—¿Qué les parece? ¿Creen que le guste?
Un regalo perfectamente normal para una chica normal. Claro, ¿es que no era todo normal ahora? No había más mentiras, no había más engaños. No tenía que vestirse con la piel de una serpiente, los cuernos de un demonio, o las alas de un ángel.
Era, simple y sencillamente, él. Belial. El protagonista de una vida perfectamente normal. Tan normal como un sueño.
"Yo sigo diciendo que desperdiciaste tu dinero, Beli", dijo uno del grupo que, evidentemente, eran de los problemáticos, ovejas negras, delincuentes juveniles, y todo tipo de similares etiquetas.
"¡Es verdad! ¿Por qué iba a hacerte caso? Ella es, ya sabes, de esas chicas estudiosas, condecoradas y todo, y tú eres..."
—¿Yo soy qué, bastardo? —El rumbo de la conversación no le estaba gustando. Se puso de pie y levantó a su compinche por la camisa. —¡Anda, termina lo que ibas a decir!
"M-M-Me refiero a que... s-son de mundos diferentes, cálmate..."
Lo soltó. Se dio media vuelta y vio una vez más el regalo. Una manzana de peluche con una carita sonriente... ¿por qué una manzana, de entre todas las cosas que pudo haber comprado?
"Ni siquiera sabes si le gustan los peluches. O las manzanas. ¿Qué tal si es alérgica? Mi primo casi se muere de una alergia".
—A ella le gustará. Lo sé, ¿sí? No sé cómo, sólo... lo sé.
Un regalo perfectamente normal para una chica normal. Claro, ¿es que no era todo normal ahora? No había más mentiras, no había más engaños. No tenía que vestirse con la piel de una serpiente, los cuernos de un demonio, o las alas de un ángel.
Era, simple y sencillamente, él. Belial. El protagonista de una vida perfectamente normal. Tan normal como un sueño.
"Yo sigo diciendo que desperdiciaste tu dinero, Beli", dijo uno del grupo que, evidentemente, eran de los problemáticos, ovejas negras, delincuentes juveniles, y todo tipo de similares etiquetas.
"¡Es verdad! ¿Por qué iba a hacerte caso? Ella es, ya sabes, de esas chicas estudiosas, condecoradas y todo, y tú eres..."
—¿Yo soy qué, bastardo? —El rumbo de la conversación no le estaba gustando. Se puso de pie y levantó a su compinche por la camisa. —¡Anda, termina lo que ibas a decir!
"M-M-Me refiero a que... s-son de mundos diferentes, cálmate..."
Lo soltó. Se dio media vuelta y vio una vez más el regalo. Una manzana de peluche con una carita sonriente... ¿por qué una manzana, de entre todas las cosas que pudo haber comprado?
"Ni siquiera sabes si le gustan los peluches. O las manzanas. ¿Qué tal si es alérgica? Mi primo casi se muere de una alergia".
—A ella le gustará. Lo sé, ¿sí? No sé cómo, sólo... lo sé.
—¿Qué les parece? ¿Creen que le guste?
Un regalo perfectamente normal para una chica normal. Claro, ¿es que no era todo normal ahora? No había más mentiras, no había más engaños. No tenía que vestirse con la piel de una serpiente, los cuernos de un demonio, o las alas de un ángel.
Era, simple y sencillamente, él. Belial. El protagonista de una vida perfectamente normal. Tan normal como un sueño.
"Yo sigo diciendo que desperdiciaste tu dinero, Beli", dijo uno del grupo que, evidentemente, eran de los problemáticos, ovejas negras, delincuentes juveniles, y todo tipo de similares etiquetas.
"¡Es verdad! ¿Por qué iba a hacerte caso? Ella es, ya sabes, de esas chicas estudiosas, condecoradas y todo, y tú eres..."
—¿Yo soy qué, bastardo? —El rumbo de la conversación no le estaba gustando. Se puso de pie y levantó a su compinche por la camisa. —¡Anda, termina lo que ibas a decir!
"M-M-Me refiero a que... s-son de mundos diferentes, cálmate..."
Lo soltó. Se dio media vuelta y vio una vez más el regalo. Una manzana de peluche con una carita sonriente... ¿por qué una manzana, de entre todas las cosas que pudo haber comprado?
"Ni siquiera sabes si le gustan los peluches. O las manzanas. ¿Qué tal si es alérgica? Mi primo casi se muere de una alergia".
—A ella le gustará. Lo sé, ¿sí? No sé cómo, sólo... lo sé.

