• Amo tanto este bosque, volviendo a mis raíces, amo lo mágico de este lugar, desde la primera vez que lo conocí nunca dejé de venir

    - El joven ángel cruzaba por la naturaleza densa de aquel hermoso bosque, con cuidado sin dañar a todo lo vivo, era lo que mas admiraba, amaba la naturaleza, amaba los animales, por su raza era lo que mas cuidaba, mas que cualquier otra cosa
    Amo tanto este bosque, volviendo a mis raíces, amo lo mágico de este lugar, desde la primera vez que lo conocí nunca dejé de venir - El joven ángel cruzaba por la naturaleza densa de aquel hermoso bosque, con cuidado sin dañar a todo lo vivo, era lo que mas admiraba, amaba la naturaleza, amaba los animales, por su raza era lo que mas cuidaba, mas que cualquier otra cosa
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  • ⸻ Furgón vacío – Línea L, Bushwick.

    A mi alrededor, todo es normal. El traqueteo del tren debería relajarme.

    En mi interior, nada está tranquilo.

    Soy un bosque incendiándose.
    Y soy el fuego.
    Y soy los árboles que arden.
    Y soy los animales que huyen.
    Y soy quien mira el incendio.

    Odio estar sobrio.

    #Ashes
    📌 ⸻ Furgón vacío – Línea L, Bushwick. A mi alrededor, todo es normal. El traqueteo del tren debería relajarme. En mi interior, nada está tranquilo. Soy un bosque incendiándose. Y soy el fuego. Y soy los árboles que arden. Y soy los animales que huyen. Y soy quien mira el incendio. Odio estar sobrio. #Ashes
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  • Oscuridad
    Categoría Fantasía
    Las llamas lamían los tejados de Elarion como lenguas hambrientas, el cielo normalmente claro como agua de manantial, se había tornado en un techo de humo espeso y rojizo, Juliette corría…corría con los pies descalzos, dejando un rastro de tierra, sudor y sangre, entre las raíces que crujían bajo el peso del caos. El bosque gemía, vivo en su agonía, y cada árbol que se partía le dolía como si le desgarraran la piel.

    Las casas de su pueblo, construidas con savia y barro, se deshacían entre llamaradas de fuego, una a una... Los cuerpos, caídos entre lirios marchitos, se convertían en parte del paisaje. Ella los esquivaba con un nudo en la garganta, con la desesperación vibrando en su pecho.

    El corazón le martillaba las costillas cuando tropezó, cayendo de rodillas sobre un lecho de hojas ya quemadas, la magia de la tierra aún respondía, aunque débil, tratando de protegerla. Pero estaba cansada…Demasiado rota para sostenerse.

    Y entonces lo sintió…Una sombra más densa que el humo. Un frío que no venía del fuego, sino de algo más antiguo, más callado, más profundo. Se alzó con dificultad, con la respiración entrecortada, y lo vio.

    Emergiendo del bosque como si fuera parte de él. Alto, elegante, mortal…Su silueta parecía beber la luz, consumir el aire mismo. Y aun así, no hubo miedo inmediato en Juliette. Solo una extraña pausa en el tiempo, como si la tierra se contuviera… y ella también.

    Y entonces una mano la atrapó por detrás, su cuerpo se arqueó como si la hubiera tocado un rayo. Luchó, usó lo que quedaba de su fuerza para revolverse, para zafarse, pero eran más…Otro brazo la sujetó por la cintura, su cuerpo fue arrastrado hacia el centro del claro, el corazón de su bosque convertido en prisión.

    No podía dejar de mirar, a los suyos, a su tierra, a lo que quedaba…Tres, cuatro… tal vez más de los suyos estaban ya allí, maniatados, con el rostro sucio de hollín y miedo.

    Algunos sangraban..uno de ellos, un anciano que solía enseñarle el lenguaje de los pájaros, yacía boca abajo, inmóvil, ella apretó los puños, quiso correr hacia ellos, quiso gritar su nombre.. pero se sentia entumecida.
    Las llamas lamían los tejados de Elarion como lenguas hambrientas, el cielo normalmente claro como agua de manantial, se había tornado en un techo de humo espeso y rojizo, Juliette corría…corría con los pies descalzos, dejando un rastro de tierra, sudor y sangre, entre las raíces que crujían bajo el peso del caos. El bosque gemía, vivo en su agonía, y cada árbol que se partía le dolía como si le desgarraran la piel. Las casas de su pueblo, construidas con savia y barro, se deshacían entre llamaradas de fuego, una a una... Los cuerpos, caídos entre lirios marchitos, se convertían en parte del paisaje. Ella los esquivaba con un nudo en la garganta, con la desesperación vibrando en su pecho. El corazón le martillaba las costillas cuando tropezó, cayendo de rodillas sobre un lecho de hojas ya quemadas, la magia de la tierra aún respondía, aunque débil, tratando de protegerla. Pero estaba cansada…Demasiado rota para sostenerse. Y entonces lo sintió…Una sombra más densa que el humo. Un frío que no venía del fuego, sino de algo más antiguo, más callado, más profundo. Se alzó con dificultad, con la respiración entrecortada, y lo vio. Emergiendo del bosque como si fuera parte de él. Alto, elegante, mortal…Su silueta parecía beber la luz, consumir el aire mismo. Y aun así, no hubo miedo inmediato en Juliette. Solo una extraña pausa en el tiempo, como si la tierra se contuviera… y ella también. Y entonces una mano la atrapó por detrás, su cuerpo se arqueó como si la hubiera tocado un rayo. Luchó, usó lo que quedaba de su fuerza para revolverse, para zafarse, pero eran más…Otro brazo la sujetó por la cintura, su cuerpo fue arrastrado hacia el centro del claro, el corazón de su bosque convertido en prisión. No podía dejar de mirar, a los suyos, a su tierra, a lo que quedaba…Tres, cuatro… tal vez más de los suyos estaban ya allí, maniatados, con el rostro sucio de hollín y miedo. Algunos sangraban..uno de ellos, un anciano que solía enseñarle el lenguaje de los pájaros, yacía boca abajo, inmóvil, ella apretó los puños, quiso correr hacia ellos, quiso gritar su nombre.. pero se sentia entumecida.
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  • Esa mañana, cuando el sol comenzó a iluminar el bosque, salió de forma perezosa de la guarida de los guerreros. Aprovechando que la patrulla de la noche aún no volvía, se tomó la libertad de salir del campamento para cazar algunas presas para el clan.

    Por lo que acabaría volviendo al campamento con un ratón muerto entre sus fauces
    Esa mañana, cuando el sol comenzó a iluminar el bosque, salió de forma perezosa de la guarida de los guerreros. Aprovechando que la patrulla de la noche aún no volvía, se tomó la libertad de salir del campamento para cazar algunas presas para el clan. Por lo que acabaría volviendo al campamento con un ratón muerto entre sus fauces
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  • Un encuentro prematuro
    Fandom OC
    Categoría Drama
    Kazuo

    Los árboles proyectaban sus sombras hacia el oeste, señalando el inicio del día.

    El bosque yacía en silencio a pesar de la vida que allí habitaba. Ajeno a esto, una sombra vagaba por dicho bosque, siguiendo a una figura que había estado observando desde hace unos días.

    Su figura, tan presente como ausente, no era más que una mera ilusión a ojos ajenos. Los rayos de luz lo atravesaban, los animales parecían ignorarlo como uno ignora el silencio siempre presente.

    Los pasos de la figura no provocaban sonido alguno, las hojas secas yacían intactas a sus pies, las ramas no se quebraban bajo su peso, pues era inexistente.

    Sus ojos, apenas dos trazos blancos en la negrura de su forma, apenas podía distinguirse hacia que dirección miraban, pero para el observado, era claro donde aterrizaban.

    Con temblores frecuentes y ocasionales movimientos erráticos, la figura se detuvo tras el hombre anteriormente mencionado, finalmente quedando estático, en reposo, a excepción de algún trazo negro eventual que parecía escaparse de su forma.

    El murmullo era ajeno al conocimiento del hombre, el cual, a pesar de todo, era capaz de verlo...
    [8KazuoAihara8] Los árboles proyectaban sus sombras hacia el oeste, señalando el inicio del día. El bosque yacía en silencio a pesar de la vida que allí habitaba. Ajeno a esto, una sombra vagaba por dicho bosque, siguiendo a una figura que había estado observando desde hace unos días. Su figura, tan presente como ausente, no era más que una mera ilusión a ojos ajenos. Los rayos de luz lo atravesaban, los animales parecían ignorarlo como uno ignora el silencio siempre presente. Los pasos de la figura no provocaban sonido alguno, las hojas secas yacían intactas a sus pies, las ramas no se quebraban bajo su peso, pues era inexistente. Sus ojos, apenas dos trazos blancos en la negrura de su forma, apenas podía distinguirse hacia que dirección miraban, pero para el observado, era claro donde aterrizaban. Con temblores frecuentes y ocasionales movimientos erráticos, la figura se detuvo tras el hombre anteriormente mencionado, finalmente quedando estático, en reposo, a excepción de algún trazo negro eventual que parecía escaparse de su forma. El murmullo era ajeno al conocimiento del hombre, el cual, a pesar de todo, era capaz de verlo...
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  • El elfo salío a las afueras de su reino durante la noche, buscaba relajarse un poco del estrés de ser el hijo de un gobernante, esa presión lo asfixiaba

    Al llegar al bosque que rodeaba, avanzo entre la copa de los árboles, al recorrer una gran distancia de un salto se lanzo al suelo, al caer su velocidad de caída se redujo, unos tatuajes que tenia marcados en su piel brillaron antes de caer, eso era signo de magia

    En el momento que estaba en el suelo dio unos pasos cortos que daban a un lago, era una hermosa vista, la luna se reflejaba en el agua como si fuera un espejo, ese lugar era deslumbrante

    Se sento en la orilla del cuerpo de agua, empezo a respirar un poco profundo perdiendose en sus pensamientos, alejando su atención del entorno


    //Hagan rol perros JAJA

    El elfo salío a las afueras de su reino durante la noche, buscaba relajarse un poco del estrés de ser el hijo de un gobernante, esa presión lo asfixiaba Al llegar al bosque que rodeaba, avanzo entre la copa de los árboles, al recorrer una gran distancia de un salto se lanzo al suelo, al caer su velocidad de caída se redujo, unos tatuajes que tenia marcados en su piel brillaron antes de caer, eso era signo de magia En el momento que estaba en el suelo dio unos pasos cortos que daban a un lago, era una hermosa vista, la luna se reflejaba en el agua como si fuera un espejo, ese lugar era deslumbrante Se sento en la orilla del cuerpo de agua, empezo a respirar un poco profundo perdiendose en sus pensamientos, alejando su atención del entorno //Hagan rol perros JAJA
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  • Recuerdos de un Zorro.

    Kuragari: la oscuridad creciente (parte 2)


    "Cada día mi cuerpo era profanado, como un objeto sin valor, usado y desechado por manos que nunca aprendieron a amar. Como si no tuviese valor, como si este no me perteneciera."

    Kuragari; un ser que había nacido desde el sufrimiento del Kitsune Kazuo. Este había tomado su propia forma, su propia conciencia. Un ser que, por mucho que el zorro no lo deseara, seguiría sujeto a él por siempre.

    Acabar con él no era una opción. De hacerlo, el alma de Kazuo estaría incompleta, convirtiéndolo en un ser roto, condenado a vagar por el mundo sintiéndose un tarro a medio llenar.

    Kuragari estaba, poco a poco, mermando la voluntad de Kazuo. Quedándose cada noche con un poquito más de su alma. Haciéndola suya de las formas más depravadas posibles.

    Aquella noche, como muchas otras, Kuragari apareció detrás de la espalda de Kazuo. Este se había acomodado en el futón donde el zorro intentaba conciliar el sueño. Sus manos, aparentemente normales a la vista, pero con la sensación de estar tocando hueso, rodeaban el torso de Kazuo acariciando su pecho con la yema de los dedos.

    Kazuo había perdido prácticamente la voluntad de su propio cuerpo. Ni siquiera se movió; no tenía fuerza física ni mental. Kuragari se había apoderado de la voluntad de su alma.

    Este le susurraba al oído, ofreciéndole promesas de amor, de seguridad y bienestar. Unas promesas vacías y, aun así, Kazuo creyó creerlas.

    Kuragari comenzó a bajar sus manos por el pecho y el torso de Kazuo, mientras seguía prometiéndole promesas vacías de una paz que jamás llegaría. Aquella noche Kazuo no tenía fuerzas para seguir luchando, su cuerpo se había negado a moverse ante el profanamiento al que iba a ser sometido.

    Aquellas manos, limpias en apariencia pero sucias en intención, bajaron hasta su vientre y, de allí sin mostrar piedad, siguieron bajando hasta su virilidad. Kuragari rodeó la extensión de esta con sus frías manos, apropiándose de aquello que reclamaba como suyo.

    En aquel punto el cuerpo de Kazuo le pertenecía más a Kuragari que a él mismo. Su cuerpo no respondía a su propia voluntad.

    "Relájate… Pronto estarás bien" —ronroneaba el demonio al oído del zorro.

    Kazuo estuvo dispuesto a protestar, pero cuando abrió la boca para hablar esta no emitió sonido alguno. Un nudo constreñía su garganta, apenas dejándole pasar el aire necesario para poder seguir respirando. La sonrisa maliciosa de Kuragari se ensanchó.

    Kazuo se sentía sucio. Aquella asquerosa criatura se estaba apoderando sin pudor de su fuerte cuerpo y su débil alma. Estaba siendo usado como algo sin valor, aunque las palabras de Kuragari dijesen lo contrario.

    La lengua bífida de Kuragari se paseaba por el cuello de Kazuo, de forma lenta y letal. Sumiéndolo en un estado de letargo, como si su cuerpo languideciera con cada toque. Jamás había enfermado y, sin embargo, de poder describir la sensación sería justo aquella.

    Kuragari, con movimientos lentos, manejaba el cuerpo de Kazuo a voluntad. En cierto momento de aquella larga noche, Kazuo se encontraba boca abajo, sometido ante un embiste sin piedad. Su mirada estaba clavada en algún lugar sin definir, mientras su cuerpo chocaba contra el futón una y otra vez. En otro punto de la madrugada fue consciente, por breves instantes, de estar boca arriba. Kuragari lo cabalgaba como quien lo hace sobre un corcel desbocado; con su cabeza echada hacia atrás y sus frías manos sobre el pecho de Kazuo.

    Así era cada noche… Él mismo estaba siendo víctima y verdugo. Siendo abusado por algo que había dejado que creciera dentro de él. Pensó que se convertiría en una vía de escape, pero se había convertido en una tortuosa pesadilla.

    Entonces Kazuo despertó de pronto, incorporándose sobre sí mismo, con una mano sobre el pecho, en un intento de calmar la hiperventilación que cabalgaba sobre este. Sus ojos por unos instantes miraron a todos lados, de forma frenética, buscando una figura que no se encontraba allí.

    Sus ojos se adaptaron a la iluminación. No era aquella casucha en mitad de un bosque, tampoco se encontraba Kuragari allí; habían pasado más de mil años. Se encontraba en su templo, en su dormitorio, en el futón que compartía con su amada Elizabeth.

    Este se llevó las manos a la cabeza mientras su rostro quedaba cabizbajo.
    ¿Por qué estaban volviendo aquellos recuerdos?
    Él no está aquí, no puede volver... ¿no?

    Este miró hacia la ventana, observando la luna, que había comenzado con su primer ciclo. Entonces recordó que en pocas semanas habría un eclipse lunar.

    —¿Podría ser que…? —murmuró de una forma tan baja que apenas podría haberse percibido el sonido saliendo de sus labios.

    Tras unos largos segundos pensativo, Kazuo se volvió a acostar. Este se giró para encontrarse con el rostro de Elizabeth, quien dormía plácidamente. Aquel era su lugar seguro, por lo que no dudó en rodearla con sus brazos y empaparse de aquella sensación.
    Recuerdos de un Zorro. Kuragari: la oscuridad creciente (parte 2) "Cada día mi cuerpo era profanado, como un objeto sin valor, usado y desechado por manos que nunca aprendieron a amar. Como si no tuviese valor, como si este no me perteneciera." Kuragari; un ser que había nacido desde el sufrimiento del Kitsune Kazuo. Este había tomado su propia forma, su propia conciencia. Un ser que, por mucho que el zorro no lo deseara, seguiría sujeto a él por siempre. Acabar con él no era una opción. De hacerlo, el alma de Kazuo estaría incompleta, convirtiéndolo en un ser roto, condenado a vagar por el mundo sintiéndose un tarro a medio llenar. Kuragari estaba, poco a poco, mermando la voluntad de Kazuo. Quedándose cada noche con un poquito más de su alma. Haciéndola suya de las formas más depravadas posibles. Aquella noche, como muchas otras, Kuragari apareció detrás de la espalda de Kazuo. Este se había acomodado en el futón donde el zorro intentaba conciliar el sueño. Sus manos, aparentemente normales a la vista, pero con la sensación de estar tocando hueso, rodeaban el torso de Kazuo acariciando su pecho con la yema de los dedos. Kazuo había perdido prácticamente la voluntad de su propio cuerpo. Ni siquiera se movió; no tenía fuerza física ni mental. Kuragari se había apoderado de la voluntad de su alma. Este le susurraba al oído, ofreciéndole promesas de amor, de seguridad y bienestar. Unas promesas vacías y, aun así, Kazuo creyó creerlas. Kuragari comenzó a bajar sus manos por el pecho y el torso de Kazuo, mientras seguía prometiéndole promesas vacías de una paz que jamás llegaría. Aquella noche Kazuo no tenía fuerzas para seguir luchando, su cuerpo se había negado a moverse ante el profanamiento al que iba a ser sometido. Aquellas manos, limpias en apariencia pero sucias en intención, bajaron hasta su vientre y, de allí sin mostrar piedad, siguieron bajando hasta su virilidad. Kuragari rodeó la extensión de esta con sus frías manos, apropiándose de aquello que reclamaba como suyo. En aquel punto el cuerpo de Kazuo le pertenecía más a Kuragari que a él mismo. Su cuerpo no respondía a su propia voluntad. "Relájate… Pronto estarás bien" —ronroneaba el demonio al oído del zorro. Kazuo estuvo dispuesto a protestar, pero cuando abrió la boca para hablar esta no emitió sonido alguno. Un nudo constreñía su garganta, apenas dejándole pasar el aire necesario para poder seguir respirando. La sonrisa maliciosa de Kuragari se ensanchó. Kazuo se sentía sucio. Aquella asquerosa criatura se estaba apoderando sin pudor de su fuerte cuerpo y su débil alma. Estaba siendo usado como algo sin valor, aunque las palabras de Kuragari dijesen lo contrario. La lengua bífida de Kuragari se paseaba por el cuello de Kazuo, de forma lenta y letal. Sumiéndolo en un estado de letargo, como si su cuerpo languideciera con cada toque. Jamás había enfermado y, sin embargo, de poder describir la sensación sería justo aquella. Kuragari, con movimientos lentos, manejaba el cuerpo de Kazuo a voluntad. En cierto momento de aquella larga noche, Kazuo se encontraba boca abajo, sometido ante un embiste sin piedad. Su mirada estaba clavada en algún lugar sin definir, mientras su cuerpo chocaba contra el futón una y otra vez. En otro punto de la madrugada fue consciente, por breves instantes, de estar boca arriba. Kuragari lo cabalgaba como quien lo hace sobre un corcel desbocado; con su cabeza echada hacia atrás y sus frías manos sobre el pecho de Kazuo. Así era cada noche… Él mismo estaba siendo víctima y verdugo. Siendo abusado por algo que había dejado que creciera dentro de él. Pensó que se convertiría en una vía de escape, pero se había convertido en una tortuosa pesadilla. Entonces Kazuo despertó de pronto, incorporándose sobre sí mismo, con una mano sobre el pecho, en un intento de calmar la hiperventilación que cabalgaba sobre este. Sus ojos por unos instantes miraron a todos lados, de forma frenética, buscando una figura que no se encontraba allí. Sus ojos se adaptaron a la iluminación. No era aquella casucha en mitad de un bosque, tampoco se encontraba Kuragari allí; habían pasado más de mil años. Se encontraba en su templo, en su dormitorio, en el futón que compartía con su amada Elizabeth. Este se llevó las manos a la cabeza mientras su rostro quedaba cabizbajo. ¿Por qué estaban volviendo aquellos recuerdos? Él no está aquí, no puede volver... ¿no? Este miró hacia la ventana, observando la luna, que había comenzado con su primer ciclo. Entonces recordó que en pocas semanas habría un eclipse lunar. —¿Podría ser que…? —murmuró de una forma tan baja que apenas podría haberse percibido el sonido saliendo de sus labios. Tras unos largos segundos pensativo, Kazuo se volvió a acostar. Este se giró para encontrarse con el rostro de Elizabeth, quien dormía plácidamente. Aquel era su lugar seguro, por lo que no dudó en rodearla con sus brazos y empaparse de aquella sensación.
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  • —Muchas gracias por sus bellos regalos, los valoro mucho. Un delicioso pastel y unos aretes, no se hubieran molestado solo con tal de que se acuerden de uno esta bien. Ustedes tendrán mi protección y siempre serán bienvenidos al bosque por su amabilidad y generosidad al pensar de que solo sean unos viajeros del bosque eterno.

    "Un desconocido puede ser más amigo que tú propio amigo"

    ℛ𝑜𝒷𝒾𝓃 🎵 Morfeas Realshark ᵂᵃᵗᵉʳ ᴷᶤᶰᵍᵈᵒᵐ
    —Muchas gracias por sus bellos regalos, los valoro mucho. Un delicioso pastel y unos aretes, no se hubieran molestado solo con tal de que se acuerden de uno esta bien. Ustedes tendrán mi protección y siempre serán bienvenidos al bosque por su amabilidad y generosidad al pensar de que solo sean unos viajeros del bosque eterno. "Un desconocido puede ser más amigo que tú propio amigo" [Robin] [SharkMorf]
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  • No recuerdo cuándo fue la primera. Quizá fue aquella vez en el bosque de Breval, cuando aún creía que un escudo bastaba para detenerlo todo. O tal vez antes, cuando aún tenía casa y madre, y el miedo era solo una palabra, no una marca.
    Las cicatrices no duelen, al menos no las viejas, pero algunas arden cuando pienso demasiado.

    Cuando me quito la ropa y las luces de la mañana me tocan la espalda, entonces las siento respirar. Como si no fueran mías del todo, como si pertenecieran a todos los que ya no están.
    Cada una tiene una historia, algunas breves, un corte por error, una caída, un entrenamiento torpe. Pero hay otras que no quiero recordar, las que no me hice con espada en mano, sino con el alma en silencio. Las que no cerraron con medicina, sino con el tiempo o con rabia.

    La mayoría no entiende que este cuerpo está más remendado que construido. Que hay zonas que ya no sienten y hay noches en que despierto tocándome el pecho, buscando si alguna se ha abierto otra vez.
    No recuerdo cuándo fue la primera. Quizá fue aquella vez en el bosque de Breval, cuando aún creía que un escudo bastaba para detenerlo todo. O tal vez antes, cuando aún tenía casa y madre, y el miedo era solo una palabra, no una marca. Las cicatrices no duelen, al menos no las viejas, pero algunas arden cuando pienso demasiado. Cuando me quito la ropa y las luces de la mañana me tocan la espalda, entonces las siento respirar. Como si no fueran mías del todo, como si pertenecieran a todos los que ya no están. Cada una tiene una historia, algunas breves, un corte por error, una caída, un entrenamiento torpe. Pero hay otras que no quiero recordar, las que no me hice con espada en mano, sino con el alma en silencio. Las que no cerraron con medicina, sino con el tiempo o con rabia. La mayoría no entiende que este cuerpo está más remendado que construido. Que hay zonas que ya no sienten y hay noches en que despierto tocándome el pecho, buscando si alguna se ha abierto otra vez.
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  • Solo era una niña feliz, no sabía que iba a quedar huérfana, tampoco que el legado de mi familia y la protección del bosque quedaría en mis manos..... Y ahora cargo con el peso de ser guardiana pero por la madre tierra soy fuerte.
    Solo era una niña feliz, no sabía que iba a quedar huérfana, tampoco que el legado de mi familia y la protección del bosque quedaría en mis manos..... Y ahora cargo con el peso de ser guardiana pero por la madre tierra soy fuerte.
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