante la huida de una sola persona.

    Pero Alaric Sterling no se permitía la debilidad. El dolor no era un lujo. Era un catalizador.

    Desde entonces, el trabajo se había convertido en su única amante, su única venganza. Cada negociación era más brutal, cada acuerdo más deshonesto. Su traje de tres piezas, impecable y caro, era una armadura. Su mirada, antes capaz de derretir el hielo, ahora era de acero forjado. Su aroma a sándalo y whisky se había vuelto más denso, más opresivo, anunciando su autoridad y su ira contenida.

    La voz de su asistente, una Beta eficiente y temerosa, lo sacó de sus pensamientos. "Señor Sterling, los hombres de los Kang están aquí. La reunión de las nueve."

    Alaric giró su silla de cuero negro, revelando una expresión que helaría la sangre de cualquiera. "Que pasen."

    No eran negociaciones, eran ejecuciones.

    Dos figuras entraron, hombres duros con rostros curtidos por años de servicio a los Kang, una familia rival que había osado cuestionar su autoridad en el puerto de Busan. Los Kang habían intentado desviar un envío, un cargamento de algo más que simple mercancía. Era un insulto.

    "Señor Sterling," dijo el primero, un Alfa corpulento con cicatrices, su voz forzadamente respetuosa. "Hemos venido a negociar el retraso del último cargamento."

    Alaric se puso de pie, su altura imponente empequeñeciendo a ambos. La oscuridad que lo había habitado desde el abandono se derramó en la habitación, un aura palpable de amenaza. No había necesidad de gritar. Su presencia lo decía todo.

    "¿Negociar?" La palabra salió de sus labios con la frialdad de una navaja. "Los Kang sabían las reglas. Un cargamento retrasado es un cargamento robado. Un robo es una afrenta."

    El segundo hombre, más joven y nervioso, intentó intervenir. "Hubo un malentendido, señor. Podríamos compensarle, doble, incluso el triple..."

    Alaric dio un paso al frente. Sus ojos, oscuros como el abismo, se fijaron en el Alfa corpulento. La mano de Alaric se levantó, no para golpear, sino para señalar la ventana que mostraba la ciudad.

    "¿Ven esas luces?" Su voz era un susurro mortal. "Cada una representa un dólar que he invertido, una vida que he arruinado, un obstáculo que he destruido para llegar a donde estoy."

    De repente, el Alfa corpulento cayó de rodillas, sin aliento, su rostro pálido. La presión invisible que Alaric ejercía era tan poderosa que el aire se volvió un muro. No era un ataque físico, era la manifestación pura de su dominio Alpha, intensificado por su ira.

    "Me deben. Y no me pagarán con dinero." Alaric miró al segundo hombre, que ahora temblaba incontrolablemente. "El mensaje es simple: la lealtad se paga con lealtad. La traición, con sangre."

    Los guardias de Alaric, figuras silenciosas y letales, entraron en la habitación. No hubo forcejeos, solo el sonido apagado de dos cuerpos siendo arrastrados fuera de la vista. La oficina quedó en silencio, con el aire aún cargado del aroma a miedo y la implacable presencia de Alaric.

    Volvió a su silla, el rostro inexpresivo. La ventana de su oficina reflejaba su soledad, la fría determinación de un hombre que había perdido la única calidez en su vida y ahora solo abrazaba el poder y la venganza. El eco del acero, el de las cadenas invisibles que ataban a sus enemigos, era el único sonido que podía calmar su corazón herido.
    La oficina de Alaric Sterling era un santuario de mármol y acero pulido, un reflejo gélido de la determinación de su dueño. Los rascacielos de Seúl se extendían ante él, un lienzo de luces que no lograban calentar la frialdad que se había instalado en su pecho. Hacía unas semanas que él se había ido. Ni una nota, ni una llamada, solo el silencio ensordecedor que había dejado un vacío punzante. El CEO, el líder de la mafia, el Alfa Puro que lo tenía todo, se encontró de rodillas ante la huida de una sola persona. Pero Alaric Sterling no se permitía la debilidad. El dolor no era un lujo. Era un catalizador. Desde entonces, el trabajo se había convertido en su única amante, su única venganza. Cada negociación era más brutal, cada acuerdo más deshonesto. Su traje de tres piezas, impecable y caro, era una armadura. Su mirada, antes capaz de derretir el hielo, ahora era de acero forjado. Su aroma a sándalo y whisky se había vuelto más denso, más opresivo, anunciando su autoridad y su ira contenida. La voz de su asistente, una Beta eficiente y temerosa, lo sacó de sus pensamientos. "Señor Sterling, los hombres de los Kang están aquí. La reunión de las nueve." Alaric giró su silla de cuero negro, revelando una expresión que helaría la sangre de cualquiera. "Que pasen." No eran negociaciones, eran ejecuciones. Dos figuras entraron, hombres duros con rostros curtidos por años de servicio a los Kang, una familia rival que había osado cuestionar su autoridad en el puerto de Busan. Los Kang habían intentado desviar un envío, un cargamento de algo más que simple mercancía. Era un insulto. "Señor Sterling," dijo el primero, un Alfa corpulento con cicatrices, su voz forzadamente respetuosa. "Hemos venido a negociar el retraso del último cargamento." Alaric se puso de pie, su altura imponente empequeñeciendo a ambos. La oscuridad que lo había habitado desde el abandono se derramó en la habitación, un aura palpable de amenaza. No había necesidad de gritar. Su presencia lo decía todo. "¿Negociar?" La palabra salió de sus labios con la frialdad de una navaja. "Los Kang sabían las reglas. Un cargamento retrasado es un cargamento robado. Un robo es una afrenta." El segundo hombre, más joven y nervioso, intentó intervenir. "Hubo un malentendido, señor. Podríamos compensarle, doble, incluso el triple..." Alaric dio un paso al frente. Sus ojos, oscuros como el abismo, se fijaron en el Alfa corpulento. La mano de Alaric se levantó, no para golpear, sino para señalar la ventana que mostraba la ciudad. "¿Ven esas luces?" Su voz era un susurro mortal. "Cada una representa un dólar que he invertido, una vida que he arruinado, un obstáculo que he destruido para llegar a donde estoy." De repente, el Alfa corpulento cayó de rodillas, sin aliento, su rostro pálido. La presión invisible que Alaric ejercía era tan poderosa que el aire se volvió un muro. No era un ataque físico, era la manifestación pura de su dominio Alpha, intensificado por su ira. "Me deben. Y no me pagarán con dinero." Alaric miró al segundo hombre, que ahora temblaba incontrolablemente. "El mensaje es simple: la lealtad se paga con lealtad. La traición, con sangre." Los guardias de Alaric, figuras silenciosas y letales, entraron en la habitación. No hubo forcejeos, solo el sonido apagado de dos cuerpos siendo arrastrados fuera de la vista. La oficina quedó en silencio, con el aire aún cargado del aroma a miedo y la implacable presencia de Alaric. Volvió a su silla, el rostro inexpresivo. La ventana de su oficina reflejaba su soledad, la fría determinación de un hombre que había perdido la única calidez en su vida y ahora solo abrazaba el poder y la venganza. El eco del acero, el de las cadenas invisibles que ataban a sus enemigos, era el único sonido que podía calmar su corazón herido.
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  • Todo estaba en silencio, excepto por el débil latido que provenía del objeto entre sus manos.
    Un corazón. No uno cualquiera. Uno forjado en cristal encantado, palpitante de recuerdos, juramentos y ruinas emocionales.

    Sus dedos, fríos y elegantes, sostenían el corazón como si fuese lo último que merecía cuidado en ese mundo agonizante.

    ♧ Aún late… —susurró. Sus ojos, tan profundos como una noche sin luna, no miraban el corazón, sino más allá. Como si pudiera ver a través de el...

    ♧ A pesar de todo lo que hiciste...A pesar de todo lo que yo hice... - La luz del corazón tembló. Una grieta luminosa cruzó su superficie — No debería quedarme con esto...el amor es una maldición...-
    Todo estaba en silencio, excepto por el débil latido que provenía del objeto entre sus manos. Un corazón. No uno cualquiera. Uno forjado en cristal encantado, palpitante de recuerdos, juramentos y ruinas emocionales. Sus dedos, fríos y elegantes, sostenían el corazón como si fuese lo último que merecía cuidado en ese mundo agonizante. ♧ Aún late… —susurró. Sus ojos, tan profundos como una noche sin luna, no miraban el corazón, sino más allá. Como si pudiera ver a través de el... ♧ A pesar de todo lo que hiciste...A pesar de todo lo que yo hice... - La luz del corazón tembló. Una grieta luminosa cruzó su superficie — No debería quedarme con esto...el amor es una maldición...-
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  • ⠀⠀⠀Las hojas secas crujieron bajo sus botas, marcando el camino que una vez corrió de niña. En su mente, aún podía escuchar el eco de las risas que se habían vuelto amargas y el sonido de las puertas que se habían cerrado para siempre.

    —¿Nerviosa, Kazuha~? —se preguntó, con un tono ligeramente burlón. Tenía esa costumbre de hablar sola todo el tiempo, después de todo la única persona en la que confiaba era ella misma.

    ⠀⠀⠀Se detuvo frente a la verja de hierro forjado, oxidada por el tiempo y el abandono. Detrás, se alzaba la casa que había sido su hogar en un pasado ya lejano, y que había permanecido abandonada durante muchos años... hasta ahora.

    ⠀⠀⠀Empujó la verja con un chirrido que quebró el silencio del vecindario. Caminó por el sendero de adoquines hundidos, ahora casi devorados por la hierba y la maleza. Subió los escalones de la escalinata que se curveaba hacia el pórtico. La pintura de las paredes ahora estaba resquebrajada, las ventanas no dejaban ver hacia el interior por el polvo y la suciedad. Extendió una mano, pero se detuvo a centímetros de la puerta de roble macizo. ¿Que esperaba encontrar? ¿Fantasmas familiares? ¿El rastro de la niña que fue antes de que todo se pudriera?. La puerta principal cedió. El vestíbulo era vasto y oscuro. Una escalera imperial amplia, llevaba hacia la penumbra del segundo piso.

    ⠀⠀⠀Alzó su mano y deslizó un dedo sobre la superficie de una mesa de madera. La yema de su dedo se ennegreció al instante por la mugre y el polvo.

    —Tsk, parece que nadie ha puesto un pie aquí en muuucho tiempo... —su voz resonó en el vacío, y fue devuelta como un eco.

    ⠀⠀⠀En aquel momento, como respondiendo a su llegada, una mariposa de un rojo casi sanguíneo, vibrante y antinatural, surgió de la nada. Revoloteó a través de las partículas de polvo que flotaban en los rayos de luz filtrados por los vitrales sucios, y se posó con delicadeza sobre su cabello oscuro, como una joya sobre una corona olvidada. 𝘍𝘪𝘯𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘢 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘴𝘶 𝘳𝘦𝘪𝘯𝘰 𝘦𝘯 𝘳𝘶𝘪𝘯𝘢𝘴.
    ⠀⠀⠀Las hojas secas crujieron bajo sus botas, marcando el camino que una vez corrió de niña. En su mente, aún podía escuchar el eco de las risas que se habían vuelto amargas y el sonido de las puertas que se habían cerrado para siempre. —¿Nerviosa, Kazuha~? —se preguntó, con un tono ligeramente burlón. Tenía esa costumbre de hablar sola todo el tiempo, después de todo la única persona en la que confiaba era ella misma. ⠀⠀⠀Se detuvo frente a la verja de hierro forjado, oxidada por el tiempo y el abandono. Detrás, se alzaba la casa que había sido su hogar en un pasado ya lejano, y que había permanecido abandonada durante muchos años... hasta ahora. ⠀⠀⠀Empujó la verja con un chirrido que quebró el silencio del vecindario. Caminó por el sendero de adoquines hundidos, ahora casi devorados por la hierba y la maleza. Subió los escalones de la escalinata que se curveaba hacia el pórtico. La pintura de las paredes ahora estaba resquebrajada, las ventanas no dejaban ver hacia el interior por el polvo y la suciedad. Extendió una mano, pero se detuvo a centímetros de la puerta de roble macizo. ¿Que esperaba encontrar? ¿Fantasmas familiares? ¿El rastro de la niña que fue antes de que todo se pudriera?. La puerta principal cedió. El vestíbulo era vasto y oscuro. Una escalera imperial amplia, llevaba hacia la penumbra del segundo piso. ⠀⠀⠀Alzó su mano y deslizó un dedo sobre la superficie de una mesa de madera. La yema de su dedo se ennegreció al instante por la mugre y el polvo. —Tsk, parece que nadie ha puesto un pie aquí en muuucho tiempo... —su voz resonó en el vacío, y fue devuelta como un eco. ⠀⠀⠀En aquel momento, como respondiendo a su llegada, una mariposa de un rojo casi sanguíneo, vibrante y antinatural, surgió de la nada. Revoloteó a través de las partículas de polvo que flotaban en los rayos de luz filtrados por los vitrales sucios, y se posó con delicadeza sobre su cabello oscuro, como una joya sobre una corona olvidada. 𝘍𝘪𝘯𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘢 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘴𝘶 𝘳𝘦𝘪𝘯𝘰 𝘦𝘯 𝘳𝘶𝘪𝘯𝘢𝘴.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte!

    Hoy damos la bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡Cassian !

    Cassian, general y comandante de los ejércitos de la Corte Noche, es un ilyrio forjado en batalla y leal hasta la médula. Con fuerza imponente y un corazón marcado por la lealtad, vive y lucha bajo una sola convicción: proteger a quienes no pueden defenderse.


    ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo.

    Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!

    Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie:

    Normas básicas del de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines

    Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS

    Grupo exclusivo para Personajes 3D:
    https://ficrol.com/groups/Personajes3D

    Directorios para encontrar personajes y fandoms afines
    Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS
    Fandoms disponibles en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL

    ¿Quieres mejorar tu escritura o narración?
    https://ficrol.com/pages/RinconEscritor


    ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol!

    #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte! 🎉 Hoy damos la bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡[Lord.0f.Bastards]! Cassian, general y comandante de los ejércitos de la Corte Noche, es un ilyrio forjado en batalla y leal hasta la médula. Con fuerza imponente y un corazón marcado por la lealtad, vive y lucha bajo una sola convicción: proteger a quienes no pueden defenderse. 👋 ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie: 📌 Normas básicas del de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines 👩‍🏫 Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 👥 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar personajes y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS 🔗 Fandoms disponibles en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL 📝 ¿Quieres mejorar tu escritura o narración? 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol! 🚀🔥 #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
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  • El parque estaba casi vacío, bañado por la luz dorada del atardecer. Lilith Blackwood se había instalado en una banca de hierro forjado, cruzando una pierna sobre la otra con elegancia casual.

    Con el celular entre las manos, Lilith deslizaba lentamente por su perfil de Instagram. Las fotos brillaban en la pantalla: poses calculadas, miradas intensas, escenarios urbanos y editoriales. Todo impecable… pero algo no le terminaba de convencer.

    —“¿Demasiado frío? ¿Demasiado perfecto?” —pensó, frunciendo levemente el ceño.

    Amplió una imagen en blanco y negro donde su silueta se recortaba contra un ventanal lluvioso. Era hermosa, sí, pero distante. Cerró los ojos un segundo, dejando que el aire fresco le despeinara un mechón rebelde.

    —“Tal vez necesito algo más crudo… más real. ¿Y si muestro algo de mí fuera del lente? Un detrás de cámaras, una risa espontánea, un momento sin filtro…”

    Feliz y con ideas en la cabeza abrió la app de notas y escribió:
    > “Nueva sesión: luz natural, sin maquillaje. Café, libros, piel real. Mostrarme sin escudos.” <

    Sonrió apenas. No era una decisión definitiva, pero era un comienzo. Guardó el teléfono, se recostó hacia atrás y dejó que el cielo se tiñera sobre su blanco cabello dándole un color dorado mientras cerraba los ojos suavemente.
    El parque estaba casi vacío, bañado por la luz dorada del atardecer. Lilith Blackwood se había instalado en una banca de hierro forjado, cruzando una pierna sobre la otra con elegancia casual. Con el celular entre las manos, Lilith deslizaba lentamente por su perfil de Instagram. Las fotos brillaban en la pantalla: poses calculadas, miradas intensas, escenarios urbanos y editoriales. Todo impecable… pero algo no le terminaba de convencer. —“¿Demasiado frío? ¿Demasiado perfecto?” —pensó, frunciendo levemente el ceño. Amplió una imagen en blanco y negro donde su silueta se recortaba contra un ventanal lluvioso. Era hermosa, sí, pero distante. Cerró los ojos un segundo, dejando que el aire fresco le despeinara un mechón rebelde. —“Tal vez necesito algo más crudo… más real. ¿Y si muestro algo de mí fuera del lente? Un detrás de cámaras, una risa espontánea, un momento sin filtro…” Feliz y con ideas en la cabeza abrió la app de notas y escribió: > “Nueva sesión: luz natural, sin maquillaje. Café, libros, piel real. Mostrarme sin escudos.” < Sonrió apenas. No era una decisión definitiva, pero era un comienzo. Guardó el teléfono, se recostó hacia atrás y dejó que el cielo se tiñera sobre su blanco cabello dándole un color dorado mientras cerraba los ojos suavemente.
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  • 𝐂𝐈𝐔𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄 𝐂𝐄𝐍𝐈𝐙𝐀𝐒 – 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐈
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐄𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    Los cielos sangraban. Columnas humeantes y cenizas ascendían hasta perderse en la noche, mientras los gritos de guerra resonaban como ecos que rasgaban la noche. Fuego y oscuridad fundidos en uno solo.

    Entre las ruinas, un carro de guerra se abría paso entre los escombros, atravesando una ciudad que estaba condenada y que pronto, lo único que quedaría de ella era un nombre y un recuerdo distante. El suelo temblaba bajo sus ruedas, que esquivaban flechas, espadas, cuerpos y piedras que caían a su alrededor.

    Las llamas recortaron la silueta cálida de un jinete que se abalanzó por el costado del carro. Su espada descendió con furia contra el escudo del héroe abordo, haciéndolo vibrar como un trueno cruzando en el cielo al absorber el impacto.

    El héroe alzó su brazo, arrastrando ambas armas y dejando el espacio suficiente para que el filo de bronce celestial de su espada abriera el abdomen desprotegido del jinete, que cayó desplomado de su montura.

    ────¡Rápido! –gruñó a su compañero que sujetaba las riendas– Tenemos que salir de aquí.

    ────No falta mucho para que lleguemos. Acates nos está esperando del otro lado.

    A lo lejos, la muralla se erigió sobre la ciudad. Un gigante imperturbable a la masacre que se suscitó en el interior de sus muros. El héroe apretó el puño.

    No había podido salvar a su gente. Ni a su ciudad. Ellos los habían abordado durante la noche, arrancándoles la vida en medio de sus sueños. Que tontos, que ilusos fueron al creer que tenían la victoria en sus manos.

    «Más rápido».

    Las enormes puertas del norte estaban abiertas de par en par. Una última oportunidad. El viento silbaba entre las llamas. La ciudad ardía a su alrededor convertida en una tumba. Su tumba.

    ────¡Los muelles cayeron! –su compañero apretó los dientes. Las ruedas saltaron sobre los escombros–. Tomaremos el río subterráneo. Si no nos traga primero, nos escupirá libres a...

    El aire silbó. Un destello de hierro.

    No pudo terminar. Una lanza afilada atravesó su pecho y su grito se quebró en la sangre. Su cuerpo trastabilló y rodó sin vida al suelo.

    Se quedó helado. Todo a su alrededor parecía desvanecerse: el choque de las espadas, las flechas surcando la noche, el rugido de las llamas. Solo escuchaba el golpe seco del cuerpo de su amigo contra las piedras, repitiéndose una y otra vez.

    «No».

    El héroe se inclinó y jaló las riendas con un rugido de furia. Los caballos relincharon, encabritándose y por un instante, el carro se elevó entre la cenizas antes de detenerse en seco.

    El héroe saltó del carro y corrió hacia su compañero caído. Sus dedos, helados y temblorosos, retiraron el casco de su cabeza y apretaron con fuerza aquella mano que pronto comenzaba a enfriarse.

    Su compañero, el hombre que había compartido con él tantas batallas. El que sabía cuándo callar. Cuándo reírse de la muerte para no dejarse tragar por el miedo a ella. Un hermano forjado en el campo de batalla y que en ese momento, se le escapaba de entre los dedos.

    «No...»

    En el borde de la plaza central, una figura gloriosa se alzó entre las sombras y el fuego. El general Diomedes contemplaba la escena con una calma cruel, mortal. Era un agila majestuosa, vigilando desde lo alto, aguardando el momento de descender sobre su presa.

    ────Ustedes vayan por los demás –ordenó a sus hombres, sin apartar la mirada–. El chico es mío.

    Diomedes se inclinó y arrancó una lanza enemiga del suelo, con un movimiento elegante, solemne. La sostuvo como si fuera el cetro de un heraldo de la muerte y sus labios se curvaron en una sonrisa fría, letal.

    ────¡Ah! No temas hijo de la Tejedora de Engaños –dijo con falsa dulzura. Cada palabra destilando burla–. No sufrirás mucho. Pronto te reunirás con tu pobre amigo en el mundo de los muertos.

    Diomedes arrojó la lanza.

    Una voz femenina resonó en el humo denso, llamando al héroe.

    ────¡Eneas!

    El corazón del héroe latió con fuerza. La lanza cortó el aire, la punta reflejando la ciudad sangrando en ruinas.

    ────¡Eneas!

    Alzó la mirada. Entre la bruma espesa y partículas ardientes de cenizas, una figura avanzaba. La habría reconocido en la más densa oscuridad. Pequeña, grácil. Con su cabello color vino flotando con cada paso, sus sandalias doradas corriendo en el caos.

    Era ella. Aquella mujer que lo crío bajo el disfraz de una dulce nodriza. La que lo escuchó en sus noches más oscuras. La que sostuvo su mano cuando nadie más lo hizo. Su confidente. Su guardiana.

    Afro.

    Y ahora corría hacia el sin pensar en el peligro, su rostro celestial pálido del terror.

    Su madre, la diosa del amor había llegado para salvar a su hijo.
    𝐂𝐈𝐔𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄 𝐂𝐄𝐍𝐈𝐙𝐀𝐒 🔥 – 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐈 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐄𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 Los cielos sangraban. Columnas humeantes y cenizas ascendían hasta perderse en la noche, mientras los gritos de guerra resonaban como ecos que rasgaban la noche. Fuego y oscuridad fundidos en uno solo. Entre las ruinas, un carro de guerra se abría paso entre los escombros, atravesando una ciudad que estaba condenada y que pronto, lo único que quedaría de ella era un nombre y un recuerdo distante. El suelo temblaba bajo sus ruedas, que esquivaban flechas, espadas, cuerpos y piedras que caían a su alrededor. Las llamas recortaron la silueta cálida de un jinete que se abalanzó por el costado del carro. Su espada descendió con furia contra el escudo del héroe abordo, haciéndolo vibrar como un trueno cruzando en el cielo al absorber el impacto. El héroe alzó su brazo, arrastrando ambas armas y dejando el espacio suficiente para que el filo de bronce celestial de su espada abriera el abdomen desprotegido del jinete, que cayó desplomado de su montura. ────¡Rápido! –gruñó a su compañero que sujetaba las riendas– Tenemos que salir de aquí. ────No falta mucho para que lleguemos. Acates nos está esperando del otro lado. A lo lejos, la muralla se erigió sobre la ciudad. Un gigante imperturbable a la masacre que se suscitó en el interior de sus muros. El héroe apretó el puño. No había podido salvar a su gente. Ni a su ciudad. Ellos los habían abordado durante la noche, arrancándoles la vida en medio de sus sueños. Que tontos, que ilusos fueron al creer que tenían la victoria en sus manos. «Más rápido». Las enormes puertas del norte estaban abiertas de par en par. Una última oportunidad. El viento silbaba entre las llamas. La ciudad ardía a su alrededor convertida en una tumba. Su tumba. ────¡Los muelles cayeron! –su compañero apretó los dientes. Las ruedas saltaron sobre los escombros–. Tomaremos el río subterráneo. Si no nos traga primero, nos escupirá libres a... El aire silbó. Un destello de hierro. No pudo terminar. Una lanza afilada atravesó su pecho y su grito se quebró en la sangre. Su cuerpo trastabilló y rodó sin vida al suelo. Se quedó helado. Todo a su alrededor parecía desvanecerse: el choque de las espadas, las flechas surcando la noche, el rugido de las llamas. Solo escuchaba el golpe seco del cuerpo de su amigo contra las piedras, repitiéndose una y otra vez. «No». El héroe se inclinó y jaló las riendas con un rugido de furia. Los caballos relincharon, encabritándose y por un instante, el carro se elevó entre la cenizas antes de detenerse en seco. El héroe saltó del carro y corrió hacia su compañero caído. Sus dedos, helados y temblorosos, retiraron el casco de su cabeza y apretaron con fuerza aquella mano que pronto comenzaba a enfriarse. Su compañero, el hombre que había compartido con él tantas batallas. El que sabía cuándo callar. Cuándo reírse de la muerte para no dejarse tragar por el miedo a ella. Un hermano forjado en el campo de batalla y que en ese momento, se le escapaba de entre los dedos. «No...» En el borde de la plaza central, una figura gloriosa se alzó entre las sombras y el fuego. El general Diomedes contemplaba la escena con una calma cruel, mortal. Era un agila majestuosa, vigilando desde lo alto, aguardando el momento de descender sobre su presa. ────Ustedes vayan por los demás –ordenó a sus hombres, sin apartar la mirada–. El chico es mío. Diomedes se inclinó y arrancó una lanza enemiga del suelo, con un movimiento elegante, solemne. La sostuvo como si fuera el cetro de un heraldo de la muerte y sus labios se curvaron en una sonrisa fría, letal. ────¡Ah! No temas hijo de la Tejedora de Engaños –dijo con falsa dulzura. Cada palabra destilando burla–. No sufrirás mucho. Pronto te reunirás con tu pobre amigo en el mundo de los muertos. Diomedes arrojó la lanza. Una voz femenina resonó en el humo denso, llamando al héroe. ────¡Eneas! El corazón del héroe latió con fuerza. La lanza cortó el aire, la punta reflejando la ciudad sangrando en ruinas. ────¡Eneas! Alzó la mirada. Entre la bruma espesa y partículas ardientes de cenizas, una figura avanzaba. La habría reconocido en la más densa oscuridad. Pequeña, grácil. Con su cabello color vino flotando con cada paso, sus sandalias doradas corriendo en el caos. Era ella. Aquella mujer que lo crío bajo el disfraz de una dulce nodriza. La que lo escuchó en sus noches más oscuras. La que sostuvo su mano cuando nadie más lo hizo. Su confidente. Su guardiana. Afro. Y ahora corría hacia el sin pensar en el peligro, su rostro celestial pálido del terror. Su madre, la diosa del amor había llegado para salvar a su hijo.
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  • Promesa
    Categoría Romance
    -En aquel lugar de su palacio y reino de la lujuria, cuna de cuervos ya algunos extintos en el infierno, cielo y tierra, iluminado por candelabros de fuego azul y púrpura alumbrando Las paredes cubiertas de tapices que susurran un pasado desconocido para cualquier ser ajeno a los pecados. Sebastián, impecablemente vestido con su típico uniforme negro curiosamente similar a la de un mayordomo de alguna clase alta, se acerco al balcón donde su amado —a quien llama y reconoce como “pajarillo”— contempla la gema carmesí que cuelga sobre el castillo del pecado lujurioso (la gema no es algo al azar en aquel castillo, aquel objeto tiene más historia de lo que aparenta ser)-


    Pajarillo …
    ¿Sabias?

    -sujeto la cintura de su pareja rompiendo cualquier distancia que los pudiera separar, juntando sus cuerpos en uno solo-

    Hay pecados que se deslizan como seda entre los dedos, pecados a los que debes de tener, quizas estás ante uno de los más aterradores aún así ... Este castillo, este templo de lujuria, no es sino un espejo de lo que arde en mi pecho desde que tus ojos se posaron en mí como la brisa sobre océano.

    He servido a demonios, he pactado con almas rotas, he visto la eternidad desangrarse de mil formas… pero jamás, jamás había sentido que el tiempo se detuviera hasta que tú, con tu retrinar nocturno, me dijiste vendesiste al dedicar más que palabras de odio cuando me presenté a usurpar tu cuerpo y me diste la oportunidad de confiar ni destrozado corazón en la palma de tus manos.

    Tú, que caminas entre sombras con la gracia de un pecado que no quiere ser perdonado. Tú, que me llamas por mi nombre como si lo hubieras inventado tú mismo. Tú, que me haces desear no la sangre… sino el calor de una caricia sin lujuria de por medio.

    Pajarillo… ¿puedes oír cómo mi alma, si es que aún queda algo de ella, tiembla cuando estás cerca?
    No soy humano, quizás ni siquiera este vivo y sin embargo, contigo me siento más vivo que cualquier ser en la tierra.

    Este palacio, que ha sido testigo de mil pasiones condenadas, hoy será testigo de algo más puro que cualquier redención: mi rendición ante ti.

    -libero su cuerpo para ponerse de rodillas bajando la cabeza llevándose una mano al pecho mostrando respeto como lo haría si estuviera "haciendo un pacto a cambio de una condenada alma a la que deberá llamar amo hasta que se la puerta comer"-

    Así que escucha, y escucha bien, porque lo que voy a decir no lo repetiré ni ante el mismo Lucifer.....

    -deslizo una mano por el bolsillo interno de su abrigo sacando una pequeña caja de madera negra cuyo interior contenía un antiguo "instrumento" familiar. Una gema sin color atada a un trozo de cuerda algo malgastado por los siglos-

    Quiero que seas mío. No como un contrato, no como un amo, no como un juego.
    Quiero que seas mío como el cielo pertenece a las estrellas, como la música pertenece al silencio.

    Pajarillo…
    ¿Aceptarías este anillo, forjado al nacer de mi existencia?
    ¿Aceptarías mi mano, aunque esté manchada de siglos de servidumbre y lujuria?
    ¿Aceptarías mi eternidad, aunque esté envuelta en la promesa de que jamás te dejaré volar solo?

    Sé que es cursi. Sé que suena como un poema escrito por un ángel enamorado de su ruina.
    Pero si el amor no es cursi, entonces no es amor, solo contigo no deseo vivir en la lujuria sino del amor.

    Así que dime, pajarillo mío…
    ¿Volarías conmigo, incluso si nuestras alas fueran hechas de deseo y condena?
    ¿Serías mi esposo, mi compañero, mi única razón para desafiar el infierno y burlarme del cielo?

    Porque si tú dices que sí…
    Entonces este palacio, este pecado, este demonio… todo será tuyo.
    Y yo, Sebastián Michaelis, me arrodillaré ante ti no como sirviente… sino como amante eterno.
    -En aquel lugar de su palacio y reino de la lujuria, cuna de cuervos ya algunos extintos en el infierno, cielo y tierra, iluminado por candelabros de fuego azul y púrpura alumbrando Las paredes cubiertas de tapices que susurran un pasado desconocido para cualquier ser ajeno a los pecados. Sebastián, impecablemente vestido con su típico uniforme negro curiosamente similar a la de un mayordomo de alguna clase alta, se acerco al balcón donde su amado —a quien llama y reconoce como “pajarillo”— contempla la gema carmesí que cuelga sobre el castillo del pecado lujurioso (la gema no es algo al azar en aquel castillo, aquel objeto tiene más historia de lo que aparenta ser)- Pajarillo … ¿Sabias? -sujeto la cintura de su pareja rompiendo cualquier distancia que los pudiera separar, juntando sus cuerpos en uno solo- Hay pecados que se deslizan como seda entre los dedos, pecados a los que debes de tener, quizas estás ante uno de los más aterradores aún así ... Este castillo, este templo de lujuria, no es sino un espejo de lo que arde en mi pecho desde que tus ojos se posaron en mí como la brisa sobre océano. He servido a demonios, he pactado con almas rotas, he visto la eternidad desangrarse de mil formas… pero jamás, jamás había sentido que el tiempo se detuviera hasta que tú, con tu retrinar nocturno, me dijiste vendesiste al dedicar más que palabras de odio cuando me presenté a usurpar tu cuerpo y me diste la oportunidad de confiar ni destrozado corazón en la palma de tus manos. Tú, que caminas entre sombras con la gracia de un pecado que no quiere ser perdonado. Tú, que me llamas por mi nombre como si lo hubieras inventado tú mismo. Tú, que me haces desear no la sangre… sino el calor de una caricia sin lujuria de por medio. Pajarillo… ¿puedes oír cómo mi alma, si es que aún queda algo de ella, tiembla cuando estás cerca? No soy humano, quizás ni siquiera este vivo y sin embargo, contigo me siento más vivo que cualquier ser en la tierra. Este palacio, que ha sido testigo de mil pasiones condenadas, hoy será testigo de algo más puro que cualquier redención: mi rendición ante ti. -libero su cuerpo para ponerse de rodillas bajando la cabeza llevándose una mano al pecho mostrando respeto como lo haría si estuviera "haciendo un pacto a cambio de una condenada alma a la que deberá llamar amo hasta que se la puerta comer"- Así que escucha, y escucha bien, porque lo que voy a decir no lo repetiré ni ante el mismo Lucifer..... -deslizo una mano por el bolsillo interno de su abrigo sacando una pequeña caja de madera negra cuyo interior contenía un antiguo "instrumento" familiar. Una gema sin color atada a un trozo de cuerda algo malgastado por los siglos- Quiero que seas mío. No como un contrato, no como un amo, no como un juego. Quiero que seas mío como el cielo pertenece a las estrellas, como la música pertenece al silencio. Pajarillo… ¿Aceptarías este anillo, forjado al nacer de mi existencia? ¿Aceptarías mi mano, aunque esté manchada de siglos de servidumbre y lujuria? ¿Aceptarías mi eternidad, aunque esté envuelta en la promesa de que jamás te dejaré volar solo? Sé que es cursi. Sé que suena como un poema escrito por un ángel enamorado de su ruina. Pero si el amor no es cursi, entonces no es amor, solo contigo no deseo vivir en la lujuria sino del amor. Así que dime, pajarillo mío… ¿Volarías conmigo, incluso si nuestras alas fueran hechas de deseo y condena? ¿Serías mi esposo, mi compañero, mi única razón para desafiar el infierno y burlarme del cielo? Porque si tú dices que sí… Entonces este palacio, este pecado, este demonio… todo será tuyo. Y yo, Sebastián Michaelis, me arrodillaré ante ti no como sirviente… sino como amante eterno.
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    *Estábamos en clase teórica con mi protegida mientras escribía unos pergaminos que debía terminar.*

    "Por favor ¿Puedes pasarme el tomo del tratado de zombificación 1? Está en la parte de arriba de la estantería."

    *Cuando ella sacó el libro, sin querer se soltó el grimorio gigante de al lado y con el peso de un yunque forjado en turbo hierro y su título era "Cómo hacer almohadas blanditas" me cayó en toda la cabezota estampandose en mi cara*

    "¡AAAAAAAAAAAAAY! ¡HAKU! ¡NIÑA IMPRUDENTE TEN MAS CUIDADO!

    *El resto del día tuve que andar con un parche en el ojo por el pequeño incidente...cosas que pasan en las clases de Nigromancia.*
    [ripple_ruby_deer_521] *Estábamos en clase teórica con mi protegida mientras escribía unos pergaminos que debía terminar.* "Por favor ¿Puedes pasarme el tomo del tratado de zombificación 1? Está en la parte de arriba de la estantería." *Cuando ella sacó el libro, sin querer se soltó el grimorio gigante de al lado y con el peso de un yunque forjado en turbo hierro y su título era "Cómo hacer almohadas blanditas" me cayó en toda la cabezota estampandose en mi cara* "¡AAAAAAAAAAAAAY! ¡HAKU! ¡NIÑA IMPRUDENTE TEN MAS CUIDADO! :STK-77: *El resto del día tuve que andar con un parche en el ojo por el pequeño incidente...cosas que pasan en las clases de Nigromancia.*
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    BATALLA SUPREMA

    Crimson Zeraphys vs Ignia Ishtar – El Rugido del Fuego y la Sangre

    Escenario
    La Arena Carmesí de los Dioses Caídos, un coliseo infinito forjado con huesos de titanes y columnas de obsidiana bañadas en fuego eterno. El cielo arde en tonos escarlata, atravesado por relámpagos negros que caen sin cesar. Miles de sombras ancestrales observan en silencio desde las gradas, sedientas de destrucción y gloria.

    El Choque

    Las puertas del coliseo se abren con estruendo.
    ➙ Crimson Zeraphys aparece envuelto en un aura oscura y sofocante, cada paso suyo hace temblar el suelo como si la tierra misma temiera su presencia. De su boca emana humo carmesí, y en sus ojos arde la sabiduría cruel de incontables eras.

    ➙ Frente a él, Ignia Ishtar, el guerrero ígneo del linaje Ishtar, se abre paso entre cadenas ardientes que lo rodean como serpientes de fuego. Su cuerpo resplandece con la furia de un volcán despierto, y su sonrisa desafiante hace que incluso los espíritus del público retrocedan.

    El choque inicia con un estruendo que sacude dimensiones: la sangre ancestral contra el fuego eterno.

    Habilidades
    ▴Crimson Zeraphys▴

    ◈ Sangre Carmesí: su vitalidad se convierte en un arma, curando sus heridas mientras impregna el campo de batalla con una niebla de locura y muerte.
    ◈ Aura de Dominio: su sola presencia aplastar la voluntad de quienes lo enfrentan.
    ◈ Puño del Eclipse: concentra energía oscura en sus manos, capaces de pulverizar montañas con un golpe.
    ◈ Resurrección del Abismo: puede volver de la muerte alimentándose de la desesperación y la sangre derramada.

    ♨ Ignia Ishtar ♨

    ♢ Llamas Eternas: manipula el fuego primordial, un fuego que nunca se extingue y consume incluso la oscuridad.
    ♢ Cadenas del Infierno: invoca cadenas ardientes que inmovilizan y desgarran a sus enemigos.
    ♢ Corazón Ígneo: cuanto más se prolonga la batalla, más fuerte se vuelve, aumentando su poder con cada herida recibida.
    ♢ Erupción Final: libera toda la energía de su cuerpo en una explosión volcánica capaz de borrar ciudades enteras.

    Clímax

    La arena se convierte en un infierno viviente. Ignia lanza una tormenta de llamas que arrasan con columnas enteras, pero Zeraphys atraviesa el fuego con una risa grave, absorbiendo la energía ardiente con su Sangre Carmesí.

    El guerrero Ishtar, encadenando el cuerpo de su rival, lo arrastra al aire y lo estrella contra el suelo en una erupción de magma, pero el anciano carmesí se levanta, regenerando sus heridas con la sangre que gotea de las sombras del coliseo.

    El duelo se vuelve un intercambio brutal: fuego contra oscuridad, juventud desafiante contra sabiduría letal.

    🔥 BATALLA SUPREMA Crimson Zeraphys vs Ignia Ishtar – El Rugido del Fuego y la Sangre 🌌 Escenario La Arena Carmesí de los Dioses Caídos, un coliseo infinito forjado con huesos de titanes y columnas de obsidiana bañadas en fuego eterno. El cielo arde en tonos escarlata, atravesado por relámpagos negros que caen sin cesar. Miles de sombras ancestrales observan en silencio desde las gradas, sedientas de destrucción y gloria. ⚔️ El Choque Las puertas del coliseo se abren con estruendo. ➙ Crimson Zeraphys aparece envuelto en un aura oscura y sofocante, cada paso suyo hace temblar el suelo como si la tierra misma temiera su presencia. De su boca emana humo carmesí, y en sus ojos arde la sabiduría cruel de incontables eras. ➙ Frente a él, Ignia Ishtar, el guerrero ígneo del linaje Ishtar, se abre paso entre cadenas ardientes que lo rodean como serpientes de fuego. Su cuerpo resplandece con la furia de un volcán despierto, y su sonrisa desafiante hace que incluso los espíritus del público retrocedan. El choque inicia con un estruendo que sacude dimensiones: la sangre ancestral contra el fuego eterno. 🔥 Habilidades ▴Crimson Zeraphys▴ ◈ Sangre Carmesí: su vitalidad se convierte en un arma, curando sus heridas mientras impregna el campo de batalla con una niebla de locura y muerte. ◈ Aura de Dominio: su sola presencia aplastar la voluntad de quienes lo enfrentan. ◈ Puño del Eclipse: concentra energía oscura en sus manos, capaces de pulverizar montañas con un golpe. ◈ Resurrección del Abismo: puede volver de la muerte alimentándose de la desesperación y la sangre derramada. ♨ Ignia Ishtar ♨ ♢ Llamas Eternas: manipula el fuego primordial, un fuego que nunca se extingue y consume incluso la oscuridad. ♢ Cadenas del Infierno: invoca cadenas ardientes que inmovilizan y desgarran a sus enemigos. ♢ Corazón Ígneo: cuanto más se prolonga la batalla, más fuerte se vuelve, aumentando su poder con cada herida recibida. ♢ Erupción Final: libera toda la energía de su cuerpo en una explosión volcánica capaz de borrar ciudades enteras. ⚡ Clímax La arena se convierte en un infierno viviente. Ignia lanza una tormenta de llamas que arrasan con columnas enteras, pero Zeraphys atraviesa el fuego con una risa grave, absorbiendo la energía ardiente con su Sangre Carmesí. El guerrero Ishtar, encadenando el cuerpo de su rival, lo arrastra al aire y lo estrella contra el suelo en una erupción de magma, pero el anciano carmesí se levanta, regenerando sus heridas con la sangre que gotea de las sombras del coliseo. El duelo se vuelve un intercambio brutal: fuego contra oscuridad, juventud desafiante contra sabiduría letal.
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