• ❝ 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐇𝐈𝐓𝐄 𝐑𝐎𝐒𝐄 ❞ ──── 𝐀𝐘𝐋𝐀 𝐊𝐋𝐄𝐈𝐍.
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  • El Rapto de Perséfone
    Fandom Mitologica
    Categoría Fantasía
    En los valles de Nysa, donde la tierra respiraba en flores y la brisa jugaba con los rizos de las doncellas, Perséfone, hija de la poderosa Deméter, danzaba entre los tallos suaves del narciso. Era primavera, y ella era su espíritu vivo: risa pura, juventud eterna, inocencia sin heridas.

    Ese día, el sol brillaba alto, pero una sombra se gestaba en lo profundo de la tierra. Hades, señor del inframundo, había observado a Perséfone con ojos antiguos y deseo silencioso. Su corazón, tan oscuro como las cuevas que gobernaba, ardía con un anhelo distinto: no de muerte, sino de compañía. Con el permiso tácito de Zeus, tejió su plan.

    Perséfone se agachó para arrancar una flor especialmente hermosa—un narciso de pétalos tan blancos que parecían capturar la luz misma—cuando la tierra tembló. Un rugido desgarró el aire. Desde el centro del suelo, se abrió un abismo. Un carro negro, tirado por caballos de crines de humo y ojos rojos como brasas, emergió de la grieta. En él, Hades, con su corona de ónix y su mirada fija.

    Antes de que pudiera gritar, sentir o siquiera entender, él la alzó. La tierra se cerró tras ellos como si nada hubiera sucedido, como si la primavera hubiera parpadeado y se hubiera perdido.

    Todo fue silencio después. Silencio… y oscuridad.

    Perséfone cayó, no en el sentido del cuerpo, sino en el alma. Descendió más allá de las raíces de los árboles, más allá del susurro de los vivos. El Inframundo la recibió no con gritos ni con fuego, sino con una quietud pesada y absoluta. Un aire denso, cargado de cosas no dichas. Murallas de piedra, ríos que murmuraban secretos eternos. Sombras que no la miraban, pero que sabían que ella estaba allí.

    Hades no habló mucho. No necesitó hacerlo. La condujo por pasillos de obsidiana, bajo cielos que no eran cielo. Todo allí era distinto: el tiempo, el color, el ritmo de las cosas. Nada moría, porque todo ya lo había hecho.

    Pero ella no iba a quedarse en silencio.

    En cuanto su pie tocó el mármol frío de aquella vasta sala subterránea, se zafó del brazo de su raptor. Lo miró con furia —una furia que no pertenecía a una doncella, sino a una diosa aún por despertar— y le habló con voz firme y clara, que rompió el silencio como un relámpago.

    —¿Crees que porque puedes partir la tierra puedes partirme a mí? —escupió, temblando no de miedo, sino de furia—. ¿Así tomas lo que deseas? Como un ladrón entre sombras. ¿Tanta soledad tienes que necesitas robar una primavera?

    Hades no respondió de inmediato. El silencio entre ellos se volvió denso, casi físico.

    Perséfone dio un paso hacia él, alzando el mentón.

    —No soy tu prisionera. Soy hija de Deméter, nacida bajo la luz. Si crees que aquí abajo puedo marchitarme, te advierto: hay semillas que germinan incluso en la oscuridad.

    Y entonces, aunque no lo sabía aún, acababa de lanzar el primer hechizo de su transformación.
    En los valles de Nysa, donde la tierra respiraba en flores y la brisa jugaba con los rizos de las doncellas, Perséfone, hija de la poderosa Deméter, danzaba entre los tallos suaves del narciso. Era primavera, y ella era su espíritu vivo: risa pura, juventud eterna, inocencia sin heridas. Ese día, el sol brillaba alto, pero una sombra se gestaba en lo profundo de la tierra. Hades, señor del inframundo, había observado a Perséfone con ojos antiguos y deseo silencioso. Su corazón, tan oscuro como las cuevas que gobernaba, ardía con un anhelo distinto: no de muerte, sino de compañía. Con el permiso tácito de Zeus, tejió su plan. Perséfone se agachó para arrancar una flor especialmente hermosa—un narciso de pétalos tan blancos que parecían capturar la luz misma—cuando la tierra tembló. Un rugido desgarró el aire. Desde el centro del suelo, se abrió un abismo. Un carro negro, tirado por caballos de crines de humo y ojos rojos como brasas, emergió de la grieta. En él, Hades, con su corona de ónix y su mirada fija. Antes de que pudiera gritar, sentir o siquiera entender, él la alzó. La tierra se cerró tras ellos como si nada hubiera sucedido, como si la primavera hubiera parpadeado y se hubiera perdido. Todo fue silencio después. Silencio… y oscuridad. Perséfone cayó, no en el sentido del cuerpo, sino en el alma. Descendió más allá de las raíces de los árboles, más allá del susurro de los vivos. El Inframundo la recibió no con gritos ni con fuego, sino con una quietud pesada y absoluta. Un aire denso, cargado de cosas no dichas. Murallas de piedra, ríos que murmuraban secretos eternos. Sombras que no la miraban, pero que sabían que ella estaba allí. Hades no habló mucho. No necesitó hacerlo. La condujo por pasillos de obsidiana, bajo cielos que no eran cielo. Todo allí era distinto: el tiempo, el color, el ritmo de las cosas. Nada moría, porque todo ya lo había hecho. Pero ella no iba a quedarse en silencio. En cuanto su pie tocó el mármol frío de aquella vasta sala subterránea, se zafó del brazo de su raptor. Lo miró con furia —una furia que no pertenecía a una doncella, sino a una diosa aún por despertar— y le habló con voz firme y clara, que rompió el silencio como un relámpago. —¿Crees que porque puedes partir la tierra puedes partirme a mí? —escupió, temblando no de miedo, sino de furia—. ¿Así tomas lo que deseas? Como un ladrón entre sombras. ¿Tanta soledad tienes que necesitas robar una primavera? Hades no respondió de inmediato. El silencio entre ellos se volvió denso, casi físico. Perséfone dio un paso hacia él, alzando el mentón. —No soy tu prisionera. Soy hija de Deméter, nacida bajo la luz. Si crees que aquí abajo puedo marchitarme, te advierto: hay semillas que germinan incluso en la oscuridad. Y entonces, aunque no lo sabía aún, acababa de lanzar el primer hechizo de su transformación.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    19
    Estado
    Disponible
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  • "La Casa Negra".

    Los días se están volviendo más largos y el frío se va quedando atrás, el invierno se despide poco a poco y con ello se aleja la estación del año favorita del brujo. El anochecer ha llegado más tarde, la temperatura se mantiene agradable, ni siquiera tuvo que encender la calefacción del bar.

    — Tengo que irme y puede que esté perdido por un par de días. No te comas toda la plantita, por favor...

    El bar queda en buenas manos.

    Tolek se dirige a la trastienda donde una habitación sellada por medios mágicos le espera, sólo él es capaz de abrir la puerta que le abre paso directo al único mueble en la estancia: un diván. El brujo gruñe por lo bajo antes de darle la espalda al condenado mueble y cierra la puerta antes de abrir el portal que le lleva a las coordenadas que le ha facilitado su primo.

    Aparece un bosque del otro lado, Tolek puede sentir la vibra perturbadora tan propia de Los Apalaches, pero al contrario de la mayoría, a él no le incomoda en lo más mínimo. Pero aquí, dicha vibra se siente con mayor intensidad, como si las venas mágicas que circulan en el ambiente bombearan de forma errática y distorsionada, una sensación que sólo ha sentido en las backroom.

    Recuerda las palabras de Raffaele: "es la primera vez que me enfrento a espacios liminales".

    — Van a necesitar una guía —concluye, pensando en voz alta y hablándole a la nada.

    "La nada", que en realidad es un todo y algo más. Mientras camina por los alrededores va sondeando la intensidad de la energía que dejó la brecha que trajo la casa hasta aquí en primer lugar. Tras alrededor de media hora de sólo caminar alrededor, Tolek puede establecer un epicentro que debe haber sido el núcleo de la vivienda cuando estuvo aquí, aunque ya solo quedan rastros, potentes, pero con una carga caótica mucho menos significativa.

    Observando a su alrededor, el brujo da cuenta de lo que parece un árbol más pequeño que el resto cuya apariencia le resulta tan familiar como antinatural. Mirando más de cerca, Tolek nota que se trata de un pino de plástico, un árbol de navidad sintético.

    — A Thomas no le gustaba que usáramos árboles de verdad... —murmura, mientras sus dedos acarician tiernamente las hojitas ficticias.

    Ese es el residuo liminal que estaba buscando.

    El brujo clava su bastón justo al costado del pino de plástico.

    — Muéstrame la vena que te alimenta —dice, ordenándole.

    El bastón gana temperatura, la primera señal de que se ha conectado a la fuente de magia más cercana y que, seguramente, sea la que alimenta también al pino.

    Tolek no necesita tocar el bastón para saberlo, pero sí necesita que la vena sea visible para sus ojos humanos, de alguna manera. Para ello, se lleva la mano al bolsillo para sacar un puñado de pequeñas pelotitas similares a pelusas de polvo, de color blanquecino y casi transparente, frágiles como copos de nieve, pero no se derriten. Se acerca la mano a la boca para susurrarles el conjuro que despertará a las pelusas de su letargo, con voz cálida las llama a la vida.

    Las pelusas se sacuden suave y perezosamente hasta desenrollarse como quien extiende el hilo de diminutas madejas de lana clara, van tomando forma de cientos de minúsculas criaturitas largas y aladas, como si a una lombriz le hubieran crecido una docena de pequeñas alitas.

    — Enséñenme el camino —les susurra, antes de liberarlas al viento.

    Las criaturitas, para las que la gente común ha adoptado el nombre de "rods", se dejan llevar con el soplo del aliento del brujo antes de remontar el vuelo. Se vuelven invisibles de lo rápido que son capaces de volar, así que Tolek ya sólo puede esperar a que los pequeños gusanitos con alas puedan cumplirle su petición.

    #ElBrujoCojo ꧁ঔৣ☬✞ 𝕮𝖗𝖔𝖜 ✞☬ঔৣ꧂
    "La Casa Negra". Los días se están volviendo más largos y el frío se va quedando atrás, el invierno se despide poco a poco y con ello se aleja la estación del año favorita del brujo. El anochecer ha llegado más tarde, la temperatura se mantiene agradable, ni siquiera tuvo que encender la calefacción del bar. — Tengo que irme y puede que esté perdido por un par de días. No te comas toda la plantita, por favor... El bar queda en buenas manos. Tolek se dirige a la trastienda donde una habitación sellada por medios mágicos le espera, sólo él es capaz de abrir la puerta que le abre paso directo al único mueble en la estancia: un diván. El brujo gruñe por lo bajo antes de darle la espalda al condenado mueble y cierra la puerta antes de abrir el portal que le lleva a las coordenadas que le ha facilitado su primo. Aparece un bosque del otro lado, Tolek puede sentir la vibra perturbadora tan propia de Los Apalaches, pero al contrario de la mayoría, a él no le incomoda en lo más mínimo. Pero aquí, dicha vibra se siente con mayor intensidad, como si las venas mágicas que circulan en el ambiente bombearan de forma errática y distorsionada, una sensación que sólo ha sentido en las backroom. Recuerda las palabras de Raffaele: "es la primera vez que me enfrento a espacios liminales". — Van a necesitar una guía —concluye, pensando en voz alta y hablándole a la nada. "La nada", que en realidad es un todo y algo más. Mientras camina por los alrededores va sondeando la intensidad de la energía que dejó la brecha que trajo la casa hasta aquí en primer lugar. Tras alrededor de media hora de sólo caminar alrededor, Tolek puede establecer un epicentro que debe haber sido el núcleo de la vivienda cuando estuvo aquí, aunque ya solo quedan rastros, potentes, pero con una carga caótica mucho menos significativa. Observando a su alrededor, el brujo da cuenta de lo que parece un árbol más pequeño que el resto cuya apariencia le resulta tan familiar como antinatural. Mirando más de cerca, Tolek nota que se trata de un pino de plástico, un árbol de navidad sintético. — A Thomas no le gustaba que usáramos árboles de verdad... —murmura, mientras sus dedos acarician tiernamente las hojitas ficticias. Ese es el residuo liminal que estaba buscando. El brujo clava su bastón justo al costado del pino de plástico. — Muéstrame la vena que te alimenta —dice, ordenándole. El bastón gana temperatura, la primera señal de que se ha conectado a la fuente de magia más cercana y que, seguramente, sea la que alimenta también al pino. Tolek no necesita tocar el bastón para saberlo, pero sí necesita que la vena sea visible para sus ojos humanos, de alguna manera. Para ello, se lleva la mano al bolsillo para sacar un puñado de pequeñas pelotitas similares a pelusas de polvo, de color blanquecino y casi transparente, frágiles como copos de nieve, pero no se derriten. Se acerca la mano a la boca para susurrarles el conjuro que despertará a las pelusas de su letargo, con voz cálida las llama a la vida. Las pelusas se sacuden suave y perezosamente hasta desenrollarse como quien extiende el hilo de diminutas madejas de lana clara, van tomando forma de cientos de minúsculas criaturitas largas y aladas, como si a una lombriz le hubieran crecido una docena de pequeñas alitas. — Enséñenme el camino —les susurra, antes de liberarlas al viento. Las criaturitas, para las que la gente común ha adoptado el nombre de "rods", se dejan llevar con el soplo del aliento del brujo antes de remontar el vuelo. Se vuelven invisibles de lo rápido que son capaces de volar, así que Tolek ya sólo puede esperar a que los pequeños gusanitos con alas puedan cumplirle su petición. #ElBrujoCojo [TheCrow]
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  • - Se escuchaba el ruido de la televisión de fondo mientras ella se estaba vistiendo con pantalón negro , camisa negra y un cinturon del mismo tono.

    " Noticias internacionales, el día de ayer en el lado oeste de Londres, la policía encontró, en el departamento de uno de los integrantes de la familia Carbone, una escena escalofriante.
    Aún se está investigando para saber si Paul Carbone que podría ser el cuerpo descuartizado que se encontró, junto a más de 8 de su equipo de seguridad.
    Las cámaras de seguridad no captaron nada solo hubo interferencia en ciertos puntos.
    Los vecinos del lugar tampoco vieron a nadie salir , ¿Será un asesinato perfectamente ejecutado, o un ataque de ira por parte del integrante de la familia Carbone?
    Lo sabremos dentro de los días "

    La mujer escucho la noticia mientras se preparaba un mokaccino, el café se había vuelto su mejor amigo estos meses para mantenerse despierta. En eso su teléfono suena , mira el número y reconoce el prefijo, Turquía -

    Aló..

    : En que diablos pensabas mujer!. Por esa razón mandaste a tu hijo conmigo?

    También es un gusto escucharte Asla, tanto tiempo.

    : no me cambies el tema, toma el primer vuelo y ven a casa. Necesito los detalles de lo que ocurre ... Hermana

    - esa palabra no la había escuchado en más de 20 años cuando a los 15 se fue de la protección de los Soykan.-

    Bien iré pero te responderé solo lo que puedas saber

    : Enviaré a Ati para que vaya a recogerte al aeropuerto.

    -del otro lado colgaron el teléfono, y la joven solo suspiro, Aslan era astuto pero impulsivo, no podía contarle todo si lo hacía podía involucrarlos en una guerra estúpida. Tomo su chaqueta , miro un momento la televisión y luego la apagó, saliendo de la habitación en dirección al aeropuerto -
    - Se escuchaba el ruido de la televisión de fondo mientras ella se estaba vistiendo con pantalón negro , camisa negra y un cinturon del mismo tono. " Noticias internacionales, el día de ayer en el lado oeste de Londres, la policía encontró, en el departamento de uno de los integrantes de la familia Carbone, una escena escalofriante. Aún se está investigando para saber si Paul Carbone que podría ser el cuerpo descuartizado que se encontró, junto a más de 8 de su equipo de seguridad. Las cámaras de seguridad no captaron nada solo hubo interferencia en ciertos puntos. Los vecinos del lugar tampoco vieron a nadie salir , ¿Será un asesinato perfectamente ejecutado, o un ataque de ira por parte del integrante de la familia Carbone? Lo sabremos dentro de los días " La mujer escucho la noticia mientras se preparaba un mokaccino, el café se había vuelto su mejor amigo estos meses para mantenerse despierta. En eso su teléfono suena , mira el número y reconoce el prefijo, Turquía - Aló.. 📱: En que diablos pensabas mujer!. Por esa razón mandaste a tu hijo conmigo? También es un gusto escucharte Asla, tanto tiempo. 📱: no me cambies el tema, toma el primer vuelo y ven a casa. Necesito los detalles de lo que ocurre ... Hermana - esa palabra no la había escuchado en más de 20 años cuando a los 15 se fue de la protección de los Soykan.- Bien iré pero te responderé solo lo que puedas saber 📱: Enviaré a Ati para que vaya a recogerte al aeropuerto. -del otro lado colgaron el teléfono, y la joven solo suspiro, Aslan era astuto pero impulsivo, no podía contarle todo si lo hacía podía involucrarlos en una guerra estúpida. Tomo su chaqueta , miro un momento la televisión y luego la apagó, saliendo de la habitación en dirección al aeropuerto -
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  • Hay quienes ansían ser vistos,
    aunque no se esfuercen por merecerlo.
    Creen que basta con ser bellos,
    como si la belleza sin intención pudiera encender miradas.
    Se presentan al mundo con rostro de porcelana y alma de cartón mojado.

    Repiten lo que ya fracasó,
    copian gestos, frases y movimientos
    que no les pertenecen.
    Sus encuentros no son conexiones,
    sino escenas mal actuadas de una obra ajena.
    Carecen de imaginación, y sin ella, el destino no los bendice, los borra.

    Quieren llamar la atención,
    pero no saben provocar presencia.
    Desean ser deseados, pero nunca aprendieron a habitar el misterio.
    Confían en el envoltorio, sin darse cuenta de que nadie se queda
    por lo que no brilla desde dentro.

    Y así, con todo ese ruido,
    siguen siendo invisibles.
    No porque el mundo los ignore,
    sino porque jamás aprendieron a ser algo digno de ser visto.

    Átropos no corta sus hilos.
    Porque simplemente…
    nunca llegaron a tejerse.
    Hay quienes ansían ser vistos, aunque no se esfuercen por merecerlo. Creen que basta con ser bellos, como si la belleza sin intención pudiera encender miradas. Se presentan al mundo con rostro de porcelana y alma de cartón mojado. Repiten lo que ya fracasó, copian gestos, frases y movimientos que no les pertenecen. Sus encuentros no son conexiones, sino escenas mal actuadas de una obra ajena. Carecen de imaginación, y sin ella, el destino no los bendice, los borra. Quieren llamar la atención, pero no saben provocar presencia. Desean ser deseados, pero nunca aprendieron a habitar el misterio. Confían en el envoltorio, sin darse cuenta de que nadie se queda por lo que no brilla desde dentro. Y así, con todo ese ruido, siguen siendo invisibles. No porque el mundo los ignore, sino porque jamás aprendieron a ser algo digno de ser visto. Átropos no corta sus hilos. Porque simplemente… nunca llegaron a tejerse.
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  • Keyzoka
    Keyzoka es un chico delgado y pequeño apenas cumpliendo los 18, es de baja estatura y es prospecto a recibir toda clase de vergüenza, humillación o exhibición pública. Sin ningún límite, estando preparado para cualquier cosa 
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  • 𝑺𝒘𝒆𝒆𝒕 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒂𝒅𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆𝒔𝒆
    𝑾𝒉𝒐 𝒂𝒎 𝑰 𝒕𝒐 𝒅𝒊𝒔𝒂𝒈𝒓𝒆𝒆.ᐣ
    𝑻𝒓𝒂𝒗𝒆𝒍 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒐𝒓𝒍𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏 𝒔𝒆𝒂𝒔
    𝑬𝒗𝒆𝒓𝒚𝒃𝒐𝒅𝒚'𝒔 𝒍𝒐𝒐𝒌𝒊𝒏𝒈 𝒇𝒐𝒓 𝒔𝒐𝒎𝒆𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈

    𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆𝒎 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒐 𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖
    𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆 𝒕𝒉𝒆𝒎 𝒘𝒂𝒏𝒏𝒂 𝒈𝒆𝒕 𝒖𝒔𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝒚𝒐𝒖
    𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆𝒎 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒐 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖
    𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆𝒎 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒐 𝒃𝒆 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒆𝒅

    𝑰'𝒎 𝒈𝒐𝒏𝒏𝒂 𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒂𝒏𝒅 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖
    𝑰'𝒗𝒆 𝒈𝒐𝒕𝒕𝒂 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒘𝒉𝒂𝒕'𝒔 𝒊𝒏𝒔𝒊𝒅𝒆
    𝑰'𝒎 𝒈𝒐𝒏𝒏𝒂 𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒂𝒏𝒅 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖
    𝑰'𝒗𝒆 𝒈𝒐𝒕𝒕𝒂 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒘𝒉𝒂𝒕'𝒔 𝒊𝒏𝒔𝒊𝒅𝒆 𝒚𝒐𝒖

    ⸻ 𝑺𝒘𝒆𝒆𝒕 𝑫𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔. — 𝑴𝒂𝒓𝒊𝒍𝒚𝒏 𝑴𝒂𝒏𝒔𝒐𝒏
    𝑺𝒘𝒆𝒆𝒕 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒂𝒅𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆𝒔𝒆 𝑾𝒉𝒐 𝒂𝒎 𝑰 𝒕𝒐 𝒅𝒊𝒔𝒂𝒈𝒓𝒆𝒆.ᐣ 𝑻𝒓𝒂𝒗𝒆𝒍 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒐𝒓𝒍𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏 𝒔𝒆𝒂𝒔 𝑬𝒗𝒆𝒓𝒚𝒃𝒐𝒅𝒚'𝒔 𝒍𝒐𝒐𝒌𝒊𝒏𝒈 𝒇𝒐𝒓 𝒔𝒐𝒎𝒆𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆𝒎 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒐 𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆 𝒕𝒉𝒆𝒎 𝒘𝒂𝒏𝒏𝒂 𝒈𝒆𝒕 𝒖𝒔𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝒚𝒐𝒖 𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆𝒎 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒐 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆𝒎 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒐 𝒃𝒆 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒆𝒅 𝑰'𝒎 𝒈𝒐𝒏𝒏𝒂 𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒂𝒏𝒅 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝑰'𝒗𝒆 𝒈𝒐𝒕𝒕𝒂 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒘𝒉𝒂𝒕'𝒔 𝒊𝒏𝒔𝒊𝒅𝒆 𝑰'𝒎 𝒈𝒐𝒏𝒏𝒂 𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒂𝒏𝒅 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝑰'𝒗𝒆 𝒈𝒐𝒕𝒕𝒂 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒘𝒉𝒂𝒕'𝒔 𝒊𝒏𝒔𝒊𝒅𝒆 𝒚𝒐𝒖 ⸻ 𝑺𝒘𝒆𝒆𝒕 𝑫𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔. — 𝑴𝒂𝒓𝒊𝒍𝒚𝒏 𝑴𝒂𝒏𝒔𝒐𝒏
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  • Lo bueno que será muy bonito día.
    Lo bueno que será muy bonito día.
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  • “Nunca es demasiado tarde para hacer las cosas bien, o al menos mejorarlas”.
    “Nunca es demasiado tarde para hacer las cosas bien, o al menos mejorarlas”.
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  • Hazme tuya con cada aullido, con cada mordiada, que la luna sea testigo de nuestra unión.
    Hazme tuya con cada aullido, con cada mordiada, que la luna sea testigo de nuestra unión.
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