— 𝗜𝗗𝗘𝗔 𝗗𝗘 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥 : 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗡 𝗦𝗘 𝗣𝗘𝗥𝗗𝗜𝗢́ : Despertó a las orillas de un desconocido río, en un desconocido bosque rodeado por densa vegetación; estando herida y notablemente golpeada por algo que le costaba recordar.
❝ .... ❞ Se levantó de su lugar, empapada y con una armadura de acero llena de abolladuras y que, por el impacto y el agua, estaba prácticamente inservible, haciendo que tenga que levantarse para quitarse todo el pesado equipo, que arrojó al suelo con pesadez.
— 𝗜𝗗𝗘𝗔 𝗗𝗘 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥 : 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗡 𝗦𝗘 𝗣𝗘𝗥𝗗𝗜𝗢́
🪓: Despertó a las orillas de un desconocido río, en un desconocido bosque rodeado por densa vegetación; estando herida y notablemente golpeada por algo que le costaba recordar.
❝ .... ❞ Se levantó de su lugar, empapada y con una armadura de acero llena de abolladuras y que, por el impacto y el agua, estaba prácticamente inservible, haciendo que tenga que levantarse para quitarse todo el pesado equipo, que arrojó al suelo con pesadez.
*Ese hermoso recuedo junto al su amado rubio fue el mejor pues no tenían nada que hacer, así que aprovechando el tiempo, sale a caminar al bosque mientras se toman de las manos para hablar un poco de los días que no se había visto. *
*Ese hermoso recuedo junto al su amado rubio fue el mejor pues no tenían nada que hacer, así que aprovechando el tiempo, sale a caminar al bosque mientras se toman de las manos para hablar un poco de los días que no se había visto. *
El mar rugía con un ritmo tranquilo cuando la pequeño adulta puercoespín, acurrucaa dentro de un tonel lleno de papas, sintió que el barco se detenía. Apenas escuchó el rechinar de las cuerdas, se incorporó como un resorte y trepó por la escotilla. Sus oscuros ojos grandes y llenos de asombro brillaron al ver una isla desconocida, envuelta por una niebla suave y árboles que parecían susurrarle viento.
—¡Tierraaa! —dijo con emoción, lanzándose del barco con un gran salto. Rodó al caer en la arena y corrió rapidamente hacia un mundo desconocido.
Pronto encontró una aldea sencilla, de casas de madera y faroles colgantes. La gente, con sonrisas honestas, la recibieron con calidez.
—¡Son tan amables conmigo! —decía la dulce y tida mientras giraba sobre sí misma.
Pero la alegría se rompió de pronto.
Un sonido rasposo y antinatural emergió del bosque cercano, como si alguien chirriara metal oxidado. Desde entre los árboles aparecieron criaturas horribles: demonios híbridos", retorcidos, con cuerpos intimidantes.
—¡NOOOO! —gritaron algunos aldeanos, mientras corrían. Otros fueron atrapados, arrastrados por los demonios. Algunos, sin suerte, eran asesinados frente a sus ojos.
La Puercoespín con púas llenas de caspa tembló y se esconde dentro de un árbol hueco, tapandose los oídos para ignorar los gritos desgarradores de los aldeanos.
El mar rugía con un ritmo tranquilo cuando la pequeño adulta puercoespín, acurrucaa dentro de un tonel lleno de papas, sintió que el barco se detenía. Apenas escuchó el rechinar de las cuerdas, se incorporó como un resorte y trepó por la escotilla. Sus oscuros ojos grandes y llenos de asombro brillaron al ver una isla desconocida, envuelta por una niebla suave y árboles que parecían susurrarle viento.
—¡Tierraaa! —dijo con emoción, lanzándose del barco con un gran salto. Rodó al caer en la arena y corrió rapidamente hacia un mundo desconocido.
Pronto encontró una aldea sencilla, de casas de madera y faroles colgantes. La gente, con sonrisas honestas, la recibieron con calidez.
—¡Son tan amables conmigo! —decía la dulce y tida mientras giraba sobre sí misma.
Pero la alegría se rompió de pronto.
Un sonido rasposo y antinatural emergió del bosque cercano, como si alguien chirriara metal oxidado. Desde entre los árboles aparecieron criaturas horribles: demonios híbridos", retorcidos, con cuerpos intimidantes.
—¡NOOOO! —gritaron algunos aldeanos, mientras corrían. Otros fueron atrapados, arrastrados por los demonios. Algunos, sin suerte, eran asesinados frente a sus ojos.
La Puercoespín con púas llenas de caspa tembló y se esconde dentro de un árbol hueco, tapandose los oídos para ignorar los gritos desgarradores de los aldeanos.
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Maximiliano permaneció en silencio unos instantes antes de hablar. La luz de las velas dibujaba sombras antiguas en su rostro, y el bosque parecía escuchar.
—Gracias.
No fue una palabra ligera.
—Gracias a mi familia… porque incluso en la oscuridad más profunda, han sido mi ancla. Mi fuerza. Mi verdad. Nada de lo que soy existiría sin ustedes.
Su mirada recorrió a cada uno, sin prisa.
—Gracias a mi aquelarre. No por seguirme, sino por caminar conmigo. Por sostener el equilibrio cuando el peso fue demasiado. Esta noche no celebramos poder. Celebramos permanencia.
Alzó levemente el rostro, sin alzar la voz.
—Gracias a Hécate, guardiana de los umbrales, por enseñarme cuándo avanzar… y cuándo detenerme. Por proteger el linaje y recordar que todo camino tiene un precio.
Luego, con la misma calma:
—Y gracias a Lucifer, por el conocimiento, por la voluntad y por la verdad que no se esconde. Por recordarme que la elección siempre importa más que la obediencia.
Volvió la mirada al círculo.
—Esta noche, en este solsticio, no pido más poder. No pido más años.
Solo agradezco seguir aquí. Con ustedes. Entero.
Hizo una pausa final.
—Que la oscuridad nos acompañe… mientras sepamos sostenerla.
Maximiliano permaneció en silencio unos instantes antes de hablar. La luz de las velas dibujaba sombras antiguas en su rostro, y el bosque parecía escuchar.
—Gracias.
No fue una palabra ligera.
—Gracias a mi familia… porque incluso en la oscuridad más profunda, han sido mi ancla. Mi fuerza. Mi verdad. Nada de lo que soy existiría sin ustedes.
Su mirada recorrió a cada uno, sin prisa.
—Gracias a mi aquelarre. No por seguirme, sino por caminar conmigo. Por sostener el equilibrio cuando el peso fue demasiado. Esta noche no celebramos poder. Celebramos permanencia.
Alzó levemente el rostro, sin alzar la voz.
—Gracias a Hécate, guardiana de los umbrales, por enseñarme cuándo avanzar… y cuándo detenerme. Por proteger el linaje y recordar que todo camino tiene un precio.
Luego, con la misma calma:
—Y gracias a Lucifer, por el conocimiento, por la voluntad y por la verdad que no se esconde. Por recordarme que la elección siempre importa más que la obediencia.
Volvió la mirada al círculo.
—Esta noche, en este solsticio, no pido más poder. No pido más años.
Solo agradezco seguir aquí. Con ustedes. Entero.
Hizo una pausa final.
—Que la oscuridad nos acompañe… mientras sepamos sostenerla.
Y el bosque, una vez más, guardó silencio.
El mejor cumpleaños de toda mi existencia.
[eclipse_pearl_ape_668] [drift_amethyst_frog_495]
Lucien, un elfo guardián de la luz y Capitán de la guardia luminosa de Etheria. Se detuvo a observar la resplandeciente luz lunar que descendía del cielo nocturno para iluminar toda sombra a su paso, no siendo timida, pero sí atrevida. Iluminó su persona y su juventud eterna resaltó entre todas las plantas mágicas que resplandecían a su alrededor.
— Es hermosa.
Sus pies descalzos se mojaron al ser sumergidos en el agua cristalina, estaba fría, pero refrescante. Había llegado a ese lugar sin su escolta, ya que siempre lo cuidaban y seguían. Pero el bosque era tan tranquilo. Cerró sus ojos y se permitió relajar su guardia un segundo para disfrutar de la calidez del silencio y soledad.
Lucien, un elfo guardián de la luz y Capitán de la guardia luminosa de Etheria. Se detuvo a observar la resplandeciente luz lunar que descendía del cielo nocturno para iluminar toda sombra a su paso, no siendo timida, pero sí atrevida. Iluminó su persona y su juventud eterna resaltó entre todas las plantas mágicas que resplandecían a su alrededor.
— Es hermosa.
Sus pies descalzos se mojaron al ser sumergidos en el agua cristalina, estaba fría, pero refrescante. Había llegado a ese lugar sin su escolta, ya que siempre lo cuidaban y seguían. Pero el bosque era tan tranquilo. Cerró sus ojos y se permitió relajar su guardia un segundo para disfrutar de la calidez del silencio y soledad.
#elfo #libre
El pelo de Morana se movía suavemente por la brisa que recorría el bosque.
Cuantos recuerdos le traía este bosque...
¿Dónde estaba? Nadie lo sabía, solo ella. Cada día que venía aquí su corazón, endurecido por los años, latía con fuerza, algo que solamente una persona podía provocar.
Él, su ya fallecido esposo, con el que seguía teniendo encuentros incluso siglos después de su muerte.
Él, el único que miró a Morana con amor, con honestidad. Sus ojos eran el foco que iluminaba a Morana…
Una pena que ya perdieron esa luz.
Morana continuó caminando con una mano en su pecho, hasta que finalmente la vio, la tumba que había hecho para su esposo, cubierta en todas las flores que le trajo a lo largo de los años, y colocó las que trajo en esta visita.
— Ahí estás. — Murmuró, nadie había perturbado su descanso...
Esbozó una pequeña sonrisa que poco a poco se fue haciendo más amplia. — Te echo de menos. — Comentó, siempre lo decía, pero sabía bien que su Esposo no quería una segunda vida.
Acostumbraba a venir cada cierto tiempo, no solo a verlo... Sino a tomar una nueva forma, cada visita a su esposo era un cambio en su identidad, solo venía para que él pudiera verla, para que si, desde algún lado la estaba mirando, pudiera reconocerla.
Entonces su rostro comenzó a retorcerse.
Su piel se desgarró, abriéndole paso a un nuevo rostro.
Su cabello cayó para volver a crecer de forma diferente.
Sus huesos comenzaron a crujir, rompiéndose junto con sus músculos, formando un cuerpo distinto.
Y cuando terminó, ya no quedaba nada de la antigua Morana, solamente la sangre en el suelo.
Miró hacia la tumba. — ¿Te gusta...? — Preguntó, pero como siempre, no tuvo respuesta, pero así estaba bien, si así lo quería él, le permitiría descansar en paz...
Su sonrisa se desvaneció y echó una última mirada... Quizás en el fondo odiaba que no quisiera volver con ella, pero lo respetaría...
Por ahora.
El pelo de Morana se movía suavemente por la brisa que recorría el bosque.
Cuantos recuerdos le traía este bosque...
¿Dónde estaba? Nadie lo sabía, solo ella. Cada día que venía aquí su corazón, endurecido por los años, latía con fuerza, algo que solamente una persona podía provocar.
Él, su ya fallecido esposo, con el que seguía teniendo encuentros incluso siglos después de su muerte.
Él, el único que miró a Morana con amor, con honestidad. Sus ojos eran el foco que iluminaba a Morana…
Una pena que ya perdieron esa luz.
Morana continuó caminando con una mano en su pecho, hasta que finalmente la vio, la tumba que había hecho para su esposo, cubierta en todas las flores que le trajo a lo largo de los años, y colocó las que trajo en esta visita.
— Ahí estás. — Murmuró, nadie había perturbado su descanso...
Esbozó una pequeña sonrisa que poco a poco se fue haciendo más amplia. — Te echo de menos. — Comentó, siempre lo decía, pero sabía bien que su Esposo no quería una segunda vida.
Acostumbraba a venir cada cierto tiempo, no solo a verlo... Sino a tomar una nueva forma, cada visita a su esposo era un cambio en su identidad, solo venía para que él pudiera verla, para que si, desde algún lado la estaba mirando, pudiera reconocerla.
Entonces su rostro comenzó a retorcerse.
Su piel se desgarró, abriéndole paso a un nuevo rostro.
Su cabello cayó para volver a crecer de forma diferente.
Sus huesos comenzaron a crujir, rompiéndose junto con sus músculos, formando un cuerpo distinto.
Y cuando terminó, ya no quedaba nada de la antigua Morana, solamente la sangre en el suelo.
Miró hacia la tumba. — ¿Te gusta...? — Preguntó, pero como siempre, no tuvo respuesta, pero así estaba bien, si así lo quería él, le permitiría descansar en paz...
Su sonrisa se desvaneció y echó una última mirada... Quizás en el fondo odiaba que no quisiera volver con ella, pero lo respetaría...
Por ahora.
Mientras iban caminando por el bosque, camino al Templo del Dios del Trueno, Adora y la felina Catra escucharon un ruido, detrás de los árboles, alguien las está siguiendo, parece ser el inicio de un enfrentamiento que uniría a las enemigas a Adora y Catra.
Catra decidió dejar que Adora sea quien maneje la situación, se acercaba hacia el árbol dónde escuchó el ruido, y entonces...
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Mientras iban caminando por el bosque, camino al Templo del Dios del Trueno, Adora y la felina Catra escucharon un ruido, detrás de los árboles, alguien las está siguiendo, parece ser el inicio de un enfrentamiento que uniría a las enemigas a Adora y Catra.
Catra decidió dejar que Adora sea quien maneje la situación, se acercaba hacia el árbol dónde escuchó el ruido, y entonces...
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Un año había pasado desde que Akane llegó a ese mundo. Un año de cacerías compartidas, de risas en la posada, de tardes tranquilas entre campos dorados. Un año en el que, por primera vez, Akane sintió que pertenecía.
El jefe de la aldea a quien ahora llamaba “abuelo” sin pensarlo la había acogido como a una hija. Y ella, poco a poco, había dejado atrás el peso del apellido Ishtar, el eco de Queen, el legado que nunca quiso. Aquí no era heredera, ni arma, ni símbolo, era solo Akane y eso bastaba.
Una tarde, mientras ayudaba a una señora con leña, esta le comentó que su hijo, un aventurero en la ciudad volvería pronto. “Me encantaría que lo conocieras,” dijo con una sonrisa. Akane sonrió también, por primera vez, pensó que no sería mala idea.
Esa noche, la posada estaba llena de cazadores.
Akane se sentó con sus compañeros, compartiendo pan, carne, y planes para la próxima misión. No notó al grupo de forasteros que entró, era normal que viajeros pasaran por la aldea rumbo a la ciudad pero entonces lo sintió.
Un poder violento, hambriento, como una herida abierta en el aire.
Akane volteó, un hombre la miraba fijamente.
Su presencia era como un cuchillo en la atmósfera, ella intentó ignorarlo,
Pero entonces él murmuró: Increíble que incluso las bestias se sienten a la mesa con los humanos, cuando su lugar es el bosque, con las demás bestias.
Las palabras fueron como un disparo al pasado,
Akane recordó al hombre que intentó sellarla, el que la arrojó a este mundo, el que la llamó monstruo.
Se levantó, iba a responder pero no tuvo tiempo.
La espada entró en su estómago como una traición. El dolor fue punzante, absoluto.
Las chicas que atendían gritaron, los cazadores, sus amigos se levantaron pero antes de que pudieran moverse, una ráfaga de magia oscura golpeó el pecho de Akane, lanzándola contra las mesas... Madera rota, sillas volando, sangre en el suelo.
Akane intentó sanar pero no pudo.
La herida estaba envuelta en magia oscura, haciendo que su regeneración no funcionaba.
El sello de su forma lobo no respondía y el mundo se volvió negro.
Horas después, Akane despertó, el dolor seguía ahí, pero la herida había comenzado a cerrarse;
No del todo pero lo suficiente para moverse.
Se arrastró entre los escombros, la posada estaba destruida, el aire olía a humo y sangre.
Y cuando salió al exterior, lo vio:
La aldea ardía, los campos que había recorrido,
el hogar que había aprendido a amar. Todo estaba en llamas.
Akane se quedó quieta, el viento soplaba cenizas sobre su piel y en ese momento, supo que el pasado no la había soltado.
Que el mundo que la había acogido estaba pagando por lo que ella era, o por lo que alguien creía que era.
Parte VI - Bajo los escombros.
Un año había pasado desde que Akane llegó a ese mundo. Un año de cacerías compartidas, de risas en la posada, de tardes tranquilas entre campos dorados. Un año en el que, por primera vez, Akane sintió que pertenecía.
El jefe de la aldea a quien ahora llamaba “abuelo” sin pensarlo la había acogido como a una hija. Y ella, poco a poco, había dejado atrás el peso del apellido Ishtar, el eco de Queen, el legado que nunca quiso. Aquí no era heredera, ni arma, ni símbolo, era solo Akane y eso bastaba.
Una tarde, mientras ayudaba a una señora con leña, esta le comentó que su hijo, un aventurero en la ciudad volvería pronto. “Me encantaría que lo conocieras,” dijo con una sonrisa. Akane sonrió también, por primera vez, pensó que no sería mala idea.
Esa noche, la posada estaba llena de cazadores.
Akane se sentó con sus compañeros, compartiendo pan, carne, y planes para la próxima misión. No notó al grupo de forasteros que entró, era normal que viajeros pasaran por la aldea rumbo a la ciudad pero entonces lo sintió.
Un poder violento, hambriento, como una herida abierta en el aire.
Akane volteó, un hombre la miraba fijamente.
Su presencia era como un cuchillo en la atmósfera, ella intentó ignorarlo,
Pero entonces él murmuró: Increíble que incluso las bestias se sienten a la mesa con los humanos, cuando su lugar es el bosque, con las demás bestias.
Las palabras fueron como un disparo al pasado,
Akane recordó al hombre que intentó sellarla, el que la arrojó a este mundo, el que la llamó monstruo.
Se levantó, iba a responder pero no tuvo tiempo.
La espada entró en su estómago como una traición. El dolor fue punzante, absoluto.
Las chicas que atendían gritaron, los cazadores, sus amigos se levantaron pero antes de que pudieran moverse, una ráfaga de magia oscura golpeó el pecho de Akane, lanzándola contra las mesas... Madera rota, sillas volando, sangre en el suelo.
Akane intentó sanar pero no pudo.
La herida estaba envuelta en magia oscura, haciendo que su regeneración no funcionaba.
El sello de su forma lobo no respondía y el mundo se volvió negro.
Horas después, Akane despertó, el dolor seguía ahí, pero la herida había comenzado a cerrarse;
No del todo pero lo suficiente para moverse.
Se arrastró entre los escombros, la posada estaba destruida, el aire olía a humo y sangre.
Y cuando salió al exterior, lo vio:
La aldea ardía, los campos que había recorrido,
el hogar que había aprendido a amar. Todo estaba en llamas.
Akane se quedó quieta, el viento soplaba cenizas sobre su piel y en ese momento, supo que el pasado no la había soltado.
Que el mundo que la había acogido estaba pagando por lo que ella era, o por lo que alguien creía que era.
Tres días de caminata continua después de su última parada le dejaron los pies hechos trizas. Para cuando encontraba un lugar para descansar y recuperar el aliento, los infectados se acercaban en grupo, si se pasa demasiado tiempo en un solo lugar es fácil que otros grupos de vivos puedan tomar ventaja de una viajera solitaria. La regla de oro era, nunca confiar en nadie ni en nada, cuando algo es seguro el riesgo siempre existe, cuando hay poca seguridad, la muerte es segura.
Las casas abandonadas en el medio de la nada eran reconfortantes y tenían su carisma único con olor a humedad acompañada algunos animales del bosque que eran mejor compañía que las arañas de la cueva pasada le podían proveer.
-Hogar dulce hogar. -Suspiro tirándose frente a la puerta vieja.- Hasta que el próximo imbécil nos meta quiera meter un tiro en la cabeza.
Desde el fin del mundo y mucho antes de eso, las personas eran mas aterradoras que las criaturas muertas que no hacían mas que seguir impulsos.
El sueño la envolvió rapidamente, rezando que el mundo le diera un respiro antes de dejarla destruida luego de un viaje exhaustivo de tres o cuatro dias, si el clima, sus pies y su condición se lo permitian, con el consuelo de que si seguía caminando llegaría a encontrarse nuevamente con su familia.
---- ROL ABIERTO
Tres días de caminata continua después de su última parada le dejaron los pies hechos trizas. Para cuando encontraba un lugar para descansar y recuperar el aliento, los infectados se acercaban en grupo, si se pasa demasiado tiempo en un solo lugar es fácil que otros grupos de vivos puedan tomar ventaja de una viajera solitaria. La regla de oro era, nunca confiar en nadie ni en nada, cuando algo es seguro el riesgo siempre existe, cuando hay poca seguridad, la muerte es segura.
Las casas abandonadas en el medio de la nada eran reconfortantes y tenían su carisma único con olor a humedad acompañada algunos animales del bosque que eran mejor compañía que las arañas de la cueva pasada le podían proveer.
-Hogar dulce hogar. -Suspiro tirándose frente a la puerta vieja.- Hasta que el próximo imbécil nos meta quiera meter un tiro en la cabeza.
Desde el fin del mundo y mucho antes de eso, las personas eran mas aterradoras que las criaturas muertas que no hacían mas que seguir impulsos.
El sueño la envolvió rapidamente, rezando que el mundo le diera un respiro antes de dejarla destruida luego de un viaje exhaustivo de tres o cuatro dias, si el clima, sus pies y su condición se lo permitian, con el consuelo de que si seguía caminando llegaría a encontrarse nuevamente con su familia.
⁀➴ Ahri se encontraba jugando con un poco de su magia, mientras se escondía en el bosque pues si usaba magia en público podría pensar que es una amenaza a la sociedad, así que prefería por un lugar más oculto como el bosque, dónde nadie se acerca y nadie explora, cambia de color su magia provocando que sus colas también se vuelvan a un color amarillo brilloso, como dorado..
ᯓ★ Bien, aquí puedo usar magia sin llamar la atención o que alguien me vea por aquí..
⁀➴ Ahri se encontraba jugando con un poco de su magia, mientras se escondía en el bosque pues si usaba magia en público podría pensar que es una amenaza a la sociedad, así que prefería por un lugar más oculto como el bosque, dónde nadie se acerca y nadie explora, cambia de color su magia provocando que sus colas también se vuelvan a un color amarillo brilloso, como dorado..
ᯓ★ Bien, aquí puedo usar magia sin llamar la atención o que alguien me vea por aquí..